La boda de mi primo (parte cinco).
Esta es la quinta parte de mi penúltima historia, que acabé de escribir en el pasado mes de Mayo. Espero que guste a mis lectores y que se vayan engachando a lo acontecido.
Aunque tuvo tiempo más que suficiente para ello no sé si Jesús volvió a “descargar” dentro del chocho de Zdenka ya que, si lo hizo, la soltó toda la leche en su interior pero una vez que los padrinos consumaron, echando el hombre, entre evidentes muestras de satisfacción, la lefa dentro del coño de Andrea, la muy atractiva y elegante madrina, sin molestarse en extraerla el rabo para que los invitados vieran que estaba eyaculando, algunos de los presentes consideraron que había llegado el momento de convertir la boda en una autentica bacanal. Para ello y en el centro del amplio salón en el que se había servido el banquete se juntó un nutrido grupo de chicas jóvenes que, formando un círculo, fueron dando vueltas mientras se iban despojando lentamente de su ropa hasta que todas se quedaron en bolas. Dos impetuosas jóvenes, supuestamente lesbianas, irrumpieron en el círculo evidenciando no ser capaces de aguantarse las ganas de sobar la “delantera” y la húmeda seta a algunas de las jóvenes hasta llegar a restregar su cuerpo con el de las chavalas que continuaron formando el círculo mientras observaban al percal con intención de elegir al varón que cada una de ellas quería que fuera el primero en cubrirla y poseerla y los miembros del sexo masculino recreábamos nuestros ojos viendo un montón de tetas, una gran cantidad de sabrosas almejas, la mayoría depiladas y las demás peludas y varias abiertas, amplias y provistas de un abultado y exquisito clítoris y de unos deliciosos labios vaginales y un buen número de apretados y bonitos culos que denotaban encontrarse bien preparados para “tragar”. Semejante espectáculo resultaba de lo más excitante y gratificante para cualquier varón por lo que más de uno y sobre todo los de más edad, no pudo evitar sacarse la tranca y meneársela al mismo tiempo que contemplaba los indudables encantos de aquellas jóvenes despelotadas. Una vez que las chavalas elegían pareja y conseguían dejarles con la verga al aire unas daban muestras de júbilo por el gran acierto que habían tenido con su elección mientras otras demostraban que se habían llevado una desilusión al comprobar que el miembro viril del hombre escogido no se ajustaba ni remotamente a sus expectativas. Me llamó la atención que, antes de “clavársela” vaginalmente, la mayor parte de los hombres procediera a lamerlas el ojete y se lo mantuvieran perforado con uno ó dos dedos que no dejaban de mover hacía dentro y hacía fuera al mismo tiempo que se las trajinaban.
Aprovechándose del lío que se formó con el inicio de la orgía sexual observé que, más desnudos que vestidos, Jesús, Zdenka y los padrinos abandonaban precipitadamente el salón. Un poco después y de una forma mucho más relajada y tranquila, fueron los progenitores de ambos contrayentes los que salieron de él. Me imaginé que los padres no querían evitar verse involucrados en aquello mientras que Jesús y Zdenka, a los que no volví a ver aquel día y los padrinos pretendían seguir con su actividad sexual en la intimidad de alguna de las habitaciones del hotel en el que iban a pasar la noche tanto los novios como buena parte de los familiares más allegados. Permanecí varios minutos observando como los chicos iban llegando a la eyaculación y que, a pesar de que casi ninguno usaba preservativo, la mayoría de ellos “descargaba” libremente dentro de las jóvenes aunque había algunos, los menos, que las sacaban la chorra para soltarlas la leche en la boca mientras se la chupaban ó para que se la movieran con su mano y echarlas la lefa en el exterior del chocho, en las tetas ó en la cara y al acabar, limpiarse en la zona pélvica de la chavala ó en un tanga y volvérsela a “clavar”. Me acababa de dar cuenta de que comenzaban a mantenerse relaciones homosexuales y que un hombre dotado de un cipote de dimensiones bastante normales estaba echando una gran cantidad de lefa en las tetas a su compañera mientras esta, arrodillada delante de él, se lo “cascaba” de una manera frenética cuándo Martina se sentó a mi lado y me preguntó que si todavía no me había estrenado a lo que la respondí que, por lo que veía, ella tampoco. Un tanto contrariada por mi respuesta me replicó que, aunque todavía no se la hubiera metido ningún tío, había podido estrujar y saborear un par de coños femeninos siendo uno de ellos el de la joven y encantadora Katerina a la que había conseguido vaciar con bastante rapidez y muy a gusto para que durante un buen rato no tuviera la menor apetencia sexual. Sin más preámbulos, se apretó a mí y procedió a tocarme la minga con su mano extendida a través del pantalón antes de hacerme levantar, ponerse en cuclillas muy abierta de piernas delante de mí y proceder a desnudarme de cintura para abajo colocando mi pantalón y mi calzoncillo encima de un montón de ropa que estaba próximo a nuestra posición.
Mientras me movía muy despacio el nabo con su mano y me acariciaba los cojones me indicó que no se explicaba como teniéndolo tan duro, gordo y largo había podido pasar desapercibido para las demás invitadas. Enseguida se metió el capullo en la boca y me lo chupó con esmero y ganas. Me encontraba tan excitado que, a pesar de que Martina pretendía que aquello durara, no tardé en notar que mi eyaculación iba a producirse de inmediato por lo que, en cuanto sentí el gusto previo, la agarré con fuerza de la cabeza y la obligué a introducírselo entero echándola una gran cantidad de leche en la garganta que se fue tragando a medida que la iba recibiendo. Al acabar de “descargar” me lo siguió chupando pero dedicándose, de nuevo, a mi capullo hasta que se lo extrajo de la boca e incorporándose procedió a despojarse de su provocativo vestido y el tanga mientras me apresuraba a desnudarme por completo. Después se acostó boca arriba en una mesa, colocó sus piernas sobre mis hombros y me instó a que se la “clavara” vaginalmente para poder comenzar a disfrutar de un miembro viril tan portentoso. Se encontraba tan húmeda que su interior parecía un mar de flujo y en cuanto se la introduje soltó un buen chorro de “baba” vaginal. Me indicó que, para favorecer sus orgasmos, mis movimientos de mete y saca tendrían que ser muy rápidos y así lo hice sin que ello fuera obstáculo para que tardara bastante en echarla la leche lo que originó que Martina llegara al clímax antes de que la mojara. La encantó sentir la gran presión que ejercía en su clítoris y como mis cojones la golpeaban continuamente la masa glútea y al notar que la estaba soltando a chorros la lefa alcanzó un descomunal y largo orgasmo que repitió poco después al mearme dentro de su seta con lo que su cuerpo se estremeció de gusto. Poniéndome sus manos en los glúteos me apretó con fuerza, me pidió que la perforara el ojete con mis dedos y que no dejara de moverlos hacía dentro y hacía afuera aunque llegara a notar que, al apretar, defecaba y que la siguiera jodiendo cosa que hice encantado durante varios minutos más hasta que Martina, disfrutando de un nuevo orgasmo, se hizo pis de autentico gusto. Su abundante micción fue saliendo al exterior a chorros pero poco a poco, cuándo mis movimientos de mete y saca lo permitían, mojándome con ella las piernas, los huevos y los pelos púbicos lo que me resultó muy excitante. Pero, a pesar de que me encontraba muy a gusto, de que no me faltaba mucho para volver a eyacular y de que la joven no dejaba de pedirme que la forzara más para que la metiera dentro hasta los cojones, en cuanto terminó de echar su orina, noté que estaba evacuando y que mis dedos se impregnaban en su “chocolate” pero Martina también parecía estar en la gloría por lo que tardó en darse cuenta de ello y al hacerlo, me pidió que la sacara los dedos del culo y el pene de la almeja para poder ir al cuarto de baño. A pesar de que su petición no me complació, hice lo que me había indicado en cuanto me dijo que no la parecía nada oportuno cagarse allí delante de los invitados y mientras la ayudaba a incorporarse, me indicó que tenía que guardar una parte de mis fuerzas para la velada nocturna que deseaba pasar en mi compañía. Después de mirarme la picha bien impregnada en su flujo se dirigió, desnuda y con el chocho húmedo, apresuradamente al aseo.
Pensando en que regresaría a mi lado en cuanto acabara de defecar tomé asiento y sin pensar en vestirme, la esperé pacientemente pero los minutos fueron pasando y Martina no volvió a aparecer por el salón. Había transcurrido algo más de un cuarto de hora cuándo Anne Lise, completamente vestida, se sentó a mi lado y manteniendo su mirada fija en mi erecta pilila me indicó que, evidentemente, no hacía demasiado tiempo que había “descargado” y como estaba pletórico, la conté que me había cepillado a Martina y que esperaba a que volviera del cuarto de baño para poder continuar follándomela. Anne Lise, sin dejar de mirarme la pirula, me indicó que mi nueva amiga era bisexual pero que, además de por ser una magnífica bióloga con un gran porvenir, era muy conocida por su faceta lesbica ya que sentía una especial predilección por las chicas jóvenes y que, al menos de momento, mi espera sería infructuosa puesto que, a pesar de que vivía en una zona residencial próxima a la capital, había reservado una habitación en el hotel a cuya puerta, probablemente, habría quedado con alguna chavala en buena disposición para desnudarse y abrirse de piernas delante de ella y permitir que, con una especie de aparato de tortura medieval, la mantuviera bien prietas las tetas mientras la introducía todo tipo de “juguetes” para vaciarla antes de colocarse una braga-pene provista de un pito impresionante y tirársela durante un montón de tiempo, tanto por delante como por detrás, mientras la obligaba a comerse una buena polla artificial y conseguía reventarla. Con sus comentarios me quedé un tanto desanimado pero reaccioné en cuanto Anne Lise se decidió a tocarme y moverme ligeramente el rabo diciéndome que lo tenía realmente impresionante. Se me puso bien duro y totalmente tieso en pocos segundos pero, después de acariciarme los huevos, mirarme el abierto capullo y evidenciar que se lo metería muy gustosa en la boca, la joven decidió dejar de estimularme y levantarse de su silla para ir a atender a otros invitados mientras me dejaba pensando que, en esos momentos y a falta de Martina, era la hembra más idónea para darme satisfacción por lo que deseé desnudarla y poder mamarla las tetas y sobarla el “bombo”, la raja vaginal y el trasero pero me reprimí al pensar que, siendo la pareja sentimental de mi primo José Andrés, tenía que respetarla.
C o n t i n u a r á