La batalla de las féminas

¿Cómo reaccionaría la mujer de un cincuentón, si éste se fuera con una veinteañera? ¿Y cómo respondería la chica? Batalla dialéctica, al estilo de las peleas de gallos de los raperos.

LA BATALLA DE LAS FÉMINAS

PRIMERA PARTE

En verdad que me lamento,

en verdad que me hago cruces,

cuando veo las pocas luces,

que alumbran tu pensamiento.

Mi amor: no me parece galante,

sino más bien acongojante, enterarme por una amiga,

de que tienes una amante,

pues de la mano os vio salir del restaurante “Las condesas”.

Esféricas las tetas, oval el pandero y con trazas de ser de esas

que vienen con una mano detrás y otra delante.

Mosqueada, contraté a un detective privado

y proclive a empezar pronto con tu declive.

Enseguida puso una buena remesa de pruebas sobre la mesa.

Luego dejé el asunto en manos de mi ahijado, el abogado.

¿No te parece curioso, que en la calle donde esa pava vive,

haya un sex-shop, dos casas de citas y una barra americana?

Por mi vida que esa es puta

y ya verás cuando te pase la minuta.

Pero cuéntame algo sobre tus amoríos, cariño mío.

¿Usa siempre tanga? ¿Le gusta el manga? Yo te puedo asegurar desde ya que guarda un as en la manga.

¿Prefiere una juanola o una gominola? ¿Qué le mola?

Aparte de fumar ese purito que tira poco y viene sin vitola.

¿Dónde te atraca? ¿En una cloaca donde siempre huele a vaca?

¿Cómo te embruja esa granuja?

¿Cuál es la combinación que abre las piernas de ese pendón?

¿Son majas esas putitas de las rebajas?

¿Lleva tatuajes y herrajes, esa malaje?

¿Qué por qué pongo a caldo a esa zorrita de saldo?

Porque no entiendo cómo se puede caer más bajo.

Ni cómo no se te caen los palos del sombrajo.

Aunque claro, tú lo que sea con tal de estar en el ajo.

¿Es que no ves que es una buscona que ha encontrado trabajo?

Esta me parece la traición de las traiciones,

es por ello que me parece un insulto,

compararme con una perdida, que lo único que hace en la vida,

es bulto en tus pantalones.

¿Se puede saber qué maravillas te hace esa marrana

entre las cuatro esquinas de su puta cama?

Atrévete a decirme a la cara que no es cierto

que te estás llevando a una fulana al huerto.

¿Es que no te percatas, mientras pones a esa cualquiera a cuatro patas,

que mientras el sujetador le desatas,

ella solo tiene puesta su depravada la mente

en tu abultada cuenta corriente?

Por cierto, tengo una curiosidad, cielo,

¿te la montas a pelo?

Siempre fuiste un buen jinete,

Al diablo la seguridad —¿verdad?— en lo que respecta a dar gusto a tu paquete.

Tú no eres, ni mucho menos, un caballero,

sino un vil embustero.

No es cuestión de caridad;

soy tu esposa y debes comentarme la verdad.

A ti todavía te queda un buen trecho,

para ser un hombre hecho y derecho.

Sólo eres un cerdo satisfecho,

metiéndosela a esa hasta el pecho por su agujerito estrecho.

Tú no eres un señor, sino un picaflor.

Esa te va a hacer polvo en más de un sentido

y de ti no va a quedar ni el olvido.

Y por la eternidad te pienso guardar rencor.

Qué bajo has caído, malnacido.

Pero mira que un hombre puede llegar a ser zote,

con tal de meter en caliente el cipote,

y de tener carne nueva en el bote.

¿Y qué hay de la poca categoría

de esa entrometida tía

que no me viene a contar

que a mi marido, con la excusa del sexo, va a secuestrar?

Cómo puedes ser tan tonto,

cómo pudiste picar,

el anzuelo de esa guarra,

que todo te lo va a sacar.

¿Cómo diantres te puedes creer

que ella te quiso escoger

porque follas de vicio?

¡Es que me sacas de quicio!

En mi cabeza no cabe más estulticia,

cuando veo lo que esa tipeja te envicia.

Porque hace falta ser tonto con avaricia,

para dejarse engatusar por una falsa caricia.

Mira que eres insensato y mentecato.

No te va a salir nada barato ese rato,

y, pobrecito, cuando hayas arruinado tu vida,

es matemático, te darás al juego y a la bebida.

Al filo de los cincuenta, en lugar de permanecer

pendiente de tu mujer:

¡Ponga una guarrindonga en su vida

y la hará más divertida!

Tus pocas neuronas están atrofiadas.

¿Todavía crees en cuentos de hadas?

Si juntos parecéis abuelo y nieta.

¡Os faltan el globo y la cometa!

Aunque hablando de globos,

niñita de la droguería, ¡menos lobos!

Que tú luces unos siliconados implantes.

Asco me daría tocarte sin guantes.

Y en las trascendentes reuniones sociales

¿Qué harán la alumna aventajada

y el avejentado profesor de prácticas de naturales?

Esa boba, todo el rato dando coba, no tendría la cabeza despejada, para sacar tajada.

A esa sólo me la imagino despierta,

viendo una bragueta abierta.

No sé qué has visto en esa buscona,

esa no vale ni para sostener una fregona.

Dime: ¿Para que hiciste esas promesas antes del matrimonio,

vejestorio del demonio?

Si ahora es toda una fulana,

la que trastea contigo en la cama.

¿Es que no sabes lo que busca

semejante pelandusca?

¿No te percatas de por qué esa golfa

te pone su culo en solfa?

Supongamos, por un momento,

que aguantas la soba,

que en el catre te pegue esa loba,

dejándote extenuado y contento.

¿Qué triste futuro te espera,

al lado de esa niñata de tercera,

inculta, vulgar, sin conversación,

que apenas le alcanza para ponerte el condón?

Ah, ¿y qué comentas a los colegas de tu empresa de esa tigresa? ¿Qué es mala feligresa?

¿Lo bien que besa, como te embelesa y lo rápido que te la pone tiesa?

Menuda fresca te has echado, ya verás qué resultado.

¡Yo me he sacrificado y a tu lado siempre he estado!

No sabía que hubiera tanta hambre, ni que te gustaran las putitas jovencitas.

Aunque ya se sabe, a la vejez, viruelas,

y muchísimo más si, como es tu caso, vas bien de pelas.

Apresúrate, que con tu escasa pelambre aún puedes echar al aire algunas canitas.

Dudo que con esa cara de pilla,

se preocupe de suministrarte la pastilla.

Con semejante cara de zorra,

esa sólo piensa en vivir de gorra

Con esos pechos plastificados y esa cara de puta

esa impresentable sólo piensa en como disfruta

deshojándote el talonario.

¡Cerebro de cavernario!

Con esa pinta de pendón,

esa te saca un riñón.

¿Pero es que no ves que la tía jeta

te va a quemar la tarjeta?

Déjate de trolas, para que te enseñe las lolas y

te succione las bolas y la cola.

Cuéntale que padeces principio de asma

¡Pedazo de fantasma!

Y confiésale que tienes alta la tensión. ¡So cabrón!

Ella en lo que piensa es en tirarse al auténtico,

presumiblemente un tipo de su edad y de su misma nacionalidad,

con quien ella se entienda, ¡quítate de los ojos la venda!

pues con una bolita mágica puedo ver, que en esta historia llevas todas las papeletas para perder

El dinero y el orgullo

Entérate: ¡cacho capullo!

Que la vergüenza la perdiste,

cuando al lecho de ese pendón acudiste.

¿Dónde vive esa perra, en un cuchitril?

Seguro que no tiene ni papeles.

Por cierto, tú los pocos que tenías también los has perdido.

Yo la denuncio a la Guardia Civil.

¿Dónde vive esa rata almizclera?

¿Acaso en el hueco de una escalera?

¿En qué cuchitril te pone a mil?

¿En qué cloaca te abre su saca?

Maldita sea tu estampa,

lástima te dé un cable gordo garrampa.

Mira que ir tras las faldas de una moza

a estas alturas. ¡Pedazo de carroza!

Si crees que eres un seductor, tu mente desbarra,

por ir en pos de una veinteañera guarra.

Hace tiempo que tu escaso empaque,

Se fue con el viento fresco que se lleva las hojas del almanaque.

Tu escasa hermosura,

te la arrebató la natural tonsura.

Y si no lo remedias pronto, nuestro menguante patrimonio,

se lo fundirá en trapos y potingues ese demonio.

Pero seamos optimistas. Prefiero pensar

que todo esto se puede enmendar;

aunque tú, sin embargo,

sostienes que lo vuestro va para largo.

No te empeñes en decirme

que vuestro amor es de verdad.

¡Será posible tanta necedad!

Tanta indignación me impide reírme.

Pero aún me queda entereza, tanta como a ti vileza,

y por mi vida, que tú no levantas cabeza

Cuando veas el divorcio que te ha preparado,

¿Sabes quien? Mi ahijado, el que estudió para letrado.

Lo has echado todo a perder,

yo te quería más que ayer

y me cambias por una colegiala

¡Te va a salir por un millón del ala!

No me supiste ser fiel.

Todos tus recuerdos me sabe a hiel.

¿Qué hay de lo que me dijiste durante la luna de miel?

Tu palabra vale menos que un mojado papel.

Cuando esté la sentencia, donde no cabrá la avenencia,

Porque, desde luego, tú conmigo no has tenido decencia,

sólo pensarás en un liberador suicidio.

¡Te va a salir de caro el idilio!

Y no te consiento que me llames malvada,

pues a pesar de vuestras malas artes,

te facilitaré un tonel para que al salir de vuestro sucio motel, cuando pises la calle, tengas para cubrir tus partes.

¡Para que no digas que no soy considerada!

Como lo tuyo no tiene cura,

elige el mármol de tu sepultura.

Decididamente eres torpe y zafio,

así que añade también tu epitafio.

Pronto estarás a dos velas (y nunca mejor dicho, mal bicho)

y los cipreses serán tus centinelas.

Y sólo te guardará el diablo.

Cariño: sé de lo que hablo.

SEGUNDA PARTE

Querida señora: La informo que desde ahora

estoy con esposo y él me adora.

Y mucho ojito con hacer algo en contra de este alcalino conejito.

El tedio ha hecho que su marido quiera quitarse de en medio.

La falta de motivación ha terminado con su relación.

Consuélese pensando que el amor no tiene edades

Y usted ya verá que con ese cuerpazo,

tan bien conservado que mola mazo,

como se la van a rifar en el mercadillo de oportunidades.

Siempre me han dado mal fario las señoras como usted,

mal folladoras, que van de decentes,

que lucen horribles permanentes,

y que luego criticando a mujeres rivales son criminales,

cuando se enteran de que sus esposos, señores nada especiales,

necesitan dar rienda suelta a sus instintos naturales.

¿Llama a su marido capullo?

Entonces usted es una rosa,

pues en su concha ya no le roza

y él, en consecuencia, ya no goza.

Es usted una mujer armada hasta los dientes:

Lo digo por las pistolas que lleva en sus pistoleras.

Vaya tranquila por la calle de noche,

que ya verá como no se atreve a perseguirla ningún coche.

Lo que hacemos no es tan impúdico.

Yo chingo siempre en plan lúdico,

Y, desde luego, como soy joven no necesito lubricarme la raja con un ungüento.

Todo esto me lo cuenta su marido, no me lo invento.

No veo por qué le molesta tanto este asunto.

Usted ya es una experta en “pérdidas” de orina.

La podríamos denominar: “La reina de la letrina”.

Créame yo no le tengo inquina,

pero no le consiento que me trate como la puta de la esquina.

Porque soy divina y una bomba que puede estallar,

en el momento que usted crea que me puede vacilar.

Aunque prostituirse sería más digno

que estar cómodamente en casa,

convertida en una informe masa de grasa

y engordando sin tasa.

Porque está usted como una vaca,

tostándose en la hamaca

aunque por lo que me toca

(siendo que usted se pega mucho rato en el agua de su piscina)

más adecuado sería compararla con una foca.

Y usted de qué se queja, si está tan vieja.

¿Quién va a querer comerle la almeja?

Con ese cuerpo tan sedentario

No excitaría ni a un presidiario, ni siquiera a un dromedario

Señora, que no pasa en vano el calendario.

¿Cómo que dónde vivo tía cotilla?

Es que me sacas de mis casllas.

Mira: en mi casa sólo hay espacio para una silla.

Tu marido se sienta, yo sobre él y ahí pilla.

Y si tienes más dudas, que te den morcilla.

Que sepas que tus burlas no me hacen ni cosquillas.

Dice que voy por el dinero

Pero la plata para mí no es lo primero

Por ahora me conformo con ponerle firme y que me firme

algún que otro capricho, como por ejemplo, su nicho.

Para mí el mejor botín es saber que a tu marido le hago tilín.

Y me da mucha emoción protagonizar junto a su marido cada noche,

en mi buhardilla, una película porno, sin ningún guión.

Para mí el mejor regalo es un endurecido falo,

aunque yo enseguida lo talo,

con mi mágica hacha de hierro.

Es una metáfora. ¿Sabe a qué me refiero?

Amiga mía: Hagamos un trato,

si puede ser, mejor con contrato. Seré más discreta que un gato.

Porque yo nunca desbarato, la oportunidad de pasar con un señor un buen rato:

¡Usted se calla y yo dejo de darle tralla!

No lo digo por ser cochina,

pero me la mete hasta en la cocina.

Y en el último año también me ha introducido el caño en el baño.

El grato recuerdo lo guardo como oro en paño.

Ni soy emperatriz, ni soy actriz,

pero tengo de muy buen ver la bisectriz.

¿Se piensa usted, tonta del higo,

que un botijo como usted puede competir conmigo?

Asegura que soy mala feligresa. Y le diré algo:

Su marido es el sacerdote de mi escote.

Yo soy la sacerdotisa de su camisa.

Soy atea y yo, el mayor sacrificio que puedo hacer,

es estar una docena de horas sin joder.

¿Quiere saber en qué ocasión este bombón se arrodilla?

Sólo cuando a un tío oralmente se lo cepilla.

Le juro que me resuena hasta la campanilla.

Yo no sé si lo que hago es un pecado o una maravilla.

Noto que me envidia mi culo bonito:

Lo tengo duro y redondito.

Ya sé que el suyo está fofo, ¡ya lo siento!

Personalmente pongo firme hasta a un sargento.

Si no me cree podemos hacer el experimento.

Tráigame un varón y en un momento, le dejo la verga más sólida que un conglomerado de piedra con cemento.

Los culos como el suyo son funcionales.

Los que son tan sumamente espectaculares como el mío,

deberían aparecer en todos los Registros Oficiales,

en los boletos de las Erecciones Nacionales,

en los libros de texto de Ciencias Naturales

y la fachada de los Ayuntamientos carnales.

Debería estar regulado por alguna Ley Orgásmica,

para que todos los mortales,

olvidaran para siempre sus males,

antes de que llegara el temido día

en que participaran en sus propios funerales.

Sí, amiga mía. Francamente sería genial,

ser la artífice de la paz mundial.

Para no ofenderla se lo diré con tacto.

Tengo un culo delicioso, muy compacto,

muy suave, justo lo contrario que un cacto.

Y soy muy sensible. Me vengo de gusto con cualquier masculino contacto.

A los hombres tímidos les asusta más que un explosivo artefacto

Tiemblan con solo mirarlo, se desmayan de solo pensar en tocarlo.

Es un músculo que merece una fecha para celebrarlo.

Es digno de alabanzas y de que acierten en el centro las lanzas.

Y es puro consenso, gusta a todos en el acto.

Me siento bien con mi culo, es la verdad.

No es una excentricidad, ni un cuestión de vanidad.

Lo tengo tan lindo que tardará mucho en que se desplome con la edad, aunque si este ocurre me lo tomaré con deportividad.

Está tan sólido que tampoco lo va a vencer fácilmente la fuerza de la gravedad.

Deberías verlo, te animarías hasta a lamerlo.

Aunque para degustarlo, nada como acariciarlo,

sobarlo, sopesarlo, manosearlo, estrujarlo.

Justo lo que hace tu esposo,

en estos quehaceres, un tipo muy hacendoso.

En su cruel invectiva también menciona mis pechos.

Lamento decepcionarla, pero no han pasado por las manos del cirujano

Y le recuerdo, no me sea desmemoriada, que sí por las de su marido.

¡Si usted supiera lo que mi niño se ha divertido!

Mis tetas no han pasado por el quirófano.

Se lo aseguro de un modo diáfano.

Es usted patética y tiene usted una gran falta de ética,

al aseverar, sin pruebas, que me he hecho la cirugía estética.

Mis senos suben más alto que globos aerostáticos sin lastre.

No quiero repetir la misma canción.

Lo único que digo es que sacan a cualquiera de la depresión.

Es usted un desastre en sus observaciones, gorda de los cojones.

Mi pubis es la parcelita de césped de un cuidado jardín,

en medio del cual florece una rosa primorosa.

Y el suyo es una tupida selva,

al que, como no hay quien acuda, tampoco hay quien vuelva.

Por eso está siempre en huelga.

Mi concha es el revicio del universo.

Sobre él, cualquier cosa que ésta poetisa aporta, se queda corta.

A la ciencia no le alcanza para expresar tanta magnificencia.

A escritores y poetas mucho menos, ni siquiera si son de los buenos.

Se me ocurre que quizá haya que crear una nueva religión para describir la exaltación y el éxtasis cósmico que provoca cuando un tío buenorro, con la mano me lo toca.

Todas las dudas de la Teología, las resuelvo yo con una orgía.

Y las peores dudas existenciales, las elimino yo con cuatro polvos normales.

Para su marido es una mina y le fascina.

Es un filón que le produce una sublime ascensión.

Es fascinante la perfecta anchura de mi hendidura, señora madura.

Es cosa fina y guiada por la sabia batuta de su marido, nunca desafina.

Tengo una figura digna de una escultura.

Tengo unas posaderas recias de veras.

¿Quedamos y se las enseño?

Para los hombres, pellizcarme las nalgas es un sueño.

Tengo unos pechos rellenos y bien derechos,

Tocados y retocados pero por su marido, no por el médico.

Citarse conmigo para pegarse el lote, es similar a que de la lotería le toque el bote.

Ya quisiera usted volverse lesbiana y meterse conmigo en la cama.

Para un hombre no hay recipiente mejor

Que beber de las copas de mi sujetador.

Cuando yo entro en un bar, las barras del bar pasan a ser ciento.

Le juro que no me lo invento y si no se lo cuento, reviento.

Hablando de bares, tu marido es un beodo,

Por lo bien que le jodo.

Tu marido es un borracho,

Cuando conmigo pilla cacho.

Soy la salida que todo hombre busca,

en su lucha sostenida por no morir en vida.

¡En modo alguno una pelandusca!

Asuma usted de una vez que un hombre requiere de un cuerpo incitador, para que no se sienta obligado a hacer el amor.

Usted no está en sus cabales.

Dudo que tenga talento para juegos orales,

lejos quedaron para usted los placeres carnales,

así que dedíquese a contemplar los televisivos canales,

mientras yo uso —¿lo adivina?— mi recto y mi vagina

que también son canales, pero más naturales.

¿Insiste en saber cosas de nosotros? Yo le cuento:

Recuerdo el trajín de una tarde en que tu marido trajo traje.

Recorrimos varias carreteras secundarias,

después de abandonar una autopista de peaje.

Llegamos a un sombreado paraje y

sin mediar chantaje, me hizo de todo en el follaje.

Se preguntará: ¿Que por qué su esposo ya no se la enchufa?

Se lo diré: Porque usted, más que una mujer, parece una chufa

morena y arrugada, luciendo papada,

con unas horrendas mollas, de verdad se lo digo —he visto fotos—, que le tapan el ombligo.

Sin turgencias, ni cintura, ni nada de nada.

¡Así cómo va a dejar una verga parada!

Una cosa está clara. Vamos a ver:

Su ex pareja no pierde la ocasión de tirarse un bombón,

porque yacer junto a un cuerpo fondón,

no le proporciona placer ni excitación.

No hay nada que perder,

(excepto la orina, aunque para eso ya tiene una tina) por reconocer

que su marido prefiere conmigo coger,

antes que verter su semen en ese albañal (del tamaño de su orinal)

que usted llama conducto vaginal.

Es innegable que yo soy un polvorín

y usted un plato indigesto, que su marido rechaza y yo detesto,

y no me haga ningún mal gesto.

¿Salimos de dudas con la opinión de su maridín?

Es indiscutible que yo soy un polvorón

y tiro más kilómetros que un avión a reacción.

Y cuando diga algo tenga un poco de consideración.

Siento contrariarla, pero entre nosotros tenemos una interesante conversación.

Bájese de la parra, pedazo de guarra.

Usted no sabe menear el culo, ni fornicando tiene garra.

Por eso él para no caer en el aburrimiento es a mis pechos a los que él se agarra,

y a los pelos de mi chichi a los que se amarra.

Usted asegura que soy tan boba,

que no valgo ni para sostener una escoba.

Pero su marido babeando me quita la ropa,

¿No será que lo mío es la mopa?

Aunque pensándolo mejor,

Señorona de mi amor

Lo que más bien se me da es frotar,

este punto su esposo se lo puede garantizar.

El glande se lo pulo con saliva,

pues con la lengua soy muy activa.

Y también muy atractiva.

Se lo estoy explicando en esta misiva.

A la legua se nota, que sé manejar la lengua con nota.

A los hechos me remito. ¿Sabe lo que le reluce el pito?

Aunque confieso que sobre todo lo noto

en lo mucho que le brilla el escroto.

Y fíjese en lo que le digo:

No tengo ningún novio o amigo,

de todas maneras su opinión me importa un comino,

porque yo hago siempre lo que me sale del chumino.

Su marido es mi campesino,

pues sabe plantarme el pepino.

Es por eso, por lo que a él acudo,

cuando toca segarme o podarme el felpudo.

¿Puede saberse de qué se queja? Si usted

se lo pasa bomba tocando la zambomba.

Yo es que sólo me lo paso teta

cuando le hago a su marido un solo de corneta.

Para mí la mejor sortija

es embocar con los labios su pija.

Y la mejor arra no es otra,

que ser desde un poco más allá de los trece una guarra.

Se la trabajo con los labios interiores, con los exteriores,

o con los de arriba, le doy a escoger.

¡Hay tanta variedad de labios en

el cuerpo de una mujer!

Para usted sería un chollo ver como follo.

Para usted sería una buena lección,

constatar lo bien que le pongo el condón a su marido el empollón.

Si usted viera lo poco que espera el muy pícaro para sentir el calor de mi madriguera.

Y respecto al futuro a mí, plín.

Vivo la vida tirándome del trampolín.

Y nunca me han faltado ofertas,

para tener las piernas abiertas.

Soy sana como una manzana. Prefiero un chico que me recorra mis sitios erógenos,

antes que consumir productos alucinógenos.

Y espero que no le asombre comprobar, el hambre

de hembra que tenía su hombre.

Por si le interesa, soy la tigresa de la boca de fresa.

La que el cabello se mesa mientras soy presa, saliendo siempre ilesa,

de una cálida lluvia blanca y espesa.

Y anda que no le agrado, el día menos pensado me hace en un pezón una quemadura de tercer grado.

Su marido tendría que estar muy trompa,

para querer ver su culo en pompa

Sólo un macho borracho, encontraría que se lo rompa.

Ya sé que a mí no me compete, pero esa carnosidad informe no hay quien se la pete.

Y sobre el divorcio victoria no cante.

Las pruebas del investigador fueron obtenidas en fraude de ley

El juez no las dará por buenas.

Por lo cual usted igual hasta se corta las venas.

Para mí que no va a sacar el asunto adelante.

Ojalá se la coman pronto las lombrices se la estén merendando,

porque lo que es los hombres, yo creo que ni pagando.

Pronto vivirá entre raíces

y su marido y yo podremos ser felices.

Y para concluir le digo ahora: El placer es mío, señora.

No sé si le asombra, pero usted no me hace ni sombra.

Y, a propósito: deje los asuntos de alcoba

para esta sagacísima loba.