La búsqueda II: Un nuevo mundo

Álex se encuentra ante una encrucijada: firmar o no el contrato de dominación propuesto por Afrodita. Al final tal vez lo haga pero no como Afrodita esperaba...

No podía creer lo que veían sus ojos ¿Cómo que contrato de dominación? Aquello estaba yendo demasiado lejos, Raquel debía de estar de broma. En este contrato se estipula que Raquel con DNI * alias AFRODITA será tratada como ama mientras que Alejandro * con DNI * alias retrobit (apodo a cambiar) será desde el momento en el que firme el sumiso y esclavo de AFRODITA y se dirigirá a ella única y exclusivamente como ama o señora… No podía creer lo que estaba leyendo y mucho menos que aquello le excitase, a pesar de las grandes dudas que le suscitaba ¿Y si alguien le veía por la calle como un perro sumiso? ¿Y si no le gustaba la condición de esclavo? Decidió que lo mejor era leer el contrato tranquilamente mientras desayunaba.

Eran ya las siete de la tarde cuando Afrodita entró por la puerta del portal. Iba cachonda perdida, no iba a reconocerlo tan rápido en voz alta pero hacía mucho tiempo que no tenía un sexo tan bueno y entregado como el de la noche anterior, sus entrañas ardían de la excitación de poder poseer a aquel fogoso e inexperto joven. Era su diamante en bruto y tenía el deber de pulirlo. Pero antes de todo eso necesitaba que él aceptase sus términos, que eran completamente innegociables. La mano le temblaba al tratar de abrir la puerta y le pareció oír pasos acelerados en su piso, aunque fue algo tan breve y sutil que se convenció de que no era más que su subconsciente traicionándola, no debía caer otra vez en el cuento de la lechera… Por fin logró meter la llave en la ranura y con una violencia tal vez excesiva abrió la puerta.

Ahí estaba él, postrado y con la mirada fija en el suelo, con el contrato debajo de las palmas de sus manos, ataviado como las reglas habían estipulado: Con una máscara de cuero que solo dejaba entrever sus ojos, con una cremallera en la boca para hablar exclusivamente cuando su ama le diera permiso. Unos calzones muy ajustados que hacían notar su (MENUDA SORPRESA) más que abultado miembro. Y sujetos a los calzones unos tirantes también de cuero negro. Afrodita pasó de largo y él ni se movió, había asumido su rol suficientemente rápido. No podía esperar más para ponerse su atuendo de dominatrix, pero debía ir poco a poco, tenía que mostrar su autoridad a través del autocontrol. Se hizo esperar, a Álex aquellos minutos se le hicieron eternos, la polla le dolía en aquel diminuto calzón y no hacía más que tratar de agrandarse, necesitaba estar ya dentro de su ama, necesitaba darle placer para poder gozar él también.

Cuando volvió siguió en silencio, le agarro de la nuca y se lo llevó a la cocina. “Supongo que tendrás muchísimas dudas Álex, pero antes de nada debes darle placer a tu ama” y dicho esto se quito el cinturón y amarró las manos de su esclavo detrás de la espalda. Él la miraba con ojos atónitos y suplicantes, ella con una sonrisa pícara se desnudó de cintura para abajo y corrió la cremallera de la máscara para poder dejarle la boca completamente operativa a su sumiso, que entendió perfectamente, se acercó a ella de rodillas y hundió su lengua en su coño sin preámbulos “tss, tss pequeño, no tan rápido, he dicho que tienes que darme placer, la idea es que me hagas gozar, ve poco a poco, no vayas tan directo”. Aquello le contrarió pero había asumido un papel y decidió obedecer. Lamía sus muslos cerca del sexo, notaba el calor en su cara, el olor de su vagina lo inundaba. Las manos se le empezaban a dormir y no  podría ni describir el dolor que sentía en su rabo. “Más rápido esclavo” aquello le excitó sobremanera y empezó a succionar el clítoris de su ama, dejando breves periodos de descanso. Usaba la lengua y en los labios un poquito los dientes, los gemidos de Raquel comenzaba a ser sonoros “¡¡Sí, sí, no pares, oh dios, no pares Álex!!”. Los flujos empezaron a entrar en su boca, a pegarse a su cara, y el metía más y más su cabeza en su entrepierna hasta que al final Raquel explotó “¡¡¡SIIIIIII, OH, JODER ÁLEX, JODER, DIOOOOOS!!!” Y se desplomó sobre su silla. Alejandro trató de continuar, con la esperanza de provocar en ella un segundo orgasmo pero fue separado violentamente por un empujón que prácticamente le hizo caer al suelo. “Luego más, ahora hay que dejar un par de cosas claras” . Su voz era mucho más autoritaria que cuando se habían conocido, un escalofrío le recorrió la espalda mientras ella volvía a cerrar la cremallera de su boca. “Tráeme el contrato”. Se lo había dejado en el pasillo, en el suelo, probablemente aquello no hubiese sido una buena idea, ella le desató las manos. “ Y a cuatro patas” añadió mientras le daba un fuerte azote en el culo. Volvió al pasillo como el perro en el que se estaba convirtiendo , cogió el contrato y lo colocó encima de la mesa. “¿Acaso te he dado YO permiso para levantarte? Tendrías que haberlo traído como el animal que eres”. Puso cara de contrariedad ante aquellas palabras y no pasó desapercibido para su ama: “Muy bien, cambió de planes, sobre mis rodillas ¡AHORA!” No sabía por qué no se negaba, simplemente no lo hizo y se colocó en la humillante posición que le habían. ¡¡¡PLAS!!!“Para que aprendas”¡¡¡PLAS!!!a no contrariar”¡¡¡PLAS!!!“a tu ama”¡¡¡PLAS!!!“ni siquiera”¡¡¡PLAS!!!“con la mirada”¡¡¡PLAS!!!“¿Me has entendido?”¡¡¡PLAS!!! ¡¡¡PLAS!!! ¡¡¡¡¡¡PLAS!!!!! Le empezaba a arder el culo y algunas lágrimas de impotencia afloraban en sus ojos “¡MMMHHH!” dijo mientras asentía. “Muy bien, ahora que has aprendido la lección quítate la máscara, vamos a hablar sobre el contrato que has…” No le llegó a salir la palabra firmado de la boca ¡El contrato no estaba firmado! No podía creerlo, llevaba demasiado tiempo en ese mundillo y se había confiado, nadie se habría sometido así sin un contrato de por medio. “No has firmado Álex ¿Por qué no lo has hecho?” Una sonrisa pícara asomaba por su cara mientras se retiraba la máscara. A pesar de su pequeña decepción, Afrodita no pudo sino fijarse en el bulto de los calzones, que amenazaban con reventar . Mientras se sentaba dijo “porque quería ¡ay! Hablar contigo una última vez como amigos, antes de ser ama y esclavo” Eso la relajó y él se salió de su papel de esclavo lanzándose a por su semidesnuda compañera. Ella pudo saborearse en sus labios y notar su verga apoyada contra sus muslos. Agarró su culo con fuerza notando todavía el calor de los azotes y él soltó un pequeño gruñido pues aun le dolía, pero no se apartó. Le quitó los tirantes dejándolos colgados y él retiró su blusa, dejando al descubierto un sujetador liso y rojo. Él empezó a jugar con su abultado clítoris mientras no paraba de besarla, soltando de vez en cuando pequeños gruñidos un tanto animales. Se despojó del sujetador quedando completamente desnuda y al no llevar preservativos, ya que no pensaba dar demasiado placer a su esclavo aquella noche, metió su mano debajo del calzón de cuero y liberar a la bestia que ya le apuntaba amenazadoramente. Comenzó a masturbarle mientras él metía primero un dedo y luego otro, mientras el pulgar no dejaba en paz su clítoris. Despejaron la mesa al unísono para hacer más espacio y ella se colocó sobre él, con la cara pegada a su pene y su entrepierna abierta sobre su cara. Él entendió el mensaje y siguió masturbándola mientras ella hacía lo propio y jugaba a intercalar pequeños lametazos con empezar a meterse su miembro en la boca. Comenzaron un sesenta y nueve casi perfecto, en el que el sexo oral y el manual tenían el mismo protagonismo. A penas aguantó unos minutos más, no le dio tiempo ni a avisar y con un espectacular grito inundó la garganta de Raquel con cinco poderosos chorros de semen. Ella aguantó la embestida y continuaba su movimiento. Arriba, abajo, arriba, abajo y con la mano haciendo de tope pues el comenzaba a emocionarse tal vez demasiado, hasta había dejado su labor para con su coño. Cuando por fin acabó, y sin cambiar de posición, ella acercó su mano a su cabeza y la empujó hacia su entrepierna de nuevo, acompañándolo con una bajada de cadera que él entendió correctamente. Mientras su juvenil virilidad iba recuperando poco a poco su dureza, tamaño y grosor, volvió a los movimientos circulares con la lengua, centrándose especialmente en el clítoris mientras apretaba los muslos de ella contra su cuerpo. Rodaron y se cayeron de la mesa, pero aquello no impidió que la fiesta continuara. Él trató de incorporarla y ponerla en cuatro, pero ella no se dejó. “No todo el sexo tiene que incluir penetración” Y aquello también le excitó, siguieron besándose, saboreándose, arañándose y tocándose. La cocina empezaba a tener un aspecto lamentable pero ellos en su mundo ni siquiera eran conscientes. La subió sobre la encimera y se agachó para continuar su cunnilingus interruptus, ella no podía gozar más, sus pechos subían y bajaban al ritmo de su acelerada respiración, él se masturbaba con la mano izquierda mientras la derecha acariciaba, agarraba, empujaba, arañaba los muslos de ella. Cuando la notó próxima a terminar se levantó, la bajó bruscamente y se colocó detrás de ella, apoyando toda su hombría en su duro culo, restregándose contra ella y dejando que las primeras gotas la salpicasen. Continuó masturbando a los dos, hasta que por fin alcanzaron al unísono el orgasmo y cayeron al suelo, donde trataban de recuperar el aliento perdido.

Por fin se recuperaron y desnudos empezaron a ordenar la cocina, las hojas del contrato estaban desperdigadas por todas partes. Pero el apetito sexual de un joven no puede reprimirse y ella, viéndolo venir, se ausentó a su cuarto a por condones, sabiendo lo que iba a pasar en breves. No poca fue su sorpresa al llegar a la cocina y ver que Álex había recuperado su máscara de algún lugar de la cocina, se la había puesto y la esperaba de nuevo con la erección a punto. Se sonrió y procedió a colocarle el condón y a sentarle en la silla, a la que ató sus manos. Se subió sobre él y, ya lubricada de sobra, se empaló sobre su esclavo. “Haz que me corra ¡y hazlo rápido!” De nuevo aquel tono tan autoritario. Él acompañaba sus subidas y bajadas con movimientos de cadera cada vez más y más y más rápidos. “¡¡Sí, oh sí Álex, dame placer, jódeme entera, diooooos!!!” Y él cumplía con su parte metiendo su verga hasta el fondo con brutales acometidas hasta que se corrió, primero ella y después él. Se quedó un rato ahí sentada, a sabiendas de que él no podría recuperarse tan rápido, a pesar de que había demostrado tener una potencia sexual muy por encima de la media. “Quítate la máscara, tenemos que hablar” dijo afrodita mientras desataba los brazos de la silla.

“Está bien Álex, es el momento de hablar sobre el contrato, dudas que tengas, cosas que no te gusten, cosas que quieras incluir, cualquier cosa, y lo haremos como amigos, como tu querías”. Durante aquella sesión de espectacular sexo había decidido que tal vez sus condiciones no fueran tan innegociables después de todo. Hablaban en el salón, con unas cervezas para recuperar líquidos, seguían desnudos y acariciándose, pero centrados en aquel contrato. “Está bien Raquel, como tú quieras, lo primero que quiero comentar es el miedo que me da que me vean como un esclavo por la calle, la vergüenza pública me aterroriza…” Ella le cortó “No te preocupes. Como habrás leído, este contrato dura solo una semana, si aceptas yo pediré unos días de vacaciones en mi trabajo e iremos a una cabaña apartada que heredé hace tiempo y que tengo preparada para ‘encuentros’ como este”. ¡Cuánto le tranquilizó saber aquello! Ya que era su único verdadero temor. Hablaron largo y tendido sobre el contrato, quitaron algunas cláusulas, añadieron otras, suavizaron partes y endurecieron algunas. Al final Álex firmó, Raquel hizo unas llamadas para poder tener la semana libre y quedó todo cerrado. “Bueno Álex, ¿me acompañas a la ducha? Estamos todavía demasiado sucios como para cenar e ir a dormir” “Por supuesto Raquel, será todo un PLACER” y puso verdadero énfasis en esa palabra mientras abrazaba por detrás a su compañera, camino de la ducha prometida.

Continuará.

Espero que les haya gustado. En las próximas entregas iremos viendo como las perversiones más ocultas de Alejandro van saliendo a la luz. Cualquier crítica, mensaje o sugerencia es bienvenido, tanto aquí como en mi correo sagire697@gmail.com