La bella durmiente

La miró y no pudo dejar pasar aquella increíble oportunidad.

Salí de la cama al escuchar el ruido, eran las cinco y media de la mañana. Me acerqué a la puerta con cuidado de no hacer ruido, y no pude evitar sonreír cuando vi a mi vecina al otro lado por la mirilla, ella era quien intentaba abrir sin ningún éxito, claro.

Giré el cerrojo y ella me miró sorprendida, no había duda: Había bebido bastante.

Te has confundido. Tu puerta es esa otra.

No dijo nada, dirigió la vista hacia donde yo señalaba dedicándome una sonrisa bobalicona. A continuación, vi como su cuerpo se desplomaba y la cogí antes de que cayese al suelo. Me sorprendió lo poco que pesaba.

Con ella en brazos, miré a ambos lados del pasillo. Nadie. La llevé hasta su puerta, la acomodé sentándola en el suelo y le cogí las llaves para abrir. Una vez hecho esto, volví a alzarla sin que ni siquiera se despertase, le olía el aliento a mil vasos de Güisqui.

Una vez la hube tumbado en la cama, la miré, se le había subido la falda y se le veía todo, ¿Cómo una chica puede salir por la noche sin ropa interior? Me pregunté, pensé que a lo mejor si la llevaba cuando salió y probablemente la perdiese por el camino... Sonreí.

Sin pensarlo más, fui al lavabo, cogí un bote de crema, volví a la habitación, le abrí las piernas, le unté la vagina y a continuación me apliqué yo un poco. Me tendí sobre ella, colocando una mano bajo su espalda para alzarle las caderas, y la penetré sin ningún problema. El placer fue inmediato, gemí, mirándola, pero ella estaba como muerta, eso me encantó y me excitó aún más.

Empecé a moverme entrando y saliendo de su cuerpo cada vez más fuerte y más deprisa hasta que tuve que enterrar mi cara en su cuello para que los vecinos no me oyeran gritar mientras me corría.

Al explotar dentro de ella, la oí soltar un gemidito, luego abrió los ojos un poco, y al momento los cerró otra vez. Sonreí, le besé en el cuello y al sacar mi miembro de su sexo, volvió a dejar escapar un leve gemido.

Salí de su piso y volví a mi cama, me tumbé y enseguida me quedé profundamente dormido recordando lo que acababa de pasar y deseando poder repetirlo pronto.