La Búsqueda IV: En la cabaña-Día 2

Alejandro y Afrodita siguen su idilio de placer y dominación. Él cada vez exige más y ella deberá poner a prueba sus aptitudes de ama dominante. Si a ella se le fuese la mano con el neófito....

Estaba teniendo un sueño reparador cuando de repente… ZAS ZAS, dos fustazos en el culo le despertaron de su letargo. ¿Dónde estaba? ¿Por qué tenía el cuerpo dolorido? ¿Por qué le dolían tanto los testículos? Poco a poco las respuestas fueron llegando a su cerebro, la noche anterior, el castigo, su nueva condición, la paja final… ZAS ZAS“Te has quedado dormido gusano, este comportamiento es intolerable. Levanta ya y hazme el desayuno”. “Sí mi ama”. Ya volvía a estar en situación, debía obedecer en todo a su ama si no quería ser castigado. Preparó un clásico desayuno de café y tortitas, lo puso todo en una bandeja que encontró y lo llevó ante Afrodita. Ella le miró con aprobación y devoró el suculento desayuno mientras el miraba. Cuando por fin hubo terminado le indicó que también podía desayunar “Pero lo harás de pie y con esto”. Le mostró un pequeño plug anal que debía ponerse. Aquello le aterrorizó, nunca se había planteado algo así. “Qué te ocurre perro ¿Es que te da miedo que te metan algo en el culo? Más te vale acostumbrarte y sobre todo no enfadarme”. No tenía más opción que obedecer y buscó algo con que lubricarlo. Solo encontró la mermelada y haciendo uso de su fuerza de voluntad, luchó contra sus prejuicios, lo embadurnó de confitura y empujó con suavidad. Por fin entró entero dejando visible únicamente el círculo exterior. “Gra-gracias ama” consiguió balbucear a duras penas. Ella sonrió complacida “Muy bien perro, tu castigo de esta mañana será llevarlo en todo momento, si necesitas quitártelo para ir al baño, lo limpias bien y te lo vuelves a poner. Y recuerda que recibirás tres castigos al día para extirpar tu indisciplina. No seré siempre tan cruel como en este inicio, era simplemente una muestra de autoridad, si me obedeces y sirves bien verás que esta semana será la mejor de tu vida”. Aquello tranquilizó un poco a Álex, ya que no sabía si iba a poder aguantar el ritmo impuesto por Afrodita. Se comió su desayuno mientras escuchaba las normas bajo las que tendría que vivir aquella semana:

“Primera: Saberse todas las normas sin excepción, si te pregunto en cualquier momento por una norma DEBES contestar inmediatamente o serás castigado.

Segunda: Tienes que despertarte cada día media hora antes que yo para prepararme el desayuno, salir al cobertizo a por leña, encender la chimenea y comprobar si hay refrescos y comida suficiente en la nevera. En caso de no haberlos irás a la despensa a por ellos.

Tercera: salvo que te ordene lo contrario, antes de irnos a dormir dejarás la casa limpia y ordenada para su uso al día siguiente.

Cuarta: No abandonarás una habitación en la que esté yo bajo ningún pretexto, a no ser que tengas mi autorización.

Quinta: Si cometes alguna falta de la que yo no me dé cuenta, tendrás obligación de avisarme para ser castigado.

Sexta: Jamás irás vestido a no ser que yo te lo ordene”.

Hizo una pequeña pausa para darle tiempo a que lo asimilase y tragase. “¿Alguna duda perro?” “Ninguna mi ama”. “En ese caso acaba de desayunar y sube a la ducha, que quiero disfrutar de esta cálida mañana con mi nuevo esclavo”. Se dio prisa en terminar y subir donde le reclamaban. Entró en el baño y para su sorpresa se encontró a Raquel totalmente desnuda apoyada sobre el lavabo. “Fóllame duro esclavo, que ese es tu principal propósito. Y córrete dónde y como quieras”. Esas palabras actuaron como un conjuro sobre él. Olvidó el malestar de su plug y se abalanzó sobre Raquel agarrando su desaliñado y rubio pelo. Ella clavó con fuerza las uñas en sus glúteos, haciendo aparecer pequeñas gotitas de sangre. La besó en los labios, en el cuello, en los erectos pechos. Siguió bajando, besando su ombligo, arrodillándose ante ella, agarrando con fuerza sus duros muslos. Ella tiraba de su pelo pero él se resistía a subir. Llegó al monte, lo besó con ternura y pasión ella le empujó contra su sexo como la noche anterior. Podía oler aquella mezcla de sudor mañanero y excitación en su amante. Utilizó la lengua, la metía y sacaba dulcemente… “Creía recordar esclavo, que te he ORDENADO que me folles duro, si quisiera que me hiciesen el amor habría buscado un marido”. Ella no lo vio, pero pudo intuir una sonrisa en el rostro de su amante que se incorporó de un salto. La agarró del pelo echando su cabeza hacia atrás, colocó sus labios en su cuello, llevo su mano hasta su pene erecto. Comenzó a succionar y besar, ella agitaba su polla con determinación, él la cogió en brazos y la llevó contra la pared y ahí la sostuvo mientras la penetraba. Una embestida tras otra, sin piedad, tirando del pelo ella, agarrando fuerte a su presa él. Besando sus pezones y succionando, arañando y mordiendo hasta que eyaculó dentro de ella con un grito de furia y pasión. Fue a continuar con su trabajo sobre su ama pero ella le detuvo “Ya harás que me corra después esclavo, he dicho que quería aprovechar la mañana y para eso hay que ducharse”. “Pero ama…”. “Ni se te ocurra contradecirme, que hasta ahora me tenías muy contenta”. Y sin más preámbulos entraron en la ducha.

Salieron fuera, ella vestida de forma muy provocativa, él con una mochila que ella le había hecho preparar y completamente desnudo y con el miembro de nuevo erecto por la excitación “Bendita juventud…” Pensó ella relamiéndose al saber que aquel joven forma era exclusivamente para su disfrute, que era propiedad suya. Dieron un paseo, charlaron y llegó el momento que él temía y ella ansiaba. “Como recordarás  tengo que propinarte un castigo extra, más duro que los anteriores. Si quiero dejarte sexualmente insatisfecho no eres NADIE para contravenir mis deseos”. “Sí ama, tenéis razón como siempre ama.” “Saca de la mochila una cuerda que hay en el bolsillo más grande, vamos a jugar un rato”. Él obedeció y siguiendo sus indicaciones se tumbó bocarriba sobre la hierba y se vendó los ojos. Estaba a la espera, podía oír a Afrodita moverse de un lado a otro, mover la cuerda, sacar cosas de la mochila. Pero no le tocaba. Notaba el plug más que nunca debido a que no tenía distracción alguna, ni siquiera visual y apenas auditiva. Por fin notó algo, le estaba poniendo unas tobilleras y muñequeras, aquello no presagiaba nada bueno. Y de repente notó un tirón en sus piernas. Cuando quiso darse cuenta estaba boca abajo colgado de algo. ¡Qué visión más gloriosa tenía Raquel en aquellos momentos! Su joven descubrimiento colgado bocabajo de un árbol con tobilleras de cuero negro, pasando calor al sol, empezando a sudar, completamente a su merced. No dijo nada, se acercó a él fusta en mano y sin previo aviso soltó dos buenos golpes ZAS ZAS . Aunque le pilló completamente desprevenido supo reaccionar a tiempo “Uno ama, dos ama”. “Muy bien esclavo, veo que aprendes más rápido de lo que creía. Pero como este castigo es extra debes pedirme perdón tras cada golpe”. “Sí ama, perdón ama”. “Eso está mucho mejor, volvamos a empezar”. Así transcurría el tiempo, lento para él, rápido para ella. ZAS“Uno, gracias ama, perdón ama”.ZAS“Dos, gracias ama, perdón ama”.ZAS“Tres, gracias ama, perdón ama”.ZAS“Cuatro, gracias ama, perdón ama”.ZAS “Cinco , gracias ama, perdón ama”.ZAS“Seis, gracias ama, perdón ama”.ZAS“Siete, gracias ama, perdón ama”.ZAS“Ocho, gracias ama, perdón ama”.ZAS“Nueve, gracias ama, perdón ama”.ZAS“Diez, gracias ama, perdón ama”ZAS“Once, gracias ama, perdón ama”.ZAS“Doce, gracias ama, perdón ama”.ZAS“Trece, gracias ama, perdón ama”.ZAS“Catorce, gracias ama, perdón ama”.ZAS“Quince, gracias ama, perdón ama”.ZAS“Dieciséis, gracias ama, perdón ama”. No había pensado llegar tan lejos, pero su aguante era excepcional, casi como todo un veterano y decidió seguir un poco más, la visión del culo de su amante con el plug todavía encajado (Aunque un poco salido como pudo observar), completamente rojo, con el miembro medio erecto y boca abajo suspendido a un árbol la estaba poniendo muy a tono. Se acercó a él y sin aviso le quitó la venda. “Gracias ama” . ¿Había detectado en él cierto brillo sarcástico? ¿Podría ser que le resultase divertido aquel castigo? Aquello la envalentonó. “Termina lo que empezaste esta mañana cerdo” y acercándose a su boca, se retiró la falda y el tanga dejándole a él hacer lo que pudiese. Usaba las manos de manera un poco torpe ya que llevaba un buen rato boca abajo, al sol, siendo fustigado. Aun así la situación la ponía extremadamente cachonda. Él acariciaba sus muslos, su zona genital, sacaba su lengua y lamía con suavidad allí a donde llegaba. Ella se acercó más a él y le remetió el plug. Si aquel era su castigo debía cumplirlo. Un leve quejido salió de su boca, pero continuó con su trabajo. Se aferró a los muslos de ella para acercarse más y más a su ansiado tesoro. Él no se lo merecía pero estaba haciéndole tal cunnilingus y se estaba poniendo tan cachonda…. Él estaba tan sudado, tan rojo, tan marcado como de su propiedad y ella tan cachonda…. Agarró su pene y comenzó a masturbarle con una mano mientras que con la otra le retiraba poco a poco el plug hasta que con un silencioso POP salió por completo. Aquello fue tan excitante que se corrió de inmediato y paró de hacerle el cunnilingus, llenando las manos de su ama de semen. Ella le dejó hacer y esperó a que él continuase, pero no lo hizo. Miró hacia abajo y le vio con las manos inertes y los ojos cerrados. Aquello preocupó a Afrodita. Le bajó a toda prisa, le colocó en la sombra, le hidrató con agua y esperó a que recuperase el conocimiento.

“Álex, Álex. Por el amor de dios Álex despierta”. Esas fueron las primeras palabras que escuchó y poco a poco abrió los ojos mientras se le acostumbraban de nuevo a la luz solar. Le dolía un poco la cabeza y se notaba algo húmedo y fresquito, pero por lo demás no entendía aquella preocupación de Afrodita. “¿Qué os ocurre mi ama?” “Ni ama ni ostias Álex, has estado casi media hora inconsciente, me he pasado contigo lo siento”. Poco a poco iba entendiendo qué ocurría, tal vez había sido llevado al límite pero jamás había sentido un placer igual. Es más, estaba convencido de que se había desmayado de puro gozo, nada de lo que preocuparse. “No os sintáis mal por mí mi ama, me encuentro perfectamente”. Ella le miraba todavía con miedo, pero iba recuperando el color en su rostro y no mostraba señales preocupantes. Sacó de la mochila una neverita y de esta un par de cervezas. Brindaron por una mañana en general buena y se dispusieron a comer los bocatas que él había tenido que preparar. Ella le cuidó más que de costumbre, todavía tenía el miedo en el cuerpo. Le mimó, le tumbó en su regazo y dejó que durmiese ahí casi una hora.

Volvieron a la cabaña con ánimos renovados. “Ama, antes de que me mandéis algo ¿Puedo sugerir una cosa?” Le miró con un poco de desconfianza pero sin mediar palabra asintió. “Creo mi ama que habéis olvidado mi disciplina de medio día, ya que está cayendo la tarde y de momento no la he recibido”. Eso no se lo esperaba, después de lo ocurrido ¿No había sido suficiente para él? ¿Acaso se había vuelto loco? “Déjalo estar, creo que has tenido suficiente castigo por hoy”. “Permíteme que e interrumpa ama, pero así nunca aprenderé a ser disciplinado”. No sabía que hacer. Por un lado estaba preocupada por él, por otro debía mostrar autoridad y también tenía que reconocerse a sí misma que la experiencia había sido de lo más excitante. “Ve al salón y enciende la chimenea. Y por encima de todo no vuelvas a cuestionar mi comportamiento”. “Sí ama, perdón ama”.

Ya en el salón ella se tomaba una copa de vino acomodada en su sillón azul, mientras acariciaba la cabeza de Álex a sus pies. Por fin tomó la decisión. “Ponte en pie esclavo”. Ante estas palabras se excitó más aún y debido a su desnudez no podía ni quería ocultarlo. Se puso frente a ella, a la espera de órdenes. Ella se levantó sin emitir sonido alguno, pero empezaba a notar un intenso calor en las entrañas. Sabía lo que quería hacer. Golpeó un par de veces el rabo, haciéndolo vibrar, haciéndolo crecer. Había tomado la decisión de que aquella sesión sería dura y acabaría con su pupilo dentro de él. “Ni se te ocurra moverte, enseguida vuelvo”. Subió a su habitación y bajó con un nuevo juguete. Un látigo de nueve colas, de cuero, con nudos. Lo paseó por los muslos, por el miembro por la espalda. Le hizo besar el mango. Le hizo adorar a aquella cosa. “Veamos si eres tan buena mascota como esclavo. ¡Al suelo! ¡¡YA!!” Se dejó caer y se puso a cuatro patas, mirando con avidez a Afrodita, con deseo, pasión, lujuria y sumisión. Ella le azotó suave en las nalgas, era solo un preámbulo de lo que acontecería después. “Quiero que me cuentes qué sentiste esta mañana durante tu castigo. Quiero que me des cada detalle, quiero que me hagas sentir excitada. Quiero que me hagas rememorar aquel momento”. “Sí mi ama”.SPLASSSSS. Fue un latigazo duro que golpeó sus nalgas y alcanzó la base de los testículos. “Los animales no hablan, espero que lo tengas en cuenta a partir de ahora”. Él se incorporó ya que había caído presa del dolor y simplemente asintió. “¿Querías un castigo verdad? Pues lo tendrás pequeño, tendrás un buen castigo para ti solo. Un castigo que no olvidarás jamás. Un castigo que tal vez haga que me apiade de ti y te libere del de esta noche”. Volvió a asentir, le empezaba a escocer ahí donde el látigo había alcanzado. “Muévete, por el cuarto. Quiero ver cómo te contoneas”. Comenzó a gatear por el salón, pero en cuanto le dio la espalda SPLASSSS. Un latigazo le alcanzó en las costillas. “Esto por asustarme esta mañana, no nías derecho a ello”.SPLASSSS, directo a sus nalgas, haciéndole caer de nuevo. “Y este porque se te ve muy excitante con las marcas que tienes, no dejemos que desaparezcan”. Dejó el látigo sobre el sillón y se acercó a su mascota. Le colocó sobre sus rodillas en una postura muy excitante. “Querías castigo puro y duro ¿No es así? Ahora lo tendrás. Veremos si mañana también lo quieres. Ya me he cansado de ti como mascota. Que vuelva mi esclavo”. “Aquí estoy mi ama, para serviros”. Se sonrió y comenzó con la tunda PLAF,“Uno, gracias ama”.PLAF,“Dos, gracias ama” PLAF PLAF “Creí haberte dicho que me contases tu experiencia de esta mañana” . “Sí mi ama, lo siento mi ama. Tres y cuatro, gracias, gracias ama. Al principio sentí miedo e incertidumbre”.PLAF,“Cinco, gracias ama. Al no ver nada me sentía inquieto y eso a la vez me iba excitando”.PLAF,“Seis, gracias ama. Al notar que algo tiraba de mí me asusté de verdad. Hasta que comprendí lo que pasaba”…PLAF,“Veintisiete, gracias ama. Cuando muy amablemente comenzasteis a masturbarme “PLAF, lágrimas de dolor se escapaban de sus ojos, pero no soltaba un solo quejido. “Veintiocho, gracias ama, una sensación como no tuve antes en mi vida me invadió”.PLAF PLAF,“Veintinueve, treinta. Gracias, gracias ama. Y lo último que recuerdo es correrme gracias a ti.”PLAF,“treintaiuno, gracias ama. Y me desperté con vuestra dulce voz ama”. Se había propuesto recriminarle algo para castigarle más, pero estaba tan cachonda golpeando sus nalgas y notando su erección sobre sus rodillas que decidió que era el momento de follárselo. “Túmbate bocarriba, eso es. Dame tus manos, muy bien, así atadas servirás a mis propósitos”. Se sentó en su cara obligándole a torcer el cuello y el empezó a lamer. Cada vez lo hacía con mayor maestría. Ella usaba la fusta para darle pequeños toques en el pecho, que ya empezaba estar alarmantemente rojo. Su excitación iba en aumento, notaba su lengua en cada rincón de ella, lamiendo suavemente su clítoris, dando pequeños y medidos mordiscos en sus labios. Se levantó dejándole con la lengua fuera, se subió sobre su goteante verga e inclinándose sobre él, le empujó todavía más los brazos hacia atrás. “Mueve tus caderas para mí esclavo”. “Sí mi ama”. Y aprovechando aquel movimiento ella acompasó sus movimientos más y más, clavando las uñas de su mano libre sobre su costado. Besándole con pasión hasta que por fin él se corrió. “Nadie te había dado permiso ¿verdad? N te castigaré por ahora, no sabrás cuando ocurrirá pero créeme” aquí ya susurraba sobre su oído. “Serás castigado por esto”. Se levantó y se fue, dejándole maniatado para aparecer al momento con un consolador en la mano. “Ahora te azotarás tú mismo y te masturbarás para mí”. Le desató las manos y con la visión de su joven esclavo torturándose y masturbándose para ella, se ayudó del consolador y sus distintas velocidades para alcanzar un glorioso orgasmo. “Recoge y sube a lavarte. No tendrás más sexo por hoy. Cuando acabes me preparas la cena, estaré esperando en mi cuarto”. Y subió desnuda las escaleras, para deleite de Álex que todavía no se había soltado la verga y miraba hipnotizado el movimiento de caderas de su dueña, su ama, su señora.

Continuará….

Espero que les haya gustado. En la próximas entregas Alejandro se humillará más y más cada día en su búsqueda de placer. Cualquier crítica, mensaje o suegerencia serán bienvenidos tanto en los comentarios como en mi correo personal sagire697@gmail.com