La aventura más caliente de la princesa 3

La reina y amante comienzan a explorar más a fondo sus límites. Mientras, en el pasado, comienza la acción y la guerra contra los humanos.

TINUVIEL

Alva por fin trajo el vino lunar, un vino cuanto menos peculiar. Provocaba ebriedad, como todas las bebidas alcohólicas pero ésta también provocaba un aumento de la actividad sexual. En pocas palabras, convertía la borrachera en una fiesta del sexo. Licia, que sabía que bebida era, le echó un tímido trago. Yo me animé a beber más.

–No seas tímida.–le volví a dar la bebida a Licia

Licia tomó un trago más generoso antes de ofrecérselo a Alva.

–Alguien tiene que permanecer sobria.

Los tres tomamos media jarra de vino entera antes de que Alva decidiera llevárselo. El vino tardó en hacer efecto unos pocos minutos después, cuando noté mis mejillas calientes y mi mente se llenaba de imágenes sexuales. Licia se estaba tocando, y yo hice lo mismo. Perdimos el control cuando Rathir nos enseñó su polla, lo cual fue un pistoletazo de salida. Nos arrodillamos en el suelo y comenzamos a chupar su falo. Nos repartimos su miembro, yo le hacía la mamada mientras que Licia le lamía los huevos.

Rathir nos cogió de las manos y nos llevó a su habitación. Abracé a Licia.

–Estoy cachonda, consejera real.

–Yo también, majestad de toda Enandrar.–miré a Rathir y gimoteé

Caminamos abrazadas hasta la cama, y ahí caímos. Levantó la cintura de Licia, y frotó su miembro contra sus labios vaginales. Entonces él la metió dentro de su coño, Licia levantó la cabeza y gimió. Yo me acosté bocarriba y comencé a masturbarme mientras Rathir follaba a mi chica. Estuvieron con ese mete y saca un buen rato hasta que Rathir se corrió dentro. Tuvo que esperar unos minutos hasta que estaba preparado de nuevo para la diversión.

–Venga, no tengo to-todo el tiempo.–le exigí a Rathir–Preñamé.

Rathir me agarró del cuello y entró en mí como si de su casa se tratase. Mientras él me follaba, Licia me besó. Me sentía como la zorra que era en mis viejos tiempos. Tras correrse dentro de mí. Me di la vuelta, y gracias al vino minutos después tenía su polla enterrada en mi culo.

Toda la noche estuvo llena de sexo salvaje e insaciable. Él se corría en nosotras, y el efecto del vino lunar le daba aún más aguante.

Al despertarnos, Licia y yo nos despertamos abrazadas. Rathir ya se había levantado. Nuestra ropa nueva estaba doblada en un mueble. Nos vestimos y salimos de la habitación. Se ve que Rathir se había quedado con ganas desde ayer, que todavía quería follar más. Ahí estaban ambos, follando en el sillón con Alva cabalgandolo. Nosotras, que sufríamos los efectos de la resaca por el vino lunar nos sentamos lejos de esos dos con dolores de cabeza horribles.

–Me duele la cabeza y me sabe la boca a semen.–dijo Licia apoyando su cabeza en la mesa.

–Si, chupas tu muy bien.–ella solo gimoteó y se acomodó aún más.

Por la puerta del señorío entró nada más y nada menos que la hija del matrimonio. Una elfa que compartía rasgos inconfundibles con su padre. Ni se inmutó al ver a sus padres tener sexo, lo que llamó mi atención. Unos sirvientes nos trajeron el desayuno a sus órdenes. Ella se sentó a mi lado.

–Una vez me traje a una amiga con derechos, y nos pillaron en el sillón. Mis padres dejaron de ocultar su sexualidad y así hemos acabado.

–Ya veo que sois tal para cual.

–Tu debes de ser la reina, papá me ha hablado de ti.–dijo mirando el generoso escote que mostraba mi vestido.

–No me quiero imaginar que te habrá contado–me bajé un tirante del vestido que llevaba

–Quiero irme a palacio contigo, majestad.

Detrás nuestra la parejita había dejado de fornicar, mucho aguante tenía Rathir. Me extrañaba que no hubieran criado hijos como conejos conociendo la vida sexual del matrimonio.

Comenzamos a desayunar bajo la atenta mirada de la hija de Rathir, que no dejaba de mirarnos.

–Lo peor de todo es que haría otra mamada.–dijo Mylanna.

–Le has cogido el gusto, ¿eh?

–Si, y no sé si debería. ¿Así es como eras en tu juventud? ¿Todo el rato cachonda y con ganas de meterte otra polla en la boca?

–Hasta que no me casé por segunda vez, si.

–Pues lo siento mucho por ti, cariño.–dijo Licia con sinceridad

–Miro al pasado y pienso que era demasiado libertina, demasiado idiota y promiscua.

–¿Te arrepientes de lo que hiciste con Rathir?

–No, y si. Repetiría todo aquello, pero de otra forma.

–Yo fui una esclava sexual, fui adoctrinada por el que debía ser mi maestro en el asesinato. Me dominaba por completo, sabía que palabras y comandos usar para controlarme. En especial, las mamadas eran mi especialidad. Hasta que fue asesinado y otro maestro me adiestró para intentar borrar el entrenamiento al que fui sometida.–agarré su mano, y la miré con interés–Parte del entrenamiento, no obstante, las mamadas creo que siempre serán mi debilidad. Esta experiencia ha reavivado ese…¿trauma?

–¿No lo ves como algo malo?

–Él me adiestró para ver el sexo como algo a adorar. Prácticamente fui incapaz de odiarle por culpa de su entrenamiento. Aún hoy día se me hace imposible odiarlo. Tú sólo no evites el sexo conmigo por miedo a esto que te acabo de contar.

Esto me abría muchas posibilidades, si ella quería. Solo que me daba miedo el hecho de que no había perdido parte de todo ese entrenamiento y adiestramiento. La miré durante unos segundos antes de encogerme de hombros, ella ha dicho que la siga tratando igual, pues eso haré.

–¿Sigo contando la historia? ¿Se te ha pasado la resaca?

–Bueno.

Ya se había pactado la alianza, yo aconsejaría a Rathir en la guerra contra Asclepio. La letra pequeña es que seguiría siendo su puta hasta que terminase la guerra y yo tan encantada que estaba. Los ejércitos de los participantes se prepararon, los humanos habían planeado un ataque a nuestra base de operaciones, las ruinas.  Yo organicé una emboscada a ese ejército, y muchas trampas. Además pedí prestadas unas tropas, a mi hermana, para ayudar en la emboscada. Sesenta de las mejores soldados y arqueras del ejército. No era ninguna casualidad que mandase a mujeres, solteras y de las más putas del festival de fertilidad.

Finalmente tras dos días de preparación llegó el ejército que venía a expulsarnos de allí. Eran doscientos hombres los que llegaron. Todos nos preparamos en nuestros puestos. Por suerte, Rathir tenía dos dedos de frente y sabía que debía ir protegida. Los enemigos llegaron, marchaban mientras nosotros esperábamos el momento correcto. Una vez los teníamos donde queríamos, les atacamos con todo lo que teníamos mientras un grupo de cuarenta atacaban por detrás. Rathir y yo nos combinamos bien en el combate, lo que me resultó realmente excitante. El ejército que venía a expulsarnos de allí, resultó en una aplastante derrota para ellos. Los hombres de Rathir robaron las armaduras, y las armas más buenas que tenían a mano y volvimos a nuestra base.

–Ha salido demasiado bien, yo doy por hecho que es porque no pueden dedicarse a expulsarnos mientras tienen ejércitos en sus fronteras.–dijo él

–Puede que eso sea cierto, pero seguirán mandando soldados. Y si no, buscarán la forma de expulsarnos. No se pueden permitir dejarnos vivos.–le dije

Cuando llegamos a las ruinas, habían sacado toda la bebida para celebrarlo. Algunas de nuestras mujeres se habían desnudado, para tener lo que ellas también deseaban. Yo me apoyé en la mesa, con su culo mirándole a él. Abrió las nalgas, y metió su polla sin contemplaciones. Tan acostumbrada estaba yo al sexo anal, que las pollas entraban como si fueran su propia casa. Me apoyé en la mesa mientras él me embestía. Me quitó el resto de la armadura y la ropa mientras me follaba. Mientras, la capitana de esas mujeres se presentó frente a él.

–Mylanna quiere mandar más tropas aquí y usar esta localización como fortaleza para atacar la ciudad.–dijo ignorándome por completo.

–Pues que traiga tropas si quiere.

–Mylanna quiere recordarte que tú, estás al servicio de la corona, y que debes ayudarla contra Asclepio.

–Dile a tu señorita que no voy a dejar pasar la oportunidad de matar a esa sabandija, y que no tiene que preocuparse.

Mientras estaba yo ahí como su zorra, entendí que Rathir tenía aspiraciones nobles, o traicionaba a la corona, o nos ayudaba y además recibía una recompensa. Además mi hermana no era estúpida, Rathir era un hombre de placeres mortales, si me tenía con él, la alianza quedaba fortalecida. Solo debía usar mi cuerpo para mantenerla asegurada.

–O sea que fuiste voluntariamente la puta de mi padre.–concluyó la hija de Rathir

–Si.

–Por cierto, soy Bryo.

Bryo seguía mirando con lujuria mi cuerpo. Miró también a Licia, la cual pasaba de nosotras. Hice que Licia me mirase, no quería llevarla a esta situación lujuriosa si ella estaba incómoda.

–Si no quieres seguir paramos, no quiero obligarte a hacer nada.

–La noche que hemos tenido con Rathir ha sido increíble, pero necesito de tu cariño, no de otros ni de Alva.

Me sentí muy mal por olvidar algo tan básico como darle amor diario a mi Licia, la cogí de la mano y la lleve a la habitación. Llamé a Bryo a gritos, que vino sin rechistar.

–Sigue con la historia, Tinuviel, debe haber algo más que sexo en ella.

Como diría Alva, yo era la puta de Rathir. Sexo día y noche, pero conforme el se vió obligado a entrar en acción, tuvo que emplear mi ayuda. Le presenté un plan con el que tendríamos una base de operaciones más cómoda desde la que actuar. Al terminar el bosque, todo norte desde nuestra ubicación, había un castillo bien fortificado que de ser capturado, sería capaz de provocarles un buen dolor de cabeza a los humanos.

–Yo conozco este castillo, no se puede asediar con los hombres que tenemos, y tampoco deben pedir ayuda, pero hay un túnel desde donde podemos llevar tropas. El asunto es, que debemos hacerlo por la noche, llevar a todos nuestros efectivos y matar sigilosamente a los hombres del castillo.

–Entonces, pediremos refuerzos aliados y desde aquí podrán asistir al ejército de Mylanna que está realizando el avance en el frente.

Era un mejor plan que quedarnos allí, en esas ruinas teniendo sexo, pero había un problema. Des y la Loba de Ébano no podían venir, tampoco su mujer ni su hermana. Lo hablamos en la habitación con Alva, Idril, Eril, y Des.

–Mi hermana ha preparado una tienda de campaña con guardaespaldas solo para vosotras. El problema es que os tendríais que quedar con ella hasta que la situación estuviera asegurada.

–¿Estaremos seguras?

–Yo diría que sí.

–Amo, quiero ir contigo.–dijo Desidria.–Sé luchar y defenderme, y no quiero estar lejos de ti.

–¿Lejos de mi o de mi esclava Tinuviel?

–Amo, que se venga.

–Un par de soldados os escoltarán de vuelta. El regreso debería ser algo seguro.

De vuelta en el mundo real, mientras le daba amor con mis dedos, busqué la aprobación de Licia para seguir hablando, sabiendo que hablaría de Des. Ella asintió y continué.

Rathir decidió que iríamos con la falda solamente, nosotras asentimos y dejamos la montaña al anochecer. Otro equipo, liderado  la general que anteriormente era la esclava sexual de mi hija, asaltaría  el castillo una vez las puertas estuvieran abiertas. Fuimos todo el camino entre los árboles y mucho sigilo, el punto crítico fue a la hora de ir hacia la cueva que llevaba al pasadizo. Tuvimos que ir de uno en uno. Después caminamos muy sigilosamente en la cueva. Nos dimos cuenta, que el pasadizo llevó a la bodega del castillo. Entramos unos veinte, y los detuve cuando oí unos ruidos. Lentamente avanzamos unos cuatro, y matamos a los soldados que venían buscando un barril. Desidria y otra soldado, que se había desnudado hasta quedarse en ropa interior, se acercó a mí.

–Nuestro objetivo debería ser acercarnos al que lleve la defensa de este castillo. Mandaré a un par de mis zorras a que maten a los que guardan la puerta.

Me di cuenta de dos cosas, una, y es que la elfa semi desnuda se suponía que era la líder al cargo de los refuerzos y dos, que no era una soldado normal sino una agente directa de mi hermana, que servía como espía.

–Entrios ha comprado nuestros servicios.–dijo la espía elfa.

Asentimos y salimos de las bodegas. Me costó reconocerla sin todo el atuendo militar, y la cara de estreñida que lleva normalmente. Mientras la bodega se iba llenando de nuestros soldados, nosotras atraímos la mirada de tres soldados, que se acercaron a nosotras.

–¿Qué hacen tres putas elfas aquí?

–Entrios nos ha comprado y metido a escondidas.

–El comandante ya le avisó, tenía prohibido meter putas. ¿Qué hacemos ahora con vosotras? Podríamos follaros bien folladas.

–Si se las damos al jefe igual nos recompensa ahora que todos duermen.

Ahí nos quedamos de pie, semidesnudas, mientras ellos discutían qué hacer con nosotras. Según los códigos de disciplina, el sexo está relegado a permisos militares, nos deberían expulsar del castillo y devolvernos a nuestro "dueño" pero obviamente su líder no iba a dejar ir a tres elfas. Mientras los nuestros se infiltraban en el castillo, nosotras estábamos de camino a ser folladas por un militar humano. Los tres soldados tenían la disciplina suficiente para no follarnos hasta quedarse secos, así que decidí darles un regalo.

–Sois buenos con nosotras, así que me quitaré la falda y os regalaré unas vistas que no tendréis nunca en la vida.–así como dije me quité la falda e hice gala de mi culo.

Pude notar las ganas de empotrarme de al menos dos de ellos, pero no me tocaron. Llamaron a una puerta, y nos presentaron ante su comandante.

–Nos hemos encontrado ante estas tres putas, señor.

–¿Sabéis cuanto cuestan unas putas de estas? Recibiréis el coste de estas putas en oro. Dejadme con ellas.

Sonrió ampliamente cuando nos vio a las tres. Nosotras bajamos la cabeza, sumisas ante el militar. El militar se acercó a nosotras, la primera fue a Des, la toqueteó.

–Eres una buena potra. Buena esclava.

El tío pasó hacia mí, puso su mano en mi cara y me hizo mirarle. Amasó mis pechos, y acarició mis piernas. Me dió la vuelta y azotó mi culo.

–Tú no tienes ningún tipo de tatuaje o marca.

–Mi amo creyó oportuno que mi cuerpo debía quedar impoluto como una obra de arte, señor.

–Desde luego parece que te hayan esculpido los dioses, una pena que te hayan puesto a chupar pollas por dinero. Eso acaba hoy.–él pasó a la espía–No pareces una esclava, pareces una puta salvaje pero sin tatuajes tribales.

–Era una esclava gladiatoria, te puedes imaginar el final de los combates cuando perdía.

–La buena zorra y la princesita de las pollas, aquí en mi mesa.–fruncimos el ceño y obedecimos.

La espía y yo nos apoyamos en la mesa, dando nuestros culos al comandante. Entró sin miramientos en el de Desidria, ella abrió los ojos de par en par, sorprendida. La polla del humano entró lentamente hasta que solo quedaban los huevos fuera. Entonces comenzó la cabalgada de su culo, mientras yo permanecía en esa posición. Mientras, yo me preguntaba cómo íbamos a matar al idiota si la que tenía que matarlo tenía una polla metida en su culo. Reconozco que en ese momento me sentí tonta por haberme dejado llevar por la lujuria. Todo esto era por haber sido víctima de la lujuria desmesurada. Empecé a sentir rabia por cada gemido de la espía, me enfadé y dejé mi posición. Le quité al humano una daga de su cinturón y se la clavé en el cuello. Ambas me miraron estupefactas.

–Tinuviel, tenía que matarlo yo.

–Es nuestro puto enemigo y estamos aquí como si fueramos sus zorritas. Se os olvida que estos imbéciles nos odian para todo lo que no sea follar.

–Tinu, ponte sobre la mesa otra vez.–dijo Desidria

–No.

–Hazlo.–dijo en un tono autoritario que no veía en mucho tiempo.

Viendo cómo se había puesto, decidí hacerle caso y ponerme en la posición que pedía. Comenzó a darme un masaje en esa posición, mientras tenía su pelvis tocando mi culo. A medida que recibía el masaje, me fui calmando. Lo que no me había pasado con Rathir me ocurrió con el humano, no debería haberme pasado.

–¿En qué momento pasaste a ser la zorra sumisa que eres ahora, Des?–ya se lo había preguntado antes pero necesita la versión larga.

–Comencé como tú, con una gran pasión por el sexo, con hombres y mujeres en la misma cantidad. Sin embargo fue mi maestra la que me estrenó en la sumisión. Pasé de mi maestra a su esposo, y Mylanna descubrió mis inclinaciones. Y aquí estoy, se supone que soy tu regalo pero más bien parezco el regalo de Rathir.

–Para ser justos, si yo soy la esclava de Rathir y Alva, eso te convierte en su mascota.

Entonces empezaron a oírse ruidos de combate, la espía se asomó a la ventana y nos confirmó que la misión había salido bien. Des me dio varios azotes en el culo y me di la vuelta. Ella me atrajo hacia sí, y me besó.

–¿Estás conforme con todo esto, Tinu? ¿No te estará pasando factura?

–Por el momento no, pero creo que he tenido mucha suerte con Rathir.–Des sonrió y me volvió a besar.

–Eso significa que eres tan esclava y sumisa como yo.

–Nos diferencia que yo soy más puta, y que tu no vas a dejar esta vida de esclavitud, Desidria.

Nos abrazamos y nos besamos con el ruido de lucha de fondo. La espía mientras se encargaba de los enemigos que llegaban. Hasta que oímos una explosión que nos distrajo, era Arlaya madre y su hija, del mismo nombre. Habían calcinado con magia a los soldados humanos.

–Vaya, hacía tiempo que no veía a dos esclavas besándose.

–¿Cómo está mi hija?

–Desde que dió a luz está más guapa, y sana. Hace tiempo que quiere verte.

–Cuando todo esto acabe, tal vez les haga una visita.

–Deben de estar cansadas, dales una buena bienvenida.–susurró Desidria al mi oído.

Dejé el escritorio del humano y me acerqué a las dos aladas. Me crucé de brazos para levantar mis pechos. Ambas, que eran hermafroditas, tenían una visible erección entre las piernas.

–Estás muy buena, princesa.–dijo la hija

–Arrodillate, Tinuviel y haznos unas mamadas.

Sin decir una sola palabra, me arrodillé ante esas dos mujeres armadas, y bajé su vestimenta hasta que las dos tenían sus arietes a la vista. Comencé por la hija, que hasta ese momento debía calmar su deseo a pajas. Arlaya hija se vió sorprendida al sentir mis labios en su polla, cuando comencé a mimarla, ella gimió y levantó la cabeza. Mientras que su polla entraba y salía de mi boca, la madre me recogió el pelo para hacerme más fácil el trabajo. Utilicé mi otra mano para hacerle una paja. Entonces cambié a la hermafrodita madre y se la chupe a ella.

–Buena esclava, Tinuviel. ¿Te unes, Desidria?

–Lo haría pero me gusta ver a Tinuviel trabajar.

–Me gusta cuando está en modo zorra total. Normalmente no es sumisa, pero cuando su cuerpo le pide sexo, se nota mucho.

Dijeron mientras me estaba dedicando a chupar esas pollas, como si yo no estuviera allí.

De vuelta en el mundo real, Licia había tenido varios orgasmos que le dimos entre las dos. Besé a Licia, que se la veía más feliz que antes. Yo pasé a apoyar mi cabeza en su hombro.

–Entonces se la chupas a las dos hermafroditas.–dijo ella jadeando

–Básicamente, si ya sabías que esta era una historia de puro sexo, vasalla.

–Ya pero es que siempre me llegas a sorprender, Tinuviel. Es que no tiene sentido la cantidad de sexo que eres capaz de tener.