La cabalgata de reyes

Es un escrito fruto de mi imaginación, hoy en la mañana del día de reyes mientras me duchaba.

Esta es una historia fruto de mi imaginación, mientras me duchaba hoy día de reyes. Vivo en una pequeña población capital de una comarca de la provincia de Barcelona y como es tradición el 5 de enero en la noche se celebra la cabalgata de reyes, que ha regresado a pesar de las medidas de seguridad por la pandemia.

Soy un hombre de 58 años, 1.76 de altura, 90 Kg, cabello canoso y algo de barriga. Una descripción muy general, aunque algun@s dicen que tengo un buen trasero. La historia comienza cuando llegaba a casa luego de dejar a mi esposa en su lugar de trabajo para hacer turno hasta la medianoche y de ver la cabalgata un rato. Al llegar a casa y salir del parking, veo que un paje de los reyes estaba en la puerta del edificio esperando para entregar un regalo. Le abrí la puerta para que pasara y no pasara tanto frío fuera. Me dijo a qué apartamento iba y le indiqué donde quedaba, pues era justo la puerta frente a la que yo vivo. Me pareció curioso, pues es un apartamento que permanece solo la mayor parte del tiempo. Me despedí y entre a casa. A los pocos minutos tocaron la puerta y era el paje que me decía que al no abrir nadie la puerta había llamado al contacto que tenía y le habían dicho que por un contagiado no habían podido llegar y que pidiera el favor a algún vecino de guardar el regalo, por lo que decidió llamar a mi puerta. Era el más cercano y me dijo que no quería tener que regresar a dejar el regalo pues era el último y quería llegar a casa a relajarse.

Le invité a pasar y, no sé porque razón, le pregunté si quería una cerveza para refrescarse, aunque afuera estaba haciendo un frío tremendo. Me dijo que no quería molestar, que seguro tenía yo cosas que hacer. Le comenté que no tenía nada que hacer hasta las 11:30 pm que iría a recoger a mi esposa. (Eran las 8:30, así que disponía de unas 3 horas). Aceptó tomar la cerveza, así que lo invité a sentarse mientras traía un par de frías.

La tradición indica que los pajes deben ser negro (espero no ofender a nadie con el término) y muchos de ellos llevan su cuerpo pintado para ello, pero él no lo necesitaba. Medía un par de centímetros más que yo, aunque por el traje amplio que llevaba no se podía intuir el cuerpo que tenía. Al regresar con las cervezas nos pusimos a conversar de temas diversos y, en un momento me preguntó que si me incomodaba que se quitase algunas de las prendas pues quería estar más cómodo y fresco. Le dije que por mi no había problema, que se pusiese todo lo cómodo que quisiera. Se quitó un abrigo quedando solo con una camisa blanca de la cual soltó un par de botones y que permitían intuir un buen cuerpo. Luego se quitó un pantalón bombacho y quedó con un jean ajustado que dejó ver una buena figura. Pero lo que más me llamó la atención fue que marcaba un buen bulto en la entrepierna y me quedé mirando muy fijamente, por lo que creo que se dio cuenta. Me pidió permiso para usar el baño y lavarse un poco la cara. Le indiqué donde quedaba y le dije que si quería darse una ducha lo hiciera. Me sonrió y me dijo que si no era problema aceptaba la propuesta. Entró a la ducha y empecé a imaginar cómo sería su cuerpo y, sobre todo, cómo sería su verga. (Para quienes no lo saben, aunque estoy casado con una hermosa mujer, tengo un cierto gusto por los hombres, aunque solo he estado un par de veces con un hombre y tengo afición por la ropa interior de mujer y me gusta jugar a solas con mi culo).

Luego de unos minutos caí en cuenta que no había toallas en el baño para que se secara, así que tomé una del armario y toqué la puerta del baño, indicándole que le traía una toalla. Me dijo que podía pasar a dejarla. Entré, la puse sobre un mueble junto a la ducha y cuando iba a salir, corrió la cortina y me dijo: “Por qué no miras lo que tanto te llamó la atención hace un momento?” Lo dudé por un instante, pero luego me di vuelta y le vi completamente desnudo, centrando mi mirada en una verga que se intuía sería grande en estado de erección. Subí mi mirada por su cuerpo, le miré a los ojos y sonriendo me dijo: “Estás a gusto con lo que ves?” Y tomando un poco de jabón empezó a acariciarse. Mi boca se hacía agua al ver cómo iba creciendo, me acerqué un poco más y sin pedir permiso retiré su mano y la reemplacé por la mía.  Luego, tomé la alcachofa y sin dejar de acariciarla la dejé sin jabón. Cómo había crecido. Me dijo luego “Chúpala. Es lo que deseas. Tienes cara de ser una buena mamona” Sin más, me puse de rodillas y empecé lamiendo y dando besos en la cabeza, fui bajando con mii lengua por el tronco y luego poco a poco fui tratando de meterla toda en mi boca, pero no me cabía. Mientras me la metía hasta donde podía, le masturbaba con una mano. Así estuve un par de minutos, hasta que me pidió, casi que ordenó, aunque con un tono de voz suave, que me desnudara.

Una vez desnudo me invitó a pasar a la ducha con él y empezó a usar el gel de baño en mi pequeña verga y en mi trasero. Me lamía mis pezones mientras decía que como me había portado bien, iba a tener mi regalo de reyes. Me puso contra una de las paredes y empezó a preparar mi culo. Un dedo, luego dos, los sacaba y bajaba a jugar con su lengua, luego otra vez los dedos y el gel ayudaba a dilatarme. Se sentó en el borde de la bañera y sin que me lo pidiera volví a ponerme de rodillas para comerle la verga. Tenía deseos encontrados. Por un lado, quería que se corriese en mi boca y tragarme toda su leche, pero por otro lado quería que me metiera esa bella verga por el culo. La decisión la tomó él. Luego de un par de minutos de disfrutar con la boca, me hizo levantar y me pidió que me sentara en sus piernas, mirándolo de frente. Eso hice y mientras me metía su lengua hasta el fondo de mi garganta, sus dedos volvían a la carga en mi culo. Cuando consideró que ya estaba listo me levantó un poco, sin dejar de besarme, y puso su cabeza en mi entrada, diciendo: “Es noche de cabalgata, así que empieza” Y así, empecé a hacer que esa verga fuera entrando, poco a poco. Cuando sentí que la tenía toda dentro (no lo hice de una sola sentada, fue poco a poco, pues debía esperar a que el dolor pasara y se convirtiera en placer) esperé a que mi culo se acostumbrara y empecé a subir y bajar lentamente. De mi boca solo salían gemidos del placer que estaba recibiendo y él me decía: “Quién iba a decir que iba a encontrar una putica así de tragona” y de repente me daba una fuerte palmada en alguna de mis nalgas. Fui aumentando el ritmo y mis gemidos se acompañaban de frases tales como: “Que rico se siente”, “me encanta esta cabalgata”, “como me llenas el culo”, “soy tu puta, lléname con tu verga y dame tu leche” y él me decía “que putica más buena me he encontrado, te follaría toda la noche”, “más rápido, siente mi verga hasta el fondo” …

En un momento dado saca su verga y me hace poner de nuevo contra la pared y me la mete de un solo envión y me folla con intensidad, pero sin hacer daño, solo haciendo que sienta mucho placer, hasta el punto de correrme sin siquiera tocarme. A los pocos minutos me dice “Te voy a llenar ese culo de mi leche” y empezó a correrse. Luego la sacó y sin que me lo pidiera me fui a limpiarle la verga y dejarla brillante. Luego nos besamos y me dijo que le había encantado encontrar un buen anfitrión para un paje de los reyes. Le confesé que era la primera vez que un paje me daba un regalo, y vaya regalo, y que me gustaría repetir si así lo quería, aunque no fuera noche de reyes. Él me dijo que estaría encantado y que tenía su apartamento disponible. Nos vestimos y nos tomamos otra cerveza entre caricias y besos. Apenas había transcurrido una hora desde su llegada, así que había tiempo.

Le pregunté que si había quedado satisfecho y me respondió: “Con una putica como tú, siempre se quiere más. ¿Tú has quedado satisfecha?” y le dije: “Con un macho como tú, una putica como yo siempre querrá más. Me gustaría que te corrieras en mi boca, que me hicieras el amor, que me llenaras el culo con tu leche, que me bañaras con ella, etc”

Mirando el reloj me dice: “Aún tenemos algo de tiempo” …

Espero sus comentarios y correos. De pronto tiene una segunda parte. Besos