La boda de mi primo (parte ocho).
Octava parte de mi penúltima historia, que acabé de escribir en el pasado mes de Mayo. Espero que guste a mis lectores y que sigan engachándose a lo acontecido.
Como tardó casi medía hora en regresar dispuse de tiempo para poder recuperarme y reponer líquidos mientras la minga se mantenía totalmente tiesa cosa en la que colaboró Andrea, la madrina, que no dejó de movérmela con su mano mientras me acariciaba los huevos y se tomaba una copa conmigo intentando extraerme la leche para no perderse detalle de como la echaba y me proponía mantener una nueva sesión sexual en su habitación para que se la “clavara” por vía vaginal y “descargara” una ó más veces dentro de su seta. En otras circunstancias hubiera considerado un autentico sacrilegio el rechazar una propuesta así y más viniendo de una preciosidad como ella pero en aquellas, conservando todavía el sabor del “chocolate” de Anne Lise en mi boca y deseando poder seguir disfrutando del excepcional cuerpo de la joven belleza nórdica que me tenía embelesado, me negué a complacerla lo que la madrina no asimiló demasiado bien. Cuando Anne Lise volvió a mi lado nos colocamos de pie en un rincón con intención de mamarla las tetas para sacarla una buena cantidad de leche al mismo tiempo que restregaba mi nabo en su apetitosa y caldosa almeja y en su “bombo” y ella me acariciaba la cabeza y la cara. Después unimos nuestros labios y nos besamos llenos de pasión con lengua repetidamente mientras nos prodigábamos con nuestras mutuas caricias y tocamientos. Me decidí a introducirla dos dedos en el chocho y entusiasmado, la comencé a masturbar notando que lubricaba de maravilla pero Anne Lise me pidió que no continuara con aquello puesto que cada momento que pasaba deseaba con más ansiedad y ganas que se la “clavara” por delante y al final, íbamos a conseguir dar al traste con sus casi nueve meses de embarazo. La comprendí al igual que entendí que pensara que siendo la pareja de José Andrés no debía de haberse ofrecido a mí de la manera en que lo hizo por lo que no quise obligarla a más y dándola un nuevo beso en la boca, me separé de ella. Al volverme observé que se había cubierto la cara con sus manos y pensando que estaba llorando, se me partió el alma. Pero, como lo que habíamos hecho no tenía solución y lo más apropiado era que ninguno de los dos lo diera una mayor importancia, pocos minutos después decidí a volver a su lado junto a una amiga de la atractiva joven belga a la que me había cepillado en el cuarto de baño. Delante de Anne Lise procedí a quitarla el tanga para “clavársela” por el chocho en cuanto conseguí que aquella nueva golfa se colocara al más puro estilo perro. Además de no dejar de insultarla y a pesar de sus continuas protestas, la sacaba con relativa frecuencia el pene de la seta para ofrecérsela a Anne Lise que se había sentado a nuestro lado y que, aunque la primera vez se mostró un tanto indecisa, acabó pasándoselo por las tetas y me lo chupó durante unos instantes antes de que ella misma se ocupara de volver a introducírselo por vía vaginal a Claire, que así se llamaba la joven, repitiendo aquella operación hasta que, finalmente, “descargué” y a plena satisfacción dentro de la almeja de la chavala mientras Anne Lise, más animada, me hurgaba en el culo con sus dedos y me mantenía presionados los cojones con intención de que mi eyaculación se demorara lo más posible. Cuándo terminé con Claire, que me dijo que había acabado exhausta puesto que nunca la había jodido ningún tío tan bien dotado y que hubiera necesitado tanto tiempo para mojarla, me doblé ante Anne Lise y la dije que podía recrearse todo lo que quisiera “cascándomela”. La joven introduciendo sus manos por mis abiertas piernas procedió a meneármela con una de sus extremidades al mismo tiempo que con la otra me mantenía presionados los huevos y aprovechando la posición, me lamía el ojete. Durante el proceso Katerina se unió a nosotros y tras alabar las descomunales dimensiones que había alcanzado mi picha, se encargó de hurgarme en el ojete al mismo tiempo que me lamía los cojones que, a pesar de su grosor, se metió varias veces en la boca. Cuándo Anne Lise logró sacarme un nuevo polvo y estaba acabando de echar la leche bajo la atenta mirada de las dos jóvenes pensé que nunca había podido imaginar que mi potencia sexual, a pesar de saber que era más que meritoria, pudiera dar para tanto. Un poco más tarde me hice pis y al darse cuenta, Katerina se apresuró a ponerse en una extraña posición entre mis piernas para beberse buena parte de mi micción mientras me chupaba la pilila. En cuanto acabé de echar el pis me dijo que no deseaba que nos separáramos sin que la hiciera disfrutar sobándola a conciencia el chocho al mismo tiempo que la lamía el ojete para que, más tarde, la introdujera mis dedos por vía anal y vaginal con intención de moverlos en su interior durante un buen rato con lo que Katerina, que aprovechó para mamar las tetas a Anne Lise y comprobar que daban bastante leche, llegó varias veces al clímax y se meó en dos ocasiones.
A partir de las ocho de la tarde y por aquello de que se acercaba la hora de cenar y muchos de los invitados tenían previsto hacerlo en sus respectivos domicilios, comenzó a hacerse evidente que, de una manera lenta pero progresiva, la gente iba abandonando la discoteca aunque fue a partir de las nueve y medía cuándo más se notó ya que los que allí quedamos nos encontrábamos casi en familia. Eran casi las once, hora bastante avanzada para las costumbres de aquel país, cuándo aún continuaba forzando con mis dedos a Katerina por sus agujeros anal y vaginal y aunque la chica estaba acostumbrada a que la dieran mucha “tralla”, empezó a hacerse evidente que, con aquello, se había puesto sumamente cachonda por lo que Anne Lise me indicó que su “cuñada” estaba tan salida que lo mejor que podía hacer antes de que terminara desfondándose era dejar de mortificarla de aquella manera para darla más satisfacción “clavándosela” por su depilado coño. Como Katerina, que había demostrado sobradamente que era ardiente, golfa y viciosa, se mantenía colocada a cuatro patas, que era la posición que más excitante me resultaba para follarme a una hembra, no me lo pensé y en cuanto la saqué mis dedos y Anne Lise la perforó con los suyos el ojete, la metí la pirula entera. La joven comenzó a decirme que era más gorda y larga que la de mi primo y que deseaba que la jodiera durante mucho tiempo para que la pudiera echar una gran cantidad de leche. Enseguida empezó a mearse a chorros, aunque su micción iba saliendo lentamente al exterior cuándo mis movimientos de mete y saca y mis envites lo permitían, indicándome que mi miembro viril ejercía tal presión en su vejiga urinaria que se la iba a vaciar por completo. Pero como había llegado a desear tanto el poseerla y al excitarme todavía más con su meada, eyaculé con mucha más rapidez de la habitual y la solté con todas mis ganas tal cantidad de lefa que, aunque se la eché muy profunda, su seta fue incapaz de absorber por lo que, de inmediato, devolvió una parte acompañada de un chorro de su micción. Katerina, inmersa en un largo orgasmo, comentó que nunca la habían echado un polvazo tan abundante y placentero y que quería continuar recibiendo leche tanto por vía vaginal como anal y bucal.
Pero Martina no nos dejó saborear tan soberbio polvo puesto que acababa de “descargar” en el interior de la almeja de Katerina cuándo hizo su aparición por la puerta de acceso a la discoteca. Al verme pensó que entre Anne Lise y Katerina iban a lograr “secarme” los cojones por lo que se aproximó a nosotros cuándo estaba dando unos buenos envites vaginales a esta última y poniéndose delante de nosotros abierta de piernas y con cara de pocos amigos, nos dijo:
- “Vaya, si acabo de pillar juntos y en plena acción a las dos cerdas y al semental” .
En cuanto Anne Lise y Katerina la oyeron se cortaron por completo y me pareció que ambas la tenían demasiado respeto. Martina me pidió que la extrajera el pito a Katerina y en cuanto lo hice me lo tocó bien impregnado en la “baba” vaginal de la joven y acto seguido, me lo chupó durante unos segundos. Después y mientras lanzaba a las dos jóvenes una mirada casi asesina y me la movía con su mano, casi me exigió que me incorporara y me vistiera. Mientras Martina se dedicaba, entre insultos, a sobar el chocho a Anne Lise y Katerina, me puse la ropa y me fui a despedir de mi primo Juan Ignacio al que encontré en calzoncillo acompañado de una escultural y maciza joven de cabello rubio mayor que él que lo único que llevaba puesto era un reducisimo tanga lleno de transparencias. Me pareció que estaba deseando que les dejara solos para intentar tirarse a aquella preciosa mujer por lo que opté por una despedida muy breve. Al volver junto a Anne Lise, Katerina y Martina esta última me indicó que la pareja ocasional de mi primo era la hermana mayor de Zdenka, una autentica puta que con veintiséis años había llegado a convertirse en una de las modelos más cotizadas del país a base de acostarse con unos y con otros. Me despedí de Katerina viendo que se encontraba un poco consternada por no haberme ofrecido antes sus encantos para que hubiera dispuesto de tiempo suficiente para poder cepillármela y “descargar” muchas más veces en su interior por lo que, abalanzándose sobre mí, me abrazó y me dijo al oído que la dejaba muy caliente y con unas ganas enorme de haberse sentido bien jodida. Por su parte, Anne Lise me dio un beso en la boca con lengua mientras permitía que la tocara el “bombo” y el coño y que, al apretarla las tetas, la sacara un buen chorro de leche. Acto seguido y al igual que Katerina, recogió su ropa para dirigirse a un rincón en el que ambas volvieron a vestirse. Al que no fui capaz de localizar fue a José Andrés pero pensé que, como tenía el propósito de llevarme al aeropuerto al día siguiente, sería entonces cuándo me despediría de él. Abandoné el local dando la mano a Martina mientras mi polla continuaba manteniéndose muy tiesa puesto que no perdía ni un ápice de su erección; el capullo estaba completamente rojo y comenzaba a sufrir algunas molestias sobre todo al mear, lo que cada vez resultaba más frecuente puesto que con tanto desenfreno me encontraba bajo los efectos de algo similar a una cistitis que originaba que sufriera pérdidas urinarias casi constantes.
C o n t i n u a r á