La aventura de la elfa cachonda

Isra es una agente veterana que decide retirarse. En internet se encuentran con unos conocidos que ahora se dedican al porno, lo que enciende algo en ella que creía dejado en el pasado.

Llegué a la casa de Esmeralda, o más bien mansión. Se gastaron sus ahorros en una mansión, y su trabajo, por sorpresa, les da beneficios. Llamé a la puerta, y Eiji me recibió con sólo unos calzoncillos. No negaré que mi mirada se desvió a otra parte.

–Dara, entra.

Eiji se fue de la puerta y me dejó entrar.

–Que cómoda debes estar con solo un sujetador.

–Hace calorcito, me sienta mal el calor.–detrás suya tenía un ventilador.

Me senté con ella. Se sentía extraño verlos casi desnudos. Por suerte, Eiji se fue para su habitación. Dejándonos a solas.

–¿Y dime? ¿Te ha gustado?

Saqué mi teléfono y le enseñé mi vídeo de yo masturbándome con un consolador. Esmeralda sonreía ampliamente viendo el video. El vídeo consistía en yo estando la cama mientras utilizaba el consolador que tenía para darme placer.

–No me atraen demasiado las mujeres, pero no puedo evitar sentirme atraída por tí y por tu novio.–su sonrisa se amplió y me besó.

–Me halagas, Dara. ¿Quieres tener un poquito de diversión?

–¿Crees que he venido hasta aquí solo para verte? Vengo aquí buscando placer.

–Es difícil resistirse a tus encantos.

–Ven.

Esmeralda cogió mi mano, y me dejé llevar por ella. Me llevó a su estudio de grabación donde cerró la puerta y me arrinconó contra la pared.

–Ya llamaré a mi amo después.

Ella no se andaba con tonterías. En cuanto me mordí el labio, y me levanté la camiseta, se lanzó a besarme como si no hubiera un mañana. Como dije, no era yo precisamente lesbiana pero Esmeralda en concreto me volvía loquita. Despertaba algo en mi que no creía que tuviera. Con una mano acarició mi rostro mientras que con la otra, desabrochaba mi sujetador. Lo dejé caer al suelo. Nos separamos un momento y nos miramos jadeando.

–Despiertas la zorra que hay en mi, Esme.

Nuestras bocas volvieron a besarse, jugamos con nuestras lenguas mientras la alyvir tocaba mis pechos. Mis palabras la animaron a tocarme con más atrevimiento, y a bajarme los pantalones mientras nuestro juego de lenguas continuaba.

–¡Eiji!–gritó Esmeralda–Espero que te guste ser una perrita frente a la cámara.

Agarré sus glúteos y la acerqué aún más a mi, nuestro pechos se tocaban. La abracé por detrás y besé su mejilla. Eiji abrió la puerta de par en par, y nos miró de reojo con dos collares con su correa en la mano. Le lanzó uno a Esmeralda, y el otro a mi.

–Hoy no hemos follado, porque me dijo que vendrías. Una nueva incorporación.

–¿Sueles tener nuevas incorporaciones?

–No, tú eres de las pocas que han compartido nuestra relación. Ven, conejita elfica.–caminé con la correa en la mano hacia él.–¿Te gusta mi novia? Hace perfectamente cualquier papel, ama o esclava.

–Estaba saboreando su boca, y jugando con su lengua.

Hace unos días, me encontraba en mi casa. Había dejado mi trabajo como agente, con una buena pensión por el servicio. Así que no tenía nada que hacer. No mentiría si dijera que me senté en mi silla de escritorio y por curiosidad busqué porno. Cuando me encontré con ese par de putones que son Eiji y Esmeralda, me puso muy cachonda. Ahí estaba yo, con mis dedos masturbándome mientras veía a Esmeralda recibir polla por el puto culo, ella se dedicaba a gemir mientras el miembro de Eiji se le hundía hasta que sus testículos chocaban con sus glúteos. Había servido con ella en el ejército en unas cuantas misiones, siempre me había parecido muy atractiva. Tenía un cuerpo escultural, mi muy delgada ni muy ancha, unos pechos normales pero algo grandes y tenía un culo decente. Pero sin embargo su rostro parecía esculpido por los dioses. No obstante, su novio, dioses santos, quería estar en su posición. Yo normalmente no era así, pero esa escena pornográfica me pudo. Antes de llamarla me había puesto unos cuantos videos, algunos más elaborados que otros.

–Hola, Dara. Hace tiempo que no nos vemos. ¿Como te trata la vida?

–Bien, no me puedo quejar, aunque un poco solitaria. He dejado mi trabajo, Esmeralda. Ser agente no es lo mío, ya tuve varios siglos para ello.

–¿Qué estás haciendo?–me acerqué al ordenador y reinicié el vídeo porno.–Ohh, ¿te gusta?

–Mi silla está algo mojada, así por decirte.–Esmeralda se rió.

Nunca fui una mujer tímida. Era lanzada y confiada, aunque algo pícara. Se que le gustaba cuando era honesta y sincera, y me conoce lo suficiente para saber que esa llamada guardaba otra intención.

–¿Quieres que te mande una foto?

Me terminé de quitar el pantalón y la ropa interior, quedándome con mi camiseta para taparme. Alejé el teléfono y levanté un poco la camiseta, para mostrarme sugerente.

–Y te daré algo a cambio, dame más y yo te daré más.

–Ohhh mi compañera elfa, ahora hablas mi idioma.

Ella estaba en una tumbona en una terraza en topless. Yo le mandé una foto de cómo estaba en casa. La cosa escaló y escaló, o más bien debería decir que la cosa se fue revelando, hasta que Esmeralda me mandó un video grabado por su novio. Era ella haciéndole una mamada a su novio. Vi la mamada entera, a ella mover la cabeza, engullendo su polla erecta con cada movida de cabeza, hasta que tras tragarse el semen, cogió el teléfono.

–Dara, ¿te rindes? Si continúas quiero que vengas a mi casa, ya sabes, a seguir el juego.

Quería lo que quería pero me acobardé un momento. El ordenador todavía tenía la imagen de Esmeralda de rodillas con la polla de su novio en la boca, en uno de sus videos. Nunca había sido así, ni con mi pareja pero ver a Esmeralda así… Busqué el palo selfie que me regaló hace un año una de mis amigas, en vez de tirarlo recuerdo haberlo guardado. Saqué del cajón, mi consolador y me grabé penetrandome con mi consolador.

Y de vuelta al presente, me arrodillé ante Eiji y comencé a lamer sus testículos. Cuando tuve su miembro erecto, introduje la polla lo más que pude pero tuve arcadas.

–Necesitas práctica.

–No sabes el tiempo que llevo sin pareja a la que hacerle alguna mamada de vez en cuando.

Tardaría un buen rato en coger la práctica, pero estaba segura de que Esmeralda se aseguraría de enseñarme. Y la susodicha ya estaba grabando la escena. A mitad de la mamada, Eiji agarró mi cara y me folló la boca. Y ahí estaba yo, mostrándole a Eiji la zorra sumisa que era, y que podía follar mi boca si quería. Sin avisar acabó corriendose por toda mi boca. La abrí y me mostré mi boca llena de semen, me lo tragué y agaché la cabeza. La verdad es que me sentía muy sucia, lo peor de todo es que me gustaba. Pronto olvidé que Esmeralda me estaba grabando.

–Ponte a cuatro patas.

Sin decir nada, obdecedí, y además abrí mis glúteos por si quería mi culo. Lubricaron mi ano, pero para mi sorpresa, recibí una polla de plástico. Era Esmeralda, con un arnés. Exclamé con los ojos abiertos por la sorpresa al sentir la polla entrar sin avisar.

–Puta elfa cachonda.–Esmeralda me dió un cachete en el culo, lo cual no hacía sino ponerme aún más cachonda.

Me agarró del pelo mientras Esmeralda me follaba el culo de forma inclemente. Me agarraba a las sábanas de la cama al tiempo que ella me abría en dos, con la cabeza gacha y mordiendo mi lengua. Ser tratada así por ella me ponía cachonda, podría decirse que ese fue mi punto de no retorno. Cuando me rendí a todo aquello.

–Sal, que ya estoy listo.

Esmeralda salió de dentro de mí, y con el culo ya abierto, su amo introdujo su miembro. Ella se acostó en la cama, apuntando la cámara hacia mi. Mientras yo gemía y gozaba con el tratamiento sexual que me estaban dando.

Él me agarraba del collar, mientras su miembro llenaba mi culo con su polla. Acarició mi vagina, y viendo que estaba húmeda, decidió cambiar de orificio.

–Ya veo el título de nuestro nuevo video, "Demonio se folla a elfa cachonda".–dijo Eiji mientras yo gemía y sonreía ante su follada.

–"Elfa puta se entrega como esclava"

La forma de hablar que tenían de mi, solo me hizo sentirme más cachonda.

–¡Ohh dioses! Dioses, córrete dentro de mí.–tuve un orgasmo, hacía tiempo que no me follaban tan bien.

Mas bien, no tenía sexo en mucho tiempo. Me habían follado el culo, y ahora mi coño era objetivo de sus vaivenes. Cuando se corrió dentro de mí, tuve otro orgasmo, y entonces continuó con sus penetraciones, pero esta vez más calmado.

–Se te ve satisfecha, conejita.–dijo Esmeralda sin cortar la grabación.

–Hacía tiempo que no probaba los placeres del sexo. ¿Vas a publicar ese vídeo?

–Lo utilizaremos de presentación, como nueva incorporación.

–Yo no he accedido a nada.

–¿Y entonces porqué te has dejado grabar?

–Quiero que el vídeo termine contigo limpiando mi coño, con tu lengua.

–Es justo.

Me sorprendió ver qué de verdad accedía a mis condiciones, y en efecto ver a Esmeralda levantarse para hacerme sexo oral. Seguí en esa posición, y en esa posición, ella comenzó a limpiar mi orificio con su lengua.

–No tienes que preocuparte de nada, no vas a quedarte embarazada. Ahora a lo importante, a Esmeralda le gustas, sino no estaría lamiendo tu coño, y pareces una incorporación aceptable. No nos importaría aceptarte en nuestra asociación.

–¿Qué condiciones hay?

–Da igual el rol que escojas, te llevarás un porcentaje aceptable de las ganancias, aquí nadie viene a obligar a nadie a tener sexo, y esperamos el mismo respeto que damos. Te daremos un contrato, que decidirá tu posición aquí.

–¿Entonces no me vais a obligar a tener sexo aunque no quiera?

–No abusamos de nadie aquí. No estás en condiciones o simplemente no te apetece tener sexo, puedes decirlo.

Eiji cogió mi correa y salí de la cama. Le seguí como si fuera su mascota y me entregó un contrato con todos los detalles.

–Si firmas, aceptas ser nuestra conejita.

Las condiciones eran decentes, y prometían ganancias. Si me lo hubiera pensado, igual habría tardado más en firmar pero esa no era yo. Cuando me dejaba llevar por el momento no había quien me parase, y además, quería experimentar esta vida que llevaban. Llegué a la parte donde ponía mis condiciones, firmé a que aceptaba ser grabada y que mi material se usara para subir videos, y fotos. Además acepté ser la sumisa de Eiji y cuando leí las condiciones sobre Esmeralda, firmé que también quería ser sumisa/aprendiza. Lo firmé todo y le entregué los papeles a Eiji.

–¿Ahora soy vuestra esclava?

–Nuestra mascota zorrita. Una conejita leal y obediente.

Me di la vuelta y me senté en la mesa. Abrí mis piernas y sonreí con picardía.

–Preséntate a nuestros fans.

Sacó el teléfono para grabarme. Yo comencé a masturbarme sin dejar de mirar al teléfono.

–Soy la nueva incorporación mmm, una putita elfa que en otra vida fue una soldado, fuerte y experimentada. Ahora mi nueva vida es ser la conejita de mis nuevos dueños, os veo en próximos videos.

–Ahora nos pondremos a editar, ven conejita.

Esmeralda me cogió de la correa y fuimos hasta su escritorio, donde se sentó. Yo me senté encima suya, mirando hacia el ordenador.

–Date la vuelta.

La obedecí, y me di la vuelta. Me crucé de piernas en la silla, mirando a la sala. Eiji nos dió la memoria de la cámara, con el material grabado.

–Pasame mi teléfono, por favor.

Eiji usó sus poderes para traerme el teléfono. Yo me dediqué a sacarme fotos. En una, Esmeralda dedicó una sonrisa a la cámara.

–Adoro hacer escenas con mi Laura o Enariel, y fotos, pero creo que van a adorar este material lésbico. A todo esto Laura quería venir esta tarde, a pasar el rato, solo nos falta Emilia para tener la orgía lésbica definitiva.

Aproveché ese momento para besar el cuello de Esmeralda, y masturbarla mientras ella estaba pendiente del ordenador. Nos hicimos fotos desde varias perspectivas, mientras tenía mi mano libre. Después dejé el teléfono, y con la otra mano acaricié sus pechos. Ella solo gimió levemente mientras le daba caricias, pero dejó de trabajar para abrazarme. Yo continué con mis muestras de devoción hacia su cuerpo. Sus besos resultaban adictivos, puso sus manos en mi cuello al tiempo que yo seguía masturbandola. Comenzó a temblar cuando la hice correrse sobre la silla. Entonces me levanté mientras Esmeralda me seguía con la mirada. Ella se dio la vuelta con la silla y me miró mientras me sentaba de nuevo en el escenario.

–No me considero lesbiana, pero al parecer gracias a ti he descubierto que soy bi, y que me gustan las mujeres también.–dije mientras miraba a la pareja.

–¿Te gustan las hermafroditas?–preguntó Esmeralda

–En mi tiempo como agente casi fui la esclava sexual de una, y me pareció experiencia suficiente.

–¿Qué pasó?–preguntó el novio

–Fue quizás mi primera experiencia lésbica, antes de esta, nunca lo reconocí en público pero me atraía fuertemente esta sacerdotisa eclipse. Era atractiva y con un cuerpazo de escándalo, estaba detenida por no recuerdo que delito.

–El delito de ponerte como una moto y clavarte la polla hasta el fondo.–me reí con la ocurrencia de Esmeralda y continué.

–Yo era una soldado con dignidad, pero aquel día me dejaron sola con la sacerdotisa. Su voz era suave, y seductora, no actuaba como una depredadora sexual. Solo me seducía, y hablaba de cómo quería follarme. Claro, yo toda cachonda me fui desvistiendo ante ella hasta que me tuvo desnuda.

–De momento no he escuchado de ninguna eclipse que pudiera controlar las mentes a distancia, así que a pensar de que probablemente te dijiste a ti misma que te controlaba. Nunca te controló.–comentó Eiji, su comentario me hizo pensar.

–Me senté sobre su poderosa verga, que se encontraba erecta preparada para mí. No me controlaba pero mi libido y su influencia como hermafrodita, rompieron por completo mis esquemas mentales y me rendí al placer más puro. La monté apoyada en sus hombros. Me sentía muy zorra, aquí yo he venido porque quería explorar fantasías, pero allí se suponía que debía estar en guardia cumpliendo mi deber. Y no me reconocía a mi misma que me encantaba. Por eso es que la monté con un deseo absoluto, y cuando acabó en mi interior, seguí diciéndome que no era yo. A pesar de que mi cuerpo se rendía ante ella.

–¿Eras virgen?–preguntó Esmeralda

–No, tuve con anterioridad algo con algún soldado, nada serio aunque divertido. Por eso actúe con confianza. Luego en un momento que hubiera dado para peli porno, la sacerdotisa, que estaba atada se liberó mientras cogía la ropa de la mesa. Y me empujó contra la mesa...

La hermafrodita tenía mucha presencia, no solo era alta, y estaba ejercitada, tenía algo atrapante. Ese aura de dominación que ejercía sobre mí. Cuando tuve más conocimiento, descubrí que ni siquiera contaba con poderes mentales pero evité pensar en ello, y nunca nos volvimos a ver. Pero para eso faltaban días. En ese momento, estaba desnuda, con una vagina llena de fluidos y semen y apoyada sobre la mesa alcanzando mi ropa. Parte de todo ese líquido, corría por mi pierna y yo no forcejeé cuando ella recogió con sus dedos ese semen y lo usó como lubricante para mi culo. Abrió mis glúteos y me hizo gritar cuando me penetró con ese ariete. Ella afirmando su dominio sobre mí, pero tampoco sin moverse bruscamente, folló mi culo. Se movía lentamente, me trataba con suavidad cuando aún me dolía un poco. En cuanto le pedí por más, fue el pistoletazo de salida para acelerar sus movimientos. Me puso un trozo de tela en la boca para amortiguar mis gemidos y que no llenasen toda la habitación. No se oían mis gemidos pero si el sonido de sus testículos al chocar contra mi culo. Me volví a rendir ante ella.

–Esto ha sido un malentendido.–comenzó a hablar desde que por primera vez nos vimos.–Yo venía haciendo lo mismo que tú, investigaba el mismo caso, pero con otro enfoque.

Me pareció todo un avance que hablase por fin, aunque el precio fuera mi virginidad anal y mi dignidad. El vaivén acabó con ella eyaculando de nuevo, de lleno dentro de mi otra vez. Se me encendieron todas las alarmas cuando oí a alguien entrar en nuestro cuartel y eran los míos. Me vestí con toda la rapidez que pude. Agradecí que ella me ayudaste a vestirme. Con mis dos orificios llenos de semen, salí a ver a mi jefe, que me ordenó quedarme con la hermafrodita. Me odiaba, y yo a él, estoy segura que planeó todo aquello y sabía cómo acabaría yo. Para mejorar las cosas, tenía el pelo revuelto y una cara roja de vergüenza que no podía tapar de ninguna forma.

–Ella nos ha contado que también estaba investigando aquello, no es a quién buscamos.

–Tu amiga y tú investigareis esto con la sacerdotisa. Si no es nadie malo entonces nos interesa congraciarnos con los dioses.

El gilipollas sabía lo que se hacía, porque en un callejón al salir, me ordenó a ponerme de rodillas. Yo que el tratamiento anterior me había encantado, y convencida de que me controlaba, la chupé en aquel callejón con una sumisión y entrega absoluta. Tenía algo de práctica, por lo que pude sacarle mucho placer con mi lengua. Entonces ella, que me tenía chupándosela, ella muy desagradecida, se corrió por toda mi cara. Me entregó un pañuelo para limpiarme la cara, debí enfadarme con ella pero solo alcancé a decir:

–Vamos.

Me sentía confusa por como me trataba, no me forzaba, ni estaba usando sus poderes, pero me follaba cada vez que veía la oportunidad. Quizás era un juego mutuo, yo me dejaba y ella me tomaba a cambio, lo cierto es que no me dió razones para parar y alejarme de ella. Llegamos a mi casa, donde me quité la armadura. Ella debió pensar que quería segunda ronda porque me empujó contra la pared y entonces suspiré aliviada cuando pasó otro pañuelo por mi zona íntima. En ese momento, apareció mi compañera de casa, mi íntima amiga Sivir, la cual yo sabía que le gustaba. La sacerdotisa se retiró lentamente y se alejó de mí. Mi amiga se mostraba hostil.

–Soy Vill, vengo por una investigación sagrada, una sacerdotisa renegada, conocerás el caso. Tu jefe me ha ordenado que os ayude, y colaboremos.

–No, si ya me imagino la colaboración que tienes en mente.–dijo Sivir mirándome a mi.–¿De qué vas?–preguntó firme y seria.

Mi amiga era más disciplinada que yo, con una actitud más dominante. Con hombres que me gustaban y tenían esa misma actitud, yo no era tan firme. Y ella supo casi instantáneamente que las palabras de Vill eran ciertas.

–Ella comenzó con sus juegos sexuales. Mi polla ha pasado por todos sus orificios.

–Cuando acabe este caso, te largas hasta entonces puedes tenerla a ella.

No supe si sorprenderme o indignarme por sus palabras, pero bien sabía yo que me tendría muy bien vigilada.

–Continuaré mi relato otro día, pero digamos que yo en ese momento estaba encantada con esos juegos sexuales. Duramos varios días pero fue intenso.

Ambos se veían visiblemente decepcionados e interesados en el relato.

–Quería saber qué pasaba después.–dijo Esmeralda

–Tendría que preguntarle a mi madre, pero no estoy seguro de si de verdad lo hiciste voluntariamente o hay algo más.

–Cuando se fue de mi vida, no volví a verla jamás. Y nunca me volví a comportar de la misma forma con otro. Por eso creo ahora que simplemente rompió con mi moral y mis esquemas. Si hubiera reconocido que me gustaba desde el primer minuto y lo hubiera aceptado, quizás no me habría metido en una relación de sumisión con ella. No obstante, bajo la constante supervisión de mi amiga, fui de Vill.

Decidí contar algo más para que entendieran que pasaba.

Sivir nos llevó a unos baños, a "hablar". Vill alquiló unos baños privados, a lo que ella le dió las gracias con un beso en la boca. A veces me daba miedo Sivir, porque no sabía cuál iba a ser su próximo movimiento. Y cuando no tenía ni idea podía ser violenta o sorprenderme. Total, nos desvestimos las tres y dejamos nuestras pertenencias en nuestros casilleros. Entramos en los baños como tal, teníamos una fuente con agua, para limpiar nuestros cuerpos y la piscina con aguas termales. Me recuerda a Laura, altas, fuertes y con pechos grandes, Vill era igual. No era una elfa, pero tampoco parecía humana, y desde luego su fuerza estaba fuera de lo normal. Si se ponía violenta yo no hubiera sido su rival, pero Sivir era una veterana de guerra.

–Hablemos del caso, ¿que sabes?–preguntó Sivir cruzándose de brazos.

–Que no dejará de matar mientras la persigan. Pero eso ya lo sabéis.

–Me parece todo un detalle por mi amiga la zorra que hayas alquilado unos baños privados, quieres algo, que es.

–A tí.

–Ya la tienes a ella, no me voy a entregar como concubina a ti por nada.

–¿Qué precio tiene la temible Sivir?

–Quiero información de absolutamente todo lo que tengas, y de lo que se mueva entre tu gente. Me da la impresión de que este caso va a ser más complicado.

–Esa información no te va a salir barata.

–Seremos…

–Os entregareis a mí, y seréis mías hasta que resolvamos el trato. La información que quieres cuesta mucho y no voy a darla por un par de mamadas.

–Esa boquita me pertenecerá a cambio, yo te diré que decir a nuestro capitán.

–Entonces hay trato.