La boda de mi primo (parte siete).
Séptima parte de mi penúltima historia, que acabé de escribir en el pasado mes de Mayo. Espero que guste a mis lectores y que se vayan engachando a lo acontecido.
Aunque la orgía siguió en la discoteca puesto que había varias parejas de jóvenes y una lesbiana que parecían no tener límite, pude permanecer sólo y tranquilo durante algo más de tres cuartos de hora lo que me permitió recuperarme y poder saborear un par de copas de un delicioso combinado, especialidad del hotel, hasta el momento en que Martina, vestida con una bata muy corta y fina con la que me pareció una autentica “calientapollas”, entró por la puerta y después de buscarme con la mirada, se dirigió hasta el lugar en el que me encontraba para, abriéndose de piernas, recordarme nuestra cita nocturna y casi imponerme la obligación de guardar parte de mis fuerzas para entonces con lo que pareció quedarse conforme y abandonó el lugar. Hasta aquel momento me había sentido complacido y relajado después de haberme pasado un montón de tiempo comiendo el chocho, bebiéndome las meadas y hurgando con mis dedos en el ojete a siete mujeres, dos de ellas jóvenes y las demás maduritas y de haber jodido a Martina, a la fémina de mi edad y a las tres chavalas belgas permaneciendo todavía en mi mente la sesión que había mantenido en el cuarto de baño con la última pero, desde el instante en que Martina hizo acto de presencia, volví a excitarme y me pareció que acababa de despertar de una especie de letargo sexual. El alcohol y la fuerte “fragancia” a meadas, coño y “baba” vaginal femenina y a chorra y leche masculina que envolvía el ambiente me hicieron darme cuenta de que ardía en deseos de restablecer mi actividad sexual por lo que me volví a desnudar para lucir mis atributos sexuales en la penuria eléctrica habitual en una discoteca. Me entretuve observando a un par de jóvenes que, después de haber vaciado sus huevos, ofrecían su culo a hombres de mi edad en adelante que no tardaban en meterles el cipote por el trasero y algunos dando muestras de tener bastante experiencia en ello. Desistí del ofrecimiento que me hizo otro de ellos al considerar que todavía existía un buen surtido de golfas en disposición de darme mucha satisfacción.
Entre ellas elegí a dos hembras cuarentonas que, luciendo unas prietas y voluminosas tetas y sin más ropa que una braga baja, esperaban a que algún hombre se dignara joderlas. En cuanto me acerqué a ellas y las hice ver mis intenciones, me permitieron que las despojara de la braga para que pudiera comer la seta a una de ellas al mismo tiempo que masturbaba a la otra antes de que decidieran turnarse para chuparme la minga hasta ponérmela bien dura y tiesa mientras, cerca de nosotros, un hombre maduro no dejaba de mirarnos al mismo tiempo que daba por el culo a un joven al que dijo que había estado esperando durante mucho tiempo que se le ofreciera de aquella forma y deseaba llenarle el trasero de leche. Después de que las mujeres me indicaran que preferían notar el continuo golpear de mis huevos en su culo a que las realizara cualquier tipo de hurgamiento anal y de separarnos un poco más de aquellos dos varones, se la “clavé” por la almeja. A la primera se la metí acostada sobre tres sillas y con sus piernas apoyadas en mis hombros. Se hizo pis cuándo estaba a punto de eyacular con lo que logró excitarme para que la echara una gran cantidad de leche. A la otra me la comencé a tirar en la misma posición y se meó en cuanto la penetré pero, como me resultaba bastante parada y sosa puesto que parecía estar más pendiente de que el nabo no se la saliera que de disfrutar y no supo mantenerme tan motivado como la primera, mi eyaculación se demoró mucho más de lo habitual lo que nos permitió cambiar de posición y cepillármela colocada a cuatro patas antes de culminar “descargando” echado sobre ella en el suelo y dedicándola un montón de improperios. Cuándo se lo saqué, el pene lució impresionante por lo que la fémina a la que me había follado en primer lugar no se lo pensó y procedió a “cascármelo” y chupármelo al mismo tiempo que mantenía bien apretados mis huevos mientras la otra me hurgaba con sus dedos en el ojete y me acariciaba los glúteos pero, a pesar de que estuvieron así durante bastante tiempo, de que llegué a sentir mucho gusto y de que la picha alcanzó unas dimensiones descomunales, no lograron que volviera a eyacular para, como querían, verme echar la leche.
Después de mamarlas las tetas y realizarlas un exhaustivo examen visual y táctil del chocho y del culo consiguiendo que a base de presionarlas desde el exterior la vejiga urinaria se hicieran pis delante de mí, me separé de ellas pensando que habría evitado el “gatillazo” sufrido obligando a la más parada a chupármela, cosa que por lo que había comprobado sabía hacer con gran esmero y sumo interés, para volver a “clavársela” a la otra por vía vaginal en cuanto hubiera estado próximo a eyacular. Pero como no quería que lo que consideraba un fracaso estuviera mucho tiempo en mi mente consideré que, para hacer frente a semejante contrariedad, lo más idóneo era que me volviera a motivar tirándome a una chavala que estuviera realmente buena. Decidí descansar unos minutos para poder otear el horizonte y localizar a la siguiente cerda. En cuanto di con una que me gustaba y estaba libre, me levanté y me acerqué a ella. La joven me sonrió y tras mirarme y tocarme los atributos sexuales, me indicó que la encantaría poder llegar a “secarme” los gordos cojones de los que estaba dotado a lo que la contesté que estaba deseando que lo hiciera por lo que comenzó por “cascarme” la pilila antes de colocarla entre sus espléndidas tetas con el propósito de efectuarme una nueva cubana manteniéndola presionada a su canalillo y pasándome la lengua por la abertura cada vez que el capullo aparecía por la parte superior de su “delantera” Pero mientras aquella guarra intentaba darme gusto con aquello y la mantenía bien apretadas las tetas con mis manos pensé que llevaba echados diez polvos y siete de ellos dentro del coño de otras tantas hembras a las que, además, había efectuado múltiples hurgamientos anales y que me había prodigado en comer el seta a otras cuatro pero que todavía no había dado por el culo a ninguna lo que me llevó a decidir que aquella joven iba a sentir y de inmediato, mi enorme pirula dentro de su trasero por lo que hice que se olvidara de la cubana y se colocara a cuatro patas en el suelo. En cuanto lo hizo y procedí a sobarla las tetas y a tirar de sus pezones fue cuándo me di cuenta de de que se trataba de Andrea, la madrina, a la que desnuda, sin apenas maquillaje, con un “pedo” de consideración y con poca luz, no había reconocido. Después de considerar que el padrino se habría vaciado muy a gusto y a conciencia con ella echándola varios polvos dentro de la almeja, entendí que era la mujer más apropiada para recibir por el culo, por lo que procedí a sobarla el chocho sin dejar de oprimirla las tetas; un poco después se la “clavé” vaginalmente y tras darla unos buenos envites con los que logré ponerla muy burra y que se meara, se la saqué de golpe bien impregnada en su flujo y en su pis y abriéndoselo al máximo con mis dedos, se la introduje entera por el ojete en un plan un tanto bárbaro. Supongo que la haría daño tanto al penetrarla como al perforarla el intestino pero me pareció que estaba habituada al dolor que para las mujeres conlleva la práctica sexual anal por lo que no la oí quejarse no protestar y me quedé sorprendido de que, a pesar de habérsela “clavado” de una forma tan brutal, estuviera “tragando” perfectamente y colaborara moviéndose al mismo ritmo que yo y sin dejar de apretar sus paredes réctales contra mi pito para intentar que mi elevado grado de excitación se incrementara todavía con lo que favoreció que mi “descarga” no tardara demasiado en producirse y que, al estar sumamente salido, la echara una cantidad ingente de leche. Acababa de soltársela cuándo la bella madrina me pidió que la extrajera la polla puesto que, con toda la lefa que la había echado, la había reblandecido la mierda y estaba a punto de defecar. En cuanto lo hice y esta vez impregnada en su “chocolate”, la ayudé a incorporarse y se apresuró a ir al cuarto de baño.
No dispuse de tiempo ni para limpiarme puesto que, en cuanto Andrea se dirigió hacía el aseo, Anne Lise se acercó a mí y poniéndose delante de mí y sin decir una sola palabra, procedió a quitarse lentamente la ropa. Mientras la observaba la boca se me fue haciendo agua y el rabo, que se encontraba a tope, con aquello se me puso inmenso. En cuanto se desnudó y como en su estado no podía ponerse a cuatro patas, optó por colocarse de cara a la pared y apoyando en ella sus manos, se fue doblando para poder ofrecerme su trasero y abriendo bien sus piernas, me pidió que la diera por el culo de la misma forma que había hecho con Andrea. Pensé que Anne Lise se había percatado de que José Andrés se estaba dando un buen lote con un animado grupo de jóvenes invitadas y que, sabiendo que me gustaba y que me sentía sumamente atraído por ella, había decidido tomarse el desquite conmigo aunque para ello tuviera que ofrecerme su trasero puesto que, según tenía la tranca tras haber poseído analmente a Andrea, era impensable que, estando a punto de salir de cuentas y de romper aguas, se la “clavara” por vía vaginal sin provocarla el parto ó causar daños al feto. Fuera como fuera, pensé que una ocasión así no se me iba a volver a presentar y me excité con sólo pensar en que iba a poder poseer por el culo a semejante preciosidad por lo que, impregnada en la mierda de Andrea, comencé a pasarla la verga de arriba a abajo y de abajo a arriba por la raja del trasero hasta que, al ver que dilataba muy bien, se lo coloqué en el orificio anal y mientras comenzaba a hacer fuerza para “clavársela”, no pude evitar exclamar:
- “Joder, que culo tan divino tienes, so cerda” .
A continuación y de la misma forma que había hecho con Andrea, la agarré de la cintura, apreté con todas mis ganas y se la introduje entera de una manera tan brutal que la hizo gritar. No tardé en darme cuenta de que, a pesar de que con mis movimientos de mete y saca sufría leves pérdidas urinarias, “tragaba” de maravilla mientras sus tetas y su “bombo” no paraban un momento quietos con mis envites anales. Me intenté recrear lo más posible con mi chorra dentro de su culo al mismo tiempo que procedía a sobarla hasta la saciedad su estriada y muy tersa “delantera” y su dilatado, húmedo y sabroso coño y aunque necesité emplear bastante tiempo para eyacular, ni a Anne Lise ni a mí nos hubiera importado que la salida de mi leche se hubiera demorado un poco más. Después de echarla una bastante aguada pero muy larga ración de lefa y su posterior meada dentro del culo, continué con mi labor pretendiendo soltarla un segundo polvo mientras tiraba de sus pezones hacia abajo como si quisiera ordeñarla y la obligaba a volver la cabeza para poder besarla en la boca. Acababa de empezar a insultarla mientras la obligaba a colaborar más dando a sus movimientos una mayor celeridad cuándo nos llevamos una grata sorpresa al comprobar que la empezaba a gotear leche maternal de las tetas y que en cuanto tiraba de sus pezones hacía abajo la salía un buen chorro. La emoción propia de aquellos momentos ocasionó que Anne Lisa, a la que había obligado a no dejar de apretar durante todo el proceso, no se percatara de que acababa de liberar su esfínter y de que se estaba cagando por lo que mi cipote se volvió a impregnar en “chocolate” femenino. Su ojete había dilatado perfectamente por lo que se la pude extraer lentamente y sin el menor problema al darme cuenta de su evacuación. En cuanto se la saqué apareció por su orificio anal un delicioso “chorizo” sólido. Me sorprendió ya que lo más normal era que, después de darlas por el culo, las féminas defecaran de una manera bastante líquida por lo que, ante un hecho tan excepcional, me apresuré a colocar mi boca en su ano para que semejante follete no se desperdiciara. Mientras lo saboreaba se produjo su siguiente descarga expulsando el “chocolate” en forma de pequeñas bolas de mierda que degusté antes de que, dándola unas palmaditas en la masa glútea, la indicara que debía de ir al cuarto de baño para volver a mi lado en cuanto acabara de evacuar.
C o n t i n u a r á