La Buena Reeducación

Cuando la educación tradicional falla, hay que utilizar otros métodos

Me desperté temprano, temprano para ser domingo, cuando salí de la ducha ya eran más de las diez y Luisa seguía durmiendo como una marmota.

—     Vamos levanta que ya es hora.

—     Déjame que hoy es domingo — se giró hacia el otro lado.

La destapé y le di un azote en su desnudo trasero.

—     Vamos que hoy empiezan las obras en el pub de Merce, tenemos que echar una mano.

—     Aaaahhh ya entendí, tienes miedo de que los electricistas te quiten a Merce jijijiji.

—     Levanta y no me vaciles.

—     Valeeee, pesado te pones.

Mientras se levantaba y se duchaba prepare café y unas tostadas, la cabrona salió del baño envuelta en una toalla que la cubría lo mínimo imprescindible, lo cual me provocó serias dudas sobre que desayunar, tostadas y café o Luisa en su jugo, pero me controle lo suficiente para acabar el desayuno y dejar que se vistiese.

Al final salimos de casa sobre las once y media, cuando llegamos al pub la puerta estaba cerrada, pero sin llave y pudimos pasar, en la parte de arriba no había nadie o sea que nos dirigimos directamente a la puerta del sótano. Nada más abrir la puerta empezamos a oír golpes, allí estaban Alfonso y Rafa martillo y cincel en mano, haciendo las rozas en las paredes para pasar los cables nuevos, tenían marcadas con tiza las trayectorias e iban haciendo los surcos en las paredes continuando las marcas.

Mercedes estaba por allí barriendo los trozos que caían de las paredes e indicando alguna cosa, aunque se la veía un poco perdida, llevaba unos vaqueros gastados que la venían un poco pequeños por la forma que se le pegaban al culo, una camiseta muy usada completaba el atuendo.

—     Buenos días currantes ¿Cómo lo lleváis?

—     Aquí picando, pero esto va rápido, lo acabamos hoy seguro.

—     Pásame un mazo y os ayudo, vosotras dos podéis ir arriba para picar ya somos suficientes.

Mercedes y Luisa subieron con cara de alivio por librarse del ruido de los martillazos y del polvo que estábamos levantando. Con tres picando la pared la cosa avanzaba rápido, además no era toda la instalación, solamente ampliar la que ya existía. Rafa iba informando.

—     Por aquí irán los cables para poner unos focos en el escenario y por ahí meteremos los de los altavoces de los lados, en ese lado la alimentación para las neveras….

—     Mañana ya compraremos los tubos y los cables y los pasamos, eso es rápido lo más complicado es colocar el nuevo cuadro.

—     Y luego ya tapar los tubos y pintar, esta semana está todo listo.

Cuando un par de horas después dejamos de picar paredes el sótano parecía zona de guerra, pero el trabajo estaba hecho.

Luisa y Mercedes bajaron con unas cervezas en cuanto dejaron de oírse los martillazos, los ojos se me fueron directos a Mercedes, se había anudado la camiseta que así le quedaba mucho más ceñida y por el movimiento de sus tetas se notaba que no llevaba sujetador, no me cabía la menor duda de que era obra de Luisa por la sonrisilla que traía, mis dos compañeros también se dieron cuenta y miraban el balanceo hipnótico de las tetas de Mercedes según bajaba la escalera.

—     Ahora es cuando el León en la sabana africana se la saca y echa una meada para marcar territorio. — Esto me lo susurró Rafa antes de que llegaran, Alfonso lo oyó y le dio un ataque de risa mirándome la cara.

—     Callaos pareja de cabrones.

—     ¿Eso fue un rugido?

Con esa ocurrencia nos empezamos a reír los tres y cuando se nos acercaron las chicas estábamos literalmente partiéndonos.

—     ¿Qué estáis cuchicheando?

—     Nada, lo bien que nos van a sentar esas cervezas.

—     ¿Y eso os hace tanta gracia?

—     No te preocupes, lo importante es que el trabajo ya está hecho, hemos avanzado todo lo que se podía antes de comprar los materiales. Mañana comprar y seguir con la instalación.

—     Que poco me gustan las obras, parece que no acaban nunca.

—     Es que nunca has tenido unos profesionales de nuestro nivel, antes de que te des cuenta vas a tener esto terminado.

—     Dios te oiga.

—     Para tener contenta a una jefa tan guapa, se hace el esfuerzo que sea necesario.

No sé si Rafa soltó aquello con segundas o no, pero Mercedes se puso nerviosa, sus pezones se marcaron en la camiseta como dos garbanzos de buen tamaño. En lo cual evidentemente nos fijamos todos lo que la puso más nerviosa todavía.

—     Me ha entrado hambre de repente, Alfonso vámonos a comer o me pondré a dar mordiscos en cualquier momento. — Prodigio de sutileza era el bueno de Rafa.

Se marcharon después de darle a Mercedes una lista con todo lo que tenía que comprar para seguir con la instalación, eso me dejo a solas con las dos mujeres.

—     Buenos señoritas, si me dais un rato para ir a casa a ducharme y cambiarme podemos ir a comer.

—     Pues no va a poder ser, yo he quedado con unas amigas y le he dicho a Merce que se venga conmigo.

—     Entonces me toca comer solo ¿Nos vemos después?

—     No creo, seguramente acabemos tarde y el fin de semana ha sido largo, ya nos vemos mañana mejor.

—     Ok, a mí también me irá bien tener una tarde de descanso, pasadlo bien.

Nos despedimos y me fui a casa directamente, por el camino iba pensando que ni les había preguntado que iban a hacer, tenía que tenerlas un poco más sujetas, que se estaban tomando muchas libertades y luego alcanzar el nivel de control que me gusta podía resultar difícil.

El día acabó sin pena ni gloria, ducha, comida, tele, cena y a dormir, cuando me metía en la cama me llegó un mensaje de Luisa. Me mandó una foto con un mini camisón rojo y un mensaje.

—     Hoy duermo solita.

—     Si te da miedo puedes venir a dormir aquí.

—     Jajajaja eso si que me da miedo, a dormir, un beso.

—     Hasta mañana.

Dormí como un tronco, aunque si supiese la que se iba a liar al día siguiente no hubiese pegado ojo en toda la noche.

A la mañana siguiente salí de casa dispuesto a recuperar mi rutina individual, ya echaba de menos pasar la mañana rodeado de pesas y de buenos amigos. Allí estaba Luisa luciendo palmito como siempre con un body de color rosa que se le pegaba como un guante, Toñi con su ropa sin forma y su cara seria, y la pija del Gimnasio Regina, pero estaba muy rara no parecía ella, siempre iba arreglada y maquillada con unos modelos de marca que parecían hechos a propósito para favorecerla, hoy vestía de una forma completamente descuidada, llevaba un pantalón de chándal y una sudadera vieja aparte de una cara triste y ojerosa.

Sus amigas intentaban hablar con ella, pero no parecía tener muchas ganas de conversación, al poco tiempo sonó su móvil y tras una breve consulta se marchó camino a los vestuarios, Luisa la acompañó supongo que preocupada por ella.

No creo que hubiesen pasado ni treinta segundos desde que oí gritar en recepción solté la máquina que estaba usando y me presenté allí, me encontré el cuadro ya formado. Paco el dueño del gimnasio intentando sujetar a Alfonso, Regina llorando como una magdalena y su marido tirado en el suelo.

Lo primero ayudar a Paco a sujetar a “Alfonsito” que parecía empeñado en pisarle la cabeza al tipo, por lo menos se dio cuenta de que allí no estaba seguro y se marchó poco menos que corriendo. Luisa se llevó a allí a Regina camino al vestuario.

—     Pero ¿qué ha pasado aquí?

La chica de recepción me lo explicó.

—     Cuando Regina salió ese hombre estaba esperándola, le agarró de los pelos y empezó a insultarla, entonces grite y aparecieron Alfonso y Paco, Alfonso lo agarró y lo tiró contra la pared, Paco tuvo que sujetarlo porque si no lo mata y luego ya empezasteis a llegar y menos mal porque no podía con él.

—     Habrá que llamar a la policía y que lo denuncie.

—     No quiere, dice que es su marido y no puede denunciarlo.

—     Vamos que puede, a ver si Luisa le hace entrar en razón.

Un hombre que pega a una mujer es una bestia, si además va a pegarle a un sitio donde está rodeada de un montón de gente que la conoce es una bestia y muy tonto.

Me fui al vestuario masculino, allí estaba Rafa intentando calmar a Alfonso que todavía estaba dedicando lo más florido de su lenguaje al marido de Regina, nunca lo había visto así de enfadado por lo normal era un chaval de lo más tranquilo, poco a poco se fue calmando y como ya se nos habían quitado las ganas de entrenar, nos fuimos a un bar a terminar de tranquilizarnos con unas cervezas.

Al final fuimos cuatro, Rafa, Alfonso, Iván alias “el pijo” y yo, pedimos una ronda, mientras los otros hablaban, mande un mensaje con el móvil a Luisa preguntándole por Regina, al poco me llegó la respuesta.

—     Está desesperada no para de llorar, su marido la pega hace años, pero este fin de semana estaba como loco, se lo ha pasado maltratándola y ya está agotada de tanto disimular.

—     Y porque no le denuncia y le deja.

—     La tiene amenazada mira lo que le acaba de mandar.

“Si no estás en casa esta noche a las 9 cuando llegué, te hundo la vida a ti y a toda tu familia, más te vale no decir nada puta”

Y después mando una foto de Regina en el vestuario, tenía el cuerpo y los brazos llenos de golpes, las señales de color púrpura la cubrían la espalda casi por completo, el cabrón se había ensañado.

En ese momento Alfonso que se había acercado por detrás me quitó el teléfono de las manos, pude ver como le cambiaba la cara según veía lo que Luisa me había mandado, como se le hinchaban las venas del cuello y abría y cerraba las manos como si quisiera aplastar algo.

—     Lo mató, quien le va a esperar cuando llegue voy a ser yo, le voy a arrancar la cabeza a ese hijo de puta.

—     Tranquilo tío, no te vas a arruinar la vida por él.

—     Pero ¿tú has visto lo que ha hecho ese cerdo?

—     No puedes ir, si vas en el estado que estás puedes hacer alguna locura.

—     Voy a ir eso no lo impide ni San Pedro.

—     Ok, vas a ir, pero yo voy contigo.

—     Yo también voy — se sumó Rafa

—     Y yo —nos dijo Iván, eso me sorprendió nos llevábamos bien pero no era de los íntimos.

—     No digáis nada, además a mi no me conoce, puedo estar a la vista y no sospechará nada.

Nos miramos los cuatro, yo tengo que reconocer que iba más que nada porque tenía miedo de que Alfonso perdiera el control, un tipo tan grande y fuerte como él si se le iba la mano se lo cargaba y no podía vivir con eso. Rafa quedó en recogernos a casa con una furgoneta.

Estuve nervioso toda la tarde, sinceramente esperaba que el marido de Regina entrase en razón por las buenas antes de que tuviésemos que hacer nada. Llamé por teléfono a Luisa para preguntar por Regina, por lo que comentó se había vuelto a su casa muerta de miedo, intenté tranquilizarla y le dije que hoy no podríamos vernos que tenía que resolver un asunto importante con unos amigos.

Rafa pasó a recogerme, él que normalmente estaba siempre de broma estaba igual de serio que yo, Alfonso e Iván llegaron juntos, nos pusimos en camino y a las ocho y media estábamos a la puerta de la casa de Regina, Rafa aparco tapando la entrada del garaje para que no pudiese entrar y nos pusimos a esperar.

No tardó mucho en llegar, al ver la puerta del garaje tapada aparcó en la calle a pocos metros, entonces bajo Iván y se cruzó con él con toda tranquilidad, al llegar a su altura le dio un puñetazo en el estómago para que no gritase y le sujeto los brazos a la espalda, bajar el resto, echarle un saco a la cabeza y sujetarle las manos con unas bridas de plástico apenas nos llevó unos segundos, antes de que se diese cuenta estaba cargado en la parte de atrás de la furgoneta.

Rafa nos llevó a las afueras y luego se metió por un camino de tierra, en pocos minutos estábamos en mitad del campo y no se veía ninguna casa en los alrededores. Ahí ya paro, bajamos todos y descargamos al marido de Regina, cuando le quitamos el saco de la cabeza nos miró con rabia.

—     Soltadme hijos de puta.

—     A ver animal, hemos visto lo que le has hecho a tu mujer y eso es de ser un cerdo, si vuelves a hacerle algo te va a pasar algo muy malo.

—     JAAAAA, no me toquéis los huevos, vosotros sois una panda de alegres mariconcetes, buenos para daros por culo pero no tenéis huevos de tocarme ni un pelo.

Alfonso se fue a la furgoneta y volvió con una barra de mancuerna en la mano, para el que no lo sepa es una barra de acero de unos 40 centímetros de largo por 3 de diámetro, donde se colocan los discos de las pesas.

—     Vamos a ver si soy o no capaz.

—     Si me hacéis algo ella lo pagará, tengo fotos como para hacerla la puta más famosa de internet, se donde vive toda su familia, me dedicaré a hacer de su vida una desgracia.

Mientras Iván permanecía en silencio, le había quitado el móvil y estaba mirándolo.

—     Algunas fotos tiene, las puedo borrar pero no se si las habrá compartido con alguien.

—     Tengo copias por todas partes cabrones no podéis hacer nada, y si me pasa algo tarde o temprano alguien las encontrará.

Rafa se las veía y se las deseaba para evitar que Alfonso le diera, pero llegó un momento que se dio por vencido y lo soltó.

—     Esperad, creó que se lo que tengo que hacer con este cabrón, quitadle la ropa.

Cuando oyó eso el marido de Regina intento revolverse y salir corriendo, pero nos echamos encima de él y le sujetamos, no tenía claro que pretendía Iván, pero fuese lo que fuese siempre sería mejor que darle con una barra de acero en la cabeza, eso sí tuvimos que dejarle claro que si gritaba se iba a quedar sin un solo diente. En dos minutos estaba tirado en el suelo en pelotas y entonces empezó a parecer realmente asustado.

Iván me dio el móvil del marido y me dijo:

—     Se lo he borrado entero, lo he vuelto a versión de fábrica, quiero que grabes todo con su móvil.

—     ¿Qué grabe que?

Lo siguiente fue quitarle a Alfonso la barra de acero y acercarse al marido de Regina.

—     Ahora escúchame atentamente cabrón, me la vas a chupar, si no lo haces te parto los dientes y si se te ocurre morderme la polla te juro por mis muertos que te reviento la cabeza ¿Entendiste?

—     No puedes hacer eso, estás loco. — ahora tenía los ojos abiertos como platos y cara de pánico.

Iván no le hizo ni caso, se bajó la cremallera tranquilamente y se sacó la polla, le puso la barra delante de los ojos y la polla a la altura de la boca.

—     ¡Empieza puta!, y vosotros soltadle las manos que se vea que lo hace voluntariamente.

Rafa cortó las bridas que le sujetaba las manos, Iván se señaló la polla y le colocó al marido de Regina la barra de acero en la frente. La señal no podía estar más clara, el tipo le miró y se la metió en la boca, yo alucinaba y empecé a grabar a dos manos, una con el teléfono del marido y otra con el mío para tener copia por si acaso, Alfonso y Rafa también sacaron los móviles y empezaron a grabar.

Me sorprendió las ganas que ponía, luego me di cuenta de que sus esfuerzos eran para intentar que acabase pronto y que no pasase nada más.

Iván se reía de él, le insultaba y alababa sus cualidades de comepollas, cuando la tuvo bien dura le obligó a ponerse a cuatro patas y se preparó para sodomizarlo.

—     Relájate y disfruta puta.

No le dejo ni contestar, vi el empujón que le dio clavándosela hasta los huevos y empezó a follárselo, le estuvo dando unos minutos, hasta que Rafa exclamó.

—     Se ha empalmado, ese hijoputa está disfrutando.

Iván oyó eso, le sujetó con fuerza y le hizó ponerse de lado para que saliese mejor en la grabación, en esa postura siguió dándole unos minutos hasta que se la sacó, lo acabó de tirar al suelo de una patada y se corrió encima de su cara, cuando vio que seguía empalmado le dijo.

—     Pajéate puta.

El marido de Regina parecía en trance y obedeció, enseguida terminó. Iván se agachó a su lado para hablarle.

—     ¿Quién es el alegre mariconcete ahora hijo puta? Sabemos como te llamas, sabemos donde vives, sabemos donde trabajas, si a Regina le pasa algo te vamos a hundir la vida, serás el puto más famoso de internet.

—     Creó que ha entendido el mensaje dijo Iván mientras se limpiaba la polla con la camisa del marido de Regina. Ya podemos llevarle a casa.

Le levantamos como un fardo y lo cargamos en la furgoneta, nos fuimos de allí rápidamente y lo llevamos a su casa, allí le tiramos a la puerta con su ropa, antes de irnos Iván le devolvió su móvil.

—     Aquí lo tienes todo grabado, si alguna vez piensas alguna tontería échale un ojo a las grabaciones y recuerda que todos tenemos copia.

Subimos a la furgoneta y nos marchamos de allí, íbamos todos callados hasta que al final Rafa rompió el silencio.

—     Tíos, hemos secuestrado a un tío y lo hemos violado, es que es muy fuerte como nos denuncie vamos todos a la cárcel.

—     Se lo merecía, el miedo al ridículo y la vergüenza harán que tenga la boca cerrada, además si dice algo los malos tratos saldrán también a la luz y tendrá que pagar por todo lo que ha hecho, estad tranquilos.

—     Nunca pensé que fueses gay Iván.

—     Cada uno es lo que es, vosotros heteros, yo gay, en la intimidad tenemos diferentes gustos, por lo demás somos iguales.

Yo creo que aquella experiencia nos unió a los cuatro de una forma especial, aparte de nuestras diferencias había quedado claro lo que éramos capaces de hacer los unos por los otros. Yo sabía que en esos tres podía confiar a muerte y creo que ellos sentían lo mismo.

Rafa nos fue dejando en casa a todos, cuando llegábamos a mi casa pasamos por la calle del pub de Merce y vi que todavía tenía luz, le pedí que parase allí, creó que nunca en mi vida he necesitado tanto tomarme una copa. El pub estaba casi vacío, una pareja apuraba sus bebidas en un rincón, Mercedes con cara de aburrimiento se apoyaba en la barra, cuando me vio sonrió.

—     Buenas noches, ¿alguien puede ponerle un gintonic a un sediento o ya es demasiado tarde?

—     Si el sediento eres tú a la hora que quieras, me alegro de verte, Luisa me contó lo que había pasado esta mañana en el gimnasio y que le habías dicho que hoy no ibas a estar.

—     Ya sabes a todos nos surgen imprevistos.

—     Sí, pero si sumas lo de la mañana, tus imprevistos, que Rafa me llamó para decirme que hoy no iban a venir a trabajar y lo nervioso que llegas, pues me preocupa.

Mercedes era inteligente, se había aproximado a la verdad con la poca información que tenía, no sabía si era mejor contarle algo o no, en ese momento la pareja que quedaba en el pub pagó sus consumiciones y se despidieron. Mercedes fue detrás de ellos y cerró la puerta del pub.

—     Ya no va a entrar nadie, cuéntame que ha pasado.

Y se lo conté, después de hacerle prometer que no se lo diría a nadie, le conté todo, que cuando Regina no quiso denunciarle, habíamos decidido darle un escarmiento por nuestra cuenta, como terminó el escarmiento se lo conté todo lo rápido que pude. Me sentó bien hablar, no tenía ningún cargo de conciencia, pero poder decírselo a alguien me quitó un peso de encima.

—     Uuuufff menuda historia ¿Cómo te sientes?

—     Estoy bien, el tipo se lo merecía de eso no tengo duda, pero una cosa es pensarlo y otra muy distinta hacerlo, es como estar en tensión y no poder soltarla.

—     Ahora estás aquí tranquilamente tomándote una copa, ya puedes olvidarte de esa tensión.

—     No estoy acostumbrado a estas situaciones, soy un tipo normal con unos gustos muy normales, tengo que asimilarlo.

—     Pues un pajarito me ha dicho que tus gustos tampoco son tan normales jijiji.

—     ¿Ah sí? Sal de la barra y ven aquí a decirme que te ha contado ese pajarito.

—     Pues que puedes ser muy exigente cuando te lo propones.

—     ¿En que sentido exigente?

—     Que más que pedir, ordenas.

—     Sólo doy órdenes a quien quiere ser obediente conmigo ¿eso te parece mal?

—     No. — Me pareció que Mercedes empezaba a estar un poco apurada.

—     Hay muchas mujeres a las que les gusta que les manden.

—     Lo sé. — ya no me lo pareció, estaba apurada en verdad

—     Disfrutan obedeciendo, dejándose llevar, confiando tanto en alguien que hacen cosas que ellas mismas no creerían atreverse a hacer. ¿Entiendes lo que te digo?

—     Entiendo.

—     Estás acalorada Mercedes ¿Qué te pasa?

—     Hace calor aquí.

—     Quítate la blusa y el pantalón.

—     Eeehhhh.

—     Yo no pido Merce, yo ordenó ¡Quitate lo que te he dicho!

Merce dio un paso atrás, y con dedos temblorosos desabrochó su blusa y se la quitó, los pantalones siguieron el mismo camino.

—     Ves que poco cuesta ser obediente — Me puse a dar vueltas a su alrededor

—     Tengo que repasar tu ropa interior, este conjunto que llevas no te hace justicia.

Le desabroché el sujetador y le baje las bragas, desnuda como estaba la coloque en el centro del pub.

—     Así muchísimo mejor, separa las piernas.

En cuanto le pase un dedo por el coño se estremeció, tenía el coño totalmente empapado.

—     Te gusta obedecerme, te gusta mucho.

—      Uuuuufffff.

Me coloque a su espalda para acariciarle las tetas a gusto, mientras le daba besitos en el hombro y el cuello.

—     Te voy a controlar Merce, controlaré tu ropa, controlaré lo que haces cada día y controlaré tu placer, no te correrás sin mi permiso y siempre estarás dispuesta para que te folle. ¿Te gusta el plan?

—     Uuuhhmmm

—     ¿Eso es sí o no? — Le pregunte mientras le apretaba los pezones

—     Sí, sí

—     De rodillas Mercedes y con las manos detrás de la nuca.

Cuando se arrodilló me acerque a la puerta y le quite el cerrojo, Mercedes me miró con cara de espanto, pero no se movió, abrí la puerta y me asome a la calle, evidentemente a esas horas no había nadie, cerré la puerta sin cerrojo y volví junto a ella.

—     Imagínate si viniese alguien y se encontrase a la camarera desnuda frente a la puerta.

—     Uuuufff ni me digas eso.

Me bajé la cremallera y me saqué la polla.

—     Pues se van a encontrar algo todavía mejor, ¡Chupa!

—     Puedes echar el cerrojo por favor.

Ni contestar, ponerle la polla en los labios, Merce no se hizó de rogar y se la metió en la boca, no era su fuerte comer rabo, se notaba que no tenía mucha práctica, pero también se notaba que le ponía ganas.

—     Se te ve poco suelta, vas a tener que comer muchas pollas para mejorar. Te voy a convertir en una mamona de primera.

—     Ufff

—     Y ahora te la voy a meter Merce, se que tienes muchas ganas, pídeme que te folle.

—     Sí.

—     Eso no es pedir Merce.

—     Fóllame……. por favor.

La tumbé allí mismo y se la metí, estaba apretado su coño por falta de uso, pero lo mojada que estaba lo compensaba y entraba de maravilla. Mercedes se había olvidado de la puerta sin cerrar, de estar tirada en el suelo y gemía como una loca, creo que tardo menos de 2 minutos en correrse y yo la acompañé a los pocos segundos.

Me levante y eche el cerrojo de la puerta, Luego levante a Merce y la llevé a un sillón para sentarla sobre mí y abrazarla.

—     ¿Cómo estás cielo?

—     Uuhhhhmm de maravilla.

—     Muy bien, mañana antes de venir a trabajar me mandas una foto de tu ropa interior y exterior para que te de el visto bueno.

Estuvimos un rato abrazados antes de despedirnos.

Al día siguiente fui al gimnasio un poco preocupado, no sabía que me podía encontrar, pero en el fondo quería saberlo, lo vi todo normal, la gente estaba a sus cosas, me sorprendió ver a Regina tan arreglada como siempre quizás un poco más tapada, pero se la veía animada.

En cuanto vi a Luisa le mandé que fuese a preguntar a Regina.

—     Hola Regi ¿cómo estás?

—     Estoy bien, mucho mejor.

—     ¿Y el cafre de tu marido?

—     Ha sido muy raro, anoche cuando llegó a casa estuvo una hora duchándose, apenas hablamos pero esta mañana estaba desconocido, me pidió perdón mil veces y me dijo que estaba siendo muy posesivo conmigo y que me iba a dar mucha más libertad. Insistió mucho en que tenía que venir al gimnasio y estar con mis amigos, pero ¿sabéis lo más raro de todo?

Me desperté de madrugada y estaba haciéndose una paja en el sofá mirando algo en el móvil.

ATLAS

Muchas gracias a Morbo, Maguip, Kitonu y Ninasharp por sus comentarios, opiniones y sugerencias, también a los que me han contactado por Mail, las valoraciones, comentarios y sugerencias es lo que anima a escribir e intentar seguir mejorando. Prometo contestar a todos tanto por aquí como por mail.