La Búsqueda III: En la Cabaña-Día 1

Tras firmar el contrato que atará a Álex durante una semana a su nueva ama Afrodita, irán a la Cabaña de Raquel para no ser molestados y ella sacará todo lo que lleva dentro para temor y gozo de Álex...

No se puede decir que Álex fuese tranquilo durante el trayecto. Estaba más callado de lo habitual. Su compañera trataba de darle conversación durante el trayecto, pero un nudo atenazaba su garganta y apenas podía contestar con algún que otro monosílabo. Notaba que estaba ante el inicio de una gran aventura, una aventura con la que no podía ni haber soñado meses atrás. Por su cabeza pasaban mil preguntas ¿Qué estaba haciendo? ¿Por qué lo estaba haciendo? ¿Tenía marcha atrás aquella situación? ¿Por qué le excitaba tanto todo aquello? ¿no se estaría convirtiendo en un depravado sin darse cuenta? Pero poco a poco se fue soltando. “Recuerda Álex que son tus últimas horas en las que podrás tratarme como a una igual, dentro de poco seré ama y señora de todos tus actos” y acompañó aquellas palabras que una risa algo macabra. “Lo seré dentro de unas horas porque TÚ no has querido empezar antes, y no entiendo por qué Raquel”. Se iba soltando poco a poco, lo cual fue un alivio para su acompañante ya que el viaje era de unas seis horas e ir con un compañero de viaje casi mudo era todo un suplicio para ella. “Ya te lo he dicho cariño, prefiero estar en un ambiente conocido y seguro para poder dominarte a placer”. Así transcurrió el resto del trayecto, él ganando confianza, ella explicándose por enésima vez.

Por fin llegaron a un tortuoso camino que acababa a las puertas de una no tan pequeña cabaña en medio del bosque, en mitad de la nada. Según aparcaron comenzó la diversión. “Descarga las maletas Gusano” , ese sería uno de sus nombres, ya que habían acordado en el contrato que sería llamado por el nombre de cualquier animal que a ella se le ocurriese. “Te espero dentro que empieza a hacer frío y tengo que preparar la casa” . Álex asintió con la cabeza y se dirigió al maletero, lo abrió y sacó las maletas. No pudo con todas a la vez y algunas se cayeron. Tuvo que hacer dos viajes. “Súbelas, ahora hablamos”. El tono glacial de su voz le puso los pelos de punta y se apresuró raudo a obedecer a su ama. Al llegar arriba no supo cuál de las puertas abrir, pero dos de ellas estaban cerradas con llave y solo había una tercera. Dejó las cosas y bajó rápidamente las escaleras de madera. “Ya está todo”plas Raquel le cruzó la cara, no demasiado fuerte, pero escocía igualmente. “Lo primero de todo Perro, debes dirigirte a mí como ama y señora, creí que eso había quedado especialmente claro. Segundo, nunca te priorices sobre mí o serás castigado”. “No entiendo señora, yo sólo soy un esclavo a su entera disposición ¿A que se refiere con que me he priorizado?”. “Veo que eres más idiota de lo que pensé esclavo. Esta será posiblemente la última vez que decida explicarme, a partir de ahora tendrás que usar tu minúsculo cerebro para comprender mis órdenes, o serás castigado. Me refiero evidentemente al momento sacar las maletas. ¿Cómo se te ocurre sacar algunas tuyas por delante de las mías? ¿Cómo se te ocurre dejar caer MIS maletas?” “Señora yo no…”Plas PLAS. Ni terminar pudo la frase. Del derecho y del revés Raquel le puso la cara un poco más roja. “Ni se te ocurra volver a interrumpirme Lombriz asquerosa, no te creas con el mismo derecho que yo a hablar. Hoy has querido empezar fuerte pequeña mascota mía, así que antes de explicarte las normas de esta casa voy a tener que castigarte por tu impertinencia” . Un sudor frío y excitante le resbalaba a él por la nuca. Un calor sudoroso y prometedor se iba apoderando de ella. “Desnúdate, quiero ver ese torso torneado, esas nalgas duras. Algo bueno tenías que tener”. Se apresuró a quitarse la camisa pero… “Más despacio, eres mi pequeño puto, hazme disfrutar de tu cuerpo en cada momento”. Dicho esto se sentó en un sillón de terciopelo azul, algo hortera y desgastado. Álex se acercó a ella, comenzó a mover sus caderas. Se sentía ridículo sin música y trataba con escaso éxito de imaginarla. Sin parar de moverse se fue desabrochando los botones de la camisa, acercándose más y más a los labios de Raquel. Podía notar el calor de ambos, la deseaba para él, la deseaba ahora. La cogió del brazo para acercarse a ella. Y un empujó lo tumbó en el suelo. “¿Acaso te he dicho yo que puedas tocarme?”. El zapato de tacón de ella se apoyó en su pecho. “Contesta cuando te interpelo directamente gusano”. El tacón comenzaba a clavarse dolorosamente. “No”, “no qué”, “No mi ama, no tenía permiso para tocarla”, “en ese caso quisiera saber por qué lo has hecho”, “yo no pude…”, “era retórico idiota, no me interesa escuchar cómo no pudiste aguantar tus ganas. Que te quede clara otra cosa”, el tacón se clavaba más y más muy cerca del esternón. “Aquí se toca cuando yo lo digo, se folla cuando yo quiero y tú haces mi voluntad y nada más ¿Entendiste?” el dolor en el pecho era ya casi inaguantable, ella dejaba caer prácticamente todo su peso sobre el tacón derecho. “Sí mi ama, como ordenes mi ama”. “Buen chico, solo  por eso te dejaré seguir haciendo feliz a tu ama”, suavizó un poco la presión sobre sus pectorales. “Quiero que acabes tu espectáculo, que lo estaba disfrutando mucho hasta que la cagaste”. Lo liberó del todo y recuperó su posición en el sillón. Él terminó de desabrochar el último botón, pero se dejó puesta la camisa. Afrodita pasaba  sus dedos por el punto rojo que ella había hecho aparecer en el pecho de su pupilo. Estaba un punto más caliente que el resto del cuerpo. Bajó su mano y del lateral del asiento sacó una fusta. Los ojos de Álex brillaron de entusiasmo y temor a partes iguales, pero su striptease no se interrumpió. Raquel acariciaba con una mano las piernas de Álex, mientras con la fusta amenazaba su pecho ya desnudo y empujaba su camisa hasta que esta cayó al suelo. “Date la vuelta”.Splas, la fusta golpeó cerca de la base del cuello. “Quiero verte entero” . Se dio la vuelta y sensualmente se quitó los pantalones, dejando ver unos calzoncillos rojos holgados. Splas Splas Splas , la fusta golpeó tres veces su espalda, dejando tres marcas rojas. “No me gustan estos calzoncillo perro, en cuanto te los quites nos desharemos de ellos” . Terminó su trabajo y estaba completamente desnudo, el miembro en erección y el culo muy cerca de la cara de Raquel. “Da dos pasos hacia adelante, me he cansado de tu bailecito” . Se incorporó acercándose a su desnudo esclavo. “Veo que estás con ganas de más” dijo mientras le agarraba con fuerza su polla tiesa. “Pero todavía no es el momento, tenemos que repasar las reglas. Agáchate y agárrate  fuerte de los tobillos”. Se puso algo colorado debido a la posición tan sumisa que debía ofrecer, pero obedeció. “Muy bien esclavo, de ahora en adelante si yo no te ordeno lo contario irás desnudo por mi casa, saldrás desnudo fuera. Mantendrás el calor del hogar si no quieres ponerte enfermo y llevarte más castigos de los necesarios” . Mientras decía esto paseaba la fusta por el cuerpo de Álex, que no paraba de notar un cosquilleo ascendente en su duro miembro. “No hablarás si no eres interpelado, no cuestionarás ninguna de mis órdenes. Recibirás un castigo mañanero, otro al mediodía y otro antes de acostarnos. Hay que mantener la disciplina en esta casa. Mantendrás el orden y te ocuparás de preparar las comidas, de mantener siempre llena la nevera y por supuesto de cualquier cosa que a mí se me antoje. ¿Has entendido?”Splas. Este fustazo estalló sobre su nalga derecha, haciéndole soltar un pequeño gemido mezcla de ansiedad y dolor. “No oigo que contestes a tu ama”Splas, splas, splas, splas. Cuatro fustazos, dos en cada nalga, le hicieron reaccionar. “Sí mi ama, lo he comprendido” . “Estupendo, ahora repasemos tus faltas y asignemos castigos” Comenzó a dar vueltas como distraída por la habitación. Se paró en seco para observar a su esclavo y pudo ver como a pesar de que las fuerzas comenzaba a fallarle, se mantenía estoicamentente en su posición. Hizo una pequeña pausa y se acercó a el, comprobando la temperatura de sus glúteos con la mano extendida mientras le propinaba pequeñas palmaditas . “Primera falta, has cogido equipaje tuyo antes que el mío, eso serán tres fustazos en cada nalga. Segunda falta, has dejado caer MI equipaje, dos fustazos en cada nalga y otros tres en la espalda. Tercera falta, tienes unos calzoncillos muy feos, eso son dos fustazos en el pene y soportar mi peso durante un minuto entero sobre tu pecho. ¿Alguna objeción gusano?” “No mi señora, pero creo que merezco un castigo por haber estado tan ausente y no hacerle el viaje más ameno”. Una sonrisa se dibujó en el rostro de ella. “Tienes toda la razón, te dispensaré un trato especial por esa falta previa a tu sometimiento. ¿Estas preparado perro?” “Eso da igual ama, yo estoy aquí para satisfaceros”. “Muy bien, empecemos, no te muevas y cuenta en voz alta. Después de cada grupo de tres en una nalga recomienzas la cuenta.” Y sin darle tiempo a reaccionar le propinó el primer golpe, bastante más fuerte que los anteriores. SPLAS“U, uno”. El tartamudeo vino debido a la sorpresa. Le dolían los gemelos de aguantar tanto tiempo en esa posición y no se había recuperado todavía de la sorpresa cuando sobrevino el segundo. SPLAS“Dos”SPLAS“Tres”. “Muy bien, aguantas bien perro, por eso prefiero los esclavos jóvenes”. Aquel plural le hizo sentir una punzada de celos y se le escapó un pequeño gruñido que no le pasó inadvertido a Afrodita. “Vaya vaya, el esclavo se cree con algún derecho sobre su ama. Eso va a aumentar el castigo sobre tu nalga izquierda digamos…. Con el doble de golpes. Prepárate”.SPLAS le azotó seguidamente “Uno”. Unas lágrimas comenzaron a escapar de sus ojos. SPLAS“Dos”. Le ardía cada fibra de su ser, humillado y azotado. Pero no tenía tiempo ni de pensar. SPLAS SPLAS SPLAS. Llegaron los tres fustazos seguidos sin intervalo para hablar entre ellos. “Tres, cuatro, ¡¡CINCO!!”. “A mí no me levantes la voz, añadiremos 30 segundos más a ya sabes qué castigo”.Splas , Álex notó cómo Afrodita se había apiadado de él en ese último golpe y no le gustó. “Seis” . Primera parte del castigo terminada. “Muy bien perro sarnoso, incorpórate y colócate de espaldas a mi, con las manos detrás de la cabeza. Las piernas siempre abiertas por supuesto”. Así lo hizo y mostró orgulloso a su ama las marcas que empezaban a marcarse en su cuerpo. Splas“uno”splas“dos”splas“uno”splas“dos”. Aquellos últimos habían picado pero no dolido, notaba los glúteos algo adormilados. “Muy bien esclavo, coloca las manos sobre la pared y arquea la espalda. Y no se te olvide mantener las piernas abiertas. Me gusta ver tus pelotas desde atrás”. Álex se estaba poniendo a cien, necesitaba entrar en ella, necesitaba comenzar el sexo y ella se lo negaba sistemáticamente. Obedeció porque esperaba que el castigo terminase pronto, no quería dilatarlo más. Splas, el primer fustazo de su vida en la espalda y notó como su pene no paraba de vibrar, no sabía cuánto podría aguantar sin algún tipo de alivio. “No has contestado perro”. “Perdón ama, uno”. “Ya no vale, habrá que repetir”. Dicho y hecho SPLAS, prácticamente acertó en el mismo lugar que la primera vez, provocándole un dolor muy agudo. “Uno”Splas“Dos” Splas “tres”. Mantuvo la posición, esperando nuevas órdenes. “Muy bien pequeño esclavo, vamos a hacer un muy breve descanso de tu castigo. Arrodíllate”. Cuando estuvo a sus pies ella se levantó la falda, dejando a la vista unas braguitas de encaje negro. Eso empezaba a ser demasiado para la excitación de Álex, que notaba el líquido preseminal agolparse en su  capullo. “¿Las quieres? Cógelas…. Con la boca”. Haciendo esfuerzos por no agarrarse a sus perfectas piernas y follársela como nunca, Álex se medio incorporó y ella dejó caer el vuelo de su falda sobre su cabeza. Como pudo enganchó la ropa interior de Afrodita y notó el calor de su cuerpo. Un calor sublime y que prometía que pronto ambos podrían desfogarse. Tiró suavemente y las desplazó hasta los tobillos. Sin pensarlo y sin recibir orden expresa sobre ello, le beso los pies y ella se dejó hacer. “Muy bien, queda la última parte de tu castigo. Métete mis bragas en la boca y colócate boca arriba”. Su pene estaba más erecto que nunca y ella se acercó a él. Lo rozó con sus labios, volviendo loco a Alejandro que ni siquiera sabía como aguantaba en aquella posición. Ella sonrió y… ZAS. Un dolor le recorrió la espina dorsal, el fustazo en todo el tronco de la verga había sido mortal. “Uno…” y todavía le esperaba el segundo. ZAS. No fue mejor que el primero pero por lo menos ya había terminado esa parte. “Dos” . Casi se le olvida decirlo y no quería volver a pasar por aquello. “Muy bien, ahora a aguantar minuto y medio”. Y sin más preámbulos se subió sobre el pecho de su esclavo. Los tacones se clavaban en su pecho, su ama caminaba sobre él proporcionándole un dolor cada vez más intenso. Pero aguantó sin una sola queja a sabiendas de que tras el dolor iba a llegar el placer. Los segundos se le hacían eternos y notaba los zapatos de tacón en cada músculo del pecho, en cada centímetro de piel castigado. “Ya está perro, puedes incorporarte y tirar tus asquerosos calzoncillos al fuego, quiero ver como ese espanto arde”. Dicho y hecho, se incorporó y cumplió con las órdenes. “Puedes sacarte las bragas de la boca, voy a necesitarla”. Aquel singular encantó a Álex que dobló con sumo cariño la prenda de su amada dueña y para cuando se incorporó se encontró con los deseados labios comiéndose los suyos, con mucha más pasión y violencia que nunca, con más determinación de la que podría haber imaginado. “Dame placer esclavo, dame todo el placer que puedas o no serás recompensado”. Aquella mezcla de promesa y amenaza le excitó todavía más, despertando por completo al animal que llevaba dentro y prácticamente anulando al humano. Ella le arrastró hasta el sofá en frente de la chimenea, con el calor del fuego y el suyo propio empezaban a sudar. Agarró su polla sin preámbulos y comenzó a hacerle una gloriosa paja. “Que no se te ocurra correrte sin mi permiso cerdo”. “Sí mi ama, como ordenes”. Comenzó a meterle un dedo pero comprobó la extrema lubricación que llevaba y se decidió por tres, con un ritmo frenético que ella acompañaba con su muñeca sobre su miembro. “¡De rodillas esclavo, hazme terminar con la bocaaaaa”. Obedeció al segundo, no podían más, jadeaban, chorreaban juntos. Utilizó su lengua sobre el clítoris hinchado de Raquel “Joder sí Álex, más, dámelo todo TOOOODO”. Mientras decía esto le agarraba de los pelos y le empujaba contra su coño impidiéndole respirar. El aceleró elritmo des u lengua y la movía en círculos mientras colocaba los dedos en forma de gancho como a ella le gustaba y los introducía con la fuerza exacta. SPLAS SPLAS SPLAS SPLAS. Ella usaba la fusta sobre su espalda para aumentar su excitación y solo se detuvo para empezar a temblar con su primer orgasmo. “DIOOOOOOS, sigue ahí ahí ahiiiiií”. Mientras decía aquello se estimulaba los pezones para aumentar su placer. Cuando aquella situación tan intensa pasó ella le levantó tirando del pelo. “No se termina esto todavía”. “Como guste mi ama”. Y una sonrisa pícara se dibujaba en su rostro mientras contestaba aquello. Ella le tiró sobre el sofá y con un grito se empaló de golpe en el erecto miembro. “Recuerda” dio mientras empezaba a jadear “que no puedes” aceleró su ritmo “correrte hasta qqu te lo diga perro” comenzó a volverle loco con su movimeitno de caderas. SPLAS, le cruzó la cara. “Contéstame si te hablo perro, y recuerda”SPLAS“que estás aquí para darme placer”. “Perdón mi ama, tenéis razón mi ama”. Con la cara ardiendo y tratando de no correrse dentro de ella utilizó sus manos sobre sus tetas, apretándolasm estimulando sus pezones, incorporándose y dándole pequeños mordiscos. Raquel curvó su espalda lanzando otro grito de placer, soltó a su esclavo se movió más rápido y se corrió sobre sus muslos. Se sacó el todavía erecto pero palpitante rabo de su amante y comenzó a chupar, el creía que no aguantaría más. Se levantó “Vas a probar algo nuevo pequeño” Y le dio un beso haciéndole degustar su propio sabor mezclado con el de ella. “Y ahora a dormir, ha sido un día largo y estoy cansada, por haberte portado tan bien y hacerme gozar como lo has hecho podrá dormir conmigo”. El no contestó, ni siquiera se movió. ¿Ella iba a dejarle así, con ese dolor de testículos y sin desahogarle? Le pareció algo cruel, pero una punzada de dolor en el pecho le recordó a tiempo que no era buena idea quejarse. Ella pareció leer sus pensamientos “Eso está mejor, ahora sube a la cama antes de que me arrepienta”.

Le empezaban a doler las gónadas de manera alarmante mientras se lavaba los dientes, mientras trataba de mear antes de dormir, al meterse desnudo en la cama. Ni se atrevía a abrazarla por temor a excitarse aún más y aumentar con ello su dolor. “Apaga las luces, mañana te explicaré las normas de convivencia en esta casa”. Así lo hizo y sin mediar palabra se metió en la cama, tratando de dormir a pesar de todo. Sus miembros le escocían, sus nalgas estaban al rojo vivo, su pene a punto de explotar y Afrodita completamente dormida y satisfecha. Aquellos pensamientos le cabreaban cada vez más y decidió masturbarse para poder dormir y dejar de pensar. No tardó ni veinte segundos en eyacular un gran chorro de semen que impregnó la cama y parte del cuerpo desnudo de Raquel. “Sabía que no aguantarías” dijo sin abrir los ojos. “Te queda mucho para estar domado aún. Mañana pagarás por esto”. Pero el estaba satisfecho y ningún castigo por duro que fuera le iba a arrebatar el sueño y el placer obtenido.

Continuará….

He estado fuera varios meses por motivos personales pero ya he vuelto con más fuerza y con muchas más ideas.

Espero que les haya gustado. En la próximas entregas Alejandro se humillará más y más cada día en su búsqueda de placer. Cualquier crítica, mensaje o suegerencia serán bienvenidos tanto en los comentarios como en mi correo personal sagire697@gmail.com