La Boda - 6
Regresamos a casa, y por alguna razón, no soy capaz de dejar de pensar en Susana ni por un solo instante...
La Boda – 6
Del sofá pasamos a la mesa del saloncito, me hizo quitarme de su espalda para poder sentarse encima, cogiendo mi polla y guiándola a la entrada de su coño, pidiéndome que se la enterrase de un solo golpe. Una vez dentro paso sus dos piernas por mi cintura, abrazándose con fuerza a mi cuello mientras movía con fuerza sus caderas. En realidad, estuvo follándose ella misma, usándome como si fuese un simple dildo con patas, algo que entre gemidos no hacia la cabrona otra cosa que repetirme mientras me pedía que me corriese de una puta vez. Confieso que no se ni como aguante sin vaciarme en su interior, el morbo que me estaba dando al tratarme así era exagerado. Tras su orgasmo aflojo su presa, momento que aproveche para quitarla de allí, con el fin de calmarme la tome en brazos llevándomela a la cama, donde nuevamente, una vez más, termino derribándome. Pero en esta ocasión, no llego a subirse encima, me engañó, trate de evitarlo y me quede a su merced, en realidad su objetivo no era otro que mi polla, la cual se metió en la boca. Se la introdujo hasta tocar casi su garganta, luego la saco, mostrando un hilo de saliva desde el glande a sus labios, cosa que fue de lo mas erótico. Mirándome fijamente, avanzo despacio con sus labios hasta mi polla, cuando pensé que volvería a metérsela en la boca, saco la lengua comenzando a lamerla en toda su extensión, jugando con mi glande, haciéndome ver el paraíso, llevándome por donde le dio la gana hasta "obligarme" a correrme en su boca. Cuando note las primeras contracciones de mi polla avisándome que estaba a punto se lo dije para que dijes donde quería que me corriese. Ni corta ni perezosa, la engullo hasta dentro del todo en el mismo momento en que mi polla comenzaba a descargarse, tragándose todo lo que esta soltó. Cuando terminó, en lugar de retirarse, comenzó de nuevo a lamérmela alegando hacerlo para dejarme limpia. Después de esto, fue mi gozo en un pozo, Susana riéndose dijo que era hora de dormir, que al día siguiente nos esperaba el viaje de vuelta y llevábamos mucho trote encima con la boda. Os confieso que seguí insistiéndole un poco mas solo por jugar, porque la verdad es que no os creáis que tampoco yo estaba para muchos mas trotes.
Por la mañana, tuve la fortuna de despertarme primero, y tras quedarme unos segundos mirándola dormir, admirándome de la preciosidad de mujer que era. Me sonreí maliciosamente para mi al recordar que los dos estábamos desnudos. Conseguí apartarle la ropa de cama con muchísima suavidad, después con unas leves caricias en el interior de sus muslos, logré que abriese un poco más las piernas sin que despertase, lo suficiente como para que en el hueco entre ambas entrase mi cabeza. Muy despacito, con extremada delicadeza y suavidad, comencé a lamerle el coñito. Para cuando por fin se despertó y logró saber que era lo que sucedía, ya estaba perdida, tenia los pezones erizados, el coño encharcado y sus piernas sobre mis hombros. Al sentir como se despertaba del todo y trataba de moverse, hice cepo con sus muslos, sujetándolos con fuerza contra mi cabeza mientras mi lengua seguía atacando su sexo. Pego un berrido cuando le alcanzo por fin el orgasmo, quedando laxa sobre la cama. Cuando se recuperó, me dijo riéndose que era un cabrón y que me lo pensaba hacer pagar. Nuevamente me consiguió derribar y subirse sobre mí, cogiendo mi polla con su mano para de seguido dirigirla hacia su coño, enfundándosela hasta el fondo. Cuando comenzó a moverse…
• Eres un cabronazo, tenemos que irnos, pero antes de eso, te pienso follar hasta dejarte seco… Me has encendido y vas a tener que apagarme…
• No finjas, que no eres mas que una putita a la que le gusta más una polla que un caramelo a un niño… -le repliqué sonriéndole.
• En eso te equivocas, no me gusta "una" polla, lo que me gusta es "tú" polla, cacho cabronazo, que aparte de como la manejas, la noto perfecta para mí, la justa medida para llenarme por completo y correrme como una burra…
• Pues venga zorrita, aprovéchala todo lo que puedas, que ella se deja… -me reí, contagiándola-.
Tras conseguir que nos corriésemos ambos casi a la par, se levantó metiéndome prisa. Aunque en esta ocasión no le faltaba razón, con el polvo se nos había echado el tiempo encima e íbamos más que justos para dejar la habitación a la hora y ponernos luego en camino. El viaje de regreso fue de lo mas entretenido, estuvimos hablando los dos como cotorras de un montón de cosas, increíblemente, ni una sola vez tuvimos que recurrir al tan manido "trabajo" de cada uno. Me dejo en mi casa, y si, confieso que me dejo un poco "asi", puesto que la despedida fue un poco… digamos que aséptica para todo lo que habíamos vivido juntos, se limito a un leve besito en la mejilla y un "hasta luego" igual de manido. Esa noche me resulto difícil conciliar el sueño, dando vueltas en la cama por culpa de Susana, me costaba una vida el poder dejar de pensar en ella y dormirme. Por fortuna con el trabajo había adelantado lo suficiente para tomarme el lunes libre. Por la mañana decidí llamar a Yolanda, mi secretaria, para informarle que no iría, porque esa noche apenas si había pegado ojo más de dos horas. No diré que no me preocupo lo de esa noche porque mentiría, especialmente cuando nunca antes con mis anteriores ex me había pasado algo así, de metérseme en la cabeza una tía como para no dejarme ni dormir en paz. Ese lunes por la mañana me llamo Eva para quedar a comer, ya que según dijo, tenia que contarle todo lo que había pasado en la boda… Obviamente acepté, que se le va a hacer, Eva era y sigue siendo mi debilidad, en el buen sentido de la palabra, es casi más como una hermana que una amiga. De hecho, cuando mis padres se refieren a ella, siempre lo hacen como "tu hermana", con lo de mi enfermedad y su constante apoyo, se los gano bien ganados a los dos.
Durante la comida Eva me sometió a un interrogatorio del que, si bien me sacó mucho de lo que ocurrió durante toda la boda, no solté prenda sobre lo ocurrido entre Susana y yo en la habitación. Tras la comida cada uno nos marchamos por nuestro lado, no hacía falta ser ningún genio como para saber que Eva en esa misma semana quedaría con Susana para "informarse" de que tal había ido todo. Y creedme que no soy ningún ingenuo, ya desde las primeras preguntas de Eva vi por donde iba, a ella le interesaba bastante mas saber si entre Susana y yo había pasado algo, que la propia boda en sí. Mientras me marchaba no podía evitar sonreírme para mí, pensando en que la jodida casamentera volvía a atacar de nuevo, exactamente igual que cuando rompí con Marina y con Sara, mis dos primeras ex, que se empeñó en presentarme a todas las mujeres que pudo, aunque al final, a Ana la conocí yo por otro lado, quien, por cierto, a Eva le cayó genial. En este caso y tras la noche pasada, sinceramente no podría poner la mano en el fuego porque la muy puñetera no hubiese hecho un pleno, por lo menos en mi caso.
No voy a mentir, y menos hacerlo a mí mismo, pronto me di cuenta de que Susana me tenía bien enganchado. Si el domingo no hice mas que pensar en Susana, el resto de la semana no me fue mucho mejor, no podía parar de pensar en ella, tenia todo el tiempo el móvil cerca por si le daba por llamarme, mientras los dedos se me hacían huéspedes de ganas de llamarla yo, aunque sin atreverme. El viernes me llamó Eva por si quería salir con ella por ahí, le puse la excusa de que estaba cansado y que prefería quedarme en casa ese fin de semana, disimuladamente, le tiré que podía llamar a Susana para salir con ella. Lo hice tan bien, tan bien, que casi ni me noto el interés que tenia en saber si lo haría, riéndose me soltó un "tranquilo campeón, que esta fuera de Madrid, hasta el lunes no regresa, y esta trabajando se olvida hasta de comer, contra mas de llamar a nadie, incluido tú". Después de semejante perla, que me sacó una sonrisa de oreja a oreja, lo confieso, me colgó despidiéndose de mí, llamándome Romeo, y aconsejándome que no lo dejase pasar si ella no me llamaba, porque Susana ya tenia bastante presión de tíos "cercanos" como para que me andase con remilgos. Aguante sin llamarla hasta el martes por la tarde, justo hasta entrar por la puerta de casa… Me tiré toda la mañana autoconvenciéndome de que era lo que tenia que hacer… llamarla… así que, lo hice.
• ¿Dígame?
• Hola Susana, soy Pedro
• Pedro, ¿qué Pedro?
• Bueno, ya sabes -se me vino el alma a los pies, me aturulle por la respuesta, que no me la esperaba para nada, fue un bajón de cuidado-, ya sabes, tu novio, el de la boda…
• ¡¡Ahhh, ese Pedro!!! – y empezó a reírse a carcajadas-. Vaya vocecita que has puesto cuando te he preguntado que Pedro -la cabrona no podía casi ni hablar de la risa-, perdona, perdona, era una broma, por supuesto que sabía que eras tú, pero es que no me he podido resistir…
• Eres una desgraciada, me lo has hecho pasar mal… vaya susto que me has dado so… so… ¡¡bruja!! -le dije también riéndome.
• Te lo mereces por tardar una semana en llamarme…
• Perdona rica, pero también podías haber llamado tú, digo yo, ¿eh?
• De eso nada, soy una chica decente que espera siempre a que el chico de el primer paso -soltó con recochineo.
• Si, claro, ya vi durante la boda lo que esperas tu a que el chico de el primer paso… -le devolví el cachondeo.
• Eso era diferente, en la boda no estaba con un chico, estaba con mi novio, y como era muy paradito no me quedo otra que atacarlo directamente si es que quería follar… Bueno, y dime, ¿te hace quedar para cenar…, por ejemplo, el viernes?, que así luego como el sábado no tenemos que madrugar podemos estar jugando los dos juntitos desnudos hasta las tantas…
• Joder Susana, me acabas de reventar el plan…
• ¿Qué plan?
• Pues cual va a ser, el de invitarte a cenar para camelarte y que acabásemos follando los dos como conejos en tu casa o en la mía, en la que mas cerca nos pillase del restaurante.
• ¡¡¡Uhmmmm!!!, con eso no contaba, no pensaba que cenásemos en un restaurante, mi intención era cenar en mi casa, no por ahí fuera, de ese modo ya te tenia en mis manos y si tu no te lanzabas, te pensaba violar aprovechando que te tendría en un sitio donde no te ibas a poder escapar.
• Bueno, para arreglar esto y quedar los dos conformes, podemos hacer una cosa, a ver que te parece. Quedamos a cenar en un restaurante que a ambos nos apetezca, yo invito, y después, tu te invitas a tomar la "última" copa en tu casa…
• Perfecto, me parece perfecto, tu invitas a cenar, y yo a la primera copa nada mas entrar a mi casa, y a la última después de que nos hayamos puesto las botas a follar los dos… buen plan, ¿no? -se rio.
• Bueno no, es un plan perfecto… fíjate si estaré de acuerdo con él, que en este mismo momento tienes dos rotundos síes, uno de mi cabeza superior, y otro de la inferior…
Después de esta sarta de burradas hablamos de varias otras cosas, incluida Eva, riéndonos los dos porque se la empezaba a notar frustrada pese a la buena cara que ponía. Ninguno de los dos le habíamos soltado prenda sobre "las noches" en la suite, salvo para decir que dormimos juntos la mas de a gusto y relajaditos. Ojo, que ni por un solo instante digo que a Eva la engañásemos en lo mas mínimo, que no, lo que la jodía y frustraba es que no soltásemos prenda sobre "los detalles". Sobre cualquier otro momento éramos de lo mas detallistas, pero sobre la suite y las noches, con tres o cuatro palabras pasábamos a otra cosa. Os confieso también que estuve hasta el viernes planeando como poder arrancarle a Susana un si a empezar a salir conmigo como pareja a ver qué tal funcionábamos, aunque fuese jugando sucio con ella, y conste que también por nuestra conversación era de lo más consciente de que yo no le era tampoco indiferente, otra cosa es ya el tratar de ir un paso más allá, que era de lo que no me encontraba tan seguro con respecto a ella. Salir y follar como amigos era una cosa, una relación mas o menos formal otra muy diferente, y aunque tenía fundadas esperanzas, no sabía realmente cómo se tomaría esta última opción.
El jueves por la mañana a primera hora, mi secretaria me tenia concertada una entrevista con un posible cliente en mi despacho, se trataba de un importante ejecutivo de una multinacional con sede en España, y confieso que no sabia muy bien que era lo que ocurría o que podía querer esa empresa de nosotros. Tras indagar un poco sobre mi contraparte en esta entrevista me olía a algo raro, el tío no me gustaba ni media, me había encontrado con demasiados rumores de que no era trigo limpio como para estar tranquilo. Yolanda me había pasado toda la documentación reunida sobre el maromo y esa multinacional el martes por la mañana, y contra más leía, menos conforme me quedaba y mas se encendían todas mis alarmas. Desde luego, cuando por fin llegó, en menos de un minuto me quedo muy claro que mi intuición seguía funcionando a la perfección, y de que los rumores posiblemente fueran completamente ciertos.
Lo primero que no me gusto es que nada mas entrar, ya lo hizo con el pie izquierdo, me trato con una prepotencia y una condescendencia que, si no le pegué dos ostias para sacarle después cogido por el cuello a modo de saludo por mi parte, es porque eso a determinados niveles se ve "mal", pero os garantizo que no fue por falta de ganas. Lo segundo que hizo, fue presentarme una oferta de compra de la empresa de lo más ridícula para "que se la trasladase" a los accionistas de la misma. Eso ya me indico lo que se había molestado ese imbécil en investigar la empresa o a mí, ya que en todo momento se dirigió a mi únicamente como al director gerente de la misma, que era "el puesto" que aparentemente ocupaba dentro del organigrama.
Cuando le dije que lo haría así, pero que ya le podía anticipar el no por parte de los accionistas. La verdad es que aparte de caerme el muy gilipollas como una patada en el culo como persona, me remato el que también el precio por el que pretendía comprar la empresa, más que escaso, resultaba incluso ofensivo. La oferta era del todo ridícula. Cuando le dije que le anticipaba el no, llegó la tercera estupidez, el muy cretino me ofreció una sustanciosa cantidad si hablaba en favor de la oferta, para luego terminar amenazando para que les dijese a los accionistas que, si no vendían por las buenas, se limitaría a contratar a casi todos los trabajadores que tenían para hundirlos. Obviamente, con nula sutileza dejo claro que ese casi todos era por mi… Después de esto, se levantó, y sin molestarse en despedirse, tan solo me soltó antes de salir, que ya sabía, si apoyaba la oferta tendría una bonita cantidad para mí, pero sino… bueno… que ya sabía a qué atenerme y que la cola del paro era muy grande. Lo que el prímula no sabía, ni sabia tampoco nadie, excepto mi secretaria para todo y mi abogado, es que en mi despacho tenia varios micros junto con tres cámaras con las que podía grabar aquellas entrevistas que estimase que podían ser problemáticas. Y desde luego, con todo lo que he contado de la mala espina que me daba, está la grabé.
Como ya expliqué, durante los tres años de mi enfermedad, me los pasé entre sufrimientos y una minuciosa planificación de mi vida una vez que todo eso pasase, algo de lo que no tenia la menor duda, porque de no haberlo hecho así me hubiese hundido del todo. Gran parte de haber salido adelante fue por el fuerte apoyo que recibí tanto de mis padres, familia y Eva. Cuando comencé con la empresa lo primero que hice fue hacerme con los servicios de un buen bufete, pero en lugar de querer contar con uno de los socios, decidí elegir a un joven abogado muy brillante y que tenían contratado como pasante en exclusiva para mis asuntos, en tres años gracias a mi apoyo le hicieron socio, algo que no fue gratuito, valía cada euro que pague al bufete por sus servicios y cada prima que él se llevó de manera independiente como si fuese un empleado mío más. Era de los que opinaban que toda casi toda ley por algún sitio tenía su trampa, y que era la jurisprudencia la que terminaba acotando los "huecos". Aclaro esto, porque gracias a él, por ejemplo, esto de grabar las conversaciones en mi despacho, era totalmente legal, había encontrado una brecha en la ley de protección de datos por la que nos escurrimos para poder hacer esto de manera legal pese a que la contraparte no tuviese consciencia voluntaria de ello. Obviamente, no voy, ni a decir, ni a explicar cuál es o en que consiste esa brecha.
Todo el jueves nada mas irse estuve llamando uno por uno a todos mis empleados, o al menos, a todos los que me dio tiempo. Continúe con los que me faltaban el viernes por la mañana, dejando para el final a mi secretaria y persona de confianza en la oficina. Yolanda era mi secretaria para todo, hacia de todo literalmente hablando (sexo no, mal pensados). Era secretaria, recepcionista, llevaba el peso de los contratos y compras relativos a la oficina y a las plazas de parking propiedad de la misma en el mismo edificio, etc…, valía cada euro que le pagaba. Me acuerdo que ese viernes llevaba prisa porque había quedado con Susana, pero me quedaba hablar con Yolanda, por lo que la llame para explicarla que iría un poco mas tarde porque me había surgido un problema que tenia que solucionar sin demora. Lo acepto, y simplemente me indico que, en lugar de ir a buscarla, me dirigiese directamente al restaurante. No hice mas que colgar, cuando Yolanda se asomo para decirme que se marchaba diez minutos antes que acababa de llegar su marido a buscarla… Le pedí que por favor pasase que tenia que hablar con ella, y que si le parecía bien entrase también su marido, porque el asunto concernía a su trabajo… Entraron los dos, mientras se sentaban me apresure a tranquilizarles…
• Primero de todo, que sepas que tu trabajo no esta en peligro ni muchísimo menos.
• Bufff, ya me habías asustado -me sonrió, cogiendo la mano de su marido.
• Segundo te aclaro, que hablemos lo que hablemos, y pase lo que pase, tienes asegurada tu prima correspondiente a las próximas operaciones que finalizan, que, si no recuerdo mal porque hablo de memoria, va a rondar en torno a los sesenta a setenta mil Euros dependiendo de la situación dentro de veinte días cuando finalice del todo y se hagan las cuentas tras impuestos -vi como ambos sonreían de oreja a oreja al escuchar las cantidades.
• Bien, entrando en materia. El gilipollas ese con el que me reuní ayer por la mañana, ha hecho una oferta por la empresa, me pidió que se la pasase a la junta de accionistas, e incluso tuvo a bien ofrecerme una bonita cantidad para que influyese en ellos para que vendiesen…
• Y los accionistas tras que les "preguntases" resulta que no quieren vender, ¿a qué no? -me pregunto socarrona sabiendo de sobra que el único dueño de la empresa era yo.
• Eso mismo -le sonreí-. El problema es que en ese caso ha amenazado con contratar a los empleados de la empresa, a todos, excepto a mí si no lo consigo, claro.
• Pues vaya lince… -se rio-.
• Si, sin duda. Pero me preocupa que os haga alguna jugarreta. No, escúchame, por favor -alce la mano para que me dejase terminar-.
• Se que me vas a decir, que no aceptaras. Te lo agradezco, pero quiero que cuando te hagan la oferta, que te la harán, la consideres. Si te interesa y crees que te favorecerá, que te den el contrato y llévaselo a Jorge al despacho para que te asesore -le expliqué-.
• Yo me quedo -me aseguró con firmeza.
• Creo que eso deberías de consultarlo con tu marido, quizá os interese más la oferta que te hagan… -con toda educación me interrumpió Daniel, el marido.
• Don Pedro, perdone que le interrumpa. Pero quiero aclarar que quien tiene que decidir es Yolanda y tiene todo mi apoyo decida lo que decida. Pero si me preguntase, mientras que supiésemos seguro que al frente de esta empresa seguiría estando usted, le diría de no moverse de aquí.
• Te lo agradezco Daniel, pero a tú esposa le digo lo que le he dicho a todos los demás compañeros, cada uno tiene que mirar por sus intereses, si le beneficia quiero que se lo piense. Lo que no quiero de ninguna manera es que os engañen, cualquier contrato que te den llévaselo a Jorge para que el le de un vistazo, te asesore e incluya algunas cláusulas para que no te puedan echar después a los dos meses dándote una, con perdón, patada en el culo y una mierda como indemnización...
• Esta conversación sobra, no tengo la menor intención de aceptar irme por mucho que me ofrezcan. No, déjame seguir -impidió que hablase, poniéndose seria y pasando a tratarme de usted-.
• Usted sabe tan bien como yo que si me voy ya no podría regresar, aunque solo fuese porque mi puesto más antes que después estaría ocupado por alguien, incluso ya desde el día siguiente. Se que estoy cobrando casi el doble de lo que me pagarían en cualquier otra empresa por el mismo trabajo, además de tener derecho a mi propia parte del bonus de prima por el negocio igual que cualquier otro miembro de la empresa. Y esto sabe de sobra que con mi puesto es algo que no encontrare en ningún otro lugar al que vaya por mucho que me prometan. De momento ya este año, a parte de mi sueldo, por lo que ya me ha dicho, me voy a llevar además cerca de sesenta mil euros en concepto de prima. Vamos, que de aquí y mientras usted sea el jefe, no me mueven ni arrastras…
• Vale, todo lo que has dicho me parece perfecto, pero, de todos modos, quiero que seas consciente que hagas lo que hagas, cuentas con mi apoyo y mi agradecimiento por estos años trabajando a mi lado.
• Jefe, cualquier contrato que me vayan a ofrecer, ahora mismo y por mucho que me den, sé que va a ser pan para hoy y hambre para mañana. Y ni de broma me van a hacer ganar lo que estoy ganando con usted, o las ventajas que tengo por estar aquí trabajando, como sin ir mas lejos poder acudir al abogado de la empresa para cualquier problema personal o tomarme los días libre que necesite sin dar más explicación que el avisar con tiempo de ello.
• Bueno, pero sabes que esto último no es así del todo…
• Se de sobra que eso es porque mi trabajo está bien hecho cuando corresponde, también porque si luego, en un momento puntual, me tengo que quedar más tiempo lo hago y también porque no abuso de ello. Pero del mismo modo sabe usted, que esto es algo que tampoco lo voy a tener fuera de aquí, por mucho que haga lo mismo que hago trabajando para usted. La decisión es obvia, es que vamos, no tiene ni discusión posible. Le repito, ese contrato, por muy bueno que sea, no me compensaría para nada lo que perdería a cambio…
Después de esto y despedirse, recogí mis cosas, marchándome hacia el restaurante donde había quedado con Susana. En lugar de irme con el coche, lo deje en el parking pidiendo un taxi. No pude por menos que sonreír a lo que dijo Yolanda, porque pensaba como ella, visto al prepotente que fue a negociar, también opinaba que cualquier oferta procedente de ese mamarracho seria pan para hoy y hambre para mañana, incluida la compra de la propia empresa para mí. Y digo la compra, en el caso de que hiciese una oferta que mereciese la pena considerar, y no la mierda, con perdón, de oferta que había hecho, que no llegaba ni al 75% de su valor real de mercado. Si hubiese tenido que apostar, lo habría hecho porque ese gilipollas me había investigado muy por encima, obtenido los datos de mis cuentas personales o de las más visibles al menos de mis propiedades, y poco menos que me considerase un muerto de hambre al que poder manipular ofreciéndome una bonita cantidad para ablandarle el terreno con la "junta de accionistas". Después de hablar con todos mis empleados, todos me habían dicho lo mismo, que, puesto que yo se lo pedía, le darían un vistazo a la oferta que les hiciesen antes de rechazarla sin paliativos y tirarla a la basura. Ninguno de ellos parecía dispuesto a dejar su puesto bajo ninguna circunstancia.
De nuevo gracias a mi abogado y al apoyo de Eva en su banco, si bien con que cualquiera con acceso interno del mismo teclease mi DNI aparecería la cuenta donde va a parar mi sueldo, mis domiciliaciones, etc, mis beneficios, mis activos financieros y la cuenta a la que estos se asociaban, iban por otro lado y se regia de otro modo. Era algo completamente legal que el banco aceptaba, hacienda tenia constancia y al pagarse religiosamente todos los impuestos tampoco tenia el menor problema, de hecho, los dos primeros años de este sistema me hicieron dos inspecciones fiscales pasadas con sobresaliente, por lo que hacienda tan feliz, y si, lo admito, en según qué o con que cosas soy un poco paranoico. Ojo, que, si alguien desde dentro del banco se pusiese en serio a revisar mis datos, los obtendría con mayor o menor dificultad, pero lo haría, claro que también Eva se enteraría de ello y de rebote yo, lo que no me haría la menor gracia. Después de eso tardaría segundo y medio en estar pidiendo explicaciones varios puestos por encima del de Eva, y que el que hubiese sido fuese rezando por estar bien anclado a su puesto y tuviese una buena razón para ello, porque de poder, me cobraría su cabeza sí o sí. Para que entendáis por qué en realidad me preocupaba bastante poco el que mis empleados se pudiesen marchar, os diré que en veinte días terminaban varios contratos de inversión por valor de unos sesenta millones que nos serian reembolsados. Si todo iba bien, la recompra de acciones por parte de las juntas directivas sería un hecho, lo que nos dejaría la bonita cantidad de unos quince millones y pico aproximadamente de beneficios. De estos millones aproximadamente tres y un pico alto se irían en primas para los 29 empleados y Jorge, el abogado. Este año, del resto de los beneficios, un millón seria para mí y el sobrante tras los impuestos, que tampoco se pagaba tanto como pudiese parecer a primera vista, iría directo a la reinversión en la empresa para seguir trabajando y poder ampliar aún más la cartera de clientes.
Llegue al restaurante justo a la vez que Susana, ambos nos bajamos del taxi a la vez, pareció que nos hubiésemos puesto de acuerdo. Durante la cena el tema trabajo salió a relucir, pero tan solo de pasada, yo le comente un par de cosas, obvio que ni que yo era el dueño de la empresa, ni la oferta que me habían hecho para comprármela, y ella por su parte, me hablo del viaje pero sin entrar en detalles, más allá de su horario y dejarme claro que salvo dormir, no había tenido tiempo libre para nada más. Después de cenar, pedimos un taxi y nos marchamos directamente a su casa, ya en el ascensor comenzamos a besarnos como dos desesperados, o por lo menos por mi parte, que según se cerraron las puertas me lance a por ella como un lobo hambriento. Fue cerrar la puerta de su casa y comenzar a desnudarnos el uno al otro, dejando un reguero de ropa desde la entrada a los pies de su cama. Por cierto, que como ya venia siendo habitual con Susana, se las apaño para que acabase tumbado sobre la cama con ella encima. En esta ocasión, no quiso ni caricias, ni besitos, ni como ella mismo me dijo, otras zarandajas, quería polla, polla y mas polla… Se la enfundo hasta el fondo a los tres segundos de estar sentada sobre mi….
CONTINUARA