La boda de mi primo (parte doce).
Décimo segunda parte de mi penúltima historia, que acabé de escribir en el pasado mes de Mayo y que se va acercando a su final. Espero que guste a mis lectores y que disfruten y se enganchen a lo acontecido.
Pensaba que iba a pillar a Jesús y a su recién estrenada esposa retozando en la cama pero los encontré vestidos, relajados y a punto de bajar al restaurante del hotel para comer antes de emprender su viaje de luna de miel a Francia mientras que mi tío me abrió la puerta de su habitación sin más ropa que un calzoncillo en el que se le marcaba un portentoso “paquete”. Me indicó que pasara al interior y lo debí de hacer de una manera tan apresurada que me encontré a Lenka, la madre de Zdenka, acostada en la cama en bolas, con las piernas abiertas y acariciándose su caldosa seta. Al verme entrar se levantó de la cama y se apresuró a cubrirse con una bata en la que se la marcaban perfectamente sus erectos pezones y que, además de fina, resultaba tan sumamente corta que casi la dejaba al descubierto su jugosa almeja y la parte inferior de su apetitoso, prieto y redondo culo. Debo de reconocer que, aunque Lenka debía de tener alrededor de cincuenta años, disponía de un poblado “felpudo” pélvico y que estaba tan buena que, al acomodarnos los tres en el borde de la cama, no pude dejar de mirarla mientras sentía que mi miembro viril, que continuaba manteniéndose tieso, volvía a ponerse a tope. Me congratulé de que, a pesar de su edad puesto que era mayor que la madre de Zdenka, mi tío participara activamente en el intercambio de parejas que parecía ser algo habitual en un país tan liberal como aquel pero me sentí bastante cortado al darme cuenta de que les había interrumpido en pleno acto sexual por lo que me dio la impresión de que, en vez de despedirme, estaba pidiéndoles disculpas por haber llamado a su puerta en el momento más inoportuno.
Mi tío dándose perfecta cuenta de que Lenka me gustaba y que podía convertirme en su aliado para darle tiempo a reponerse, hizo que me tumbara boca arriba a lo ancho de la cama mientras me indicaba en voz baja que me aprovechara de que aquella mujer estaba sumamente caliente para permitir que me diera satisfacción. En cuanto mi tío se separó de mí, Lenka se apresuró a quitarme el pantalón y el calzoncillo y poniéndose de rodillas a mi lado, se abrió de piernas para facilitar que pudiera sobarla el chocho y el culo mientras procedía a “cascarme” el nabo de una manera sumamente lenta. Mi tío, sentado en una butaca, nos miraba y parecía sentirse complacido por el hecho de que Lenka estuviera intentando darme placer al mismo tiempo que actuaba de interprete ya que la fémina no hablaba ni español ni inglés por lo que no era capaz de entender lo que me decía aunque la mayor parte de sus comentarios hacían referencia al monumental pene del que estaba dotado y a lo sumamente gordos que tenía los cojones a pesar de que, evidentemente, me los habrían estrujado a conciencia. Aunque los movimientos manuales de la hembra eran pausados, el que me la “cascara” en forma de tornillo ocasionó que no tardara en soltar una ingente cantidad de lefa. En cuanto la vio salir a chorros y sin dejar de meneármela, exclamó:
- “Dios mío, das más leche que una vaca” .
Al terminar de echarla se dedicó a recogerla con su lengua para poder saborearla comentando que estaba muy concentrada y sabrosa. Después se metió la picha en su boca y me la chupó durante unos instantes y tras decirme que estaba realmente exquisita tras mi apoteósica eyaculación, se colocó muy abierta de piernas en cuclillas sobre mí para introducirse entera la pilila en el coño y proceder a cabalgarme con profusión de variados movimientos, sobre todo hacía adelante y hacía atrás, mientras lubricaba como una chica joven y demostraba que la encantaba que la mantuviera apretadas las tetas con mis manos. A pesar de mi elevado grado de excitación, una vez más, la eyaculación se demoró bastante lo que la permitió llegar un par de veces al clímax y deseando que la mojara, comenzara a decirme:
- “Echamela, échamela ya” .
Pero como necesité unos minutos más para complacerla Lenka decidió dejar de cabalgarme para continuar moviéndose echada sobre mí y cerrando sus piernas entre las mías con lo que me facilitó que la pudiera perforar el ojete con un par de dedos hurgándola a conciencia hasta que, cuándo la fémina más estaba apretando lo que me hizo pensar que de un momento a otro me los iba a impregnar en su “chocolate”, sentí un gustazo increíble y la eché otra abundante y larga ración de leche que recibió entre evidentes muestras de satisfacción para, acto seguido, mearme en su interior casi al mismo tiempo que ella hacía lo propio con lo que logré que alcanzara un nuevo orgasmo. Según comentó, aquella no era la primera vez que un hombre se había hecho pis dentro de ella pero si la ocasión en la que había sentido más gusto mientras la mojaba con mi copiosa micción. Me indicó que quería continuar así hasta que consiguiera provocarla la defecación puesto que, conmigo, pretendía llegar a cagarse mientras la jodía pero, enseguida, la tuve que extraer los dedos del ojete para permitir que se incorporara y se colocara boca abajo entre mis piernas y mientras mi tío la acariciaba la espalda y el culo, procedió a chuparme la pirula con sumo esmero y unas ganas más que evidentes de que me la volviera a tirar para que la echara más leche. Pero, aunque Lenka me la estaba comiendo de maravilla, me resultaba muy placentero y me encontraba muy a gusto, cuándo mi tío se decidió a aprovechar la posición de la mujer para pasarla su erecto miembro viril por la raja del culo con la intención de ir preparándola para “clavársela” por detrás y la decía que en cuanto se la metiera la iba a hacer evacuar, volví a mirar mi reloj dándome cuenta de que, a menos que quisiera perder el avión de regreso, no disponía de tiempo para más por lo que no tuve más remedio que hacer que Lenka dejara de chuparme el pito para poder levantarme, vestirme de una manera un tanto apresurada y despedirme de mi tío y de ella, que me abrazó y me besó en la boca mientras la sobaba la masa glútea, la raja del culo y el ojete que se encontraba bien dispuesto para “tragar”.
Sentí no poder despedirme de mi tía, aunque pensé que era mejor así puesto que, me imaginé, se encontraría en plena sesión sexual con el padre de Zdenka, ni de mi primo José Andrés, que seguramente estaría esperándome para llevarme al aeropuerto, pero al salir de la habitación que ocupaban Lenka y mi tío y sin cenar la noche anterior ni desayunar ni comer ese día, me dirigí a la recepción para abonar la factura de la habitación en la que me había alojado y en la que había dejado dormida a Martina. En la puerta de acceso me encontré con Anne Lise que me estaba esperando. La joven, con algunas lágrimas en los ojos, me indicó que José Andrés había terminado el día anterior con un buen “pedo” y que, al estar durmiendo, iba a ser ella la que me llevara al aeropuerto a lo que me opuse indicándola que, si lo hacía, lo único que íbamos a conseguir era que nuestra despedida fuera más dolorosa y larga por lo que la pedí encarecidamente que permaneciera en el hotel y abrazándola, la di un beso en la boca con lengua mientras, apretándome a ella para intentar que, a pesar del “bombo”, sintiera que mi polla se mantenía dura, gruesa y larga, la sobaba el culo a través de la falda de su amplio vestido. Después y sin querer mirar hacía atrás, cogí un taxi en el que me desplacé hasta el aeropuerto al que llegué con el tiempo justo para poder facturar mi equipaje de cara a emprender el viaje de regreso durante el cual sentí un montón de escozores y de molestias antes de que el rabo se me pusiera a “media asta”. Me dio bastante mala espina que lo hiciera precisamente cuándo más centrado estaba mirando a las guapas y minifalderas azafatas que atendían el vuelo y después de haber hecho balance sexual de mi desplazamiento dándome cuenta de que en las últimas horas me había cepillado a autenticas preciosidades con las que había echado un montón de polvos lo que consideré meritorio y nada desdeñable por lo que, evidentemente, el viaje había resultado muy positivo.
C o n t i n u a r á