La búsuqeda VI.II: en la cabaña-Día 4.2

Álex y Afrodita continúan en su particular lucha. Ella trata de sonsacarle la verdad de su error y él tratará de mantenerse en silencio soportando toda clase de torturas. Pero un imprevisto final tal vez trastoque todos sus planes...

Tenía hambre, tenía sed, tenía ganas de mandar a Afrodita a tomar por culo. ¿Cuánto tiempo llevaba ahí colgado? Y ella abajo, disfrutando de una rica comida. Se odiaba a sí mismo en ese momento ¿Por qué era tan orgulloso? ¿Qué le costaba admitir que había sentido celos de que Afrodita hubiera estado con otros esclavos? Porque era una tontería, eso él ya lo sabía. ¿Por qué estaba tan cachondo después de todo? El cuerpo le ardía de los castigos infligidos, podía oler su propio semen manchando el suelo bajo él, la goma del cipote le mantenía en erección constante, las cuerdas tiraban de su cuerpo hacia arriba, el sudor le impregnaba todo el cuerpo. Y todavía pensaba en follarse a Afrodita.

Le pareció escuchar la puerta varias veces, pero permanecía cerrada. Los pasos que escuchaba subiendo las escaleras debían ser producto de su imaginación. Las velas se habían ido apagando, completamente consumidas por el paso del tiempo. Todas salvo un cirio enorme que ahora ocupaba por completo su visión. Sabía dónde iba a acabar toda esa cera derretida y solo de pensarlo le producía escalofríos. Por fin, la puerta se abrió.

“¿Me has echado de menos?”.

Afrodita tenía un aspecto estupendo, relajado y descansado, muy diferente al de su demacrado esclavo. Traía su fusta en la mano, golpeándose con ella en la palma una y otra vez, augurando lo que se avecinaba. Plas plas plas . Muy pronto la notaría en sus carnes, iba a pagar el precio de seguir desafiando a su ama.

“Veamos si conseguimos quebrarte”. Y automáticamente le colocó de nuevo la mordaza.

Ya empezaba a costarle respirar y el cansancio se hacía cada vez más presente. Varios de sus músculos se habían dormido hacía rato y Afrodita llegaba con más ímpetu que nunca.

SPLAS SPLAS SPLAS SPLAS . Soltó cuatro gemidos, uno por cada fustazo recibido. SPLAS, en el costado izquierdo. SPLAS , en el costado derecho. SPLAS , en el centro de la polla, haciéndola subir arriba y abajo, bien dura y ahora también más roja.

“Vas a hablar cabrón”.SPLAS , de nuevo en el pene, haciendo que las venas se hinchasen. “ME vas a decir por qué te quedaste quieto esta mañana”.

Álex seguía dispuesto a no hablar, las fuerzas físicas le fallaban, pero mentalmente jamás había sentido aquella determinación. Nunca más iba a mostrarle sus debilidades a nadie, una lección que había aprendido sin querer hacía unas horas pero que pensaba aplicar el resto de su vida.

SPLAS SPLAS SPLAS. Notaba su espalda excesivamente castigada, cada golpe de fusta dejaba entrever la rabia de Afrodita. Le vendó los ojos, volvía a estar a oscuras.

“Muy bien esclavo”. Se le escapaban jadeos, pero su voz seguía siendo tan firme como siempre. “No quería hacer esto pero me estás obligando a ello”.

Álex sonrió. ¿Qué no quería hacer aquello? Eso no se lo creía ni ella, estaba disfrutando como nunca manteniéndole indefenso, famélico, torturándole por una información más que irrelevante. Y el también gozaba de la situación. Él lo veía como una lucha en la que ella tenía las armas físicas y él las mentales. Había que ver quién aguantaba más antes de caer rendido…

“¡¡¡MMMMMMM!!!!” . Un chorro de cera ardiente resbaló hasta su lomo, haciéndole ver las estrellas.

“¿No lo esperabas? ¿Tan estúpido eres? Tal vez así se te borre esa estúpida sonrisa”. Prácticamente escupió esas dos preguntas.

Veía la cera negra caer por la espalda, por el cuello. Solidificarse al contacto con la piel. Álex se retorcía de dolor. Privado de dos de sus sentidos y torturado en un tercero. Con el olfato resentido por el cansancio y el sabor de su propia saliva acumulándose tras la mordaza. Estaba cerca de ceder y lo sabía, pero todavía le quedaban fuerzas para defenderse.

SPLAAAS .

“¡¡¡¡¡MMMMMMMM!!!!”. Aquello había sido un latigazo que había rodeado todo su cuerpo. La marca roja no tardo en salir acentuada por la cera de alrededor. Estaba bello tal y como estaba. Marcado, indefenso.

“Come”.

Le quitó la mordaza y por fin pudo tragar aquel torrente de saliva que se le escapaba. Se esmeró en cumplir la orden de su ama.

“Sí ama, muchas gracias ama”.

No necesitó ni sacar la lengua, en cuanto pronunció aquellas palabras notó el cálido coño de afrodita en su boca y nariz. Olía a sexo, olía a lujuria y deseo. Ella lo necesitaba mucho más que él y eso le hizo sacar fuerzas de flaqueza.

No era el mejor cunnilingus de su vida pero Afrodita lo estaba disfrutando como ningún otro.

“Oh, sí, perro, sigue así. Lame, muérdeme”.

No iba a necesitar que se lo repitiesen. SPLAS , el látigo bajó por toda su espalda, alcanzando el ano y los huevos, que ya le dolían como si Afrodita intentase destruirlos. No se quejó, apenas se convulsionó un poco. Sus fuerzas le daban justas para proseguir con su tarea. Usando la lengua como bien podía, sintiendo la fuerte mano de su ama cogerle del pelo y apretar su pubis contra su cara. Era glorioso.

Metía y sacaba la lengua, hacía círculos con ella, saboreaba los flujos de Afrodita y está comenzaba a gemir más y más fuerte, como si quisiese que la escuchasen desde el pueblo.

“Joder perro, sigue así, justo ahí”SPLAS.“No pares, no pares”.

No tenía intención de hacerlo, seguía chupando, usando su lengua de la mejor manera posible. Cuando ya empezaba a disfrutar de la situación, como si ella le leyese la mente. Se separó de él, dejándole con la lengua fuera y respirando entrecortadamente.

“Jadea como el perro que eres, no he terminado contigo”.PLAF , otro azote en el culo y unos minutos eternos en los que no escuchaba nada más que los pasos de Afrodita por toda la sala.

Oyó a su ama resoplar y notó como poco a poco le iban bajando, hasta que su cuerpo tocó el suelo. Liberó sus extremidades de las ataduras y tiró de la correa sin cruzar palabra con él. Le empujó, dejándole en el suelo, desorientado y sin saber que hacer. Le quitó la venda.

Sus ojos tardaron en acostumbrarse a la luz y se protegía de ella colocando las manos delante hasta que por fin se acomodó a la luminosidad. Las cortinas estaban abiertas y un sol poniente todavía tenía fuerza para meter los últimos rayos por la ventana, hiriendo los ojos de Álex.

La imagen que le mostraba Afrodita era simplemente poderosa. Completamente desnuda, con el látigo en una mano, la fusta en la otra, con las piernas abierta y el pelo reposando sobre sus hombros. Intentó acercarse a ella pero era imposible, el cosquilleo de su cuerpo no cesaba, sus músculos no estaban preparados aún para moverse.

SPLAS SPLAS. Fustazo y latigazo en la espalda y él seguía inmóvil, incapaz de hacer nada.

“Ven perro”SPLAS SPLAS.“Ven y satisface a tu ama”.

Intentó levantarse y un nuevo latigazo restalló en su costado, haciéndole soltar un gruñido sordo, no tenía fuerzas para nada más.

SPLAS,“gmmmm”.

“Un perro se mueve a cuatro patas”SPLAS SPLAS SPLAS.

Trozos de cera caían con cada golpe, desprendiéndose de su piel. SPLAS SPLAS SPLAS SPLAS . El castigo se sucedía sin compasión mientras trataba de alcanzar a su ama. Los brazos le fallaron y cayó de morros frente al suelo.

“Levanta”.SPLAS.

No pudo cumplir con esa orden.

“Que te incoprores y vengas. ¡YA!” . SPLAS SPLAS SPLAS .

Más que los latigazos, era la imperiosa voz de Afrodita lo que le hacía avanzar. SPLAS SPLAS SPLAS SPLAS SPLAS. A golpe de látigo llegó hasta los pies de su ama, donde se desplomó y los besó. Ella cambió el látigo por la fusta como un signo de benevolencia.

Le agarró de los pelos, haciendo que mirase directo a sus ojos cargados de pasión y le morreó. Le morreó insuflando vitalidad en su cuerpo, haciendo que se incoporase. SPLAS SPLAS .

“A cuatro patas”.

Esta vez no obedeció, y eso le costó ocho fustazos más. SPLAS SPLAS SPLAS SPLAS SPLAS SPLAS SPLAS SPLAS . No le importó, solo le importaba el contacto piel con piel con Afrodita.

“¡Al suelo he dicho!”. Acompañó su grito cogiéndole del cuello y obligándole a caer sin resuello al suelo, dejándole bocarriba. Se sentó sobre su cara, mirando hacia el juvenil cuerpo de Álex.

Por aquella parte casi ni había llegado la cera, y mientras se movía en movimientos cada vez más rápido de sus caderas, haciendo que sus ardientes labios pasasen por la complaciente boca de su sumiso, deslizaba la fusta por su pecho. SPLAS SPLAS SPLAS . No se iba a librar del castigo simplemente por hacer lo que era su deber: darle placer a ella. Se inclinó hacia delante, sin perder en ningún momento el contacto con la boca de su esclavo, y de un tirón retiró la goma que atenazaba su polla. Se agachó un poco más y comenzó un ardiente sesenta y nueve.

“No te corras, lo tienes terminantemente prohibido”.

Arañaba su culo, sentía los esfuerzos de su esclavo que se agarraba con desesperación a sus piernas, intentando no correrse, casi incapaz de ello. Se metía el pollón hasta la garganta, usando su lengua en los hinchados huevos. A veces de golpe, a veces milímetro a milímetro. Chupaba ese pedazo de verga mientras notaba la lengua de Álex juguetear con su clítoris, acercándola peligrosamente a la zona de pérdida de control.

“Joder, sigue así, sigue ¡¡¡¡asíííííí!!!!”.

Se curvó sin olvidar de pajearle, notaba como su pene estaba completamente húmedo, su mano se deslizaba sin problemas. Su coño cada vez estaba más caliente y aumentó el movimiento de sus caderas. Notaba desde la nariz hasta la barbilla del sumiso en su interior, notaba cómo le iba empapando la cara. En cualquier momento iba a descargar toda su excitación sobre él.

Se levantó rudamente y tiró de la correa, medio ahogándole. SPLAS SPLAS . Dos fustazos le hicieron reaccionar.

Le levantó y le tiró sobre un sofá colocado ahí a tal efecto. Se sentó a horcajadas.

“Noooo teeee cooooorras” . Balbuceó. Álex no sabía si se lo decía a él o a ella misma. No le dio importancia.

Busco sus labios y ella se los ofreció. Se fundieron en un beso eterno mientras ella subía y bajaba, subía y bajaba. Él podía notar cómo temblaban sus entrañas y se aferraban a su polla. No sabía cómo aguantaba la corrida pero lo conseguía.

“Joder joder joder” . Ella se estimulaba el clítoris y volvía a besarle. Con la otra mano sujetaba tiraba de los pelos de su esclavo hacia atrás, teniéndole mirando al techo. Empezó a agitarse. Se quedó muda y sus ojos quedaron en blanco.

Se corrió sobre sus muslos y se quedó empalada pues él seguía muy duro y palpitante. La sensación era tremendamente maravillosa.

“No me vas a decir nada ¿verdad?”.

“No sé qué tengo que decir mi ama”.

“Muy bien”. Se levantó. “Recoge y limpia esto que está hecho un asco. Después te duchas y bajas a cenar algo, no quiero que desfallezcas”.SPLAS SPLAS , “Y estas de regalo” . Le comió la boca mientras le acariciaba el pene. “Y por supuesto nada de tocarte y correrte, eso es para chicos buenos”.

Vio como al mujer objeto de su deseo caminaba desnuda hacia la puerta y se dispuso a recoger y limpiar con un dolor general enorme, pero sobre todo con un dolor de testículos como nunca antes había sentido…

Joder ¿Y qué hago yo con esto ahora? Pensaba mientras se observaba en el espejo. Estaba cubierto de marcas rojas, algunas de ellas se convertirían en moratones. Se giró para observar su espalda llena de cera salvo en aquellos sitios donde el látigo la había hecho desparecer. A la mierda, me hago una paja y luego la pago . Pero no lo hizo, se limpió a conciencia mientras las tripas le rugían para poder cenar cuanto antes. Se sentía muy cercano a desfallecer.

Cuando por fin bajó lo hizo medio cojeando, sus piernas todavía no habían recuperado la movilidad y las marcas de las cuerdas eran visibles en sus tobillos y sus muñecas. Apuntaba hacia Afrodita con su evidentemente erecto pene, esperando mas marcha durante la noche. Pero la cara de ella era de todo menos de satisfacción.

“Pasado mañana cojo un vuelo a Ámsterdam por motivos de trabajo. Mañana a primera hora haz las maletas, nos vamos”.

Aquello le decepcionó y esa decepción se reflejó en su rostro.

“No te preocupes, todavía te quedan 24 horas de ser mi perro. Hasta mañana”.

Le besó en la boca y dejándole sumido en sus pensamientos mientras cenaba.

Al menos tenía 24 horas más antes de volver a la vida real…

Continuará…