La buena, la mala y yo (capitulo 3)

Únicamente escuchaba dos cosas: los ladridos de Pelusa y los latidos de mi corazón acelerado. Repetí el proceso y ahí seguía ella con esa sonrisa encantadora que siempre me derretía.

CAPITULO TRES

Llegue ya bastante tarde al restaurante por lo que únicamente me dedique a revisar algunas cosas en mi oficina y levantar pedido de lo que necesitaríamos para el fin de semana. Para este fin teníamos planeado que tocara un grupito de jazz así que serian únicamente bebidas y comida ligera. Suena mi celular. Contesto y precisamente era Lorena diciendo que llegaría en cualquier momento. Salí al comedor para esperarla. No había casi nada de gente por lo que los meseros y algunos cocineros estaban cerca del bar. Al momento en que entra Lorena, los chicos enmudecen y la voltean a ver al mismo tiempo. Me acerco y la saludo. Al pasar junto a ellos, Neto me habla.

-¿Qué sucede?

-Jefe, ¿esa es la blusa favorita de Dom?

-Lo era. Nuestra relación ya se fue al pasado.

Y me uní a Lorena en la oficina. Era normal que se preocuparan por lo que pasaba en mi vida pero como dijo Eliza, tengo que dejar a Dom atrás y comenzar a caminar.

Seguimos saliendo durante todo octubre y noviembre hasta que cierto día, me invito a un bar donde tocaría su grupo. Total, me vestí para la ocasión y quedamos de vernos en el lugar. Estaban sus amigos y casualmente mi hermana con algún galán en turno. Comenzaron tocando lo de siempre, rock suave en ingles y después se brincaron a algo mas pop en español.

-Sam -. Me hablo por el micrófono -La siguiente pieza es para ti. Disfrútala.

El baterista marco los tiempos y comenzaron a tocar Otra Vez Me Has Sacado A Bailar de  La Oreja De Van Gogh. Joder, era mi canción favorita hasta ahora y ella lo sabia. No era su estilo así que me emocione como quinceañera con novio nuevo. Termino la canción y bajo del escenario para arrodillarse frente a mí.

-Samantha Dibildox, ¿te gustaría ser mi novia? Me gustas desde que te conozco y todos estos meses de convivir contigo me han mostrado que realmente me gustaría estar a tu lado por un buen tiempo.

Me quede completamente seria. Odiaba ser el centro de atención y esto era presión social. Todo el lugar veía hacia nuestra mesa y esperaban un maldito “si”. Así que me acerque y le dije al oído.

-¿Qué crees que tienes seguro?

Medito un segundo y sonrió.

-Un no.

-Exacto pero, ¿sabes que? Me encantaría. Acepto.

Suspiro aliviada y levanto los puños en señal de victoria. Me tomo por la cintura y me beso como solo pasa en las películas americanas. Después, se subió a cantar hasta que terminaron su noche de espectáculos. Terminamos nuestras bebidas, nos corrieron del lugar y terminamos retozando del lo lindo en mi casa.

Ya se sentía diciembre y a casi dos años de la partida de Voldemort, volvía a sentirme viva y con ganas. Tienen razón los idiotas que dicen “si algo se va es porque viene otro mejor”. Al día siguiente que fui a trabajar, obviamente que todos ya sabían lo que había sucedido porque a la señorita se le ocurrió la genial idea de mandarme un arreglo de flores al trabajo y una enorme caja de chocolates. Realmente no sabia donde meter la cabeza de la pena pero era un hermoso detalle. Rápidamente lo metí a la oficina junto a mi cara de estúpida enamorada y me quede ahí pensando en todo y en nada.

Mi vida iba de mejor en mejor día con día. Nada podía arruinar mi felicidad. En ocasiones me quedaba en su casa pero la mayor parte del tiempo la pasábamos en la mía. La muchacha de vez en cuando llegaba sucia a causa de tener que supervisar las obras que tenia en construcción y por ende, guarde toda la ropa de Dom que aun quedaba en mi closet y comenzó a haber ciertas cosas de ella como pijama, dos o tres cambios, algunos zapatos y hasta tenia su cepillo dental en mi baño. Su relación con Pelusa mejoro bastante y hasta salíamos ocasionalmente a pasearla y al veterinario cuando le tocaba chequeo.

Tenia previsto que la cena de navidad fuera en mi casa pero debido a la constante insistencia a que su familia me conociera, termino convenciéndome de que viajáramos a casa de sus padres para pasar esta fecha. Ella era del Distrito federal pero por culpa del trabajo de su padre (ingeniero civil), tuvieron que trasladarse a Monterrey hacia ya diez años y luego ella llego a este rancho bicicletero por una expansión de la constructora de su padre. En fin, de último momento no fuimos ya que sus padres tuvieron un imprevisto y viajaron fuera del país.

-Entonces no llegaran hasta el cinco o seis de enero. Discúlpame mucho.

-No importa en realidad. Pasa la navidad conmigo y los muchachos aquí en casa.

-Perfecto. Te veo mañana y nos ponemos de acuerdo para lo que sea que quieras cocinar.

Era obvio que seria lo mismo de todos los años.  Avise a los chicos que siempre si haría la cena en casa y todo estupendo.

El día de la planeación, solo estábamos Eliza, Lorena y yo en casa. Discutíamos sobre lo que teníamos que comprar y los tiempos para hacerlo cuando Eliza se levanta para ir al baño y tocan el timbre. Pelusa se notaba un poco inquieta. Solo aullaba y corría en círculos cuando llegaba alguien a quien quería mucho o conocía de tiempo atrás. Abro la puerta y era quien menos esperaba ver.

-Hola, Samuelita. Volví.

Así como abrí la puerta, la cerré de golpe y me puse de espaldas tratando de procesar la situación. Únicamente escuchaba dos cosas: los ladridos de Pelusa y los latidos de mi corazón acelerado. Repetí el proceso y ahí seguía ella con esa sonrisa encantadora que siempre me derretía.

-Vamos Dibildox, abre la puta puerta.

No sabía como reaccionar por lo que ambas mujeres se asomaron a ver que sucedía y por que se seguían golpeando la puerta de manera insistente. Los gritos de Dom fueron escuchados y por la cara de Eliza, no se lo creía.

-¿Quién es, amor?

-Ehhh, ¡nadie! Ve a la habitación y ahí espérame junto a Eliza.

Desde atrás de mi se escuchaba: “¿con quien cabrones estas?”

-¿Quién es la mujer que te grita? -. Cuestionaba una Lorena titubeante.

-Mi novia…ex novia, perdón. La…

-Acompáñame -Eliza intervino de pronto y se la llevo a mi habitación.

Abrí de nuevo la puerta y continuaba ahí. Se abalanzo a mis brazos y estallo en una contagiosa risa. Sus carcajadas eran de felicidad y las mías de nerviosismo y desconcierto.

-Lamento tanto el no haber estado en contacto durante todo este tiempo pero créeme que mis razones fueron muy fuertes. Tengo que explicártelo todo y que entiendas que la culpa no fue mía. Quise hacer todo lo posible para que no te afectara pero se me salió de las manos.

-No quiero excusas -. Le dije casi llorando  – Me abandonaste y eso no se perdona. No tienes una idea de lo que hice con mi vida durante todo este tiempo. Ya no sabes quien soy y yo no te reconozco.

La Dom de la que me enamore era más alta que yo, muy delgada, un precioso cabello largo y castaño oscuro que normalmente teña de distintos colores en las puntas, unos preciosos ojos gris que hacían un bello contraste con su piel blanca. Ahora se veía cansada, tenia muchos mas tatuajes que cuando se fue, no había brillo en sus ojos y le faltaba esa chispa de vitalidad que la caracterizaba. No era Dom, no era mi Dom.

Veo como sale Lorena a toda velocidad de mi habitación con Eliza detrás de ella en un intento por detenerla. Corrí detrás de ella y le alcance antes de que subiera a su vehículo.

-Tienes que escucharme -. Suplique.

-¿Qué? ¿Qué tenías novia y que me viste la cara de pendeja todo este tiempo?

-Ella era mi novia pero me abandono hace casi dos años. Déjame contarte la historia.

-Debiste contarla al principio –. Se libero de mi amarre y subió a su SUV.

-Se que estas molesta pero no sabia que llegaría hoy. Ni siquiera sabía que iba a regresar. Tienes que creerme.

-Mejor hablamos mañana.

Arranco  y me dejo en medio de la calle hecha un mar de lágrimas. Me calme un poco y regrese a la casa. Me acerque a Dom, y le plante una fortísima cachetada.

-¿Qué carajo te pasa por la cabeza?

-La que debería preguntar eso soy yo. Mira que desaparecerte por casi dos años no es algo normal. Creí que habías muerto o algo así. Eres una puta descarada y ahora has arruinado la relación que me había devuelto la confianza que te llevaste cuando decidiste abandonarme.

Me retire y cerré la puerta de mi habitación con seguro. No supe que paso con Eliza y no supe que paso con Dom, solo me interesaba desahogarme. Abrace a Pelusa y llore hasta quedarme dormida.

Creo que este quedo un poco corto pero supongo que debere compensarlo con la siguiente entrega. Gracias por tomarse el tiempo de leerme.