La bella chica sin voz

Si no quieres hablar no puedo obligarte, pero te advierto que de aquí en adelante, tomaré tu silencio como una aprobación.

Vaya, debe ser mi día de suerte. Que niña tan más hermosa eres. Sin miedo a exagerar, no ha pasado por aquí, otra como tú. No en mucho tiempo. No quiero que pienses que lo digo para quedar bien, para nada. No soy de esas personas, que hacen halagos nada más porque si. Si te digo que eres preciosa, es porque en verdad lo eres.

Pero, ¿para qué te digo estás cosas? De seguro, has de estar cansada de escuchar cosas similares a diario, por la calle, en tu casa, frente al espejo. Es que, no se porque, pero sospecho que modestia no es una de tus palabras favoritas. ¿Cómo podría serlo?, si tu cara es la de un ángel. Le falta algo de color a tu piel. No te ofendas, tampoco eres perfecta, pero fuera de ese pequeño detalle, tu rostro opacaría el más bello retrato.

Y tu cuerpo, que decir de él sin restarle siquiera un poco de su encanto. No conozco el nombre, o la profesión de tus padres, pero podría apostar, con la certeza de que ganaría, que son los más apasionados escultores, y que tú, eres la mejor de sus creaciones. No puedo evitar suspirar cuando te miro. No puedo, ni quiero, quitarte la vista de encima, recorrer toda tu anatomía con ella. Me embriagas. Me hipnotizas. Me haces desear, perder la razón entre tus curvas, derrapar en alguna de ellas, en la más pronunciada.

¿Te incomodan mis palabras? ¿Por qué no abres tus ojos? ¿Es qué acaso tienes miedo? De ser así, mil disculpas te pido. Mi intención no fue la de atemorizarte, en lo más mínimo. Has de perdonarme. Te prometo, con temor de no cumplirlo, que trataré de ser lo más profesional posible y no detenerme a admirarte. Empecemos entonces.

¿Te parece bien la temperatura del agua?, o ¿está un poco caliente? La calenté más de lo acostumbrado, pensé que te gustaría, pareces tener frío, pero si no es así, puedes decirlo y la cambiaré. Y la esponja, ¿raspa tu delicada piel? Anda, dímelo, no tengas pena, para eso estoy aquí. Bueno, si no quieres hablar no puedo obligarte, pero te advierto que de aquí en adelante, tomaré tu silencio como una aprobación.

No estás tan sucia. Creo que, incluso el polvo, tiene la suficiente inteligencia para notar tu belleza. Mira, cuando exprimo la esponja, el agua cae al balde prácticamente limpia. Lavarte resultó ser más sencillo de lo esperado, estamos a punto de terminar. Ya nada más queda éste rincón. Si, se que es vergonzoso, pero tengo que hacerlo. Abre un poco tus piernas, para tener un mejor acceso a esa zona, tan sensible y resguardada. No te preocupes, lo haré con cuidado.

Oye, ¿por qué mueves tu brazo tan repentinamente? Me asustaste. ¿Sentiste feo cuando toque tus labios? No lo creo. A mí me parece, que más bien te agrado. Veamos, ¿y si meto un dedo? ¿Si lo muevo así, de afuera hacia adentro y de regreso? ¿Te gusta? Claro que te gusta, de no ser así, ya habrías respingado. ¿Quieres uno más? ¿O dos? ¡Tres¡ Me resultaste una golosa, quién lo hubiera dicho. Que delicia. Ven, asómate un segundo, ¿no te excita observar mis dedos desaparecer en tu entrepierna, una y otra vez?

¿Te satisface lo que hago? ¿Lo estoy haciendo bien?, o ¿me falta algo? Ya se, quizá lo que deseas es que acaricie éste botoncito. Si verdad, ya cambió la cosa. Has vuelto a mover el brazo. Se que estás gozando tanto como yo. Porque si, yo estoy disfrutando, y mucho. Mira nada más como me tienes. Mis pantalones se van a romper en cualquier momento. Mi miembro pide a gritos, sustituir a mis dedos.

Yo también lo quiero, saber que se siente entrar en una mujer como tú. ¿Me permites? ¿Por qué no dices algo? Recuerda que un silencio, es para mí un si. Callada, no vas a pronunciar palabra. No quieres decir que no, pero tampoco que si, por eso no hablas. Que arrogante eres, sabes del poder de tu hermosura, te sientes segura de lo que puedes lograr con ella. A mí, ha conseguido enloquecerme. En verdad que cuando entré al cuarto, no pensaba en otra cosa, que no fuera hacer mis labores. Ahora, ya no pienso, mi verga decide por mí, y ha decidido, hundirse en tus entrañas.

Vamos, no seas tan orgullosa, ayúdame a bajar mis pantalones. Ya verás que lo que hay debajo será de tu agrado. Préstame una de tus manos. Desabotona el cinturón, baja el cierre y después los jeans. ¿Puedes sentir su dureza, por encima de los calzoncillos? Y cada vez se parece más a una roca. Y poco a poco crece más, por ti, para ti, para satisfacerte.

Termina ya de liberarlo. Envuélvelo con la elegancia y suavidad de tu mano. Acarícialo, huélelo, siéntelo, pruébalo. Si, deja que lo lleve hasta tu boca. Oh, aún sin que muevas tu lengua es delicioso. ¿Quieres tenerla toda, hasta que tope con tu garganta? ¿Así? ¿Lo hago bien? Tú lo haces de maravilla, aún siguiendo estática. No sigas por favor, que me voy a correr en tu boca, y todavía quiero tomarte por otro lado. ¿Qué? ¿Qué antes debo ocuparme de tus senos? Lo que tú digas, mi linda muda.

Con razón me lo has pedido, que par de pechos son estos que te cargas. Mira nada más que perfección. Que firmeza, que sabor. Podría besarlos por mil y una lunas. Tus pezones, oscuros y grandes como éste sitio. Están hechos para viajar entre mis labios, entre mis dientes. No sabes como estoy gozando. Con mi cabeza aquí, entre tus tetas, siento que todos los días de atender a ancianos con sobre peso, han valido la pena. Y tú, ¿no la estás pasando igual de bien? ¿Por qué no se te ponen duros estos que mamo con tantas ganas? Es que acaso, ¿ya quieres tener mi falo dentro? Sí, eso es. Sólo tenías que pedirlo, amor.

Aquí voy. Ah, si, ya entró la punta. No llores. Se que puede ser doloroso, mi pene no es precisamente pequeño, pero ya verás que el dolor se va rápido, te garantizo que te gustará. Ya casi, falta poco, estamos llegando. Sí, oh mi Dios, ¿con qué así se siente penetrarte? Es mejor de lo que creí. Mi miembro se acomoda a la perfección en tu interior, y tú, tú me aprisionas de una manera, como si quisieras exprimirme desde ya. Dame un beso, preciosa.

¿Puedo moverme ahora? ¿Ya no te duele? No verdad, te agrada el rose de mi verga entrando y saliendo de ti. No dices nada, pero se que te encanta. A mí me fascina, no puedo controlar mis impulsos, tengo que poseerte con rudeza. Perdona mi falta de caballerosidad, pero nublas mi mente. Necesito cabalgarte como si fueras mi yegua. Sí, así, hasta el fondo, hasta que mis embates estremezcan tu cuerpo. Eres la mejor, ni una queja.

¿Qué no vas a abrir los ojos? ¿Todavía tienes miedo?, o ¿es el placer que mi pene te da, lo que te hace tenerlos cerrados? Te lo dije, sabía que te gustaría. Ah, adentro y afuera, adentro y afuera. ¿Podría quedarme toda la vida en tu interior? Por favor, te lo pido, no hay otro lugar para mi falo que tu cueva. ¿Lo sientes? ¿Sientes como las venas se marcan? ¿Sientes como crece y se ensancha más mi verga? Es que estoy a punto de venirme. Mis testículos se alistan, para descargar mi semen, para vaciarlo en tu vagina.

¿Qué? ¿Qué dices? ¿Qué te voy a ensuciar si acabo dentro? Tienes razón, ya no hay tiempo para lavarte de nuevo. ¿Por qué me haces esto? ¿No podrías llegar un poco más tarde?, al fin y al cabo, eres la invitada principal de la celebración. Está bien, está bien, tampoco te molestes. De acuerdo, me correré fuera, en el piso, donde sea que vayan a parar los disparos. Si, me vendré, ah, afuera de ti, ah, si, si, aaaaaaaah.

Lo siento, no pude salir a tiempo. No puedes culparme por haberlo hecho. Culpa a tu cuerpo, a su estrechez, a su perfección, a cómo me volvió loco y no dejó escapar mi verga a tiempo. Ya, ya, no te desesperes, aún nos queda tiempo. Voy a maquillarte, a vestirte, y nadie notará que por tus piernas, escurre la prueba de que fuimos uno.

Lo ves, te lo dije. Te ves preciosa, divina. No habrá persona que pueda adivinar, que minutos atrás, sin queja ni reproche, me recibiste entre tus piernas. Muchas gracias, mi linda niña. Gracias por cumplir mi sueño, por hacerme el día, por regalarme unos instantes de felicidad, por haberme permitido entrar, y porque no, por dejarme salir, aún cuando habría deseado, vivir para siempre entre tus labios. Ahora, falta nada más ponerte en el cajón. Debo darme prisa. Tu funeral, está por comenzar.