La boda de Héctor - Capítulo 1
Mi hijo se casaba en USA, en un pueblito del norte donde las costumbres de las mujeres son muy liberales. Durante la fiesta de compromiso tuve oportunidad de darme cuenta.
Había llegado la noche anterior a Boston, muy cansado. Después de que mi hijo me recogió en el aeropuerto, había dormido toda la noche y media mañana. Era el día del compromiso de mi hijo con una chica de aquí y había venido para la ocasión. Él había venido al aeropuerto solo, porque yo llegaba muy tarde y nos fuimos a su apartamento, donde normalmente vivía con su novia, pero por motivo de la celebración ella se había mudado a la casa de sus padres por unos días, por lo que teníamos el apartamento para nosotros dos. Bueno, para mí solo, porque él se había ido temprano a trabajar. Era miércoles y no era cosa de andar perdiendo días de vacaciones, ya las necesitaría para el viaje de bodas.
Me levanté del sofá donde había dormido y exploré un poco la casa. Luego me puse mis zapatos de correr y bajé a la calle, sólo para devolverme desde la entrada del edificio ¡estaba nevando! ¿Cómo no me había dado cuenta? Vivir en el trópico hace que se te olviden esas pequeñas cosas.
Así que subí de nuevo al apartamento y me preparé el desayuno. Había pocas cosas en la nevera, pero lo suficiente para hacerme unos huevos con jamón y un pan tostado.
Luego agarré mi iPad y me puse a leer las noticias, esperando que fuera la tarde para irnos a la fiesta. La verdad es que yo no entiendo muy bien cómo funciona esto. Lilly y Héctor, mi hijo, llevan dos años de novios, de los cuales el último uno y medio han vivido juntos en este apartamento y ahora es que se van a comprometer ¿es que lo de antes no era compromiso? Héctor trató de explicarme que la entrega del anillo era una ceremonia tradicional y que todas las chicas soñaban con eso, etc, etc, pero ¿hacer una reunión de 50 personas en la casa de los padres para eso? En fin, ellos sabrán.
En cualquier caso, yo me merecía unas vacaciones y esta era una buena excusa. Desde hacía años no viajaba. Y eso que me había divorciado de Mariela, la mamá de Héctor, hacía 5 años, poco después de que él se vino a USA a estudiar. Una vez que nos encontramos solos, nos dimos cuenta de que ya no teníamos nada en común y sin peleas ni nada, nos divorciamos amigablemente y cada quien cogió por su lado. Yo simplemente seguí trabajando y ahora aprovecharía para pasar unos días aquí, disfrutar de mi hijo y de mi futura nuera y después vería a dónde me iba.
Al las 5 pm llegó Héctor y después de bañarse, se vistió con un elegante traje oscuro. Yo me había puesto algo más alegre, un traje beige con una corbata marrón.
Uno junto al otro nos miramos frente al espejo y sonreímos. La verdad es que éramos parecidos. El era más alto que yo y más delgado, pero yo me mantenía en forma, aunque debía pesar unos 10 kilos más. Sus pelos eran más claros, tirando a castaño, herencia de su madre rubia. Los míos eran originalmente negros, pero ya había demasiadas canas y el tono era más bien gris. Mis ojos eran verdes y los de él eran marrones. Pero nuestras narices y bocas eran muy parecidas y en general era muy obvio que éramos padre e hijo.
Satisfechos con la inspección, tomamos un taxi para la casa de los Brown, la familia de Lilly. Héctor tiene carro, pero íbamos a tomar alcohol y era preferible evitar tener que manejar, por lo que era preferible el taxi. Así evitábamos cualquier problema.
Llegamos cerca de las 7 pm y Lllly nos recibió en la entrada. Tenía un delicioso vestido blanco, con los hombros descubiertos y sujeto por dos delgadas tiritas. No parecía tener unos senos muy grandes y el escote era moderado. Luego que le pude ver la espalda, el vestido dejaba ver un montón de piel, pero no se veía vulgar, más bien era un típico vestido de fiesta y probablemente había costado un montón de dólares. Bajaba pegado a su cuerpo y al llegar a las caderas se abría en una amplia falda que bajaba hasta sus rodillas. Los zapatos eran también blancos. No era un “vestido de novia” pero el color y la elegancia dejaban claro que ella era la novia, o mejor dicho, la prometida.
Tenía un hermoso maquillaje y los labios pintados de un rojo muy intenso y por eso no besó a Héctor en los labios, sino que lo abrazó fuerte, diciéndole algo al oído que hizo que éste se sonrojara.
Luego me abrazó a mi diciéndome:
-Bienvenido... papá, ¿Puedo decirte así, no?-
-Por supuesto... hija- respondí.
-Jajaja- reímos todos y entramos a la casa.
Allí comenzaron las presentaciones.
-Encantado en conocerlo, Dr. Schmied- dijo el papá de Lily, estrechándome la mano con fuerza.
-!Oh no, por favor, llámeme Greg!- le contesté.
-Claro, claro. Y tú puedes llamarme Mike-
-Encantado de conocerte, Mike-
Entonces se volteó hacia su esposa y dijo: -Greg, ésta es mi esposa Maggie, la mamá de Lilly. Maggie, éste es Gregg-
-Encantada- respondió Maggie dándome la mano. Ella era rubia, igual que Lilly y se conservaba muy bien. Estimaba que pudiese estar alrededor de los 44 - 45. El cuerpo delgado, como Lilly, pero a diferencia de ésta, unos grandes senos adornaban su pecho. Tenía un vestido oscuro con un gran escote, que le permitía mostrar sus atributos.
-Si me permite la pregunta, Dr. Schmied...-
-Gregg, por favor-
-Oh, claro, Gregg. Decía que si me permites preguntarte por la Sra. Schmied-
-Mamá, por favor- protestó Lilly.
-No hay problema, Lilly- le dije a ésta sonriendo. Luego me dirigí hacia Maggi y le dije:
-Simplemente no hay actualmente una Sra. Schmied. La madre de Héctor y yo nos separamos hace unos años. En muy buenas relaciones, debo decir. Desde entonces me he dedicado a disfrutar de mi renovada soltería. En cualquier caso, ella debe venir para la boda, por lo menos eso me dijo-
-Ah, muy bien- dijo Maggie.
¿Era mi idea o realmente se le dibujó una sonrisa pícara en la boca cuando le dije que estaba soltero?
Luego me presentaron a Jenny, la hermana del medio, de 20 años. Al igual que la mamá, tenía un traje oscuro. No tan escotado, pero más pegado al cuerpo y bastante corto, lo que permitía apreciar unas bellas piernas.
Finalmente le tocó el turno a Samantha, Sammy, la hija menor, que creo que tiene solo 18 años, pero bella e igualmente sexy, como las otras hermanas. Aunque todavía tiene la fresa mirada de la juventud. No es que las otras no sean jóvenes, pero digamos que Sammy se veía más... adolescente.
Terminadas las presentaciones, pasamos al salón, donde nos esperaban tíos, tías, primas, amigos, etc. y me fueron presentando poco a poco. Al cabo de pocos minutos ya había perdido la cuenta de nombres y relaciones.
Pocos momentos después, vino la ceremonia del compromiso formal. La petición de mano, la entrega del anillo, los discursos y los brindis. ¡Hasta yo tuve que decir unas palabras!
Entonces comenzó la música. Por lo que me había contado Héctor, habría un corto baile, unas tres o cuatro piezas mientras preparaban la mesa para cena. Luego vendría la cena y al final, más baile hasta la madrugada. Al día siguiente nos iríamos todos a la casa que tenían en las montañas a esquiar y hacer cross-country hasta el domingo.
Héctor y Lilly bailaron solos la primera pieza. Muy tiernos, se abrazaron y giraron por todo el salón, mientras todos los aplaudíamos. Al final, cuando terminó la canción, se besaron sensualmente en el centro, arrancando más aplausos del público... y muchos silbidos y palabras de doble sentido.
Luego se separaron y Lilly vino directamente hacia mi, mientras Héctor iba a sacar a la mamá de Lilly.
-Me concedes este baile, papá?-
-Por supuesto, hija-
Así pues, Lilly me condujo al centro de la sala bajo la mirada de todos los invitados. Entonces, para mi sorpresa, me abrazó pasando su brazo bien atrás de mi espalda y, apretando su cuerpo contra el mío, pegó su mejilla a la mía y empezamos a bailar.
Yo estaba casi paralizado por los nervios. No esperaba bailar así de pegado con la que, en corto tiempo sería mi nuera. Sentía sus pequeños pero duras tetas firmemente pegadas a mi pecho. Su cuerpo delgado y firme contra el mío. ¡Y hasta podía sentir su pubis deslizando contra mi cadera al ritmo de la música!
Los primeros momentos me costó mucho seguir el ritmo de la música y constantemente tropezaba con ella, lo que me puso aún más nervioso, pero entonces mi largo práctica en bailes de todo tipo de mi adolescencia tomó las riendas de mi cuerpo y empecé a moverme correctamente. Siempre fui un excelente bailarín y a las chicas les encantaba bailar conmigo, sólo que la extraña música y el estrecho abrazo de Lilly me había confundido. Pero a partir de ese momento dejé de preocuparme del cuerpo de Lilly y más en la música y en bailar con la mayor gracia posible. Lilly, que al principio parecía estar sufriendo con mis erráticos movimientos, pronto notó el cambio y empezó a disfrutar con mi redescubierta habilidad.
La canción era un poco larga y aunque ahora estaba disfrutándola, el continuo roce del cuerpo de Lilly contra el mío, empezó a causarme una nueva preocupación: me estaba excitando. Lo último que necesitaba ahora era que mi futura nuera sintiera mi miembro endureciendo contra su vientre. No era mi culpa, ni podía evitar que sus caderas deslizaran constantemente contra mi, mandando la acostumbrada señal a mis hormonas. Afortunadamente la música terminó antes de que tuviese más que una mediana reacción entre las piernas.
Entonces, Lilly me dio otra sorpresa, al darme un ligero beso en los labios mientras me daba las gracias, dirigiéndose a sacar a bailar a su papá. Yo me quedé atontado en la pista, viendo hacia donde escapar, cuando su mamá, Maggie se presentó ante mi:
-Hola, ahora es mi turno- dijo abrazándome para la siguiente pieza.
Y entonces se repitió lo mismo que con Lilly. Maggie se pegó a mi cuerpo tanto o más como lo había hecho aquella. Sus mucho más grandes tetas se aplastaron contra mi pecho, su vientre se pegó contra mis caderas y, siendo un poco más baja que yo, su cabeza la apoyó contra mi mandíbula, mientras me apretaba con fuerza.
Esta vez, sin embargo, ya no me agarró tanto por sorpresa y pude comenzar a bailar bien desde el comienzo. Ella se sintió inmediatamente cómoda con mis movimientos, dejándose conducir por la sala con facilidad.
Por supuesto, el roce de las caderas contra mi entrepierna fue similar a las de la hija y la reacción de mi miembro no se hizo esperar, sólo que ahora no me preocupaba tanto. Bailaba con una mujer adulta que seguramente sabía lo que pasaría si nuestros cuerpos seguían frotándose de esa forma. Y como era de esperar, pronto mi miembro empezó a empujar duro contra su vientre.
Interesantemente pronto pude notar que no sólo era yo el que estaba reaccionando. Sus senos pronto mostraron que ella también se estaba excitando y dos puntos de presión, sus pezones, se marcaron contra mi pecho. Así pues, ambos estábamos disfrutando nuestra íntima danza, cuando lamentablemente terminó la canción.
El siguiente baile fue un poco anticlimático porque me tocó bailar con una tía gorda, de cuyo nombre no puedo acordarme. Y la tía gorda se comportó exactamente igual que mi nuera y mi consuegra y se pegó a mí con sus enormes tetas, pero su barriga era muy grande y nuestras caderas no se tocaban por una simple razón de geometría. Bailaba bien la tía, pero después de las emociones anteriores, este baile me sirvió para bajar un poco la presión y concentrarme en la música.
Cuando terminó este ultimo baile, se interrumpió la música y nos llamaron a la mesa. Aproveché el movimiento y me acerqué a Héctor.
-Hola hijo-
-Hola papá, ¿cómo la estás pasando?-
-Muy bien, hijo gracias, pero una pregunta… ¿todas las mujeres de aquí bailan así?-
-¿Así como?-
-Tan… pegado-
-!Ah¡ Jajaja. Se me había olvidado advertirte. Las mujeres de esta zona son famosas porque son muy liberales sexualmente. Son tan o más libres que los hombres. Les encanta bailar pegado, decirle cosas a los hombres, besarlos y acostarse con quien les guste. Lo más probable es que esta noche te hagan algunas propuestas…-
-Ahhh, eso explica algunas cosas. ¿Y políticamente ¿qué debo hacer? Es tu fiesta de compromiso-
-Ah, no te preocupes. Mientras seas discreto, nadie va a decir nada. Quizás lo mejor es que dejes que ellas tomen la iniciativa. Digo, si no tienes inconveniente-
-¿Y qué opinan los hombres, lo maridos?-
-Son muy liberales también. No es extraño que una pareja se encuentre en un restaurant… cada uno con el amante del otro, jajaja-
-Ok, gracias por avisar-
Nos sentamos en la mesa principal. A mi lado derecho estaba Maggie y a mi lado izquierdo Jenny, la hermana de Lilly. Yo alternaba la conversación con una y la otra y era evidente que ambas se peleaban por mantener mi atención. Y además, recurrían a todos los trucos femeninos para eso, tal como me había dicho Héctor. Las dos me agarraban la mano o el brazo con cualquier excusa. Ambas me sonreían seductoramente y reían con mis palabras como si les contara las cosas mas divertidas del mundo. Yo hacía lo posible por mantener un equilibrio entre ls dos y eso, creo yo, hacía que compitieran más por mi atención.
Comimos varios platos, de entrada una especie de ensalada con cangrejo. Luego, de plato principal una excelente carne a la plancha con papas y verduras y de postre una torta de queso con mermelada de fresas por encima. Yo procuré comer y beber poco, porque sabía que la noche era larga y no quería sentirme pesado.
Finalmente volvió a sonar la música bailable e inmediatamente Jenny me pidió que la acompañara a la pista. Lamentablemente era una música moderna, de las que se bailan separados y no tuve la posibilidad de que Jenny hiciera sus “avances”. Cada uno se movió al ritmo de la música por su cuenta, aunque ella no dejaba de echarme miradas sensuales, insinuadoras, mientras se movía.
La siguiente canción también fue así y aunque yo pensé que nos iríamos a sentar, ella me pidió que me quedara, a lo que por supuesto accedí.
Después vino, para mi sorpresa, vino una canción de ritmo latino: un mambo. Yo hacía años que no bailaba eso y enseguida agarré a Jenny por la cintura y sin dejarla que se abrazara, empecé a moverme al ritmo de la canción, sujetándola lo suficientemente separada de mi como para poder girar y hacer los movimientos alegres de este tipo de música. Ella respondió encantada y al final teníamos una rueda a nuestro alrededor viéndonos bailar. Cuando terminó la canción, todos nos aplaudieron y enseguida Maggie y Olga, su hermana menor, se me acercaron para pedirme ser mi siguiente pareja. Jenny se despidió de mi pegándose un poco de mi y dándome también un ligero beso en los labios.
-Ya tú bailaste con él- le dijo Olga a Maggie. Esta suspiró exageradamente y cedió sus “derechos”, pero exigiendo que ella fuese la siguiente.
-Muy bien- dijo Olga -te lo devuelvo cuando termine con él-
-Oh no. No cuando “termines” con él- le respondió Maggie -¡cuando termines el baile!-
-Jajaja- rieron las dos, aunque yo no estaba muy seguro de cuál sería el chiste.
La música había empezado y era también una canción ligera que bailamos en la manera tradicional, lo que nos permitió conversar un poco, a pesar del nivel de la música, acercando los labios a las respectivas orejas. Pero cuando esta pieza terminó, volvió sonar una canción lentas y Olga procedió a abrazarme como lo habían hecho las mis primeras parejas de baile hoy: su cuerpo pegado al mío, sus pechos apretados contra el mío y su vientre frotándose contra el mío. Ella era un poco más alta que su hermana, casi de mi tamaño, y tenía los pechos más pequeños, y los sentía más duros contra mí. Obviamente, el baile trajo inmediatamente las mismas consecuencias de antes: a los pocos momentos, mi miembro endurecido se hizo presente entre los dos, lo que hizo que Olga redoblara el roce de sus caderas contra él.
Apenas terminó la música, ya Maggie estaba parada a nuestro lado.
-Te lo presté por dos canciones. Ahora me lo devuelves, como acordamos-
Olga tenía la cara un poco roja, era obvio que estaba excitada y que se debía al baile y no quería dejarme ir. Tanto que seguía apoyando su cadera contra mi miembro, mientras oía a Maggie protestar. Finalmente me acarició la mejilla y guiñándome un ojo me dijo:
-No he terminado contigo, querido- y se alejó, no sin antes agarrarme una nalga. ¡Nunca antes una mujer me había agarrado una nalga después de un baile! Me quedé tieso, sin saber que hacer.
No sé si Maggie, se dio cuenta, pero la música ya había empezado, así que me abrazó para la siguiente canción y sintiendo mi miembro ya duro, me sonrió pícaramente y recostó su vientre contra él, para luego presionar sus tetas contra mi pecho. El calor había hecho que la mayoría de los hombres nos quitáramos las chaquetas durante la cena, por lo que ahora podía sentir más claramente sus pezones presionándome.
-Te vi que estuviste conversando con la bicha de mi hermana. Espero que no te haya dicho nada inconveniente-
-Oh no. Sólo hablamos de cosas generales. No me dijo nada extraño-
-Que raro. Ellas es una… no, mejor no te digo nada… pero no puede ver un hombre buenmozo porque enseguida se quiere acostar con él-
-¿Tú opinas que ella se quiere acostar conmigo?- le pregunté acercando mi boca su tanto a su oído, que mis labios lo rozaron cuando hablé. El estremecimiento del cuerpo de Maggie me indicó que sí le había gustado.
-Mmmm- gimió y sus caderas se restregaron contra mi aún más, antes de acercar su boca a mi oreja para decirme:
-No oí bien lo que dijiste. ¿Puedes repetirla?- susurró. No estábamos agarrados de la manera tradicional, mi mano derecha en su espalda y la izquierda en su mano derecha, sino que ella me abrazaba por la cintura y yo a la altura de su cuello. Cuando me habló, sentí que sus manos habían bajado desde mi cintura y estaban muy cerca de mi trasero.
Volví a acercar mis labios a su oído y le dí un ligero mordisco en su oreja para luego susurrarle: -Te pregunté si tú creías que ella… o alguien más estaba buscando acostarse conmigo-
Esta vez no sólo se estremeció, sino que me agarró descaradamente el trasero respondiendo. Luego acercó su boca a mi cuello y me deslizó la lengua sensualmente hasta llegar a mi oreja:
-La mitad de las mujeres en esta fiesta quieren acostarse contigo- respondió.
-¿Y en cual mitad estás tú?- le dije volviendo a mordisqueando el lóbulo de su oreja al terminar la pregunta.
-Esa pregunta no se le hace a una dama, querido- respondió, apretándose mas contra mí, mientras sus caderas giraban contra mi miembro, respondiendo la pregunta con sus gestos.
No volvimos a hablar, concentrados en acariciarnos mutuamente, aunque ella retiró la mano de mi culo y yo evité seguir besándole la oreja, pero sin dejar de restregar mi güevo contra su pubis.
La canción terminó y nos quedamos esperando la siguiente cuando Lilly se acercó y apartó a su madre diciéndole:
-¿Me prestas a mi suegro? Todas se lo disputan y yo no he podido casi bailar con él-
-Claro hija- dijo Maggie, apartándose de mi despacio y haciéndome un mohín de tristeza.
Entonces Lilly me abrazó duro, como la primera vez y empezamos a bailar. Por un instante tuve un momento de pánico, porque esta vez no podría disimular la tremenda erección que tenía, pero no podía hacer nada. En lo que ella pegó su vientre contra mí, me sintió. Entonces una sonrisa se dibujó en su rostro, mientras se inclinaba para atrás para mirarme a la cara, sin dejar de seguir presionando su vientre contra mi güevo.
-Pero que agradable sorpresa- dijo.
-¿Sorpresa, porqué?- dije disimulando.
-Por esto que me encontré aquí- dijo restregándose contra mi.
-Oh, perdóname...- empecé a decir, cuando me interrumpió.
-No, no. No tengo que perdonarte nada. Me encanta sentirte así... tan vivo…- dijo.
Yo me quedé mudo, mientras ella me miraba sonriendo mientras seguíamos bailando muy pegados. Ella había vuelto a abrazarme y sus tetas, incluyendo ahora unos muy duros pezones, se apretaban contra mi pecho, así como su vientre contra mi güevo.
-A ver, supongo que Héctor te habrá dicho que las mujeres de esta ciudad somos muy liberales, algunos dirán que hasta agresivas, en materia de sexo. Esta noche, cuando tu y yo bailamos juntos la primera vez, lo hice como acostumbramos a hacer las mujeres cuando un hombre les gusta ¡Y tú eres casi tan bello como mi Héctor!-
-Gracias, pero...- balbuceé en su oído, demasiado cerca, pensé.
-Jajaja. Nada de peros. Eres todo un bombón y tienes locas a todas las mujeres de la fiesta ¡Empezando por mamá! Jajaja-
-Si. Ella me dijo algo, pero que sólo era la mitad-
-Nada que ver. Hasta tía Irene, la tía gorda que bailó antes contigo quiere acostarse contigo. Pero lo que te quería decir es que la primera vez que bailamos tu y yo, al principio lo hicías muy mal-
-Si, perdóname- respondí volviendo a rozar con mis labios su oreja.
-Mmmm. Rico- dijo estremeciéndose y después continuó diciéndome -pero después se te pasaron los nervios y empezaste a bailar como un dios. Aquí nadie baila tan bien como tú. Es más, nunca había bailado con un hombre que lo hiciera tan bien. Ni siquiera Héctor-
-Traté de enseñarle, pero nunca quiso aprender, jajaja- respondí orgulloso.
-Jaja- se rió y después dijo -y puedes volver a hacerme eso de antes en la oreja. Me encantó-
-Yo no pretendía…-
-Espera. Vamos a aclarar algo. A diferencia de todas las otras mujeres de la fiesta, yo no quiero acostarme contigo. Por lo menos no todavía, jajaja- dijo riendo- Por ahora tengo a mi Héctor y estoy bien así. Eso no significa que no me gusta sentirte duro contra mi cuerpo o que me acaricies la oreja o darte un beso en los labios- continuó Lilly para luego separarse un poco y darme un beso en la boca rápidamente.
-No se… ¿a Héctor no le importa?- le pregunté dudoso.
-Héctor tiene suficiente tiempo conmigo para saber que soy de él, pero que me gustan ciertas cosas y así lo aceptó cuando nos juntamos-
-Entiendo, pero yo todavía no me siento cómodo. Eres de él y no debo meterme-
-Créeme que no lo haces. Pero todavía no te he terminado de contar. El caso es que bailabas delicioso, pero faltaba un ingrediente-
-¿Un ingrediente?- pregunté. Estábamos tan juntos que aún sin quererlo, la volví a rozar la oreja con los labios.
Ella volvió a estremecerse al sentir mis labios, pero no dijo nada y siguió con la explicación.
-El ingrediente faltante es este- dijo apretando duro su pubis contra mi güevo y moviéndose un poco de lado a lado, acariciándolo -cuando bailamos la primera vez no reaccionaste a mi cuerpo y a las caricias que te hacía con toda la mala intención del mundo. Pensé entonces que, como muchos hombres de tu edad, ya habías perdido tu potencia, que seguramente necesitaba Viagra o que simplemente ya no te interesaba el sexo-
-¡Y yo, que lo que hacía era justamente evitar que me fueras a sentir- le dije riendo.
-Pues lo hiciste muy bien, porque no sentí nada. Entonces terminó el baile y pasaste a manos de mi mamá- siguió Lily.
-Ahí ya no pude aguantar más y bailando con ella… bueno, bailando con ella empecé a…-
-Lo puedes decir sin pena, papá. Quieres decir que bailando con ella se te puso dura por fin ¿no?-
-Exacto- respondí un poco avergonzado de hablar tan francamente con ella.
-Ella me lo dijo después. Que tenías un miembro gigante-
-¿Qué te dijo?- pregunté sorprendido al tiempo que me sentía alagado.
-Eso. Que lo tenías muy grande. Yo me extrañé, porque como te dije yo no había sentido nada, pero decidí que luego volvería a probar-
-Ooook-
-Pero no pude bailar contigo hasta ahora… y debo reconocer que estoy perfectamente de acuerdo con ella. Lo tienes muy grande. Por lo menos es lo que puedo sentir- dijo volviendo a jugar con su vientre contra mi miembro.
-Gracias- le dije al oido rozándoselo con los labios, a pesar de que me había prometido no hacerlo más-
-Mmmm. Qué rico…-
-Pero también sucedió otra cosa en la cena- me dijo.
-No me digas que hice algo malo durante la cena-
-Todo lo contrario. Te portaste tan bien y hablaste tan inteligentemente que dejaste enamoradas a Jenny, a mamá y a dos o tres otras mujeres que estaban alrededor tuyo. Y ellas después hablaron de ti. Ahora imagínate el coctel: un hombre buenmozo, soltero, inteligente, que baila muy bien ¡y tiene una herramienta grande y dura. ¡Una presa increíble!Ahora, como te dije, estás en la mira de todas las mujeres de la sala ¡y mañana, en la de todas las mujeres de la ciudad. Jajaja!-
En eso terminó la música e inmediatamente, otra mujer apareció a mi lado reclamando mi atención. Lilly me dio un nuevo beso en la boca, más largo de lo debido pensé, pero no por eso lo disfruté menos, y luego me dijo:
-Ahora prepárate porque la cacería está en marcha-
Apenas se alejó, la nueva chica me abrazó y me dijo:
-Hola, soy Brittany, prima de Lilly- y abrazándome y pegándose contra mi, empezamos a bailar.
Luego vino otra cuyo nombre no recuerdo. A ella le siguió la Olga otra vez y después Jenny otra vez. Sin embargo las canciones dejaron de ser lentas y ahora nos veíamos obligados a bailar separados, lo que le quitó mucho del sabor al asunto, así que después de bailar con Jenny decidí detenerme a descansar y tomarme un trago.
Me acerqué a la barra y pedí un gin-fizz, hacía años que no me tomaba uno, pero es muy refrescante y eso era justo lo que necesitaba. Una vez que tuve mi trago en la mano, me dirigí a donde estaba mi consuegro hablando con otros hombres. Él me presentó a todos e inmediatamente me integré al grupo, permitiéndome descansar del acoso sexual al que había estaba sometido desde que empezó el baile.
No es que me quejase, pero llevaba horas siendo acosado por bellas y seguramente fácilmente accesible mujeres. Todavía me rondaban, sentía como me miraban, esperando que hiciera algún gesto de regresar al juego.
Entonces una de ellas, Olga, decidió forzar la barra y acercándose al grupo de hombres en el que me hallaba, recostó sus senos contra mi brazo de forma disimulada, susurrándome al oído:
-Si quieres bailar una lenta y deliciosa balada conmigo, tengo una sugerencia ¿interesado?-
-Por supuesto- respondí sin girar mucho mi cabeza.
-A tu izquierda, al fondo, hay un pasillo. Si sigues por él, vas a pasar la puerta de un baño. La siguiente es la puerta de la biblioteca. Espera 5 minutos y nos vemos allá-
Asentí con la cabeza y seguí conversando con los hombres por cinco minutos más, tal como me había instruido Olga. Por suerte había un reloj en la pared frente a mí y no tenía que estar consultando el mío para saber cuándo habían pasado los minutos requeridos.
Llegado el momento, me despedí de los hombres diciendo que me iba a servir otro trago y me dirigí al bar, pero de allí seguí rumbo al baño, hice pipí, me aseé un poco y por último me fui a la puerta que me había indicado Olga.
La puerta estaba cerrada, así que la abrí despacio, viendo que el interior estaba apenas iluminado por una lámpara de mesa en un escritorio. Las paredes estaban recubiertas de libros y una música lenta sonaba desde unas cornetas escondidas en los estantes.
-Cierra la puerta- me dijo Olga con voz queda y sensual.
Cerré la puerta, aunque sin asegurarla porque no tenía cómo hacerlo.
-Ven- me dijo al tiempo que ella también se acercaba a mí. Y abrazándome, empezamos a bailar.
No habían pasado dos minutos cuando nuestras bocas se enlazaron en un beso sensual y profundo. Su lengua luchaba con la mía en continuas vueltas y agarres.
Sus dos manos me acariciaban la cabeza, pero yo no perdí tiempo y busqué su culo, apretándola duro contra mi güevo, que después de haber descansado un rato, ya se había vuelto a ponerse duro como piedra.
De ese modo seguimos bailando, besándonos y acariciándonos. Mis manos habían bajado hasta el borde de su vestido y ahora le acariciaban la piel desnuda de sus nalgas.
-Mmmm- comenzó a gemir contra mis labios, mientras poco a poco me conducía hacia el borde del escritorio. Una vez allí dejó de besarme para arrodillarse rápidamente frente a mí. Con manos temblorosas me desabrochó el pantalón e inmediatamente agarró el borde del interior y junto con el pantalón los bajó de un tirón. Mi güevo le saltó literalmente a la cara.
-¡Oh Dios mío- dijo con voz ronca -justo como lo imaginaba-
Entonces me lo agarró con las dos manos y luego de mirarme una vez más a los ojos, acercó sus labios a la cabeza del güevo y se lo introdujo a la boca.
-Mmmmm- dijo saboreándola.
Yo me estremecí de placer al sentir su lengua recorriéndome la cabeza para luego comenzar a metérsela más y más adentro, mientras yo le acariciaba la cabeza, disfrutando sus caricias.
Luego de unos minutos, se sacó el güevo de la boca un momento y viéndome otra vez a la cara me dijo:
-Mientras bailábamos no hacía sino pensar en este momento. En cómo me lo iba a comer… en la sensación de esta belleza en mi boca-
Mientras hablaba me masturbaba con ambas manos, subiéndolas y bajándolas a lo largo de todo el güevo, al tiempo que deslizaba sus labios y la punta de la lengua por el glande.
-Y ahora me lo voy a comer todo- dijo abriendo de nuevo la boca y metiéndoselo hasta el fondo.
Pero no pudo comérselo todo, la cabeza tropezó primero contra el fondo de su boca, pero al intentar metérsela más adentro, tuvo un fuerte reflejo de ahogo y tuvo de que suspender el intento. Luego probó dos veces más con el mismo resultado. No podía meterse la cabeza más adentro.
-Mmmm… es demasiado grande- dijo mientras me masturbaba otra vez y su lengua volvía a acariciarme sensualmente la cabeza. Una de sus manos me agarró las bolas y también comenzó a acariciarlas.
Entonces me di cuenta que el nivel de excitación de toda la noche más los minutos que llevaba Olga mamándomelo iban a resultar en un orgasmo muy pronto. Así que me agaché y tomándola por las axilas, la hice levantarse.
Cuando estuvo a mi altura, la besé de nuevo en la boca y luego de unos segundos, la hice girar hasta que ella era la que se recostaba contra el escritorio. Entonces le levanté el vestido y tomándola por la cintura y la senté en el borde del mismo.
-Ooohhh- dijo expectante cuando me agaché y le quité las pantaletas, arrodillándome entre sus piernas abiertas.
Tenía la vulva completamente afeitada y a pesar de la poca luz, podía ver que estaba mojada y los labios rojos y abiertos.
Puse la lengua plana sobre toda su vulva y la lamí desde el culo hacia arriba, pasando por sus labios vaginales y llegando hasta el clítoris y un poco más arriba. Luego agucé la punta de la lengua y me concentré en su clítoris, dando pequeñas vueltas a su alrededor. Tenía un clítoris grande y en este momento estaba perfectamente al alcance de mi lengua.
-Ahhh… siiii… lámelo durooo…siii- gimió.
Pero bajé de nuevo mi lengua a lo largo de su vulva y se la metí en la vagina lo más adentro que pude, tratando de darle vueltas por dentro. Luego quise bajar hasta lamerle el culito, pero como estaba sentada, no tenía acceso a él, así que volví a subir, agarrándole los labios con la boca halándoselos y chupándoselos.
-Siiii…. es tan ricooo… chúpame asiii-
Ella no dejaba de hablar y de tratar de dirigir mi cabeza, pero yo hacía lo que me parecía. Mi esposa había sido una experta, me había enseñado a comérsela tan bien, que me había convertido a mí también en un experto y a encontrar lo que mi pareja quería.
Así pues, seguí jugando con su cuerpo, hasta que me decidí hacerla acabar. Volví a subir al clítoris y luego de acariciarlo de nuevo con la punta de la lengua, coloqué mis labios sobre él y chupé, atrayéndolo un poco hacia adentro de mi boca.
-AAAAaaaaahhhh siiiii aaaahhh- gimió
Mientras hacía eso, le metí dos dedos en la vagina y busqué su punto G, el cual localicé sin ningún problema. Y entonces comencé a presionarla allí con el mismo ritmo con que le chupaba el clítoris, lo que la llevó rápidamente al orgasmo.
-AAAAAHHHHHH SSSIIIIII- explotó al tiempo que se ponía rígida y me apretaba la cabeza contra su vulva.
Yo dejé de moverme, pero sin quitar mis manos ni mis labios, esperando que pasaran los primeros espasmos de su orgasmo. Pero cuando se relajó un poco, comencé de nuevo mi ataque, lo que provocó inmediatamente un segundo orgasmo de su parte.
-SIIIIII siiiigueee…. ahi vienee… otraaa veeez… AAAAAHHHHH-
Volví a esperar a que se calmara, pero cuando sentí que sus espasmos se hacían más suaves, me levanté y agarrándole las piernas por las corvas, se las levanté y le metí el güevo de un solo empujón hasta el fondo.
-AAAAAAHHHHH- gimió agarrándose de mi cuello, mientras sentía como mi güevo le llegaba hasta el fondo de sus entrañas.
-SIIIII… Asiii… métemelo tooodooo- dijo con voz ronca de la excitación. Definitivamente era una mujer muy vocal, pensé mientras la complacía metiéndoselo hasta el fondo. Yo no lo tengo muy grande, solo un poco por sobre el promedio, pero ella lo tomó muy bien, aunque era obvio le llegaba hasta el fondo de su vagina.
Por varios minutos estuve cogiéndola con todo lo que tenía. Mis caderas golpeaban sus nalgas con fuerza, mientras el güevo le entraba y salía y ella gemía y gritaba cosas al ritmo de mis embates.
-Daleee, daleee. Más duro, maaas… duuurooo, aaaahhhh-
Poco a poco la necesidad de acabar se me fue haciendo más y más fuerte, entonces le pregunté.
-Voy a acabar ¿quieres que te lo saque?-
-Nooo- contestó -estooy… pro… protegidaaa…- respondió entre gemidos.
Entonces me olvidé del último vestigio de frenos que tenía e inclinándome un poco hacia adelante, seguí metiéndolo aún más duro que antes. Y entonces, de pronto, exploté con un chorro que llenó su vientre de mi semen profundamente…
-Yaaa… yaaa… me voy otra veeez- gimió ella empezando a acabar una vez mas.
Por unos minutos nos quedamos inmóviles, mientras con cada espasmo mío un nuevo chorro de semen se vaciaba en su cuerpo, y ella se estremecía al ritmo de su propio orgasmo.
Finalmente le solté las piernas, dejándole que ella se levantara un poco y las apoyara en el suelo. Luego me agaché y tomando sus pantaletas en mi mano, le limpié delicadamente la vulva, que rebosaba de semen y de su propios jugos.
-¡Oh!- dijo al sentirme limpiarla -pero qué caballeroso-
Entonces doblé la pantaleta para que la parte húmeda quedara hacia adentro y me la metí en el bolsillo.
-¿Qué haces?- me preguntó entrañada, pero con todavía con una sonrisa de placer pintada en la cara.
-¿Qué hago de qué?-
-¿Mis pantaletas?-
-Ah, es un recuerdo-
-Jajaja. Está bien. Sólo me preocupa que se me vaya a salir algo por el camino-
-¿Porqué no aprovechas y te limpias en el baño?- le sugerí.
-Claro- respondió -Pero a veces quedan cosas que tardan en… bajar-
-Bueno. Dejémonos sorprender entonces- le respondí sin pensar en rendir mi “recuerdo”.
-Ok. Entonces nos vemos más tarde. A lo mejor podemos bailar un poco más después-
-Seguro- le dije mientras la besaba en la boca por unos segundos más.
-Mmmm. No sigas que voy a empezar otra vez-
-¿Otra vez?-
-No pensarás que con uno tuve suficiente- dijo riendo desde la puerta.
-¿Uno? Si no me equivoco fueron tres- le dije con una sonrisa.
-Uno, tres… no importa. ¡Lo importante es que quiero más!- dijo cerrando la puerta tras ella.
Luego de unos minutos, salí de la biblioteca y a los pocos pasos me encontré a Sammy, la hermana menor de Lilly.
-Te cogiste a la tía Olga- me dijo mientras caminaba a mi lado.
-¿Cómo?- le pregunté extrañado.
-Los oí desde afuera. Luego salió ella con cara de… con cara de… boba. Me quedé esperando y efectivamente, al cabo de un rato saliste tú. No hay duda-
-Igual, un caballero nunca dice con quien ha estado- le respondí.
Entonces ella me agarró y me detuvo, viéndome seriamente a la cara, para luego de unos segundos, volver a caminar.
-Le gustó mucho- me dijo un momento después -Nunca la había visto con esa cara. Y tú también tienes cara de… en fin, que tienes pintura de labios por toda la cara y hueles a… mujer. Mejor vas al baño y te lavas- dijo apurando el paso y dejándome parado en la puerta del baño. Aunque ir al baño era mi intención de todas maneras, el que una muchachita como Samantha me lo dijera con tanto desparpajo, me impresionó.
Después de lavarme, no solo la cara, sino mis partes íntimas también, salí del baño fresco y contento. La fiesta seguía alegre y animada, la mayoría de los jóvenes bailaban y los más “grandecitos” conversaban animadamente mientras bebían abundantes cantidades de Bourbon, ese whisky americano que no me gusta nada.
En una esquina estaba sentada Olga con sus amigas y cuando me vio me dedicó una gran sonrisa, luego se tocó la parte interna del muslo con los dedos de la abono derecha y se los metió en la boca con una sonrisa pícara ¿de verdad todavía le seguían saliendo fluidos? me pregunté.
Sonaba música de los años ’50, las voces de Elvis Presley y Roy Orbison llenaban el ambiente, mientras la gente bailaba twist y rock-and-roll. Cuando me vió, Jenny vino a buscarme preguntándome si sabía bailar twist. Yo no le contesté sino que la tomé de la mano y me lancé con ella a la pista mientras me retorcía al ritmo de la música. Esas canciones eran parte de mis prácticas de baile con mis hermanas mayores y las disfrutaba muchísimo. Claro hacía muchos años que no la bailaba, pero como la bicicleta, cuando aprendes a montarla, ya no se te olvida jamás.
Nuevamente me convertí en el centro de atracción. Era el único de los “grandecitos” que estaba bailando y todos los muchachos y sobre todo las chicas me adoraron por eso.
Gracias a Dios, unos 30 minutos después cambió la música para darnos un respiro y una rubia de pequeña estatura y unas tetas muy grandes se apoderó de mi y abrazándome muy apretadamente, comenzó a bailar conmigo. Poco a poco la energía del rock-and-roll se fue transformando en otra energía y la presión de las tetas de la chica contra mi pecho hizo que de nuevo mi miembro apareciera contra su estómago (la diferencia de altura impedía que estuviese más cerca de su vientre). Ella se dio cuenta de inmediato de mi excitación y redobló sus movimientos sensuales contra mi cuerpo.
Después de la chica rubia, vinieron otras dos, que al igual que ella se ocuparon por mantenerme excitado todo el tiempo.
Luego volvió la rubita, que parecía haber estado esperando su turno, y antes de abrazarme para bailar, me apretó una cosa en la mano. Yo lo agarré sin saber qué era, parecía un trapo, pero la tela era más suave así que me lo acerqué a la cara, lo olí y me di cuenta que era una pantaleta.
-¿Y esto?- le pregunté mientras seguíamos bailando.
-Mmmm- gimió primero al sentir mis labios rozando su oreja. Luego me dijo: -Oí por ahí que las coleccionas-
-¿Quién te dijo eso?-
-Un pajarito… o mejor dicho una pajarita-
Le mordisqueé el lóbulo de la oreja y luego le dije:
-Es verdad, pero sólo colecciono los de mujeres que han… estado conmigo- en realidad era una mentira. Quedarme con las pantaletas de Olga había sido una inspiración momentánea, pero obviamente se había corrido la voz.
-Entiendo- respondió -pero creo que eso lo podemos solucionar fácilmente ¿no te parece?-
-No sé…- respondí, pero su cuerpo restregándose contra mi güevo no estaba muy de acuerdo con mis dudas.
-¿Por qué no lo discutimos en la biblioteca?- me dijo separándose de mi, pero llevándome de la mano.
-Adelántate- le dije, no queriendo hacerlo tan descaradamente.
-Nos vemos en un momento- dijo y se fue sonriendo hacia la biblioteca.
Yo la seguí en pocos momentos, no sin antes rechazar a otras dos mujeres que querían bailar conmigo.
No llegué a la biblioteca, frente al baño la rubia me interceptó diciéndome:
-La biblioteca está ocupada, entremos al baño-
En el baño, se repitió más o menos lo mismo que antes con Olga. Nos besamos apasionadamente, luego ella me lo mamó un rato y luego yo la senté en el lavamanos para comérmela. La posición no era muy cómoda, pero ella acabó rápidamente. Realmente tan rápido que tuvo dos orgasmos, muy húmedos por cierto, bañándome la cara con sus fluidos cada vez que acabó.
Luego me senté en la poceta y ella se sentó sobre mi, lo que le permitió controlar la penetración porque con su reducido tamaño no había forma de que se lo pudiera meter completo. Además que le costó mucho metérselo porque era muy estrecha. Eso sí, una vez que se acostumbró al tamaño, comenzó a brincar sobre mí tan energéticamente como lo había hecho bailando rock & roll. Para cuando yo acabé, ella ya había tenido otros dos orgasmos. Realmente muy energética la rubia.
Estando ya en el baño, pudimos asearnos bien antes de salir y no tuve que limpiarla con su propia pantaleta, que pude guardar limpia en mi bolsillo.
Ella salió primero y yo esperé un par de minutos. Apenas salí volví a encontrarme a Sammy.
-¿Roxxana también?- preguntó.
-No sé de qué me hablas- le respondí con una sonrisa.
Entonces se acercó a mí y me olió.
-Esta vez por lo menos no hueles a sexo- Sus pequeñas tetas se restregaron contra mi cuerpo mientras me olía y a pesar de que acababa de tener sexo, sentí como mi güevo reaccionaba a su cuerpo juvenil. Pero enseguida ella se alejó rápidamente. Juraría que sonrojándose.
Para cuando la fiesta terminó, tenía cuatro “trofeos” en mis bolsillos. Uno de una chica muy alta y delgada, a quién sólo pude comer, haciéndola acabar tres veces, pero para la que no tuve la suficiente energía para cogérmela y la otra pantaleta con otra chica a quien la hice recostarse boca abajo sobre el escritorio, ofreciéndome su trasero y a la que igual que las otras, me la comí primero y luego, en la misma posición, me la cogí.
Mientras me la comía, había estado jugando con su culito. Había mojado abundantemente mis dedos y su ano y se los había metido profundamente mientras ella acababa en mi boca. Pero luego de su tercer orgasmo, cuando me paré para cogémela, lo pensé mejor y decidí hacerlo por la vagina para evitar complicaciones. Igual acabó otra vez antes de que yo me vaciara en su vientre.
Sammy pareció llevarme la cuenta y cada vez, al salir, me “chequeaba” de forma cada vez más osada. Creo que estaba un poco bebida. La última vez me agarró el güevo por encima del pantalón preguntándome si me lo había lavado bien.
Finalmente todo el mundo empezó a irse y la mayoría de chicas y algunas mayoristas también, no perdían la oportunidad de besarme y abrazarse a mi cuando se despedían. Cuando sólo quedaba la familia, fuimos nosotros los que nos fuimos: Héctor, Lilly y yo. Y por supuesto, Maggie, Jenny y Sammy se despidieron todas de mi con sendos besos en la boca.
Cuando llegamos a la casa, Héctor me preguntó:
-¿Qué es eso que llevas en los bolsillos papá?-
-¿No sabes? Jajaja- se rió Lilly -son los “trofeos” de tu papá-
-¿Trofeos? ¿Qué trofeos son esos?- preguntó Héctor mientras yo me sonrojaba profundamente al saber que Lilly también se había enterado. ¿Es que estas mujeres no se callan nada? pensé.
-Enséñale- me dijo Lilly -Tu papá colecciona pantaletas-
-¿Pantaletas?- preguntó Héctor con cara de sorpresa, mientras miraba las cuatro que tenía en la mano y que realmente entre todas no eran más que un puñito de tela.
-Las pantaletas de las mujeres con quien tu papá tuvo sexo esta noche- dijo Lilly sonriendo al ver que eran cuatro.
-¿Cuatro?- dijo Héctor riendo -pero papá…-
-Qué quieres que te diga hijo, esas mujeres me tenían asediado…-
-Y tú tuviste que rendirte, claro. Jajaja ¡Cuatro veces! Jajaja- dijo Héctor.
-Vamos mi amor, tu sabes cómo son esas chicas. Deja a tu papá tranquilo. Mas bien debieras de estar orgullos de él- dijo Lilly abrazándome y dándome otro de sus besos en la boca -y ahora vámonos a dormir, que tú también te has ganado mis pantaletas-
Mientras me preparaba mi sofá para acostarme ellos se fueron a su cuarto, pero por alguna razón no cerraron la puerta y cuando por casualidad miré hacia allá vi a Lilly completamente desnuda saliendo del baño. Dios mío, pensé volteándome para darle la espalda, definitivamente estas mujeres no tienen remedio.