La broma
Pedro le gasta a su crédula madre una broma, sin imaginar que ella se lo creería todo. Los resultados son muy placenteros para el joven
Todo empezó como una broma que le gastó Pedro a su madre.
Vivían solos desde que su padre los abandonó cuando él tenía 10 años. Ahora Pedro tiene 22 años y su madre 45. Morena, bajita, algo regordeta, pero muy simpática. Trabajaba para mantenerlos a los dos e insistió en que Pedro estudiara una carrera. Le dijo que quería que su hijo fuese más que ella.
Desde hacía unos meses, Julia, la madre, se había aficionado a internet. Se pasaba el día mandando y recibiendo emails a sus amigas.
Una noche, para la cena, Pedro vio con asombro como su madre tomaba solo una ensalada de col con coliflor. La cocina apestaba a coliflor cocida.
-¿Sólo cenas eso, mami?
-Sí.
-¿Y eso?
-Matilde me mandó un correo en donde decían que la col y la coliflor son muy buenas para la piel
-¿Queeeeeeeee?
-Sí, sí. Según un estudio de la universidad de Helsinki.
-Pero mamá. Que todo eso no son más que tonterías.
-Sí, claro. Ahora resulta que tú vas a saber más que los científicos que hicieron el estudio.
Pedro se calló. Total, no era más que col y coliflor. Daño no le iba a hacer. Como máximo, le daría una cuantas flatulencias, de esas calentitas, pensó, y se rio.
-¿De qué te ríes, mozalbete?
-Jajaja. De nada mami. Pero mantente alejada de mí mañana.
-¿Por?
-Para que no me atufes.
Julia miró el trozo de coliflor que estaba a punto de meterse en la boca y comprendió.
-Tonto. Tú también deberías comer un poco. Es muy sano.
-Ya, pero paso.
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Un par de semanas después, Pedro se quedó mirando como su madre se preparaba un batido con tunos indios.
-Me mandaron un correo en donde decían que el tuno indio tiene grandes propiedades antioxidantes y es bueno para el colesterol.
Pedro puso los ojos en blanco.
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Durante las siguientes semanas, Pedro se sorprendió una y otra vez con las ocurrencias de su madre. Una tarde la encontró en el salón con la cara llena de pepino cortado en rodajas. La universidad de Colorado decía que limpiaba los poros.
Otro día le fue a dar un beso al llegar de la facultad y el pestazo a ajo lo echó para atrás. Su madre le dijo que un estudio revelaba que el ajo era el anti cancerígeno más potente de la naturaleza.
Las cosas más peregrinas que le mandaban sus amigas se las creía a pies juntillas. Peelings de azúcar, mascarillas de té y miel. Probaba las cosas unos días hasta que recibía un nuevo correo y pasaba al siguiente remedio milagroso.
-Pero mamá, por dios. ¿Cómo puedes creerte todas esas cosas?
-Pues me van muy bien.
-Seguro que la mayoría, si no todas, son mentiras. Ocurrencias de alguna mente calenturienta.
-Tú que sabrás
Pedro decidió no insistir. Vigilaría que no hiciese ninguna locura. Su madre era tan crédula, que si un estudio de la Universidad de Chiquitistan decía que lavarse los dientes con un poco de lejía combatía las caries, la muy inocente lo haría.
+++++
Una tarde Pedro estaba en su habitación, mirando un poco de porno para relajarse de los estudios. En su pantalla, una linda morenita chupaba una inmensa polla, hasta que el tipo se corría abundantemente en su risueña cara. Después, la chica, sin dejar de sonreír, se esparcía el semen por la cara.
En ese momento, Pedro recordó las boberías que se decían. Los bulos que circulaban por ahí. Recordó la credulidad de su madre y decidió gastarle una broma.
Buscó en internet el escudo de una prestigiosa universidad americana. Preparó un escrito, tratando de que le saliera lo mejor posible, y se lo mandó a su madre con un correo que ella no conocía.
-Jajajaja, mami. A ver piensas de este estudio.
Un rato más tarde, su madre llegó del trabajo. Pedro la saludó.
-Hola mami. ¿Qué tal el trabajo?
-Uf, vengo agotadita. Me voy a dar una buena ducha y preparo la cena. Después miraré mi correo y me iré a la camita.
-Vale. Si quieres, mientras te duchas, voy preparando algo de la cena.
-Eres un sol. Si quieres, vete pelando unas patatas.
-Oído cocina.
Mientras pelaba las patatas, Pedro no pudo evitar reírse imaginando la cara de su madre cuando leyese el correo.
Cenaron y después ella, como le había dicho, le dio las buenas noches y se fue a su habitación. Pedro se fue al salón. Aprovecharía que no estaba su madre para buscar una película de marcianos. O de miedo.
Julia se sentó frente su ordenador. Lo encendió y se fue a leer su correo. Empezó por el primero. Un pps de una de sus amigas con chistes sobre suegras. Se rio, recordando a la bruja de su suegra. Una par de correos más de sus amigas, con fotos de lindos paisajes, algunas recetas.
Mucho spam. Ya los reconocía y los borraba sin abrir, sobre todo si no conocía a quien se los mandaba. Pulsó para borrar uno de alguien desconocido. El asunto decía.
"Nuevo estudio de la Universidad de Houston, Texas".
Le picó la curiosidad. Y lo abrió.
"Houston, Texas. 10 de julio de 2012.
Científicos de la Universidad de Houston han publicado en la prestigiosa revista médica New England Journal of Medicine un estudio sobre los beneficios para la salud del semen humano.
Según el estudio, el semen humano tiene muchas propiedades, que hasta ahora eran sólo hipótesis. Han demostrado, estudiando a más de 100 voluntarios, que posee ingredientes muy beneficiosos para la piel.
Para el estudio usaron varios grupos de control. A unos se les facilitaba un placebo y a otros semen real. Demostraron que aquellos que regularmente esparcían sobre su rostro semen humano conseguían a las pocas semanas una piel más fina, más uniforme y sin manchas. Así mismo, disminuían las arrugas y aumentaba la tersura general de la piel.
El mismo estudio indica, así mismo, que el semen ingerido también tiene beneficios para la salud. Se han contrastado mejoras generales del organismo, disminución del apetito y mejora en el estado del bienestar.
Parece ser que los beneficios de ingerir semen son más pronunciados en las mujeres que en los hombres. Se especula con posibles causas genéticas para esta discrepancia entre los sexos. El sexo femenino está más preparado para asimilar las proteínas del semen que el sexo masculino.
El estudio termina indicando que las propiedades beneficiosas del semen disminuyen rápidamente con el tiempo, siendo mucho mayores recién eyaculado. Diez minutos después de producirse la eyaculación, parece ser que los beneficios desaparecen"
-Joder- dijo Julia cuando terminó de leer el correo.
Cualquier otra persona se habría dado cuenta de la sarta de tonterías que contaba, pero Julia lo volvió a leer.
-Joder - repitió.
Se lo había creído a pies juntillas.
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Al día siguiente, durante el desayuno, Pedro quiso saber si ella había leído el correo.
-¿Que tal mami? ¿Descansaste?
-Ummm, sí. He dormido como un lirón.
Pedro le iba a preguntar si había recibido más correítos con remedios milagrosos, pero se dio cuenta de que si lo hacía a lo mejor ella sospecharía. Así que no le dijo nada. Si lo había leído, la broma ya estaba hecha. Y si no, pues tampoco pasaba nada.
Ella no dijo nada. No insinuó nada. Quizás, se dijo Pedro, se había pasado con el correo y ni siquiera la crédula de su madre se lo había creído.
Se olvidó del asunto.
Hasta que tres días después, su madre le preguntó, a bocajarro, de sopetón, sin avisar.
-Oye...Pedro... ¿Tú te masturbas mucho?
-¿Queeeeeeeeeeeeeeeeeee?
-Que si te masturbas mucho.
-Coño, mamá. ¿Qué pregunta es esa?
-Es... sólo por saberlo.
Pedro estaba asombrado. Aunque la relación con su madre siempre había sido muy abierta, aquella pregunta lo dejó ojiplático.
-Pues...no sé. Lo normal, creo.
Notó que las mejillas de su madre se ponían rojas.
-Y... ¿Qué haces...después?
-¿Cómo que después?
-Me refiero...esto....uf.... a qué haces...ya sabes, con... el semen.
Pedro comprendió de repente. Su broma. Su madre la había leído. Y se la había creído. Pero no podía ser. Si no eran más que burradas.
-Mamá, joder...
-¿Lo tiras?
-Pues claro que lo tiro. ¿Qué quieres? ¿Qué lo saque de paseo? Lo limpio con papel y al baño.
Las mejilla se su madre se encendieron más. Julia se moría de vergüenza. Miró al suelo.
-¿Me lo darías?
-¿Pero qué dices? ¿Te has vuelto loca?
-No... Es...es...por un estudio...dice que...
-¿Qué estudio? - Preguntó, sabiendo la respuesta
-Uno que leí.
Pedro le iba a decir la verdad. Que el estudio era falso. Que todo había sido una broma que él le hizo. Pero notó como la polla se le estaba poniendo dura. ¿Hasta dónde llegaría ella?
-¿Hablas en serio, mamá? ¿Quieres que te de mi semen?
-Sí. Lo vas a tirar en el retrete, ¿No? ¿Qué más te da?
-Joder, es que lo que me pides es muy raro.
-Lo sé, lo sé. Llevo días pensando en como pedírtelo. Eres el único al que puedo pedírselo. Sé que no le vas a contar a nadie esto. Debe quedar entre nosotros. Me moriría si alguien llegara a saberlo.
Desde que su padre los abandonó su madre no había vuelto a salir con hombres. Así que él era el más cercano.
-¿Lo harás, Pedro? Por favor...di que sí.
-Uf, mamá. Esto es muy raro, la verdad.
-Por favor.
La polla le dolía encerrada en los vaqueros.
-Está bien.
-Gracias, tesoro.
Julia levantó la vista. Estaba menos roja. Ya había pasado el trago de pedirle a su hijo semejante cosa.
-¿Y...cómo...lo hacemos?
La mente de Pedro volaba. Se imaginaba toda serie de morbosidades. Pero su madre ya lo tenía todo planeado.
-Pues, he pensado que cuando te masturbes y vayas, ya sabes...a acabar, eches el semen en un vasito y después me lo das.
-¿Qué vas a hacer con él? ¿Alguna extraña receta?
-No...uf...pensarás que estoy loca.
-Dímelo.
-Es para...la piel. El estudio decía que era muy beneficioso para la piel del rostro.
-¿Te lo vas a...?
-Sí - respondió, volviendo a ponerse roja.
-Joder.
La polla de Pedro tuvo un espasmo. Su madre estaba dispuesta a esparcirse su semen por la cara.
-¿Qué más decía el estudio? - preguntó, para comprobar si ella estaba dispuesta a todo.
-También decía que ingerido es muy beneficioso para la salud, especialmente de la mujer.
-Coño.
-Sí, ya sé que es algo sorprendente, pero el estudio era de una prestigiosa universidad y ha sido publicado en una de las mejores revistas médicas.
¿Qué coño sabía su madre sobre universidades prestigiosas y revistas médicas? Pero no le importaba. La idea de hacer lo que ella le pedía lo tenía muy excitado.
-Bueno, está bien. Lo haré.
-Oh, gracias tesoro. Muchas gracias.
-Esta noche me corre...eyacularé en un vasito y mañana te lo doy.
-Uy, no. El estudio dice que las propiedades se van rápido. Tengo que...usarlo antes de diez minutos.
-Coño, como la vitamina C del zumo de naranja, ¿No?
-Si, jeje.
-De acuerdo entonces. Te lo llevo desde que... termine.
Julia sonrió. La cosa no había sido tan terrible. Su hijo era un sol.
-¿Cuándo...ya sabes... lo harás?
-No sé. Puede que después, antes de dormir.
-Ah, vale.
Julia hubiese jurado que su hijo estaba excitado. Pero prefirió no decirle nada más. Ya era bastante extraño todo lo que había pasado como para pedirle que se fuera a masturbar ahora.
Pedro estuvo excitado durante la cena. Y después de la cena. Tenía ganas de irse a su cuarto a hacerse una buena paja. Pero su madre sabría que iba a hacer eso. Y extrañamente, le daba un poco de reparo.
Así que se quedó en el salón, viendo la tele. Miraba de reojo de vez en cuando a su madre.
"Coño, mami. Pero mira que eres crédula", se decía una y otra vez.
Cuando terminó la película, Pedro se levantó.
-Bueno, me voy a... dormir.
-¿Dormir? ¿Y no...? ya sabes.
-Sí. Está bien. También a lo otro.
-Gracias.
Pedro fue a la cocina y buscó un vaso pequeño. De ahí se fue a su cuarto. Julia se quedó en el salón. Estaba muy nerviosa. Su hijo se había ido a su cuarto. Se iba a masturbar, a echar su semen en un vaso y luego se lo traería a ella. Y ella, después...
Pedro cerró la puerta.
-Joder. Esto es una locura.
Pero se bajó la bragueta y se sacó la polla. La tenía muy dura. Como nunca. Se la agarró con la mano derecha y empezó una lenta paja.
-Joder, joder. Me voy a correr en el vasito y mi madre se echará mi leche por la cara. ¡JODER!
No aguantó mucho. Lo enormemente prohibido de lo que estaba haciendo era muy fuerte. Sintió la llegada de su orgasmo. Puso el vasito delante de su polla, y empezó a correrse.
El primer chorro fue tan fuerte que rebotó en el fondo y salió disparado hacia el suelo. Los siguientes los controló y cayeron todos dentro. Tuvo una buena corrida.
De su polla colgaba un hilillo de semen. Con el borde de vaso lo recogió. Después, levantó el vaso y lo miró. Había una buena cantidad de semen.
¿Y ahora qué? ¿Se lo doy o le digo la verdad?
Optó por dárselo. Cabía la posibilidad de que ella se echase para atrás. Se guardó la polla en el pantalón y fue al salón.
-¿Ya? - preguntó su madre.
-Sip.
-Has sido... rápido
-Bueno, a veces duro más y a veces menos.
No podía decirle que estaba tan caliente al imaginar como ella se esparcía su corrida por la cara que no había aguantado nada. Se acercó y le dio el vaso.
-Bueno, mami, aquí tienes lo que querías.
Julia alargó la mano y cogió el vaso. Se quedaron unos segundos sin hablar, sin saber que hacer.
-Me voy a dormir. Hasta mañana.
-Hasta mañana, tesoro.
Cuando Pedro se fue, Julia salió corriendo para hacia su dormitorio. Si había llegado hasta allí no quería que ahora las maravillosas propiedades de lo que contenía el vasito se evaporan.
Entró, se sentó frente al espejo de su tocador.
-Bueno, vamos allá.
Miró el vaso. Lo movió un poco. El semen de su hijo era espeso, y aún estaba caliente. ¿Cómo hacerlo?
Decidió echárselo en una mano. Vació el contenido sobre la palma de su mano izquierda. Dejó el vaso boca abajo para que la mayor parte cayera. Seguidamente, se llevó la mano a la cara.
Y lentamente, como si fuese la crema de noche que usaba, se empezó a untar el caliente y pegajoso semen por el rostro. Por sus mejillas, en su frente, en su barbilla. No había una cantidad muy grande, así que no pudo cubrirse bien del todo. Pero quedó satisfecha.
Se miró al espejo. Su cara brillaba un poco. Y el olor del semen llegó a su nariz. Fue consciente de lo que había hecho. Se había echado el semen de su hijo por la cara.
-Jajajaja, al final lo que no pudiste hacer tú lo ha hecho tu hijo.
Se refería a su marido. Muchas veces le había pedido que dejase que se corriera en su cara, pero ella nunca lo dejó. Lo encontraba sucio, denigrante. Y ahora, ella misma, se acabada de poner semen en la cara.
-Pero lo dice la New Medicine esa.
Se quedó unos minutos allí, mirándose al espejo. A medida que el semen se iba secando, empezó a tirar de su piel. Julia lo notó.
-Coño, funciona. Lo noto. Funciona
El correo no decía nada de cuanto tiempo había que llevar la extraña mascarilla. Decidió que con 10 minutos deberían bastar. Pasado el tiempo, fue al baño y se lavó la cara. Se acercó al espejo y se miró.
-Ummm, yo me veo como siempre. Pero es la primera vez. El estudio decía que a las pocas semanas se notaban los efectos.
Se fue a dormir, contenta.
+++++
Pedro se levantó empalmado, como siempre. Solía hacerse una paja matutina, para empezar el día relajado. Y esa mañana estaba especialmente caliente, después de lo de la noche anterior
¿Lo habría hecho su madre? ¿Se habría puesto su leche a modo de mascarilla facial? ¿O se habría arrepentido en el último momento?
Decidió esperar a ver que le decía ella, así que se levantó, hizo pis y se fue a la cocina a desayunar. Su madre ya estaba levantada.
-Buenos días, mami.
-Hola tesoro. ¿Cómo has dormido?
-Muy bien. ¿U tú?
-Bien también.
Esperó a que ella le dijera algo. Su madre seguía preparando el desayuno, sin decir nada. La curiosidad pudo con él.
-¿Y bien? ¿Qué...tal? - le preguntó.
-Pues...creo que bien. Ha sido sólo el primer... tratamiento. Pero noté que sí que funcionaba. La piel la noté como tirante.
La polla de Pedro se le puso dura al instante. Lo había hecho. Su madre se había echado su semen en la cara y se lo había esparcido. Hubiese dado su brazo derecho por poder verlo. Y encima decía que sólo había el primer tratamiento. Parecía decir que habría más.
-Me... alegro que de funcione, mamá. Es verdad que te noto la cara como más... fresca. - mintió como un bellaco.
-¿De verdad? - preguntó ella con una inmensa sonrisa.
-Sí.
-Oh, gracias, tesoro. Eres un sol.
-Esto...antes de irte a la facu... ¿Tendrías tiempo para...?
-¿Más tratamiento?
-Sí.
-Claro mami.
-Gracias.
Pedro se terminó el desayuno, cogió un vasito y se fue.
-Ahora vengo.
Julia se quedó en la cocina, esperando. No vio como Pedro, ya por el pasillo, se había sacado la polla. No vio como entró en su cuarto, metió la punta de la polla en el vaso y se corrió intensamente. Ahora sabía que su madre se había echado su corrida por la noche. Y sabía que se la iba a echar otra vez. Eso lo había calentado tanto que se había corrido enseguida.
Decidió esperar un par de minutos antes de regresar a la cocina. Ella lo esperaba, sentada.
-Aquí tienes.
-Umm, gracias, gracias.
-Bueno, me voy a la facu. Hasta luego.
-Estudia mucho.
En cuanto Pedro se fue, Julia se fue al baño. Frente al espejo, dejó caer el espeso semen de su hijo en ambas mejillas. Después, con las manos, se lo esparció por la cara. Esperó diez minutos a que se secara. Volvió a notar la tirantez.
-Sí que funciona. Sí que funciona. Algo hace.
Pasado el tiempo, se lavó, se vistió y se fue a trabajar. Iba muy contenta. Feliz.
Para ella, no era nada sexual. Era, simplemente, un tratamiento cosmético. Rarito, sí, pero sólo eso.
+++++
Durante la comida, hablaron de muchas cosas. Del trabajo, de los estudios de Pedro. De la familia. Hasta que ella sacó el tema.
-Pedro, tesoro. ¿Cómo cuantas veces al día puedes... hacerlo?
-¿Hacer el qué? - preguntó, sabiendo de sobras a que se refería su madre.
-Pues... masturbarte.
-Generalmente lo suelo hacer tres veces al día. Algunas menos, y otras, si estoy muy excitado, más.
-Vaya. Tres veces de media no está nada mal.
-Jajajaja. No.
-Esta segunda vez he notado que actuaba más.
-Así que funciona.
-Desde luego. Quiero seguir con el tratamiento. ¿Me darás siempre tu... semen?
-Claro mamá. Para mí es un placer... ayudarte.
La miró a los ojos. Ella desvió la mirada
Pedro tenía la polla dura.
-Si quieres, después de comer me saco una ración.
-¿Sí? - dijo su madre, iluminándosele la cara.
-Sí.
-Muchas gracias.
Esta vez la paja fue más lente. Pedro cerró los ojos y se empezó a imaginar cosas. Veía a su madre con su corrida en la cara. La veía esparciéndosela. La veía con la boca abierta, el vaso en la boca, bebiéndose su leche. Aquella situación estaba cargada de morbo.
Cuando se fue a correr, miró su polla. Contó los espesos chorros que lanzó dentro del vaso. El placer fui intenso.
-Ummm, mami... todo para ti. Mi leche para tu carita.
Ella cogió el vaso con el tratamiento con una amplia sonrisa y se fue al baño. Pedro se fue al salón a reposar. Tenía que verlo. Tenía que ver como su madre lo hacía.
Julia volvió a los 10 minutos.
-Ya está. Me noto la piel más suave - dijo, acariciándosela
-¿A ver?
Se sentó al lado de su hijo y éste acarició sus mejillas. La piel de su madre era fina, cálida. No necesitaba ningún tratamiento, pero no iba a ser él quien dijera nada.
-Pues sí - dijo, acariciándola con dulzura - La tienes muy suave.
-Gracias tesorito. Ahora me vuelvo a la oficina
-Vale. Hasta luego, mamá.
-Chao.
Durante esa tarde, en vez de estudiar, Pedro se dedicó a forjar un plan. Estaba muy cachondo, y estuvo horas con la polla en la mano, haciéndose una buena paja, pero parando justo antes de correrse. No podía desperdiciar su leche. La guardaría para su madre.
Y antes de irse a la cama, después de ver la tele con ella, se levantó.
-Voy a traerte tu tratamiento.
-Oh, vale mi vida.
Tras toda una tarde de continua excitación, sus huevos se habían llenado a tope de semen. Y su corrida fue muy abundante. Casi el doble que las otras veces. Su madre lo notó.
-Wow, esta vez has echado mucho - dijo, mirando el vasito.
-Sí. Estaba más excitado que otras veces.
-¿Por qué?
-Ah, pues no sé - mintió.
A Julia no le interesaba mucho eso. Lo que le importaba era ir rápidamente al baño para ponerse su mascarilla antes de que perdiera sus propiedades.
Se levantó dispuesta.
-Oye mami. ¿Cómo lo haces? Me refiero a como usas el tratamiento.
-Pues...el estudio no era concreto en ese punto. Yo me lo pongo en la cara y luego me lo esparzo con las yemas de los dedos. Igual que la crema de noche que uso.
-Ah... ¿Te importa si te miro?
-¿Cómo?
-Es sólo por curiosidad.
-Esto...vale. Ven
La siguió al baño. La polla dura como una roca, apretada en sus pantalones. Su madre se puso frente al espejo. Él se puso a un lado.
-Primero me lo hecho en la cara - dijo Julia.
Pedro miró como su madre se ponía el vaso en una mejilla y dejaba caer un poco de semen. Repitió lo mismo con la otra mejilla. Resbalaba un poco, pero apenas. Era bien espesito.
-Vaya, pues sí que hoy echaste mucho. Queda para la frente.
Los dedos de Pedro temblaban cuando su madre se pasó el vaso a los largo de la frente, dejando tras de sí el resto de su corrida. La miró. Aquello era lo más caliente que había visto. Su madre con su leche en la cara. Era mucho más excitante que los videos que le gustaba ver por internet. Era su leche. Era su madre.
-¿Ves? Y ahora, lo esparzo con cuidado.
Miró, embelesado, como ella, mirándose en el espejo, se esparcía su semen por toda la cara, como si de crema para la piel se tratase. La polla le dolía. Se podría hacer otra paja y se correría enseguida. A punto estuvo de pedirle el vaso, sacarse la polla y darle una segunda ración.
Pero se contuvo. Tenía que seguir el plan.
-Y ahora lo dejo actuar 10 minutos.
-Ah, bien. Bueno, me voy a dormir. Hasta mañana.
Casi le da un beso con la cara llena de brillante semen.
-Hasta mañana, tesoro - respondió Julia, risueña.
En su cuarto, tumbado en su cama, Pedro se volvió a masturbar. Se corrió abundantemente sobre su pecho. En su mente, la cara de su madre cubierta con su leche.
+++++
A la mañana siguiente, antes de irse a la facu, le dio a su madre su ración de tratamiento. Y al medio día, después de comer. La última, por la noche, antes de acostarse.
Y así durante varios días. De hacía tres pajas diarias para su madre. A veces la acompañaba para mirar como ella se ponía su leche en la cara y se la untaba, feliz y contenta.
Le decía lo guapa que se estaba poniendo. Que se notaba que su piel estaba como más joven. Y su madre se ponía muy contenta. Encantada. Se creía de verdad que aquello funcionaba.
Una mañana, Pedro decidió que era el momento de pasar a la segunda fase. Su madre ya se había acostumbrado a sus tres raciones diarias. Las esperaba ansiosa.
Después del desayuno, Pedro cogió el vasito y le dijo a su madre que iba a sacarse la ración matutina. Ella, como siempre, le sonrió y le dio las gracias por ser tan buen hijo.
Pedro, en su cuarto, empezó con la paja. Pero no tenía intención de correrse. Cuando estaba a punto, paraba, pare seguir a los pocos segundos.
Diez minutos después, con el vaso vacío, volvió a la cocina.
-Lo siento mamá, pero no quiere salir - le dijo, enseñándole el vaso vacío.
La cara de desilusión de Julia era todo un poema.
-¿Y eso? ¿Estás enfermo?
-No no. A veces me cuesta un poco... terminar. Seguro que si siguiera al final lo conseguiría, pero se hace tarde. Tengo que ir a clase.
-Oh... ya veo
Julia se puso triste. Aquello significaba que esa mañana se quedaría sin su tratamiento.
-¿Es que no... se te levanta?
-Sí, sí que me levanta. Pero por más que le doy, no me corro.
Pedro se dio cuenta de que los ojos de su madre se fijaban en su entrepierna. La polla, dura, se notaba claramente.
-Ya veo que estás excitado.
-Sí, eso sí.
Pedro cogió los libros que tenía en la mesa. Se iba a marchar cuando se paró.
-Aunque...quizás...si...
-Dime, dime - dijo Julia, ansiosa por saber que se le había ocurrido a su hijo.
-Pues si tú... pero no, déjalo. Es una locura. Seguro que al medio día podré.
-Venga, no seas bobo. ¿En qué estabas pensando?
-Mamá...uf...pensé que si tú... me masturbas quizás llegue más fácilmente al orgasmo.
Julia lo miró con la boca abierta, asombrada.
-Olvídalo, mamá. No tenía que haberlo dicho. Al medio día lo intento otra vez, ¿Vale?
Se dio la vuelta, dispuesto a marcharse. Quizás se había pasado. Pero ya estaba hecho.
Julia lo vio caminar hacia la puerta. Se iba a ir. Ella se quedaría sin su tratamiento. Y lo necesitaba. Su piel lo necesitaba.
-Espera, Pedro.
Él se paró en seco. El corazón latiéndole a mil por hora. Se dio la vuelta.
-Dime.
-Lo haré. Necesito el tratamiento.
-¿Estás segura?
-Sí.
La polla de Pedro dio un respingo. Su madre le iba a hacer una paja.
-Uf, mami. Estoy sí que raro. ¿Cómo lo hacemos?
-Sí que es raro sí. Pero quedará entre nosotros.
-Claro que sí.
Julia se sentó en una de las sillas. Le pidió a Pedro que se pusiese, de pie, delante de ella. Su bulto quedó delante de su cara.
-Bueno, Pedro...uf, que raro es esto. Sácatela.
Pedro se bajó la bragueta, metió la mano y se sacó la polla. Los ojos de su madre se quedaron clavados en ella. Sus labios ligeramente entreabiertos.
Hacía muchos años que Julia no veía una polla, y menos como esa. De buen tamaño, gruesa. Daba saltitos sola, en el aire. Ninguno hablaba. Pedro la miraba a ella y ella a su polla.
-Mami, no tienes que hacerlo. Al medio día ya verás como...
-No importa, de verdad.
Julia alargó su mano derecha y le cogió la polla a su hijo. Sintió un escalofrío que le recorrió el cuerpo. Y eso que la polla estaba caliente y era suave. Casi ni recordaba lo que se sentía con una polla dura en la mano.
Pedro casi se corre cuando sintió la mano de su madre agarrarle la polla, pero se contuvo. Sus miradas se cruzaron unos segundos. Los dos sonrieron bobaliconamente.
Ella no se decidía a empezar. Así que Pedro le dio un empujoncito.
-Mami... me tengo que ir. Las clases...
-Oh, claro...espera un poquito solo
Y empezó a mover la mano. Arriba, abajo. Arriba, abajo. Pedro entrecerró los ojos y gimió.
-Ummm, mami. Qué rico.
-¿Sí? ¿Lo hago bien? Estoy desentrenada.
-Lo haces muy...bien. Muy bien
Julia se quedó mirando la polla. La sentía palpitar en su mano. Aceleró el ritmo.
-Aggggg mamá....que placer....No pares...sigue...sigue que te voy a dar una buena ración.
-¿Sí? Qué bien - dijo Julia, contenta.
Estar en la cocina, delante de su madre mientras ésta le hacía una paja fue demasiado para Pedro. Su cuerpo se empezó a tensar.
-Mamá...mamá... prepara el vasito...que ya....viene.
Rápidamente, Julio cogió el vaso y lo llevó hasta la punta de la polla de Pedro. Pero no llegó a tiempo. El primer chorro salió disparado y se estrelló contra su pijama, contra su brazo, su antebrazo. Los siguientes fueron recogidos con destreza.
-Uf, mi vida. Cuánto semen. Es la vez que más has echado.
-Es que...Lo haces muy bien.
-Gracias
Con asombro, Pedro vio como su madre recogía con el vaso el semen que le había caído en el brazo.
-No hay que desperdiciar nada de esta maravilla.
La polla de Pedro dio un brinco.
-Venga, ya te puedes ir, no vayas a llegar tarde.
-Uf, sí. Chao
-Chao
Se guardó la polla y salió corriendo. Julia se levantó y se fue al baño.
Miró el contenido del vaso. Había una buena cantidad de semen. Semen de su hijo que ella había extraído. Fue consciente de lo que había hecho. Le había cascado una paja a su hijo. Se echó por encima el semen, lo esparció. Y se olió los dedos. Aspiró con fuerza.
-Le he hecho una paja a Pedro. Joder. Le he hecho una paja a mi hijo - le dijo al espejo.
También se dijo que era por el tratamiento. Que era algo entre él y ella. Que no había diferencia en que fuese él el que se masturbara o fuese ella. Parecía que a él le había gustado.
¿Qué mal había en que él tuviese placer? Él le estaba haciendo un gran bien, y esa sería una buena forma de agradecérselo. Tan ensimismada estaba con sus pensamientos, tratando de convencerse a sí misma de que no hacían nada malo, que no fue consciente de una cosa. Tenía los pezones duros. Y el coño, mojado.
Pasado los 10 minutos de rigor, se lavó, se vistió y se fue a trabajar
+++++
Mientras comían ese medio día, Pedro esperaba nervioso la llegada del momento de la extracción de la ración vespertina. Terminado de comer y se fueron al salón.
Su madre siempre lograba sorprenderle. Cuando se sentaron, le dijo.
-Pedro, mi vida....La ración del medio día... ¿La sacas tú o quieres que yo...?
-Mami, si lo haces tú seguro que sale más semen.
-Vale. Ven siéntate a mi lado.
Pedro se sentó, en el sofá, a su lado. Ella miró hacia su entrepierna.
-Ya estás excitado.
-Sí. Mucho
-Sácatela.
-¿Me la sacas tú?
Se miraron unos segundos. Pedro vio como su madre acercaba sus manos hasta su polla La acarició sobre el pantalón, para, seguidamente, bajarle la cremallera, meter la mano y sacarle la polla. La agarró y empezó una lenta paja.
-Ummm mami.
-Disfruta, tesoro. Es mi manera de agradecerte todo lo que haces por mí.
-No tienes que agradecerme nada.
-Claro que sí. Mi piel está rejuvenecida, más suave. Y todo gracias a ti. A tu semen.
-Agggggg que rico...
Pedro, apoyado contra el respaldo del sofá, disfrutó de la maravillosa paja que su madre le estaba haciendo.
-Avísame cuando vayas a acabar.
-¿A correrme?
-Sí, cuando vayas a... correrte.
A los tres minutos de placentera masturbación, el cuerpo de Pedro empezó a dar muestras de estar a punto de estallar.
-Estoy a punto de correrme, mamá. Será mejor que me ponga de pie.
-Sí, mejor.
Se levantó. Su madre no le soltó la polla. Siguió con la paja. Cogió el vasito con la mano libre y lo acercó a la punta de la polla. No quería que esta vez se desperdiciara nada.
Al poco, Pedro empezó a temblar.
-Aggggg...Mami...me corro...me corro.....aggggggg
La mano de Julia notó el paso de todos y cada uno de los chorros de preciado semen que salían por la polla de su hijo contra el fondo del vaso. No dejó de mover su mano, y cuando la polla dejó de correrse, la exprimió desde la base hasta la punta para no dejar ni gota de semen.
-Bien, ya tengo mi ración. Gracias tesoro.
Uf, gracias ti, mamá.
Mientras ella iba al baño a ponerse el tratamiento, Pedro se sentó a reposar tras su intenso orgasmo. Sonrió. Todo se desarrollaba como tenía previsto.
Esa vez, tras la segunda paja que la había hecho a Pedro, con su cara brillante del semen extraído, Julia sí fue consciente de lo excitaba que estaba. Vio sus pezones marcarse tras la camisa. Sintió su coño húmedo.
-Joder, estoy cachonda.
¿Pero cómo no iba a estarlo? Hacía muchos años que no tenía una polla en la mano. No recordaba la última paja que había hecho. Antes, cuando era Pedro el que se masturbaba a solas y después le traía el semen, todo era más...aséptico. Aunque sabía lo que él hacía en su cuarto, no pensaba en ello. Sólo quería el resultado final. El semen. Su tratamiento.
Pero ahora, la había visto salir de la polla. Era ella la que lo había sacado. Había hecho correr a su hijo haciéndole una paja
-Es por el tratamiento. Es por el tratamiento - se decía.
Pero estaba cachonda, caliente. Y eso no podía ser. Una madre no debe ponerse caliente por su hijo. Ni un hijo por su madre. Pero Pedro no se ponía caliente por ella, no. El ya se masturbaba solo. Lo haría de todas maneras, aunque no fuera para ella. ´
-Es un buen chico. Lo hace por mí, para que tenga mi tratamiento. Y yo voy y me pongo cachonda. Soy...joder. No sé ni lo que soy.
Pensó en dejarlo todo. En no seguir. Se lavó la cara y cuando se miró y la vio tan limpia, tan suave, tan fina, decidió seguir. Pero no le haría más pajas a su hijo. Volverían como antes.
+++++
Cuando terminó la película, Pedro ya tenía la polla dura. Ahora, su madre se la sacaría y le haría una de sus estupendas pajas. Dormiría como un bendito, bien relajado.
Esperó a que ella tomase la iniciativa. Pero su madre no dijo ni hizo nada.
-Mami... ¿No quieres la ración de la noche?
-Claro que sí, tesoro. Pero....
-¿Qué?
-Verás. No creo que esté bien que sea yo la que la saque. Será mejor que sigamos como antes, ¿Vale?
Decepcionado, Pedro asintió.
-Vale, quizás sea mejor así. Voy a... mi cuarto.
-Gracias mi amor.
Se sentó en la silla del ordenador. La polla se la había aflojado un poco. Deseaba tanto que su madre le hiciese una paja ya ahora tendría que hacérsela él.
-Joder, no. Si quiere mi corrida, que la saque ella.
Se esperó 20 minutos antes del volver al salón. Su madre estaba tumbada. Se plantó delante de ella y le dio el vaso, vacío.
-Lo siento mamá, no me sale. Hazlo tú.
-Pero...no puede ser
-Por favor, mamá. Es por tu...tratamiento.
La estaba chantajeando, pero el deseo lo tenía cegado. Julia sintió un leve cosquilleo en el estómago. Si quería su ración de semen lo tendría que sacar ella. Y tener la polla de su hijo en la mano la iba a poner cachonda. De hecho, se estaba empezando a mojar.
Pero el tratamiento era más importante. Si él no se daba cuenta, no pasaría nada.
-Está bien - dijo, incorporándose
Pedro se acercó a ella. La polla dura otra vez. Y más cuando su madre le bajó la cremallera y le sacó la polla. Cuando la cálida mano empezó a acariciar, gimió.
-Ummmm, así mami. Así.
Ella tenía la mirada fija en la dura polla que su mano masturbaba. Notó los pezones duros. El coño, empapado. Le hubiese gustado cerrar las piernas, juntar los muslos, frotarse. Eso era algo que le gustaba mucho hacer antes, de más joven.
Pero Pedro estaba de pie entre sus piernas y no podía cerrarlas.
La paja fue silenciosa. Sólo se oían los gemidos de placer de Pedro. Hasta que éste empezó a decir.
-Me corro mami. Me corro.
Todo el semen fue recogido expertamente dentro del vasito. Incluso pasó la punta por el borde del vaso mientras exprimía la polla.
-Bien, ya está. Gracias tesoro.
-De nada mamá. Ha sido un... placer.
Se sonrieron. Pedro se despidió y Julia fue a ponerse el tratamiento. Cerró la puerta del baño con llave. Y mirándose en el espejo con la cara cubierta de la mascarilla de semen de su hijo, se llevó una mano por debajo de la falda, se acarició el mojado coño y se corrió tan intensamente que tuvo que sentarse en la taza del wáter.
Hacía más de 13 años desde su último orgasmo.
++++++
Pedro ya no tuvo que volver a pedírselo. Su madre le hacía tres pajas al día. Una por la mañana, después del desayuno. Otra al medio día, después de comer. Y la última por la noche, antes de dormir. Pedro estaba encantado.
Lo que no sabía es lo cachonda que se ponía su madre haciéndole las pajas. No sabía que ella, después de ponerse su tratamiento se hacía en el baño otra paja, hasta estallar en intensos orgasmos.
Un sábado por la mañana, mientras su madre sentada en una silla de la cocina le hacía la paja mañanera, Pedro decidió dar el siguiente paso de su plan.
-Oye mami.
-Dime tesoro - respondió ella levantando la vista de la dura polla.
-Siempre me haces pajas, echas el semen en un vaso y después vas al baño a ponértelo en la cara, ¿No?
-Sí, sabes que sí.
-¿No decía el estudio que mientras más fresco mejor? ¿Que recién eyaculado las propiedades eran más potentes?
-Sí. ¿Por?
-¿Y si pasamos del vasito? ¿Y si me corro directamente en tu cara? Más fresco, imposible.
-¿Tú crees?
-Claro que sí. Directamente de la botella. - dijo Pedro con la mejor de sus sonrisas.
-No sé...
-Venga, probemos.
El coño de Julia palpitaba. Pedro se quería correr en su cara. Su hijo quería correrse en su cara. Pero tenía razón. El semen sería más fresco. El tratamiento sería mejor.
-Vale, probemos.
Con las bragas empapadas, Julia siguió con la paja. La polla le quedaba a la altura de la barbilla, quizás un poco más abajo. Julia se dio cuenta de que así podrían fallar los chorros del semen milagroso.
-Espera, tesoro. Así no creo que vaya bien. Me pondré de rodillas.
Julia notó perfectamente como la polla de su hijo tenía un espasmo. Y no era para menos. ¿Qué hombre no ha deseado tener a una mujer arrodillada delante de él, haciéndole una paja hasta hacerlo correr en su cara?
Pues eso era precisamente lo que tenía Pedro delante. Solo que la mujer arrodillada era su madre. Eso no hacía más que multiplicar el morbo de la ya por sí caliente escena.
-Así está mejor - Dijo Julia al comprobar que ahora la polla le quedaba por encima, a la altura de la frente. Levantando un poco la cara ofrecería un blanco perfecto. Levantó la mirada y miró a su hijo a los ojos. Los tenía entornados.
-Parece que te gusta.
-Joder mami. Me encanta.
Menos de 10 movimientos de muñeca más llevaron a Pedro a un poderoso orgasmo.
-Aggggggg., Mamá...me corro...me corro...
La inexperiencia de Julia en esas lides hizo que mantuviera los ojos abiertos. Acercó la polla más hacia su cara y sintió. El primer disparo darle en la frente. El segundo le cruzó la cara desde la mejilla derecha hasta la ceja izquierda.
Y el tercero, le dio en un ojo. Cerró los dos, instintivamente, mientras la polla de Pedro seguía descargando sobre su cara. Y lo que descargó fue una de las mayores corridas hasta el momento.
Pedro se quedó contemplando, embelesado, la cara de su madre. Era muy distinto a verla echarse la leche de un vaso. Se había corrido en su cara. Estaba preciosa.
Allí mismo, sin levantarse, con los ojos cerrados, Julia se empezó a esparcir el semen. Cuando terminó y abrió los ojos, sintió picor en el ojo en donde la había caído semen.
-Uy, pica.
-¿El qué?
-Tu semen. Me cayó un poco en un ojo.
-¿A ver?
Lo tenía irritado.
-Será mejor que te eches agua.
-Sí, voy.
Cuando regresó del baño, el ojo seguía rojo.
-¿Te pica?
-Un poco, pero menos. La próxima vez cerraré los ojos cuando te corras.
-Sí, será lo mejor.
La próxima vez fue después de comer. La siguiente, en el cuarto de su hijo, arrodillada junto a su cama. Y las tres veces tuvo que escabullirse al baño para hacerse una furiosa paja, mordiéndose los labios para no gritar.
Después de cada orgasmo se sentía culpable. Pensaba que Pedro pensaría que era una depravada. Él, que sólo lo hacía por ella, para que siguiera su tratamiento.
Pero no podía remediarlo. Tener esa linda polla en la mano... sentir como le llenaba la cara con su maravilloso contenido. Sólo esperaba que él nunca lo supiese.
Al día siguiente, domingo, Julia fue al cuarto de su hijo a buscar su ración. Lo encontró ya despierto. Y con la polla dura.
-Vaya. ¿Te despiertas siempre así? A tu padre le pasaba.
-Sí, siempre.
-Mejor. ¿Lo hacemos ahora?
-Vale.
Pedro se sentó al borde de la cama. Su madre, arrodillada entre sus piernas. La paja fue lenta, sensual. Hizo gozar a Pedro mucho. Julia le estaba haciendo la paja no sólo por extraerle el semen. Se la estaba haciendo porque le gustaba hacerlo.
-Cuando te vayas a correr, te levantas, ¿Vale?
-Agggg, si mami...
-Eres un sol.
-Y tú...maravillosa.
Minutos después, esparciéndose el cálido semen por el rostro, su madre le preguntó.
-¿Que harás hoy?
-Pues estudiar. Dentro poco son los exámenes.
-Bien, así me gusta, que seas responsable.
Después del desayuno, Pedro se fue a su cuarto a estudiar, y su madre a vaguear por la casa. Se fue al salón a ver la tele
Tras tres horas de estudio, Pedro se cansó. Necesitaba relajarse un poco. No hizo más que recordar a su madre arrodillada frente a él y la polla se le puso como una roca.
Se levantó y la encontró en el salón, acostada en el sofá y mirando la tele.
-¿Ya terminaste, tesoro?
-Por un rato sí. Necesito despejarme.
Verla así, tumbada en el sofá, le hizo tener una idea loca. Una extraña fantasía que tenía hace tiempo. Se acercó a ella.
-Oye mami. ¿Qué te parece hoy una ración extra?
-¿Sí? - respondió ella, con la cara iluminada de felicidad.
-Pues sí.
-Claro tesoro.
Julia se fue a levantar.
-No, tú quédate tumbada, boca arriba. Yo lo haré todo.
-Vale.
Julia re recostó en el sofá, con la cabeza sobre uno de lo apoyabrazos. Miró como Pedro se ponía al lado del sofá, sobre su cabeza. Se bajó el pantalón del pijama y sobre la cara de ella quedó la dura polla de Pedro.
La mano derecha de Pedro asió la polla y empezó una lenta paja. Miraba a su madre, que acostado boca arriba en el sofá esperaba su ración de semen.
-Ummmm, que rico mami....
Julia miraba la mano subir y bajar a lo largo de la polla. Le resultó extraño que no fuera su mano la que lo hacía. Se había acostumbrado ya a obtener sus tres raciones diarias ella misma.
Pero esta era una ración extra.
-Mami... ¿Te puedo pasar la polla por la cara?
El cuerpo de Julia se estremeció. El coño, ya empapado, dejó escapar un chorrito de flujo
-Bueno...si quieres.
-Sí quiero.
Pedro se agachó un poco, lo justo para que su polla llegase hasta la cara de su madre. A punto de correrse estuvo cuando sintió la cálida piel de ella. Le pasó la polla por toda la cara, suavemente. Ella se dejaba hacer.
Aquello era maravilloso.
Y, entonces, el momento que lo cambió todo. Justo hasta ese instante Pedro estaba convencido de que su madre hacía todo aquello por su tratamiento, por obtener su semen y usarlo como cosmético. Que él simplemente se aprovechaba de eso para recibir aquellas estupendas pajas y poder correrse sobre ella.
Pero mientras le pasaba la polla por la cara, vio como su madre cerraba lentamente las piernas. Como las frotaba entre sí.
¿Sería posible? ¿Estaría su madre cachonda? ¿Le gustaría también a ella todo aquello? Desde donde estaba hubiese jurado que sus pezones se marcaban bajo el pijama de ella.
Eso lo calentó más. Mucho más. Se cogió la polla y empezó a pajearse con fuerza.
-Ummm mami...esto es....aggggg. ¿Me haría un favor?
-¿Cuál mi vida?
-Pídemelo.
-¿Que te pida qué?
-Que...me corra. Que me corra en tu cara.
-Oh, Pedro...no sé... - respondió, casi en un gemido, cerrando con fuerza las piernas y frotándose los muslos.
-Por favor...mami... por favor.
-Pedro....córrete...en mi cara...
-Ummmm mami...si sí...más...
-Córrete mi vida. Lléname la carita con te leche caliente. Córrete en la cara de mami.
La vista se le nubló un poco cuando el orgasmo estalló en todo su cuerpo. Apuntó con la polla y empezó a correrse sobre su madre, llenándole la cara con chorro tras chorro de leche espesa y caliente.
Su mano y su polla tapaban la boca de su madre. No vio como ella apretaba con fuerza los dientes. Tampoco vio como el cuerpo de su madre estaba tenso y tenía espasmo que trataba de disimular. Pedro no se dio cuenta de que su madre se estaba corriendo con él.
Cuando después de correrse Pedro usó su polla para esparcirle la corrida por la cara, Julia no dijo nada. Se dejó hacer. Luchaba por respirar con normalidad, porque Pedro no se diese cuenta del intenso orgasmo que había tenido. Mantuvo las piernas cerradas para que él no viera la segura mancha de humedad de su entrepierna.
-Ummm, creo que ya está, mami.
-Sí, gracias tesoro. Lo has hecho muy bien - dijo Julia, sonriendo.
+++++
Durante la extracción de la ración del medio día, Pedro se fijó bien en su madre. Quizás lo que había pasado antes fueron sólo imaginaciones suyas. Invenciones de su calenturienta mente.
Pero vio otra vez sus pezones marcados. Ella, arrodillada, juntaba las piernas, se frotaba. Y cuando la siguió después, sin que ella la viera y pegó la oreja a la puerta del baño, la oyó gemir.
Su madre se estaba haciendo una paja. Su madre se ponía cachonda con todo aquello. Y eso le habría una nueva oportunidad. El tabú máximo. Se iba a follar a su madre.
Esa tarde, en vez de estudiar, estuvo planeando como conseguirlo. Lo intentaría esa misma noche.
Cenaron juntos en la cocina, como siempre. Después, como casi siempre, fueron al salón a ver la película de la semana.
Cuando terminó, Pedro de pidió a su madre que esa noche hicieran la extracción en la cama de ella.
-¿En mi cama?
-Sí. Es la más grande. Estaremos más cómodos.
-Vale. Si quieres.
Pedro se desnudó del todo. Era la primera vez que lo hacía. Se acostó en la cama de su madre, boca arriba, con la dura polla sobre su barriga.
-¿Así? ¿Acostado?
-Sólo al principio, mami. Ven, túmbate a mi lado.
Julia se subió a la cama y se acostó al lado del desnudo cuerpo de hijo. Un cuerpo precioso. Pedro le cogió una mano y la llevó hasta su polla. Ella la cogió y empezó a mover la mano.
-Pégate a mí, mami. Apoya tu cabeza en mi hombro.
Pedro la rodeó con su brazo, la abrazó. Julia se estremeció. Se sentía tan a gusto así.
-Hazlo despacito, mami. No hay prisa.
Ella movió la mano más lentamente, mirando la polla. Los muslo, juntos, frotándose.
-Ummmm, que bien lo haces, mami.
-¿De verdad?
-Sí, de verdad. Me encantan tus pajas.
-Gracias, tesoro.
-Y... uf, me encanta correrme en tu cara. Te ves tan linda así, cubierta con mi corrida.
-¿Te parezco linda?
-Claro que sí. Eres preciosa.
-Pero...estoy gorda.
-No me importa. Me pareces preciosa.
-Oh, gracias mi vida.
-Mami...
-Dime.
-Mírame.
Julia levantó la cabeza y le miró. Entonces, Pedro acercó su boca a los labios de su madre y la besó. Un escalofrío recorrió el cuerpo de Julia. Estuvo unos segundos sin moverse, sintiendo, hasta que se separó.
-Pero...no...
-Mami... te deseo.
-Oh, Pedro...calla.
La mano de Julia había dejado de moverse. Pero no soltó la polla.
-No. No me callaré. ¿Tú me deseas a mí?
-Pero Pedro...eres...mi hijo.
-¿Me deseas? Sé que me deseas.
-No...
-Sí. Me has hecho incontables pajas. Me he corrido muchas veces en tu cara...
-Pero...era por...el semen. Para el tratamiento.
-¿Y entonces por qué te encerraste esta tarde en el baño y te hiciste una paja después de que me corriera en tu cara?
Ella lo miró, asustada.
-Yo...no...
-Te oí mamá. Y me encanta que me desees.
-No puede ser.
-Sí puede ser.
Le levantó la cabeza y la volvió a besar, con pasión. La obligó a abrir los labios y metió su lengua en a boca de su madre, buscando la suya.
Julia, estremecida, se dejó besar, con los ojos cerrados. Todo su cuerpo temblaba.
-Aggggg Pedro, Pedro...gimió cuando una de las manos de su hijo se metió por dentro de su pijama y le empezó a acariciar las tetas, encerradas en el sujetador.
En seguida Pedro notó los pezones duros.
-Ummm, mami. ¿Estás cachonda?
-No...Pedro...déjame - dijo, sin luchar.
La volvió a besar. La mano que acariciaba las tetas bajó. La pasó por su barriga, y siguió bajando. Venció la presión, primero, del elástico del pantalón del pijama. Y después, la de las bragas. Sus dedos se enredaron en el vello púbico.
-Aggggg Pedro... ¿Qué haces? No...agggg... no.
Julia mantenía cerradas las piernas, con fuerza. Pedro no pudo meter las manos entre ellas.
-Abre las piernas, mami. Quiero comprobar si estás o no estás cachonda.
-Por favor...mi vida...no...eso no.
-Abre las piernas - le dijo, mirándola a los ojos.
Julia, lentamente, las abrió. Y los dedos de Pedro se internaron entre las piernas de su madre. Encontraron la rajita de su coño. Aquello era un lago caliente. Su madre estaba empapada. Le pasó las yemas a lo largo del coño.
-Aggggggggggggg Pedro....dios mío.
-Estás empapada, mami. Estás...cachonda.
-Si...dios mío...sí. Estoy cachonda.
La besó otra vez con pasión mientras recorría su coño con los dedos. Pero le molestaba la presión de las bragas y el pantalón.
-Te voy a quitar el pantalón. Así podré... acariciarte mejor.
Julia no dijo nada. Levantó un poco el culo para que el pantalón saliese. Junto a él, sus bragas. Pesaban de lo mojadas que estaban.
Incorporado como estaba, Pedro miró el coño de su madre. Negro, poblado, y abierto, brillante de jugos.
-Mami... tu coño es... precioso.
-¿De verdad lo piensas?
-Claro que sí. Mami...
-Dime mi vida.
-Te voy a follar.
-Pedro... no podemos... no podemos.
-Sí podemos.
Julia no luchó. No se movió. Se quedó quieta, mirando como su hijo se ponía entre sus piernas. Como acercaba su polla a su coño.
Julia no se movió porque lo que más deseaba en ese momento es que Pedro se la follara bien follada.
Le pasó la polla a lo largo de la rajita de su coño y casi se corre.
-Mami...pídemelo.
-Aggggg, mi amor... ¿El qué?
-Lo sabes.
Julia lo sabía. Le miró a los ojos.
-Pedro...fóllame. Clávame tu preciosa polla y fóllame...por favor....fóllame
La dura polla de Pedro entró en el coño de su madre despacito. Tanto tiempo sin uso habían hecho que aquel coño se estrechase. El placer de penetrarlo era inmenso. No paró de empujar hasta que sus cuerpos chocaron.
Se quedó quieto.
-Aggggggggggggggg dios....mío...Me...corrooooooooo
Julia estalló en el que quizás fue el orgasmo más intenso de su vida. Sentía la dura polla de su hijo clavada hasta el fondo de su coño. Y él la besaba. Con pasión, con fuerza.
-Fóllame...fóllate a mami mi amor.
-Ummm mami....si si te voy a follar.
Pedro empezó a moverse. Aún sentía en su polla las contracciones de la vagina de su madre. Besó su boca, su cuello, sus orejas. Sin dejar de follársela. Sin dejar de follar a su madre.
Julia se volvió a correr, arqueando la espalda sobre la cama, sintiendo la polla taladrarla una y otra vez. Rodeó a su hijo con las piernas para que se la follara aún más a fondo.
Y no dejó de pedirle que se la follara hasta estallar en su tercer orgasmo. Pedro no dejó de follarla.
Hasta que sintió la llegada de su orgasmo.
-Mami...me voy a correr...no puedo más....me voy a correr...
-Sí sí sí. Córrete. Córrete en mi cara. Dame tu leche...la necesito....dámela toda...
Pedro le sacó la polla del coño y la llevó a toda prisa hacia su cara. Ella lo esperó con los ojos cerrados una ligera sonrisa en la cara.
Él gozó como nunca cubriendo el risueño rostro con su leche. Cuando terminó, le dijo.
-Estás... preciosa.
-Gracias mi amor. Esparce tu leche con la polla.
Los diez minutos del tratamiento estuvo Pedro pasándole la polla por la cara a su madre. Ella no dejó ni un momento de sonreír
+++++
Durmieron juntos, abrazados como dos amantes.
Por la mañana Pedro se despertó al sentir que le acariciaban la polla. Abrió los ojos para ver como su madre le hacía una suave paja. La polla estaba dura, muy dura.
-Buenos días, tesoro.
-Buenos días.
-¿Quieres follarte a mami?
-¿Tú qué crees?
Se revolcaron sobre la cama, entre besos, risas y caricias. Al poco, la habitación se llenó de gemidos. Los gemidos de madre e hijo que gozaban el uno del otro.
Pedro, como siempre, se corrió placenteramente sobre la cara de su madre.
Se la folló en su cama. En el salón. En la cocina. En la ducha mientras el agua caía sobre ellos. Eran como dos chiquillos que habían descubierto el placer.
Una tarde, después de un magnífico polvo en el salón, Pedro le preguntó a su madre.
-Oye mami. ¿No decía el estudio ese que el semen ingerido era muy bueno?
-Sí.
-Jeje, pues esta noche empezamos un nuevo tratamiento.
-Ummmmm, vale.
FIN
Nota del autor:
Como escritor aficionado, me gusta que los lectores que leen mis relatos me dejen comentarios, ya sean buenos o malos. De este relato espero lo mismo, pero les ahorro uno que seguramente saldría. El relato es un poco... inverosimil, exagerado, irreal.
jeje, lo sé. Pero es solo un relato, una fantasía, un divertimento. Para realidades ya tenemos los periódicos y el telediario.
¿O acaso es más creíble que un mago con capirote mande a un enano de pies peludos a un volcán para que tire un anillo mágico? Y nadie ha dicho nada sobre eso :)
Saludos