La autora 2

Segunda parte de mi historia con una autora de esta página.

LA AUTORA 2

Me despertó una agradable sensación en mis piernas. En la amplia cama de matrimonio yacía boca abajo y desnudo, aún dormitando. A través de los pequeños huecos de la persiana la luz del día entraba en aquel dormitorio del piso turístico. A medida que la agradable sensación subía por mis piernas fui despertando.

Lentamente fui siendo consciente de que esa sensación la provocaba la lengua de la autora que había pasado la noche conmigo. Hacia menos de 24 horas que nos habíamos visto por primera vez después de muchos meses de charlas vía Skype. La tensión sexual acumulada durante todos esos meses se había empezado a descargar ese largo fin de semana. El puente de noviembre. Su marido y su hija habían viajado a ver a la familia de él a Zamora. Yo había viajado desde Tenerife hasta Madrid para vernos.

Y ahora, tumbado boca abajo, esa mujer recorría mi cuerpo desnudo desde mis piernas. Unas piernas fuertes producto del fútbol practicado en mi juventud. Ella se recreo en la parte trasera de mis muslos lampiños y subió hasta mi culo. Una de las partes de mi cuerpo que siempre había tenido más éxito de mi cuerpo. La autora agarro mis duras nalgas clavando sus uñas. Me las azotó antes de separarlas y pasar la lengua desde mis huevos hasta mi grupa pasando sensualmente por mi ano. Después me mordió una de mis nalgas dejando una pequeña marca de sus dientes

-Mmmmm

Yo solo acertaba a suspirar mientras sentía como en mi polla se iba acumulando sangre de manera excitante. Notaba como iba adquiriendo dureza aprisionada entre mi cuerpo y el colchón. Mi infiel amante siguió su recorrido por mi amplia espalda. Lamiendo y besando los dos huecos que se marcaban en mi zona lumbar. Dejando un camino de saliva caliente. Pude notar como hizo pasar sus pezones erectos por mi raja del culo antes de seguir ascendiendo lentamente. Poco a poco se fue tumbando sobre mí espalda. Dada la diferencia de altura su cuerpo descansaba fácilmente sobre el mío. Sus pezones se clavaron en mi espalda. Sentí el calor de su rajita humeda sobre mis glúteos y como sus dientes mordían mi cuello y mi oreja antes de susurrarte:

-Quiero comerte la polla.... No, quiero devorarte la polla. -Después mordió uno de mis hombros sin control...

-Aaayyy -me quejé cuando sus dientes presionaron mi carne más allá de lo prudente...

Me paró un par de veces el culo:

-Joder, que polvo tienes cabrón. Date la vuelta...

Me dí la vuelta y miré a mi autora a sus grandes y expresivos ojos. Sobre su cuello aún estaba el collar negro de cuero y terciopelo que le había regalado la noche anterior y que simboliza algo más que un regala. Aquella doble argolla entrelazada tenía una utilidad que todavía no había llegado el momento de descubrirla. Me gustaba disfrutar del bello cuerpo de piel blanca nacarada de esa mujer solamente cubierta por ese collar. Aquella mujer insatisfecha que había dado el paso de serle infiel a su marido con un desconocido por primera vez en su vida. Me gusta a saber que tenía cierto poder sobre ella pese a su carácter algo rebelde.

Por fin me acomodé boca arriba. Mi estatura hacía que ocupase todo el largo del colchón. Ella se arrodilló entre mis piernas. Mi polla lucía una tremenda erección cuando la autora me la agarró con su mano mirándome a los ojos. Su palma era suave. Tiró de la piel hacia abajo y liberó mi capullo. Rojo, gordo, caliente. Acercó su boca a la polla y, sacando la lengua, lamió desde mis huevos hasta la punta de la polla. Otra pasada mirándome a los ojos y un leve movimiento de su mano para comenzar a pajearme.

Acercó su boca a mí glande y la fue introduciendo en su boca. Yo sentía como se derretía dentro. Su lengua fue jugando con mi polla mientras está topaba con su campanilla. Su cabeza comenzó el movimiento inverso para ir sacando mi polla. Lentamente pero sin pausa comenzó a mamar la polla como una auténtica profesional. Se ayudaba con su mano, con la que hacía un movimiento circular para pajearme al tiempo que seguía chupandome la polla

-Mmmmm, joder zorrita que bien lo haces.

Y es que aquella madura insatisfecha era una auténtica felatriz. Desconozco el tiempo que llevaría sin catar un rabo pero la manera en que devoraba el mío era sublime. Consiguió encajarse el glande y hacerme una maravillosa garganta profunda. El sonido líquido era excitante y sus babas caían desde su boca hasta las sábanas manchando mis huevos. No me pude reprimir y tomé el control de la situación. La agarré de la cabeza y empecé a follarme su boca:

-¿Tenías mucha hambre, no perra?

Le estuve metiendo la polla hasta más allá de la campanilla agarrado a su cabeza hasta provocarle arcadas. De sus ojos caían lágrimas que rodeaban por sus mejillas. Por fin la solté. Cogió aire a bocanadas:

-Eres un cabrón, casi me asfixias...

-Venta, putita....si se ve que te gusta.... -Dije bastante sobrado.

-Eres un hijo de puta, Hans... -sí sonrisa la delataba.

Inmediatamente agarró mi polla de nuevo y se la volvió a llevar a la boca.Comenzó entonces una rápida mamada que consiguió su objetivo de manera casi inmediata:

-Sigue, que me voy a correr... -le coloqué las manos en la cabeza para marcarle el ritmo -te lo vas a tragar hija de puta....

Con un grito comencé a eyacular varios chorros de leche caliente en la boca de la autora. Ella engulló como pudo los primeros. Mi leche caliente descendía por su garganta cuando se la sacó de la boca para dirigir sus últimos chorros a su cara y sus tetas:

-Aaahhhh, si joder.... -Mi cuerpo convulsionaba ante el tremendo orgasmo que m acaba a de provocar aquella mujer con su boca.

Por fin quedé relajado. Con mi polla aún palpitando, la autora comenzó a lamer desde mi pubis hasta mí abdomen recogiendo con su lengua los restos de semen que no habían caído sobre su cara y tetas. Jugueteó con mi ombligo circundado con su lengua alrededor. Continuó subiendo hasta mi pecho para morder mis pezones. Sus tetas se restregaban por mi cuerpo pringadas por el fluido viscoso y caliente. Era mi propia lefa que se traspasaba de su cuerpo al mío.

Me mordió el cuello, lamió mi barbilla y me comió la boca. Sabía a polla y semen. Noté restos grumos en su lengua jugando con la mía. En su cara había más restos que no dudé en lamerlos y llevarlos a su boca.

Pero su objetivo era otro. La mujer buscaba su recompensa. Siguió ascendiendo hasta colocar sus pezones en mi boca. También se los limpié. Hizo pasar todo su cuerpo por el mío hasta conseguir sentarse sobre mí cara:

-Ahora le toca a tu zorrita disfrutar.... -Me dijo con aquella voz sensual suya que conseguía excitarme al instante.

Saqué mi lengua y comencé a pasarla por su rajita. Una rajita lampiña, preciosa, perfecta. Jugosa. Sus fluidos vaginales mandaban del interior hasta derramarse entre mis labios. Su sabor dulzón me encantaba. Comencé a lamer desde su ano hasta su clítoris. Agarrado a sus nalgas, mi lengua se movía de uno a otro agujero provocándole escalofríos de placer.

La autora empezó un suave movimiento de vaivén de su cadera sobre mí boca. Se agarraba las tetas con las dos manos mientras suspiraba sintiendo el placer que le daba mi lengua cuando rozaba su clítoris. Su respiración comenzó a entrecortarse cuando le abría los labios con la lengua y succionaba su pipa. Trillado con mis dientes hasta el límite del dolor empecé a mover la lengua muy rápido contra el clítoris:

-Sí, joder. Que comida de coño cabrón.... No pares, joder...

Haciendo el signo de victoria con mis dedos introduje el anular en su ano y el índice en el coño sin dejar de masajear su botón con la lengua. La mujer soltó sus tetas después de pellizcarte los pezones para colocar sus manos en mi cabeza echando la suya hacia atrás:

-Joder, joder, joder.....me corro, ahora, dios.....aagggg

La mujer se corrió sobre mí boca en un espectacular y sonoro orgasmo que hizo que su cuerpo cayera desvanecido hacia atrás....

Hacia el mediodía, y haciendo buena la teoría de la presidenta Ayuso (esa que dice que en Madrid es muy difícil cruzarse con un ex), salimos a pasear por el centro sin miedo a que nos encontrásemos con alguien que la conociera. No, nos paseábamos como una pareja de enamorados, lo hacíamos como una pareja de amantes. Nuestra actitud no era melosa y acaramelada sino la de dos "amigos" o "conocidos" que quedan por el centro de una gran ciudad disfrutando de sus encantos.

Entre cervezas en terrazas céntricas, picoteo por lugares típicos, almuerzo en restaurante caro y tardeo en garitos de moda apuramos todas las horas de sol. Siendo ambos buenos conversadores no hubo tiempo de silencios incómodos. Casi todas las conversaciones se terminaban con unas risas y bromas con connotaciones sexuales. Y es que la sexualidad de esta mujer estaba muy por encima de la media. Una mujer con mentalidad abierta y unas necesidades que la habían llevado a dar un paso y cruzar una línea como era la de la infidelidad. Por su puesto, aunque era algo que a mí me excitaba, el pensar que me estaba follando (y lo iba a seguir haciendo durante el fin de semana) a una casada aprovechando que su marido y su hija estaban de viaje, no le hacía mención de nada a ella. No quería forzarla a pensar en algo de lo que pudiera arrepentirse de inmediato:

-¿En qué piensas Hans? -me preguntó la autora con media sonrisa fruto del segundo fin tonic.

-En los planes que tenemos para esta noche...

-Mmmmm, viniendo de ti seguro que me lo pasaré bien....

-Seguro que sí. -Asentí ofreciéndole un brindis con su copa.

Unos metros antes de llegar a la puerta del local me detuve y mirando fijamente a los ojos de mi autora le pregunté:

-¿Tienes claro el siguiente paso que vas a dar?

-En la vida siempre nos arrepentimos de lo que no hicimos...

La contestación de ella me dejó claro de cual eran sus intenciones y mi plan seguía adelante.

Tras una discreta puerta accedimos a una recepción donde fuimos recibidos de manera muy amable por una chica joven que nos dio unas explicaciones básicas de comportamiento. Después accedimos a la primera estancia del local.P edimos un par de copas y nos acomodamos sobre dos taburetes alrededor de una mesa alta. Mi autora lucía un vestido negro que realzaba su bonito culo.

Observábamos el ambiente de aquel local. En la barra alguna pareja metida en la cincuentena nos había echado el ojo desde que habíamos pedido pero con media sonrisa le hicimos saber que íbamos buscando otra cosa. Vimos entrar a otra que parecía sacada de un anuncio de colonias. El tipo hipermusculado lucía cuerpo embutido en unas ropas varias tallas más pequeñas. Ella, su pareja, exhibía silicona en tetas y labios cubriéndose apenas con un mini vestido. Tampoco fue de nuestro agrado.

Pero después de media hora, me fijé que había una parejita joven que llevaba un rato frente a nosotros comiéndose a besos. De vez en cuando la chica nos miraba. Entonces me di cuenta que aquel era mi momento. Le susurré a mi compañera que se fijara en ellos. Sin disimulo la autora miró para aquellos jóvenes veinteañeros. Cruzamos un par de sonrisas en lo que se entendió que era una invitación para unirse a nosotros en la mesa. Después de las respectivas presentaciones pedimos otra ronda de copas.

Iván era el prototipo de aspirante a futbolista. Un tipo delgado, vestido de manera extravagante y con peinado de portada de revista de peluquería. Objetivamente el tipo era guapote con un cuerpo bien definido. En una mano lleva un tatutaje que anunciaba que su brazo debía ser un mural. Saray, su chica, también parecía sacada del plató de un programa televisivo. Con unos ojazos negros y melena azabache, su escote era impresionante. Unos labios carnosos y una pequeña nariz respingona hacía de ella una víctima propiciatoria de mi plan:

-Esta es la segunda vez que venimos decía la chica de manera algo nerviosa en plan a ver si encontramos lo que buscamos. Esa coletilla intercalada en la frase delataba la generación a la que pertenecía.

-Vereis comenzó a explicar Iván a mi me gustaría verla disfrutar con un maduro, en plan, un tío como tú -Dijo el proyecto fracasado de futbolista caro.

La conversación siguió en los mismos términos. Les explicamos que íbamos buscando algo similar. Una parejita joven con quien compartir una noche de sexo liberal. Les dijimos que éramos un matrimonio que llevaba años saliendo de la monotonía de los años. A nuestros 47 años, sin compromisos familiares disfrutábamos de nuestra sexualidad sin remordimientos:

-A mi es que me pone muy burro imaginándome a Saray corriéndose como una puta con un maduro

-Vamos, que eres cornudo consentidor, ¿no? Intervino la autora.

-Ufff, se podría decir que sí -Iván se sintió un poco incomodo con la afirmación.

-No te preocupes intervine aquí nadie tiene juzgar los gustos o fantasías de nadie. Si te pone eso pues perfecto.

Tengo que reconocer que mi plan se había encontrado en una situación mucho más propicia de lo que había supuesto. Me relamía ante una situación que iba a disfrutar como nunca. No era la primera vez. En Tenerife ya me había tirado a una pareja haciendo cornudo a un incauto jugador de póker.

La conversación no daba para más así que propuse entrar en la siguiente estancia y llevar a cabo aquello que nos había llevado hasta allí. Hacía un rato que yo había tomado el mando de las operaciones. Desde el momento en que Iván se declaró cornudo supe que el que mandaba allí era yo. De manera que yo era el que marcaba el ritmo de todo.

Entramos en una habitación decorada tipo chill out. Una enorme cama tamaño KS, rodeada de unos sofás en los que se sentaron mi autora y futuro cornudo.

En el centro de la cama, Saray y yo nos besábamos de manera apasionada ante los atentos ojos de nuestras respectivas parejas. Nos fuimos desnudando mutuamente. Ella recorría mi pecho y yo besaba sus maravillosas tetas jóvenes. Unas tetas duras, redondas, con un pezón gordo de color marrón oscuro de un tamaño perfecto:

-Mmm -gemía aquella joven mirando a su novio que se revolvía morboso en su sofá.

Fui descendiendo por su precioso cuerpo moreno desde sus tetas hasta su ombligo donde un piercing no me impidió meter la lengua dentro antes de seguir descendiendo. Colocada boca arriba, Saray abría las piernas ofreciéndome un coño cubierto con una cuidada franja de vello negro.

Colocada boca arriba, Saray abría las piernas ofreciéndome un coño cubierto con una cuidada franja de vello negro. Comencé una comida de coño que la joven swinger correspondía con unos incontrolados gemidos mientras presionaba mi cabeza contra su entrepierna.

En una esquina mi autora no perdía detalle con una sensación entre el morbo y los celos por no ser ella la devorada. Para entonces su tanga debía lucir empapado de sus flujos.

En la otra, el Iván no perdía detalle de la situación que él mismo había provocado. Su chica se retorcía de placer mientras un desconocido maduro le daba placer oral. El tipo había liberado su polla erecta y se la masajeaba lentamente.Sintiendo como sus primeras protuberancias frontales comenzaban a despuntar produciéndole una sensación de desazón morbosa inexplicable.

La autora le miraba de reojo, calibrando la polla de aquel niñato. Pero a estas alturas ninguno de ellos se atrevía a dar un paso más. En un acuerdo tácito era yo quien había asumido el papel de lider de la manada. El director de orquesta que iba dando entrada a cada intérprete. En definitiva el puto amo del cotarro.

Con un grito incontrolado, Saray se corrió en mi boca cuando, después de llevar un buen rato mordiéndole y succionando el clítoris, le metí un dedo en el culo. Apretaba sus piernas en torno a mi cabeza aprisionándola pero sin poder evitar que siguiera con mi boca hasta beberme la última gota de su flujo.

Sin darle tregua le ordené que se colocara a cuatro patas mirando para nuestros voyeurs. La imagen de aquel culo joven de dureza casi virginal se me hizo irresistible. Lo azoté un par de veces dejándole mis dedos marcados en la piel blanca y provocando los resopolidos del Iván. Brindándole media sonrisa a cada uno de ellos, agarré a Saray por sus caderas y le penetré el coño de un golpe de cadera. Su grito fue el preludio de una frenética follada. Mi cuerpo se tensaba con cada golpe de cadera y el de la chica se erizaba al sentir mi polla profanar lo más profundo de su vagina.

Ella intercalaba gemidos, suspiros y gritos cuando le agarré la melena azabache y levanté su cuerpo hasta quedar apoyado sobre sus rodillas. Con la otra mano le agarré sus tetas pellizcandole los pezones. La chica no dejaba de mirar a su novio;

-Joder me está partiendo el coño.

-¿Te gusta, zorra? Su novio le preguntaba morboso.

-aaaahhhhh.sííí.joder

Subí mi mano hasta su cuello y acerqué mi boca a su oido para susurrarle:

-Hazte un dedo para que vean lo guarra que eres.

La chica, incapaz de negarse a mi voluntad, deslizó su mano por todo su cuerpo, acariciándose las tetas y la barriga hasta dejar los dedos en sus labios vaginales y comenzar a surfear con ellos sobre el clítoris.

Sin dejar de penetrar aquel coño joven miraba a mi autora haciéndole saber el disfrute que me provocaba la desconocida. Era una manera de retarla. De llevarla al límite, de sacar su lado más animal.

Al otro lado de la habitación, Iván alcanzó el orgasmo con un desgarrador grito viendo como su novia le ponia los cuernos con un maduro ante sus propios ojos. Por efecto dominó, Saray se corrió de nuevo sabiendo lo que había provocado en su novio. Por fin, me llegó mi turno:

-Aaahhh, que guarra es tu novia, joder

Le dediqué al joven cornudo antes de inundar el coño de su chica con una buena corrida caliente. Los últimos puntazos hicieron que sonara un chapoteo excitante mientras mi leche caía por sus muslos.

Caí derrotado en la cama. Saray permanecía con la respiración entrecoratada boca abajo. Iván resoplaba con su polla en la mano mientras perdía dureza.

Fue entonces cuando mi autora se acercó a la cama totalmente desnuda. Lucía un precioso cuerpo de piel lechosa tremendamente morboso. Con mirada lasciva me dedicó una sonrisa antes de acercarse a Saray. Se colocó sobre sus rodillas y sentada en sus talones se inclinó sobre el cuerpo de la joven desconocida. La besó de manera sensual desde la nuca por toda la espalda. La zona lumbar de la joven se hundía antes de elevarse en un tremendo culo. La autora lamió, besó y mordió aquellos turgentes glúteos haciendo que Saray gimiese de gusto.

Le abrió los glúteos y lamió su agujero trasero, descendiendo hasta llevar su lengua a su coño de donde todavía manaba mi semen caliente. Con un sutil gesto, hizo que la chica se voltease colocándole boca arriba. Fue entonces cunado comenzó una maravillosa comida de coño para limpiarle cada resto del líquido viscoso y blanquecino que yo había depositado en él.

La autora, en un estado de excitación máxima, nos brindó una sensual escena digna del mejor cine porno. Con delicadeza paseó su lengua por cada recoveco de la vagina caliente de Saray. Ésta, totalmente entregada a las caricias de la mujer, se dejaba hacer entre suspiros. Poco a poco la chica se fue incorporando y correspondiendo con caricias las atenciones recibidas. La lengua comenzó a subir. Del clítoris al monte de Venus, De ahí al ombligo. Luego recorrió la piel hasta las hermosas tetas de la joven liberal donde mi autora succionó y mordió cada uno de los pezones de nuestras víctimas:

-Joder, que bien comes la tetas

La madura siguió ascendiendo, mordiendo su cuello, su barbilla hasta sellar los labios con un apasionado beso que la chica devolvió con lujuria. En medio de aquella cama de tamaño extra grande, dos mujeres, la madura autora de relatos y la joven Saray, se comían las bocas al tiempo que entrelazaban sus piernas haciendo que sus clítoris se tocasen provocándose escalofríos en sus cuerpos.

Iván, desde su esquina, y yo apoyado sobre el cabecero, empezábamos a excitarnos con la espectacular escena lésbica que nos brindaban nuestras parejas.

Los cuerpos de las mujeres comenzaron a reaccionar a la estimulación de sus clítoris. Sus pezones se pusieron duros. La piel de la autora se erizó como nunca antes. Las manos de Saray recorrían los costados de la madura. Sus gemidos se volvieron gritos cuando sus caderas aceleraron el ritmo haciendo que el roce entre sus pipas se volvió irresistible. Ambas mujeres alcanzaron un tremendo orgasmo escenificado en unos gritos de hembras en celo.

Ambas mujeres permanecían abrazadas sintiendo los últimos espasmos de sus cuerpos cuando en cada roce de sus clítoris una descarga eléctrica recorría sus columnas.

Con la polla totalmente erecta y aún mojada con la mezcla de flujos de Saray y mi propia corrida, me coloqué entre ambas mujeres para que me dieran una mamada a dos bocas.

Pocas sensaciones mejores que dos mujeres calientes alternando para meterse la polla en la boca. Mi autora se entretenía con mis huevos agarrada a mis muslos mientras Saray tragaba la polla hasta la garganta. Con mi considerable altura la visión era excitante. Podía ver como se sincronizaban para mamarme la polla sin descanso. Sentía sus lenguas calientes, sus bocas golosas, sus babas mojar mi polla y mis huevos.

Con un leve movimiento de cabeza indiqué a mi autora que atendiese al pobre cornudo. Saray continuó su mamada. Se le notaba experiencia a pesar de su juventud. Arrodillada ante mi, me agarraba la polla con la mano mientras su cabeza se movía de delante hacia atrás, tragándosela entera.

De repente se oyó un suspiro de mi autora acompañado de un grito de placer de Iván. La madura se había sentado a horcajadas sobre el joven cornudo y comenzaba cabalgarlo. Era excitante ver a la autora botar sobre el regazo del niñato apoyada con las manos en sus hombros mientras él la agarraba por las nalgas.

Decidí acelerar la mamada. Agarré a Saray por la cabeza y comencé a follarle la boca sin descanso. El sonido acuoso de mi polla entrando en la boca babosa de Saray se solapaba con los resoplidos de Iván antes de correrse en el coño de la autora. Esto hizo que no pudiese aguantar más y también descargase una nueva corrida en la boca de su chica. Saray no retiró la boca y sin esfuerzo tragó toda la corrida que descendía por su garganta.

Por primera vez en varias horas, en aquella habitación no había actividad sexual. Saray se limpiaba la comisura de los labios después de haber engullido varios chorros de leche caliente y ahora permanecía tumbada boca arriba. Yo estaba a su lado, relajado por la doble descarga de semen.

En su esquina de la habitación, Iván permanecía sentado, con la cabeza hacia atrás y los ojos cerrados. Como si no pudiera con el peso de los cuernos que acaba de estrenar. La autora había ido al baño a asearse después de sus orgasmos.

Eran las 5 de la madrugada cuando nos despedimos, en la puerta del local, de nuestra joven pareja. Fue una despedida fría, sobre todo por parte de Iván. Nosotros nos dirigimos andando hasta el piso donde pasaríamos nuestra segunda noche.

Por el camino íbamos cogidos por la cintura recordando momentos de lo vivido con aquella joven pareja.

En el baño, ante el lavabo, estaba lavandome los dientes cuando la autora me abordó por detrás, totalmente desnuda:

-Esta noche no me has follado ni una vez. Estabas encantado con esa niñata

Me giré con media sonrisa y una tremenda erección. La mujer me agarró la polla y comenzó a pajearme:

-Espero ser recompensada.

La levanté en vilo y la llevé a la cama. Abrazados, entre besos, rodamos por la cama como dos adolescentes. Esta mujer era insaciable y a mi eso me encantaba. Por fin me colocó boca arriba y se colocó sobre mi. Con su mano dirigió mi polla a la entrada de su coño y fue descendiendo hasta encajarsela entera:

-Oooohhhh..síííí. Joder, esta si que me gusta, cabrón.

Como había hecho en el local con el niñato, la autora comenzó a cabalgarme.Con sus manos sobre mi pecho comenzó a botar sobre mi polla. Sintiendo como mi glande golpeaba en lo más profundo de su vagina:

-Ahh, si, joder, joder, joder..aaaaahhhhgggg

La mujer aceleró su cabalgada:

-Me corro, me corro, ahora, ahora..

El orgasmo hizo que cayera sobre mi cuerpo rendida. Quedamos dormido al instante mientras mi polla perdía dureza en su interior y mi semen resbalaba desde su raja hasta mis muslos manchado después el colchón.