La Bienvenida (Paseo alternativo)

Una pareja disfruta a tope del sexo, no solamente en su casa sino también en un centro comercial, en pleno verano y con un bochornoso calor.

Los ojos en blanco; sumida en un movimiento frenético que me hace retorcer de placer. Los últimos coletazos de un orgasmo conjunto y la respiración agitada que llena el silencio de la habitación. Me encanta que me despiertes de esa manera...salgo de la habitación y me doy un baño. Vuelvo y ahí estás, dormido y con una expresión de satisfacción que todavía te dura. Decido devolverte el favor. Dejo escapar una lengua atrevida de mi boca, quien sin más preámbulos va a buscar lo que tanto conoce. Recorre tu miembro en toda su extensión, despacio se detiene en cada centímetro de la suave piel dejando la huella brillante de saliva. Ya estás despierto, pero no abrís los ojos, seguís disfrutando. Mi lengua y una leve masturbación te tienen envuelto en un estado de éxtasis.

Me coloco encima tuyo, lentamente... te voy a hacer enloquecer de deseo. Sigo sin apurarme. Apenas te rozo. Juego con tu pene (vos sabés cuánto me gusta jugar). Me deleito con el cosquilleo que me hace sentir en el clítoris. No amor, no quiero que me penetres todavía. Sigo usándote para masturbarme. El corazón se me acelera y una electricidad me recorre íntegra, los gemidos se hacen más fuertes, no puedo controlarme, se convierten en casi gritos. Orgasmo. Ahora sí, lo siento, no pude evitar hacerme un regalo a mí también. Ahora soy toda tuya, te toca a vos. No se te hace difícil penetrarme, estoy empapada, en un abrir y cerrar de ojos estás completamente adentro mío. Lo resto se resume en una cabalgata desenfrenada para que acabaras dentro mío. Descanso.

-¿Qué hacemos hoy?- decís. Salgamos, necesitamos tomar aire -.

Verano en Buenos Aires, la humedad es insoportable. Hasta la mochila para transpirar más que nosotros en pleno acto. El centro de la ciudad es un pandemónium.

Fue mala idea - Sí, ya lo creo - digo con un incipiente malhumor que se hace cada vez más evidente.

Nos refugiamos en una galería que por suerte tiene aire acondicionado, mientras tomamos agua empezamos a besarnos. Pongo mis manos en tu nuca, te quiero más cerca. Siento tus dedos en mis rodillas, los cuales tímidamente van subiendo por mis muslos. Abro las piernas entregada a tus caricias. Te deslizas esquivando la ropa interior, la corrés a un costado y metés dos dedos en mi vagina. Los movés dentro mío con una maestría envidiable. Me muerdo los labios, sólo vos sabés cómo darme placer de esta manera.

Empiezo a acariciarte por arriba del pantalón hasta que la erección es más que evidente, te lo desabrocho y meto mi mano dentro. Quiero hacerlo ya. Me empujás contra la pared y sin más preámbulos me penetras. Se siente perfecto. Lo hacés fuerte, rápido. Hacés que ponga los ojos en blanco cuando llegás hasta el fondo. Te muerdo, te chupo, te rodeo con mis piernas. Me estoy volviendo loca. Balbuceo palabras sin sentido, te pido que me cojas más fuerte, que no me tengas piedad, que soy tu puta. Solamente tuya. La oleada de placer me llega de nuevo, no puedo evitar gritar un "sí", no importa no creo que haya nadie cerca. Seguís moviéndote, faltás vos, pero no quiero así. Me arrodillo y empiezo a chupártelo, fuerte y rápido, trato de metérmelo todo en la boca. Sigo, la respiración se te acelera, me acaricias el pelo y me marcás el ritmo. Más rápido, te convulsionás, me pedís que pare, que estás por acabar. Ni te escucho, yo sigo, te chupo, te masturbo. Siento la presión en tu pene. Acabas sin aviso (no lo necesitaba) llenándome la boca de semen, que saboreo hasta la última gota. Las piernas te tiemblan. Caes rendido al lado mío.

¿Están bien?- un guardia de seguridad nos pregunta mientras se acerca. Creo que le bajó la presión- le digo. ¿Necesitan que llame un médico?- No, ya se le va a pasar, es el calor- Sí, todos estamos iguales-

Nos alejamos lo más rápido que podemos. Después de todo no fue tan mala idea.