La búsqueda I: El renacer

Alejandro es un chico normal, con una vida normal y una novia normal. Pero al dejarlo su vida se empieza a sumir en un agujero sin fondo del que empieza a salir gracias a afrodita

Alejandro había sido feliz durante más de cuatro años con su novia Paula hasta que ella decidió pedirle un tiempo para pensar en su relación, y tras varios meses lo dejaron. Alejandro estaba devastado, no entendía qué podía haber salido mal y además nunca lo había dejado nadie. Se adoraban entre ellos, se trataban bien, tenían planes de futuro juntos y en la cama se compenetraban como nadie. Pero eso no siempre es suficiente, las relaciones a veces se acaban aunque las dos personas sigan queriéndose. Alejandro no superaba lo de Paula y eso empezó a influirle en su vida de forma catastrófica. Dejó de ver a sus amigos y estos dejaron de insistir, perdió su trabajo y tuvo que volver a vivir con sus padres. Pasaba interminables horas delante del ordenador sin hacer nada productivo, navegando de página en página, viendo películas y series, regodeándose en su dolor.

Un día como otro cualquiera se metió en una sala de chat sadomasoquista y de dominación, prácticamente por inercia ya que nunca le había interesado esa práctica, no entendía cómo alguien podía encontrar placer alguno en el sufrimiento propio o ajeno. Inmediatamente una ventana de mensaje directo se le abrió con el siguiente mensaje “Besa los pies de tu ama o atente a las consecuencias gusano” . Aquello le desconcertó ¿Por qué alguien le hablaría así? Y además sin haber pedido nada. Inmediatamente contestó a aquel invasivo mensaje “No sé quién te has creído que eres, o quien crees que soy yo, pero te estás equivocando de persona”. Su interlocutora, AFRodita16 , pareció calmarse: “Eres nuevo por aquí ¿verdad retrobit18?” En ese momento Alejandro fue consciente de que estaba en una sala de chat anónima y algo en él despertó, una curiosidad que estaba prácticamente muerta desde hacía meses. “Así es, nunca había sentido curiosidad por el BDSM, ni siquiera lo entiendo, pero no sé qué tiene que ver todo esto con el saludo tan agradable que me has regalado” . AFRodita16 parecía una mujer paciente y se dispuso a explicarle. “A ver retrobit, en este chat de dominación y sumisión hay unas reglas no escritas. Y la más importante es tu Nick, si está escrito íntegramente con minúsculas estas diciendo a la comunidad que eres sumiso, si son todo mayúsculas es que eres una persona dominante y si las mezclas indicas que hay que preguntar primero” . Alejandro estaba anonadado y desconcertado. Decidió seguir conversando con AFRodita16 y sin darse cuenta se le escapó toda la tarde y parte de la noche aprendiendo cosas sobre un mundo que apenas le interesaba horas antes. Quedó con ella en hablar de nuevo al día siguiente, a las seis de la tarde.

Se pasó el día pensando en aquella especie de cita, en si debía ser dominante o sumiso y al final decidió en ser mixto, al menos por el momento. A las seis en punto estaba en la misma sala y Afrodita también. “Ya veo que has cambiado tu nick eh? jajajajaja, veo que aprendes y escuchas, serías un buen sumiso… ;)” Aquello no le hizo demasiada gracia, pero por el momento decidió ignorarlo, ya que era la primera vez en mucho tiempo que no se sentía solo. Así siguió durante varios días, aprendiendo sobre una comunidad hasta ahora desconocida (incluso viciosa)

“La clave de este mundo es el respeto entre dominante y sumiso, el aprecio mutuo y la confianza, para conseguir alcanzar placeres hasta ahora desconocidos” Con enseñanzas como esta Afrodita le iba convenciendo de que aquel mundo no era ni por asomo tan vicioso, asqueroso e incomprensible como él había supuesto hasta aquel momento.

Y por fin llegó el deseado día, el día en que conocería a Afrodita en persona. Alejandro estaba tan nervioso como si de una cita se tratase. Sus padres, que nada sabían del motivo del cambio de su adorado hijo, estaban muy contentos con el cambio que este había experimentado en los últimos meses. Habían quedado en un bar céntrico de la ciudad a las cinco de la tarde pero por culpa de los nervios llegó con más de media hora de antelación. Tal como habían acordado llevaba un pantalón chino granate y una camisa a rayas azules y blancas. Se pidió una buena cerveza mientras esperaba, y luego otra. Le pareció ver a Afrodita más de cien veces, teniendo en cuenta que sólo sabía de ella que era una mujer de entre 30 y 35 años, rubia, de pelo rizado, ojos marrones, estatura común y que iría vestida con una falda de lentejuelas por medio muslo y una camisa verde escotada por la espalda, cada vez que veía algo brillar o un pelo rubio o una espalda al aire su corazón se aceleraba como si de un adolescente se tratara. “Tú debes de ser Retrobit ¿Me equivoco?” Casi se cae de la silla del susto cuando aquella voz aterciopelada le interpeló mientras colocaba una mano en su hombro. Estuvieron toda la tarde hablando y riendo, como si de dos amigos de toda la vida se tratase. Ella no era tal y como él la había imaginado, aunque eso raramente ocurre. Su camisa estaba más ajustada de lo que a él le hacía sentir cómodo, su mirada se iba cada dos por tres a los muslos de ella, muy sugerentes bajo aquella brillante falda. Al finalizar la tarde se despidieron, se dieron sus números particulares y quedaron en que ella le llamaría en un plazo máximo de tres días.

Fueron tres días casi agónicos, la tentación de llamar a Afrodita era grande. Pensó que la próxima vez podrían intercambiarse los nombres y que había sido un fallo muy tonto no darse cuenta el pasado día de aquello. Llegó a pensar que ella jamás le llamaría pero cuando ya tenía el teléfono en la mano a punto de marcar su número, empezó a vibrar. “¿Diga?” “Veo que has sido un buen chico, espérame en la esquina de la calle en cuarenta y cinco minutos y yo pasaré a recogerte” y ahí finalizó aquella escueta llamada. Se duchó, se vistió a toda prisa, se despidió de sus estupefactos padres poniendo la primera excusa que se le ocurrió (una entrevista de trabajo) y llegó con el tiempo justo al lugar de reunión. Afrodita ya estaba allí pero tenía algo diferente. Su mirada traspasaba el alma, su pose con una pierna doblada apoyada en la pared irradiaba confianza, su sonrisa prometía muchas cosas, aunque era complicado decir cuáles. Alejandro estaba muy nervioso y solo alcanzó a decir “Aquí estoy” “ya te veo” fue la única contestación que recibió de su  muy cambiada interlocutora. Le abrió la puerta del coche y se sentó a la derecha. Grande fue su sorpresa al descubrir que el coche era un coche inglés y por lo tanto lo que había tomado por el asiento del copiloto, su asiento, era el del conductor. “No te preocupes, yo te indico”. No sabía muy bien por qué confiaba en aquella mujer que acababa de conocer y de la que no conocía ni su nombre, pero arrancó el coche y comenzó a circular. Durante más de 40 minutos estuvo dando vueltas, pasando por los mismos lugares, dejándose guiar por Afrodita, aprendiendo el uno del otro. El nombre que ella le dio era Raquel y aunque él le dijo que se llamaba Alejandro ella no paró de llamarle Álex. “Y muy bien Álex ¿qué opinarías de dormir esta noche conmigo?”* Aquello le pilló por sorpresa completamente y más aún le sorprendió que de su boca salió automáticamente una respuesta afirmativa. Por fin llegaron a su casa, escribió a sus padres diciéndoles que se quedaba a dormir en casa de un amigo y su vida cambió completamente.

“Antes de comenzar quiero que sepas dos cosas. La primera, esto no es una relación ni nada parecido, somos completamente libres de vernos con otras personas. La segunda, esta noche tendremos sexo, mucho y divertido pero del que tú llamarías normal y más adelante ya veremos…” Al acabar la frase le guiñó el ojo sugerentemente y se abalanzó sobre él. Mientras contestaba a aquel apasionado e inesperado beso, Alejandro no podía parar de analizar aquella extraña situación. Nunca antes había tenido sexo con una desconocida y mucho menos con una tan experimentada como Afrodita, era increíble como notaba que la situación estaba completamente bajo su control, la fuerza que tenía para llevarle a su terreno. Acabaron en la cama en apenas dos minutos y él se tumbo sobre ella “Desnúdame” ordenó. El procedió raudo a obedecer y le fue quitando con algo de ansia uno a uno todos sus botones “Tsss, más tranquilo. no tenemos prisa.” Respiró hondo varias veces pero empezaba a gobernar su mente la tremenda erección que apoyaba sobre los muslos de ella. Por fin acabó con el útlimo de los botones y le desprendió la camisa, lanzándola bien lejos. No paraban de besarse y aquello le incomodaba para continuar su tarea. Ella le envolvía con sus piernas la cintura mientras él trataba de quitarle el sujetador, se besaban los cuellos, las orejas, con una mano buscaba el cierre del sujetador mientras con la otra excitaba sus pezones, notando como se agrandaban más y más con su tacto. Aquello le dio más confianza aún y dejo de buscar la forma de dejar su busto al aire, se incorporó y le desabrochó con un golpe maestro el pantalón, que hasta a él mismo le sorprendió. Llevaba un sujetador de encaje negro y que dejaba insinuar sus areolas y unas braguitas rojas, que ya comenzaban a calentarse. Mientras besaba su duro estómago ella le empujó suavemente “No solo tengo que estar yo desnuda”. Y se colocó sobre él. Casi le arranca el polo en vez de quitárselo y este fue a parar al suelo, se apoyó sobre su pecho besándolo con pasión, mordiéndolo con lujuria mientras Álex le acariciaba el pelo en un movimiento no exento de furia. Sus pantalones quedaron en el suelo y su calzoncillo tipo bóxer apenas podía controlar su erección. También se lo quitó. “Ahora eres tú la que tiene ventaja” Comentó él dando de nuevo la vuelta a la tortilla. La colocó boca abajo y mientras besaba sus muslos, de rodillas en el suelo deslizó sus braguitas hasta que se perdieron en la noche. Ella se dio la vuelta y continuaron besándose hasta que é consiguió desabrochar aquel endemoniado sujetador, dejando a la vista unas preciosas tetas muy firmes, probablemente debido al ejercicio, con unas areolas pequeñas y rosadas y unos pezones erectos que le apuntaban de la misma manera que su pene la apuntaba a ella. Ya no podía más, debía hacerlo y la cogió de las piernas, la colocó al borde de la cama y fue besando sus muslos, notando como la temperatura iba en aumento. Subía y bajaba, jugando con sus sensaciones, notando como sus gemidos iban poco a poco en aumento. Por fin alcanzó la cumbre y comenzó movimientos circulares con su lengua, Raquel había comenzado a gritar de puro placer mientras el intercalaba su lengua y sus dedos para aumentar aquella sensación. De pronto ella le tiro del pelo hacia arriba y él se dejó llevar, pero su mano quedó abajo mientras la otra apretaba su firme culo para tenerla contra él. Ella le beso con pasión desenfrenada agarrando y moviendo su miembro con la mano, ya comenzaba a salir el líquido preseminal, bajó por su tenso cuello y acariciaba cada lugar que se proponía a besar, le tumbó en la cama sin dejar de besarle, la agarró del cabello ya despeinado mientras ella bajaba por su torneado y juvenil pecho. Él tampoco podía aguantar más, ruidos algo guturales salían desde hacía tiempo de su garganta mientras ella no paraba de hacerle, rodeó con sus labios su dureza mientras no dejaba en paz sus fuertes muslos. Utilizaba con maestría la lengua sobre el glande y jugaba con sus sensaciones. Succionaba, arriba, abajo, arriba, abajo y cuando él ya casi no podía aguantar más, paró y sacó un preservativo del cajón, se lo colocó y empezó a cabalgarle. Él trató de ponerse encima pero con un leve empujón fue colocado de nuevo en su lugar. Excitaba los pezones de ella mientras sus gritos se fundían en la noche, hasta que todo terminó. Estaba rendido pero aun así salió de dentro de ella tras unos minutos y continuó con su pequeña exploración manual y después siguió excitándola ahí abajo con la lengua, jugando con un clítoris cada vez más inflamado, hasta que por fin ella explotó.

Tras unos minutos en que los jadeos fueron remitiendo se encaminaron al baño a lavarse los dientes. “¿Qué tal he estado” La carcajada de ella resonó por todo el cuarto de baño, en el que sus cuerpos desnudos no paraban de rozarse “¿Tan inseguro eres Álex? Debes aprender a descifrar las sensaciones de una mujer, al menos las mías, nunca jamás contestaré a esa pregunta porque si algo haces mal o algo puedes mejorar, yo te lo diré. Ahora deberíamos descansar” A pesar de esa última proposición, tardaron mucho en dormir, aunque no tanto en ir a la cama. Siguieron buscándose desnudos durante horas, dándose placer mutuamente, conociéndose, hasta que por fin, cerraron los ojos para descansar.

A la mañana siguiente Afrodita no estaba, pero había una nota en la puerta de la cocina: Sírvete lo que quieras para desayunar Álex, yo he tenido que ir a trabajar. Te he dejado una cosa sobre la mesa del salón, léela y esta tarde hablamos porque tal vez estés interesado. Un beso AFRODITA.Se preparó un copioso desayuno compuesto por zumo natural de naranja, tostadas, un gran bol de leche e infinidad de cereales, estaba hambriento. Lo colocó en una bandeja y se dirigió al salón. Allí había un sobre cerrado, encendió la tele pero jamás supo ni que canal estaba puesto. Al abrir el sobre salieron varios folios con el siguiente encabezado CONTRATO DE DOMINACIÓN ,y una extraña erección comenzó a molestarle….

Continuará.

Este es mi primer relato erótico, espero que les haya gustado. Traté de hacerlo más breve pero al menos yo necesito una introducción para saber cómo llegan hasta donde llegan los personajes. En las próximas entregas de LA BÚSQUEDA habrá mucha más acción. Cualquier crítica o mensaje es bienvenido, tanto aquí como en mi correo sagire697@gmail.com