La aventura más caliente de la princesa

La Reina Tinuviel tiene muchas aventuras a sus espaldas, pero ninguna como aquella vez que se convirtió voluntariamente en esclava de un bandido.

Viajaba sola a caballo, fuera de las fronteras. Teníamos un enemigo muy peligroso, un general bandido que atacaba continuamente nuestras tierras. Por lo tanto, en secreto ideé un plan, dejarme capturar. A mi hermana no le gustó el plan, pero no iba a ceder así que la forcé a investigar al tipo. Le encantaban las mujeres, y solía visitar prostíbulos. Además hacía tiempo que me aburría y necesitaba algo nuevo. Así que cuando se acercaba el anochecer, me preparé para acampar donde solía merodear ese capullo. Lo preparé todo, la hoguera, y me quité la armadura. Esa noche no apareció el bandido, pero estoy segura de que me estaba observando. Al día siguiente como suponía apareció. Al despertarme tenía la punta de una espada amenazando con matarme.

–Ese color de ojos no es muy común  entre elfos, ¿quién eres?–preguntó un medio elfo, debía ser de alguna ciudad humana.

–Soy una princesa, Tinuviel. No me hagas daño, por favor.

Al dormirme tenía la espada al lado mío, pero ya veo que me la había quitado. Me levanté lentamente con las manos en alto.

–Vic, ata sus manos.–una elfa armada salió de la maleza con una cuerda. El tipo le azotó el culo.

La tipa me ató las manos. Ella no era hizuna, no. Ella tenía tatuajes faciales, y portaba una espada. Debía ser de algún clan silvano. Me miró  antes de besarme en los labios, la tipa era guapa así que respondí a su beso.

–Estás traviesa, elfa.–dijo la elfa salvaje, me decía elfa como si ella no tuviera orejas puntiagudas.

–Eres guapa.

–¿Qué hago yo contigo, princesa?

–Puedes dejarme volver, pero organizaré un ejército para encontrarte y cazarte, es mi obligación. Puedes secuestrarme pero mi padre no se dejará chantajear, y mandará un ejército a buscarte. Sea lo que sea que vayas a hacer, te pido que tengas piedad.

–¿Porque iba a tener piedad de tí?

–Quitamé la camisa, elfa.–la tipa me rasgó la camiseta y me la quitó por completo.

Le mostré mi torso desnudo, mis pechos eran grandes y tenía un cuerpo tonificado, fruto de un duro entrenamiento y campañas militares. Mi cuerpo volvía locos a tantos hombres que perdería la cuenta. En efecto, como yo esperaba, el bandido se quedó embelesado en mi figura. La elfa bárbara me terminó de quitar mi vestimenta, dejándome con la tela que tapaba mis vergüenzas. Me acerqué a él hasta su oído.

–Hazme tuya, y de nadie más.

–Te llevaré a mi pequeño palacio.

Yo esperaba ser tomada ahí mismo, pero ahí estaba yo. Casi desnuda por completo, y con el tío cachondo pero decidido a reservarme para él solo. El tipo se quitó la túnica y me la puso, sin quitarme las ataduras de mis manos.

–Las putas desnudas vuelven locos a mis hombres, si te llevo sin ropa no puedo estar seguro de lo que te hagan.

Durante unos segundos juraría que la elfa puso cara de horror antes de volver a la normalidad. Me acerqué a la elfa, y andé cerca suya. La caminata fue larga, y yo andé con ellos. Ella olía a semen y su boca igual, que la había besado antes, lo que sumado a la adicción al sexo que tiene el bandido, me dejó claro que había pasado y en qué situación estaba ella. Por supuesto que viendo su historial, ya me extrañaba que tuviera mujeres en su banda de saqueadores así por que si. Nuestro camino nos estaba llevando por zonas peligrosas, estábamos subiendo la montaña.

Mientras más me acercaba a su guarida más pensaba que igual había sido mala idea, aunque me convencí cuando Vic me salvó de casi caerme de una zona alta. No debía ser mala chica, solo había ido a parar a una mala situación. Desde la distancia podíamos ver a tipos saludando al bandido. Entramos en una cueva y fuimos a parar a lo que debían ser ruinas enanas, reformadas para funcionar como refugio. Había más bandidos que saludaron al tipo, y le felicitaron por la captura. Allí solo debía haber unos veinte, lo que me hacía preguntarme de dónde salía todo su ejército.  El bandido quitó la túnica, a lo que todos estallaron en aplausos y me desató. Podría haberle quitado el cuchillo con el que me desató, y podría haber luchado con la espada que tenía en su cinturón, pero no me salía a cuenta por muy inútiles que resultaran ser sus hombres. Necesito que muera toda la banda.

–Degollaré a quien toque a esta princesa.

El tipo realmente no sé andó con preliminares, se sentó en el trono y se bajó los pantalones. Yo que estaba desnuda, adiviné fácilmente lo que quería de mí, y la razón por la que vine aquí. Me arrodillé y le chupé la polla con auténtica devoción. Tenía su polla sorprendente y perturbadoramente limpia para ser un bandido. Quiero decir, él estaba demasiado limpio para ser un bandido de tres al cuarto pero seguí a lo mío. Chupé su polla con dedicación, a la vez que su polla salía y entraba en mi boca, la lamía con mi lengua. Lo miré varias veces y seguí chupando. Todos observaban jaleando y gritando, como si de un espectáculo se tratara. Así estuve, de rodillas y mamando un buen rato hasta que el tipo se corrió.

–Sigue así de bien, y nadie más que Vic y yo te tocaremos. Vic, que le pongan el collar y la correa, la quiero cerca de mí.

Agradecí tener un rato a solas con la tipa. Me llevó a lo que en otro tiempo debía ser una herrería, pero con además con collares.

–¿Cómo fue? ¿Te robó de un clan silvano, o eras ya una esclava?

–¿Y eso a ti que te importa, puta?

–Estoy aquí con intenciones ocultas.–susurré a su oído–Quizás sea un poco puta, pero no aquí estoy por eso.

–Era de un clan nómada, viajábamos a las Montañas Escudo pero ese cabrón…

–Voy a necesitar tu ayuda con "ese cabrón". Cuéntamelo todo sobre sus deseos, su forma de ser, sus fetiches.

–Le gustan las mujeres, pero suele cansarse rápido de ellas. Si quieres seguir viva tienes que esforzarte en mostrarle que tu vida vale. Solo espero que entonces no se encariñe de ti, y quiera preñarte. Por cierto, llámame Idril.

En mis tiempos de juventud tenía algo a mi favor, era tan hedonista que era capaz de hacer cosas que ahora no haría ni de lejos. Por eso me metí en semejante misión, me importaba menos la humillación como las sensaciones fuertes y placenteras.

Tras mostrarme allí desnuda y dejarme manosear a la vez que ellos comían y reían, empezó la juerga de verdad. Sabía lo que se venía así que me puse en cuatro sobre la mesa enfrente suya. El procedió a tomarme. La metió sin contemplaciones, los primeros minutos dolieron, pero la verdad es que lo hacía muy bien. Tras los primeros minutos de dolor, no dejé de gemir absorta en el placer que recibía. Mientras era sodomizada en la mesa, pensé que al menos un par de meses podría estar ahí. Volví al mundo real cuando salió sin correrse.

–No pares.

–Date la vuelta.

Me acosté en la mesa, mirándolo a él. Procedió a follarme vaginalmente, de verdad que era impresionante la escena. Estaba yo ahí toda desnuda, con él tomando la cadena de mi collar mientras estaba abierta de piernas para él. Si no fuera un hijo de mil madres, probablemente me lo habría quedado como amante.

Yo, que le contaba la historia a mi novia, unos cuantos siglos después me miró desconcertada. Se acercó más a mi en la piscina.

–O sea, ya me has dicho más de una vez que eras muy hedonista. Te gustaba mucho el sexo, y lo disfrutabas de verdad. Todo eso lo entiendo, lo que no entiendo es la lógica de convertirte en la esclava, de forma literal, de un bandido.

–Como te he dicho, mi hermana lo investigó, por lo que estaba "bajo aviso" de cómo era.

–Y supiste que te acogería como esclava. Podría haberte violado brutalmente y descuartizado. Podría haber sido un monstruo.

–Verás, al principio pensé que era un bandido, pero era más un mercenario con un ejército de salvajes que un bandido propiamente dicho.

Esa fue la rutina durante dos semanas en las que no cambió nada, él me follaba compulsivamente, mientras Idril me ignoraba. No decía mucho, pero ella era una esclava más de todo el harén. Todo eso cambió una noche. Un político humano, de las altas esferas, nos visitó. Él iba togado, y su rostro me era muy familiar. Yo que no quería ser reconocida, me apresuré a chuparsela a mi "amo".

–Llevas dos semanas enteras sin hacer nada, creo que el trato era hostigar a esos cerdos de orejas picudas, sin intención de ofenderte.

–Yo no soy tu esclavo, yo cumplo mi parte pero cuando a mí me da la gana y como me da la gana. No lo olvides, las próximas esposas a las que podría violar y matar podrían ser las vuestras.

–Queremos obligarlos a una guerra, más te vale seguir atacando a esa escoria.

–Si, si, ya lo haré. Puedes volver por donde has venido, y no te caigas por las montañas, son peligrosas.

El tipo se fue, y mi "amo" me obligó a dejar esa mamada.

–¿Eres una princesa? Dime todo lo que sepas sobre Asclepio Indriagon.

–Es un humano supremacista, que en nuestros momentos más débiles intentó acabar con nosotros. Todo elfo decente le odia, y le quiere muerto. ¿Trabajas para él? ¿Vas a cederme a ese tipo?

–En realidad hace algún tiempo que le quiero muerto, es un gilipollas que me ve como una herramienta inferior a él.

En ese momento me hirvió la sangre, y me salí del  papel. Esas palabras habían encendido una sed de venganza que nunca había podido saciar. Los  elfos oscuros poco podían tener contra él, pero los silvanos y los hizunos sentíamos un profundo odio por él.

–Dejame ayudarte, amo. Juro que puedo ayudarte a hacerlo caer.–dije convencida–Soy Tinuviel Therinde, la de verdad.

–¿Cómo podrías ayudarme?

–La ciudad de Veritis tiene un sistema de fuegos como alarma. Ataca la aldea noroeste, y entonces harás salir a la guarnición de la fortaleza más cercana. Vete por el río hasta la fortaleza y escala sus muros. Debería estar llena de provisiones.

Sonrió seducido por mi consejo, y me llevó hasta su alcoba. Dónde me excitaba la idea de ver caer a ese racista. Me puse a cuatro patas, como a él le gustaba, y me la metió por la vagina. Gemí para él con auténtica sinceridad.

–Mátalo, mátalo, mata a ese capullo.

Mi misión había cambiado totalmente, pasó de ser una misión encubierta, llena de mucho sexo a una oportunidad real de matar al enemigo de los elfos. Terminamos de follar y me acosté en la cama.

–Solo te pido que la elfa a la que llamas Vic, se quede conmigo y me sirva a mi. A cambio seguiré siendo lo que soy ahora, tu puta.

Estaba decidida a ayudarlo en su objetivo. Al día siguiente, bien temprano fuimos con él a explotar el terreno. En vez de llevar ropa, solo llevaba una falda que cubría mi cintura y mis vergüenzas. El general bandido me tenía bien agarrada por la correa. Idril me seguía cabizbaja, mirándome de vez en cuando. Vestida de cuerpo entero, y con una espada a la espalda.

–Deberías habernos dejado en esa cueva.

–No es lo mismo pasear solo, que acompañado.

–Pues deberías irte a esa colina, quizás desde ahí puedas ver algo.

–¿ A dónde crees que iba?

Cómo yo le había dicho, subimos hasta esa colina desde la que se podía ver todo el paisaje.

–Esa fortaleza está guarnecida por la guardia de la ciudad, salen cuando hay una emergencia.

–Mañana atacaré, pero no entiendo el propósito. Solo llamaré su atención.

–La idea es hacerte saber que voy en serio, y además cuanto más les ataques, más bravos se pondrán.–metí mi mano debajo de la bragueta.

–Y entonces le podré tener una trampa a ese Asclepio.

–¿Y tu ejército?

–Están por toda la montaña, nadie puede pasar sin que yo lo sepa.

Conocía la zona, y yo estaba segura de que mi plan era bueno, faltaba que su ejército fuera suficientemente obediente para hacerlo bien. Me arrodillé y masturbé su miembro.

–¿Por qué te has dejado capturar?–sonreí

–Me aburría, y quería sexo.

–Eres una puta, princesa.

–Mmm si, lo soy, me gusta que me dominen así que si matas a Asclepio, quizás te llame amo para siempre.–me mordí el labio inferior mientras le masturbaba.

Tuve contacto visual con él todo el rato, eso era algo que al parecer les gustaba a todos los tíos. Abrí la boca y se la chupé. Estuve ahí chupando hasta que se iba a correr, pero no lo hizo en mi boca, en su lugar sacó la polla de mi boca y se corrió en abundancia en mi cara y en mis tetas. Un chorro me cayó en el ojo izquierdo. Hice una señal para que me limpiase el ojo, Idril.

–Quizás mañana te lleve al río.–me dijo como si fuera yo una perra, je.

El amo y nosotras dos, volvimos a la base. No molesté más a Idril a la vuelta, me daba pena porque no debía entender qué estaba pasando. Luego, cuando tuviéramos tiempo, hablaría con ella. Al volver no hicimos demasiado, cada uno comió y luego más juergas. Las juergas duraban hasta la noche cuando caían cansados.

–Personalmente pienso que no deberías dejarlos tener juergas, el alcohol inhibe el raciocinio y los empuja a hacer tonterías.–le comenté al amo, que era el único que no había bebido alcohol en todo el día.

–No son un ejército profesional, necesitan distraerse.

–Tu mandas, amo. Oye, tengo una duda. Si uno de tus hombres quiere asaltarme, ¿qué debería hacer?

–Defiendete, esta escoria bandida no se merece a una esclava tan hermosa.

Señalé nuestra alcoba, a la que nos fuimos los dos. Idril nos siguió, más por miedo a la juerga que por gusto. Prefería vernos follar que quedarse entre bandidos borrachos. Ese día follamos de otra forma, se le ocurrió una idea al ver a Idril. Me hizo ponerme a cuatro patas, pero esta vez mirándola a ella. Él se subió a la cama, y procedió a cabalgarme como siempre lo hacía. En vez de mostrarle mi placer a la pared, esta vez gemía y gritaba de placer a Idril. Ella metió su mano en su entrepierna y comenzó a masturbarse.

–Quitaté el pantalón.

Ella se sonrojó y obedeció. Continuó masturbándose a pesar de tener al bandido delante. Supe que lo hacía voluntariamente cuando lo gozaba tanto que miraba hacia el techo mientras se tocaba furiosamente. A mi me seguía cabalgando, hasta que salió de mi culo y se corrió por toda mi espalda. Ella llegó al orgasmo, y el amo le ordenó levantarse.

–Ven.

Idril caminó hacia él, y se cruzó de brazos. El bandido se colocó frente a ella, y en un giro de los acontecimientos que no me esperaba, él se arrodilló para comerle el coño. A juzgar por la cara que ponía Idril, tenía que estar haciéndolo bien. La noté contradicha, por una parte no quería gemir para él, pero la situación le gustaba y desde luego se había masturbado frente a él. Sus contradicciones tuvieron que irse, cuando empujó su cabeza  más hacia su entrepierna. Estuvieron así hasta que ella tuvo un orgasmo, y se sentó junto a mi. Yo que seguía en posición de perrita, tuve en mi espalda a Idril lamiendo todo el semen.

Me acosté en la cama, y me besé con ella, con el amo mirando. Idril estaba poseída por el placer y entonces entendí que estaba haciendo él con ella. Estaba manipulandola para llevarla a un terreno de placer, y entonces hacer que olvide su odio hacia él. No obstante, no me detuve. Nos fusionamos en un beso lleno de deseo, nuestros pechos se rozaban y nuestras manos bajaron a nuestras entrepiernas. Nos masturbamos mutuamente, ambas gemiamos al unísono. Al fondo, ahí estaba nuestro amo, observandonos, la escena tenía que ser increíblemente sexual y excitante para él. Acercamos nuestros rostros aún más.

–Te necesito, princesa. No puedo llevar esto sin ti.–yo le respondí con un beso en la frente.

Me encantaría decir que ambas tuvimos nuestros orgasmos a la vez, pero desgraciadamente no fue tan hermoso. Ella se corrió antes, a mi me costó un poco más. Entonces en vez de ir a por un segundo asalto, el amo se fue de la habitación.  Dejando a Idril una tregua, a mi no me hubiera importado ir a por un segundo asalto, pero Idril necesitaba espacio. Se durmió abrazada a mi, yo me dormí más tarde ese día. Todo cambió al día siguiente, me despertaron unos ruidos. Era él follando a Idril, mientras esta lo disfrutaba y pedía más. Él sostenía sus piernas mientras se la follaba vaginalmente, yo besé a Idril mientras recibía polla de buena mañana.

–Mientras yo ejecuto tu plan, os quedaréis aquí.– dijo él

–Vale.

Me acomodé en la cama, y me relajé. Él se corrió dentro de ella y se fue. Eso significaba que iba a celebrar la victoria conmigo.

–¿No le odiabas?

–Si.

–¿Pero lo has disfrutado?

–Si

–Ah pues genial.–me puse entre sus piernas a lamer su semen–Tenemos que desayunar.

Quizás debería haberle dicho que pensaba hacer nuestro amo con ella, pero me callé, algo que no se si lamentaría. Me vestí con la única ropa que nos dejaba llevar. Una tela que nos vestía de cintura para abajo. Al salir de la puerta, vimos como todos se iban. Frente a nosotras, había dos mujeres vestidas igual que nosotras, pero a estas no las había visto nunca, por lo menos a una, a otra creía conocerla.  La diferencia era que ellas iban armadas con espadas.

–¿Quiénes sois?–pregunté

–Nuevas adquisiciones de tu amo, leales por completo a él.

Desde luego le gustaban las mujeres, y tenía un amplio catálogo de gustos. Yo tenía unos pechos grandes, mientras que Idril tenía un tamaño medio, una de ellas los tenía pequeños y era una elfa oscura. La cuarta era mi compañera de armas, tuvimos un corto romance antes de no saber nada más de ella. Me sorprendió verla aquí.

De vuelta al mundo real, Licia seguía desconcertada por mi historia. Le había contado locuras más grandes que me ocurrieron y que hice pero por alguna razón, le costaba creerse mi historia con el bandido/mercenario.

–A ver, entiendo la primera parte. Te gustaba ser dominada, así que te encomendaste a ser su esclava sexual. Además viste la oportunidad de matar a ese Indriagon.

–Si.

–¿Por qué Idril pasa de odiarlo y de sentirse violada a disfrutar con él?

–Si te das cuenta, yo nunca digo que sufría violaciones. Nunca me respondió activamente, pero yo sospecho que las violaciones habían sido al principio. Luego evolucionó en sexo consentido, seguía odiando su persona pero yo creo que disfrutaba del sexo.

–Vale, ¿y esas dos esclavas? No tienen sentido en una historia normal. ¿Por qué de pronto aparecen?

–No quiero adelantarte nada. Solo diré que esas dos esclavas, habían sido compradas en un mercado especial sangrilunar. Eran dos elfas, ya sabes que antiguamente en el mercado esclavista a nivel continental, las elfas eran de las esclavas más caras.

–Así que tu amo había comprado dos esclavas de lujo, y además obedientes.

–Exacto, y mi compañera se llamaba Desidria, fue mi amante durante unos meses antes de que me dijera que iba a desaparecer durante un tiempo. No volví a saber de ella hasta que la vi, ahí mismo. Con un collar de esclava y con las tetas al aire. La diferencia es que Desidria tenía unos piercings en los pezones en forma de argollas, lo que le daba un atractivo extra.

–¿Qué es de ella actualmente?

–¿Y por qué mejor no te sigo contando la historia?

–Si, pero será mejor que salgamos del agua.

Ahí estaban las nuevas esclavas, se ve vinieron preguntas a la cabeza. ¿Cuánto dinero tenía mi amo? ¿Qué hacía ella aquí? ¿Y qué pretendía el amo?

–Como he dicho, vuestro amo nos ha comprado.  Sus órdenes son vigilaros, y ayudaros con las tareas del amo.

–¿Tareas? Yo soy una esclava sexual, no una esclava doméstica.–respondí

–De toda la vida una mujer es esclava doméstica y puta, quiera o no quiera.–dijo de forma muy dura pero cierta Desidria

–Las órdenes son ir de compras al mercado de la ciudad, y recolectar frutas.–dijo la otra

–Yo no puedo ir a la ciudad.–dije

–Tu te vienes conmigo, ricura.–dijo mi ex compañera, Idril se dió la vuelta, de camino a la habitación.

–¿A dónde vas?–preguntó la elfa oscura–Vas a ir así, como todas.

–Pero yo nunca voy…–la tipa le miró sin darle muchas opciones–Vale, iré así.

Suspiré resignadome a hacer de esclava doméstica. Las cuatro dejamos las ruinas enanas. Ambas se fueron a la ciudad, y nosotras dos nos adentramos en el bosque con unas cestas.

–Vale, ¿de qué va esto?–no respondió–Desi, responde.–seguía ignorándome. Levanté su falda y miré en su entrepierna para ver si tenía una polla.–No eres hermafrodita.–Desi metió varios dedos en su vagina y sacó un tubo con un mensaje.–"Este es un regalo, de tu hermanita. Desidria era como tú, exactamente en todo así que la llevé a ser adiestrada como esclava, mi esclava. Ella es mi agente esclava, al igual que lo es la otra elfa. Utiliza a estas dos putas elfas para todo tipo de planes, y perversiones sexuales. Te recomiendo que uses a Desi, pero te divertirás mucho también con la Loba de Obsidiana. Te veré pronto. Te desea buenas mamadas, tu querida hermana." No me creo que seas la esclava de mi hermana.–quemé la carta con magia

–Y yo no me creo que seas la esclava de un mercenario. Ahora mismo estamos a la misma altura, solo que yo estoy adiestrada.

–Cuatro mujeres son demasiadas mujeres para un solo hombre. Por otra parte, mi hermana ha dicho que te use para todo lo que quiera. Aunque ciertamente siempre hemos sido muy parecidas, es inquietante pensar que me quiera follar a mi viva imagen.

–¿A qué sí?

–Mi hermana dijo que nos veríamos pronto, espero que no esté planeando una locura.

Nos pusimos al trabajo, a recoger algo de frutas del bosque. Mientras lo hacíamos, observé a Desi. Sus pechos se veían hermosos con esas argollas y de seguro que había adquirido más sensibilidad en sus tetas.

De vuelta en el mundo real...

–Calla, Tinu. A ver si adivino, tenéis sexo lésbico las dos en el bosque.

–¿Me vas a dejar contarlo?

–No, me parece muy turbio pensar que te has follado a ti misma según tu lo ves. Además ya tenemos sexo, no necesito saber que hicisteis.

Estaba atardeciendo, hoy era un día tranquilo sin muchas alteraciones. Vestíamos ropa ligera y cómoda.

–Toda esta historia me suscita una duda. ¿Seguiste siendo así con tu esposo?

–Si y no, teníamos mucho sexo pero todo ese rollo de sumisión dejó de gustarme.

–Ohh que lastima, y yo que tenía unos juegos pensados para esta noche.

–Tú eres la excepción.–sonreí pícara–Lo único es que no llevo nada en los pezones. ¿Qué tal si paso a la parte de Idril y luego tenemos algo de sexo?

–Vale, esa chica me intriga mucho.

Ella iba muy avergonzada, hasta ahora no había tenido que ir semidesnuda, pero ahí estaba mostrando pechos. Bajaba la cabeza y ocultaba sus tetas.

–En ésta ciudad-estado legalmente debes ir semidesnuda si eres elfa. Son leyes muy racistas, pero en teoría ni siquiera como libertas podríamos entrar. Además eres la zorra de  ese mercenario.

–Le odio, pero es que…

–Te está amaestrando, como haría yo con un perro. Y en tu situación actual sentirte cómoda con él es tu única salida al sufrimiento.

–Podríamos escapar.

–¿Dos esclavas con las tetas al aire andando como si nada?

–Bueno, supongo que en esta situación no tenemos muchas opciones. ¿Qué vamos a comprar? ¿Más esclavas?

–No, son cosas para vosotras.

–Sigo sin entender que hacéis aquí. Ese tipo pone mucha confianza en vosotras.

La esclava de piel oscura dejó de contestar. A decir verdad, es cierto que la llegada de esas dos nos había resultado una sorpresa pero realmente tenía un sentido. Habían sido compradas de un mercado sangrilunar, venidas directamente del sacerdocio lunar. Esas esclavas técnicamente estaban adiestradas para ser completamente obedientes. Aunque Idril hubiera intentado escapar, no le habrían dejado. Entraron en la ciudad sin mayores problemas, a pesar de ser esclavas y llevar una bolsa de monedas. Hecho que tendría que haberlas puesto sobre aviso, pero Idril estaba más pendiente de tener su torso desnudo. Algo a lo que no lograba acostumbrarse. La primera compra fue la más grande, un pedido de barriles de cerveza y vino, que tenían que llevar a un lugar que conocía el cervecero. La segunda compra, fueron vestidos femeninos nuevos, comprados en una sastrería digamos que era...peculiar.

–¿A dónde vamos?

–¿Has visto los aros que lleva mi compañera?

–Si, lleva dos en las tet…Espera vas a…

–Tu amo quiere que te pongamos aros como los que lleva ella.

–¿Y por qué Tinuviel no?

–Aparte de que es algo conocida y no puede venir, la quiere tal cual está.

–¿Y qué quiere de Tinuviel? ¿Dejarla preñada?

De nuevo, la esclava se aprovechó de su derecho a no contestar. Cómo Idril no tenía muchas opciones, aceptó de pocas ganas. La siguió hasta un local donde ponían "accesorios" a los esclavos. Ahí el tipo le puso a Idril las argollas en los pechos. Ella soltó un par de lágrimas, pero el tipo sanó sus heridas con magia y la largó de allí. Fuera del local, con la herida sanada, se miró los pechos.

–Me veo rara, siento que me voy a poner a bailar con este aspecto.

–Vamos a la última parada.

La última parada era un prostíbulo, pero uno subvencionado por los sacerdocios. Resultaba que allí trabajaban sacerdotisas lunares y eclipses, o sea también hermafroditas. Además ese lugar servía como compra y venta de esclavas. Ella se asustó cuando vió el prostíbulo.

–No va a haber ninguna venta, tranquila.

Cuando me enteré de toda la historia, estuve segura del plan de nuestro amo. Amaestrar y domesticar a Idril, él no conocía la magia de control mental o no le gustaba así que pocas opciones tenía. Excepto la influencia de las hermafroditas. Fueron a buscar a una esclava concreta, por la cual fue pagada de inmediato. Era otra elfa, una elfa salvaje como ella, por los tatuajes corporales. La diferencia es que esta era una hermafrodita. Era pelirroja, de pechos grandes y alta. Era toda una belleza salvaje.

–Ven.–Idril como sintiéndose hechizada caminó hacia ella.–Acuestate conmigo, hermana de los bosques.

–Tendriamos que irnos.

–Podeis esperar.

La hermafrodita abrazó a Idril, y se acostaron juntas en la cama. Idril había caído como hechizada, no creo que hubiera visto a nadie de su gente. La chica le dió mimos a Idril, mientras esta apoyaba su cabeza en el hombro de la otra.

–No soy un hombre, ¿pero quieres tener una conexión conmigo?–Idril asintió

La hermafrodita se acostó en la cama, e Idril bajó hasta su polla. En cuanto la besó, sintió la influencia hermafrodita. Idril procedió a hacerle una mamada, que según describió la elfa oscura, era una mamada de escándalo, llena de devoción a la receptora de la mamada.  Mientras todo esto pasaba entró una mujer a su habitación, no era una puta, era la esposa de uno de los senadores de la ciudad. Miró a las dos silvanas en la cama.

–Él me dijo que estaríais aquí.–dijo la aristócrata a la olyviria

–¿Qué deseas?

–Dile a tu amo que le espero donde la primera vez al atardecer.

–¿Nada más?

–Dile que se traiga a una de las suyas.

Licia frunció el ceño, de nuevo parecía no entender algo.

–¿Quién era esa mujer?

–Eso lo dejaré para mañana. Hoy tenemos noche de sexo, ¿recuerdas?

–Pues ahora me he quedado con ganas de seguir con la historia.

–Es una historia muy interesante, por eso quiero dejarte con la intriga. Ya seguiremos mañana.