La buena, la mala y yo (capitulo 2)

"Dios te pone gente en el camino para que regreses a la senda del bien y ella es una oportunidad que no puedes dejar pasar".

CAPITULO DOS.

Llegue a casa todavía con el suceso en la mente. Se que Eliza se dio cuenta pero opto por no preguntar nada. Conociendo la rapidez con la expanden los rumores, no me sorprendería que para el inicio de turno, ya todo sepan mas o menos que sucedió. Tome un baño lento y me fui a dormir. Mi pelusa ya esperaba paciente en su lado de la cama.

Dormí tranquila y desperté con esperanzas. Me sorprendió que Annie no llamara por la noche para ir a recogerla o para darle dinero. Era sábado, día de fiesta obligatoria para ella. En fin, desperté a mi hora habitual, hice algo de ejercicio junto a mi perra, desayunamos y me fui a hacer las compras semanales del domingo.

Abrimos y cerramos un poco más temprano los domingos ya que es un día relax y la gente solo abarrota cuando hay algún evento deportivo interesante o algún suceso televisivo digno de ver. Por ende, me la pasaría haciéndome pendeja de un lado a otro terminando los deberes pare descansar al día siguiente. Tenía la opción de salir un rato pero no me apetecía. A demás, la banda tenía que ir a cobrar su sueldo por los dos días de espectáculo.

Me quede tranquila en la oficina esperando a que llegara el Oso, con quien se había hecho el trato pero menuda sorpresa cuando llego la chica sin nombre.

-Hola de nuevo, guapa. ¿Qué tal estuvo tu noche en concreto?

-Bien, gracias -. Tenia que ser lo mas seca posible.

-Después de lo de aquella noche, ¿te vas a comportar así? -. Parecía querer desafiarme.

-Escucha, lo que sucedió esa noche no debió pasar. Fui débil y una tonta pero admito que fue genial y… -. Ahora yo me acercaba a ella -. … me gustaría repetirlo.

Nos agarramos otra vez a besarnos como si fuera a pasar de moda. Una cosa llevo a la otra y termine con la mujer sentada en mi escritorio colgada de mi cuello, sin blusa y el pantalón a medio quitar. Abrieron la puerta sin avisar.

-¡¡Ay Jesús!! ¡¡Que vergüenza!! -. Exclamaron. Era mi bendita hermana.

Cerró la puerta. Maldecí y me acomode la ropa mientras la chica se reía a carcajadas. Annie entra de nuevo y se queda pasmada.

-¿Annie? -. Pregunto esta chica con el típico gesto de “te conozco y es genial volver a encontrarte”.

-¡¡Perra!!

Se abrazaron y saltaron un poco ignorando completamente la incomodidad del asunto.

-¿De donde conoces a la cascarrabias de mi hermanita?

-Tonta, por ti. Tocamos aquí el viernes y sábado.

-Le dije a Oso pero pensé que ya no cantabas con ellos.

Seguían platicando y yo de idiota contando las líneas del cuadro que tenia enfrente.

-Samantha, necesito un favor enorme -. Me cantaba la peor hermana del mundo.

-No te voy a dar dinero.

-No te portes así, préstame una pequeña cantidad. En cuanto pueda te la devuelvo.

-Vamos Sami, es tu hermana -. Ahora le hacia segunda la otra chica.

-Ni por que te lo esta pidiendo Lorena -. ¡Vaya! Con que así se llama.

-Ni la conozco -. Sinceramente lo dije si pensar.

-No la conoces según tu pero si bien recuerdo, cuando legue aquí ustedes estaban de…

-¡De acuerdo!! -. Interrumpí antes de que pasara algo inoportuno. –Toma.

Le entregue el dinero y la muchacha se fue contenta no sin antes despedirse de Lorena.

-Eres un amor, Sam. La Flaca tiene razón. Por cierto, -. Extendió la mano. – Lorena Melo.

-Samantha Dibildox. Al menos ya se tu nombre.

-Ya se, mucho revolcón y ni me había presentado. Lo siento. ¿Aceptarías una invitación en plan “cena romántica para engatusarte?”

No me quedaba más que reír por lo directa que era.

-Ok. Te doy mi dirección y pasas por mi.

-Así se juega.

Anote en un papel mi bendita dirección y acordamos en que pasaría mañana a las ocho. Como los lunes son mi día de descanso, me caía como anillo al dedo. Eliza tenía razón y era hora de soltarse un poco el cabello para olvidar a la puta de Dom. A fin de cuentas, ella fue la que se marcho por decisión propia.

El día que Dom desapareció fue el más ajetreado de mi vida. Tuvimos una reunión de 40 oficinistas en una sola mesa y clientes aparte, Annie llego a molestarme con que necesitaba mi auto para llevar a tontín, nuestro hermano de 16 años a una fiesta o algo así y como accedí a prestárselo, tuve que llamar a Dom para que pasara por mí. Intente mas de diez veces pero fueron las mismas que se rechazaron. Equis, no era la primera vez que sucedía. Regrese a casa ya muy tarde imaginando que ya estaría en la cama pero lamentablemente tampoco estaba en nuestro departamento. Tenia la maldita costumbre de irse por días enteros sin siquiera avisar por lo que tampoco le tome mucha importancia. Así se pasaron tres días en los que no hubo ni rastro de ella. Al cuarto día comencé a buscarla. Fui a la oficina de su padre pero nadie me supo dar razón y nunca dio la cara, en hospitales no estaba, tampoco en los separos y menos en la morgue. La busque por poco más de un mes y no tenia éxito hasta que cierto día al llegar a casa, me encontré con una nota pegada a la puerta. Decía: “Deja de buscarla, ella esta bien”. Fue lo último que supe. A partir de ahí, decidí enfrascarme en mi trabajo como válvula de escape para suprimir el dolor que me ocasiono el que ella se fuera sin decir una maldita palabra. Me prometí que nunca jamás volvería a tener algo que ver con alguien mas hasta que me sintiera lo suficientemente lista como para soportar que me volvieran a romper el corazón en cualquier momento.

Paso puntualmente por mí a las ocho con cinco. Me subí a su SUV y arrancamos después de un simple saludo con beso en la mejilla. Tenia reservación en un restaurante japonés por lo que de inmediato nos dieron mesa. Mientras examinaba el menú, noté como no me quitaba la mirada de encima. Tenia que estar seria pero es casi imposible cuando alguien te mira como si te quisiera comer.

-¿Podrías dejar de mirarme tan directamente? – Dije sin quitar la vista de la carta –Me incomodas.

-Lo siento pero suele pasar cuando veo chicas hermosas muy cerca de mí.

Pésimo intento de coqueteo, esta mujer era un maldito Don Juan.

-Haces que este incomoda. Si esto continúa, me echo a reír tan fuerte que todo el lugar volteara a vernos o simplemente me voy de aquí sin decir nada -. Amenace.

-Bueno, ya. Te dejo en paz.

Se acerco el mesero, pedimos lo que íbamos a comer y permanecimos en silencio por un rato.

-¿Alguna vez Annie llego a hablarte de mi?

-En rara ocasión. Te vi varias veces en las fiestas a las que ibas a recogerla. No acostumbro ese tipo de eventos pero como dos de mis mejores amigos van, no tengo más opciones.

-Entonces perteneces al mismo grupo que mi hermana.

-No, todos o la gran mayoría de mis amigos y compañeros son diseñadores pero yo soy arquitecto. Ya sabes como son esas fiestas de diseñadores. Si no me equivoco, eres chef, ¿no?

-Así es. No es muy bien pagado pero me da lo suficiente.

-Pues esa faldita se te ve preciosa y se nota que es cara.

Vale, no era que estuviera buscando pretexto para encontrarle algo malo a la primera chica que se fija en mí después de casi dos años pero sus malditos piropos ya me estaban comenzando a cansar. Si, era muy guapa pero no para tanto. Su cabello era larguísimo, llegaba hasta su cintura; sus ojos color avellana te hipnotizaban, sus labios delgados y sonrosados en contraste con su piel blanca tostada por el sol, delicadamente delgada y de mi estatura. Era todo lo contrario a mí y eso era lo interesante pero el hecho de estarme elogiando a cada tres segundos, hacia que me cagara encima. Será que no estoy acostumbrada a que me digan cosas bonitas o exalten mis cualidades.

-Gracias. Tú también te ves genial.

La cena paso sin pena ni gloria y a la media noche ya estaba en mi casa con mi perra. No pactamos una segunda salida, no fue un hasta luego ni un nos vemos mañana o yo te marco. Es mas, ni le di mi número de teléfono pero algo era seguro, si se le antojaba, se lo pediría a la comunicativa de mi hermanita.

Ese día descansé por lo que no hice absolutamente nada pero el martes me incorpore las labores. El día se paso rápido con moderada actividad y afluencia de clientes pero seguía con la espinita de los rumores que pudieran desatarse. Ese día también descansaban la mayoría de los chicos a los que llevaba a su casa por lo cual solo llevaría a Eliza. Se adelanto y esperaba en mi auto para que terminara de cerrar las puertas del lugar. Comenzaba el frio y aunque no me gustaba cargar alguna chaqueta conmigo, pensaba en hacer el propósito de comenzar a llevar una por las noches. Terminaba justamente de cerrar la puerta cuando siento unas manos frías que sacan mis gafas y cubren mis ojos. Rápidamente me gire para agarrar al graciosito que estaba haciendo esto pero di un paso en falso y pise las agujetas de mis botas por lo que caí al suelo llevándome a mi agresor conmigo. Enfoque lo mejor que pude para encontrarme con los bellos ojos color avellana de Lorena. Mi cara era de susto y ella tenía una sonrisa enorme. Admito que fue bochornoso que Eliza observara desde el auto como su jefe y mejor amiga se caía de manera estúpida junto a la chica que había empotrado en la oficina pero realmente me importaba poco.

-¡¿Qué pensabas?! ¡Deberías ser más cuidadosa al tratar de sorprender a alguien!

-Y tú deberías de abrochar tus agujetas. Hola, por cierto.

-Lorena, que milagro.

Trate de levantarme pero ella me lo impedía. Así de la nada me beso lentamente y yo me deje llevar sin atender razones. Luego recuerdo que Eliza me espera en el auto y la empujo para que me deje levantarme.

-Tengo que llevar a mi amiga a su casa. ¿Nos acompañas o te veo después? –Hasta yo misma me sorprendí por mi ofrecimiento.

-Vine en mi auto así que, ¿tu casa en media hora?

-Quince.

.-Ahí estaré.

Nos despedimos y subí al auto. Ignore completamente a mi acompañante y ella sabia que no debía decir nada al respecto.

-Sam, prométeme algo – decía con aire preocupada cuando la dejaba justamente frente a su casa.

-¿Qué cosa?

-Que le vas a dar bien duro hasta que ya no se pueda levantar. Amiga, ella es lo que necesitas para olvidarte de Voldemort. Dios te pone gente en el camino para que regreses a la senda del bien y ella es una oportunidad que no puedes dejar pasar.

-Llevamos dos acostones y una cita, no me voy a casar con ella. No te aseguro que pase algo pero más te vale que no abras la boca con los chicos.

-¿Yo? -. Se tocaba el pecho mostrándose ofendida - ¡¡Nunca!!

Se bajo del auto y me fui de ahí. Llegue poco después de la hora prometida y ella ya esperaba sentada en la escalera de la entrada.

-Eres la persona más puntual que conozco.

-El interés tiene pies, mi Sam.

Abrí la puerta y justo en ese momento recordé algo; Pelusa. Mi perra se aproximaba corriendo a toda velocidad para recibirme. Solo me agache y escuche unos pasos rápido y una puerta que se cerro muy de prisa. Abrazo a mi perra y la controlo mediante su collar. Abro la puerta y veo a Lorena bastante asustada.

-No hace nada. Es Pelusa, mi perra.

-¿Cómo podía saber que no me mordería o algo? No es muy normal permanecer como sin nada cuando un pitbull se te viene encima.

-No es pitbull, es Dogo Argentino.

-Otra cosa que no tendría por que saber.

-Dale tu mano y deja que la olfatee para que te reconozca. De igual manera nunca ha mordido a nadie y eso que viene bastante gente.

-¿En serio?

-No, casi nadie me visita,

Entro una vez que ya se estuvo en paz con mi niña y platicamos bastante sobre una cosa y otra hasta que nos terminamos una botella de vino tino. Tomo sus cosas y se fue prometiendo otra cena para el día jueves.

Los miércoles me tocaba la obligatoria visita a mi amiga “con derechos”, Karla. Era la única mujer con la que me acostaba casi desde que Dom se fue. No nos gustábamos y no teníamos nada serio ya que ella vive con su novio pero aun así teníamos una cita semanal. Descansaba sobre mi pecho y murmuraba cosas que no entendía ya que mi pensamiento estaba precisamente con otra persona.

-Disculpa, no te entiendo.

-Te hablo de Arturo, idiota. Ya me esta comenzando a cansar – me miraba como analizándome –Déjame adivinar… conociste a alguien y te esta moviendo el tapete.

Me la quite de encima y entre a la ducha. Nos veíamos en un hotel cercano a mi casa.

-No te voy a contar nada.

-Se nota que te gusta demasiado. No todos los días te veo con la carita con la que mirabas a Dominique, como perrito pidiendo de comer. Que triste es tu vida, Samuela.

Solo dos personas me dicen así; Karla y Dom.

.-No tengo ni la semana de conocerla.

-Pero algo me dice que ya le diste para sus chescos.

Me esperaba desnuda y recargada en el lavabo.

Karla es un año más chica que yo, de esas mujeres grandes. De mi tamaño pero mas ancha y gruesa que yo sin llegar a estar “gorda”, cabello largo y negro, piel aperlada, ojos café oscuro y un semblante se “me importa un carajo la vida”. Pertenecía al grupo de Dom en preparatoria y nos conocemos desde entonces.

-Eliza tiene razón, necesito cerrar el capitulo de Dom. Eso incluye que ya no podremos veremos mas que como amigas y se acabo.

-Es lo justo. Entonces, te decía que Arturo… - siguió con la plática que teníamos al levantarnos de la cama.

Nos despedimos y cada quien a su trabajo. Era medio día por lo que regrese a casa, subí a Pelusa al auto y me la lleve a pasear un rato.

El jueves por la noche deje todo encargado con los chicos y le di las llaves a Eliza para que cerraran y yo no tuviera la preocupación de tener que llegar. En esta ocasión me puse un bonito vestido negro no muy corto y espere sentada en la sala junto a mi perra. A las nueve escuche el timbre.

-Compórtate muchacha, prometo no tardar mucho. Cuídate y cuida la casa.

Me miro como todo perro lo haría, tome mi bolso, las llaves y abrí la puerta. Ella también llevaba un bonito vestido pero azul profundo. Nos saludamos con un cálido pero rápido beso y subí a si vehículo.

La cena estuvo fantástica y terminamos teniendo sexo en mi sala casi toda la noche. Me despertaron los ladridos de Pelusa. Eso indicaba que algo pasaba. Me encontraba muy cansada y con mucho sueño. Supuse que seria casi de mañana pero había demasiada luz. Me levante y abrí la puerta del patio para que la perra saliera. Lorena seguía dormida en el sofá y su teléfono vibraba. Observo con cuidado el reloj pero no distingo muy bien. Busco mis lentes y cuando al fin los encuentro, miro el reloj y eran casi  las dos de la tarde.

-¡¡¿Qué?!! – grite.

Lorena se levanta alerta.

-¿Qué pasa?

Toma su celular y hace exactamente lo mismo que yo pero a diferencia que ella comenzó a tomar su ropa del suelo y a vestirse a toda prisa.

-Se que tendrás prisa pero mejor toma un baño antes de que te vayas. De todos modos ya vas tarde. Te presto algo de ropa y ya te vas lista. Después me la regresas.

Lo pensó un poco y  termino por acceder. Tomo una ducha rápida y salió para agradecerme. La ropa que se le ocurrió ponerse era precisamente la que estaba del lado del closet que le pertenecía a Dom. En si, usaba la ropa de mi ex novia. Se veía preciosa. Le quedaba un poco holgada de la parte de arriba pero es que Dom tenia unos pechos bastante grandes pero sin exagerar.

Luego de que ella se fue, telefonee a los chicos  para ver las novedades y asegurarme de que todo iba de maravilla. Prometí darme una vuelta en unas dos horas y comencé a arreglarme. La sala podía esperar para limpiarse.

Hola de nuevo, gracias por tomarse la molestia de leer el relato. Espero que les agrade. Cualquier palabra o frase que no se entienda, sientanse libre de comentarla para aclarar la situacion. Asi como voy publicando, estoy leyendo lo que tenia escrito y metiendo correcciones por lo que no tengo ni la menor idea de cuantos capitulos seran. Nos leemos pronto.