La boda (1)
Como una aburrida boda de trabajo, me dio pie a realizar una fantasia
La boda.
Mes de julio de 2016, calor en Madrid, 13h de la tarde, el escenario ideal para ir de boda, y encima de un compañero de trabajo de mi esposo al que ni siquiera conozco personalmente. En fin, tendré que ir.
Parece que mi marido se estira un poco esta vez, y coge habitación en el hotel donde celebran el banquete, al menos podre beber unas copas sin tener que coger el coche como siempre me toca en estos eventos. El hotel en la misma castellana, buen hotel, podremos disfrutar del fin de semana solos.
El día de la boda salimos pronto para Madrid, peluquería hecha casi de madrugada y un vestido veraniego para el camino. Llegamos al hotel, parking en el interior, todo muy lujoso a nuestro alrededor al llegar al hall.
Accedemos a nuestra habitación, sencilla pero con acabados que delatan la categoría de cinco estrellas del lugar. Vistas a los jardines donde al parecer va a tener lugar el coctel antes de la comida.
Por fin las maletas… mi marido anda nervioso pues yo aún no tengo el maquillaje para la boda. Comienzo a maquillarme frente al espejo en el escritorio de la habitación. Sentada solo con el tanga que llevaba en el camino. Mi marido se sienta en la cama viendo un poco la televisión esperando la hora para vestirse él. Se tumba en la cama y noto como realmente me mira a través del espejo clavando sus ojos en mis pechos. Veo como su polla empieza a estar morcillona.
- Que miras – pregunto
- Lo buena que estás.- me dice. -Con el corsé vas a estar maravillosa.
- Lo sé. – me rio con mis palabras.
Por fin termino de maquillarme. Comienzo a recoger todos los maquillajes que tengo desperdigados por todo el escritorio. Mi marido esta con la camisa abrochada y calzoncillos. Sus calzoncillos blancos dejan casi ver todo el perfil de su polla morcillona aún. Me quito mi tanga bastante malogrado del viaje en el coche y la visión de mi chico observándome a través del espejo como un voyeur a través de la ventana. Voy al baño a darme un pequeño retoque en las pestañas pues se ve mejor con esa luz. Noto como mi marido se pone tras mío y aprovecha mi inclinación para pasar su dedo corazón entre mis piernas, separando mis labios humedecidos y hundiéndolos a su paso, recorriendo por encima mi ano, subiendo hasta salir por mi espalda.
- Vaya, estas mojadita
- Si pero no hay tiempo, respondo. Ya tendrás tiempo después.
- Uhmmmm, pero es que ahora mismo te daría una sorpresa contra el lavabo …
- Calla, que me vas a poner más caliente aun.- termine por decir mientras me retiraba.
El modelito elegido era una falda de tul hasta la rodilla, con unos tacones de infarto que seguro me darían la tarde. Para la parte superior, un corsé estampado precioso, que me hacia un busto de infarto como comprobaba en las miradas de mi marido mientras se intentaba hacer el nudo de la corbata.
Cogimos un taxi que nos acercaba al lugar de la ceremonia, saludos, nadie conocido por los alrededores y una certeza: me iba a aburrir muchiiiisimo. Pasada la ceremonia, vuelta al hotel para el banquete.
Ya en el coctel que se celebraba en el exterior, cuando el sol caía sobre nosotros a las dos y media de la tarde, mi marido empezaba a hablar con compañeros siempre con una cerveza en la mano. Yo me decanto por los vinos blancos en estas ceremonias, parece un poco más formal, pero también me desinhibe un poco antes, lo cual casi lo necesitaba. Pues me tome alguna que otra copa de lambrusco mientras hablaba con alguna que otra chica desparejada. Un chico se acercó con una copa de lambrusco hasta mí, invitándome a cogerla. Se presentó como compañero del novio, y por lo tanto de mi marido aunque ese extremo él no lo conocía cuando se acercó a flirtear conmigo, ante la soledad que me producía las conversaciones eternas de trabajo de mi pareja. Era un chico guapo, moreno, pelo casi rapado. Los ojos loso tapaba con unas gafas de sol a la moda de ese verano y el traje perfectamente rematado con una pajarita a juego. Tras unas primeras palabras de acercamiento mutuo, yo notaba su mirada en mi escote incluso bajo esas gafas oscuras. Estando en esa situación, se acercó mi chico a buscarme para presentarme a no sé quién, cosa que no me hacía gracia y se sorprendió que hablara con Fernando, mi nuevo amigo. Fernando pareció no sorprenderse mucho cuando descubrió que era mi marido y me despidió con un “en el baile te veo”, mientras me alejaba de la mano de mi esposo.
Cuando por fin bajamos a los salones del hotel para la comida, notaba que el vino había hecho su trabajo en mi cabeza y me sentía alegre, después de todo podría no aburrirme.
Todo muy decorado, amplio luminoso y me di cuenta que en el salón apenas íbamos a ser unas 50 personas, la mayoría amigos de los novios y compañeros y familiares del novio, pues la chica era nórdica y no aportaba muchos invitados, y en la lista de mesas donde sentarme, no había ningún Fernando. Vaya, ni por esas. Estábamos sentados con otras dos parejas y un par de chicas, que quizá fueran pareja también.
Al sentarnos y saludarnos, vi como Fernando se sentaba en la mesa de al lado nuestro, con unos cuantos chicos y chicas más, que seguramente conformarían la mesa de los sin pareja, apenas 7 personas. Al sentarse, levanto la copa mirándome, con el claro gesto de brindar conmigo.
La cena paso entre platos y vinos y conversaciones cada vez más triviales pero a la vez entretenidas de unos casados que cada vez tenemos menos batallitas que contar, pero que cuando las tenemos, sabemos aprovecharlas.
Llegó el momento del baile y de la barra libre en el salón. Unos cuantos temas bastante movidos hicieron a mi marido de moverse un poco más de lo habitual, ayudado por las bastantes copas que al parecer había ingerido hasta el momento. Sin darme cuenta, fue a la barra a por otra copa, y allí empezó todo.
Un compañero de trabajo lo secuestró en la barra, cada uno con su copa, apoyados en ella y de espaldas a la pista donde todos bailaban una música bastante dance lo cual se agradecía. Allí sola, con un mojito en mi mano, moviéndome al son de la música, vi cómo se acercaba Fernando,
- Una lástima no haber coincidido en la mesa- dijo a mi oído por el ruido
- No lo creo- dije
- ¿Por qué dices eso?
- Pues porque así no tendrías nada que contarme ahora. - Y reímos
- Soy un chico con bastante conversación-
- Me gusta eso en un hombre. –
Y me puse a bailar al ritmo de una canción que conocía, ante la atenta mirada de mi nuevo amigo.
La música derivó a la música latina, salsa podría ser, pero no estoy segura, cuando Fernando me cogió de la mano.
- Baila conmigo. Me dijo
- No se bailar nada de esto. -Le confesé al oído pero a voces prácticamente.
No me soltó la mano, dejo su copa y la mía en una mesita que había dispuesta para ello, y comenzó a bailar de forma bastante sensual, como correspondía a la música, o al menos a mí me lo parecía. Empecé a moverme a su ritmo y con los pasos que él intentaba hacerme seguir. En cada vuelta que me daba, veía como mi marido estaba ajeno a este baile y también como su mano se ajustaba a mi cadera que en alguna ocasión se introducía entre el corsé y la falda. Seguimos bailando un ratito más. Necesitaba ir al baño y Salí del salón. Fernando salió tras de mí. Entre en el lavabo de señoras donde había más chicas, seguramente de otra boda en algún salón adyacente y Fernando en el de chicos.
Cuando salí, Fernando estaba esperándome fuera.
- ¿Nos sentamos un poco aquí fuera? – me preguntó
- Solo un poco-
- ¿Y tú marido?
- Pues no tengo idea. Le dije.
- Pues aprovecho para decirte que estas muy buena ahora que no me oye .- y rio
Le seguí un poco el juego en la conversación, pero realmente me gustaba hablar con él y también él estaba muy bien, y se lo hice saber.
Entramos de nuevo al salón por indicación mía, y me cogió de nuevo de la mano y me llevo a bailar. Mi marido no estaba en la barra pero no lo podía ver me deje llevar por Fernando a la pista y allí comenzó a bailar de nuevo. Se acercó a mi oído y me dijo bastante alto de nuevo
- Me encanta tu escote, lo que daría por tocarlo. -Y se retiró no esperando respuesta
Seguí bailando, pero ahora me movía de forma más sensual para él. Sus palabras y el alcohol me hacían casi estar cachonda allí, en el salón. Con el marido en algún lugar que desconocía pero que no iba a buscar. Estaba pasándomelo muy bien. Algún que otro baile más y vi aparecer a mi marido con el novio y otro compañero. Y olvidándose de mí fueron a la barra.
- ¿Quieres verlo? – dije en voz alta a Fernando aunque nadie pareció escuchar.
- No te entiendo – me dijo.
- Espérame fuera.- y me dirigí a la barra.
Me acerque a mi marido y le pedí un mojito. Se lo pidió al camarero y me lo entrego. Ç
- ¿Qué tal lo pasas? – me dijo
- Bien, no te preocupes, he encontrado con quien hablar-
- Estupendo.
- Cariño, voy a salir a sentarme fuera un ratito que estoy cansada. Ahora vuelvo
Asintió, chocando su copa con mi mojito. Me dirigí a la puerta con paso lento, recreándome en cada paso con mi cintura, moviendo el tul de la falda. Nadie me miraría, pero yo me sentía observada y me encantaba. Al salir, mi amigo estaba sentado en el sofá del hall de entrada a los salones, donde apenas algunas personas entraban y salían de los baños.
Volví a preguntar a Fernando, ahora con más silencio a nuestro alrededor.
- ¿Quieres verlo’?
- ¿Qué quieres que vea? Me dijo
- Mi escote. Quieres que te enseñe mi escote.
- ¿En serio? ¿Me lo enseñarías? - me dijo esta vez al oído
Esta vez le cogí yo al de la mano. Las personas que había allí, no nos conocían a ninguno de los dos, por lo que no les extrañó a ninguno, cuando salimos por la puerta que se dirigía al parking.
Nada más pasa el primer descansillo de la escalera que bajaba, pare. Me di la vuelta dándole la espalda.
- Baja la cremallera del corsé-
Nada más decirlo, note su mano en mi hombro sujetándome la parte superior de la cremallera mientras con la otra bajaba despacio hasta desabrocharlo completamente y que si no fuera por estar sujetándolo con mis manos en el pecho hubiera caído a mis pies.
Me di la vuelta quedándome frente a él y subí al escalón en el que él estaba y frente a él, esta vez lo dejé caer dejando mis pechos a la vista. Bastante hinchados, casi necesitados de salir del corsé, con mis mesones duros apuntando a mi compañero de escalera que callado no dejaba de mirarlos.
- Tócamelas.- le pedí
Ambas manos se dirigieron a ellas masajeándolas bastante pausado, como si no estuviera agobiado con la situación. Se recreó en sus masajes circulares poniendo mis pezones aún más duros si cabe. Empecé a suspirar en cada pasada de sus dedos por mis pezones. Mi mano se dirigió a su entrepierna y agarre su bulto del pantalón, estaba duro lo que pude palpar. El siguió ahora agachándose hasta lamer mis tetas. Ahora mis suspiros eran casi jadeos. Le abrí la cremallera y volví a meter la mano por ese agujero, notando ahora solo cubierto por el calzoncillo su polla. Acaricie por encima simulando masturbarle por encima de la tela.
Volví a bajarme de escalón y ahora sí, desde una posición más cómoda para ello, le saqué aquello por la cremallera, metiéndola directamente en la boca, comenzando a mamársela de forma bastante rápida.
- Quiero que te corras en mis tetas- le dije
Déjame follarte – me replicó.
Quizá en otra ocasión, - le dije.
Mi trabajo oral, surgió un rápido efecto sobre aquella polla que sin ser nada fuera de lo normal estaba bastante bien. Pase a masajearla con mis tetas, metiéndola entre ellas y empezando a subir y bajar por su polla, de la que se podía ver el glande muy oscuro e hinchado.
Unos segundos después, varios chorros de semen golpeaban mi pecho y mis tetas entre los jadeos de Fernando, con mi mano en su polla, restregué los chorros por mi abdomen a modo de crema
Solo era la primera parte de mi fantasía.
Fernando fue a limpiarme caballerosamente, pero le paré. Ponme el corsé, le dije, y mientras me sujetaba el frente, el subía la cremallera que minutos antes anhelaba bajar. Apenas un par de chorros de pre seminal brillaban en el escote, cuando el resto del semen quedaba tapado y notaba como incluso con el corsé apretado, bajaba entre mis tetas e incluso llegaba a mi ombligo.
Subimos la escalera, y Fernando entro en el baño. Yo entre directamente en el salón y busqué a mi marido, que encontré sentado en una mesa con algún compañero. Le levante de la mano y le saque a la pista. Quería que oliera el semen de su compañero saliente por mi pecho, lo besé, quería que notara el sabor de la polla de su compañero que volvería a verle el lunes, conociendo a su mujer.
Nos despedimos de los novios poniendo rumbo al hall de la entrada, donde estaba Fernando hablando con otro chico. Al pasar, le di dos besos y mi marido se despidió de él.
- Muy agradable Fernando. Dije
- No he hablado con él nunca. - Contesto con una voz que delataba su exceso de alcohol.
Subimos al ascensor que nos llevaba a la habitación. Por el pasillo volví a besarlo, con pasión, metiendo mi lengua por toda su cavidad, jugando con su lengua la lengua que había pasado por otra polla apenas hacia una hora.
Llegue a la habitación y me quite la falda. Quede ante el en tanga y corsé, subida aun a los tacones.
Él se desnudó rápidamente mientras yo quede tumbada en la cama viendo como su flácida polla se acercaba a mí. La metía en mi boca que yo despacio estiraba entre mis labios, para volver con la boca abierta a meterla hasta que mis labios chocaban con su cuerpo para volver a cerrarlos y estirar hasta sacarla de mi boca. Poco a poco aquello tomo conciencia y empezó a endurecerse para en poco tiempo era el el que me sujetaba la cabeza para follarme la boca a toda velocidad…
Segunda parte de mi fantasía, me retire de rodillas en la cama dejándole empalmado y poner mi culo a su disposición, mientras le pedí que me quitara el corsé. Lo hizo, y por segunda vez lo vi caer ante mí en apenas una hora, sobre la cama, bajo mis tetas que ahora colgaban casi hasta tocar la cama, apenas se notaban los chorros de semen secos, algo más en la tela interior del corsé, pero no lo retire. Quería que mi marido me follara con el semen de otro aun rebozado por mi cuerpo. El alcohol hacia aun mella en mi chico, apenas hablaba y su polla fue directamente a mi coño en la posición que estaba. Agachada en la cama, el de pie al borde de la cama y penetrándome a un ritmo ni muy rápido ni muy fuerte. Aproveche para llevarme el corsé a mi cara y olerlo, inmediatamente me llevo a un orgasmo intensísimo que me hizo gritar de placer sin celo alguno de que alguien me escuchara, casi inmediatamente mi marido me dijo que se corría, y me di la vuelta rápidamente para recibir en mis tetas la segunda corrida, bastante más abundante que la primera, más densa, golpeo en mi cara cuello y pecho, para acto seguido rebozarlo por mi cuerpo.
Así, llena de semen, desnuda, me quede dormida a eso de las 10 de la noche, claro, desperté en medio de la noche…