La botella (continuación)
Traté de quitarme esas ideas de la cabeza y me fui de inmediato a la habitación, me desnudé y entré en el baño para darme una ducha.
De vuelta en casa, comienzan mis reflexiones. No estaba claro si todo lo que había sucedido era una pesadilla maldita o una inexorable realidad. Llegué a mi casa me despojé de la camisa, dejé mi pecho desnudo, hacía calor y así me sentía más cómodo, fui a la cocina, me preparé una taza de café bien fuerte, me senté en una silla de la mesa de la cocina para saborear el café y de repente al sentarme me vino a mi mente la clara idea de que nada había sido un sueño pues de inmediato sentí como mi culo protestaba por el simple contacto con la silla, sentía que se me abría. Esa extraña sensación me puso muy nervioso, las palabras de Juan me vinieron a la cabeza de repente: ¨las cosas a partir de hoy en tu vida van a ser distintas, ayer marcó un antes y un después. Traté de quitarme esas ideas de la cabeza y me fui de inmediato a la habitación, me desnudé y entré en el baño para darme una ducha. Tal vez buscando que el agua y el jabón limpiaran un poco mi piel y borrara alguna huella en mí.
Pero nada, al entrar en la bañera el efecto fue peor, mi cuerpo desnudo, el mismo que hacía unas horas había sido disfrutado por un par de machos, lo veía perfectamente en el espejo frente a la bañera. Abrí el chorro de agua de la ducha, el agua mojó todos los vellos de mi piel y comencé a embadurnarme de gel, mi cuerpo se cubrió de espumo y de nuevo mi mirada se fue hacia aquel espejo indiscreto. Comencé a frotarme los huevos y la polla y casi al momento sentí como me empalmaba, me entraron deseos de hacerme una paja y comencé pero de inmediato me detuve, no me venían a la cabeza imágenes de sexo con mujeres, lo que de inmediato se apoderó de mi mente era la de Juan, cuando después de tenerme la mitad de la polla dentro del culo, me aseguró que de ahí no pasaría y en el acto Raúl y él me sujetaron mientras que aquel aparato de Juan se me introdujo hasta los mismos cojones, vino a mi mente mi grito de desespero y al igual que en aquel momento mi miembro se empalmó a tope, sus venas estaban gordas de placer. Paré aquella masturbación de inmediato, me aclaré el jabón con agua, me sequé y me fui de nuevo desnudo a mi habitación, me puse un boxer limpio y me acosté en la cama por un rato para que pasara aquella excitación indeseada. No pude conciliar el sueño. Me avergonzaba que tan pronto mi cuerpo se excitara de esa forma por aquel macho.
Luego me vestí y salí un rato a la calle, no tomé el coche, me fui a pie y entré en un bar en el que acostumbraba a parar, pedí un café y de inmediato el dependiente comenzó sus habituales conversaciones de mujeres, siempre me habían parecido graciosas.
Hoy hacía un chiste de una conversación que escuchó entre tres mujeres cuando tomaban un café en su bar. Una de ellas comentaba lo caliente que se le ponían los testículos de su esposo cuando hacían el amor, la otra afirmaba que a su esposo también le sucedía lo mismo. La tercera un poco tontorrona decía que ella no se había fijado en ese detalle. Un par de días más tarde aparecieron las tres amigas de nuevo, pero ahora la tontorrona tenían la cara llena de moretones, parecía haber recibido una paliza y fue así. Relataba que cuando estaba haciendo el sexo con su esposo le palpó los testículos y exclamó: Manolo, cuando me estás follando se te ponen los testículos calientes como a Pedro y Jesús (los esposos de sus amigas). El marido no dio tiempo a oír explicaciones.
Pero hoy no estaba para chistes, hoy me daban un pequeño escalofrío y sentía un leve temblor en mis piernas, sentí temor en que el tío pudiera descubrir mis últimas aventuras sexuales, me senté en la banqueta para dar menos la impresión de mi nerviosismo y de nuevo sentí las molestias que la follada de Raúl y Juan habían dejado en él. Continué aquella conversación para seguir la corriente y rápido me tomé el café, pagué y me fui de nuevo a la calle donde pude respirar de nuevo con un poco de tranquilidad.
Así en ese monótono intento de huir y borrar de mi mente aquellos hechos pasaron varios días, durante ese tiempo en varias ocasiones sentí el deseo de masturbarme, pero siempre las ideas más acogedoras que se alojaban en mi mente estaban relacionadas con Juan y Raúl. Me daba mucho morbo recordar como Juan me rompió el culo sin piedad, pero la forma en que me folló Raúl, que me hizo correrme con tanto placer casi me ponía al tope. Muchas fueron las veces que paré aquella masturbación, pero como a la semana no pude más, estaba deseoso de correrme y continué la masturbación, soñando como Raúl me hacía gozar de nuevo. Me corrí como un caballo, solté enorme cantidad de leche y ahora no sentí tanta vergüenza de inmediato, incluso pensé en la idea de llamar a Juan o a Raúl, deseché la idea de un encuentro con los dos al mismo tiempo. Pero pronto detuve aquel impulso, abandoné la idea de llamar a nadie. Haberme desahogado me quitó mucha presión de encima y estuve un par de días más tranquilo.
Pero de nuevo comenzó otro ciclo de deseo, me reprimía, pero al final me masturbaba pensando en que uno o el otro me follaba de nuevo. Dos semanas más tarde no pude más y le hice una llamada a Juan.
Juan me salió al teléfono muy cordial: Coño Carlos, cuanto tiempo sin saber de ti, pensé que te había tragado la tierra, te apetece tomarte un café, je je je. Esa última sonrisa me electrocutó todo el cuerpo, la voz no me salía. Por eso de inmediato Juan volvió de nuevo a la carga: Venga, no te preocupes muchacho, dentro de media hora paso por tu casa a recogerte y vas a ver como la pasamos en grande.
Y así fue, media hora más tarde Juan me recogía en casa. Ahora de nuevo volví a ver en su rostro ese carácter agradable, del hombre que se brinda como amigo con toda su sinceridad. De nuevo volví a sentir en él la confianza que despertó cuando lo conocí aquel día en el Casino. Pero ahora empecé sin darme cuenta a mirarlo de otra forma, empecé a ver en él sus atractivos masculinos. Venía vestido con ropa de verano, mas bien parecía que se iba para la playa. Portaba unos pantalones cortos que dejaban ver unas espléndidas piernas velludas, una camiseta de mangas cortas dejaba ver sus fuertes brazos también velludos, despedía un olor a macho muy peculiar. Mis ojos se detuvieron a observar el bulto que marcaba su paquete y de nuevo sentí escalofríos. Mi llamada tímida era una invitación a que me follara, sentí de nuevo miedo a ver su tranca enterrada en mis entrañas, pero un deseo loco me empujaba a él sin que yo pusiera el menor reparo. En el trayecto a su casa conversamos de cosas triviales, del tráfico, del tiempo, lo normal cuando el tema más escabroso está claro y de una forma tímida se elude.
Dejamos el coche en el parking del edificio, un ascensor nos conducía desde allí a la planta en que vivía. Sentí un tremendo alivio, pues no se que temor me daba caminar por la calle a su lado. Y aunque no hacía un calor para tanto cuando llegué a su piso sudaba copiosamente. Nada más entramos a su casa, cerró la puerta y tomó una pequeña toalla y quitándome la camisa procedió a secar el sudor de mi pecho. Entonces me dijo: se te nota muy nervioso, tranquilo que hoy las cosas van a ser de un modo distinto al anterior. Hoy está muy claro para ti que estás en casa de tu macho y que has venido por tu propia voluntad. Así que voy a llevar las cosas de una forma romántica para que disfrutes tanto como yo.
Se quitó su camiseta, vi de nuevo aquel pecho velludo que tantas veces había recordado en los días anteriores y saltando un poco mis represiones decidí acariciarlo con ternura. Juan mostraba placer y eso a mi me fue desinhibiendo y lo acaricié bastante tiempo e incluso me atreví a que mis dedos bajaran por debajo de su vientre y pasaran unos centímetros por debajo de su pantalón, donde sus vellos parecían que guardaban el cañón que me esperaba.
Entonces nos fundimos en un fuerte abrazo, nuestras bocas se fueron a buscar y comenzamos a besarnos con una pasión excitante. Nuestros pechos velludos se rozaban produciéndonos un cosquilleo delicioso, sentí el deseo de pegar toda mi piel a la suya, mi ritmo cardiaco se aceleraba en la medida que su lengua lujuriosa se introducía en mi boca, sentí como debajo de su pantalón su polla crecía desesperada por entrar a disfrutar mi culo. Aquellos fueron unos minutos de éxtasis fantásticos. Luego Juan me fue conduciendo por un pasillo de la casa que estaba oscuro y daba a una habitación que también estaba en plena oscuridad. Me dijo: entra y espérame en la cama desnudo, cuando estaba dentro de la habitación encendió desde la misma puerta dos lámparas de noche a cada lado de la cama que despedían una tenue luz roja y para mi sorpresa sobre la cama y boca arriba estaba Raúl con su polla totalmente empalmada.
Me miró y sonriéndome me dijo: buenas noches, acércate y siéntate en el borde de la cama, tenemos que hablar. Con una de sus manos acarició mi pecho y entonces fue que me dijo: ¿Cómo es posible que no me hayas llamado a mi, que fui el que te hizo correr cuando te estaba enculando? Y de inmediato se incorporó de la cama, se sentó a mi lado y me abrazó con fuerza, llevando su boca a la mía y comenzando un beso en que nuestras lenguas se acariciaban con pasión. Mi mano fue a su vientre, bajó a su polla y la acarició. La tenía dura y caliente, después acaricié sus huevos, mientras su boca comenzó a darle lengua a una de mis orejas, lo que me puso en una situación de plena excitación. Me fue acostando en la cama y recostó su cuerpo sobre el mío, metiendo su polla caliente y babeante entre mis piernas temblorosas. Su boca comenzó a saborear la piel de mi cuello, lo que me producía unas cosquillas que me ponían la mente en blanco. Cuando su lengua llegó a mis tetillas y comenzó a chuparlas sentí que estaba al borde de explotar. Mis manos buscaban con desespero su piel, solo podía acariciar su espalda mientras él constantemente continuaba con sus caricias que me desbordaban. Con una de sus manos comenzó a acariciarme el esfínter de modo que sentí como me lo estaba lubricando. Luego mientras continuaba aquel juego de caricias sentí que su polla endiabladamente dura se presentaba en la entrada de mi culo. Sentí un deseo inaudito de que acabara de entrar y me hiciera estallar de pasión. Me abracé con fuerza a mi macho cuando empecé a sentir como me penetraba. No fue una embestida salvaje, pero fue una entrada lenta y constante, sentí placer por el dolor que me causaba darle placer a mi macho. Me la empujó hasta que sentí sus huevos como acariciaban mis nalgas y de inmediato comenzó su salida con el mismo ritmo que entró. Me la sacó casi totalmente y cuando solo le quedaba adentro la punta de la cabeza comenzó de nuevo su entrada al mismo ritmo.
No me daba un segundo de descanso. Era un ritmo lento pero constante, mis piernas empezaron a temblar, mis manos se aferraban a las suyas. Sudábamos copiosamente, me deleitaba saborear su sudor salobre, sabía a macho. Luego me la sacó y me puso boca abajo sobre la cama, con sus piernas abrió las mías y entró su polla en mi culo con una embestida bastante violenta. Ahora comenzó a darme a un ritmo fuerte que me empezó a dar miedo. Traté de protestar, pero de nada me valió, mientras elevaba más el ritmo al que me follaba me dijo: no me jodas, aguanta como un macho que ese culo ya está dilatado y es bastante glotón. Sin sacármela y sin disminuir el ritmo de sus embestidas me fue elevando el culo de forma que me quedé en cuatro patas sobre la cama, mientras continuaba follándome inclementemente. Cuando me tuvo en esa posición hizo un gesto como para caer a un lado de la cama y con fuerza me levantó de una forma que quedé sentado sobre él y con la polla clavada hasta los cojones. Comenzó a darme nalgadas para obligarme rápido a girar con la polla clavada y ponerme frente a él. Cuando acabé de poder hacer ese giro que me lo sentí en los cojones me aguantó de la cintura y me elevó subiendo sus caderas de forma que la gorda base de su polla abrió mi culo a más no poder. Pensé que mi culo se iba a reventar, traté de con mis piernas aliviar la presión a que me estaba sometiendo y en ese momento las manos de Juan estiraron mis piernas de forma que fueron a parar sobre el pecho de Carlos que ahora cuando levantaba la cadera me obligaba a soportar la total entrada de su polla en mi culo sin ningún tipo de defensa. Carlos seriamente me advirtió: cuando te ponga en una posición, protesta lo que te salga de los cojones, pero no se te ocurra hacer nada por salvar a tu culo del castigo porque de seguro te vas a arrepentir.
Cada vez que Raúl subía sus caderas y me enterraba la polla hasta la misma base sentía que mi culo se iba a reventar. Me estuvo follándo de esa manera varios minutos en presencia de Juan, que puso su polla en mi boca y me puso a mamar simultáneamente. Al principio le estaba mamando la polla a Juan, tenía que hacer un gran esfuerzo para abrir mi boca y que entrara ese aparato. Pero a Juan no le bastó y comenzó a aguantar mi cabeza y lograba meter una parte mayor en mi boca, sentía como la cabeza de su polla chocaba contra mi garganta y me provocaban arqueadas que a él le daban risa.
Luego Juan se acostó boca arriba al lado de Raúl y me dijo: Carlos, vamos cámbiate tu solo de caballo y goza mi polla un rato. Ahora había llegado el momento más difícil que era meterme la tremenda polla de Juan y me lo estaba pidiendo de una forma en que por la experiencia que estaba teniendo con Raúl era la penetración más profunda. Sentí miedo, titubee unos instantes, pero Raúl comenzó a darme nalgadas para que me apurara. Me puse sobre Juan, fui buscando con mi culo la cabeza de su polla dura y comencé a tratar de meterme aquel aparato. Juan me apuraba constantemente diciéndome: vamos cojones, no lo pienses, apúrate y siéntate sobre ella. Yo empecé a hacer esfuerzos por meterme aquel pedazo de carne, me estaba costando un trabajo enorme pero Raúl me estiró de pronto las piernas y caí sentado sobre la polla de Juan que me entró hasta los cojones. Pensé que aquella polla me iba a salir por la boca y en ese momento sentí terror de que Juan subiera como lo estaba haciendo Raúl sus caderas, no lo iba a poder soportar y empecé a suplicarle que por Dios no me subiera como Raúl. Pero decir eso fue como si le estuviera diciendo: Juan hazme lo mismo que Raúl, pues de inmediato subió sus caderas y sentí como su polla me entraba y me causaba un dolor descojonante, sentía que mi culo se abría para poder tragarse la gruesa base de su polla.
Cuando me bajaba le suplicaba que no me volviera a subir, le acariciaba el pecho, lo besaba. Pero de nuevo Juan me volvía a elevar volviéndome a abrir el culo a más no poder. Desesperado, con mis manos aguanté sus caderas para aliviar un poco la penetración. Pero Juan me dijo con energía: de ninguna forma se te ocurra aguantar mis caderas, coño pon tus manos en la cintura y goza la polla de tu macho. Pero Carlos entró en ese momento en acción y me aguantó las manos para que no pudiera defender mi culo de ninguna manera mientras Juan continuaba con sus elevaciones que hacían que mi culo se abriera a más no poder. Cuando terminó aquella sesión de penetración mi cuerpo sudaba copiosamente y me temblaban las piernas y los músculos de todo el cuerpo, pero sentía una lujuria por aquel par de machos indescriptibles.
Me desempalaron y caí en la cama agotado y tembloroso y en ese momento Juan y Carlos comenzaron a acariciarme y a besarme con tanta ternura que pronto empecé a recuperar fuerzas y corresponder con caricias a las suyas. Sabía que la cosa no había terminado porque ninguno de nosotros se había corrido y que cuando ellos le saliera de los cojones considerarían que ya estaba bien y continuarían dándome por el culo. Pensé que el próximo que entraría en acción sería Raúl, pues Juan estaba más cansado por haber acabado de darme una sesión de caña y así fue. Raúl estaba empalmado a más no poder, me puso de lado y comenzó a penetrarme mientras Juan me quedaba frente a mi y me besaba constantemente. Luego Juan propuso que mientras Raúl se deleitaba con mi culo nosotros haríamos un 69. Comencé a mamarle la polla a Juan mientras Raúl continuaba dándome por el culo sin clemencia, pero estaba tan dilatado que el muy cabrón me estaba volviendo a hacer gozar.
Luego puso a Juan boca arriba y yo sobre él completaba el 69, mi culo quedaba a su alcance y pronto lo penetró a un ritmo salvaje. Yo mamaba la polla de Juan de forma lujuriosa, mientras que la mía Juan se la tragaba completamente. De repente empecé a sentir como la polla de Juan rugía, parecía como un volcán que iba a entrar en erupción. Las embestidas de Raúl se hacían más frenéticas, sus manos cada vez sujetaban con más fuerza mi cintura, mientras yo cada vez sentía que no podía aguantar más y me iba a correr en la boca de Juan. Aquello fue como un terremoto. Mientras yo empecé a sentir como los chorros de leche de Juan comenzaban a llenar mi garganta, sentí entrar en mi culo la leche caliente de Raúl que jadeante hacía expresiones de placer y yo empecé a sentir como mi leche entraba en la boca de Juan que continuaba mamando y tragándose toda mi leche, lo que me hizo continuar chupándosela y tragándomela yo también. Aquella doble mamada por poco nos enloquece, seguimos chupándonosla aunque ya nos habíamos corrido, lo que nos hacía estremecernos una y otra vez, mientras Raúl comenzaba a relajar sus músculos sobre mi pero manteniendo su polla dentro de mi culo.
Cuando todo terminó y llegó la calma, sin hablar nos fuimos acomodando en la cama, yo quedé entre ellos y abrazaba a Juan mientras mis nalgas quedaban acariciando la polla dormida de Raúl. Y así nos quedamos dormidos los tres. El tiempo en que estuvimos durmiendo no lo puedo calcular, pues había perdido la noción del tiempo y no tenía ningún reloj a mano que pudiera recordármela. La mezcla de nuestros sudores se fue secando sobre nuestra piel y mi cara estaba encajada en el mismo pecho de Juan, su olor a macho me tenía en las nubes.
De repente empecé a despertar, fue un despertar muy extraño, sentí que algo duro me estaba penetrando el culo. Desperté con un sobresalto y de inmediato sentí la voz de Raúl que me decía que no hiciera ninguna exclamación que pudiera despertar a Juan, mientras me decía: ya, cariño, ya está adentro, pero no hagas ninguna exclamación, disfrutala en silencio. Mientras sus manos acariciaban mi pecho y poco a poco me iba despertando y dándome cuenta que Raúl me tenía clavado su mástil. Desperté con claridad cuando comenzaban las continuas y suaves envestidas de Raúl. Aquel fue un despertar único en mi vida, mi polla estaba empalmada a tope y las embestidas de Raúl me daban un placer inaudito. Cada vez que este hijo de puta me follaba me hacía retorcer de placer. Ahora mientras me follaba su boca no paraba de actuar en mi espalda. Me saboreaba la piel de mi espalda, me la mordisqueba de una forma excitante y mi culo se deleitaba con tener su miembro jugueteando con él. Indudablemente, si estaba convirtiéndome en maricón tan rápido era debido a la astucia de este macho que sabía como nadie tocar mis más profundas fibras de la sensibilidad. No pude soportar más que me follara de esa forma en que no podía ni gemir por el placer que me estaba dando y le supliqué que nos fueramos de la cama a otro sitio donde pudiera expresar el placer que me estaba dando. No me respondió, siguió dándome por el culo un buen rato de esa forma que me enloquecía, hasta que de un golpe me la sacó y me dijo: levantate y vamos al baño. Yo me incorporé como un resorte, quería que me siguiera follando lo más rápido posible. Entramos en el baño y de nuevo nos abrazamos frente a frente y nos besamos con una pasión enloquecedora. Estaba todo oscuro, yo no veía absolutamente nada donde estaba, él me viró de espalda y me hizo poner un pie sobre un borde que parecía ser la bañadera, inclinó con su mano suavemente mi espalda hacia delante y penetró su polla en mi culo, esta vez más profundo que en la cama por la posición en que tenía. Cuando su polla entró sentí como la mía soltaba gotas de líquido preseminal, era tanto que me pareció que me estaba corriendo. Sus manos acariciaban mi pecho mientras su polla gozaba mi culo y de nuevo empecé a retorcerme de placer; me corrí como una puta, Raúl retuvo mi polla con su mano derecha, yo no hice ninguna resistencia aunque ya sabía que me iba a retorcer de placer, mis contracciones las sentía en mi culo que le apretaba la polla cada vez que apretaba un poco la polla con su mano llena de leche. Esos apretones de mi culo a su polla le sacaron la leche de sus mismos cojones y pronto sentí sus expresiones de placer y como soltaba al fin mi polla mientras limpiaba su mano embarrada en leche en los vellos de mi vientre.
Me sentí embarrado y aproveché que estaba en el baño para asearme un poco, pero él me lo impidió diciéndome: quédate así embarrado, me gusta sentir el olor de tu leche en la cama, igual eso me vuelve a excitar de nuevo, mañana ya habrá tiempo de bañarse bien. Y así nos fuimos de nuevo a la cama, nos abrazamos frente a frente y mis nalgas se fueron a refugiar a las entrepiernas de Juan. Creo que instintivamente estaba provocándolo, pero él no se percató que mi culo acariciaba su polla dormida y una de sus manos fue a acariciar mi vientre. De nuevo me quedé dormido entre mis dos amantes y ahora sabía que en cualquier momento el otro despertaría y trataría de gozar mi culo que ya se estaba habituando a que ellos lo gozaran.
Al amanecer, al mismo tiempo que el sol asomaba por el horizonte, pujando con fuerza por subir al centro del cielo, la polla de Juan tocaba las puertas de mis nalgas con una energía que metía miedo. Yo estaba despierto, no me tomó por sorpresa como lo había hecho Raúl un par de horas antes. Pensé que estaba en peligro, mi culo se sentía adolorido y deslizándome por el centro de la cama me puse de pie e intenté buscar refugio, pensé irme a la cocina, pero no me dio tiempo, Juan también se había incorporado y estaba a mi lado. Ni Dios me libraba de otra enculada más. Juan se me acercó y me abrazó, sentí el calor de su cuerpo y me fui a refugiar en él. Me pegué a su pecho y le besé el cuello. Aquel macho tenía un magnetismo que no me permitía huir de él. Su polla empalmada babeaba de deseo por penetrar mi culo. Pensé que una buena mamada podía librarme de ella y comencé a darle lengua por todo el pecho, baje por su vientre, entré en su ombligo, vi como los músculos de su vientre se tensaban y metí en mi cálida boca la cabeza de su polla que aunque ya empalmada todavía no había salido de la piel que la guardaba. Con la lengua desesperadamente fui a buscarla y cuando llegue a ella sentí su sabor. Comencé a mamar con intensidad, mi intención era hacer que descargara el contenido de sus huevos en mi boca y darle descanso a mi maltrecho culo. Juan se deleitaba de placer. Solté su polla y fui a besarle los huevos, los succioné uno a uno y luego cuando traté de continuar la mamada Juan me lo impidió. Lo que quería era gozar mi culo, con sus fuertes brazos me fue poniendo de espaldas e inclinándome hacia delante. Pensé que me iba a colimar de inmediato, pero lo que sentí en mi culo eran las cosquillas que provocaban las raíces de su barba y de inmediato los lenguetazos en el culo me hicieron saltar. Me retuvo con fuerza y comenzó a comerme el culo, sentí unas sensaciones explosivas y no pude escapar de aquella mamada de culo.
Salí de la habitación y me fui al salón y allí me siguió Juan con su polla empalmada y pendulando de deseo. Me llevó al sofá y allí me acostó boca abajo, empezó a acariciarme las nalgas con una ternura que me deleitaba, pensé que pronto me estaría enculando. Sentí como acercaba su pecho a mi espalda, me la besaba de una forma que me daban muchas cosquillas que me hacían saltar, su lengua jugueteaba de una forma que me estaba volviendo loco, mi respiración se entre cortaba y pronto sentí el peso de su cuerpo sobre el mío, pero lo hizo de forma que en lugar de acercar su polla a mi culo lo que tenía era su boca metida entre mis nalgas, empezó a besarme las nalgas, ahí me di cuenta que estaba perdido, ahora no podría escapar de nuevo de la mamada de culo que insistía en propinarme. Sentí como sus fuertes brazos abrieron más mis piernas y su lengua ahora empezó a acariciar mi culo, cada lenguetazo me estremecía, me hacía rabiar de placer, pero no podía escapar, continuaba dándome una mamada de culo histórica. Sentía como sus saliva me corría entre las nalgas y me mojaba los huevos y su mamada continuaba. Cuando su lengua entró en mi ojete pensé que iba a explotar, estaba al borde de perder el conocimiento. Me mamó tanto como le salió de los cojones y cuando terminó quedé tan extenuado que no podía ni moverme del cansancio.
Entonces le fue muy fácil presentar la cabeza de su polla en mi culo y hacerla entrar hasta sentir como sus huevos se restregaban con mis nalgas. Me la dejó adentro unos segundos para que me acostumbrara a ella. Me besaba el cuello y yo le daba lengua a sus manos. Cuando se dio cuenta que me había acostumbrado un poco a la intrusa dentro de mi me dió dos o tres embestidas suaves y la sacó casi completa. Solo dejó adentro la punta de la cabeza para que la guiara a su próxima entrada y pasados unos segundos de tensión y espera, entró de nuevo su glotona polla de nuevo y de la misma forma hasta lo más profundo de mis entrañas. Este proceso me estaba haciendo sentir su polla de punta a punta, lo que me estaba enloqueciendo. Por primera vez estaba sintiendo placer de la follada de Juan que siempre me habían dejado adolorido. Este juego continuó un largo rato hasta que mi culo estaba tan abierto que me la sacaba completamente y de nuevo cuando volvía a penetrarme la polla buscaba mi culo y entraba en él con un apetito devorador que hacía que todo mi cuerpo temblara.
Entonces me enloquecí y le dije: Por Dios Juan, estas al borde de hacerme correr, me estas dando un placer descojonante. Pero él continuó dándome el mismo tratamiento. En ocasiones la polla no encontraba la entrada del culo y él presionaba fuerte para entrar, aquello me dolía, pero cuando encontraba la entrada lo hacía de una forma tan enérgica que soltaba un grito mezcla de dolor y placer. Después me levantó del sofá y me hizo subir un pie encima del sofá y poner mis manos allí y comenzó a follarme a un ritmo ensordecedor. Sentía como mis piernas temblaban mientras su polla devoraba una y otra vez mi maltrecho culo. En un momento me di cuenta que me estaba corriendo, que él tenía mi polla en su mano embarrada de leche y comencé a estremecerme de esa forma lujuriosa que provocó que su polla comenzara a disparar sus chorros de leche caliente hacia mis entrañas. Cuando descargó su lujuria me la sacó y yo corría a abrazar y besar al macho que me había follado de esa forma tan viril.
Terminado este momento, descansamos unos minutos en el sofá y el propuso que nos diéramos una ducha. Nos fuimos al baño y cuando estábamos entrando en la bañera llegó Raúl que dijo: me apunto al baño también. Yo nervioso protesté, estaba muy cansado y no soportaba que me volvieran a dar por el culo. Pero Juan sonriendo me dijo: tranquilo Carlos, que nosotros tampoco somos de hierro. Y nos metimos los tres en la bañera y nos enjabonamos unos a otros. Cuando estaba dándole jabón a Raúl en los huevos me percaté que su polla estaba como un tren y la lujuria me hizo acariciársela varias veces. Luego me dediqué a acariciar el pecho enjabonado de Juan, dándole la espalda a Raúl y en ese momento sentí que su polla enjabonada entraba en mi culo con una facilidad inusitada y comenzó a follarme mientras yo me abrazaba a Juan desesperadamente. No se anduvo con tapujos, me folló con intensidad desde el primer momento hasta que se corrió rápido.
Después nos aclaramos con agua tibia el jabón y nos fuimos secando. No nos vestimos por iniciativa de Juan quien nos dijo, hoy es sábado y ninguno tiene que trabajar, así que nos quedamos desnudos y paseando por la casa todo el día. Aquel fue un día de nudismo total, no salimos de aquella casa para nada. Yo hice la comida desnudo en la cocina y en varios momentos Juan jugueteó conmigo en la cocina. Se me acercó por detrás de forma sorpresiva con la polla lubricada y empalmada al tope, me dio un beso por la espalda y cuando traté de dar la vuelta para besarlo, no me dejó, entró su polla en mi culo como un disparo y tuve que seguir cocinando en esa situación no se ni como. Me embistió unas cuantas veces y al final me la sacó sin correrse.
Luego nos sentamos en la mesa a comer y allí estuvimos conversando largamente. Ahí me enteré que Raúl y Juan eran hermanos, que los dos eran activos y que su amigo que no había aparecido por aquel lugar más, era pasivo. Cuando Juan y Raúl decidieron follarme, él se marchó pues nada tenía que hacer allí. Que ellos me proponían hacer una relación seria entre tres, pues habían notado que me gustaban los dos igualmente y que respondía tanto a los deseos de uno como los del otro y que además como era de culo muy glotón podía aguantar la caña de dos machos. Que ellos sabían que eso no era fácil y que quizás en los primeros tiempos pedirías en algún momento algún tiempo de tregua, pero que no me preocupara, que ellos de seguro no me la iban a dar y que lo que harían era incrementar las tandas de sexo parar que me acostumbrara y me arrepintiera a volver a pedir una tregua. Luego de comer, Raúl fregó la losa mientras que Juan y yo nos fuimos a la cama a dormir la siesta, luego se incorporó Raúl y de nuevo volvía a quedar abrazado entre los dos. Nos acariciamos mucho, pero no hubo sexo, todos estábamos hasta el tope de satisfechos. Otra cosa fue cuando nos despertamos. Los tres estábamos empalmados y de nuevo hubo fiesta en la cama y me volvieron a dar por el culo ambos con la misma pasión. Ahora estaba empezándome a acostumbrar y les confieso que cuando despertamos tenía tantos deseos que me follaran los hermanos como ellos de hacerlo.
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