La búsqueda VI.I: En la Cabaña-Día 4.1
Afrodita volverá a poner el cuerpo de Álex al límite debido a un pequeño fallo que él comete y que ella no tolera.
Se despertó con los músculos entumecidos y de nuevo en erección. Aquella semana estaba siendo agotadora. Se levantó con cuidado de no despertar a Afrodita, que dormía profundamente a su lado. Se paró unos instantes a observar aquella piel morena, por primera vez podía hacerlo sin estar siendo sometido a un sexo brutal. Pudo ver ciertas marcas extrañas en sus costados, pero aquello solo hacía que la viese más sexy aún. Su polla respondió a aquella imagen creciendo unos centímetros. Se la masajeó un poco y sigilosamente salió del cuarto. No quería incurrir en ninguna falta aquella mañana.
Toc, toc, toc. Pasos por la escalera. Él no cambió su postura, arrodillado y con las manos en la espalda, la mirada fija en el suelo.
“Buenos días esclavo”.
“Buenos días ama, espero que hayas descansado bien”.
Se sonrió, tras el día frenético que habían tenido se sentía plena a pesar del cansancio. Se sentó en la silla, en silencio mientras saboreaba el desayuno recientemente preparado.
“Puedes desayunar conmigo perro”.
Pero cuando fue a incorporarse se encontró con que la mano de ella le empujaba la cabeza más cerca del piso, sin darle opción a levantarse. Escuchó sonidos de platos moverse y un bol de fruta triturada fue colocado delante de sus narices.
“Los perros no comen en la mesa, y tampoco usan las manos”.
Comenzó a engullir más que comer, el líquido de la fruta le manchaba toda la cara pero no tenía otra opción.
“¿Podría darme algo de beber mi ama?”.
Un cuenco con leche fue depositado al lado de su bol. Lo bebía como bien podía, atragantándose de vez en cuando, notando la mirada de Afrodita en su cuerpo.
“Hoy tendremos un día tranquilo perro, estoy muy cansada y no me apetece salir a cabalgar ni a pasear ni nada. Más te vale hacer ameno mi día”.
“Sí ama, como ordenes”.
Siguió comiendo y escuchó a Afrodita terminar y levantarse, pero no interrumpió su desayuno, no tenía orden de ello y sí muchísima hambre.
SPLAS , un traicionero azote en el culo le sacó de sus pensamientos. SPLAS SPLAS SPLAS SPLAS , cinco más para iniciar la mañana y a todos ellos contestaba con la misma frase: “Uno, gracias ama”, “dos, gracias ama” …
“Ya has acabado tu desayuno perro, recoge esto que hoy te tengo una sorpresa”.
Aquello le volvió a excitar, aumentando su erección casi al máximo y recogió lo más rápido que pudo para volver al lado de su ama.
“A mis pies perro”.
Se postró a sus pies y notó cómo el tacón se le clavaba en la espalda y gruñó de satisfacción. Le mantuvo así durante unos minutos paseando la fusta sobre su cuerpo, amenazando pero sin cumplir. La espera era terrible y excitante.
Sintió como la presión desaparecía y Afrodita se agachó, cogiéndole de la barbilla y alzando su cara hasta estar a la misma altura.
“Dime, ¿Eres mi perro?”.
“Soy tu perro ama, estoy a tu servicio siempre”.
“Demuéstralo, bésame los pies”.
Dicho y hecho, besaba esos pies con adoración y un poco de asco, aunque podría acostumbrarse, no era más que una humillación más.
SPLAS , “Uno, muack, gracias ama”. ¡Joder! Cómo había excitado eso a Afrodita. Quiso repetir aquella sensación. SPLAS , “Dos, muack, gracias ama” . SPLAS,“Tres, muack, gracias ama”.SPLAS,“Cuatro, muack, gracias ama”.SPLAS,“Cuatro, muack, gracias ama”. Se agachó y colocó un collar de cuero sobre su cuello, él se dejó hacer sumisamente.
“Ahora sí que pareces una mascota” añadió enganchando una fina cadena con empuñadura de cuero.
Tremendamente excitada le obligó a levantarse a base de cuatro fustazos y le besó en la boca. Él apoyaba su desnudez sobre su vientre expuesto, palpitando, jadeando. SPLAS, y de nuevo al suelo, a cuatro patas. Tiró de la correa para acercarse a las escaleras y subió tirando de su esclavo, que sufría para seguir el ritmo. Sacó una llave de su generoso escote y abrió la puerta de la derecha de su cuarto. Él no sabía que había ahí y estaba nervioso por verlo. Ella lo intuía perfectamente.
“Quieto aquí”.SPLAS,“Levanta la cabeza” . Y sin darle tiempo a mirar lo que escondía la habitación, le colocó su máscara de sumiso, dejando la cremallera de la boca abierta.
“Muchas gracias ama”.
“¡Cállate!” Y tirando de la correa le introdujo en la habitación.
No veía nada, la máscara cumplía perfectamente con su objetivo. Ella tiraba de la cadena obligándole a ir de un lado para otro. De vez en cuando le soltaba y él se paraba. Se alejaba de él, hacía algo, sonaba a macizo y volvía a su lado. Le propinaba otro fustazo y de nuevo a dar vueltas. Ella le guiaba con la maestría que tiene quien ha hecho esta operación muchas veces. Una punzada de celos le recorrió desde el estómago hasta el glande ya hinchado. Se paró dudando un segundo y pudo notar la tensión de la cuerda. No pasó desapercibido para Afrodita.
“¿Hay algún problema perro? No creo haber dado orden de que te pares”.
SPLAS SPLAS SPLAS SPLAS SPLAS. Todos en su espalda, cuya piel estaba lo suficientemente sensible como para notar hasta el alma cada zurriagazo.
“Contesta perro ¿Tienes algún problema?”.SPLAS.
“No, mi ama”.SPLAS .
“Y ¿por qué te has parado?” . SPLAS.
“¡¡¡¡AAAAAAH!!!!” . Aquel fustazo había golpeado en su ano y rozado uno de sus testículos.
“¡Contesta!”SPLAS , Afrodita empezaba a perder la paciencia, SPLAS SPLAS.
“No me he parado ama”.SPLAS, aquel era por mentir y lo sabía. SPLAS SPLAS.
“Última oportunidad”.SPLAS,¿Por qué ye has parado?”.
No iba a admitir nunca aquel error. SPLAS SPLAS, los fustazos se sucedían mientras pensaba que contestar. SPLAS SPLAS SPLAS SPLAS .
“No me he parado”.SPLAS , deliberadamente había omitido llamarla ama o señora . SPLAS SPLAS.
“Muy bien perro, no quieres contestarme, me desafías llamándome ama. Pero si algo es seguro es que te sacaré la verdad y los modales a la luz”SPLAS“¡Levántate!”.
Con el culo y la espalda dolorida, costándole respirar por el cuero de la máscara, se levantó y siguió la dirección que la correa le indicaba. SPLAS SPLAS SPLAS. Parecía que esta vez había enfadado a Afrodita. Tuvo que contener una sonrisa o sabía que su castigo sería mucho más duro.
“Anda hacia atrás”SPLAS“Dos pasos”SPLAS“Y abre las piernas”.
Así lo hizo. Se sentía expuesto, le ardían los glúteos, el pecho y la espalda. Pero Afrodita no había terminado ni por asomo con él. Sintió que debajo de él había algo. No le tocaba pero podía sentir aquella presencia amenazante. No le gustaba, no se había metido nada por el ano desde el plug. Y si podía evitarse aquello de nuevo haría todo lo posible. Aunque claro, eso dependía cien por cien de otra persona.
“Ni se te ocurra moverte”.
Le agarró de las pelotas, ejerciendo una molesta presión. Le colocó una goma en la base del pene. Eso aseguraría la erección. Pero no iba a acabar ahí. Sintió algo que le iba rodeando los testículos y de repente ella se los soltó. Notó un buen apretón, algo tremendamente doloroso, como nunca antes había experimentado. Y sin embargo, consiguió reprimir el grito de dolor.
“Es la primera vez que te anudan los huevos. Y como sigas siendo un perro malo no será la última. Ni siquiera la penúltima. Puedo convertir tu vida en un maldito infierno”.
Le cerró la cremallera, haciendo que respirar fuera todavía más complicado. Apuntó con la fusta al pene. SPLAS SPLAS. Un grito mudo salió de su garganta y murió en la máscara. SPLAS SPLAS . Cuatro fustazos prácticamente seguidos en la polla eran demasiados, pero nada podía hacer por evitarlo. Le hizo un amago de paja. PLAF PLAF. ¡Ahora le pegaba también con la mano! Su rabo subía y bajaba, dolorido, excitado, empalmado, empezando a soltar gotitas por la punta. El glande rojo e hinchado era observado muy atentamente por Afrodita. Quería metérselo en la boca, pero decidió masajearse el clítoris. Iba a hacerle sufrir por su osadía pero eso no tenía por qué impedir que ella obtuviera el placer que buscaba. Y parte de ese placer era sonsacarle el secreto que guardaba.
“Muy bien cerdo” , ya no le llamaba perro y su tono de voz era mucho más peligroso. “¿Vas a decirme lo que quiero saber?”.
“MMMMMMM”. Fue la única respuesta que obtuvo. Tampoco esperaba otra. SPLAS PLAF SPLAS PLAF SPLAS PLAF . Iba golpeando el cuerpo de su “víctima” con la fusta y con la mano abierta, haciendo que de su boca saliesen quejidos y gemidos a partes iguales. Se acercó a Álex y de un tirón le arrancó la máscara. Su rostro estaba completamente congestionado y los pulmones le ardían, luchando por recuperar el oxígeno.
“Gra-Gracias ama” . Pudo farfullar.
SPLAS. En toda la cara.
“¿Por qué te detuviste antes?”
“No me detuve ama”.
PLAF PLAF PLAF . Castigaba su cara con el anverso y el reverso de la mano.
“Siéntante, despacio”.
Obedeció y notó un asiento realmente especial. Un triángulo de madera se coló entre sus nalgas, apretando sus ya maltratados testículos. Sin mediar palabra le rodeó y con tal vez excesiva violencia, levantó su pierna derecha y con gran rapidez la ató a aquel potro. Hizo lo mismo con la izquierda, dejando que todo el peso de su cuerpo recayera sobre la raja del culo y presionase todavía mas los huevos del sumiso.
“Gra-gracias ama”. Se estaba quedando sin aliento, el dolor era casi insoportable pero no pensaba rendirse. SPLAS SPLAS SPLAS . Tres golpes de fusta sobre su pecho haciéndole temblar.
“Veo que eres muy cabezón perro” comentó llena de lujuria mientras estrujaba un poco el falo del esclavo. “Vamos a tener que corregir eso”.
“Sí mi ama”.
Salió de la habitación dejándola a oscuras. Apenas una rendija de la cortina dejaba pasar un pequeño rayo de luz. Sus ojos estaban acostumbrados a la penumbra gracias a la máscara y aun así tardó varios minutos en aclimatarse del todo. Lo que había a su alrededor le aterrorizó un poco. Mordazas de distintos tamaños colocadas con esmerado cuidado en una mesa. Varias máscaras de cuero rojo y negro, algunas con cremalleras en los ojos y la boca, otras solo en la boca y otras absolutamente nada. Cadenas de distintos grosores, látigos amenazantes, finas varas que no querría notar en sus nalgas, pequeños molinillos metálicos que marcarían su cuerpo sin piedad alguna. Velas negras a medio consumir, mecheros eléctricos que en su piel podrían causar estragos… Todo aquello era una tortura visual.
Pasaban los minutos y no sabía cuántos, no veía ningún reloj a la vista. Los músculos se le entumecían en aquella posición y tratar de moverse no le hacía ningún bien. La cuña en la que acababa ese potro era realmente dolorosa, si se movía un milímetro pasaba de clavársele en el ano a presionar dolorosamente alguno de los testículos. Tenía que elegir entre dolor o más dolor. Solo le quedaba esperar.
Tras lo que le parecieron horas, Afrodita volvió a entrar en la habitación haciendo resonar sus tacones sobre el suelo de madera. Venía con un sujetador que cubría sus pezones y nada más y una minifalda de cuero super ajustada. Las botas le llegaban hasta medio muslo, dejando solo una pequeña porción de pierna a la vista. Por supuesto que eso excitó al esclavo atado. Se acercó y le besó con pasión en la boca, aumentando más la citada excitación. Era una tortura terrible aquella.
“Vas a hablar, por las buenas o por las malas”. Añadió ella tirándole del pelo y obligando a que elevase la vista.
“No sé sobre qué tengo que hablar mi ama”.
SPLAS SPLAS. Dos fustazos en el tronco del pene le dejaron sin respiración.
“No te he pedido que me contestes perro”PLAF PLAF“Me vas a dar lo que quiero, solo que aún no lo sabes”.
Le cogió los brazos y se los ató juntos, por detrás de la espalda y juntándolos con un mosquete a las piernas, elevándole levemente del potro. Soltó un suspiro de alivio.
“No creas que ahora vas a estar más cómodo perro, no lo pienses ni por un solo instante”.
Se dirigió a su parte trasera donde era imposible verla, a saber las maldades que tenía ahí reservadas para él. Escuchó cómo su ama forcejeaba con algo y como las cuerdas se tensaban. Poco a poco comenzó a elevarse.
“Veamos qué te parece esto esclavo”. Y se acercó a por una mordaza especialmente ancha.
Pensó que no le cabría en la boca, pero ella se la abrió, escupió dentro y con su propia saliva la lubricó para colocarla. Con algo de esfuerzo consiguió que entrase.
Parecía que la mandíbula se le iba a desencajar, no era capaz de tragar saliva y notaba cómo esta se iba acumulando, pronto empezaría a chorrear por la comisura de los labios. Con una fuerte patada desplazó y tiró el potro, dejando ver claramente la distancia desde su esclavo al suelo, se encontraba a metro y medio aproximadamente. Se acercó a él y tiró de la correa, haciendo que se balancease sin control. Le dio un empujón en las piernas y comenzó a girar sobre su eje. Ella dejó la fusta con cuidado en la mesa y escogió para el momento un pequeño látigo.
SPLAS SPLAS . Le azotaba mientras giraba y Álex solo alcanzaba a murmurar “MMMMMM” pues la mordaza no le dejaba emitir otros sonidos. SPLAS SPLAS SPLAS. La tortura iba a continuar. SPLAS SPLAS SPLAS SPLAS SPLAS SPLAS SPLAS . Torturaba todo su cuerpo sin compasión, lo notaba sensible y acalorado. Sus huevos iban a estallarle de dolor y de placer. Necesitaba que ella le tocase, le aliviase un poco aquella ansiedad sexual que le iba invadiendo. Pero tenía muy mala pinta, sus deseos no parecían ser los de ella. Levantó los ojos para buscar el contacto visual. PLAF y volvió a girar, le habían cruzado la cara y estaba todavía más excitado.
“No me mires esclavo, no te he pedido que lo hagas”. Y se acercó a él.
Notó algo ardiendo sobre su piel. Era cera de vela cayendo sobre su cuerpo.
“¡¡¡¡¡MMMMMMMMMHHH!!!!!”.
“Molesto ¿verdad? Sabes perfectamente lo que quiero y acabará este suplicio”. Y mientras tanto dejaba deslizar más cera caliente sobre él, creando una película sobre su cuerpo.
No iba a confesar, su voluntad seguía tan inquebrantable como siempre y no dejó escapar sonido alguno, a pesar de la cera que convertía su entorno en infierno.
“Muy bien, será a tu manera. Si no quieres hablar no hables”.
SPLAS SPLAS SPLAS SPLAS SPLAS SPLAS SPLAS SPLAS SPLAS . Estaba quitando la cera seca de su cuerpo a golpe de látigo hasta que le dejó bien “limpio”.
“Veamos si esto ha sido suficiente para hacerte hablar”. Y le quitó la mordaza. Un chorro de saliva golpeó el suelo y le salpicó las piernas, haciendo que recibiese un tortazo por ello. PLAF.
“Bien perro ¿Por qué te quedaste quieto antes cuando tiré de tu correa?”.
“No me quedé quieto mi ama”.
“Respuesta incorrecta”. Y con dureza volvió a incrustar la mordaza en su boca, apretando las correas más que antes.
Descargo más veces el látigo sobre su espalda. SPLAS SPLAS SPLAS SPLAS SPLAS . Y ocurrió.
“¡¡MMMMM!!”
“¿Te has corrido sin mi permiso? Va a ser cierto que eres un animal, no tienes autocontrol alguno”. Y mientras apuntaba eso le propino cuatro latigazos más. SPLAS SPLAS SPLAS SPLAS.
“Me bajo a comer cerdo, cuando vuelva espero que hayas recapacitado y reconsiderado tu decisión” dejó el látigo sobre su espalda. “Y espero que tengas fuerzas para hacerme gozar”.PLAF, azote en el culo de regalo . “Nos vemos en una hora”. Y le besó en la mejilla.
Cerró la puerta tras de sí, dejándole esta vez unas amenazantes velas encendidas.
Ahí estaba él, Álex, el esclavo. Más decidido que nunca a no hablar. No iba a reconocer unos celos tan injustificados.
Desde el comedor ella podía ver a través de una cámara de vigilancia una imagen gloriosa. Su esclavo contorsionado, con la mordaza roja, escapándosele la saliva por los laterales de la boca aumentando el charco del suelo, pugnando por respirar en tan incómoda posición. El látigo en reposo sobre su espalda, las velas iluminando el cuarto, la corrida que seguía ahí, impregnándolo todo de un glorioso olor a sexo. Los huevos anudados con la presión justa. Y su mirada, aquella mirada decidida como nunca antes había visto en nadie. Estaba cachonda, muy cachonda, deleitándose con esa imagen. Pero iba a esperar, quería esperar, quería tener esa polla dentro de ella, quería ser recorrida por su maravillosa lengua. Se preparó la comida, sabiendo que arriba tenía un esclavo a su disposición, un semental insaciable para todos sus caprichos…
Continuará…
Espero que les haya gustado. Muchas gracias por vuestras lecturas y cualquier duda, comentario o sugerencia, estoy a vuesta disposición en sagire697@gmail.com y en @sagire697. Se agradecen los comentarios y las valoraciones.