La bestia

Despues de años de no verse, dos amigos de estudios se reunen de nuevo, teniendo una gran aventura, (este relato no es mio lo encontré en otra página y me pareció muy excitante espero lo disfruten).

En la secundaria había un chavo al que le apodaban "La Bestia", definitivamente era muy feo, moreno y grandote, estaba en la edad de los granos y estaba totalmente desproporcionado. Yo creí que por esos motivos, le pusieron el apodo citado, pero según contaban las leyendas, era también por sus atributos sexuales, los muchachos de la clase decían que tenía un miembro enorme y que inclusive, una prostituta no había querido tener relaciones con él, ya que decía que lo tenía "muy grande". Ninguna de mis amigas comprobó la veracidad de los hechos narrados, ya que en aquella época no nos interesaba tanto la cuestión sexual y máxime, con un tipo tan feo como "La Bestia". Han pasado ya veinticinco años de que salí de la secundaria y evidentemente todo ha cambiado, ingresé a la preparatoria, estudié medicina y luego una especialización en psiquiatría y en diversas materias relacionadas con psicología, trastornos de la personalidad, adicciones, depresión, rupturas matrimoniales, etc. Actualmente, tengo mi consultorio como médico psiquiatra y me dedico a atender profesionalmente, a personas que tienen alguno de los padecimientos antes citados o pasan por una etapa emocional depresiva. Hace unos cuatro meses, solicitó una cita conmigo un amigo llamado Carlos Pérez, yo no lo identifiqué de inicio, pero cuando ingresó a mi consultorio y se presentó ante mí, me di cuenta que era "La Bestia". Recordamos viejos tiempos, preguntó sobre mí y le contesté que estaba felizmente casada, con una familia de tres niños y que mi esposo era una persona muy trabajadora. Desgraciadamente, él no podía decir lo mismo sobre su vida, me contó su historia familiar, se había casado y su matrimonio había sido muy bonito, hasta que su padre falleció y los negocios familiares habían caído en quiebra; la crisis del país hizo que buscara empleo sin encontrarlo, su mujer, una alta ejecutiva de un banco, lo menospreciaba, no habían tenido hijos porque su esposa no quería dejar su "superación personal". Todo ello llevó a un divorcio anunciado, Carlos (o "La Bestia"), había caído en una depresión absoluta, sin empleo fijo y sin medios económicos para salir adelante, se dedicó al alcohol y a generar algo de dinero, dedicándose a los bienes raíces. Un amigo suyo le había pedido que buscara ayuda profesional y pidiendo informes, llegó a mí. Lejos de sorprenderme su caso, le di palabras de ayuda emocional, no era un caso grave ni perdido, tenía a la mano los elementos para salir adelante, sólo bastaba un poco de apoyo, mucha tenacidad y fortaleza. La terapia avanzaba cada día, su situación económica mejoró, cuando por instancias de mi marido, le conseguimos un trabajo estable; el sentirse dentro de un ambiente laboral hizo maravillas y cambió su perspectiva de la vida, a pesar de que teníamos mucho tiempo sin vernos, empezamos a platicar de cosas mas íntimas. Carlos tenía ya más de un año de no tener relaciones sexuales, me contó de algunos días de jarra que se iba a algún table de alguna amiga que había conocido, pero no había pasado nada. No puedo negar que al tenerlo frente a mí, volvieron a mi memoria las leyendas sobre "La Bestia", ¿sería verdad?. Lo que si pude corroborar, es que "La Bestia" había cambiado, era moreno, alto, grandote, con pelo negro rizado, muy tosco, pero no era desagradable, como el recuerdo que tenía de nuestras épocas de secundaria. Carlos se conservaba muy bien físicamente, tal vez las tensiones hacían que no engordara y a pesar de ser de complexión robusta, tenía solamente una pancita que caracteriza a todos los cuarentones. Los días pasaban y en mi mente se fijaba una idea ¿qué mujer no sueña con tener relaciones con un hombre muy bien dotado?. Nunca en mis 13 años de matrimonio, había siquiera pensado en otro hombre, pero esa idea de algo verdaderamente fuera de lo normal turbaba mis pensamientos. ¿Y si la leyenda no era cierta? bueno, había que, por lo menos, intentarlo. El fin de semana pasado, mi esposo salió de la ciudad a una convención, así que disponía de más tiempo para mí; Carlos tenía su cita para terapia el viernes al mediodía y terminando ésta, decidimos ir a comer. Comimos muy tranquilamente, en el Matisse de la colonia Condesa y durante la plática, le volví a preguntar sobre su situación sexual; Carlos, como presintiendo algo, me dijo "no ha habido nada, pero estoy que reviento", sólo sonreí. Mi cabeza comenzó a pensar en mi situación, me distraje un poco. Terminando de comer, Carlos me dejaría en mi oficina, pero decidí atacar y le dije que me gustaría conocer su departamento, al fin, estaba muy cerca, en la colonia Anzures. Una vez que llegamos a su departamento, me ofreció algo de tomar y nos pusimos a platicar en la sala; después del vino de la comida y de un par de copas de coñac, me sentí muy relajada, platicamos y platicamos hasta que llegamos de nuevo al tema sexual y le pregunté expresamente, sobre las leyendas de la secundaria y Carlos sonrió para confirmarme todo. Efectivamente, lo de la prostituta había sido verdad, él sonrió y me dijo ¿quieres comprobarlo?. Yo también sonreí y asentí con la cabeza. Carlos se bajó los pantalones lentamente y se acercó hacia mí, para que yo bajara sus boxers y ¡oh sorpresa! efectivamente, Carlos tenía el pene más grande que había visto en mi vida, colgaba flácido unos quince centímetros, era muy ancho y su cabeza estaba cubierta por el prepucio, parecía una pelota de golf, y pensé "¿si así estaba en estado de reposo, como estaría en estado de excitación?"; toqué ese pene, que enseguida comenzó a eructarse y Carlos dijo, en son de broma "¿te parece chiquito?", yo lo volteé a ver con una cara de asombro, ¡es inmenso! Carlos se sentó junto a mí y me dijo al oído "¿a poco no te gustaría probarla?", yo asombrada por lo directo de su propuesta, le dije que si, pero que "lo hiciera con cuidado". Entonces, Carlos se paró, fue a su recámara y después de unos segundos, regresó con un paquete de condones, lubricante y una cámara desechable de fotografías. Cuando vi la cámara, le dije "eso si que no", que no quería fotos y él sólo me dijo "las fotos son para ti", toma las que quieras. Carlos se quitó completamente los boxers, comenzó a tocar mis pechos y lentamente, Carlos comenzó a desvestirme y a lamer mis pezones, que en ese momento, se pusieron duros como pivotes de bicicleta. Carlos comenzó a meter su mano en mi tanga, sus dedos tocaron mi vulva y enseguida, comenzó a lubricarse por sí sola. Él me besó, lentamente me recostó en el sofá y abrí mis piernas, dejando ver el tremendo papayón que deseaba ser penetrado; se sentó junto a mí y de inmediato, comenzó a tocar mi vagina y a insertar uno de sus dedos en ella, mientras con su boca me mamaba los pezones que estaban duros como piedra. Carlos se bajó a chupar mi raja y me daba tremendos lengüetazos, que hacían que yo me retorciera del placer, su lengua alcanzó mi clítoris y con sus dientes lo mordió y grité y aullé. De repente, sentí como su lengua recorría todos mis labios vaginales, mientras dos de sus dedos entraban y salían de mi húmeda vagina. "La Bestia" estaba suelta y con gran fuerza, lamía y mordía mi clítoris, sentía su barba rasposa en mis labios vaginales. Yo me arqueaba de sumo placer, hasta que terminé en un orgasmo indescriptible. Una vez que quedé tendida en el sofá, Carlos se levantó y se quitó el resto de su ropa, dejándome ver aquella enorme verga que colgaba semi erecta, con la cabeza rojiza semi descubierta, entre una mata de pelos rizados, que adornaban aquella hermosa zona. "La Bestia" se acercó hacia mí, dándome a probar aquel manjar, yo lo tomé entre mis manos y empujó para que yo me lo metiera a la boca; obedecí esa tácita orden y lenta y cuidadosamente le comencé a chupar la verga, primero la lamí en todo su contorno hasta que se puso completamente erecta, luego me metí toda la cabeza en la boca, la chupaba y movía la lengua alrededor de ella, la acariciaba con mis labios mientras la mojaba con mi saliva. Después, me metí la verga a la boca hasta que con la punta tocara mi garganta ¡qué verga tan rica, tan gruesa, tan dura, tenía un sabor saladito irresistible. Sentía como aquel instrumento pulsaba en mi boca y también, como Carlos tomaba mi cabeza con sus manos para dirigir la operación. Más tarde, saqué su verga de mi boca y bajé un momento a sus huevos, que como un racimo de uvas colgaban. ¡Qué huevos!, eran también enormes. Me los metí a la boca, los succioné y jugué un momento con los pelos rizados que cubrían su escroto. Después de lamer sus muslos, regresé a su verga para meterla de nuevo a mi boca, pero "La Bestia" alejó mi boca de su verga y se sentó en uno de los sillones de la sala, abriendo sus piernas con su enorme pito apuntando al techo. Yo me acerqué a él y me hinqué enfrente de él, comencé de nuevo a tragarme ese pene tan bonito, lo chupé de nuevo, era una paleta helada que no quería que se acabara. Mientras mamaba la verga cogía sus huevos y los apretaba con una de mis manos, su glande tocaba con mi campanilla y Carlos sólo gemía. De repente tomó mi cabeza y la sacó de su pene, él me dijo "estoy a punto de venirme", yo le dije "no importa, déjame tragarlos". Así, "La Bestia" sonrió y me dijo " me quiero venir en tu carita", yo puse una cara de ¿what? y él replicó "si, me quiero venir en tu cara". Él se levantó del sillón y tomó su enorme verga entre sus manos, me pidió que me acostara en el sofá boca arriba y justo en la orilla. Él se paró justo encima de mí y yo podía ver aquella verga y el movimiento de sus huevos, mientras "La Bestia" se masturbaba y justo después de unos veinte segundos dijo "yaaaaaa, ya"; yo cerré los ojos y sentí como los lechazos que salían de la verga de Carlos iban a parar justo en mi cara, él hacía como si estuviera disparando una pistola "Ahhhh... uhhhhh.... grrrrrr" mientras sus lechazos caían en mi frente, mi pelo, mi boca, mi nariz, parecía que era una fusilada que no acabaría, tal vez, unos diez o quince lechazos. Sentía la cara llena de leche caliente y al no oír más disparos, abrí los ojos para apreciar justo frente a mí, una verga completamente deslechada, una tremenda cabeza roja con algo de leche saliendo todavía de su orificio. Carlos soltó una carcajada y me dijo "no te muevas", al momento en que, con la cámara de fotografías desechable, tomó una foto de mi cara con su abundante mascarilla blanca. "La Bestia" no paraba de reír y me decía "ahora sí te va a quedar el cutis lisito, lisito"; con mis manos toqué mi cara y pude sentir que estaba completamente cubierta de leche caliente, que comenzaba a enfriarse. Mientras Carlos se reía, yo me levanté y fui al baño a lavarme la cara, antes de que esa lechita se convirtiera en engrudo, me sentía burlada, ¿cómo Carlos me había hecho eso? Después de unos cinco minutos en el baño, salí a la sala y pude apreciar a "La Bestia", completamente desnudo, recostado en el sillón de dos plazas, su instrumento estaba en estado de reposo, le reclamé airadamente lo que me había hecho y él sólo me dijo en tono de burla "princesa, siempre hay una primera vez". Tomé la cámara desechable de fotos que estaba en la mesa de la sala y la guardé en mi bolsa, poco a poco me calmé, al final de cuentas, yo había sido quien había propiciado ese encuentro y a pesar de todo, había sido muy satisfactorio, ya que era algo que nunca me habían hecho. Después de un rato de plática y de tratar de justificarse, "La Bestia" me dijo "oh, está despertando" y volteé a ver su pene, que efectivamente estaba comenzando a erectarse de nuevo y Carlos me dijo "acércate, quiero probar tu rajita". Yo me acerqué y él me tomó por la cintura, me dio la vuelta y me indicó que me inclinara frente a él, poniéndome de ladito. En esa posición, empezó a tocar la vagina y tomó el bote de lubricante y me puso un poco, sentí una sensación muy extraña, ya que mi cuerpo estaba caliente y el lubricante muy frío. Luego, con uno de sus dedos esparció el lubricante y lo introducía poco a poco en mi vagina, que ya de por sí estaba muy lubricada, sus dedos tocaban mis pliegues y poco a poco se fue distendiendo. Carlos metía un dedo y luego dos y después de dedearme unos minutos, "La Bestia" se puso también lubricante y un condón y entonces dijo "ahora échate hacia atrás y siéntate sobre mi verga, que quiero sentir como te la clavas". Me acerqué a él y me senté poco a poco, hasta sentir la punta de su glande contra la abertura de mi vagina y él me tomó por la cintura, jalándome hacia abajo, hacia su ansiosa verga, que ya quería que entrara en mí. Justo en el momento en que sentí como su cabeza entraba en mi ser, solté un grito de dolor, era muy gruesa para mi vagina; me moví un poco y luego repetí la acción. Mi vagina, poco a poco, se acostumbraba a tal instrumento, sentía como me abría en dos, la verga estaba dura como un palo de escoba y me llenaba plenamente, mi cuerpo se estremeció cuando Carlos empujó un poco más y me clavó más de su instrumento, él se movía lentamente, hasta que mi vagina dio cabida a toda su verga, sentía aquel pito hasta el ombligo, estaba tocando hasta lo más profundo de mi ser, mi vagina estaba muy lubricada. Entonces, Carlos me abrazó con fuerza y comenzó moverse lentamente y poco a poco fue apresurando sus movimientos, el dolor había pasado a ser placer. Yo aflojé el cuerpo y decidí gozar aquella verga, Carlos entraba y salía mientras con sus labios mordía nuevamente mis pezones y después de unos minutos de estar en aquella posición, Carlos paró sus movimientos y cambiamos de posición, me senté entonces en la orilla del sillón, mientras Carlos se hincaba en el piso, levantó un poco mis piernas y me metió lentamente nuevamente la verga. El hecho de tenerlo de frente con los ojos cerrados y resoplando por la boca, me decía que estaba gozando la penetración, lo hacía despacio y luego apresuraba sus movimientos y de vez en cuando, paraba completamente y me decía con voz entrecortada al oído ¡no quiero venirme!. Sentía un tremendo ardor en mi vagina y mientras yo apretaba los músculos vaginales, "La Bestia" embestía con mayor fuerza, ¡caray, me estaba tragando todo su instrumento!. Carlos me preguntó ¿te gusta?, contesté entre soplidos "¡siiiiiii!" y entonces "La Bestia" comenzó a moverse furiosamente, mientras yo apretaba mis músculos de la vagina. Carlos sopló y gimió "ahhhh... uhhhhh.... grrrrrr" y sentí entonces, como Carlos llegó al orgasmo y como soltó su leche dentro de mí, sus movimientos no cesaban mientras él sólo resoplaba y decía ¡yyyaaa!, comenzó a temblar y le faltaban las fuerzas. Sentía su duro pene dentro de mi ser y entonces, lo sacó justo en el momento en que comenzaba a perder erección, sentí como mi vagina quedaba completamente abierta y con una satisfacción plena, Carlos se acercó a mí, le quité el condón y me dejó ver la cantidad de leche que había derramado y pude ver su pene como empezaba a flaquear, completamente lubricado por la venida que acababa de tener, sus pelos estaban también llenos de lubricante. Lo abracé y se sentó junto a mí en el sillón, ambos completamente sudados y cansados, pero yo aún queriendo más. Continuará..... "La Bestia" (parte II) Recomiendo antes de leer la presente historia, revisar la historia con el nombre de "La Bestia", que se contiene en la presente página web. Después de descansar un rato y de darme un baño relajante, regresé a la sala, en donde Carlos me esperaba; ahora era el turno de Carlos, quien se dio también un baño, mientras yo veía por un momento la televisión; yo no sabía que pasaría ahora, pero algo me quedaba claro ¡no interrumpiría nuestro encuentro!. Carlos regresó y me invitó a su recámara, los dos completamente desnudos platicamos de nuevo sobre nuestras coincidencias de juventud y nuestros "pecados" sexuales. Después de una media hora, Carlos se acercó aún más hacía mí y me abrazó; fue sincero al decirme que nunca había gozado tanto a una mujer, como lo había hecho conmigo hace unos momentos; yo lo abracé también y pude sentir como su pene había comenzado a despertar. No pude resistir y me incliné para saborear esa verga con mi boca, sabía simplemente a verga y empecé a mamarla como desesperada, mientras mis manos recorrían sus nalgas; él puso sus manos sobre mis hombros y dejó que yo hiciera mi trabajo. Mientras yo estaba concentrada en mi labor de mamar verga y saborearla, sentí las manos de Carlos deslizarse por mi espalda y llegar hasta mis nalgas. Esas manotas abrieron mis nalgas y tocaron mi ano... Yo dejé de mamar verga y repliqué en tono fuerte "Nooo, ahí nooo!. Carlos sonrió y me dijo "¿por qué no?". Yo fui también sincera y le dije que nunca lo había hecho, amén que me parecía algo muy sucio; él me levantó y me dijo "¡si es tu primera vez, te voy a tratar con cariño!". Le pregunté si él ya lo había hecho antes y él contestó que así como yo era psicóloga, él era chiquitólogo y soltó una fuerte carcajada. Yo insistía que no y máxime con él, que era un hombre bastante dotado, pero Carlos fue firme en su idea y me dijo "¡vamos a tratar, si no te gusta o te duele, lo dejamos!". Yo estaba a sus expensas, pero me aseguró que lo haría con paciencia y educación; después de un momento de deliberación, decidí probarlo, así que solamente le dije que tratara, pero con cuidado. Carlos me sentó a la orilla de la cama y comenzó a mamar mi vagina, sus labios succionaban mi clítoris, su lengua, poco a poco, fue bajando hacia mi ano y lo mamó en una forma muy lenta y cuidadosa, sentía como su lengua recorría todos mis pliegues, la sensación era indescriptible, ya que era algo que nunca antes había hecho. Uno de sus dedos lleno de lubricante, comenzó a circundar mi ano, para hacer que solito se fuera abriendo. El sentirme dedeada me gustó, así que, simplemente dejé que el placer me inundara, sentí como se relajaba todo mi cuerpo, en especial mi culo y un dedo entrando y saliendo de mi culo, la sensación era riquísima; sentí como ahora dos dedos de Carlos se abrían camino en mi culo y yo estaba cada vez más caliente, "La Bestia" me abrazó, me acariciaba toda, pero siempre volvía a mi culo. De repente, Carlos se levantó, realmente estaba excitado, ya que la dureza de su verga lo delataba, empezó a besarme todo el cuerpo, yo me dejé por completo, me mordía los pezones de mis duros pechos, me apretaba, me besaba, yo sólo tocaba su verga y hasta entonces, empecé a temer al dolor que seguramente me causaría una verga de ese grosor dentro de mi ano. Me subió a la cama, me puso a gatas, me agachó y me empezó a tocar de nuevo mi ano y a dedearlo, con más lubricante; yo quería alcanzar su verga pero no me lo permitía, lo cual, sólo conseguía calentarme más, me pidió que me abriera las nalgas y le enseñara mi culo y al hacerlo, de repente me soltó una pequeña nalgada y me dijo "ponte flojita". Eso lo repitió un par de veces más, me relajé y sentí como todo mi cuerpo se aflojó, se puso de pie y justo enfrente de mi cara, tomó su verga entre sus manos, la lubricó y se puso un condón. Ese instrumento era enorme. Caminó hacia detrás de mí, me abrió las nalgas con sus manos y me puso su cabezota contra mi culo, empujó pero nada, volvió a empujar, yo sentía que me estaba empujando con un puño, pensé que esto había sido una mala idea, pero seguí ahí, a gatas, abierta, esperando. Poco a poco empezó a entrar en mí, empecé a pujar y a gemir de auténtico dolor, sentía que me estaba abriendo en dos, me ardía y a la vez, me gustaba, el culo se me estaba abriendo como nunca antes y grité desesperada "ahhhhh, ahhhhh". Carlos se detuvo y sin sacarme la verga me dijo "¿te duele?" y yo sólo le dije "¡siii!" y entonces, él me respondió "espera un poco, a que tu cuerpo se acostumbre", sentía casi como las lágrimas me salían y seguí pujando, deslizó sus manos hacia mis pezones y los apretó fuertemente, el placer me distrajo un poco de lo que sentía en el ano, pero sólo por un momento. Por fin, sentí que su pene entró por completo y sus huevos tocaron mis nalgas, no lo podía creer, llevé mi mano hasta mi culo y sentí la raíz de su verga, tocarla me calentó de nuevo y el dolor empezó a disminuir. En eso, me dijo "¿te duele mi princesita?, ¿te duele?", sus palabras me sonaron a un tono muy burlón, pero la realidad era que ahí estaba yo, completamente ensartada y pujando como una puta. Empezó a moverse, sentía como si mis intestinos fueran a salirse y después regresaban, empecé a sentir una placer increíble, me sentía llena, cogida. Carlos me dio una nalgada y me dijo "¿te gusta, verdad?, ¿te gusta?" y le dije "¡si, si!", en ese momento hubiera dicho cualquier cosa. Él me siguió cogiendo y cogiendo, yo gritaba de placer y sus embestidas hacían que sintiera que mi culo se rompía. "La Bestia" sudaba a chorros y dentro del cuarto, había un olor a sexo que me excitaba en exceso. Carlos sacó su instrumento de mi ano y me cambió de posición. Yo pude apreciar toda esa enorme verga en su plenitud de erección y como el condón estaba lubricado y en la parte de la punta, estaba mezclado con un poco de mis heces. Definitivamente Carlos estaba entrando hasta lo más profundo de mi ser. Se recostó sobre la cama de masajes y me pidió que yo me sentara encima de su verga, dándole la espalda; mi culo pedía más verga y así sucedió. Me senté encima de su verga y mi ano dio cabida a la misma, ya no hubo dolor, sino un absoluto placer; yo sentía como su verga llegaba hasta mis intestinos y como sus huevos tocaban la entrada de mi culo, estaba siendo cogido por "La Bestia". En ese momento, mi culo apretaba toda su verga, para su placer y sentí mi culo abierto como una verdadera autopista. Carlos hizo que yo me recostara sobre él y levantó con sus manos mis piernas, para dejar a la vista del espejo el espectáculo, mi culo pedía verga y la estaba teniendo, me sentía llena, satisfecha. Su verga tocaba mis intestinos, el placer era indescriptible, los gritos, pujidos y quejidos estaban a la orden del día, sentía que el culo me iba a estallar, sentí un gran ardor en el ano y grité "¡yaaa!". Carlos aumentó sus embestidas y sentía como su enorme animal entraba y salía de mi culo. En eso, él se empezó a venir, se movía tan fuerte, tan fuerte, que en fracción de segundos pensaba que me caería de la cama. "La Bestia" comenzó a gritar, me apretaba contra su verga y sentí la fuerza de su venida dentro de mi culo, su verga se inflamaba aún más con la venida y estaba completamente ensartada. "¡Ahhhh, ufffff!", Carlos suspiró fuertemente y me sacó la verga lentamente, creo que hasta pude sentir como entraba el aire en el agujero de mi culo, de lo abierto que quedó al sacarla por completo. Me dio una nalgada ligera, me dijo "ahora sí estás bien bautizada", se dio la vuelta y salió del cuarto. Yo sólo me estiré para tocar con mis manos la abertura de mi ano y sentí como, poco a poco, regresaba a su estado de normalidad. Me quedé un buen rato tirada, rendida, plena, satisfecha, cogida. Después de aquella ocasión con "La Bestia", el sexo nunca será igual. Cualquier comentario (bueno o malo) favor de contactarme a mi correo electrónico dramcamposav@hotmail.com .