La boda de la prima de mi mujer (continuación)
La fiesta habia acabado, pero no para nosotros dos
Cuando finalizo la fiesta nos fuimos a casa de los tíos de Elena, una vez allí, estando en la habitación y después de quitarnos la ropa, estaba contemplando el precioso cuerpo desnudo de mi mujer y mi polla se elevó otra vez, me levante de la cama y la agarre por la cintura rozando mi polla contra su culo y empecé a besarle el cuello.
- Javi aquí no que están mis tíos, mis padres y mi primo dormidos y nos van a oír.
- Solo la puntita - le replicaba yo.
- Te he dicho que no¡¡¡ a la vez que se zafaba de mí.
- Venga, que antes también decías que no y mira cómo has gozado – le insistía
- Sí, sí, mucho, pero aquí nos pueden pillar y no quiero.
Yo perseguía su cuerpo desnudo por la habitación, con mi polla otra vez tiesa y con ganas de marcha, hasta que la acorrale en una esquina y entre risas y quejas la cogí entre mis brazos, la levante en el aire y la deje caer encima de la cama.
Elena estaba con la cara apoyada en la cama, yo con una mano le apreté su cabeza contra la manta y con la otra mano le abrí las piernas y de inmediato le introduje un dedo en su coño.
Me acerque a su oído y le susurre unas palabras:
“antes en el baño me has hecho sufrir, ahora me toca a mí” y empecé a reírme.
Saque mi dedo de su húmedo coño y levante sus caderas, ya tenía a mi querida mujer en posición del perrito, sin dudarlo un segundo me puse detrás y le metí mi miembro en su chocho, ¡qué sensación! Con delicadeza para no hacer mucho ruido y despertar a los demás la fui embistiendo y mientras a Elena ya le había cambiado el rostro, ya estaba con los ojos cerrados gozando y gimiendo en voz baja.
Tras unas embestidas más, le dije a mi mujer que ahora iba a pagarme el haberme hecho desesperar antes en la boda, le levante la cabeza cogiéndola de los pelos, le puse la almohada en la boca y le comente que podía gritar o apretar los dientes.
- Ella me decía no, no, no seas cabrón, por el culo no.
Yo le hice caso omiso, le escupí en el agujero de su ano y con un dedo le empecé a penetrar para dárselo un poco de si, cuando conseguí dilatárselo un poco, junte mi polla a la entrada de su culo y presione poco a poco hasta que conseguí metérsela, me costó pero da gusta sentir esa sensación, mientras, ella mordía la almohada con fuerza y daba golpes con el puño en la cama, pero yo seguí embistiéndola, con mis manos apretaba fuertemente los cachetes de su culo a la vez que los apartaba para ir penetrándola cada vez con más ritmo.
Elena ya empezaba a mover su cuerpo al son de mis penetraciones, ahora era ella la que con su culo follaba mi miembro, yo mientras aprovechaba para sobarle las tetas, le pellizcaba los pezones y jugaba con ellos.
La cogí por el cuello y con mucha suavidad la incorporé, mi polla seguía penetrando su maravilloso culo y nuestras bocas se fundían en un morreo continuo, el placer era inmenso, estaba fallándome por el culo a mi musa, a mi amor.
Me iba a correr en breve, ya no podía más, baje a Elena de la cama, la puse a cuatro patas en el suelo para poder penetrarla con todas mis fuerzas y no hacer ruido, le volví a meter la polla en el culo y tras siete u ocho embestidas me corrí dentro.
Yo acabé tumbado encima de su espalda con la polla aun dentro de su ano, entonces mi mujer me susurró una frase.
¡Esta te la guardo, te vas a enterar pedazo de cabrón!
Me dio un morreo y nos metimos en la cama.