La búsqueda V.I: En la cabaña-Día 3.1

Álex busca más y más en su interior un placer inexplicable y hasta entonces inalcanzable,proveniente de la humillación y el dolor, pero ¿Estará dispuesta Afrodita a dárselo?

¿Qué era aquello que sentía? Un calor envolvía su miembro viril, una placentera succión lenta y de un ritmo constante le hacía despertar poco a poco. Soy un esclavo de mi ama, debería estar levantado hace tiempo para mis labores . Y a pesar de que no quería que aquello acabase nunca, abrió los ojos y se incorporó. Pudo ver la cara de estupefacción de Afrodita, a cuatro patas en la cama y todavía con la boca abierta. Empezaba a tener rastros de saliva en la comisura de los labios. “Perdón mi ama, me he quedado dormido”. Se excusó. “No te preocupes cielo, esto es un regalo por tu excelente comportamiento de ayer”. Aquello no gustó en exceso a Álex ¿Cómo que cielo? ¿Y esa dulzura inesperada? ¿Dónde estaba su ama? “Lo siento ama, no he cumplido con las reglas” volvió a excusarse. “Te recuerdo que aquí las normas las pongo yo, y si digo que te mereces un premio, te mereces un premio. Ahora vuelve a tumbarte, no me hagas repetirlo”. Ahí estaba de nuevo, aquel tono autoritario que tanto le había encandilado desde el primer momento. Él clavó sus ojos marrones en ella, intentaba desafiarla, pero acabó cediendo y volvió a la cama. Ella continuó con su maestría acostumbrada. Lamiendo el falo, agarrando y acariciando sus huevos, tragándose 10 de sus 16 cm. Arriba y abajo, haciendo que su calentura aumentase. Podía ver cómo se tocaba mientras se la chupaba, cómo sus pezones se ponían erectos. Sin embargo no acababa de disfrutar de la felación. No podía dejar de pensar en que ella se había ablandado por el accidente del día anterior. Se dejó hacer, agarró su cabeza tratando de enfadarla, de tomar algo de control que la molestase. Pero ella ni se inmutó, dejaba que él guiase su cabeza arriba y abajo, arriba y abajo, metiéndosela cada vez un poco más. Su barbilla ya rozaba el escroto de él en cada embestida. A pesar de su enfado, Álex estaba muy excitado y cargado de la noche anterior. “Me voy a correr mi ama, deme permiso”. Ella no contestó, levanto la vista y sus ojos se encontraron. Aumento el ritmo, su nariz ya chocaba con sus abdominales y alguna arcada se le escapaba. Estaba dando el consentimiento tácito para que él se corriera dentro. Cuando notó que empezaba a convulsionar, se la metió entera, aguantando las arcadas, dejando su nariz pegada a su estómago y notando uno, dos, tres y hasta cuatro chorros de esperma mañanero en su garganta. Le miró dejando escapar la corrida de su cara, dejando ver como esta se deslizaba y caía hasta sus pechos desnudos. Se fue a lavar los dientes. “Quiero que el desayuno esté preparado cuando yo baje”. “Por supuesto mi ama, estará listo” contestó Álex. Sin embargo ella pudo notar el tono resignado y algo enfadado de su pupilo. Se metió al baño y dejó tiempo más que de sobra para que él hiciera sus quehaceres.

Allí estaba él, completamente desnudo y de nevo erecto. Con el té de su ama humeante, las tortitas y el sirope al lado. “De rodillas, a mi lado” indicó ella. Se apresuró raudo a obedecer. Se colocó donde le habían ordenado y escuchó como su ama desayunaba en completo silencio. Las tripas le rugían pero no iba a darle el placer de pedirle permiso para desayunar, ella tampoco se lo iba a dar. SI quería ser un cabezón era cosa suya.

Salieron de la casa. Ella llevaba un atuendo deportivo, ajustado, con visera, especialmente escotado para provocar a su desnudo acompañante. “Mi ama, esta mañana he cometido una falta muy grave y además se os ha olvidado mi disciplina” informó como buen esclavo. “Lo primero de todo” contestó ella cerrando los ojos y dejando que el sol le calentase la cara, “no se me ha olvidado, la recibirás cuando lleguemos a nuestro destino. ¿Y qué falta es esa de la que me hablas?” Creía saber cual era, pero quería escucharla de sus labios. “Esta mañana he tratado de provocarte” por fin volvía a tutearla, “quería que te enfadases mi ama, lo siento”. “Eres un mentiroso perro, no lo sientes ni lo más mínimo” . SPLAS , con la fusta que llevaba a tal efecto en la mano golpeó su nalga izquierda, todavía roja de los castigos anteriores. “Muchas gracias mi ama” . “Y como castigo por esta doble falta ponte a cuatro patas, me llevarás como un animal de carga”. Aquello hizo que la polla morcillona de Álex se levantase un poco más. “Como ordene mi ama”. Fue un trayecto de lo más entretenido, ella con las piernas cruzadas sobre él, indicándole el camino, cambiando su velocidad a placer a golpe de fusta. SPLAS, SPLAS, SPLAS . Sus nalgas no podían estar más rojas, pero a cada golpe contestaba siempre con su cantinela: “Muchas gracias ama”. Ya estaba completamente erecto y ni siquiera habían hecho la mitad del camino. Ella ya estaba muy mojada. “Quieto”SPLAS, y se detuvo. Afrodita bajó de su grupa y beso los glúteos de su montura, que respondió con un resoplido de placer. Ni siquiera le había tocado y ya empezaban a gotear las primeras gotas de líquido pre seminal. Su ama se relamía con lo que vendría después, pero todo a su tiempo. Observó breves instantes los músculos de su esclavo, cómo transpiraba por el esfuerzo y la excitación. Paseó a su alrededor rozando su piel con la fusta. Sacó de la mochila la máscara negra y se la colocó cerrando la cremallera. “No te muevas, ahora llega tu disciplina mañanera. No querrás que se junto con la de la tarde ¿verdad?” . Un murmullo casi inaudible salió de sus labios, ella se sonrió. “Cuéntalos”. ¿Cómo iba a contarlos con aquella máscara puesta? No podía casi ni emitir sonidos, no podría articular una sola sílaba. Se revolvió un poco hacia donde creía que podía estar su ama. “Vaya vaya, tenemos un gusano rebelde. Habrá que enseñarle a respetar a sus superiores”.SPLAS, la primera en el centro de la espalda. Al no verlo venir escoció mucho más. “¡¡¡¡¡Mmmmmm!!!!!”.¿Cómo has dicho? Interpeló Afrodita a su esclavo. “No te he entendido”.SPLAS, fustazo en el culo, en su lado derecho. “Mmmms mmmm” . SPLAS directo al ano. “¡¡Mmmmm mmm!!” . Se sonreía por el aguante de su perro. Se acercó a él y le agarró los huevos, dándoles un pequeño masaje. Se hinchaba cada vez más su erección casi incontrolable. Apoyó la fusta sobre su espalda y… SPLAS , con la mano abierta. “Mmmm mmmm!”. Se subió sobre él y abrió la cremallera. “Muchas gracias ama” . Se dio la vuelta sobre él. SPLAS“Cuatro, gracias ama”.“Y aquí termina tu castigo de la mañana” . “¿Cómo?” replicó el esclavo poniéndose en pie y quitándose la máscara. “¿Que seas tan blanda tiene algo que ver con lo sucedido ayer?” “No me gusta tu tono Álex”. Es cierto que estaba algo preocupada por el desvanecimiento el día anterior y no quería pasarse de dura. “Me prometiste una semana increíble ¿Y al primer traspiés te rindes? ¿Y desde cuándo me llamas Álex? Se supone que soy tu esclavo por una semana, tu perro, poco más que un gusano estos días”. Raquel no sabía que responder a eso, titubeó un momento, pero ser recompuso al segundo. “Mira niñato, puede que a ti no te preocupe tu salud” dijo ya bastante enfadada. “Ni siquiera sé por qué no hemos ido al médico así que cierra esa boca”. ¿Lo estaba disfrutando? Parecía que sí, que al recuperar ella el tono duro y autoritario una pícara sonrisa se intuía en el rostro acalorado del sumiso. “Cerraré la boca cuando vuelvas a ser el ama que eras, porque esto está siendo muy decepcionante Raquel”. Aquello era demasiado, apenas se conocían y él ya ponía en duda sus métodos y precauciones. “Mira chaval” notaba cómo iba perdiendo el control de su ira sobre aquel niñato. “Llevo en esto mucho más tiempo que tú, estás en mi casa, son mis normas y si quiero tomar precauciones para no MATARTE las tomo. ¿Entendido?”. Se quedaron fijando los ojos el uno en el otro unos instantes. Ella no entendía cómo podía ser alguien tan inconsciente, en los de él parecía haber fuego, descontrol y una pizca de amenaza. Y todo ello completamente desnudo, a la vista de cualquier extraño que pudiera pasar. Soltó la máscara y se quedó a escasos centímetros de su cara, con su rabo erecto rozando el estómago de Afrodita. “Pues demuéstrame que realmente tienes el control, a eso habíamos venido ¿no? Ibas a enseñarme los placeres de loa dominación-sumisión”. Otra vez, había pasado la línea, la estaba desafiando de nuevo. Un neófito creyendo ser más que su ama. Y sin embargo, eso le ponía a cien, empezaba a mojar sus bragas, aquel desafío era extremadamente excitante viniendo de un joven veinteañero completamente desnudo en mitad de un claro público en el bosque. Saltó sobre él y le comió la boca y él contestó sin dudarlo. Inclinó su cuerpo hacia delante haciéndole desequilibrase y como pudo se tumbó en el suelo. Notaba la tierra en toda su parte posterior, pequeños guijarros se clavaban en su espalda. Ella se quitó la camiseta dejando a la vista sus pechos sin sujetador. Se los acercó a la boca. Ya sabía muy bien qué hacer. Succionaba mientras ella agarraba sus brazos y los colocaba sobre su cabeza en una fuerte tenaza, obligándole a estar completamente estirado. Con la otra mano se quitó la falda y soltándole dijo: “Arráncame el tanga gusano”. Dicho y hecho, soltándose una mano tiro con todas sus fuerzas reventando los hilos. Ahora ambos estaban completamente desnudos, salvo las zapatillas de ella. Seguía succionando, más fuerte, más suave a veces. SPLAS SPLAS , dos tortas en la cara y de vuelta a los pezones. Ella comenzaba a restregarse contra sus abdominales, montándolo poco a poco, sin soltar sus manos. Siguió bajando su cuerpo hasta acomodarlo encima de su verga que palpitaba con furia. Se contoneaba sobre aquella hinchazón, provocando un dolor de testículos excesivamente placentero. Se alejó de su boca y le besó el pecho. Dejando libre sus brazos que sin embargo no se movieron de su posición. Sin previo aviso se sentó en la cara del sumiso balanceando su pelvis, notando como su lengua buscaba los rincones del placer. Y como los iba encontrando. Usando sus manos para aumentar aquella sensación, se masajeaba el clítoris, intercalando suaves círculos con pequeñas presiones, muy cerca del éxtasis. “Hazte una paja cerdo”. Los brazos desaparecieron de su vista. “Pero si te corres antes que yo será peor para ti”. No podía verle debido a su posición, pero el gruñido animal que soltó le hizo saber que estaba mucho más cachondo a cada segundo que pasaba. Aumentó un poco el ritmo sobre su boca, quería hacerle sufrir pero era imperioso el deseo de culminar. Empezó a tratar con más furia su clítoris, cercana ya al éxtasis. “Joder cabrón, sigue así, más rápido con la lengua”. Él podía notar la calentura y sus flujos por toda su cara, y eso no hacía más que ponerle mucho más cachondo a cada instante. Debo aguantar, Dios, este chico es oro joder, hacía años que no notaba algo tan espectacular. Mientras pensaba eso aumentó el ritmo, haciendo que su cabeza se restregase contra el suelo. Pero nada le importaba ahora, solo magnificar ese instante, conseguir que ese segundo durase eternamente. Se estimulaba los pezones desnudos, notando como la cálida brisa pasaba entre sus tetas. Y eso no hacía más que aumentar su estado cercano ya a un nirvana. Él soltó otro gruñido, podía escuchar el sonido de su paja, cada vez más rápida, completamente fuera de control. “¡Eres un animal, pero qué placer me das hijo de puta!”. Como respuesta sintió como la lengua penetraba en su vagina, haciendo que acelerase su mano. “¡Cabrón, cerdo, vas a hacer que me corra! Sí, joder, sí. AAAAAH!” Y ni un segundo había pasado desde que se corrió cuando notó un líquido espeso en su espalda. Fue una descarga monumental, dejándola pringosa entre el sudor y la lefa. No sabía cómo Álex había aguantado tanto, era un misterio para ella. Podía oler su calentura desde hacía mucho y nunca pensó que pudiese aguantar su corrida hasta que ella llegase. Pero así había sido. Se tumbó de espaldas, usándole de colchón. Sus cuerpos subían y bajaban, exhaustos y satisfechos.

“No hemos terminado” le dijo Raquel mientras él le limpiaba la espalda en una fuente natural cercana al claro. “Como desee mi señora”. Se sonrió al ver su docilidad. Sabía que no era del todo cierta, pero que mientras estuviese feliz con el trato que ella le dispensaba, podría tener a aquel potro tanto tiempo como se propusiera. Salieron de la fuente y se acercaron a sus cosas. Él le acercó sumisamente una toalla, pero en vez de secarse con ella, Afrodita la enrolló y le golpeó en el costado. Dejar la toalla en el suelo y se enroscarse a él fue todo uno. “Quiero que me folles ¿Entendido? Que me folles”. Eso era música para sus oídos. “Claro mi ama”. Y manteniéndola en brazos buscó con su polla el agujero de ella, que le ayudó con su mano a introducirlo. “Uuuuuf, que polla más estupenda tienes esclavo”. “Es vuestra ama”. Cuando la trataba de usted se ponía más a tono todavía. Él apoyó su maltrecha espalda en una roca y, sujetándola completamente a pulso, comenzó a subir y a bajar. Afrodita aprovechó para clavarle las uñas en el culo, haciendo que aumentase el ritmo. La notaba entera dentro y era increíble. Él notaba los músculos de la vagina abrazando su falo y dándole calor. Seguían arriba y abajo, sin poder parar. A lo lejos Ález pudo ver una pareja de caminantes, pero no le importó. No quiso decírselo a su ama. No mientras follaban, nada iba a quitarle eso. “Más fuerte por favor ama”. Ella le concedió el placer. SPLAS , del derecho en la cara y ella seguái gozando. SPLAS, en la misma mejilla para enrojecerla un poco más. “Gracias ama” . “Puedes correrte cuando quieras, ya tienes mi permiso” . “Gracias ama” . SPLAS SPLAS . derecho y revés en su rostro le excitaron. Los caminantes a lo lejos estaban quietos, mirando hacia ellos. Con el pie encontró la toalla y no con poco esfuerzo la estiró. Colocó con dureza pero sin golpear a Afrodita sobre la toalla y se tendió sobre ella, en un mete saca cada vez más rápido. “Joder ama, eres la ostia”. Ella ya estaba abandonada a su propio placer y ni se dignó a contestar. Empezó a azotarle el culo, SPLAS SPLAS SPLAS SPLAS SPLAS SPLAS SPLAS SPLAS , “¡¡¡¡MMMMMMHHHHH!!!!” Con un grito sordo se corrió y se quedó tendido sobre ella, completamente reventado, sudado, rojo. Estaba siendo un día muy duro y ni siquiera eran las dos de la tarde. “Recoge todo y colócate la máscara, volvemos a casa”. “Sí ama”. Obedientemente recogió todos los bártulos, se limpió de nuevo en la fuente, se colocó la máscara y, a cuatro patas, esperó hasta que su ama se subiera sobre él para indicarle el camino a casa. Mientras tanto Raquel recuperó su fusta, dándole vueltas a todo lo que había ocurrido esa mañana…

Continuará...

Espero que les haya gustado y en los próximos días trataré de subir más relatos sobre la evolución de Alejandro como personaje. Muchas gracias por vuestras lecturas y cualquier duda, comentario o sugerencia, estoy a vuesta disposición en sagire697@gmail.com. Se agradecen los comentarios y las valoraciones al relato en la propia página. Muchas gracias

AVISO: pronto iniciaré más relatos y microrrelatos y avisaré de cuando envío una a esta página y cuando es publicado.