La boda
La boda en la Sierra no fue como yo esperaba
Fue el verano pasado, en Agosto de 2010. Yo y Luis, mi marido habíamos sido invitados a una boda de un primo lejano suyo. Una de esas invitaciones que te caen como un jarro de agua fría, ya que la relación con ese primo es casi nula y entre el obsequio que había que hacer, el vestido que tuve que comprar y todo lo demás, nos costaba más que un fin de semana de vacaciones. Además era en la sierra de Madrid, bastante lejos de donde vivimos, con lo que el palo que nos hacía era todavía mayor.
El caso es que por obligaciones familiares tuvimos que ir. Fue el verano pasado.
Dejamos a nuestros dos hijos con mis suegros y nos despedimos un sábado al mediodía. En 2 horas y media estábamos en el hotel, con el tiempo justo de cambiarnos e ir directos a la ceremonia.
Para lo ocasión, había comprado un vestido blanco algo ceñido y cuyo escote palabra de honor realzaba mi figura. Cuando al salir del baño del hotel ya cambiada para la ocasión y mi marido me vio, silbó y me dio un cachete en el culo diciéndome, contento, que seguro que sería la más guapa de la boda, que no se fijarían ni en la novia.
Me miré al espejo y pensé sinceramente que algo exagerado, pero bien podía ser cierto. Con ese vestido estaba realmente atractiva.
Me llamo Ana. Soy rubia con media hasta los hombros y tengo una cara muy hermosa. La armonía de los rasgos de mi cara, junto con unos labios carnosos y unos grandes ojos verdes, unos pechos perfectos (uso una 90) que volvían loco a mi marido y un cuerpo trabajado en el gimnasio siempre que puedo, hacían que muchos hombres se giraran al pasar a mi lado. Y es que pese a tener 32 años y dos hijos, me cuidaba mucho. Eso junto a la genética que me dio mi madre, hacía que me sintiera deseada en numerosas ocasiones, y no me refiero sólo a mi marido.
Bueno, iré al grano e intentaré no alargarme demasiado.
LLegamos a la ceremonia y ahí nos encontramos con numerosos parientes de Luis, a los que yo apenas conocía. Me fue presentando a sus primos y primas lejanos y sus respectivas parejas, con los que ya vi que difícilmente congeniaría. Únicamente su primo Arturo, un chico de 28 años, moreno y muy atractivo y que iba sólo al enlace, estuvo un rato charlando conmigo al salir de la iglesia al darse cuenta de mi hastío y estar también bastante colgado en cuanto a conocidos en la ceremonia.
Para cuando terminó la cena, mi marido y yo llevábamos unas copas de más, sobretodo él, aunque era lo normal en una boda. La charla en la mesa fue de lo más intrascendente ya que no congenié con quienes nos sentaron. Pensé que sería una boda aburrida. Que equivocada estaba.
Fuimos al baile y ahí me animé un poco. Arturo, el atractivo primo de mi marido, estuvo charlando con nosotros en la barra libre que se había instalado en el jardín del restaurante, mientras tomábamos algo.
Al cabo de un par de horas, sobre la 1 de la madrugada, cuando realmente ya me lo empezaba a pasar bien bailando con mi marido y charlando con Arturo y algunos invitados más, Luis, mi marido, me dijo que no se encontraba bien y se sentó un sillón. Al cabo de una hora, yo me lo estaba pasando muy bien en el centro de la pista y con una buena dosis de chispeante mareo por el Champan que servían sin parar. Luis se acercó y me dijo que nos marcháramos, que estaba fatal. Posiblemente algo de la cena le sentó mal.
No obstante, me vio tan alegre que me preguntó que él se iba, pero que si yo quería quedarme un rato. Para mi propia sorpresa, le dije que sí. Empezaba a pasarlo realmente bien. Le dije que cogiera él el coche y que tuviera cuidado hasta el hotel. A mi me acercaría algún invitado, ya que dicho hotel estaba a sólo5 kilómetrosdel restaurante donde se desarrollaba la fiesta. Nos despedimos con un beso en los labios y se fue.
A partir de ahí, el baile en la pista era cada vez más desmadrado, con algunos de los invitados algo bebidos y haciendo el burro e intentando ligar con las chicas que se veían solas. Un par de chicos o tres de esos chicos estaban ya algo pasados de vueltas y me estaban molestando aunque sin pasarse, por lo que Arturo me cogió de la mano y me dijo que saliéramos fuera a tomar el aire. Sorprendida, así su mano y salí con él.
Era Agosto y hacía buen tiempo. Yo me sentía como cuando era adolescente y notaba que Arturo se interesaba por mi La verdad es que me dejé llevar por la situación. Jamás había sido infiel a Luis, pero Arturo fue dentro un momento a buscar un par de copas de Champan y seguimos charlando un rato más. Al poco tiempo, Arturo me cogió suavemente de la mano y me llevó entre unos arbustos hasta un banco de piedra a unos200 metrosde donde bailaba la gente y fuera de la vista. No se que me sucedió, pero notaba que Arturo era un ligón nato. Era moreno, de un metro ochenta más o menos y con un cuerpo escultural, ya que me contó que desde hacía años jugaba a waterpolo y que incluso había hecho algún trabajo como modelo de una marca de ropa, algo que no me sorprendió.
Sin casi darme cuenta, me fue acariciando la espalda mientras charlábamos. Cada vez hablaba más cerca y su boca esta más cerca de la mía. Yo, mareada por la bebida, me sentía caliente y deseaba que me besara. No parecía yo. En ese momento ni en mi marido ni en lo que podía suceder. En un momento dado, Arturo apartó mis cabellos y me besó intensamente. Su lengua se hundió en mi boca. Yo estaba en éxtasis y nuestras lenguas jugaban traspasando hilillos de saliva con sabor a Champan.
Estuvimos así un buen rato en el que yo notaba mis braguitas cada vez más mojadas. Arturo deslizó disimuladamente los tirantes de mi vestido hasta descubrir mi sujetador negro de encaje, que me había puesto pensando en usarlo para excitar a mi marido al volver al hotel y ahí estaba yo con un casi desconocido. Arturo bajo su cabeza y empezó a lamer mis pezones, mientras con la otra mano acariciaba mis pechos. Yo acariciaba su pene, totalmente erecto y fuera del pantalón y mi respiración se aceleraba. De pronto me di cuenta de la situación, de que alguien podía vernos y pensé también en mi marido. Como podía haber hecho eso.
Subí mi vestido y le dije a Arturo, cuyo bulto en el pantalón denotaba su excitación, que había sido un error, que me perdonara.
Se notaba que Arturo no estaba acostumbrado a estas reacciones con sus amantes ya que, bastante cabreado, me dijo que me las apañara para que otro la llevara al hotel, que la noche era larga y con suerte encontraría a otra con menos problemas para pasar un buen rato.
Fui a la pista de baile intentando encontrar a alguien que me llevara al hotel. Serían sobre las 3 de la mañana. Me senté en un sillón, bastante nerviosa, para pensar en lo que había hecho, aunque había parado a tiempo, creía yo.
Al cabo de unos minutos, pensé que debía olvidar lo sucedido, que era más bien poco lo que había pasado y estuve charlando con algunos de los invitados que quedaban, entre ellos David, un hombre de unos 45 años muy simpático. Me dijo que era un compañero de trabajo del novio y que había venido con otros 2 compañeros, todos ellos solteros. Juan, su amigo, tenía 42 años y se notaba que se cuidaba y Ernesto me dijo que tenía 55 años. Le sobraban al menos 20 kilos y era además el menos agraciado de los tres, con una incipiente calvicie y una cara ciertamente fea.
Seguimos charlando y me dijeron que se marchaban y que me llevarían al hotel. De camino hacia el coche, noté sus miradas de deseo sobre mi pero no pensé nada raro.
El coche era un gran Mercedes ultimo modelo, propiedad de Ernesto, el mayor de ellos. Yo me senté delante junto a Ernesto, bastante mareada por el alcohol, algo que intentaba disimular.
Una vez dentro todo cambió. David, sacó su móvil y me dijo que quería enseñarme unas fotos. Yo pese a querer llegar cuanto antes al hotel, accedí para no ser descortés. Me fue mostrando fotos de la ceremonia, hasta que de pronto me mostró también un vídeo en su móvil. Era yo con Arturo, el chico con el que había tenido un lio hacia un par de horas. Se veía perfectamente mi cara entre los arbustos, donde se había escondido para grabar el vídeo y como nos morreábamos y como Arturo devoraba mis pechos, junto con la cara de placer que yo ponía y se veía perfectamente como masturbaba suavemente a Arturo.
Qué significa esto? Pregunté fuera de mis casillas, pensando en lo que sucedería si mi marido veía eso, con lo celoso que es. Podía ser el fin de un matrimonio que funcionaba perfectamente.
Juan, el más atractivo de los tres me dijo que estaba claro. Querían terminar bien la noche y yo era su premio.
Si enseñamos este vídeo a tu marido tendrás problemas.
Que queréis de mi? Dije temiendo lo peor
Queremos pasarlo bien un rato, pero no queremos hacerte ningún daño. Si nos haces disfrutar a los tres, en un par de horas te dejamos en el hotel y borramos este vídeo. De lo contrario, lo mostraremos a tu marido y lo colgaremos en Internet para que todos vean como eres.
Sollozando les rogué que no me podían hacer eso, pero no les pude convencer.
David condujo el coche hasta un camino apartado de la carretera principal, entre una arboleda y sin más preámbulos me dijo que si estaba de acuerdo, recordándome que no querían violarme, que no eran violentos y que únicamente querrían seguir si yo colaboraba totalmente. Estaba tan aturdida que asentí.
Me hicieron pasar al asiento trasero del coche, entre Juan y Ernesto. Me empezaron a besar el cuello y a bajar mi vestido blanco hasta la cintura, suavemente y deleitándose en la visión que yo les iba ofreciendo.
En unos instantes, desabrocharon mi sujetador y mis pechos quedaron a su vista. Mientras Juan devoraba mi pecho izquierdo, deleitándose en mis pezones rosados y Ernesto hacía lo propio con el otro y deslizaba una mano por el interior de mis braguitas. Tenía los pezones duros fruto del nerviosismo de la situación. A unos200 metros, a través del cristal trasero, podía observar como las luces de algunos coches iban por la carretera principal que habíamos dejado para acabar en ese apartado lugar.
Yo estaba tan afectada que no podía ya ni llorar. Estaba en manos de esos degenerados y debía satisfacerles lo antes posible para poder volver al hotel.
Mientras tanto, David estaba en el asiento delantero, con su pene fuera del pantalón, masturbándose y animando a sus compañeros.
En un rato me quitaron las bragas. Estaba con únicamente un vestido hasta mi cintura en un coche con 3 desconocidos. Juan fue el primero en desabrocharse el pantalón. Se sacó su ya erecto pene y me dijo que lo chupara. Como no reaccionaba, se puso a horcajadas sobre mi y hundió su pene en mi boca. Era más grande que el de mi marido y mientras se movía rítmicamente, acariciaba mis pechos con sus manos. Hacía horas que nadie se duchaba y olía a sexo y sudor por todas partes, fruto también del ejercic io que habíamos hecho bailando en la fiesta.
Mientras tanto, Ernesto el mayor de todos, seguía acariciando mi sexo, hundiendo sus dedos en él y devoraba, lamía y chupaba mi pecho derecho.
Yo no hacía nada, únicamente permitía que Juan me follara la boca, deseando que todo terminara cuanto antes.
El coche estaba lleno de vaho, los cristales estaban totalmente tapados y hacía mucho calor, por lo que bajaron una de las ventanillas, entrando el aire fresco de la madrugada.
Al cabo de unos minutos, noté como el pene que tenía en la boca aceleraba su ritmo y se hinchaba ligeramente. Intenté sacarlo de mi boca, pero Juan lo hundió poco a poco hasta la garganta y eyaculó abundantemente entre gritos de placer que hicieron reir a sus amigos. De la comisura de mis labios salía su semen a borbotones, Era más espeso que el de mi marido y sabía distinto.
Cuando su amigo hubo terminado, Ernesto me cogió por los brazos y me puso a cuatro patas en el asiento de atrás. Me cogió por el culo y penetró mi vagina con suavidad, como saboreando el instante. Notaba como su gran barriga se apoyaba en mi espalda. Un tipo asqueroso se estaba follando a una chica escultural. Seguro que estaba disfrutando como nunca. Lo oía jadear de placer. Mientras, David pasó a la parte de atrás del coche, cambiando su sitio con Juan, quien pasó delante. Estaba desnudo de cintura para abajo. Se puso de tal manera que tuve que chuparle también su pene. Deseando que terminaran cuanto antes, mientras con una mano le masturbaba, con la boca le practicaba una profunda felación, al ritmo que marcaba Ernersto mientras me follaba desde atrás. De vez en cuando sacaba su miembro de mi interior, para volver a hundirlo seguidamente mientras se aferraba a mis pechos que oscilaban sobre la polla de David.
Estuvieron así unos 10 minutos hasta que cambiaron de posición. Juan me follaba ahora desde detrás, como a una perra mientras Ernesto, el más desagradable, me follaba la boca con cara de estar en el séptimo cielo. En unos minutos, noté que David aceleraba el ritmo y cogía mi culo como intentando evitar que huyera. Se corrió entre gritos de placer y noté como su esperma se escurría entre mis muslos. Prácticamente al mismo tiempo, noté como el esperma de Ernesto inundaba mi boca, teniendo que tragar parte de su gran corrida. No parecía importarle que todavía tuviera restos de Semen de David en mis labios.
Pasaron unos diez minutos desde que el último de ellos se corrió y pensé que ya había terminado, pero me equivoqué.
Me sacaron del coche y pusieron una almohada que había en el coche en el suelo, para que pudiera ponerme de cuatro patas sin lastimarme las rodillas.
Yo estaba a cuatro patas bajo la luna llena que iluminaba la escena entre los árboles, con únicamente mi vestido hasta la cintura. Ernesto me empezó a follar de nuevo por detrás y Juan y David, los más agraciados, se pusieron de rodillas, vestidos con sus trajes y únicamente con sus pollas fuera de la bragueta y me obligaron a practicarles una felación.
Aunque me equivoco, ahora que lo pienso con la perspectiva del tiempo, no me obligaron, ya que como ellos m e habían dicho, yo colaboré en todo momento, dejándome follar de cualquier manera con el fin de evitar que mostraran el vído, o sea que no fue realmente una violación, aunque yo me sentía una auténtica guarra por dejarme hacer de todo.
Alternativamente, mientras Ernesto me follaba por detrás, iba alternando en mi boca las pollas de Juan y David.
Mientras uno me follaba la coba, yo acariciaba los testículos del otro para excirtarlos y terminar cuanto antes. Sus jadeos y palabras obscenas como guarra y puta eran constantes-
Al cabo de un rato, Juan me dijo que abriera la boca. La abrí y depositando su pene en mi lengua, se volvió a correr intensamente. Todavía con su semen en mi boca, sacó su polla de mi vagina y se plantó delante mio, hundiendo su pene y volviendo a eyacular. El semen de dos hombres distintos se mezcló en mi boca y parte de éste se deslizó por mi garganta.
David, mientras, había ocupado la posición de Ernesto, follándome por detrás y eyaculando al mismo tiempo que el semen de sus dos amigos se deslizaba al mismo tiempo por mi garganta y por mis pechos.
Jamás pensé que realizaría una asquerosidad como ésa. Únicamente algunas prostitutas podían hacer eso. Me sentía sucia, una auténtica cerda, ya que de hecho había colaborado en todo momento.
Les pregunté si estaban satisfechos y me dijeron que si. Me vestí como pude y me llevaron hasta el hotel. De camino borraron el vídeo y se despidieron de mi.
Por suerte cuando llegué, sobre las 5h de la mañana, mi marido dormía. Nada más llegar me cepillé los dientes, me metí en la ducha y procuré olvidar lo sucedido, algo que se que nunca podré olvidar y que, curiosamente y me avergüence reconocer, mi mente usa a veces para procurarme placer cuando estoy sola.
El hecho de sentirme tan guarra, de manera obligada, de alguna manera me había excitado y había despertado alguna parte en mi interior.