La cabina

Pensé que esta sería una salida normal a bailar, pero mi marido es una caja de sorpresas.

Vá este segundo relato, que por cierto son reales, si bien resumidos, verdaderamente ocurrieron.

Después de la aventura en la gomería, y como me convertí en un almanaque viviente, estaba fascinada y deseosa de que mi esposo me preparara otra velada como la anterior, había descubierto por fin gozar con lo prohibido, y gracias a la complicidad de mi esposo.

Ese sábado me dijo que solo saldríamos a bailar, que no esperara nada especial, en cierta forma me desencantó, pensé que esta noche no habría nada emocionante, pero cuan equivocada estube.

Me vestí con una minifalda recortita y acampanada ( tipo jugadora de tenis) que de solo moverme en forma brusca se veía mi diminuta tanga blanca, y una escotada blusa que dejaba entrever mis blancos senos , total pensé, si hoy no habría nada en especial por lo menos me exhibiré ante todos y disfrutaré de las miradas codiciosas de los hombres del lugar.

Llegamos a una disco en la cual la pista de baile se encontraba en un entrepiso superior, y por debajo la gente circulaba ante la barra en busca de bebidas. La verdad es que me encanta bailar, y hasta el momento todo era normal e igual a las muchas veces que salíamos a bailar, salvo por el detalle que Alberto ( mi marido) en esta oportunidad se mantenía un poco distante de mí, haciendo que parezca que estaba sola.

El local se encontraba lleno hasta el límite, conseguir una copa representaba abrirse paso ante un tumulto de gente para acercarse al barman y otro tanto de tiempo para que te atienda, pero luego de pasar por esto, conseguimos nuestros tragos y fuimos a la parte superior a bailar.

El siempre mantenía su distancia, pero en cierto momento se acercó y me ordenó que fuera al baño y me quitara la tanga, estás loco le dije, una cosa es insinuar, pero otra muy distinta es estar en bolas ante 2000 personas, con esta pollerita mi vagina será una exposición pública, a lo que solo respondió " esa es la idea, anda y haz lo que te dije".

Automáticamente empecé a exitarme de solo pensarlo, aunque me negaba, lo morboso de la situación me llevaba a complacerlo, y así lo hice, regresé del baño y le entregué la tanga. Con una habilidad impensada y sin darme cuenta, me acercó al borde de la baranda protectora de la pista , quedando a la vista de toda la parte inferior del local, lentamente y de a uno, creo que no quedó nadie sin girar su cuello hacia arriba para observarme. Estaba realmente espantada, pero a la vez exitada de sentirme desnuda ante tanta gente, para colmo al aparentar estar sola, eran incontables las invitaciones y sugerencias que los hombres me hacían.

La segunda orden no tardó en llegar, Alberto me pidió que bajara y trajera una segunda tanda de tragos, que el me esperaría allí arriba, nuevamente me negué, pero su insistencia me hizo declinar y accedí, abrirme paso entre toda esa gente que hace instantes me observaba fue algo indescriptible, a cada paso sentía manos distintas que acariciaban mis muslos y hasta un dedo entrar en mi yá jugosa vulva, estaba realmente caliente, las invitaciones de todo tipo no cesaban , eran cientos de hombres deseándome. El barman preparó mis tragos y al entregármelos también me dio una tarjeta del gerente del local donde decía que era " invitación de la casa" .

Regresé con mi esposo, y nos sentamos en unos sillones al borde la pista donde platicábamos sobre lo que me habia pasado cuando un hombre muy refinado se presentó como dueño del local, y éste nos invitó cordialmente a recorrer todas las instalaciones incluyendo la cabina del disc jockey, estaba realmente fascinada de ser tratada como una reina.

En la cabina nos encontrábamos el dueño del boliche, el disc jockey, un ingeniero en sonido, un ingeniero en iluminación, mi marido y yó ( la única mujer entre cinco hombres), era un lugar de estricta prohibición para el público, pero de allí se dominaba todo el ambiente a través de unos cristales especiales que de adentro-afuera se veía perfectamente pero de afuera -adentro se lograba ver figuras difusas de lo que allí pasaba.

El dueño ordenó mas tragos, gentilmente siempre, nos hizo saber que en lo sucesivo tendríamos la entrada y consumisión gratuita, no ocultaba su interés por mí y constantemente me halagaba a mí a mi esposo por la suerte de tener una mujer así. También confesó que me había visto bailar y que vió mi desnudez quedando sorprendido ante el espectáculo brindado. Se lo comentó a los demás presentes ( por cuanto ellos no me habían visto) y estos solo exclamaban " como pudimos habernos perdido esto" y demás comentarios al respecto.

Alberto me miró y me dijo : ¿ No te parece que esta gente que está trabajando para que los demás lo pasen de maravilla, tienen también el derecho de divertirse un poco?, ¿ no quisieras tener cierta deferencia con ellos y dejar que te observen?.

No podía dar un nó, puesto que todos en la cabina quedaron expectantes, yá el alcohol habia hecho lo suyo y mi deshinibición era total, asi que desafié a Alberto y fui más allá, con una sonrrisa en mis labios lo besé profundamente en su boca mientras me desabrochaba y sacaba mi blusa, cayendo esta al suelo y quedándome solo con mi pollerita, cuando Alberto abrió los ojos quedó pasmado y lo invité a que me desabrochara el botón que sujetaba la prenda que faltaba, así lo hizo, y esta también cayó al suelo quedándome totalmente desnuda ante los cinco hombres que no salían de su asombro y exitación y ni contar la mía.

El ing. En iluminación dirigió unos reflectores especiales hacia mí con luces de colores y mientras bailaba desnuda, desabroché el pantalón de alberto, tomé su pene y lo introduje en mi boca, me encontraba en otro mundo, a estas alturas yá estaba embriagada de alcohol y solo quería sexo como fuera.

Giré sobre mi misma y me apoyé semi agachada sobre el vidrio de la cabina, observando a la gente, y dejando mis orificios a la espera de quien quiera poseerlos, mi esposo me penetró inmediatamente para saciarse de lo que había comenzado, los demás miraban atónitos y se masturbaban con sus penes enarbolados yá fuera de sus pantalones.

Alberto y yó terminamos juntos en un largo orgasmo, pero está demás decir que queria seguir, que queria más, cuando me percaté que todo el público estaba observando en forma difusa a través del cristal un acto de sexo en vivo, resaltado en forma especial con las luces que me habían puesto. Quedé horrorizada, parece que tomé conciencia y solo quise salir de allí, me disculpé con los presentes y agradecí todas las atenciones mientras me vestía, salí corriendo hacia fuera seguida por mi esposo.

Lo que pensé que sería una salida de baile normal, se transformó en mi exhibición pública de sexo en vivo, nuevamente mi marido me sorprendió, y yá solos, le agradecía infinitamente su imaginación para llevarme al clímax de lo prohibido.