La autoestopista.
Camino de la costa, a pasar unos días recojo a una autoestopista sueca.
Era viernes, a principios de julio. En la empresa los viernes salíamos al medio día; pero no era un viernes normal, tenía el fin de semana por delante y la empresa me había concedido cinco días de vacaciones, uniendo días tenía un total de nueve días de descanso.
Mis tíos aun tenían la casa de la playa, quedaba algo lejos, casi cuatrocientos kilómetros, pero merecía la pena al tener tantos días por delante, algunas féminas de la empresa habían dejado caer que les gustaría ser mis acompañantes, pero preferí hacer oídos sordos.
Así que aquel mismo viernes, a las cuatro y media decidí emprender el viaje, no llevaba ni cincuenta kilómetros cuando comprendí mi error al no haber aceptado la compañía de alguna de mis compañeras de trabajo, aquel viaje se me iba a hacer muy largo. Por la cabeza me rondaban esos pensamientos, cuando en el arcén, a la derecha distinguí a una persona, tenia un cartel que ponía escuetamente A LA COSTA .
Me pareció que era una mujer, tal vez de no haberme parecido una mujer, no habría parado. Levaba ropas más o menos masculinas, pantalón vaquero, una camisa y una gorra, pero ciertas protuberancias no podían ser escondidas, así como las formas de sus caderas. Pare junto a ella, definitivamente era una mujer.
- A que parte de la costa te diriges - pregunte tras abrir la ventanilla.
Era difícil saber la edad de aquella mujer, algunos rasgos parecían de una mujer que no llegaría a los treinta, pero otros rasgos hacían suponer una edad cercana a los a los cuarenta años.
- Yo necesitar ir a costa - dijo con dificultad.
- A que parte de la costa.
- Un momento – metió la mano en el bolso y saco un papel en el que ponía una dirección, era la de un hotel.
Comprendí que era extranjera.
- Ok, yo voy hacia allí. Te puedo llevar.
- Si, gracias.
Salí del vehículo para abrir el maletero y que ella pusiera su bolso de viaje, al estar junto a mi me di cuenta que era casi tan alta como yo, y que independientemente de la edad que tuviera era una mujer muy hermosa, se quito la gorra, pude ver una cabellera larga, rubia casi blanca, unos ojos grises, unos labios rojos extrañamente seductores, parecía una muñequita.
Subimos al vehículo.
- Me llamo José Antonio.
- Yo Adele.
Arranque y continué viaje
- De donde eres.
- De Suecia.
- Hablas muy bien el español.
- De pequeña pase muchos años aquí en España, soy profesora de español allí en Suecia.
- Comprendo. Sabes que es peligroso hacer autostop, no sabes quien puede parar.
- Alguien como tú.
- Si, no me conoces de nada.
- El haber parado indica que debes ser buena gente.
La mire y pensé como puede haber gente tan inocente.
- No debes fiarte de las apariencias.
- Lo se.
- Te imaginas que hubiese parado pensando en hacerte algo malo.
- ¿Has parado para hacerme algo malo?
- No, era un decir, he parado...
- Porque soy mujer y te parezco atractiva.
Joder con la muñequita había dado en el clavo, posiblemente de haber sido un hombre ni lo habría mirado.
- Si, bueno a parte porque el viaje se me estaba haciendo largo.
- ¡Ah!
Su duda era más que razonable.
- De turismo por España.
- Más o menos.
- ¡Más o menos! La gente viene a España en estas fechas por turismo... o bien a trabajar.
- No he venido a trabajar, aunque no me importaría.
En su rostro se reflejaba una gran tristeza. No quería que se convirtiera en un interrogatorio.
- Aquí cerca hay una estación de servicio, voy a repostar y tomar algo – pensé aprovechare para ir al servicio.
Por primera vez sonrió, pare en el área de servicio.
- Vienes.
- No gracias, prefiero quedarme aquí.
- Como quieras.
Salí del coche, por un momento pensé en dejar la llave puesta, pero eso seria ser demasiado confiado. Me dirigí a la zona de restaurante, pedí un bocadillo y un refresco, mientras me lo servían fui al lavabo. Cuando salí ya tenia lo que había pedido en la mesa, me senté y comencé a comer. Unos minutos después entro Adele, se dirigió a mi, no tuvo que decir nada me imagine, que al igual que yo necesitaría ir al lavabo, así que se lo indique, ella sonrió y se dirigió hacia el.
Me había tomado el bocadillo y el refresco, Adele no había salido del lavabo, empecé a preocuparme; pero de pronto salió, se había cambiado de ropa, se había puesto unos pantalones cortos azules, y la camisa había sido sustituida por un camiseta de tirantes, el pelo se lo había recogido en una coleta. Se acerco y la invite a sentarse.
- ¿Quieres comer algo o beber?
- No tengo mucho dinero.
- No te preocupes yo te invito.
Ella sonrió, le enseñe la carta y escogió un bocadillo y una limonada. Comía con cierta ansia, me fije en ella con mas detenimiento, realmente era hermosa.
Cuando termino emprendimos la marcha.
- Bueno al final a que has venido a España.
Pareció dudar, metió su mano en el bolso, saco una fotografía, me la enseño. Había dos mujeres, una era ella la otra mas joven se le parecía mucho.
- La de la derecha eres tú, y la de la izquierda se parece a ti, es tu hermana.
- Es mi hija, la foto es de hace dos años, ella tenia 16 años, hace unos meses vino a España, y desde entonces no tengo noticias de ella, he venido a buscarla.
- ¡Tu hija! Como sabes que esta en ese hotel.
- Porque es donde ella tenía que venir.
- O sea, que no sabes si aun esta allí.
- No, pero por algún sitio tengo que empezar.
- Eso si que es verdad.
Hubo un silencio, decidí romperlo.
- Y tú marido... el padre de tu hija.
- ¿El padre de mi hija?
- Si, porque no ha venido.
Sonrió, miro por la ventana.
- Es una larga historia.
- Tenemos mucho tiempo, como mínimo un par de horas.
- Es bastante triste.
No dije nada, pero ella comenzó a hablar
- Con 17 años, vivía en España, mi padre era el representante de una empresa sueca en España, comencé a salir con un español. Me quede embarazada. Cuando le dije que estaba embarazada me dejo, mi padre decidió volver a Suecia.
Hizo un silencio, tomo aire, hinchando los pulmones, haciendo que sus pechos se elevasen.
- Hace un año, mi hija y yo vinimos de turismo, ella conoció a un chico. No quise que le pasar lo mismo que a mi, así que en un arrebato le conté lo que me sucedió.
- Antes no te pregunto por su padre.
- Si, pero le conté que había sido inseminada, de un donante anónimo. Hace unos meses al cumplir los 18, se marcho dejo una nota que venia a reunirse con su novio y que buscaría a su padre.
- Pero como lo va buscar si no lo conoce.
- Yo guardaba en una caja fotos y cartas de el.
- Comprendo.
Desde ese momento el viaje se hizo algo mas ameno, me conto cosas de Suecia, y del pueblo donde vivía.
- Ya estamos llegando, donde quieres que te deje.
- En el hotel, tengo una reserva.
Llegamos le ayude a bajar el bolso del maletero.
- Espero tengas suerte en la búsqueda.
- Gracias.
Nos dimos dos besos, la vi entrar.
Subí al coche, había oscurecido, la casa de la playa no estaba lejos. Cuando llegue deje las dos maletas en la habitación más grande, la que usaban mis tíos. Me di una ducha, me vestí, fui a un bar tome unas tapas y me dirigí a la discoteca que conocía, estaba llena, aunque había muchas personas conocía a bastante de ellas. No estuve mucho, serian algo mas de las doce cuando salí de la disco, iba dando un paseo por el borde de la playa, me pare un instante me fije en la arena de la playa, había varias parejas de jóvenes dándose el lote; un policía municipal desde el paseo, les gritaba que se marchasen. Seguí caminando, en un banco del paseo había un bulto parecía ser una persona, el policía municipal se agacho y zarandeo el bulto. Bulto se quejo, el agente le recrimino que estuviera allí, instintivamente me acerque, mi sorpresa fue al descubrir que la persona del banco era Adele.
- Agente, permítame creo que la conozco.
El policía me miro.
- ¡Adele! ¿Qué haces?
- ¿La conoce? - pregunto el municipal.
- Si agente, es una amiga.
- Dígale que esta prohibido dormir aquí – se marcho
- Adele, no me dijiste que tenias reserva en el hotel.
- Creí que habría alojamiento, no quería molestar - dijo aun tiritando, porque aunque fuese julio las noches al lado del mar eran frescas.
- Ven conmigo.
Adele se dejo llevar. Llegamos a la casa, le indique que ocupase la otra habitación, y donde estaban las otras dependencias de la casa. Decidió ducharse, mientras yo le prepare algo para comer en la cocina. De pronto apareció en la puerta de la cocina, parecía una alucinación, solo llevaba puesta una camiseta de tirantes larga que apenas cubría sus bragas y dejaba ver sus piernas, no llevaba sujetador, lo que hacia que sus pezones se marcaran en su camiseta.
Mi cara de sorpresa era evidente.
- ¿Qué sucede?
- No soy de piedra.
- Comprendo - dijo sonriendo, pero no hizo nada para evitarlo.
Se sentó en la mesa y comió, no podía dejar de mirarla, era excitante verla.
Cuando termino de comer, era muy tarde, cada uno se fue a su habitación.
Me estaba costando conciliar el sueño, cuando apareció Adele en la puerta.
- José Antonio ¿Estar dormido?
- No lo estoy.
- Solo venia a darte las gracias.
- De nada, y ahora a dormir.
Pero no se fue, sino que se acerco mas, se quito la camiseta, en el contraluz se marcaba su silueta.
- Pero que haces.
- Solo tengo una forma de agradecértelo.
Yo me había incorporado, sentándome sobre la cama.
- Sera mejor que te vistas.
- No dirás que no te gusto.
- Claro que me gustas, como no me vas a gustar.
- Entonces cual es el problema.
- Lo que he hecho no ha sido desinteresadamente.
- ¡Desinteresadamente!
- Lo he hecho por diríamos por amistada.
En la semi-oscuridad podía verla. Se sentó en el borde de la cama.
- Amistad entre tú y yo, entre una mujer y un hombre.
Sus palabras me dejaron confuso.
- Imagina que lo que voy a hacer ahora es por amistad.
Puso su mano sobre mi entrepierna, comenzó a acariciar mi paquete, para seguidamente sacar mi polla, la cual hacia rato estaba tiesa y dura. La acaricio acerco su boca a mi polla y la chupo. Tras unos minutos se separo de mi se quito las bragas, se dejo caer a mi lado, acaricie sus pechos, y chupe sus pezones, al principio fueron gemidos suaves para ir incrementado la frecuencia y el volumen de sus gemidos. Metí mi mano en su entrepierna, acaricie su vello púbico, que era más bien escaso. Mis dedos acariciaron sus labios vaginales, y el clítoris, los gemidos se transformaron en gritos. No entendía lo que decía pues lo decía en sueco. Hasta que lo dijo en español.
- Métemela, quiero sentirla dentro, fóllame.
Me situé entre sus piernas, cogí mi polla, con ella acaricie sus labios vaginales sin llegar a metérsela, se abrió mas de piernas, la cogí por los muslos y de un empujón se la metí, dio un grito, jadeaba pidiendo que siguiera y no parara, hasta que alcanzo un primer orgasmo, tras un pequeño descanso, en el que sustituí mi polla por mis dedos dentro de su vagina, hizo que me pusiera boca arriba en la cama, y tras jugar un rato con mi polla, acariciándola chupándola, se situó encima dejándose caer lentamente hasta quedar totalmente empalada, la cogí por la cintura para mantener el ritmo, aunque pronto sentí que estaba a punto de correrme, pero no era el único ella también estaba alcanzando su segundo orgasmo se dejo caer sobre mi alcanzando ese segundo orgasmo y al mismo tiempo me corrí yo. Tras unos minutos de inactividad ella se dejo caer a mi lado.
- Te ha gustado mi forma de darte las gracias.
- No me va a gustar, pero no creo que este bien.
- Entonces piensa que ha sido otro favor que me has hecho.
- ¿Qué te he hecho un favor?
- Soy una mujer, tengo unas necesidades, y hace mucho tiempo que no lo hacía.
- Pues no lo ha parecido.
Sentí la carcajada de Adele. El sueño nos pudo y nos quedamos dormidos.
Cuando por la mañana me desperté, estaba solo en la cama. Sobre la mesita de noche una nota que simplemente decía THANKS.
La busque por la casa, no estaba, se había marchado. La busque por el pueblo durante los siguientes días sin resultado. Se acabaron mis mini vacaciones, volví al trabajo, como es natural no volví a verla, espero que encontrase a su hija. Muchas veces pienso si paso realmente, y si fue lo mejor, pues de haber estado más tiempo junto a ella tal vez habría cambiado mi vida, una vida que con 25 años estaba comenzando.