La boda de mi primo (parte nueve).
Novena parte de mi penúltima historia, que acabé de escribir en el pasado mes de Mayo. Espero que guste a mis lectores y que se enganchena lo acontecido.
Mientras la poca gente que se encontraba en el interior de la discoteca estaba cansada lo que ocasionaba que la actividad sexual fuera cada vez menor, al salir de ella nos dimos cuenta de que la bacanal se había propagado al exterior. Martina me comentó que aquello lo motivaba el eminente cierre del local y el mucho alcohol que se había consumido a lo largo del día originando que ciertas personas quisieran acabar el día satisfaciendo sus más bajos instintos sexuales. Nos detuvimos delante de un hombre de poco más ó menos mi edad que, totalmente vestido, estaba magreando a una joven a la que su abundante cabello moreno prácticamente tapaba la cara y que, con la blusa desabrochada, lucía unas espléndidas tetas mientras permanecía abierta de piernas y con su pantalón corto de color negro abierto lo que nos permitió ver que llevaba puesta una braga en tonalidad verde. El varón la mantenía apretaba con una de sus manos la teta derecha mientras con la otra, introducida en el prenda íntima de la joven, la masturbaba frenéticamente sin dejar de mirarla a los ojos incitándola a que, según me indicó Martina que ejerció de interprete, alcanzara un nuevo orgasmo. Los gemidos de placer de la joven nos hicieron suponer que se encontraba muy próxima a llegar al clímax y que no iba a ser la primera vez puesto que la humedad vaginal había traspasado la braga para formar una buena mancha en el pantalón. Llegamos a escuchar perfectamente el grato sonido de su lubricación vaginal cuándo alcanzó el orgasmo que debió de resultarla sumamente intenso puesto que la temblaron las piernas y se meó, cosa que a su pareja no le agradó demasiado ya que, según los comentarios que me hizo Martina, la llamó varias veces cerda, guarra y zorra. A pesar de que la cría daba la impresión de haber quedado reventada tras su último orgasmo, el hombre la siguió masturbando al mismo tiempo que continuaba animándola para que volviera a correrse logrando que sus gemidos fueran cada vez más intensos; que su cabeza y su pelo no pararan un momento quietos; que sus tetas se la pusieran muy tersas y con los erectos pezones en órbita y que su cuerpo se contrajera. Al separarnos de ellos Martina me comentó que aquel individuo debía de ser uno de esos sádicos a los que les encanta agotar a su pareja haciéndola llegar varias veces al clímax para que, cuándo la “clavara” el rabo, se encontrara totalmente entregada y con la seta bien jugosa de forma que, sin pensar en disfrutar plenamente tanto la que se encuentra debajo como el que está arriba, pudiera excitarse y consiguiendo que llegara a estar realmente incomoda al alcanzar orgasmos secos tras la penetración, ser únicamente él quien acabara complacido y satisfecho aunque también podía tratarse de un hombre que recurría a esa clase de estímulos para, más tarde, rendir de una manera mucho más completa, prolongada y satisfactoria con su pareja.
Unos metros más adelante y en una de las escaleras a través de las cuales se accedía desde la planta baja a los distintos pisos del hotel, vimos, en principio, a un hombre de unos treinta años que, completamente desnudo y abierto de piernas, permanecía sentado en ellas mientras una chavala muy joven de cabello claro, alta y tremendamente delgada que se encontraba a cuatro patas, le comía la tranca. Al modificar un poco nuestra posición nos dimos cuenta de que detrás de la joven se encontraba de rodillas otro varón de más edad que el primero que se la estaba follando por vía vaginal. Martina me dijo que el hombre más joven era el representante de, entre otras, la hermana mayor de Zdenka. Según me indicó, se llamaba Petr y era un autentico mujeriego que se había hecho con la propiedad de varios burdeles y que se acostaba con la mayoría de las aspirantes a modelo hasta que se cansaba de ellas y diciéndolas que tenían que perfeccionarse sexualmente, las obligaba a prostituirse en sus locales ó a vivir en algo similar a una comuna en donde se las tiraban hasta los perros; que el otro varón debía ser Miroslav, su hombre de confianza y que, probablemente, aquella chica casi anoréxica sería una de las jóvenes deseosas de iniciarse en el mundo de las pasarelas que solían andar alrededor de la hermana de Zdenka. Mientras me hacía estos comentarios observé que Petr cogió a la chavala con fuerza del pelo y de la cabeza, obligándola a apretarse aún más a él y entre insultos y comprobando que mantenía todo su “instrumento” dentro de su orificio bucal, la soltó su eyaculación casi al mismo tiempo que Miroslav “descargaba” dentro de la almeja de la chica. Este último, en cuanto acabó de echarla la lefa, la sacó el miembro viril que era bastante delgado pero largo y se encontraba bien impregnado en la “baba” vaginal de la joven a la que, después de acariciarla con su mano extendida el chocho, comenzó a meterla y sacarla repetidamente la verga por el culo haciendo que su orificio anal dilatara al máximo. Petr, que estaba dotado de una chorra, asimismo larga, pero bastante más gruesa que la de su amigo se lo sacó un poco después de la boca para, tras besarla, permitir que la chavala recuperara su respiración habitual y descansara un poco mientras la apretaba las tetas momento en el que apareció por la escalera una segunda fémina, a la que Miroslav llamó Alice, de una edad similar a la de Petr que lucía un vestido ceñido y corto de color blanco en el que se la marcaban los pezones y la raja del culo. Desde el primer momento me pareció que se trataba de una de las “madames” que se ocupaban de explotar los prostíbulos del representante. Cuándo se colocó junto a ellos se interesó por saber si los dos hombres habían eyaculado y a plena satisfacción y tras obtener una respuesta afirmativa de ellos les propuso intercambiar su posición. Así lo hicieron y Alice cogiendo del cabello a la joven, que se disponía a comer el cipote a Miroslav , la dijo que tenía que deleitarse chupándoselo y prodigarse en metérselo entera en la boca, manteniéndolo así hasta que se viera ahogar, para tener la seguridad de que le iba a sacar más leche. En cuanto comprobó que la chica cumplía sus indicaciones se aproximó a su supuesto jefe, que se estaba cepillando vaginalmente a la joven y se arrodilló junto a él para besarle en la boca y acariciarle los cojones mientras el varón, subiéndola el ajustado vestido por encima del estómago lo que nos permitió observar que no llevaba puesta ninguna prenda íntima, la apretaba, más que sobarla, su peludo coño. Alice, moviéndose como si se la estuviera follando, le pidió que continuara oprimiéndola con fuerza la vejiga urinaria puesto que la tenía muy llena y sabiendo que le gustaba, quería mearse delante de él. Asimismo, le rogó que cuándo se encontrara a punto de eyacular se la sacara a la joven para metérsela a ella y la mojara con su leche. El hombre la contestó que no descartaba hacerlo en otro momento pero que en aquel su propósito era echar su lefa a aquella chica puesto que le apetecía mucho más que soltársela a ella. Alice le indicó que debían de evitar dejarla preñada a lo que Petr la respondió que la chavala no iba a tardar en residir en una comuna para salir de ella convertida en una autentica puta por lo que, si no lo hacía ya, tendría que aprender a tomar las medidas oportunas para evitarlo. La copiosa y larguísima micción de Alice no tardó en salir al exterior mientras el hombre, sin dejar de presionarla la seta, la miraba de reojo, la decía que era muy cerda y parecía sentirse complacido al notarla pasar el pis a través de su mano. En cuanto la hembra terminó de mear formando un buen charco en el suelo, se incorporó, se estiró el vestido y cogiendo una especie de fusta del rincón en donde los dos hombres y la chavala habían dejado amontonada su ropa, comenzó a azotar la espalda y la parte superior de la masa glútea a la joven mientras la insultaba y la instaba a colaborar más y a moverse con más garbo con intención de que su “amo y señor” eyaculara con todas sus ganas y sintiendo muchísimo gusto. Pero el varón debió de pensar que tenía mucho tiempo por delante para poder disfrutar de los encantos de aquella joven y extrayéndola la minga, procedió a perforarla el ojete con dos dedos que no dejó de mover frenéticamente al mismo tiempo que la apretaba con fuerza la almeja diciéndola, entre insultos, que por las buenas ó por las malas se iba a mear y a cagar delante de él. La chavala, incapaz de contenerse, le complació con suma celeridad y en cuanto el hombre la sacó los dedos del culo, expulsó un montón de “chocolate” líquido al mismo tiempo que se hacía pis. Sin permitirla acabar de defecar procedió a follársela por el culo penetrándola de una manera realmente bárbara para, animado por Alice a la que hizo permanecer de pie a su lado para introducir una de sus manos por debajo de su vestido y poder sobarla la raja vaginal, eyacular con rapidez dentro del trasero de la chica en el que, un poco después, se meó. En cuanto Petr se la sacó, Miroslav indicó a la joven que dejara de chuparle el nabo y se tumbara boca arriba en el suelo donde la abrió bien las piernas antes de echarse sobre ella y “clavársela” por el chocho. Mientras el hombre la daba los primeros envites Alice la metió por el ojete el mango de la fusta. Aquello no duró demasiado puesto que Miroslav se la sacó enseguida y mientras Alice le movía el pene con su mano y le acariciaba los huevos y Petr le forzaba el ojete con sus dedos intentando asegurar una eyaculación abundante, soltó la leche restregando la punta de la picha en una de las tetas de la joven mientras esta volvía a mearse.
Influenciado por Alice que le incitó a echarla el siguiente polvo dentro, Miroslav se la metió de nuevo vaginalmente en cuanto acabó de eyacular. Pero aquello no complació a Petr que, diciéndole que por mucho que pusiera el culo a su plena disposición era un simple colaborador del que podía prescindir cuándo le diera la gana, le hizo sacársela para obligar de malas maneras a la joven a chuparle el miembro viril antes de hacer que se colocara, otra vez, a cuatro patas. Exigiendo a Alice que la mantuviera bien abierto el ojete, el hombre encendió un cigarro y tras darle un par de chupadas, se lo colocó a la chica en el ano diciéndola que quería ver como se lo fumaba por el culo. Mientras Alice y los dos hombres se reían de ella y la insultaban y Miroslav la sobaba las tetas, la chavala hizo todo lo posible por complacerles hasta que el cigarro se fue consumiendo y se lo retiraron del ojete cuándo estaba a punto de quemarla. El hombre procedió a encender otro y después de darle otro par de caladas y decirla que, por su propio bien, la aconsejaba que permaneciera muy quieta puesto que si se quemaba iba a ser culpa suya, volvió a introducírselo analmente pero esta vez con la parte encendida hacía dentro. Alice, poniendo su boca en la boquilla, se lo fue fumando poco a poco hasta que el hombre se lo extrajo cuándo la llama estaba a punto de llegar al filtro y empujando a la joven la hicieron tumbarse boca arriba muy abierta de piernas en el suelo. Alice, tras localizarlo entre la ropa de la chavala, la metió en la boca el tanga que había llevado puesto y ayudada por Miroslav, procedió a inmovilizarla para que Petr apagara el cigarro en su clítoris. La chica intentó, sin éxito, evitar que se lo quemaran y aunque no pudo gritar, las convulsiones de su cuerpo delataron que sufría un autentico martirio. En cuanto consumó su propósito Petr, sumamente complacido, procedió a mearse encima de la joven mientras la decía que aquello era la “marca de la casa” y que si no se conformaba, no dudaría en quemarla el “bosque” pélvico y marcarla los pezones. Alice, a la que no parecía gustarla que hubiera tratado de aquella forma a la joven, volvió al rincón para coger una especie de crema con la que la untó delicadamente toda la zona dañada y que pareció aliviar a la chavala. Después de aquello y haciendo que se doblara, con lo que se la subió la falda, se colocó de rodillas detrás de Alice y procedió a comerla el coño mientras la forzaba el ojete con dos dedos incitándola a apretar para que defecara delante de él. La mujer, que se tiró un par de pedos con los hurgamientos anales, no tardó en evacuar y aunque se vio obligada a retener su evacuación durante unos minutos, expulsó en tromba una gran cantidad de caca líquida en cuanto Petr la sacó los dedos del culo. Aquello pareció agradar al varón que, sin dejar de insultarla, no se perdió el menor detalle de su defecación y en cuanto acabó, la limpió minuciosamente el ano pasándola repetidamente la lengua. Después me pareció que los dos hombres se disponían a continuar tirándose a la joven y que estaban planeando “clavársela” al mismo tiempo por delante y por detrás pero Martina, diciéndome que eran unos guarros salvajes y que lo mejor que podía hacerse con semejantes animales era castrarles, me obligó a abandonar aquel lugar casi a empujones para que la cogiera con fuerza de la cintura y volviéramos a encaminarnos hacía los ascensores.
C o n t i n u a r á