La buena educación.

La arrogante Lara. Relato dedicado a alguien muy especial.

Un saludo lectores.

Me llamo Diana, tengo treinta y siete años. Mis padres fallecieron cuando tenía seis, sin familia quedé bajo la tutela del estado. Gracias al sistema de becas pude cursar ciencias económicas y empresariales siendo primera de mi promoción, tengo dos masters y domino cuatro idiomas.

A los veintiocho años entre a trabajar en recursos humanos de uno de los más importantes bancos del país, a los treinta era directora de zona. Tuve que trabajar muy duro y trepar pasando por encima de mucha gente, lo cual, me generó enemigos de los que me deshice de un plumazo.

Tengo más de trescientos empleados a mi cargo, aunque hubiese despedido a más de la mitad por torpes e incompetentes. Mis subordinados me han puesto muchos motes: la arrogante Diana, la soberbia, la estiradilla.

Físicamente soy una mujer muy hermosa. Mido metro setenta cinco, cabello castaño con media melena hasta los hombros, ojos verdes, talla 105 de pecho, vientre plano, cuerpo muy estilizado y delgado (hago ejercicio y cuido mi alimentación al más mínimo detalle ).

En el trabajo visto con caros trajes de ejecutiva, falda entallada hasta más arriba de medio muslo, blusa y americana a juego. Uso finos y larguísimos tacones, me gusta sentirme superior frente a mis subordinados.

Me casé con un hombrecillo carente de carácter y personalidad, ni siquiera os daré su nombre, basta con que sepáis que no comparto ni cama ni habitación con él. Sólo le quiero por el dinero, no por el suyo sino por el de su padre, dueño de varias empresas petroquímicas del país.

Vivimos en una gran mansión con personal a nuestro servicio y poseemos coches de alta gama y villas, tanto en España como en el extranjero.

No tengo hijos, ¿para que?, son una fuente de conflictos, siempre revoloteando y molestando, además hubiesen supuesto un obstáculo a mi carrera profesional.

Los viernes a las seis desconecto el móvil del trabajo, los fines de semana mi esposo se encierra en su despacho y sigue trabajando. Que se joda.

Yo lo dedico a la gran pasión de mi vida, Lara, mi perrita border collier de cuatro años, pura raza y pedigrí. Me costó más de cinco mil euros.

Amaneció un sábado radiante, tras desayunar como una reina calcé mis caras zapatillas de running, me puse la ceñidísima malla azul brillante y un top negro, Lara y yo montamos en el coche y fuimos a hacer nuestra ruta.

Lara iba por delante en el sendero al lado de la gran valla de piedra de más de dos metros de altura, husmeándolo todo. Me encanta esta ruta, son más de catorce kilómetros sin encontrarte prácticamente a nadie.

Lara olisqueó unos arbustos y se metió tras ellos.

-LARA,...,... LARA.... llamé a mi perra sin que apareciese.

-LARA,..., LARA,... grité preocupada.

Mi perrita no daba señales de vida. Miré tras los matorrales descubruendo un pequeño agujero en la pared de piedra.

-LARA,...., LARA.

Inquieta retrocedí hasta la valla. Resulta curioso que pese a haber pasado por delante decenas de veces nunca me asomé. A lo lejos divisé una vieja casona de dos pisos bastante destartalada, a los lados varios corrales y huertos.

-LARA,...., LARA...., volví a llamar a mi perrita muy preocupada.

El radiante sol me deslumbra a. Puse mi mano sobre la frente a modo de visera. A unos treinta metros de distancia, un hombre con una azada excava a en la tierra.

-OIGA,..., OIGA,...., grité.

El hombre levantó la cabeza y me ignoró completamente. Menudo gilipollas farfullé para mis adentros.

-OIGA,..., OIGA,.. llamé con más fuerza.

El hombre se dignó a mirarme, soltó la azada y muy lentamente se fue acercando. Según se aproximaba lo observé, un anciano, casi octogenario, enjuto, bajo, gordo, muy gordo rozando la obesidad, cojeaba ostensiblemente de su pierna derecha.

Vestía un viejo y rozado buzo verde de trabajo, en su cabeza una gorra hortera de una conocida marca de neumáticos, en su boca mordisqyeaba un palillo.

Menudo patán pensé para mis adentros.

-Buenos días,- saludó educadamente-¿Se le ofrece algo?, estoy muy ocupado.

-MI PERRITA,...., MI PERRITA,... - grité desaforada -.

-Menudos modales, Buenos días.

  • Buenos días - contesté -, Lara mi perrita, se ha colado por un agujero de su valla.

-Yyyy?.

Mi angustia por Lara y la indiferencia de aquel patán terminó de sacarme de mis casillas.

-Esa puta valla es de su propiedad, debería tenerla arreglada, ese agujero es un peligro podría colarse un niño y causar una desgracia. Voy a denunciarle.

El hombre no pudo contestar. Al fondo de la finca divisé a Lara.

-LARA,..., LARA,...., VEN AQUÍ, ordené.

-Maldita perra del demonio, me está destrozando el huerto - farfullé el hombre-.

El viejo se llevó dos dedos a la boca, silbó de forma prolongada y estridente. Del lado izquierdo de la casa surgió un enorme perro negro, mezcla de mastín con gran danés, ladeando la cabeza miró a su dueño.

-ATACA, gritó su amo.

El perro furioso corrió aullando contra Lara.

-LA VA A MATAR,..., LA VA A MATAR,..., grité aterrorizada.

Mi perrita no pudo esquivarlo, los cuerpos de los animales chocaron desplazando a Lara varios metros entre una gran nube de tierra. El perro furioso arrinconó a mi perrita contra una pared mientras permanecía tumbada temblando de miedo.

-BASTA,...., BASTA,...., LA VA A MATAR,..., grité desesperada.

-Menudos modales, ¿cómo se piden las cosa? - se jactó el dueño-.

-Por favor, - contesté tragando mi orgullo-, detenga a su perro se lo suplico.

-Mejor, mucho mejor, YAAAA, ordenó al perro.

El tremendo animal miró a su amo sentándose sobre los cuartos traseros vigilando a Lara.

-ESTA LOCO - me encaré con el viejo-, podía haber matado a Lara, le denunciaré, voy a llamar a la policía dije cogiendo mi teléfono.

El malnacido se dirigió a una pequeña caseta al lado de la valla, y sacando una escopeta la apoyó en su hombro. Me sentí aterrorizada.

-Llama,..., llama a la policía y así podré decirles que confundí a tu perra con un zorro que atacaba mis gallinas, replicó tranquilamente el indeseable.

-Baje el arma,..., baje el arma,..., le,..., le juro que no llamaré a la policía.

-¿Como se piden las cosas?

-Por,..., por favor bajé el arma,..., se lo ruego.

-Mejor,..., mucho mejor, - se vanaglorió-.

El maldito viejo, esbozando una sonrisa triunfadora, dejó el arma apoyada contra un viejo tronco.

-Le exijo que me devuelva a Lara, ordené.

-¿Como te llamas?.

-Diana, contesté orgullosamente.

-Parece que no aprendes Diana, NO, no te devolveré tu puta perra fue su dura respuesta.

¿Que has dicho?, - increpé muy exaltada -.

-Nunca te devolveré la perra.

Me quedé absolutamente fuera de juego, intenté replicar pero el malnacido no me dio opción a contestar.

-Verás Diana, eres una pija de ciudad, soberbia y orgullosa. Has venido a mi casa, has criticado mi valla, tu perra me ha destrozado el huerto, me has faltado al respeto, amenazado con denunciar a un anciano y llamar a la policía. Todo lo que hay en la finca es de mi propiedad, nunca te devolveré tu puta perra, es hora de que recibas una lección .

La situación era del todo kafkiana. Acostumbrada a tratar con los banqueros y empresarios más poderosos del país, a cerrar negocios de millones de euros, a negociar con los más duros abogados, yo, la implacable Diana era incapaz de convencer a un patán para que me abriese la verja.

-Le pagaré lo que me pida, le recompensaré los destrozos, ¿cuanto quiere?, ¿mil euros?.

El hombre me miró con total desprecio.

-No aprendes Diana,-replicó -.

-Tres mil,..., cuatro mil..., subí la oferta.

El viejo, ignorándome, se giró alejándose de la valla.

-Se,,,. seis mil euros,..., le daré seis mil euros,... es mi última oferta supliqué.

El malnacido se alejó más. Rompí a llorar desconsoladamente. El anciano se dio la vuelta.

-No eso no,..., por favor no llores,..., no puedo soportar a una mujer llorando,..., era una broma - dijo en tono condescendiente -.

Levanté la mirada.

-¿Me entregará a Lara?.

Una carcajada me dejó helada.

-Ni lo sueñes pija engreída, crees que con cuatro lagrimitas de cocodrilo vas a obtener mi perdón, Diana márchate de mi casa - ordenó -.

-MALNACIDO,HIJO DE PUTA, BASTARDO, JURO QUE TE ARREPENTIRÁS POR ESTO, TU NO SABES QUIEN SOY YO, NO SABES CON QUIEN ESTÁS TRATANDO- le amenacé-.

Un rictus de dureza se reflejó en su rostro.

-LAS TETAS,,...., ENSÉÑAME LAS TETAS ZORRA.

Me quedé perpleja, indignada le respondí : QUE HA DICHO HIJO DE PUTA?.

-QUE TE SAQUES LAS TETAS MALDITA PIJA SOBERBIA, - gritó fuera de si- MUÉSTRAME LAS TETAS Y TE ENTREGARÉ TU ASQUEROSA PERRA.

No me podía estar pasando esto, era un mal sueño, una pesadilla de la cual debía de despertar.

-VOY A DENUNCIARLE POR ACOSADOR, VOY A LLAMAR A LA POLICÍA Y SE PUDRIRA EN LA CÁRCEL EL RESTO DE SU VIDA.

-Como quieras, no tetas, no perra, se rió el desgraciado mientras volvía a empuñar su escopeta.

-No irá,.., no irá,...

El detestable viejo apuntó directamente a Lara.

-BASTA,..., BASTA,..., rogué , LE ENSEÑARÉ LAS TETAS PERO NO DISPARE A LARA POR FAVOR, SE LO SUPLICO.

Una mueca de satisfacción y deseo se dibujó en su rostro.

-Venga zorra, súbete esa especie de putipijama que llevas puesto y enséñame tus tetas.

Derrotada y humillada por aquel viejo verde pervertido, por un patán, por un indeseable malnacido no tuve otra opción. Cerré los ojos y asiendo la parte baja de mi top lo subí mostrando mis tetas a ese hijo de puta.

-DIOSSSS PUTA PIJA DE MIERDA,..., QUE UBRES,..., QUE TETAZAS DE VACA LECHERA.

Gruesos lagrimones surcaron mi rostro al escuchar sus obscenidades, aquel patán me había denigrado obligándome a mostrar mis pechos. Dígnamente bajé mi top.

-Devuélvame a Lara exigí.

El pervertido se rió.

-Te crees que por enseñarme cinco segundos las tetas te voy a devolver tu perra, quiero más, deja que acaricié tus tetas y te juro que te la entregaré. Sino lo haces la mataré de un tiro.

Temblando me acerqué a la valla subiendo de nuevo mi top.

-ÁBRE TUS PUTAS TETAS Y METELAS ENTRE EL BARROTE PUTA PIJA DE MIERDA.

Acatando su orden, abrí mis senos aprisionando el duro y frío barrote.

-DIOSSSS QUE AREOLAS Y QUE PEZONES TAN DUROS Y SONROSADOS TAL Y COMO LOS IMAGINABA- gritó el violador-.

Cerré los ojos, vejada y humillada lloré cuando sentí el contacto de sus sucias y ásperas manos sobre mis pechos.

El pervertido magreó mis tetas tirando de mis PEZONES, abrí los ojos un instante, su cara mostraba una horrenda mueca de placer, de la comisura de sus labios se escaba su viscosa saliba.

El acosador me dió la vuelta, quedé de espaldas a la valla y asiendo mis muñecas tiró hacia arriba.

-Puta agárrate a los barrotes, ten cuidado no vayas a romperte una uña - ordenó irónicamente -.

Sin esperarlo, una tremenda nalgada se estampó contra mi culo. Grité de dolor, el golpe fue tan duro que casi caigo al suelo.

Las nalgadas no se hicieron esperar, hasta en diez ocasiones estampó con dureza la palma de su mano sobre mi dolorido y enrojecido culo.

-Esto te enseñará a portarte bien y no tratar con desprecio a la gente, - aseveró el hijo de puta-.

-Pagará por esto, juro que lo pagará - grité asustada-.

Escuché el ruido de una cremallera al bajarse, el hijo de puta volvió a centrarse en mis tetas, su mano izquierda las magreaba y sobaba con dureza, tomando posesión de éllas y de mis sonrosados y duros pezones.

-Mira Diana,.., mira, ...., no se quién es más puta, si la perra o su dueña - afirmó con una gran carcajada-.

Lara observaba la repugnante escena, parecía ida, con los ojos vidriosos, jadeaba. Tras ella el enorme perrazo lamía los geniales de mi perrita.

Del capuchón del animal surgió una tremenda verga de color rojo muy intenso. Lara levantó su cola aceptando a su macho mientras el detestable perro trepando sobre los cuartos traseros de Lara la penetró hasta el fondo de un solo empujón.

Mi perra con los ojos en blanco jadeaba descompasadamente.

Con fuerza el viejo me giró quedando enfrente suyo, se masturbaba con mucha rápidez. Me quedé sin palabras, su verga lubricada era tremenda, más de veinte centímetros muy gorda, con un glande de color muy oscuro, casi negro y unos gordos y peludos testículo.

-Nunca has visto una así pijita de ciudad, cógela, acariciala, es toda tuya - se vanaglorió el viejo verde pervertido -.

Miré a Lara, con los ojos cerrado jadeaba como una puta siendo empalada por aquel mastodonte animal. Observé de nuevo la tremenda virilidad del degenerado y como un autómata sin voluntad, como un robot agarré su enorme y húmeda verga manchando mis manos con su precum.

-DIOSSSS - jadeo el decrépito anciano-, ESO ES PUTA PIJA PAJEA A TU MACHO, DESDE AHORA SERÁS MI ZORRA.

Un tremendo aullido escapó de la boca del perrazo, sin dejar de masturbar al hijo de puta que me había vencido y humillado, contemplé absorta y embobada como el gigantesco animal se corría escandalosamente en las entrañas de Lara, preñandola, mientras mi perrita con la boca entreabierta y la lengua fuera jadeaba escandalosamente.

Sin darme cuenta el acosador tiró con fuerza de la parte delantera de mi malla, antes de que pudiese oponerme introdujo su tremenda virilidad entre mi tanga rosa y mi sexo. Su rabo desprendía un calor insoportable.

-ME CORRO,..., DIOS ME CORRO,...., gritó desesperado el viejo agarrándose con desesperación a los barrotes.

Acaricié los tremendos cojones del pervertido y al instante sentí incontables chorros de semen caliente sobre mi arreglado vello púbico. Caí al suelo sintiendo su lefa escurriendo por mis muslos mientras el volador se carcajeaba.

El viejo abrió la valla, HABÍA ESTADO ABIERTA EN TODO. MOMENTO, y con desprecio me arrojó a Lara.

Corrimos como locas alejándonos del lugar, salí del sendero arañándome con los matorrales hasta llegar a un claro del bosque. Extenuado y apollada contra el duro tronco de un árbol introduje la mano debajo del tanga rosa, mi coño estaba pringoso de la tremenda corrida del viejo.

Recogí con mi mano gran parte del semen llevándolo a mi boca, como una verdadera cerda tragué el semen del viejo mientras que con la otra mano me masturbaba frenéticamente ante la curiosa mirada de Lara.

No me había acariciado desde los tiempos de la universidad, una caricia más prolongada e intensa en mi clitoris hizo que mi cuerpo convulsiónase, noté espasmos en mi vagina, arqueé la espalda sin control, y me oriné encima mientras me corría como una cerda humillada en el orgasmo más largo e intenso de mi vida.

FINAL