La boda de mi mejor amigo
Así fue como me follé a un hetero a pocos días de la boda con su novia
A Guillermo le conocí hace un montón de años, cuando íbamos al instituto, mi familia y yo nos mudamos y empecé el curso sin conocer a nadie en ese nuevo centro, pero él iba a mi clase y vivía bastante cerca de mí, por lo que poco a poco se fue fraguando una amistad que ha tenido diversas intensidades a lo largo de los años aunque nunca hemos perdido el contacto. Recuerdo confesarle a Guille que era gay cuando teníamos unos diecinueve o veinte años, una noche, volviendo de fiesta en la que habíamos conocido a unas chicas, él que es muy ligón, se había enrollado con varias pero no consiguió convencer a ninguna para echar un polvo –Tío, podrías haberle entrado a Marta, la tenías a huevo y su amiga, con la que me he liado en la pista me ha dicho que le gustabas. -Guille, dije yo tragando saliva, es que yo…bueno a mí me gustan los tíos.. . esos primeros segundos fueron eternos, no sabía si le estaba gastando una broma o no y yo no sabía cómo iba a reaccionar, pero me dijo – bueno tío, no pasa nada, somos colegas y te quiero un huevo seas lo que seas. Unos años después y tras numerosas relaciones me presentó a Lucía, la que a día de hoy es su mujer. Pero por supuesto, antes de cualquier boda, hay una despedida, y lo que pasó en la suya no tiene desperdicio.
Un día veo que me habían incluido en un grupo de whatssap llamado “Despedida de soltero de Guille” con un montón de teléfonos, algunos conocidos, los de amigos en común, y otros que no, familiares, compañeros de trabajo, etc.. ahí fuimos perfilando cómo iba a ser su despedida, aunque solamente Guille y yo sabremos como terminó realmente,
Llegó el día, mejor dicho la noche de su despedida. Fuimos a un local dónde ofrecen cena con espectáculo especial para este tipo de eventos, con una transexual amenizando las copas y como no, tonteando con el personal, especialmente con el novio. La verdad es que nos echamos unas buenas risas. Luego fuimos a un par de bares y luego a una discoteca, pues cerraba más tarde. Poco a poco la gente se fue yendo, primero los familiares y compañeros de trabajo más mayores y luego los amigos, al final, quedamos cuatro y decidimos ir a desayunar “ como en los viejos tiempos” Al salir de la cafetería, cerca de las nueve de la mañana, Alfredo y Luis fueron los primeros en coger un taxi, pues iba en la misma dirección a la que se dirigían ellos, ya que viven en el mismo barrio. Mientras esperábamos otro taxi, uno para mí que vivo por el centro y otro para Guille, que vive en un piso en un barrio de estos que han hecho nuevos en las afueras, surgió esta conversación
-Bueno tío, gracias por venir a mi despedida, ¿lo has pasado bien?
-De puta madre tío, ha estado genial.
-Oye un puntazo lo del travesti…¿Ha sido idea tuya,verdad?
-No, no que va, el restaurante debe de tener ese espectáculo para las despedidas.
-Pues mola…
-Tú te esperabas una tetona para tu despedida y mira, casi acabas tocándosela a un travelo…
-Hombre, no es algo que me llame la atención… prefiero probar otras cosas…
-¿Cómo qué? Dije yo, empezando a intuir algo
-No sé… los gays por ejemplo, ¿cómo es el sexo entre dos tios? ¿Y por qué uno se deja que le enculen, y no al revés?
La verdad es que nunca me había planteado eso, pero le dije
-Bueno, es fácil, pero también es más complicado de lo que parece. Si quieres un día echamos un café y charlamos
-Pues ahora mismo, dijo con síntomas de seguir bastante “contentillo”.
-Pues ala, súbete en este taxi que viene y te lo cuento en mi casa.
La verdad es que esa situación era un tanto peculiar, por un lado, estaba convencido que Guille quería probar una polla antes de dar el “sí quiero” pero por el otro lado, pensándolo más fríamente parecían cosas de borracho, las típicas de “a que no hay huevos de…” pero hubo huevos, vaya si los hubo…
Al llegar a mi casa, se dejó caer en el sofá, yo que estaba un poco más entero le pregunté si quería café pero me dijo que prefería una cerveza. Abrí dos latas, una para él y otra para mí y me senté a su lado. Me puso una mano en el muslo y me preguntó
-Bueno, pues eso, que todavía no me has dicho nada. ¿Cómo es follar con otro tío?
-Tengo un tutorial en youtube…
-Jajajaja, venga va ¿Qué le haces a un tio para que se le ponga dura…o para que te la pongan dura a ti?
-Pues le desabrocho al pantalón así y le empiezo a sobar el paquete asi.
Guille se estaba dejando hacer, su respiración aumentaba y su polla también, empezaba a asomar ya el glande por encima del bóxer y se lo bajé, dejándolo aquel pollón y esos huevacos al descubierto y empecé a hacerle una buena mamada, de las que no se olvidan nunca.
-Ahhh, ahhh!!!! No paraba de gemir, incluso le empezaba a salir precum mientras yo seguía a lo mío, hundiéndome esa polla hasta la garganta y sacándomela de vez en cuando para lamerle los huevos y pajearle. Mi excitación iba a más, así que me desabroché el pantalón y empecé a masturbarme, notaba su mirada sin perderse detalle hasta que me dijo:
-Ahora yo, ponte de pie. Y se quedó sentado en el sofá, con los pantalones y los calzoncillos fuera y cogiendo mi polla me fue masturbando poco a poco hasta que por fin se la metió en la boca, era la primera que se comía.
-Te lo hago bien, porque no veas cómo la chupas tú.
Asentí con la cabeza y la volví a meter en su boca, esta vez, con ligeros movimientos de cadera, Guillermo estaba disfrutando de su primera experiencia con un tío a sólo unos días de pasar por el altar.
-Ponte a cuatro patas. Le dije, era dar un paso más, no sabía si me iba a salir bien la jugada pero no quería perder la oportunidad.
-Es que me da nosequé…
-Tú tranquilo, déjame a mí
Se quitó la parte de arriba, dejando lucir su torso. Ganaba bastante estando desnudo, bien proporcionado y definido y con algo de vello. Se levantó y un poco vacilante se giró, poniéndose de rodillas y apoyando las manos en el respaldo del sofá. Su culo al descubierto iba a ser desvirgado, pero antes quería lamerlo. Sus gemidos empezaron a ser más y más intensos y para colmo de su clímax, le empecé a sobar la polla, humedeciendo mi mano y pasándola por la punta. Guillermo gemía y gemía… ya estaba a punto así que lubriqué con mi saliva mi polla y apunté hacia aquel agujero primerizo.
Costó meterla. Ese ano no estaba acostumbrado a que lo visitasen pero al final entró. Los gemidos de placer del futuro esposo de Lucía se habían vuelto de dolor,
-Aguanta. Le susurré y poco a poco su agujerito novato se fue dando de si y sus quejidos volvieron a ser gemidos y suspiros de placer. Así estuvimos un buen rato hasta que Guillermo me dijo:
-También quiero metértela yo, ¿me dejas?
La verdad es que siempre me han dado mucho morbo los heteros y tenía frente a mí a uno al que le había desvirgado la boca y el culo, y ahora, esa polla que dentro de tantos y tantos chochos había estado quería estar en mi trasero.
La saqué de un golpe y le giré del hombro, quedando así sentado, metí mis dedos en su boca para lubricar mi culo y luego su polla, dura como una piedra, y me subí de pie al sofá cara a Guille, para ir bajando en cuclillas y agarrando ese pollón me lo fui metiendo poco a poco, esta vez gemíamos los dos, disfrutando al máximo. Cada vez estábamos más y más encendidos, los movimientos pélvicos del pronto recién casado se estaban haciendo cada vez más y más intensos, no quería que se corriera aún, así que me levanté y me puse de rodillas, con el ano muy dilatado. Esta vez lo tuvo aún más fácil, me penetró y sus embestidas eran salvajes, mis huevos parecían un péndulo, y mi polla, a mil, rebotaba en mi ombligo.
-Túmbate me dijo. Y así lo hice, rodeando con mis piernas aquel torso viril mientras soportaba sus embestidas.
Tras un breve morreo, me cogió la polla, masturbándome como un poseso.
-Me voy a correr. Dijo conteniendo un poco la respiración y sacando ese tremendo pollón de mi culo para masturbarse un poco justo antes de que cayese sobre mí esa lluvia de lefa mientras me masturbaba, estaba a punto yo también cuando, bañado por su semen, Guillermo volvió a meterse mi polla en la boca hasta que eyaculé en ella. Luego la abrió y dejó salir mi blanco líquido poco a poco.
-Joder, ¡qué polvazo! Dijo
-Pues si tío, ha estado muy bien
-Me duele un poco el culo pero me ha gustado, la verdad. ¿Una ducha?
Y fuimos a la ducha. Allí seguimos hablando de lo más normal, como si nada hubiera pasado. Nos secamos y ésta vez sí quiso un café. Al despedirse, como siempre, un abrazo y un “bueno, pues nos vemos la semana que viene en mi boda, ponte guapo”