La bruja y su varita mágica

Tras un sueño, encuentra una varita mágica en su cama y acude al encuentro de la Bruja.

La bruja y su varita mágica

A Evita, la Bruja

Al principio no conseguí situarme ni en el tiempo ni en el espacio, solo estaba yo tras una ventana de hotel en un quinto piso, flotando en el aire sin el más mínimo asombro y mirando a través de una ventana cómo yo copulaba contigo, pero mi visión era limitada porque, advertí, tenía algo en la cabeza. Un pasamontañas. ¿Qué hacia yo con un pasamontañas espiándonos? De cualquier manera, la excitación me iba aumentado el tamaño del sexo hasta proporciones insospechadas para estar flotando a un quinto piso de distancia del suelo, pero la excitación no crecía por lo que veía, si no por lo que sentía. Y es que yo sentía lo que tú le hacías al tipo ese que estaba contigo y que era yo mismo. El golpe contra el suelo fue terrible: cuando orgasmé, justo cuando vosotros dos, o sea, tu y yo, orgasmabais, empecé a caer y a caer... hasta que me trague el asfalto. A partir de ahí solo recuerdo que nos despedimos, cuando el yo que se estrelló contra el suelo ya estaba dentro del yo que copuló contigo, y no nos dijimos nada más que hasta pronto, y ahí fue cuando me di cuenta de que estaba soñando lo que tú habías escrito, y entonces pasó lo que pasa cuando te das cuenta de que estás soñando, que me desperté. Pero enseguida estaba durmiendo otra vez y continuó el sueño, algo extraño pues los sueños interrumpidos raras veces continúan. Cerré la puerta de la habitación, me acosté en la cama, me tapé con la sábana todo el cuerpo y quedé totalmente a oscuras. Me giré y me pinché con algo fino y alargado, un poco más largo que un dedo... lo agarré y por el tacto no sabía lo que era... pero estuve un rato tocándolo, tratando de averiguar qué tenia entre los dedos... pero no hubo forma. Así que encendí la luz y... (aquí fue donde desperté, justo cuando la luz se filtraba por las rendijas de la persiana de mi habitación. Lo que sigue es pura fantasía y deseo). ¿Qué podría ser lo que me pinchó y no supe qué era? Ahá... ¿cómo no? ¿No sabes lo que era? Deberías saberlo, pues era tuyo... o mejor dicho tuya: era un palito de algún metal extraño... Tu varita mágica de bruja (no sé si seria eso, pero... ¿por qué no?). Desprendía un olor poderoso que me recordaba el dulcísimo aroma de tu sexo embriagador e hipnotizante, así que volví a apagar la luz y dormí con la varita sobre la almohada, justito al lado de mi nariz.

Son las siete de la tarde y acabo de despertar. He dormido casi doce horas. Me ducho sin ninguna prisa, me visto y bajo a la cafetería del hotel a tomar el desayuno, un cafelito solo con un croissant y un cigarro para acompañar. Llevo la varita en el bolsillo y la noto en la pierna como si palpitara, como si tú estuvieras dentro de la varita y palpitaras al ritmo del latido de mis venas. Estoy ya acabando de desayunar cuando me doy cuenta de que la gente que me rodea está cenando. Las ocho y media. Afuera el sol ya se está yendo y llega la noche, con su traje sin luces y sus recuerdos antiguos y los desfiles etéreos del deseo. Salgo del hotel y tomo un taxi que me lleva lejos de la ciudad... El taxista me pregunta si tengo plata suficiente para pagar el viaje y yo le doy unos pocos billetes que le estampan una sonrisa en la cara. Una hora... dos horas de viaje y el taxi me deja a dos kilómetros de una playa. Voy paseando hasta la orilla, me desnudo y me siento en el borde del mar, donde las olas acarician mi cuerpo con un poco menos de delicadeza que tu lengua. Cojo el pantalón y saco la varita, la miro a la luz de la luna, la huelo, me embriago de su aroma, que es el tuyo, y alguna fuerza extraña me hace que la arroje al océano, donde veo cómo choca contra su piel y desaparece, pero el agua comienza a burbujear justito en el punto donde cayó la varita, iluminada por la autopista plateada que proyecta la luna desde la orilla hasta el horizonte. Las burbujas se convierten en un pequeño tornado de agua y espuma que se aproxima hasta la orilla erguido y difuso como un fantasma... apenas a un metro de mí se detiene y explota, mojándome entero. Me quito el agua de la cara y ahí estas tú, vestida solo de noche y con la varita en tu mano.

–Creía que lo de bruja era solo una ilusión...- te digo.

Sabías que no..., respondes, acercándote hacia mi, quedándote de pie a apenas unos centímetros de mí, desnuda y empapada de agua marítima. Te acercas un poco más y pasas una pierna por encima de mi hombro y la otra por encima del otro, y te quedas casi sentada sobre mis hombros, con tu sexo pegado a mi cara... tu sexo palpitante. Me preguntas con una voz de orgasmo si he cenado... y no te respondo porque ya estoy dándole un beso profundo a tu sexo, infiltrando mi lengua entre sus pliegues y lamiendo, rascándote con mi lengua en las paredes de tu vulva... que tiene un ligero sabor a agua marina, salada, pero solo ligero, pues el perfume de tu sexo es mas penetrante, mas envolvente... Me agarras la cabeza y la presionas contra tu sexo como si la quisieras dentro... yo te digo que no cabe... y tu empiezas entonces a pronunciar unas palabras extrañas mientras mueves tus manos al aire y... ya.

  • ¿Que me has hecho?- te pregunto con una voz apenas audible.

  • ¿No decías que no cabía? Ahora ya puedes entrar..., me dices, cogiéndome en la palma de tu mano y pasándome la lengua por todo mi cuerpo, dejándome empapado de tu saliva... Me has convertido en un ser diminuto, del tamaño de tu mano.

Ahora vas a entrar ahí... portate bien, me dices, y me pones en la entrada de tu sexo. Yo acaricio la entrada de esa cueva paradisíaca y muerdo tu carne, los labios de tu concha, me restriego contra ellos... y poco a poco me voy adentrando, perdiéndome dentro de ti... Todo esta oscuro y húmedo, pero el flujo que empapa el interior de tu sexo es delicioso y me dedico a lamer y chupar tus jugos, emborrachándome poco a poco... Te pellizco por dentro, te muerdo, y desde ahí oigo cómo gimes, pero tus gemidos los oigo desde dentro, oigo cómo llegan tus suspiros por el interior de tu cuerpo y resuenan leves dentro de tu sexo... Noto que las paredes de tu sexo son rugosas... y se me ocurre que podría escalar... Nunca había hecho alpinismo dentro de un sexo... y ahí estoy, escalándote por dentro, agarrándome con dientes y manos y uñas, subiendo hacia arriba y presionando en cada punto que alcanzo... pero de pronto hay un terremoto y me caigo al suelo, oigo un ruido como de torrente... y sé que te vas... o que te vienes... si no me sujeto fuerte me va a arrastrar hasta afuera , pienso, y me agarro a los labios interiores de tu sexo y abro la boca y todos mis poros para que tu torrente me penetre... ah... me pasa por encima y por debajo, por los lados y por dentro me inundan tus flujos, que inevitablemente me arrastran con su poderosa fuerza y me dejan en la arena de la playa rebozado y al borde de la asfixia ... y de pronto... ¡chas! Recupero mi tamaño normal y toso, vaciando de mi cuerpo tus flujos que casi me ahogan...de placer...

Nos ponemos en pie y caminamos hacia dentro del mar, hasta donde nos cubra por la cintura, y descansamos sentados con el agua por nuestro cuello... Yo me acuesto sobre el agua y tu me atraes hacia ti, me sostienes con una mano por el culo para evitar que me hunda y con la otra comienzas a jugar con mi sexo... palpándolo, rodeándolo, moviéndolo de un lado a otro... mientras va creciendo vas lamiéndolo con la punta de tu lengua afilada y envuelves con tu mano mis huevos y los aprietas y acaricias ... te metes la punta de mi polla en tu boca y la acaricias con tu lengua y poco a poco la vas introduciendo dentro de tu boca ansiosa que sube y baja lentamente ... A estas alturas yo ya tengo las piernas sobre tus hombros y mi sexo junto a tu boca, que se lo traga y lo suelta, lo absorbe y lo escupe, adentro y afuera... Como me sujeto a ti con las piernas, tienes libres las dos manos y, mientras con una juegas con mis huevos, con los dedos de la otra buscas mi culo hasta que lo encuentras y comienzas a introducir un dedo... Yo estoy flotando en el mar y en el cielo... Acompasas el ritmo de tu boca y de tu mano, y cuando te metes mi polla en tu boca, sacas el dedo de mi culo, y cuando sacas mi polla de tu boca, metes el dedo en mi culo, y luego dos... y llegas a tres... y notas cómo palpita mi sexo... y paras. Te cruzas de brazos y me lanzas una sonrisa de lujuriosa lascivia. Te dejas llevar por la corriente del mar hasta la orilla y te quedas allí acostada, con las piernas ofrecidas, comienzas a masturbarte esperando que yo acuda... y yo me dejo arrastrar por el mar, que lentamente me lleva hasta tus pies... empiezo a lamerlos y a subir por tus piernas, mordiendo tus gemelos, tus muslos... tu vientre, tus pezones... tu cuello...tus labios... y nos fundimos en un beso profundo y desesperado... Estiras tu brazo y me coges el sexo, lo pones otra vez duro y lo apuntas hacia tu sexo... y te penetro despacio... retardando el momento de llegar hasta el fondo... Me pasas las piernas por encima de los hombros para que la penetración sea total... y comenzamos un ritmo de frenesí descontrolado, cogiendo como endemoniados, gimiendo y suspirando, palpitando al mismo ritmo y juntando nuestras lenguas... hasta que orgasmamos, nos vaciamos el uno en el otro y, desmayados, nos quedamos durmiendo en la orilla misma de la playa.