La Bodega

Ahí estábamos nosotros dos solos parados en medio de la bodega que habíamos rentado por un mes exclusivamente para satisfacer nuestros lujuriosos deseos sexuales; en específico que ella fuera mi esclava sexual.

Ahí estábamos nosotros dos solos parados en medio de la bodega que habíamos rentado por un mes exclusivamente para satisfacer nuestros lujuriosos deseos sexuales; en específico que ella fuera mi esclava sexual.

Una vez teniendo sexo loco y desenfrenado ella entre gemidos había confesado que ardía en deseos de ser mi esclava sexual, dejarse esposar a algo que le impidiera mover sus manos y piernas, en pocas palabras hacerla a mi antojo, para así correrse como una autentica traviesa en celo.

Como cada aventura sexual salimos temprano de nuestros respectivos hogares y nos dirigimos esta vez a la bodega que exclusivamente alquilamos para tal fin, ya que ella deseaba más que otras veces gritar o gemir a todo pulmón y claro sobre todo sentirse una verdadera hembra.

Abrimos la puerta de aquella fortaleza de ladrillos y el rechinar se escucho por toda la estancia, algo de luz se coló para dejarnos contemplar que aquello estaba completamente desierto y que solo estaríamos nosotros y nuestros deseos ardientes.

La luz de las lámparas se propago como serie navideña y ahí en medio estaba el utensilio perfecto para llevar a cabo la odisea sexual: Un andamio, sonreí con malicia y ella sin más tiempo que perder se despojo de su ropa para solo quedar en un bikini que apenas y le alcanzaba a cubrir sus preciosos senos, y ni que decir de su braga más que diminuta, tenía la medida exacta tan solo para tapar su deliciosa concha.

De la mochila extraje unas esposas que se sujetaban a las muñecas, ella obediente como perrito estiro sus brazos y se las dejo poner, después la amarre de sus tobillos, para dejarla en forma de "X", desaparecí de su vista y me situé detrás de ella con el fin de masajear sus tetas de arriba hacia abajo, se las apretaba, le pellizcaba los pezones sobre el corpiño, ella no podía hacer otra cosa más que gemir, retorcerse de placer, mientras se sujetaba fuertemente a las cadenas, con la poca movilidad que le quedaba en su cuerpo con su trasero rozaba mi pene que ya estaba más que erecto, me aleje un poco para que dejara de sentirme y aprovechar para extraer de la mochila una maquina muy singular y que sería la primera vez que la sintiera: un aparato que da impulsos eléctricos en unas tenazas que se sujetan a los pezones.

Obvio no las pudo observar ya que no podía voltear hacia atrás, solo las percibió hasta que fui rozando su cuerpo con ellas, se quejaba quizá del dolor mezclado con esa excitación que le desgarraba su sexo, entre gemidos rogaba que sobara su concha, así que encima de la tela puse las tenazas y la masturbaba a la vez que los toques la recorrían todo el cuerpo, temblaba ligeramente señal de que su primer orgasmo hacia presencia, me pare enfrente de ella y le enseñe un vibrador de tamaño considerable, semejante al que utilizan para dar masajes en la espalda, solo atino abrir sus ojos y decir - un no por favor – cuando ya retiraba sus bragas hacia un lado y empezaba a masajearle con ese aparato por todo su sexo, por sus labios mayores y menores, alrededor hasta llegar al clítoris, aquello fue demasiado ya que grito como nunca lo había hecho; de pronto su raja engullo el vibrador completamente restando tan solo moverlo de arriba hacia abajo mientras ella no dejaba de temblar, de moverse abajo hacia arriba con lo poco que le permitían sus ataduras.

Extraje el vibrador que estaba empapado de sus jugos que escurrían a lo largo y le ordene que se hincara mientras me despojaba de mis pantalones y demás ropa, sin más que decir me arrime para que lo empezara a chupar, lo hacia como si no hubiera probado alimento, le entraba todo sin esfuerzos, aumentaba la velocidad y justo cuando iba acabar lo retiraba de su boca, ella tan solo me miraba para que le diera su dulce con su exquisito jugo, una vez más me arrime para que mamara como si su vida pendiera de ello y justo cuando me iba a venir lo extraje para terminar en sus senos, ella me reclamo, así que me pase detrás de ella y le arranque las bragas de una a la vez que con un cinturón la azotaba en las nalgas y con tono enérgico le decía – no estas en posición de reclamar esclava – unos cuantos azotes más y de pronto la embestí para empezar con el típico mete y saca para después con el vibrador masajear su ano, toda ella me pertenecía, así que sin dilación extraje mi pene de su sexo y lo introduje en su ano a la vez que el vibrador en la concha, ella solo atinaba a convulsionarse y pedir más, su cuerpo solo se sostenía gracias a las esposas, no paraba de gemir y gritar a la vez que reclamaba su premio: beber mi leche, así que al acercarse al final le di de beber hasta la última gota, se las merecia.