La Boda de Héctor - Capítulo 2

Al día siguiente de la boda nos íbamos con toda la familia de la novia a pasar el fin de semana largo en la cabaña en las montañas. El problema fue que una tormenta de nieve impidió que llegara la mayoría, quedando la madre de la novia, la hermana de la novia y yo solos para lidiar con el frío

Capítulo 2

Me desperté con el agradable olor del café recién colado. Me sentía bien a pesar de la cantidad de alcohol ingerido el día anterior. Me imagino que la cantidad de ejercicio… de todo tipo… debe haber contribuido a que no me diera ratón.

Me levanté del sofá y me dirigí a la cocina, donde estaba Lilly, la futura esposa de mi hijo, tomándose un humeante café.

-¡Oh disculpa papá, no pensaba despertarte- me dijo sonriente.

-Descuida, no fuiste tu, fue el olor a café- le respondí sonriendo igualmente.

-Jajjaja. Muy bien. Te serviré un poco. ¿Cómo lo quieres?- dijo ella volteándose para agarrar una taza de los estantes. Llevaba una franela blanca de algodón y unos shorts de esos de correr muy delgaditos… que se encajaban entre sus nalgas. - ¡Coño, Ya empezamos!- me dije .

La noche anterior habíamos bailado juntos en la fiesta de compromiso. Ella se había pegado mucho a mí y ante mi incomodidad, me había aclarado que las mujeres de esta zona de EEUU eran muy liberales, pero que no me preocupara, que no tenía intenciones de acostarse conmigo. Yo quedé muy impresionado, porque su comportamiento y el de todas las mujeres de la fiesta había sido realmente muy liberal. En cualquier caso, me seguía inquietando tener a la futura esposa de mi hijo, con una vestimenta bastante reveladora a poca distancia.

-Negro y con un poco de Splenda- le dije sentándome en una banqueta en el counter que separa la cocina de la sala.

-Aquí tienes-

Yo no sabía a dónde mirar. La franela era también muy delgada y los pezones se trasparentaban completamente. Adicionalmente, los shorts los tenía tan pegados que se le marcaban los labios de su sexo. Debo haberme puesto colorado pues ella me miraba con ojos divertidos.

-Nosotros nos vamos a trabajar ahora. Pero al mediodía vienen mi mamá y Jenny a recogerte para irse a la cabaña. Nosotros nos vamos más tarde, después del trabajo. Mi papá, Olga y mi hermana Sammy se van también en la tarde, así que les tocará a Uds. preparar todo para cuando nosotros lleguemos-

-¡No hay problema!- respondí. No sabía qué significaría “preparar todo”, pero supongo que Maggie y Jenny sabrían qué hacer.

-Acuérdate de llevarte toda la ropa de invierno que tengas. Va a hacer mucho frío y parece que viene una tormenta-

-¿Una tormenta de nieve?-

-Si y de las gordas. Espero que no nos impida llegar a nosotros que vamos a salir después de la oficina-

-Yo sólo tengo la ropa que me compró Héctor. Supongo que será suficiente-

-Lo compramos juntos, seguro que lo será. En cualquier caso que no se te vayan a olvidar. Te sugiero, además que salgas de aquí ya con la ropa de invierno puesto, pues en el carro te será más difícil cambiarte y para cuando lleguen allá, ya debe estar todo nevado-

-Ok. Así lo haré-

-¡Y no dejes que Olga te quite la ropa demasiado pronto! Jajaja-

-Jajaja- me reí de vuelta, sin poder evitar notar que al mencionar a Olga y a nuestra relación de anoche, los pezones de Lily se habían erguido contra la franela. Definitivamente todo el mundo sabía de mis travesuras en la fiesta de compromiso.

Después de que Lily y Héctor se fueron, me di un buen baño, me afeité y me puse a revisar la ropa de invierno que me habían comprado. Lily o Héctor habían puesto sobre la cama lo que me debería poner ahora y el resto de la ropa estaba en un carry-on. Así pues me vestí con unos interiores largos, medias de lana gruesa, camiseta de lana, pantalones impermeables, una camisa mangas largas y un sweter. Además había una chaqueta impermeable para ponerme sobre el sweter, un gorro y guantes. ¡Wow! me sentía apretujado con tanta ropa, pero fui obediente y me puse todo menos la chaqueta, el gorro y los guantes, que me los llevaría en el brazo.

Luego metí mis cosas de afeitar, cepillo de dientes y demás cosas personales en el carry-on y me senté en la sala a esperar. Pronto sería hora de que me vinieran a buscar.

De pronto me dieron ganas de orinar y al llegar al baño me contemplé en el espejo mientras me desvestía para poder hacer pipí. ¡Cómo extrañaba un viaje a la playa en donde uno está casi desnudo!

A la 1:35 pm recibí un mensaje de Jenny en mi celular, anunciándome que ya estaban cerca y pidiéndome que las esperara abajo en la entrada del edificio. Así pues que agarré mi equipaje y bajé a la calle.

Apenas salí, una ráfaga de viento helado me recibió. ¡Wow qué frío! Yo llevaba la chaqueta en la mano, pero tuve que ponérmela inmediatamente, así como el gorro de lana. La cosa era en serio. Mientras esperaba, también se me helaron las manos, así que me puse los guantes. Ahora sí que estaba bien abrigado. No me podía mover, pero estaba abrigado.

Cuando llegaron, Jenny se bajó y me dio un rápido beso en los labios, no los tenía tan fríos como los míos, pero definitivamente, el beso apenas lo sentí. Luego agarró mi carry-on para meterla en la cajuela del carro. Yo quise ayudarla, pero como no sabía moverme con tanta ropa fui mi lento, ella se rió y me dijo:

-Gracias por el ofrecimiento, pero yo puedo perfectamente-

Nuevamente, las mujeres de aquí no quieren ser tratadas con caballerosidad. ¡Igualdad en todo!

Luego intenté sentarme atrás en el carro pero tampoco me dejó.

-No, no- dijo Jenny -Siéntate adelante con mami-

-Ok- respondí, sentándome adelante.

-Hola Greg, buenas tardes ¿cómo estas?- dijo Maggie inclinándose hacia mi para darme un beso… en los labios, claro.

Yo me había inclinado hacia ella y quizás el beso había durado un poco más de lo apropiado, pero ya yo me había rendido, estás mujeres hacían lo que querían y anoche ya nos habíamos besado tantas veces que una vez más…

-Entonces Greg, ¿cómo pasaste la noche?- preguntó Jenny apenas habíamos arrancado.

-¡Oh! Muy bien- respondí -Dormí bien y esta mañana me levanté sin resaca-

-¡Qué bueno! Después de la cantidad que… bailaste anoche, seguro que el licor no tuvo tiempo de hacerte daño- dijo Maggie.

-Seguro- respondí -Hacía muchos años que no bailaba tanto-

Ambas tenían una sonrisa pícara en la cara y se mordían la lengua para no hacer la pregunta que las carcomía.

-Todas nos peleábamos para bailar contigo- aseguró Jenny -pero algunas tuvieron más éxito que nosotras-

-Yo traté de ser lo más equitativo posible- dije defendiéndome, aunque realmente nunca había sido yo quien decidía con quién bailar, sino que siempre parecía haber un acuerdo entre las chicas para ver quién se quedaba conmigo. A diferencia de los bailes en mi tierra, donde son los hombres los que sacan a las chicas. Bueno, por lo menos cuando yo era muchacho.

Finalmente fue Jenny la que hizo la pregunta que tenían las dos en la punta de la lengua.

-Pero dinos, Gregg, ¿Qué era ese rumor que decía que coleccionabas… ropa interior femenina?-

-¿Cómo le vas a preguntar eso a nuestro invitado?- dijo Maggie, aunque ella también se moría por oír la historia.

-Oh, está bien, puedo responder. Es sólo una leyenda. No sé de dónde salió esa historia- respondí con la cara más falsa posible.

-Pero varias mujeres dicen que es verdad- protestó Jenny vehementemente -empezando por tía Olga-

-¿Tu tía Olga te dijo que yo coleccionaba ropa interior femenina? Qué raro-

-Y otras dos amigas de mi confianza- añadió Maggie.

-Bueno, si ellas dicen que es verdad, así será- respondí con una amplia sonrisa-

-¿Pero no nos vas a decir si es verdad?- insistió Jenny.

-Ya te dije que si ellas lo afirmaban es porque era verdad- le dije mirándola directamente a los ojos.

-No seas maleducada hija- le dijo Maggie -¿No ves que no quiere decirnos nada?-

Pero yo me defendí diciendo:

-Yo no sé cómo serán las costumbres por estas tierras, pero a mi me educaron que uno no debe hablar de… ciertas cosas, si esas cosas pueden perjudicar el honor de una mujer-

-¿El honor de tía Olga? Jajaja- rió Jenny.

-Mejor cambiamos de tema, hija- dijo Maggie sonriendo maliciosamente.

No habíamos llegado a la autopista cuando empezó a caer nieve, lo que hizo que nuestra velocidad se redujera considerablemente. Luego, como a las 3 de la tarde, salimos de la autopista a una carretera vecinal y la nieve seguía cayendo. Los pronósticos del tiempo se hacían cada vez más graves. En algún momento nos detuvimos en un sitio a poner gasolina, comer algo y tomarnos un café. Al salir, el carro tenía un montón de nieve encima.

-Esto se está poniendo difícil- dijo Jenny -¿No será mejor que nos devolvamos?-

-Ya estamos más cerca de la cabaña que de la casa. Yo creo que lo mejor es que sigamos con cuidado- respondió Maggie.

Así pues, nos montamos de nuevo en el carro y seguimos. Los camiones que limpian la nieve pasaban continuamente y la carretera se mantenía relativamente despejada.

-Acabo de recibir un mensaje de papá- dijo Jenny como a las 4 y media de la tarde -Dice que no van a poder salir hoy, que está cayendo demasiada nieve. Que se vienen mañana a primera hora-

-Respóndeles que muy bien. Que nosotros decidimos seguir porque falta poco y que los esperamos en la mañana- respondió Maggie concentrada en la carretera. Yo me hubiese ofrecido a ayudar con el manejo, pero la verdad es que nunca había manejado en medio de una tormenta de nieve y no era hoy que iba a aprender.

De nuevo sonó el teléfono de Jenny.

-Ahora son Héctor y Lilly. Tampoco salen con esta tormenta- dijo Jenny.

-Bueno, entonces pasaremos la noche solos los tres- dijo Maggie.

-Así es- respondió Jenny.

Me pareció oír un tono extraño en la voz de ambas, pero seguramente era mi imaginación. Yo también pensé un momento en eso de “solos los tres”.

-Avísales también a ellos que nosotros ya estamos a punto de llegar y que estamos bien- dijo Maggie.

Cuando llegamos al estrecho camino que llevaba a la casa, hacía rato que no veíamos a los camiones limpiadores y la carretera se hacía más y más difícil de transitar. Y por el último trecho nos guiábamos por unas varas de colores que sobresalían de la nieve y delimitaban la calle.

-Ahí está la casa- dijo Maggie finalmente señalando una casa solitaria en la cima de una colina. Trató de hacer subir el carro por la colina pero éste se negó, era demasiada empinada y con la nieve, simplemente se resbalaba en el suelo cubierto de nieve.

-Dejemos el carro aquí y subimos las cosas caminando- sugerí.

-Si, creo que no tenemos más remedio- respondió Maggie.

Estacionamos el carro lo mejor que pudimos y luego de ponernos los abrigos, sombreros, guantes, bufandas y botas, nos bajamos del carro. En realidad no hacía tanto frío, creo que la nieve mantenía la cosa por alrededor de los -3 o -4 grados centígrados, pero continuamente caían montones de nieve en lentos y gordos copos.

Tratamos de agarrar las maletas, pero eran muchas, así que propuse que dejáramos dos en el carro, que yo bajaba después a recogerlas. Así hicimos y con mucho esfuerzo, subimos la colina llevando cada uno una maleta. Al final de la subida había luego unos escalones que conducían al porche de la casa.

Al llegar arriba, Jenny abrió la puerta de la casa con las llaves y le dió al interruptor. Nada.

-¿Qué pasa Jenny? ¿Porqué no prendes las luces? Se está poniendo oscuro- dijo Maggie entrando.

-No sé qué pasa mamá. Ya le di al switch y no prenden las luces-

-Debe estar caído el breaker principal. Ayúdame con eso Gregg- dijo entonces Maggie dirigiéndose a mí.

Dejamos las maletas en la entrada y volvimos a salir, cerrando la puerta para que no entrara nieve y el frío, o por lo menos que no más, porque la casa estaba tan fría adentro como afuera.

Volvimos a bajar por la escalera de madera y dificultosamente empezamos a darle la vuelta a la casa, con la nieve ya más arriba de las rodillas. Finalmente llegamos a dónde estaba el interruptor principal y lo empecé a revisar, pero no se veía mucho.

-Alúmbrame con el celular- le dije a Maggie, lo que ella hizo inmediatamente.

-Parece estar todo bien- le dije -voy a bajarlo y a volverlo a subir-

Así pues, desconecté el switch principal y luego lo volví a conectar, pero no sentí nada, ni vi que se encendiera ninguna luz. El medidor de electricidad tampoco daba señales de vida. Repetí la misma operación con cada uno de los interruptores secundarios sin mucha esperanza, con el mismo resultado negativo.

-Nada- dije -creo que no está llegando electricidad de la calle-

-Debe ser la tormenta- dijo Maggie -No tenemos más remedio que esperar a que la repongan. De todas maneras voy a llamar por teléfono a la compañía eléctrica-

-Ok- dije, volviéndome hacia ella -¿Y ahora?-

-Por lo pronto vamos adentro. Hace mucho frío- dijo Maggie.

Caminamos de nuevo a la casa. Caía tanta nieve que el camino que habíamos hecho ya estaba empezando a taparse. Ella me esperó al pié de la escalera a que yo fuese al carro a buscar las maletas que faltaban y luego me ayudó a subirlas por la escalera.

Cuando entramos de nuevo a la casa, estábamos llenos de nieve y empezamos a sacudírnosla de encima. Descubrimos que también nos habíamos mojado un poco, por lo que se nos estaba complicando la cosa.

-Vengan adentro de una vez- dijo Jenny.

-¡Tenemos muchos problemas¡- respondió Maggie preocupada.

Habíamos estado limpiándonos la nieve en la entrada de la casa, desde donde por una puerta pasamos a una sala grande, que era la sala principal de la casa. No se veía ya mucho, porque ya no entraba casi luz del sol, pero parecía haber varios sofás y lo más importante ¡una gran chimenea!

-¿Puedes prender la chimenea?- le dijo Jenny a Maggie.

-No sé- respondió ésta -nunca lo he hecho. Supongo que si-

-Yo lo hago- dije -¿dónde está la madera?-

-Uhhg… afuera- dijo Maggie.

-Mmmm, no importa- respondí notando que al lado de la chimenea había unos pocos leños -aquí veo que hay un poco para encenderla y luego que la haya prendido buscamos más ¿Te parece? ¿Tienes cerillas o un encendedor?-

-Debe haber en la cocina- dijo Maggie.

-Yo las busco- replicó Jenny saliendo por una puerta que daba a la cocina al fondo de la sala.

Mientras, yo removía con un atizador los restos de madera quemada que había en la chimenea y tomaba un poco de papel que, probablemente paya ayudar a prender la chimenea, había donde estaban los leños.

Hice varias bolas de papel con los periódicos y encima puse los trozos de madera más pequeños.

Enseguida llegó Jenny llegó con las cerillas. A pesar de que no nos habíamos quitado la ropa de invierno, estaba temblando.

-No hay muchas- dijo -ojalá alcancen-

-Tienen que alcanzar. No soy muy experto en hacer fuego con dos palitos-

-Pero tengo entendido que haces fuego con la lengua- dijo Jenny recobrando su humor.

-Jajajaja- se rió Maggie.

Yo me le quedé viendo con cara de sorpresa, sin entender, pero luego de unos segundos caí en cuenta y me sonrojé.

-Jajaja, Pero no creo que esa sea el fuego que necesitamos ahora- le respondí ahora con una sonrisa en la cara.

-Yo no estaría tan segura- dijo a su vez Maggie señalando la chimenea-pero prendamos ESTE fuego primero y después podemos pensar en el otro-

Jenny se le quedó viendo a su mamá con cara extraña, pero luego volteó hacia mí para ver cómo me iba.

Yo ignoré la clara insinuación de Maggie y seguí con mi tarea. Ya había logrado encender los periódicos, pero se estaban quemando demasiado rápido y temía que fuesen a consumirse antes de que se encendiera la madera, así que agarré más papel y lo introduje entre los trozos de madera.

-¿Tenemos más papel?- pregunté.

-¿Necesitas más? Puedo buscar más- dijo Maggie.

-No, por ahora no. Sólo quería estar seguro de no quedarnos sin papel-

Entonces vi unos pedacitos de madera realmente pequeños en donde habían estado los troncos que había usado y tomándolos los rompí en trozos aún más pequeños, poniéndolos en contacto con las llamas. Enseguida se encendieron. Los puse atravesados entre los troncos grandes. Poco a poco, el fuego fue creciendo. Los viejos troncos estaban bien secos y pronto estaban encendidos.

-Creo que lo logramos- dije, contento de encendido la chimenea.

-¡Bien hecho!- señaló Maggie pasándome un brazo por los hombros y apretándose contra mí. Sentí sus tetas y rápidamente volví a la realidad de que estaba sólo con dos mujeres buenísimas que parecían tener planes…

Jenny también me felicitó dándome un ligero beso en los labios. Maggie se le quedó viendo sin decir nada, pero claramente noté que se estaba gestando una especie de competencia por mi atención entre madre e hija. -Nada bueno- pensé.

-Mmmm-

Entonces Maggie se acercó al fuego y extendiendo las manos dijo:

-Mmmm, ya se empieza a sentir el calor-

-Así es- respondí, viendo con orgullo como el fuego crecía y el calor empezaba a esparcirse en la sala.

-Ahora a quitarme estas ropas mojadas- dijo Maggie empezando a quitarse el sweter.

-Tenemos otro problema- la interrumpió Jenny.

-Si, cariño- dijo Maggie -¿a qué te refieres?-

-No sale agua en el baño-

-¡Oh Dios!- dijo Maggie -sin electricidad no funciona la bomba-

-¿Cómo podemos a hacer?- preguntó Jenny mirándome.

-Tengo una idea- dije -¿habrá uno o varios baldes por ahí?-

-¿Baldes?- preguntó Maggie.

-Si, baldes como para acarrear agua-

-Claro. Debe haber varios por ahí. ¿Pero de dónde vamos a sacar el agua? Todo está congelado-

-¡Sí, pero tenemos fuego para derretirla!-

-¡Cierto! Ya vengo. Ven Jenny, vamos a la cocina a buscar los baldes-

Pronto regresaron con tres baldes, pero uno era de plástico y no servía para la nieve. Así pues salí y llené los baldes dos de nieve y los puse en la chimenea, al lado del fuego.

-Ok. Ahora sí podemos quitarnos esta ropa de invierno. Ya está empezando a darme calor -dijo Jenny comenzando también a quitarse la ropa más gruesa.

-Un momento, un momento- dije  ahora yo -Tenemos que salir a buscar más madera y vamos a tener que abrir y cerrar la puerta varias veces, así que no se desvistan mucho-

-Tienes razón- dijo Maggie con una sonrisa pícara -vamos a tener que esperar para desnudarnos ¿verdad Jenny?-

-Claro. Mejor esperamos que Gregg esté presente para que nos ayude ¿no te parece?-

No supe que decir… así que no dije nada.

-¿Dónde está el depósito de madera?- le pregunté a Maggie.

-Ok. Tienes que bajar la escalera de entrada, pero en vez de cruzar hacia donde está en interruptor principal, cruzas en la dirección opuesta y justo debajo de la escalera debe haber un montón de madera-

-Ok. Ya vengo- dije saliendo a la entrada y poniéndome la pesada chaqueta impermeable. Una bocanada de nieve y frío entró al abrir la puerta, pero afuera estaba ya muy oscuro, por lo que cerré la puerta de nuevo y devolviéndome para regresar a la sala a buscar una linterna.

Al abrir la puerta de la sala, me encontré que Jenny estaba desnuda de la cintura para arriba.

-Oh, perdón- dije cerrando la puerta de nuevo.

-No te preocupes, pasa- dijo.

Así pues, volví a abrir la puerta. Ella seguía sin camisa. Los pezones erguidos como pequeñas montañas debido el frío. Despacio y sin dejar de mirarme, se puso una camisa de algodón. Los pezones seguían viéndose a través de la delgada tela.

-¿Qué pasó?- preguntó Maggie, que no se había quitado la chaqueta, sólo la tenía abierta.

-Es que afuera está muy oscuro y me pregunto si tendremos una linterna-

-Claro, claro. Déjame buscarla. Es más, mejor te acompaño abajo- respondió Maggie abriendo la puerta de la cocina y buscando en las gavetas sin conseguir nada. Luego la oí trasteando en una alacena y regresó con dos buenas linternas.

-Le dejo una Jenny y nosotros nos llevamos la otra-

-Muy bien- dijo Jenny que se estaba quitándose las botas y estaba a punto de bajarse los pantalones.

-Vamos Gregg- dijo Maggie dirigiéndose a la puerta. Yo la seguí, aunque al antes de cerrar la puerta miré rápidamente hacia adentro. Jenny se había quitado no sólo los pantalones, sino las pantaletas también y me sonreía mostrándome su sexo desnudo con un pequeño triángulo de vellos oscuros. Cerré la puerta suspirando profundamente.

Bajamos con cuidado por la escalera cubierta de nieve. Yo adelante y Maggie atrás, con una mano apoyada en mi hombro y la otra alumbrando los escalones con la linterna.

Cuando llegamos abajo seguimos caminando así. Ella muy pegada a mi y yo avanzando lentamente. Pronto llegamos a donde estaban los troncos. Eran como de medio metro de largo y unos 20 cm de diámetro. Darían un buen fuego y probablemente durarían un buen rato. Agarré 3 troncos y comenzamos a regresar. Esta vez iba más despacio pues los troncos eran pesados. Maggie sólo agarró uno, porque tenía la otra mano ocupada por la linterna.

Cuando lleguemos al tope de la escalera, dije:

-Vamos a dejar éstos aquí, luego traemos más y luego los metemos todos adentro-

-Me parece buena idea- respondió Maggie poniendo otra vez sus manos contra mis brazos.

Volvimos a bajar y trajimos otros 4 troncos.

-¿Será suficiente?- preguntó Maggie.

-Ni idea, pero ¿no será mejor que sobren a que falten? No queremos quedarnos sin fuego en la madrugada-

-Espero que en la madrugada tengamos otros tipos de fuegos- dijo Maggie mirándome a los ojos y otra vez con esa sonrisa pícara en los labios -pero tienes razón, mejor nos aseguramos y traemos un par de cargas más-

-Muy bien- respondí comenzando a bajar.

Una vez que subimos los últimos troncos, comenzamos a llevarlos a la sala, pero al abrir las dos puertas, la principal y la de la sala, una bocanada de aire helado y nieve entró a la sala.

-¡HEYYYY! ME MUERO DE FRIO- gritó Jenny desde adentro.

Inmediatamente nos dimos cuenta que no podíamos hacerlo así, por lo que tuvimos que hacer en dos etapas, primero meter los troncos a la casa por la puerta principal, luego cerrar ésta y en una segunda etapa, meterlos en la sala. De esa forma no entraba tanto frío y además Jenny nos podía ayudar.

Finalmente tuvimos todos los troncos al lado de la chimenea preparados, mientras el gran fuego seguía calentado la sala cada vez más. Ya debíamos andar por los 20º dentro de la sala.

-Bueno, ahora podemos quitarnos estas ropas mojadas nosotros también- dijo Maggie y enseguida comenzó a desvestirse sin importarle que yo estuviese ahí. ¿O lo estaba haciendo adrede?

Mientras, yo decidí revisar lo de los baldes de agua y asomándome, vi que la nieve de los baldes se había derretido… dejando sólo un cuarto de agua. Claro, la nieve no estaba compacta y al derretirse no era mucha agua. Así pues. pasé el agua al balde de plástico y salí a buscar más nieve, que puse también a derretir.

Al cabo de un rato, cuando juzgué que teníamos suficiente agua para llenar el tanque de la poceta y dejar algo más para lavarnos las manos, me dirigí al baño.

Paro cuando iba a entrar, Jenny dio un grito -¡no entres!- desde el sofá donde estaba sentada conversando con Maggie

-¿Qué pasa?- pregunté sin entender, entrando al baño, mientras ella corría hacia mi. Cuando miré la poceta, había un enorme mojón flotando en la misma. El poco agua que había salido no había podido llevarse el “depósito” de Jenny.

Sin hacer ningún comentario, eché el balde de agua en la poceta y el “submarino” se fue.

-Perdona, no me imaginé que “eso” se fuese a quedar atracado- dijo Jenny con la cara roja de la vergüenza.

-Está bien, en realidad no vi nada- dije mintiendo para hacerla sentir mejor.

-Gracias- respondió y recostando sus tetas contra mí y volviendo a darme otro beso en los labios. Ya estaba empezando a gustarme.

Para cuando regresé del baño, vimos que Maggie ya estaba medio desvestida. Ya se había quitado la chaqueta impermeable, el sweter y a fina camisa blanca, quedando sólo con un lindo brassier de encaje negro. El brassier era muy escotado, es decir que apenas le cubría la parte inferior de los senos y la sombra de la aureola se insinuaba por el borde. Luego se sentó en el sofá y se quitó las botas y se bajó los gruesos pantalones de tela impermeable.

-Ayúdame- me dijo levantando las piernas para que la ayudara a sacárselos. Lo más lógico era que se lo hubiese pedido a Jenny, pero no estábamos hablando de lógica.

Le saqué los pantalones y los puse junto a la chaqueta. Cuando me volteé, ya se había bajado los pantalones de tela, quedando sólo con una minúscula pantaleta también de encaje negro.

Sólo entonces se levantó del sofá y fue a donde estaba su maleta para sacar la nueva ropa. Al darme la espalda pude ver que la pantaleta era una tanga minúscula y sus hermosas nalgas se agitaban al ritmo de sus pasos.

-¡Pero mamá!- dijo Jenny al ver la descarada exhibición de Maggie.

-¿Qué pasa hija?- dijo levantándose y volteándose semidesnuda.

-¡Que estás casi desnuda frente a Gregg!-

-Oh, estoy segura de que Gregg no se siente ofendido porque me esté cambiando de ropa. ¿No es cierto Gregg?-

-No, no. Claro que no- respondí, sintiendo como mi güevo comenzaba a endurecerse. - Esto puede ser un problema cuando me toque cambiarme a mi- pensé.

-Igual- dijo Jenny -Podías ser más discreta-

-Pero me parece que tu tampoco lo fuiste hace unos momentos cuando te cambiaste-

-Ustedes ya estaban saliendo- respondió Jenny sonrojándose un poco al tener que reconocer que ella también se había mostrado desnuda ante mí.

-Bueno, ya dejemos esta tonta discusión y tomémonos un trago- dijo Maggie que se había puesto también unos leggings y una franela muy escotada, que no parecía apropiada para una tormenta de nieve como la que estábamos viviendo, pero que era muy sexy.

Ahora me tocaba a mí cambiarme de ropa, porque con el trajín, la desvestida de Maggie y la discusión, me había quedado todavía con la ropa de invierno ¡y ya empezaba a hacer calor en la sala!. Lo malo es que tendría los ojos de ellas dos fijos en mis movimientos y no se iba a ver bien que me escondiera en el baño a cambiarme.

Así que me acerqué a mi maleta y la abrí para sacar la ropa seca y la puse a mano. Luego me saqué el sweter y la chaqueta y me desabotoné la camisa. Debajo tenía una franela de algodón, pero estaba mojada, así que me la saqué también. Yo solía tener un buen cuerpo por mis años en las piscinas aunque ya se notaba mi edad. Casado había engordado un poco, pero después de que me había divorciado había vuelto a nadar, así que mantenía una buena figura. No musculosa, pero decente.

Cuando me volteé los ojos de las dos mujeres estaban clavados en mí y por unos segundos me sentí incómodo, cómo si estuviese en un teatro haciendo strip-tease, ya que ellas no disimulaban; ¡se habían sentado en el sofá a verme!  Luego me dije que si yo había disfrutado viéndolas a ellas, lo lógico era que las dejara a ellas que disfrutaran también.

Luego me abrí el pantalón impermeable, pero pensé en el interior largo que tenía debajo y lo poco sexy que era, así que lo agarré junto con el pantalón y lo bajé de un jalón hasta las rodillas. Debajo me quedaba todavía el interior azul oscuro, tipo bikini, que acostumbro a usar. La bajada rápida de los pantalones me los haló un poco hacia abajo, pero la inicial rigidez del güevo le impidió que se bajara demasiado, permitiendo sólo que ellas vieran mis vellos púbicos y quizás el inicio del güevo. Rápidamente terminé de quitarme los pantalones y me arreglé el interior, subiéndolo en su posición normal.

Rápidamente miré a las chicas y vi que ambas continuaban muy atentas, casi las podía ver relamiéndose. Entonces se me ocurrió que yo también podía jugar el juego de ellas y divertirme un poco, así que me puse de forma tal que la luz de la chimenea me diera sólo por la espalda y me quité los interiores. El güevo me saltó alegre, no completamente duro, pero iba en camino a estarlo.

Claramente pude oír el grito ahogado de ellas cuando me vieron desnudo. Con la poca luz que había no podían verme bien, pero eso era justo lo que buscaba. Entonces, con toda calma, me puse unos pantalones deportivos de algodón y luego la franela manga larga.

Cuando me acerqué a las chicas, ambas seguían viéndome embelesadas. Entonces les pregunté:

-¿Y qué hacemos ahora?-

Mi pregunta las sacó de sus pensamientos. La primera en reaccionar fue Jenny que preguntó:

-¿Porqué no te pusiste nada debajo? ¿Te gusta sentirte libre?-

-No sé- le respondí -Con este clima no sé todavía lo que es mejor-

-Mmmm. A mí me gusta- dijo Jenny con una sonrisa.

Maggie en cambio se me quedó viendo como si fuese a saltar sobre mi en cualquier momento, sin embargo se contuvo y dijo:

-Creo que mejor nos tomamos algo. Hace como calor-

-Jajaja-

-Creo que hay unos licores por aquí- continuó diciendo Maggie -¿Qué quieren tomar?-

-Algo fácil- dijo Jenny.

-¿Qué hay? Yo podría tomarme un whisky. Usualmente lo tomo on the rocks, pero con esta nevada supongo que puro estará bien-

-Muy bien- dijo Maggie -Aquí tenemos una botella de escocés, ¿les parece bien?-

-Para mí está bien- dijo Jenny.

-Perfecto para mí también- dije.

-Mejor me llevo la botella-

Entonces Maggie se acercó al sofá con tres vasos y la botella, sentándose a mi lado derecho mientras Jenny se sentaba al otro lado.

-Aquí tienen un vaso para cada uno- dijo Maggie pasándonos los vaso y luego sirviéndonos un monto generoso.

-Por los novios- brindé-

-Por los novios- repitieron las dos y todos nos tomamos un trago.

-Ahhh- dije cuando el whisky bajó por mi garganta.

-Mmmm- dijo Maggie.

-Rico- Jenny completó y luego -Y ahora brindemos por el padre del novio, ¡Salud!-

-¡Salud!- respondimos Maggie y yo.

El segundo trago bajó por nuestras gargantas y los vasos quedaron vacíos, por lo que Maggie los volvió a llenar.

-Y ahora por la madre de la novia ¡Salud!- dije.

-¡Salud!- respondieron ellas.

-¡Y por la bella hermana de la novia!- grité.

-¡Salud!-

-¿Y cómo es que “la bella hermana de la novia” y la madre de la novia no tuvo adjetivo?- preguntó Maggie mirándome ofendida.

-Porque la mamá de la novia está más allá de cualquier epíteto. ¡La mamá de la novia es la más hermosa de todas!- respondí a la defensiva.

-Jajajaja, ¡muy bien!- rieron las dos inclinándose hacia mí y felicitándome por la forma en que había respondido.

-Creo que me están pegando un poco estos brindis- dijo Jenny con una sonrisa un poco “torcida”.

-Estoy de acuerdo- dijo Maggie -¿Qué tal si comemos un poco?-

-Muy buena idea- dije -me muero de hambre-

-¿Y cómo vamos a hacer? la cocina es eléctrica, así que no podemos calentar nada- dijo Jenny.

-Tenemos el fuego- dije.

-Mmmm- se quedó pensando Maggie -Ven Jenny, vamos a ver si conseguimos algo en la cocina que podamos cocinar o por lo menos calentar en la chimenea-

-Me tomo este último trago y te acompaño- respondió Jenny levantándose.

Me levanté y Maggie hizo lo mismo, pero inmediatamente hizo como si se fuera a caer, por lo que la agarré y ella aprovechó para abrazarme, pegándome sus tetas al cuerpo.

-Uuupss- dijo mientras se estabilizaba.

Jenny se le quedó viendo, no creyendo en absoluto en su “repentino mareo”, pero no le dijo nada.

-Ya venimos- dijeron mientras yo me sentaba de nuevo para tomarme un nuevo trago de whisky.

Ellas se pusieron las chaquetas y los zapatos, pues la cocina estaba todavía muy fría y salieron cerrando la puerta, pero por alguna razón ésta no se cerró completamente, quedando una rendija que me permitió oírlas conversando en la cocina.

-Conque un mareo ¿no? ¿Cuándo te has mareado tu con dos o tres tragos de whisky?- le dijo Jenny a Maggie.

-Jajaja. Quería agarrarle el bicho, pero no encontré la forma. Por lo menos me permitió recostarme contra él-

-Una pregunta mami- dijo entonces Jenny -¿tú pensabas acostarte con él hoy no?-

Por un momento Maggie no contestó, pero luego me llegó de nuevo su voz -La verdad es que no tenía esperanzas, con tu papá aquí no veía cómo podría hacer, pero cuando me enteré que tu papá no venía, se me ocurre que es una buena oportunidad ¿no te parece-

Luego añadió: -¿y tú? ¿También pensabas cogértelo ¿no?-

-Bueno. Después de los cuentos de la tía Olga y las otras, parece que es un excelente polvo. Y ésta es una buena oportunidad… pero ahora que estamos encerrados los tres…-

-¿Pero y cuál es el problema?- dijo Maggie.

-No creo que te vayas a salir de la sala mientras yo me acuesto con él ¿no?- dijo Jenny.

-No tengo porqué salirme- dijo Maggie.

-¿Cómo se puede interpretar eso?-

-Tal como lo oyes, puedo estar ahí mientras te lo coges-

-Pero yo nunca he participado en un trío- dijo Jenny.

-Yo tampoco, pero no contemos los pollos antes de nacer. Dejemos que las cosas avancen y vamos viendo cómo se desarrollan. Si en algún momento me siento incómoda me aparto a un rincón y los dejo hacer a Uds. lo que quieran. Tu puedes hacer lo mismo-

-¿Y qué pensará él?-

-No creo que él tenga problemas en estar con las dos al mismo tiempo, pero cómo te dije, hagamos planes, dejemos que la situación avance y vamos decidiendo…- dijo Maggie

-La situación… y las hormonas, ¡jajaja!- completó Jenny.

-Eso. Que nuestras hormonas nos lleven a donde nos tengan que llevar-

-Yo tampoco creo que él sea ningún problema- dijo Jenny -¿Lo viste cuando se cambió? Ya lo tenía parado-

-Oh sí. Se me hizo agua la boca-

-¿Sólo la boca?-

-Jajajaja-

Siguieron riéndose un rato y luego fui perdiendo sus voces, pero ya había oído lo más importante. No es que no me imaginase qué era lo que iba pasar, pero ¿qué lo conversaran tan abiertamente? ¡Realmente estas mujeres eran increíbles!

-¡Aquí estamos!- dijo Maggie entrando con una bandeja. Detrás de ella venía Jenny con otra bandeja.

-No conseguimos mucho que podamos cocinar en la chimenea, sólo unas salchichas- aportó Jenny.

-Y eso lo podemos cocinar con unos pinchos- completó alegre Maggie.

-También trajimos un jugo de pera que parece que está bien todavía y una ensalada de lechuga y tomate-

Colocaron las bandejas en el suelo alrededor de la chimenea y luego procedieron a quitarse las chaquetas y los zapatos que se habían puesto para hacer la excursión. A pesar las chaquetas, ambas estaban muertas de frío y sus pezones erguidos lo demostraban claramente.

Nos sentamos en el suelo encima de la alfombra y alrededor de la chimenea con unos largos pinchos para las salchichas. Cada uno colocó una en la punta de la suya y comenzamos a cocinarlas poniéndolas en el fuego.

La mía se empezó a incendiar casi inmediatamente.

-¡Se me está quemando!- exclamé.

-¡No dejes que se te queme la salchicha!- dijo Maggie riendo.

-Jajaja-

-No. No ESA salchicha- le respondí -¡la que se come!-

-¡Las dos se comen, Jajaja!- contestó Jenny riendo.

-No puedes poner la salchicha directamente en la llama- me instruyó Maggie -Sólo la acercas y vas calculando-

-Claro. Lo mejor es cuando metes la salchicha en el horno y la sacas y la metes muchas veces. Jajajaja- siguió bromeando Jenny, al tiempo que me tocaba el muslo muy cerca de donde estaba la otra salchicha.

La verdad es que estábamos sentados muy juntos frente a la chimenea para poder cocinar las salchichas, lo que hacía que nos estuviésemos rozando constantemente. Las piernas principalmente, pero varias veces sentí cómo un pecho se apoyó contra uno de mis brazos o una mano se posó en mi muslo, como acababa de hacer Jenny. Algunos de esos roces eran casuales, pero sospecho que la mayoría eran a propósito… los míos por lo menos. Todos llevábamos ropa muy delgada y los roces se sentían claramente…

Pronto tuve mi salchicha lista. Un poco chamuscada, es cierto, pero razonablemente cocida. La coloqué en un plato y pregunté:

-¿Y ahora?-

-Espera, aquí están las salsas y el pan- dijo Jenny que había dejado su bandeja detrás de ella.

Agarré el pan y no sólo estaba helado, sino que muy duro.

-Mmmm. Paso con lo del pan. Está muy duro. Le pondré un poco de mostaza a la salchicha y ya- dije.

-Come un poco de ensalada por lo menos- dijo Jenny pasándome un bol con lechuga y tomates picados finamente.

-Gracias- le dije probando un bocado de salchicha.

-¿Qué pasa?- pregunté viendo como ambas me veían con gran atención.

-Nada- dijo Maggie -sólo queremos ver cómo te ves con una salchicha en la boca. Jajajajaja-

-Jajajajaja- rió también Jenny.

-Pues véanlo bien, pues sólo me verán comiendo éste tipo de salchichas-

-Nos parece muy bien. ¡Nos interesa más bien salchichas que van en la otra dirección!- dijo Maggie riendo a carcajadas.

Pronto, cada uno nos habíamos comido dos salchichas, bueno, yo me había comido tres, pero ellas habían comido más ensalada. Ninguno pudo con el pan, el cual desechamos completamente. El jugo sí sabía bien, así que nos lo bebimos todo.

Finalmente recogimos las bandejas con las sobras y las colocamos a un lado. Nadie quería ir a la cocina a llevarlas. ¡Había que vestirse! Así pues, contra menos saliéramos mejor.

Yo, por mi parte, busqué la botella de whisky y los tres vasos.

-¿Alguien quiere un trago para asentar esta fabulosa cena?-

-Yo me anoto- dijo Maggie -aunque ya me siento un poco acalorada sentada tan cerca de la chimenea-

Así pues, nos movimos más atrás, alejándonos de la chimenea y recostándonos del sofá. Seguíamos igual que antes, yo en el centro y ellas a los lados. A pesar que ya no teníamos frío y no necesitábamos estar tan cerca, ellas se habían colocado muy pegadas a mí, provocando los mismos roces de antes, esta vez mientras nos servíamos el whisky.

-Yo también me anoto- dijo Jenny -pero sin estar brindando. Esos tragos fondo blanco casi me emborrachan-

-Muy bien. Cada quién bebe a su ritmo- dije.

-Bueno Gregg- dijo Maggie recostándose hacia atrás contra el sofá -ya estamos comidos y acomodados… bueno, más o menos acomodados. Pero en cualquier caso… ambas tenemos una pregunta que hacerte-

Desde esta mañana yo sabía que eso llegaría. Mas bien me admiré que hubiesen esperado tanto.

-¿A ver, qué será?-

-¿Seguro que no vas a decirnos qué pasó con Olga anoche?-

-Ah, ah, ah… no pensaran que voy a hablar de eso ¿no?- respondí.

-¿Y porque no?- protestó Jenny que se volteó a verme y mientras me ponía la mano en el muslo. Y cada vez la ponía más arriba.

-La respuesta seguro que ya la saben, pero repito, un caballero nunca habla de las mujeres con quien ha estado-

-Pero ella lo dijo todo- ripostó Maggie.

-Bueno. Ella es libre de decir lo que le parezca. Y si ella lo dijo ¿para qué preguntarme a mí?- dije.

-Para corroborar. Según Sammy, ella salió de la biblioteca con “cara de bien cogida”-

-Jajaja- me reí -¿Qué cara es esa?-

-Si. Claro. Hazte el tonto- dijo Maggie -Seguro que nunca has visto la cara que pone una mujer satisfecha-

-Dicho de esa forma… digamos que me esfuerzo en que todas las mujeres que tengan algo que ver conmigo se sientan satisfechas-

-Muy bien dicho- insistió Jenny -pero sigues sin contar nada. Queremos detalles-

-Y no lo voy a decirlos, querida Jenny- respondí con la más cariñosa de mis sonrisas y poniéndole a mi vez, la mano en la pierna.

-Y si nosotros te contamos lo que ella dijo… ¿tú lo corroborarías?- insistió Jenny.

-Puedes contarme lo que quieras, pero no voy a decir si es cierto o no. ¿Qué opinas tu Maggie. No te parece que tengo razón?-

-Me parece una buena costumbre, eso de no hablar de las cosas íntimas. A menos que la persona involucrada te lo pide- respondió Maggie.

-Exacto. Si Olga me lo pidiera…-

-Bueno. Como ella nos contó lo que pasó, es como si te hubiese autorizado, pero no importa. Ella nos dijo que puso una música lenta en la biblioteca para empezar a bailar contigo-

-Todas bailamos contigo y lo disfrutamos mucho…- acotó Maggie.

-Y todas sentimos muy bien sintiendo como tu también te excitabas cuando bailábamos pegadas a ti- siguió Jenny, para luego bajar la vista y añadir -era muy obvia tu erección-

-Como ahora- dijo Maggie señalando hacia mi entrepierna.

Realmente, mi güevo apenas estaba empezando a endurecerse, todavía le faltaba mucho para estar como la noche anterior, cuando cada una de ellas se esmeró en mantenerme como piedra toda la noche.

-Debo reconocer que al principio yo me sorprendí mucho- dije -sobretodo cuando bailé la primera pieza con Lilly. Lo último que me podía esperar era que la novia, la que se va a casar con mi hijo en pocos días, se iba a pegar de mi con tanta... no sé cómo expresarlo...-

-Con tanta sensualidad- continuó Jenny, completando la frase.

-Eso- continué yo -con tanta sensualidad. Estaba tan pegada a mí que yo no podía bailar bien y me equivocaba mucho. En lo único que podía pensar era en su cuerpo restregándose contra el mío. Y que si seguía haciendo eso ¡iba a tener una erección y ella se iba a enojar conmigo!. Finalmente pude tranquilizarme y recuperar mis habilidades en el baile-

-Menos mal- dijo entonces Maggie -todas estábamos encantadas con tus habilidades...- y aquí hizo una pausa -con el baile y con muchas otras cosas... como tu conversación, por ejemplo-

Ni que decir que mientras decía eso, se también había inclinado contra mi brazo y sus tetas se apretaron duro contra éste. Ahora las dos estaban pegadas a mí, una a cada lado.

-Cuando me tocó bailar contigo Maggie- seguí contando -ya se me habían pasado los nervios- dije.

-Y yo lo noté- continuó Maggie -bailabas bien, pero no había nada allá abajo, hasta que poco a poco, tan, taaán, fue apareciendo el monstruo. Jajaja-

-¿Monstruo? Jajaja. Nunca le habían dicho así-

-Muy bien- interrumpió Jenny, -todas disfrutamos del “monstruo”, como dijo mami, de los ricos pasos de baile y de la inteligente conversación, pero hubo algunas que parece que disfrutaron de forma distinta-

-No insistas Jenny- intervino Maggie -ya nos dijo que nos lo va a contar, jajaja-

-Está bien, pero según Olga, parece que sabes utilizar la lengua para otras cosas diferentes a hechizar a las mujeres con quien hablas. O quizás debiera indicar que es otra forma de hechizo... ¿un hechizo húmedo?- continuó diciendo Jenny.

La miré con una sonrisa y luego le lancé un beso para esquivar su insistencia.

-De lejos no sirve- respondió y entonces se inclinó hacia mí y me besó en los labios por sólo un segundo. Por supuesto, sus tetas se restregaron más contra mí. A diferencia de Maggie, ella no tenía puesto sostén y sus tetas era más duras, por lo que sus pezones se sintieron más claramente. Luego me habló al oído para que Maggie no oyera:

-Ayer no pude disfrutar de ti por completo, pero no voy a dejarte escapar- separándose después un poco.

Entonces Maggie dijo:

-Olga nos contó que cuando se iba a poner las pantaletas… Me pregunto porqué se las habría quitado, jejeje. En cualquier caso, cuando se las iba a poner, parece que habían desaparecido... en tu bolsillo-

-Y parece que otras dos chicas perdieron también sus pantaletas misteriosamente- añadió Jenny.

-Tres-

-¿TRES?- dijeron ambas.

-En mi defensa debo decir que las siguientes tres pantaletas vinieron a mi bolsillo sin que yo hiciera nada por ello- dije.

-¿Como que sin hacer nada?- preguntó Jenny.

-Nada- repetí -yo estaba bailando con... - no me acordaba del nombre.

-Roxana- completó Jenny.

-Gracias. En fin, yo estaba bailando con Roxana cuando ella me metió una pantaleta en el bolsillo. Yo le dije que yo sólo tomaba las pantaletas de las mujeres que se habían acostado conmigo y entonces ella... me llevó a la biblioteca-

-Claro, obviamente tuviste que sacrificarte. Jajaja- dijo Maggie restregando sus tetas contra mi brazo nuevamente.

-Si, pero lo divertido es que, lo de las pantaletas lo inventé anoche. Yo nunca había hecho eso. ¡Le quité las pantaletas a Olga por pura diversión!-

-¿Entonces no coleccionas pantaletas?- dijo Jenny -¡Y yo que había traído 3! Jajaja-

-¡Y yo cuatro!- añadió Maggie -Jajaja-

-A caramba. Parece que voy a tener que empezar realmente a coleccionarlas. Parece que eso tiene cierto atractivo-

-No sé si el coleccionar las pantaletas, pero tú sí que lo tienes- dijo Jenny y sin mayores palabras, me puso una mano en la cara, me la volteó hacia ella y comenzó a besarme en la boca.

Esta vez sí era un beso profundo y mientras nuestras lenguas comenzaban a explorarse mutuamente, Jenny me pasó su brazo derecho por el cuello y se abrazó contra mi.

Mientras mi torso se doblaba hacia mi izquierda, mis piernas quedaban hacia mi derecha, hacia Maggie, que sin dudar un momento, tomó mi pantalón y me lo bajó hasta las rodillas, con lo que mi güevo, duro como estaba con la picante conversación, le saltó a la cara.

Por un instante ella dudó que hacer primero, agarrarme el güevo o continuar bajándome los pantalones, decidiéndose por... las dos cosas. Me agarró el güevo con su mano izquierda y con la derecha siguió bajándome los pantalones.

Viendo que no me tenía que preocupar por Maggie, dediqué toda mi atención a Jenny y pronto tenía mis manos en sus tetas. No eran muy grandes, pero tenían lo maravilloso de la juventud, eran deliciosamente duras, con las aureolas sobresaliendo y los pezones muy duros.

Además, contra más le acariciaba las tetas, más duros se ponían los pezones y todo eso, mientras nos besábamos apasionadamente.

Finalmente Maggie había logrado quitarme los pantalones mientras me sujetaba el güevo por la base con la mano izquierda, como mirándolo detalladamente. Luego se acomodó y sentí como su lengua rozaba a la cabeza delicadamente, como probando. Después comenzó a dar vueltas alrededor. Entonces sentí como una gota de lubricante salía de la punta y como ella la capturaba, saboreándola.

Luego abrió un poco más los labios y se metió la cabeza completa en la boca, sin dejar de dar vueltas con la lengua. La sola cabeza le ocupaba la boca ¿cómo se lo iba a comer todo? pensé. Pero estaba seguro que Maggie tendría una forma, seguro no existía güevo en el mundo que la fuese a derrotar.

Finalmente dejé de besar la boca de Jenny y comencé a bajar por su cuello hacia las tetas. Ella no perdió el tiempo, sabiendo lo que venía y rápidamente se quitó la camisa, ofreciéndome las tetas para mi deleite… o más bien, para nuestro mutuo deleite.

Apenas me metí un pezón en la boca, Jenny gimió:

-Aaaahhh… siiii- y de ahí en adelante, no paró.

-Chúpamelas duro… asiii… ahora la otra… más duro… otra vez…-

Realmente distraía un poco tanta cháchara y justamente por eso, decidí hacer cualquier cosa menos lo que me pedía.

-Chúpamelas duro- y yo se las apretaba con las manos, mientras o las recorría con la lengua.

-Ahora apriétamelas por favor- y yo le mordisqueaba los pezones, que parecían crecer y crecer sin parar.

Finalmente dejé las tetas y mi boca bajó por su vientre. Cuando le bajé los pantalones, otra vez con su ayuda, me encontré conque estaba completamente libre de vellos. Se le veía la piel muy tersa y limpia, probablemente no se afeitaba, sino que se depilaba ¡y lo había hecho hacía muy poco tiempo!. El pubis estaba tan liso como la piel de un bebé y lo pude comprobar con la lengua. Después me fijé en su vulva, tenía los labios ligeramente inflamados por la excitación y estaban completamente cubiertos de sus fluidos.

Metiendo mi cabeza entre las piernas, pasé de largo la vulva y le lamí el muslo derecho, subiendo luego hacia la vulva. Pero cuando estaba a punto de llegar a ésta, salté al otro muslo.

-Por favooor… por favooorrr- gemía agarrándome la cabeza para dirigirme hacia su clítoris, pero no me dejé. Mientras ella me halaba hacia arriba, salté por completo el clítoris y volví a juguetear con la tersa piel del pubis.

-Oooooohhhh- volvió a protestar -me vas a volver locaaa-

-Exactamente- respondí deslizando la punta de mi lengua a todo largo del labio derecho de su vulva hasta llegar a su ano y volver a subir por el otro. Acercándome a lo que ella quería, pero por el camino más retorcido que podía.

Maggie, por el contrario, iba directo a lo suyo aunque despacio. Ya tenía medio güevo en la boca y aunque de vez en cuando le llegaba al fondo de la boca, se había acomodado para mover su lengua por todas partes. De vez en cuando se lo sacaba completamente de la boca y sólo lo acariciaba con la lengua. Con las manos me acariciaba las bolas y toda la zona de alrededor, incluyendo algunas excursiones por entre mis nalgas.

Yo también puse mis manos a trabajar para ayudarme a darle más placer a Jenny. Así pues, por ejemplo, usé mis dedos para abrirle un poco la vulva y así poder meter mi lengua un poco más adentro.

Ella seguía gimiendo y pidiéndome cosas:

-Siiii… ahiii… otra veeez… queee ricooo-

Pero yo seguía en mi lento ritmo, pero sintiendo la gran excitación de Jenny, decidí acelerar un poco. Así pues, por primera vez tomé contacto con su clítoris con una lenguatada que empezó desde el ano, pasando por toda la vulva hasta llegar al clítoris.

-AAAAHHHH…. ssiiiii- fue su respuesta inmediata, junto con un estremecimiento general del cuerpo.

Visto el éxito obtenido… no repetí el movimiento, para frustración de Jenny, pero no por mucho, porque despacio comencé a meterle dos dedos por la vagina, que estaba muy bien lubricada y que, a pesar de eso, se sentía muy apretada.

-SIII….queee ricooo siii- seguía gimiendo y agitándose.

Volví a lamer su clítoris con la punta de la lengua, haciéndole un recorrido alrededor y Jenny se tensó tanto que pensé que iba a acabar inmediatamente, por lo que me retiré un poco y esperé que bajara. Todavía no mi querida Jenny - pensé.

Mientras esperaba, volví a prestar atención a lo que hacía Maggie allá abajo. Ahora mi güevo lo llevaba hasta el fondo de su garganta. Su lengua se enrollaba alrededor y me lo acariciaba deliciosamente. Si me descuidaba Maggie haría acabar en cualquier momento. Había perdido la localización de una de sus manos y sospechaba que estaba entre sus piernas, ayudándola a aliviar un poco sus propios deseos.

Pero entonces sentí cómo aspiraba fuertemente, cogiendo aire, y bajaba la cabeza contra mi güevo. La cabeza de éste se apoyó contra el fondo de su garganta y luego ¡pasó de largo, se lo había tragado todo! Yo no soy ningún prodigio en lo que respecta a largo y grosor, pero son muy pocas las mujeres que me se lo han podido tragar completo. Es decir, metérselo  por la garganta hasta que su nariz le llegaba a mi pubis.

La sensación era increíble y por un momento me olvidé de Jenny, pero esta se estremeció otra vez y supe que ya estaba lista para comenzar una nueva sesión. Así pues, posé mis labios en su clítoris y chupé con fuerza, metiéndomelo en la boca y permitiéndome apretarlo con los labios y acariciarlo con la lengua. Una reproducción en miniatura de lo que Maggie me hacía a mi.

-OOOOHHHHH… AAAAAHHHH…. SIIIII… no pares, no pares- seguía gimiendo Jenny cada vez duro.

Finalmente el cuerpo se le puso rígido y me di cuenta que se me había pasado la mano y ya no podría detener el orgasmo, así pues, si no podía pararlo, sí que podía empujarlo más arriba.

Mis dedos, que no habían salido de su vagina, se doblaron hacia arriba presionando rítmicamente sobre su punto G con fuerza. Al mismo tiempo volví a chuparle el clítoris con los labios y la lengua, mientras mi otra mano le acariciaba su ano, presionando un poco sin penetrarla, pero aumentando su excitación.

-AAAAHHHHH…SIIII… OOOOOHHHH… AAAAHHH- gemía incontroladamente, mientras su cuerpo se retorcía de placer.

Finalmente explotó. Sus caderas empujaron contra mi cara, levantándose del suelo y haciendo un puente por unos segundos y después cayó casi sin sentido, mientras gemía y gemía con voz ahogada.

Sus músculos vaginales apretaban mis dedos una y otra vez, al ritmo de los espasmos del poderoso orgasmo que la recorría. Yo no quité mi boca de su clítoris, ni saqué los dedos de su vientre, pero tampoco los moví más, sabiendo que en este momento sería más bien demasiado.

Sólo cuando ya no hubo más estremecimientos, me incorporé y la miré. Estaba con los ojos cerrados, su hermoso pelo estaba por todos lados y respiraba fuertemente, así que la dejé descansar, volviéndome hacia Maggie.

Esta se había sacado el güevo de la garganta, para ver a Jenny acabar, pero seguía lamiéndome despacio. Cuando vio que yo la estaba mirando otra vez, comenzó a bajar la cabeza de nuevo sin despegar sus ojos de los míos. Claramente sentí como el güevo primero presionaba en el fondo de la garganta para pasar luego a su esófago. Sus músculos de me lo apretaban fuertemente, produciendo una muy agradable sensación.

Con mi güevo en su garganta, nuestras miradas seguían fijas en nuestros ojos, pero al cabo de unos segundos, ya no pudo seguir manteniendo la respiración y se lo sacó.

-Muy agradable- debo decir -y muy impresionante-

-Gracias- dijo sin aliento -y permíteme felicitarte también. Muy pocos hombres aguantan este tratamiento sin acabar en mi boca-

-¿Quieres que lo haga? Me estaba guardando para otra cosa- respondí.

-Me encantaría sentir tu semen bajando por mi garganta, pero ya que lo mencionas… hay otra cosa que me gustaría más-

Me incliné a tocarla entre las piernas, pero alejándose me dijo:

-Ya no estoy para eso. Lo que quiero es ese hermoso güevo tuyo revolviendo mis entrañas-

-Pues no tenemos porqué esperar entonces- le dije -¿quieres sentarte en el sofá?-

Maggie se quitó los pantalones y las pantaletas de encaje. A diferencia de Jenny, tenía un tradicional triángulo de vellos muy negros, en contraste con sus rubios cabellos. Luego se quitó el sostén. La blusa se la había quitado en algún momento anterior. Luego procedió a sentarse en el borde del sofá, recostándose hacia atrás el cuerpo y abriendo las piernas.

Yo traté nuevamente de comerle un poco la vulva antes de metérselo, pero ella se negó:

-Nada de preámbulos- repitió -te quiero muy adentro ¡ya!-

No me hice esperar, la tomé por las piernas y se las levanté hasta que las rodillas le llegaban al pecho. Entonces traté de metérselo, pero mis manos estaban ocupadas sujetándole las piernas y no podía apuntar bien.

Ella se dio cuenta e inmediatamente tomó las cosas por su cuenta, lo que significaba agarrarme el güevo y apuntarlo ella misma a su vulva.

-Listo, ahora empuja hasta el fondo. ¡Sin misericordia!- me dijo con una sonrisa retorcida.

Y eso fue lo que hice, pero no empujé completamente hasta el fondo, porque no estaba seguro de lo que el ¡sin misericordia! significaba para ella.

Efectivamente, cuando llebaba 3/4 de güevo, un gesto de su cara me hizo detenerme.

-Espera, espera- dijo.

Y esos hice. Me detuve y sacándolo un poco lo moví en redondo, revolviéndole la tripa como me había pedido., pero también acariciándole el punto G.

-MMMMMM- gimió -¡qué ricooo!-

Volví a meterlo un poco y a sacarlo, pero inmediatamente me dijo:

-Ya pasó. Fue como un calambre… es que hace mucho no tengo algo de ese tamaño dentro… pero vamos, ya puedes seguir-

Lo volví a meter y a meter hasta que mi pubis chocó con el suyo. Entonces comencé a cogérmela con todo lo que tenía. Desde que habíamos bailado ayer me había estado buscando guerra y ahora era el momento de recibirla.

Con fuerza se lo metía y se lo sacaba y con más fuerza se lo retorcía, girando mis caderas haciendo que la base del güevo se restriegue contra su clítoris.

A diferencia de Jenny, ella solo gemía cada vez que se lo metía hasta el fondo y no porque no estuviese excitada, sino que era su estilo.

-Huuummm… hummm… hummm- gemía cuando el güevo le llegaba al fondo y mis bolas chocaban con su culo.

Entonces sentí cómo Jenny se recostaba a su lado en el sofá, mirando admirada como mi güevo entraba y salí del vientre de su madre. De vez en cuando miraba mi cara o la de su mamá, pero luego volvía la mirada a nuestros vientres donde nuestros cuerpos se hacían uno.

Cuando Maggie comenzó a gemir más duro y a perder el control de su cuerpo, me fue claro que su orgasmo era inminente. Yo estaba listo también para acabar, pero entonces sentí la mano temblorosa de Jenny en mis hombros y me di cuenta que tenía que aguantar un poco más.

-SIIIIIII- gritó Maggie cuando el primer estremecimiento de su orgasmo recorrió su cuerpo. Yo dejé mi güevo en el fondo de su vientre y sentí como empezaba a temblar, mientras ola tras olas de placer hacían que los músculos de su vagina me exprimieran con gran fuerza.

Cuando sentí que Maggie terminaba de acabar, se lo saqué, levantándome. Muy a tiempo, porque yo no solo estaba a punto de acabar, sino que las piernas no me sostenían más.

Jenny se me quedó mirando con cara de sorpresa… y esperanza, mirando mi güevo palpitando a pocos centímetros de su cara.

-¿Puedo…?- dijo haciendo un gesto de agarrármelo.

-No- le respondí y puso cara de sorpresa, pero luego añadí: -acuéstate-

-¿Donde?-

-En el suelo-

Como hipnotizada se acostó boca arriba, puso su ropa como almohada y abrió las piernas.

-No voy a durar mucho- le dije -así que esto será sólo un adelanto-

-Será un adelanto, pero quizás sea eso todo lo que necesito, estoy tan excitada de verlos a ustedes… estoy casi que ya acabo- dijo con voz temblorosa -pero en cualquier caso, métemelo con cuidado, es muy grande-

-No te preocupes, te trataré como una princesa-

-Ni tanto… trátame… como una mujer que se muere por sentir un hombre dentro ¡ya!-

Me arrodillé entre sus piernas e inclinándome un poco, me apoyé con una mano, mientras que con la otra dirigía mi güevo hacia su vulva, que todavía estaba mojada y enrojecida de mi tratamiento anterior. Coloqué la punta en la entrada de su vagina y presioné un poco, Jenny cerró los ojos y esperó la entrada… pero no se lo metí, sino que lo deslicé hacia arriba, sobre su clítoris.

-Oooohhhh noooo méteeemeloooo yaaa, por favoooor- gimió.

Pero seguí sin seguir sus instrucciones y moví la cabeza del güevo sobre su clítoris, acariciándoselo.

-Aaaahhhh…uhhhmmmmm…-

Pero eso también era mucho para mí, estaba muy sensible y muy cerca de acabar, así que terminé los juegos y volví a ponérselo en la entrada y… empujé.

-Mmmmm- gimió Jenny cuando la gorda cabeza entró en su estrecho canal estirándola.

Yo sentía como ella se iba abriendo poco a poco, sus músculos internos cediendo ante la intrusión y cuando llevaba sólo unos 5 centímetros paré a ver cómo se sentía. Ella tenía los ojos cerrados y la frente fruncida.

-Ooooohhhh…. - volvió a venir -esperaa un pocooo, es muuuy graaande-

Retrocedí pero no lo saqué completo y luego lo volví a meter. Esta vez la sentí mas relajada y empujé un poco más adentro. Esperé unos segundos, retrocedí y… se me salió.

-NOOOOO- gritó Jenny al sentirse de pronto vacía.

Volví a empujar hacia adelante y menos mal que estaba en el ángulo correcto y así que entró de inmediato y lo empujé casi hasta el fondo.

-AAAAHHHH…. SIIIII-

Me detuve poco antes de metérselo todo y comencé a girar las caderas, revolviéndolo dentro de Jenny.

-SIIIII… ASIII… METEMELOOO DUROOO… AAAHHH… SIIII-

Un corto retroceso y se lo metí hasta el fondo. Igual que la mamá, Jenny se lo tragó todo sin problemas. Bueno, un camino mucho más estrecho, pero ¡suficientemente profundo!

Pero ya me estaba quedando sin tiempo. Mis propias necesidades empezaban a ser más y más urgentes y no sabía cuánto tiempo más iba a poder aguantar el orgasmo. Así que empecé a bombear a Jenny sin clemencia. Mi pubis chocando contra el suyo y mis bolas contra su culo.

-SIIIII…. DAMEEE DUROOO… SSSSIIIII…. MAASSS DUROOO- pedía.

Una última embestida y empujando con toda mis fuerzas exploté y un primer chorro de semen se vertió en el fondo de la vagina de Jenny. Y luego un segundo y un tercero, mientras seguía presionando con todo el peso de mi cuerpo.

Y entonces sentí como ella empujaba con su cadera contra mi y poniéndose rígida explotó también. Mientras que otros chorros de semen seguían entrando en su vientre, parecía que yo no tenía fin.

Mientras, Jenny temblaba y se estremecía bajo su propio orgasmo. Lejanamente me parecía sentir como su vagina comprimía aún más mi verga, como tratando de extraer más semen.

Esperé a recuperar la respiración y luego, dándole un largo beso en la boca a Jenny, me levanté. Esta se encogió en posición fetal y continuó con los ojos cerrados, respirando pesadamente.

Miré a donde estaba Maggie y vi que estaba dormida en el sofá, sentada y con las piernas abiertas, en el mismo sitio en que la deje, pero con los pies en el suelo.

Entonces decidí que tenía que arreglar la “cama”. Saqué los sacos de dormir que habían sacado antes las chicas y abriendo dos los extendí encima de la alfombra.

Luego cargué a Jenny y la coloqué en un lado y luego cargué a Maggie e hice lo mismo. Finalmente tomé el tercer saco de dormir y las arropé. Ambas sintieron la tela cubriéndolas y tomándolas con las manos se arroparon.

Luego fui al baño a limpiarme. Pensé en que debería limpiar a Jenny, pero ésta parecía estar ya dormida, así que lo dejé así. Ya mañana veríamos.

Después me puse la chaqueta, los pantalones y los zapatos y metí dos baldes de nieve, poniéndolos en el baño para que se fuesen derritiendo para después. A continuación puse dos troncos dentro del fuego, asegurándome así que tendríamos calor por toda la noche.

Finalmente me desnudé de nuevo y con cuidado me metí entre las dos chicas, quedándome dormido inmediatamente.