La Boda (El compromiso)
Esta historia se basa en una serie de acontecimientos desarrollados desde el momento del compromiso de una pareja hasta su separación.
La verdad era que lo estábamos muy bien a aquella hora en la orilla del mar, sintiendo la leve brisa acariciar los poros de tu cuerpo mientras olía uno de mis olores preferidos, el del salitre. Por aquellos años estaba saliendo con Alicia, el amor de mi vida.
Pero ante me presento, me llamo Lucas, tengo 30 años, vivo con mi novia Alicia ya hace dos años. Ella es una mujer de 31 años, con una bella de cara, ojos celestes y rubios. Es relativamente alta, sin tacos mide igual que yo, 1,70 aproximadamente. En ese momento estaba un poco pasada de peso, por eso sus senos la tenía enorme. Eran naturales, redondos, grandes y de pezón bonito y ancho. Su cola es paradita, pero un poco culona.
Aquél era el ocaso de un día en la playa. Estábamos en pleno primavera y era domingo. Al día siguiente tendría que levantarme a las siete de la mañana para empezar nuevamente la semana, pero en aquel momento me importaba nada todas mis miserias. Estaba al lado de mi gran amor que, sinceramente, a pesar que en media gordita, sigue estando muy buena, y esa noche, en la cena, le iba a proponer matrimonio. Por eso le dije que se ponga linda para esa noche, ya que la quería lucir hermosa.
Alicia me dio con el gusto. Ella se vistió con una minifalda de color azul, tela durazno (de esas que se untan al cuerpo sensualmente). El diseño de la minifalda era algo corto. Todo era un conjunto, para lo cual la parte superior cubría su busto dejando un escote amplio, ya que tan sólo se detenía el vestido en la parte superior por un pequeño listón que rodeaba su cuello. Su cabello arreglado para la ocasión y un maquillaje que la hacía resaltar su bella boca, su naricita respingada y esos ojos seductores que lanzan miradas de deseo. Llevaba un par de tacos altísimos, que obviamente me hacían lucir muy bajo comparada a ella.
Fuimos a un restaurant chino y empezamos a cenar un platos de arroz tres delicias: pollo con almendras, ternera con bambú, setas chinas y ensalada de gambas con sus buenas tres botellas de vino rosado.
Luego el mozo nos acompañó a un lugar más reservado para tomar un café irlandés para mí y un té negro para ella. Allí continuamos charlando y pasándolo bien. Las bajas butacas y sofás de la misma hacían que nuestro cuerpo se hundiera un poco quedando más arriba las rodillas que el resto de la cadera. Mi novia se sentó quedándole su vestido por encima de ellas enseñando así sus bonitas piernas y algo de los muslos. El ambiente era muy caliente pues estaba llegando muchas parejitas y la luz tenue, el aire acondicionado, la música tan agradable y las copas que teníamos adentro nos hacían sentir muy bien! La mesita que tomamos estaba en un rincón del salón así que no nos veíamos con el resto del local. Los mozos no le perdían ojo a mi novia. La miraba arriba y abajo. Ella que hacía rato se había dado cuenta y sabiéndose admirada se mostraba coqueta y alagada.
Bueno, en el momento del café le dije lo que antes he anunciado brevemente. Le propuse matrimonio y ella aceptó con un sonoro SI y manifestó su alegría al mozo chino, que nos miraba con cara de no entender nada. Cuando miré el reloj vi que marcaban las doce y cuarto y le dije a mi prometida de ponernos en camino, pues aún nos quedaba hora y poco más de carretera hasta celebrar nuestro compromiso con el consabido polvo de, digamos por decir algo, de celebración.
Pero hete aquí mi sorpresa que en mitad del viaje, mi Alicia - que se pierde un poco cuando toma alcohol - toda acaramelada me dio un beso en la mejilla que le quedaba a su lado. Luego me besó el cuello y me dijo: ¡mira tú por donde¡ Luego dirigió su mano derecha a mi bragueta, la desabrochó, buscó por entre la ropa mi lacio pene, lo sacó, la miré, me miró, sonrió, se agachó hacia él y denle ustedes a su imaginación pues es todo lo que puedan imaginarse lo que sucedió.
Juro y perjuro que es harto complicado conducir mientras te la están mamando. Lo primero que ocurrió fue reducir la velocidad. Por suerte estaba la autovía a mi placer. Cuando llegó el momento de correrme le dije que espere. Detuve el auto al lado de la ruta. Había un lugar con árboles para aparcar. Allí estacione.
El ambiente iba mejorando segundo a segundo, se iba haciendo más intenso, más romántico y más erótico. Inicialmente mis manos estaban en su cara, ahora estaban acariciando sus senos. Sus manos me abrazaban, luego estaban en mi espalda, pero tocándome de una manera tal, que parecía que quería arrancarme mi ropa.
Con mucho afán le empecé a quitar el listo de su vestido - no llevaba corpiño -, le besaba los senos, el cuello, la mordía, ella hacía un gemido de placer que solo me excitaba más. Pero estábamos dentro un automóvil, así que lo único que restaba era buscar la mejor posición. Ninguno lo había hecho antes dentro de un auto. Y finalmente nos hicimos en el asiento del copiloto, totalmente reclinado, ella se posiciono encima de mí. Le saque su tanga y la penetre. Nos besábamos con mucha intensidad mientras hacíamos el amor, nunca había sentido algo así. En ese momento sentí las contorsione de Alicia que estaba teniendo un órganos. Luego ella se queda quita. ¡Ella había llegado, pero yo todavía no¡
Entonces le digo que deseo que me la chupe. Ella como una esclava baja su cabeza y sus labios a mi pene, lo toma con una mano masajeándolo y lo mete lentamente en su boca, dándome lengüetazos bajando y subiendo en todo el tronco de mi pene, también bajada a besar mis testículos que poco a poco iban llenándose. Ella seguía mientras yo comenzaba a tocar su conchita, la cual sentía mojada. Lentamente metí mi primer dedo en esa húmeda cueva, ella se estremeció tanto que comenzó a darme una mamada más rápida, por lo que metí un segundo dedo para comenzar a gatillar su conchita.
Ella me recordó que le avise cuando estés por llegar? ¡Si amor¡ le conteste. Mientras Alicia seguía con su faena, yo escuchaba que pasaban autos por la corretera. Al comienzo, cada que vez que veíamos una luz a lo lejos nos deteníamos, pero luego ya no importaba.
Hasta que llegó un momento horrible que mató la pasión de la noche. Habían transcurrido aproximadamente 3 o 4 minutos en esa posición mientras yo disfrutaba con los ojos cerrados el excelente trabajo que hacía mi novia. En ese momento escuche un auto acercarse, y en cuestión de segundos se estaciono al lado nuestro, y de repente, sin darme cuenta una luz blanca entró por la ventana y de inmediato se asomó un policía. La luz era de la patrulla que alumbraba nuestro auto, enseguida se acercó otro policía por la otra ventana alumbrando con otra la lámpara.
Alicia no se dio cuenta, ya que tenía los ojos cerrados y la música del estero prendida con alto volumen. Entonces trate de sacar mi pija de la boca de Alicia, pero ella siguió, produciendo que mis ojos se dispararon hacia atrás, mis brazos se agarrotaron y mis manos se abrieron. Estaba eyaculando. Alicia al saborear mi semen me grito: ¡tonto, te dije que me avisara¡ Recién allí se dio cuenta que el policía la estaba alumbrando con la linterna. La situación era patética: yo recostado en al asiento, Alicia con semen en su boca; unos de los policías alumbrando con la linterna al lado mío, y el otro agente alumbrando del asiento del acompañante, teniendo una visión del culo y la concha de Alicia, ya que su vestido lo tenía en su cintura.
Luego el uno de los agentes de manera insistente golpeaba el vidrio pidiendo que bajara el vidrio. Así lo hice. Allí comprobé que Alicia se tuvo que tragar mi semen, ya que no tenía nada con que limpiarse. Estaba muy avergonzaba ya que con una de sus manos se tapaba la cara, y con la otra intentaba acomodarme el vestido que tenía enrollada en la cintura, ante la mirada directa de los dos policías, clavadas una por su frente y otra por detrás de ella.
Obviamente ella estaba súper aturdida y no conseguía arreglarme del todo, con lo cual los hombres tuvieron suficiente tiempo para apreciar sus nalgas y principalmente su concha, mientras su tanga seguía en el piso del auto. Incluso el policía del lado de ella, descaradamente apunto con la luz de la linterna entre sus piernas.
Yo le hacía señas que ya me bajaba. Luego descendí del vehículo y como pude me abroché el pantalón, el otro policía también le pidió a mi novia que bajara; ella por el susto se bajó de inmediato tratando de abrochar su listón. Al momento de bajar del auto me percaté que estuvo desnuda mostrando su vagina por unos instantes al policía que estaba de su lado. Obvio que ella estaba en bola debajo de sus prendas, ya que no la tanga estaba en el piso. Eso me incomodo, y a ella también.
Ya fuera del automóvil, y me dijeron que eso era prohibido, y que teníamos que ir a la estación. Yo solo pensaba en el problema tan tenaz que íbamos a tener, así que les pedí a los agentes que me ayudaran, que no era ningún delito y que me dijeran en que les podía ayudar. Uno de los agentes me dijo: "tengo que arreglarle algo en el patrullero, necesito 500 pesos", número que hizo con su mano derecha. En ese momento pensé que 500 pesos era razonable. Seguramente el policía valoraba el hecho de haber podido disfrutar visualmente a mi novia un rato. Luego de la coima a los policías nos marchamos a nuestro domicilio sin mediar palabras. Nos acostamos a dormir enseguida muy avergonzaba por el momento vivido,
A las pocas horas el reloj escupió su simpática tonadilla de toca cojones diarios, me desperté, me duché, la besé y me fui al trabajo. Empezaba de nuevo la rutina. En ese momento, un gato negro se me cruzó en el camino. De ahí mi destino.