La caida de Batichica (II)

Mientras espera Batman continua leyendo la confesión de su amiga...

"La Confesión de Batichica II"

Un pesado silencio reinó en aquella oscura alcoba. Ambas nos quedamos inmóviles, mirándonos, finalmente fui yo quien rompió el silencio.

-Estas loca- Los ojos de Pamela se llenaron de una furia incontenible, y antes de que me diera cuenta cruzó mi rostro con una fuerte cachetada que me tiró sobre las frías sabanas de seda. Mil veces me maldije por haberla hecho enojar de nueva cuenta y como una chiquilla rompí a llorar. Ella se puso de pie y alejándose de la cama se acercó a una pequeña cantina, donde se sirvió un trago. Por un momento volvió a reinar el silencio, sólo mis sollozos se escuchaban en la oscuridad.

-Estas muy equivocada querida- dijo mientras se acercaba de nuevo a mí.- ¡UNA LOCA ES ALGUIEN QUE SE PASA LA VIDA OBEDECIENDO ORDENES, LLEVANDO NIÑOS A LAS ESCUELAS, CARGANDO BULTOS EN LOS SUPERMERCADOS, LLORANDO POR LOS DRAMAS IDIOTAS QUE PASAN EN LA TELEVISION!.¡ UNA LOCA NO TIENE LAS AGALLAS NI EL CEREBRO PARA SOÑAR SIQUIERA CON LO QUE YO ESTOY A PUNTO DE HACER!.-

De pronto me tomó del brazo y sin consideración me obligó a ponerme de pie, su mano tiró con fuerza de mi cabello obligándome a mirarla, para mi sorpresa había recobrado el dominio de sí misma.

  • ¿Cómo puedes juzgarme tú que sales en las noches a saltar sobre edificios?, ¿Tú que imitas a un tipo que todo el mundo dice que esta loco?, ¿ Tú que acabas de hacer el amor con una mujer que casi te mata hace un momento?.- Sus palabras me dejaron helada, ¿acaso no es cierto que nosotros también estamos locos?, sin saber que responder. En todo caso no hubiera podido decir nada pues sus labios volvieron a posarse sobre los míos, poco a poco abrí la boca para que su lengua entrara y se trenzara con la mía. Claramente sentí como sus pechos se ponían duros mientras se tallaban contra los míos, que lentamente respondían a su caricia, tímidamente alcé las manos para tocar la suave piel de su espalda, por su parte ella me soltó el pelo y deslizó sus palmas sobre mi piel hasta que se apoderó de mis nalgas, sus uñas se clavaron con fuerza en mi carne haciéndome estremecer. - Fue es ese momento que llegó hasta nosotras un sonido estremecedor, una explosión o algo parecido, de inmediato me soltó y poniéndose su bata salió de la habitación. Durante los siguientes minutos escuché atentamente, tratando de descifrar el significado de aquellos sonidos, explosiones, disparos, voces; entonces comprendí lo que pasaba. De inmediato me sacudió una sensación de temor y vergüenza, sin pensarlo me puse a registrar el lugar en busca de algo con que cubrirme. Desesperadamente abrí todos los cajones de los muebles sin encontrar nada. Para mi fortuna al abrir un closet encontré mi traje de Batichica y mis botas, como pude me vestí y después regresé al baño donde extraje mi mascara del cesto de basura. Su contacto, frío y húmedo, me resultó desagradable aún así sentí alivio al pensar que nadie sabría lo que había sido de mí en aquella habitación.

El sonido de la puerta al cerrarse me sacó de mis pensamientos, lentamente salí del baño y pude ver como Pamela, sudorosa y agitada, inclinada sobre uno de los cajones del tocador colocando unas extrañas ampolletas en un estuche de piel negra. Cuando terminó se incorporo y me descubrió de pie en el umbral del baño. Por increíble que te parezca me sentí como una traidora, como si el traje me obligara a darle la espalda a alguien ¿querido?. Por su parte Pamela no perdió el tiempo, rápidamente se acercó a mi y tomándome de la mano me sacó de la alcoba para conducirme al sitio donde desperté la primera vez. Ahí me sujetó las muñecas con una cadena, dócilmente la dejé hacerlo, después colocó el estuche en el bolsillo interior de mi capa y me dijo -Por favor no se lo entregues.- Sin más se acercó a la pared y accionando una palanca echó a andar una grúa que me alzó del piso algo así como un metro.

Cuando se detuvo se acerco de nuevo y extrajo de su negra bata una afilada daga, en ese momento dos sombras aparecieron en la entrada, no me había equivocado eran tú y Dick, ambos se detuvieron cuando me vieron "indefensa" y colgada del techo.

-¡SE ACABO HIEDRA!.- Le dijiste con voz firme mientras entrabas en la habitación.

-¡AUN NO BATMAN!- Pamela apoyó la punta de la daga contra mi estomago.- ¡UN PASO MAS Y TU AMIGA SE VERA COMO UNA RES EN EL MATADERO!- Por un momento detuviste tu avance, pero yo sabía que no te habías rendido, entonces noté que la silueta de Dick había desaparecido, no bien comprendí lo que pasaba cuando un boomerang golpeó la mano de Pamela haciendo que soltara la daga, un segundo después tú le lanzaste una boleadoras especiales que además de inmovilizarla le aplicaron una descarga eléctrica, su grito de dolor me sacudió el alma y cuando la vi caer tuve que morder mi lengua para no gritar su nombre.

Dick me bajó y me liberó las muñecas. - ¿Estas bien?- Su preocupación me pareció irritante, no le respondí pero por su cara creó que lo fulminé con la mirada. En ese momento llegó mi padre con refuerzos, el primero en aparecer fue ese despreciable patán del teniente Bulok.

-Buen trabajo murciélago- dijo mientras se inclinaba sobre el cuerpo inerte de Pamela y extendió su mano regordeta.

-¡NO LA TOQUE!- Mi grito los sorprendió a todos, incluso a mí, por un momento creí que había cometido un error, pero afortunadamente tú creíste encontrar una explicación a mi actitud.

-Ella tiene razón, Bulok, el contacto de su piel puede ser mortal. Será mejor que la unidad especial la saque de aquí.- Bulok se incorporó y comenzó a discutir contigo sobre la autoridad de la policía. Yo aproveché ese momento para deslizarme fuera del cuarto, sólo quería salir de aquel lugar de pesadilla. En el camino encontré los cuerpos de los monstruos verdes, ahora deshechos por algún defoliante especial, entre ellos reconocí al que me había violado, pero el verlo tendido y muriendo no me produjo ningún gusto, por el contrario sentí lastima. Sin poder soportar más salí de aquel túnel y me perdí en la oscuridad de la madrugada.

Los primeros rayos del sol entraban por la ventana cuando entre a mi departamento, mecánicamente accioné mi contestadora y comencé a escuchar mensaje tras mensaje, cada uno me recordaba mi vida antes de aquella noche, de pronto arranqué el aparato y lo lancé al piso; mis ojos estaban llenos de lagrimas y corriendo me metí al baño donde permanecí más de una hora intentando "limpiar" mi cuerpo. Al día siguiente tuve que enfrentar a mi padre, apenas tuve animo para inventar una historia de parranda estudiantil que justificara mi ausencia. En los días que siguieron intente retomar el control de mi vida, pero no podía, mi mente estaba obsesionada con Hiedra la visión de cualquier parque o florería me traía a la mente las escenas vividas aquella noche. Además estaba el paquete que había ocultado en mi capa, ¿sabes? no me acordé de él hasta tres días después, al abrirlo descubrí que contenía seis grandes ampolletas como de 12 cm. llenas de un liquido dorado, por un momento pensé en romperlas o entregártelas, pero no lo hice. De alguna forma me sentía atada a esos objetos, largo tiempo me quedaba mirándolos y acariciándolos mientras mi mente recordaba. Era como ver la misma película una y otra vez, volviendo a vivir todo el terror y...¡el placer!... ¡SI EL PLACER!... ¡EL MALDITO RECUERDO DE SUS BESOS, DE SU CUERPO ARDIENDO ENTRE MIS BRAZOS! Mis ojos se llenaban de lagrimas al tiempo que apretaba las mandíbulas para no gritar. Varias veces tuve que salir huyendo de los salones de clase o de cualquier otro sitio donde me asaltaran los recuerdos.

Debo confesar que todas esas huidas terminaban en mi departamento, llegaba empapada en sudor, sintiendo que me faltaba el aire en los pulmones al tiempo que mi corazón brincaba como un conejo, sin pensarlo me despojé de los zapatos y me tumbé sobre la cama, ahí comenzaba a acariciar mis pechos por encima de la blusa, una corriente de nueva excitación me corría por todo el cuerpo para terminar en mi vulva que palpitaba como si tuviera vida propia. Mis dedos luchaban por atravesar la tela de mi falda para llegar hasta mi sexo. Así terminé por desgarrar varios vestidos, mis dedos rasgaban la tela como si me quemara, una vez desnuda me masturbaba como una enajenada, todo mi cuerpo estaba cubierto de una fina capa de sudor, mis manos se movían sin control acariciando y magullando mis pechos al tiempo que yo misma intentaba morderlos, para después bajar hasta mi sexo donde hundí los dedos sin ninguna piedad, al tiempo que cerraba los ojos y apretaba las quijadas con toda la fuerza de mi odio, sin embargo, eso no era suficiente e irremediablemente terminaba buscando en mi mesa de noche una de las ampolletas de cristal para clavarla en mis entrañas, el peligro de que se rompiera dentro de mí no me asustaba, donde la hacía entrar y salir tan rápido que terminaban por rozar la piel de mi raja, el ardor me hacía gozar aun más y cuando llegaba el orgasmo abría la boca para gritar mientras el recuerdo de sus ojos me llenaba la mente, al tiempo que sentía como mis jugos escurrían como un manantial de mi sexo.-

¡PAMELA!...MIRAME!...¡¡PAMELA!...¡ME ESTOY CONSUMIENDO!¡MIRAME!...¡AAAAAGGGGGHHHH.- después me levantaba y en el espejo contemplaba los moretones y arañazos que mi auto violación me producía. Entonces era cuando un sentimiento de odio infinito se apoderaba de mí, haciendo que un insano deseo de venganza me inducía a planear su muerte, ¡ si la muerte era la única retribución posible para el daño que me había hecho!.

Mi obsesión llegó a tal grado que tome una decisión, llevaría a cabo mi venganza, no me importaba lo que pudiera pasarme después, inmediatamente comencé a trabajar en mi computadora y, gracias a lo que había aprendido de ti y a los contactos de mi padre, pude entrar en la computadora del juzgado y programar la visita de "una visita espacial" al día siguiente. Después elegí un traje sastre oscuro, una peluca rubia y unos grandes lentes.

Al día siguiente me presenté apropiadamente vestida y con una identificación falsa a nombre de Anne Thor, ayudante del fiscal, sobre el motivo de mi visita alegué que la fiscalía le propondría a Hiedra un trato, la reducción de su condena a cambio de la devolución de los químicos robados, por mi padre supe que no los habían recobrado. Finalmente aceptaron mi coartada y me introdujeron en un cuarto especial, provisto solo de una mesa y dos sillas, la única luz era una lámpara colocada justo sobre la mesa. Tuve que echar mano de todo mi autocontrol para aparentar tranquilidad, aun que por dentro era un manojo de nervios, lentamente tomé asiento y fingí examinar los papeles que llevaba dentro del portafolios, en realidad eran hojas en blanco.

Finalmente la puerta se abrió y la vi entrar, sus manos estaban esposadas al frente y sus tobillos llevaban brazaletes unidos por una delgada cadena, lo bastante larga para caminar pero al mismo tiempo demasiado corta para correr. Una celadora de rostro alargado y complexión delgada la condujo hasta la otra silla y , apoyando la mano en su hombro, la hizo sentar. Por un momento la contemplé, ahora traía puesto un uniforme en color naranja que le quedaba algo holgado, ocultando la belleza de su cuerpo, pero seguía siendo la mujer más bella que había visto en mi vida.

-Déjenos solas- La celadora me miró extrañada y adivino que estuvo a punto de negarse, pero la frialdad con que le había ordenado la obligaron a obedecer. Con pasos militares salió de la habitación y cerró la puerta tras de si.

-Pierdes tu tiempo querida- dijo mientras se acomodaba en la silla.- No me interesa ninguna oferta que tengas.- Lentamente cerré el portafolios y poniéndome de pie y me acerqué a ella. Mi quijada estaba tan apretada que creí terminaría por romperse, cuando quedamos frente a frente nos miramos directamente a los ojos. El odio que tenía en el alma se desbordó y crucé su rostro con un par de bofetadas, ella intentó levantarse pero yo la golpeé en el estomago y la arrojé al piso, sin darle tiempo a nada caí sobre ella para seguir golpeándola; sin embargo Pamela alcanzó a volverse y de un manotazo me arrancó los lentes de la cara.

Rápidamente le sujeté los brazos y me senté sobre su vientre, nuestros rostros quedaron muy juntos, nuestros alientos se entremezclaron, entonces ella me reconoció. -¿Tú?-Extrañamente aflojó todo el cuerpo y una sonrisa iluminó su cara. - ¿ Así que has venido a vengarte?- yo no supe que contestar.

-Conozco esa mirada- dijo con tono casi infantil.- No sabes si matarme o besarme.-

-¡Te equivocas!... ¡Yo nunca volveré a...!-

-¿A amarme?, ¿A desear que te tome como mi amante?-

-¡No!... ¡no!...- Su risa me taladró los oídos. Mi cuerpo estaba paralizado, mis nervios hechos nudos, mientras mi mente repasaba todo lo que sabía sobre ella, sus asesinatos, los hombres que a destruido, a veces por dinero otras por diversión, sangre y muerte son los frutos de la hiedra. ¡PERO NO PODIA DEJAR DE VER SUS OJOS!. El aroma de su cuerpo comenzó a intoxicarme, su calor empezó a subir por entre mis piernas. Ella lo sabía y suavemente se movía bajo mi cuerpo, me coqueteaba, y yo luchaba por no caer, ¡LO JURO POR DIOS!¡LUCHE!. Lentamente deslicé mis manos por sus brazos y con mi última fuerza de voluntad sujeté su cuello, ¡Y APRETE!... ¡APRETE!... Pero ella no se movía, solo gemía levemente y entreabría sus carnosos labios para jalar aire, de pronto la solté, era inútil...¡INUTIL!....¡NO PODIA MATARLA!... ¡NO PODIA!

Derrotada me puse de pie y tambaleándome recogí los lente y el portafolios, en mi cabeza solo existía la necesidad de huir.

-¡ESPERA!- Su voz me detuvo en seco. Lentamente giré la cabeza y la vi mientras se incorporaba. -¿ A dónde vas?.- Calmadamente se me acercó y sentí que las piernas me temblaban.

-¡AL INFIERNO!- grité mientras daba un paso atrás.- ¡ A CUALQUIER PARTE DONDE NO TENGA QUE VERTE!-

-Ya es tarde para eso ¿no crees?- se acercó más.- Pudiste quedarte lejos de mi, pudiste haberte quedado al lado del murciélago hasta que me lleven de regreso a Arkan. Pero estas aquí. ¡HAS VENIDO POR MI Y YO QUIERO SER TUYA AHORA, AQUI EN ESTA CELDA!- Mientras hablaba desabrochaba los botones del uniforme hasta dejarme ver el nacimiento de sus pechos.

-¡NO...!....¡ NO LO HARE BRUJA ASQUEROSA!...¡ME DAS ASCO!...¡ASCO!- Me di la vuelta y nuevamente traté de escapar.

-¿QUIERES QUE TE SUPLIQUE?- De nuevo me detuve.- ¡PUEDO HACERLO! ¡SOY UNA MIERDA! ¡UNA PUTA LOCA QUE VA A PASAR MUCHOS AÑOS PUDRIENDOSE EN UN MANICOMIO! ¡MEREZCO QUE ME MATEN MIL VECES POR LO QUE TE HICE! ¡ SI QUIERES PUEDES MATARME TU!¡PERO NO ME DEJES SOLA! ¡TE LO SUPLICO!.-Poco a poco cayó de rodillas ante mi. Mi pecho era un mar de confusiones, de emociones que chocaban y se hacían pedazos una y mil veces.

-Es gracioso ¿verdad?, estoy mendigando tu cariño y ni siquiera se como te llamas.-

-Bárbara- ¡Puedes creerlo! ¡Le dije mi nombre así nada más!. Me sentí como una perfecta imbécil, como una niña que se da cuenta cuando la han engañado. La sangre hirvió en mis venas y volví a golpearla.

-¡TU!..¡MALDITA PUTA!...¡HIJA DE PUTA!- La golpeé con los puños y con los pies, le dije todos los insultos que he escuchado a lo largo de mi vida. ¿Por qué nadie fue a investigar el motivo de aquel escándalo es algo que aún me pregunto?. Hasta que quedo recargada contra la pared. Sus labios estaban hinchados y sangrantes, tenía un moretón en la mejilla y sudaba por la tunda que le había dado, su respiración era profunda y entrecortada por el dolor. Por mi parte estaba cansada, sudando, la peluca casi había caído de mi cabeza por el ajetreo. Pero aún no estaba satisfecha, me acerqué a ella y me dispuse a golpearla de nuevo.

Ella levantó la cara, mi puño estaba listo para continuar, entonces un murmullo me detuvo. -Bárbara- Su voz era como el canto de una oscura sirena que me llamaba desde el abismo. -Bárbara.- Lentamente llevo sus manos hasta mi cara y suavemente me tocó las mejillas, sus ojos brillaban con una mezcla de lujuria y dolor que atrapó como una red. -Bárbara.- El sonido de mi nombre en sus labios carnosos me hace caer en un extraño ensueño, el toque de sus manos sobre mi piel atraviesa mi coraza de odio y toca las fibras más intimas de mi ser de mujer.

Apenas me di cuenta cuando nuestros labios se unieron, solo el sabor salado de su sangre me hizo tomar conciencia de lo que estaba haciendo. Por un momento logré separarme de ella, pero estaba consciente de que no había escape, su mirada se tornó dominante.

-¡Suéltame!- Como una zombie me quité una horquilla del cabello y abrí sus esposas. Luego caí de rodillas y liberé sus piernas. Ella caminó un poco a mi alrededor mientras yo permanecía de rodillas con la cabeza baja. De pronto sentí que tiraba de mi cabello obligándome a volver la cara, la miré junto a mi y sin más volvió a besarme mientras su mano me apretaba un seno por encima de mi blusa. Me abandoné por completo sintiendo que era una diosa o un demonio quien me sujetaba, listo para devorar mi alma mientras yo lloraba de agradecimiento. Sus manos hábiles me desabotonaron la blusa y después rompieron mi sostén, al instante sentí como sus dientes se clavaron en mis pechos al tiempo que sus manos me los estrujaban sin piedad. El dolor me sacudió pero el saber que era ella quien me lastimaba lo hacía soportable.

-¡Aaaaaahhhhhgggg!.... ¡Sí!... ¡SI!... ¡Pamela!...- En respuesta a mis gemidos Pamela comenzó a descender por mi abdomen, mordiendo y lamiendo mis costillas, sus manos seguían firmes en mis senos, pero pronto los abandonaron para recorrer mis costados hasta los pliegues de mi falda suavemente enrollaron la tela dejando al descubierto mi sexo, que para ese momento ya estaba húmedo en jugos. Mis bragas fueron arrancadas sin consideración, pero en vez de penetrar en mí Pamela se incorporó y comenzó a despojarse de sus ropas.

Lo hizo lentamente, sin prisa, gozando al verme ansiosa y suplicante, cuando quedó desnuda volvió a colocarse entre mis muslos, abiertos como nunca, donde comenzó a lamer el contorno de mi sexo, pasando su lengua por en medio de mi raja pero sin entrar en ella. Tuve que morder el dorso de mi mano para no gritar de placer, aquel contacto terminó por conducirme al orgasmo, me vine aún antes de que ella me tomara.

Pamela bebió todos mis líquidos. Después se incorporó de nuevo y levantando una de mis piernas se sentó a horcajadas, de modo que su raja y la mía quedaron unidas, Lentamente comenzó a tallar su coño con el mío, Yo la miraba mientras colocaba mi pierna entre sus pechos, como un falo descomunal, para después lamer mi tobillo, el calor que producía nuestro frotamiento se transformó en algo sólido, algo así como un falo de fuego que nos unía, era algo violento y atroz, pero al mismo tiempo algo que no deseaba que terminara nunca.

Yo misma comencé a frotar mi sexo con el suyo en un intento por hacer aún más intenso el ardor que nacido de nuestra unión me quemaba hasta el cerebro.

-Pamela ... te amo...- susurré. Ella se disminuyo un poco el ritmo y tomando aliento me contestó.

-Yo también te amo, Bárbara, por eso te deje vivir, para hacerte mía... para que fueras mi compañera.- Sus propias palabras la excitaron y reanudó el frotamiento con mayor fuerza. De pronto soltó mi pierna y se tumbó junto a mí, nuestros muslos siguieron frotando contra los ardientes coños. Mientras nos besábamos con furia.

-Necesito una esclava...¿serás mi esclava Bárbara?- nuestros cuerpos lubricados por el sudor se tallaban como si estuvieran a punto de formar un solo ser.

-¡SI!...¡Oooohhh!... ¡SI!... ¡SERE LO QUE TU QUIERAS!-

-¡JURALO!...¡JURA QUE SERAS MIA PARA SIEMPRE!-

-¡LO JURO!...¡ SOY TUYA PARA SIEMPRE!... ¡PARA SIEMPRE!...- Para sellar nuestro pacto cada una mordió con todas sus fuerzas el hombro de la otra, el dolor fue el catalizador que nos hizo llegar al orgasmo juntas. Por un momento todo se borró a nuestro alrededor al tiempo que oleadas de ardiente lava brotaban incontenibles de nuestras entrañas, creó que dejamos el piso húmedo como si hubiera llovido dentro del cuarto, era un orgasmo múltiple un orgasmo que no termina jamás...

Después nos levantamos y nos vestimos rápidamente, Pamela me pidió que volviera a esposarla y una vez hecho tomó asiento de nuevo, yo me acomodé el disfraz y la imité. Como si todo hubiera estado planeado la celadora entró cuando cada una estaba en su lugar.

-Tengo que consultar con el fiscal- dije en voz alta.

-Hazlo querida. Si quieren esos químicos de regreso más vale que cumplan mi demanda.-

-Entonces volveré mañana.- Sin más tomé el portafolios y salí de ahí mientras la celadora conducía a Pamela a su celda. Esa noche regresé al negocio del finado Mister Melvin, el lugar había sido cuidadosamente registrado pero no encontraron nada, y ¿sabes por qué?. ¡Porque yo los traía conmigo!, sí, como lo oyes el liquido dorado de las ampolletas no era otra cosa sino un concentrado infinitamente poderoso hecho a base de los químicos robados. De modo que mientras tú y mi padre buscaban camiones, yo traía todo en el bolsillo de mi capa, qué lista ¿no?. Al entrar al túnel me di cuenta de que el gran jardín de Pamela había sido desmantelado, pero eso no me desalentó la tierra seguía ahí. Por un rato busqué un lugar especifico y abrí cuidadosamente una de las ampolletas, después con un gotero vertí una mínima cantidad en la tierra húmeda. Al momento brotaron de la tierra unas cosas semejantes a sandias y crecieron hasta alcanzar la estatura de un ser humano. Luego se rompieron y de ellas salieron nuevos monstruos vegetales con figura humana.

El resto es historia, al día siguiente me presenté de nuevo en la comisaria y mientras "hablaba" con Pamela los monstruos atacaron, siendo inmunes a las armas de fuego y al gas lacrimógeno no tuvieron problemas para llegar hasta nosotras, Pamela fingió tomarme como rehén y así logramos escapar. Ahora ella esta lista para llevar a cabo su plan, empleara las ampolletas para estimular el desarrollo de cada parque de la ciudad, de modo que en una horas el bosque volverá a reinar en Ciudad Gótica. Bueno eso es todo, considera esta carta como el último legado de Batichica, y sabe que si intentas detener a Pamela tendrás que enfrentarte a mi."

Batman oprimió la carta y la arrojó al suelo. Luego miro el reloj y poniéndose de pie se dirigió al batimóvil.

-¿Ya es hora?- Batman se volvió y miro al joven maravilla que llegaba junto a él.

-Sí-

-Y...¿qué haremos con ella?- Por toda respuesta Batman le mostró una ampolleta conteniendo un liquido azulado.- ¿Qué es eso?-

-Es un antídoto-

-¿Antídoto?-

-Sospecho que Hiedra desarrollo una nueva toxina que hace a las mujeres vulnerables a sus feromonas. De modo que ahora puede seducir a ambos sexos para obtener lo que quiere.- Batman colocó cuidadosamente la ampolleta en su cinturón.- Espero que esto libere a Bárbara de su "enamoramiento".-

  • Y... ¿si no es así?...¿qué haremos entonces?-

-Yo... no lo se Dick... no lo se.- Sin decir más ambos abordaron el batimóvil y salieron a la oscuridad de la noche. Una noche que sin duda sería muy larga.

¿FIN?

AUTOR: "EL MONJE"