La boda 1: Interludio

Continuación de; el congreso, los meses hasta la boda.

Me he encontrado con una buena acogida, que no esperaba y quería dar las gracias de corazón, a todos los que habeis tenído a bien leer los relatos que he publicado, más aún a los que los habeis valorado y comentado, tanto aquí como por correo. Me dá animos para seguir en algo en lo que estoy en pañales, espero mejorar con el tiempo y que os sigan gustando. J

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Durante los meses siguientes, mi relación con Olga fue en picado, principalmente por mi culpa. Empecé a por pedir traslado provisional a un turno de trabajo que implicaba estar el sábado por la mañana, por lo menos 2 fines de semana al mes, lo justifiqué ante Olga diciendo que me lo había cambiado la empresa durante unos meses; pero la verdad es que después del congreso salíamos a bronca diaria y ya no era solo por los celos, cualquier cosa nos enfrentaba, así que los días que yo no bajaba ella tampoco subía.

Durante esos fines de semana, que yo me quedaba en mi destino, ella salía con nuestro grupo de amigos en el que la mayoría eran parejas. Cuando quedaba algo más de un mes para la boda, en uno de los fines de semana en los que bajé, Julián uno de mis mejores amigos, después de contarle que no creía que lo de Olga tuviera futuro, me comentó que Olga y David estaban empezando a tontear, cuando yo no estaba, vamos que se hacían miraditas y solían andar juntos. Le pregunté si pensaba que estaban liados y me dijo que, seguro que no porque David era un tío legal, pero que si cortábamos, no creía que fueran a tardar mucho. De hecho, así pasó no tardaron una semana en liarse, eso me lo contó Olga 15 años después tomando unas cañas, porque oficialmente tardaron, en anunciarlo, tres meses y en dejarlo otros 3.

David era el hermano de Ana, la novia de Pablo, otra pareja del grupo con quien me llevaba bastante bien. Se había integrado en el grupo un año antes, después de cortar con la que era su novia. La verdad es que era un tío guapo y con buena presencia, algo tímido y tristón al principio, pero la tristeza se le fue pasando. Yo sabía que le gustaba Olga porque lo había pillado alguna vez mirándola; pero era la primera noticia que tenía de que a Olga le gustase él. Por un lado, me mosqueé, a nadie le agrada que le poden la hierba bajo sus pies, pero por otro me alivió un poco. Sabía que íbamos a terminar más pronto que tarde y esto me daba la posibilidad de que el final fuese algo menos traumático para ella, porque yo ya lo tenía claro, aunque cuando luego pasó, lo pasé mal.

El detonante final, como es lógico, fueron los celos. Una par de semanas después de mi conversación con Julián, Ana una amiga la infancia (con la que Olga había tenido sus más y sus menos, porque decía que era muy cariñosa conmigo, lo que era lógico siendo amigos íntimos, desde los 5 años) pasó por mi destino el domingo, me llamó y comimos juntos, aprovechando que no estaba Olga por allí. Le conté muchas cosas de las que me habían pasado y me aconsejó que no esquivase el problema y cogiera el toro por los cuernos.

Pero no fue necesario, al día siguiente, recibo una llamada de una Olga colérica acusándome de haberme liado con Ana. Según ella, se la había encontrado por la calle y “le había faltado tiempo” para contarle que había comido conmigo el día anterior y que por la cara como se lo dijo, seguro que me la había follado y luego me puso como un trapo sin atender a razones. Intenté calmarla, lo intenté por todos los medios. Le conté exactamente como se había desarrollado la comida. Pero no me creyó y me exigió que fuera a verla amenazándome con contar historias que no vienen al caso. Me cabreé tanto que cogí el coche, me planté en su casa y dimos por finiquitada nuestra relación con una bronca de aúpa.

Los días siguientes fueron horribles, tenía cargo de conciencia ¡A buenas horas! Algo de celos, porque sabía que Olga iba a caer en brazos de David, como así fue. También tenía ratos de alivio, por fin habían terminado las broncas y los celos, pero sobre todo tenía dudas, no tenía claro si me había precipitado ¿Y si me había tirado al vacío sin paracaídas?

Mi vida hasta ese momento había sido la vida de cualquiera que nace en un pueblo no muy cercano a la capital de provincia, donde está la universidad. Cuando llegué a la capital creía que había dado un salto grande al salir del entorno rural, era muy joven e iluso, primero porque una capital de provincia mediana es un pueblo grande en muchos aspectos y segundo porque despreciar como despreciaba el entorno rural, es una estupidez que se cura con la experiencia. Cuando mi trabajo me obligó a viajar y sobre todo a trasladarme a un entorno desconocido y más poblado que en cualquier sitio que hubiese estado antes, me encontré con una cantidad de argumentos, opiniones, actitudes sexuales distintas, sensibilidades y muchas más cosas nuevas para mí. Por lo que romper con Olga también era una forma de abrir la jaula, pero sentía vértigo.

Llevaba unos días regular, sin dormir de todo bien y no había llamado ni a Raquel, ni a Miguel para contárselo. La llamé primero a ella por avisar que Olga no vendría a la boda, porque solo faltaban dos semanas, y al contarle mi ruptura - ¡Por fiiiiiiiiiiiiiiiiiin! te has librado de esa bruja piruja que ya sabes que me caía como el culo - soltó sin el más mínimo tacto (a ella nunca le gustó Olga, amenazaba con que el día que me casase con ella iría de luto ) por lo que estuve a punto de mandarla a paseo, pero se disculpó enseguida por su falta de tacto y se centró en que tal estaba yo.

También le conté el tema con David y me dio una charla pseudo-psicologica, sobre que mi problema era más el miedo a soltar lastre que realmente una sensación de pérdida o celos, cuando ya sabía hacía semanas que aquello no tenía futuro. El tratamiento no terminó ahí, al rato me llamó Miguel y me dio el coñazo otro rato, aunque la verdad fueron más pullas que argumentos y como siempre consiguió que terminásemos la conversación con risas. Lo dije y lo repito tengo los mejores amigos del mundo.

Aunque más animado, todavía me duraba algo bronca con Olga, nos habíamos hecho muchos reproches y algunas cosas todavía dolían. Pero nunca he sido de dar demasiadas vueltas a las situaciones y al día siguiente, después de la primera noche tranquila, cuando al levantarme y mirarme al espejo me reencontré con mi habitual sonrisa, salí a la calle con otra actitud, me concentré en el trabajo y en hablar con mis compañeros que ya me habían dicho que estaba un poco tristón, al final la mañana se dio muy bien, me encontraba bastante recuperado, volvía a bromear y a ser zalamero con las secretarías, unas señoras encantadoras, muy profesionales, con las que daba gusto compartir el café de media mañana cuando estaba en la oficina. Entre ellas estaba Lucía mi compañera a la que intento engatusar Olga y la única que sabía mi ruptura con ella en la delegación.

La semana se terminó de arreglar ese mismo día, ya que recibí llamada de Ivette diciéndome que, sabiendo que me había quedado sin novia, se ofrecía para ser mi pareja en la boda, si me apetecía. Por supuesto le dije que sí, después, me conminó a salir a ligar por ahí para despejarme y me prometió sorpresas para la boda. Luego estuvimos bromeando un rato y echando unas risas hasta que nos despedimos.

La verdad es que Ivette tenía razón, durante el periodo de tiempo que pasó entre el Congreso y mi ruptura con Olga, los fines de semana que me había quedado en mi destino los había destinado a descansar, pero ni un solo día había salido a tomar una copa. Ya iba siendo hora de que conociese la marcha de mi nuevo hogar. Llamé por teléfono a un compañero de mi edad que siempre me insistía para salir. Se llamaba Fidel, era de mi altura, bastante gordito y con cara de salido, simpático y agradable pero siempre terminaba por meter la pata con las tías. Tampoco es que tuviese mejor opción así que quedé con él esa noche para cenar y dar una vuelta.

No sé cómo serán ahora los jueves en una ciudad eminentemente universitaria, puedo decir que en los 90 era el día con casi más marcha de la semana. Chicos y chicas de edades comprendidas entre los 17 y los 30 o más atestaban los locales de copas de la ciudad hasta altas horas de la madrugada.

Nos metimos en aquella vorágine juvenil a la cual yo ya no estaba acostumbrado, después de unos años en pareja y saliendo en plan tranquilo. El primer pub como decía mi amigo era de calentamiento, nos tomamos una copa un poco apretujados por la gente, mientras intentábamos hacernos al ambiente, por lo menos yo porque a Fidel se le veía más suelto.

Seguimos la noche y después de un par de pubs en los que Fidel entró a un par de chicas con escaso o ningún resultado. Llegamos a uno más grande en el que después de pedir unas copas en la barra Fidel me comunicó que se iba de caza que si le hacía de escudero. Al principio le fue regular, pegamos la hebra con un grupo de chicas que ya lo conocían pero que estaban demasiado buenas para él. Yo fui simpático, agradable, pero sabía que ahí no tenía posibilidades esa misma noche. Así que cuando pude me acerqué a la barra a pedir otra copa y me quedé un momento mientras Fidel seguía con el grupo y no dejaba de dar la tabarra.

  • ¡Joder con Fidel! Ya está dando el coñazo a las chicas como siempre- dijo una voz de mujer conocida a mí izquierda. Al voltearme, me encontré con Lucía, una de las secretarías de la delegación - Lucía como tú por aquí - le dije mientras me giraba para darle dos besos - pues nada que se ha empeñado mi marido en salir un rato y aquí estamos, menos mal que me he traído a mi amiga Paula - explicó mientras señalaba a los servicios donde se veía a su marido esperar en la cola del baño y se giraba para atraer a una chica de mi edad, con la piel muy pálida, pelirroja, con los ojos verdes, más baja que yo muy bien proporcionada y con una bonita cara, con pinta de inocente.

Después de las presentaciones, me enteré de que Paula era también compañera nuestra y acaba de entrar en la empresa por lo que estaba haciendo un curso de formación en nuestra delegación antes de incorporarse a la principal delegación del sur del país. Nos caímos muy bien enseguida, claramente nos gustamos ambos y para cuando Fidel regresó mascullando su fracaso (las chicas se iban y habían pasado de él) nos encontrábamos en una divertida conversación que Lucía se encargó de que continuase cogiendo a Fidel por banda e integrándolo en una conversación que tenía con su marido.

Llevábamos un buen rato hablando cuando Lucía, su marido y Fidel que parecía un poco depresivo después del batacazo que se había llevado dijeron que se iban a casa, nosotros decidimos quedarnos un rato más. A partir de quedarnos solos, cambió el tono de la conversación, empezamos a tontear descaradamente, bailamos un rato, se rozaba que daba gusto, yo tampoco me corté, acariciaba lo que podía sin ser excesivamente descarado y le pegaba bien mi rabo en cuanto tenía ocasión.

Al rato volvimos a la barra que estaba atestada, me puse detrás de ella porque no había sitio y entonces fue ella la que empezó a restregar su culo contra mi endurecido paquete mientras tratábamos de pedir. La cogí de la cintura, aparté su pelo y acercando mi cara como si fuese a decirle algo al oído, le besé el cuello. Su reacción fue voltearse y comerme la boca casi con desesperación, cuando separamos nuestros labios me sorprendió - ¿Y si se entera mi marido? - dijo con cara de excitación, yo me había fijado y no había visto alianza por ningún lado pero, aunque hasta entonces no me sentía cómodo con ponerle los cuernos a un marido ausente, y como me había puesto muy burro le respondí con otra pregunta - ¿Y tiene que enterarse? - por toda respuesta volvió a besarme, me cogió de la mano y recogiendo nuestras cosas salimos del local.

  • ¿En tu casa o en la mía? - pregunté con un poco de sorna - ¿Tienes coche? Es que desde que me casé no he vuelto a hacerlo y me encanta - respondió - ¿Y qué es lo que te encanta de hacerlo en el coche? Porque cómodo no es precisamente - le dije en plan broma - la posibilidad de que nos pillen - me dijo con cara pícara. Yo sabía, por comentarios de Fidel, donde se encontraba uno de los “picaderos” más habituales de la ciudad así que mientras íbamos para allá, iba pensando en el polvo con Ivette en el balcón y en como provocar una situación parecida con Paula.

Conforme llegamos el sitio estaba bastante concurrido, muchos coches moviéndose, más o menos, después de mirar dónde ponernos, encontramos un sitio, del que salía un coche, que parecía discreto y allí me metí. Creo que ella no se había dado cuenta, pero yo vi un par de mirones por la zona escondiéndose, sin decirle nada cerré el seguro, empezamos a besarnos, a meternos mano y nos fuimos quitando la ropa hasta quedar desnudos. Me cogió la polla y diciendo - mmmm Que bien huele… mejor sabrá - se la metió en la boca con hambre y comenzó una mamada desesperada, ensalivaba mi polla y luego se la metía en la boca, alternaba mamadas profundas con momentos en los que usando labios y lengua se aplicaba con mi frenillo lo que me puso al borde del orgasmo, la pare y la besé.

Tumbé su asiento y me pasé a su lado besándole todo el cuerpo hasta bajar a su coñito que me comí con delectación. Ella gemía cada vez más alto hasta que empezó a pedirme que se la metiese de una vez, cuando me incorporé para empezar a clavársela, levante la cabeza y como a 5 metros del coche vi a un viejo con la polla fuera mirándonos con cara de salido. Le restregué bien mi polla por su coño antes de metérsela - Por favor métemela ya, no aguanto máááááááááááááááááááás - suplicaba justo cuando me introducía en su interior, volví a mirar disimuladamente y vi como el viejo se había acercado, ella todavía no lo veía, entonces empecé a bombear primero suavemente y luego conforme el cuerpo de Paula me iba indicando subí la intensidad.

Estuve dándole un rato, ella permanecía con los ojos cerrados o semicerrados, pero cuando aumenté el ritmo, los abrió de golpe - Nos está mirando - dijo bajito mientras yo seguía dándole - nos esta mmmm   mirandooooo mmmm- seguía pero no daba señales de querer parar - si quieres paro - le dije arriesgándome mucho, pero sus ojos me decían que no se iba a negar -noo noooo nooooo pareeeeeeees- gimió y dirigiéndose al viejo en voz alta mientras yo le daba todo lo que podía  - mmmmmm... mira… miraaaaa….miiiiiraaaaaa como me follllaaaaaaaa - siguió diciendo hasta que se corrió de forma explosiva, provocando mi orgasmo que la inundó completamente quedando los dos exhaustos. Cuando me recuperé miré a la hacía la ventanilla donde suponía que estaría el viejo, pero solo encontré un manchurrón de semen en el cristal.

Como excusa le dije a Paula - lo siento, no sé qué me ha pasado - haciéndome el inocente - ¡Puffff! No lo sientas, nunca me había corrido así y si hubieses parado te hubiese matado - dijo con una risita. Nos limpiamos con unos pañuelos de papel y la llevé a su hotel. Antes de dejarla me hizo prometer que intentaríamos repetir la experiencia en el tiempo que le quedaba en la ciudad, pero, aunque follamos bastante, varias veces en el coche, no volvimos a cruzarnos con ningún mirón tan atrevido. Me despedí de ella el miércoles siguiente ya que terminaba el curso y volvía a su destino, pero conservamos una buena amistad.

La semana anterior a la boda fue un poco caótica, lo que provocó un retraso en mi llegada así que cuando llegué me encontré….

CONTINUARÁ