La boda de mi hermano

La primera vez de una joven inexperta, alejada del mundo real.

Mis padres habían alquilado una finca para celebrar el convite de la boda de mi hermano Ernesto, los invitados comenzaban a llegar. Los camareros iban de un lado a otro ofreciendo diversas tapas.

Mi hermano mayor, Juan se me acerco.

-         Mati, eres la chiquilla mas linda de la fiesta.

  • ¡Chiquilla! Solo me faltan 3 meses para cumplir los 18.

Juan, sonrió, tenia 14 años mas que yo, hacia ya 6 años que se había casado y tenia un niño de 4 años.

-         Para mi tu siempre serás un chiquilla.

Juan hizo una pausa.

-         Mira, tu hermano Paco ya se esta montando su fiesta particular con tu primo Severino, con 20 años no tienen ninguna preocupación.

-         Es cierto que Severino va para cura.

-         Eso dicen, esta en el seminario, pero si se junta mucho con tu hermano creo que lo abandonara. Concha no venia contigo.

Concha era mi hermana mayor, tenia unos 6 años mas que yo.

-         La deje junto con Esteban aparcando el coche.

Esteban era el novio de mi hermana Concha, acababa de terminar la carrera de medico.

-         Buen chaval, supongo que dentro de poco tendremos otra boda – refiriéndose a Concha y a Ernesto.

En ese momento apareció Concha, era muy guapa, además vestía muy elegantemente y a su lado su novio Esteban, parecían sacados de un catalogo.

Los recién casados, mi hermano Ernesto y su esposa Mireia, tardaron casi una hora en llegar, la gente se impacientaba, cuando llegaron resonaron los vítores de “Vivan los recién casados” “Que se besen, que se besen”

La comida se alargo demasiado, dando paso a la fiesta que no tardo en animarse, se notaba que la bebida estaba haciendo su efecto, yo no había bebido mucho pero lo poco hizo que me sintiera eufórica. Decidí salir a tomar algo de aire, cerca había otras naves mas pequeñas anexas a la nave principal, decidí explorar alguna de aquellas naves mas pequeñas.

Estaba cerca de una, escuche dentro unos ruidos, parecían unos quejidos acompañados de unas risa, me acerque muy sigilosamente, mire por una ventana, mi sorpresa fue ver a mi primo Severino desnudo. Sentí un escalofrió, un hormigueo en el estomago, era la primera vez que veía a un hombre desnudo (que no fuera en una revista).

Tengo que contar que con casi 18 años era virgen física y mentalmente. Había pasado los últimos 6 años estudiando interna en un colegio de monjas, lo que sabia de los hombres y el sexo era lo que contaban las compañeras mas descaradas.

Pero que hacia allí Severino desnudo, desde donde estaba no veía a nadie mas, me dirigí a la puerta, entre en silencio. Una vez dentro busque un lugar donde esconderme para seguir observando, escuche hablar a Severino y a su acompañante, mi sorpresa fue al reconocer la otra voz, era de mi hermana Concha. Me acerque mas, hasta situarme tras un saliente desde donde podía verlos, Concha estaba tumbada sobre unas colchonetas, semidesnuda, solo tenia puestas las bragas, Severino se había colocado a su lado, Concha le acariciaba la polla, y mientras el le sobaba las tetas.

Sentí un cosquilleo en la entrepierna, mi coño se humedecía, dirigí mi mano derecha a mi entrepierna y la izquierda a mis pechos para acariciarme. Al igual que hacia, en el internado, cuando mi amiga Marta me contaba lo que hacia con su novio.

Ensimismada estaba en mis pensamientos que perdí de vista a la pareja, cuando volví a mirar Severino estaba entre las piernas de Concha empujando. Sentía a mi hermana resoplar y gemir. De pronto Concha soltó un grito, deduje lo sucedido, mi hermana había alcanzado un orgasmo.

Sin hacer ruido, como llegue, me fui, llevaba las bragas mojadas y una excitación incomprensible para mi en ese momento. Ya fuera de aquella nave me dirigí la nave principal, vi a mi hermano Paco que entraba en otra de aquellas naves, instintivamente lo seguí. Lo espié, dentro había una mujer, enseguida la reconocí, era Carlota, la madre de Mireia. Mientras se besaban, Paco le sobaba las tetas y metía la mano bajo la falda, unos minutos después ella se agacho, le saco la polla y comenzo a chuparsela. Poco despues mi hermano Paco se la estaba metiendo, nuevamente sentí ese cosquilleo en mi entrepierna, meti la mano para tocarme, no me di cuenta que detrás mío había alguien hasta que fue demasiado tarde.

-         ¿Que haces Mati?

Di un salto, era mi primo Severino, estaba nerviosa.

-         Pero tu no estabas con mi hermana.

Me di cuenta que acababa de meter la pata, no le di tiempo a reaccionar, corrí de nuevo a la nave principal. Allí vi a mi hermana Concha que sonreía con su novio, me dirigí hacia ella, iba dispuesta a delatar a mi hermana; pero cuando llegue a su altura, mi hermana me sorprendió.

-         Hermanita, mira lo que me ha regalado Esteban, le va  a pedir formalmente mi mano a papa.

Aquello me desarbolo, no supe que decir, mi hermano Juan se acerco.

-         Te lo dije, dentro de poco volveremos a tener otra fiesta.

-         No dices nada, hermanita – dijo mi hermana Concha.

-         Enhorabuena.

En eso llego mi madre.

-         Te lo ha dicho tu hermana.

-         Si. Mama tengo que ir a casa.

-         Y eso, no te encuentras bien.

-         Si pero quiero cambiarme de ropa.

-         Pero si estas muy guapa así.

-         ¡Mama!

-         Vale pero no vallas sola – mi madre miro a todos lados, Juan estaba con el niño, Ernesto con su novia, y Concha con su novio – no veo a tu hermano Paco, para que te acompañe.

-         Déjalo, lo vi fuera con otros amigos, puedo ir yo sola.

En eso que se acerco Severino.

-         No puedes ir sola, Severino acompaña a Mati a casa.

-         Mama, no hace falta.

-         Si es necesario, como una joven como tu puede ir sola.

Mi madre me obligo a que mi primo Severino me acompañase a casa. Por el camino ninguno dijo nada, pero cuando llegábamos.

-         Mati, que quisiste decir antes, cuando te vi espiando a tu hermano Paco...

-         ¿Que dije?

-         Que yo estaba con tu hermana Concha.

-         Nada...

-         Nos estuviste espiando.

De pronto como si me surgiera de dentro reaccione.

-         Si, y se lo que hacíais.

-         No saques conclusiones.

-         Puedo parecer tonta, pero no lo soy, estabas follando con ella, igual que Paco con... como se llame.

Hubo un silencio que duro hasta llegar a casa. Entramos, el se quedo en el salón y yo me fui a la habitación. Me desnude, me mire en el espejo, me acaricie los pechos, y me toque la entrepierna que aun la tenia húmeda, me deje caer sobre la cama. Perdí la noción del tiempo, cuando abrí los ojos sobresalte, delante mío estaba Severino. Me beso el cuello y me acaricio los pechos. Quise rebelarme pero estaba disfrutando.

-         Seve – dije casi jadeando – soy virgen.

-         Alguna vez tendrá que ser la primera.

-         Pero... – no mude seguir su mano me estaba acariciando el clítoris.

Senti que las piernas me fallaban, perdían su fuerza y mecánicamente se abrían, dejándole hacer lo que quisiera. Unos minutos después el también se desnudaba, nos metíamos en la cama. Sus caricia me arrancaban gemidos, siempre pensé que mi primera vez seria con alguien a quien quisiera, que lo haría por amor. Mi amiga Marta del internado me dijo que eso eran cuentos de princesa que en la realidad era muy diferente, ella misma perdió la virginidad con 16 años con un amigo de su padre.

No sabia que hacer; pero Seve si que la sabia, las caricias hizo que deseara que me la metiera.

-         Hazlo, hazlo ya – dije casi gritando.

-         No tengas prisa, todo en su momento.

Sentía como sus dedos hurgaban en mi vágina, seguidamente fue su polla la que entro lentamente, la sensación era que su polla era demasiado grande, que me haría daño. Al principio si que me dolió, era un dolor extraño como si algo se estuviera rompiendo dentro de mi; pero a la vez muy placentero, y que quería mas, no tarde mucho en sentir una explosión de placer, que recorrió todo mi cuerpo y me hizo gritar, y que mi cuerpo se estremeció. Entonces recordé las palabras de Marta sobre hacerlo sin tomar medidas, el placer se torno miedo.

-         Seve, no sigas, no quiero quedarme embarazada.

La risa de Seve fue como guantazos.

-         Ingenua, es muy difícil que te quedes embarazada la primera vez.

No sabia que decir. El se levanto y se tumbo a mi lado, acariciándome los pezones, haciendo que mantuviera la excitación

-         Comprendo tu preocupación; pero no es bueno que me quede a medias.

-         ¿Que quieres que haga? – fue una pregunta ingenua.

Me cogió la mano, me hizo que le agarrara la polla, me hizo que lo masturbara, primero el me acompañaba marcando un ritmo cansino.

-         Ahora, tu sola.

Y seguí yo sola, mientras le masturbaba miraba su polla como hipnotizada.

-         Un poco mas rapido, mas.

Fui aumentando el ritmo tal como el me decía, de pronto me volvió a coger la mano, y aumento el ritmo, hasta que se corrió, la primera andanada de leche impacto en mi cara, quise retirarme pero Seve me tenia cogida la cabeza con la otra mano y no me lo permitió, al contrario hizo que acercara mas mi cara a su polla.

-         Chupamela.

Aunque no lo hubiese echo nunca sabia lo que era por mi amiga Marta, y mas recientemente al ver como Carlota lo hacia con mi hermano Paco en le nave pequeña. Su polla termino en mi boca, sintiendo su semen cálido en mi boca, me dio arcadas, eso fue peor porque hizo que me lo tragara.

-         Chupa.

Y chupe, cerré mi boca sobre aquella polla y chupe.

De pronto me soltó, me levante.

-         ¿Te a gustado?

No sabia que contestar.

-         Pues eso es lo que he hecho con tu hermana follar, aunque ella tiene mas experiencia.

En ese momento no supe lo que quería decir, pero años mas tarde he sabido que mi hermana es tan insaciable en cuestión de hombres, como yo.