La atracadora de bancos II (la huida)

Una atracadora de bancos emprende la huida de la policía después de haber sido detenida llegando a Nueva York.

Continuación de http://todorelatos.com/relato/122116/

El primer día de viaje fue realmente monótono.  Brian que así se llamaba el policía que me conducía de vuelta a Los Ángeles no me dirigió casi la palabra además de hacerme oír música country durante gran parte del recorrido.

Eran más o menos las ocho de la tarde cuando Brian sacó el coche de la autopista y se dirigió a un motel de carretera.

-       Vamos a ir parando en moteles para dormir.  Si parasemos en cárceles estatales sería demasiado tedioso a nivel papeleo y muy poco practico.  No te hagas ilusiones, no podrás disfrutar ni del bar, ni el restaurante y dormirás esposada a la cama – me dijo antes de bajarse del coche y entrar en el motel a ver las instalaciones.  Pasaron 15 minutos antes de salir del mismo y abrirme la puerta.

Salí del coche ante la mirada curiosa de quien por allí pasaba.  No es normal ver a una chica como yo, salir de un coche camuflado vestida de naranja con unas esposas en mis tobillos y unas esposas que se unían a mi cadera con una cadena que la rodeaba.  Como pude entre en la recepción del hotel y de allí a la habitación.

-       Lo primero que vas a hacer es ducharte. Después te traerán la cena.  A las 21:30 vamos a estar durmiendo pues salimos mañana a las seis de la mañana.

Me condujo hasta el cuarto de baño el cual no tenía ventanas.

-       desnúdate.

-       ¿Delante de ti?

-       Afirmativo.

-       ¿Pero?, ¿no va en contra de mis derechos?

-       Algunos de tus derechos se acabaron el día que decidiste atracar bancos.  Entre ellos la vigilancia de tus pasos.

Tímidamente me desnude delante de él después de que me soltase toda la ferralla que llevaba en muñecas y tobillos.  Sin ningún miramiento esposó una de mis muñecas reteniéndome con los grilletes contra la barra de la toalla.

-       Avísame cuando hayas acabado – y salió.

La verdad es que tenía un cuerpazo.  Sinceramente no me imaginaria nunca que alguien me iba a ver desnuda, mal depilada y con marcas en mis muñecas y tobillos, pero allí estábamos e iba a aprovechar la ducha que se me brindaba.  Parecerá una locura, sobre todo pensando la que se venía encima, pero me excitaba estar esposada.

Avise a Brian cuando había acabado, le esperé cubierta con una toalla hasta que él entró y me dio un pijama de presidiario.  Me lo puse y él volvió a ponerme los grilletes por todo el cuerpo.

Salí del baño y ya me estaba esperando en la mesa de la habitación una bandeja con una hamburguesa, una ensalada y un vaso de agua.  Cena que devoré ya que la comida se había limitado a un sándwich asqueroso.

Una vez acabado, Brian soltó las esposas de mis muñecas y con una esposa agarró mi muñeca al cabecero de la cama.  Las cadenas de mis tonillos no los quitó.

Brian una vez me tubo asegurada, se dirigió al baño donde estuvo más de media hora.  Salió de él con un pantalón de pijama y con su pecho al descubierto.  La verdad es que el tipo tenía un cuerpazo.

Se metió en la cama de al lado de la mía, se puso unas gafas y empezó a leer un libro sobre criminalística mientras yo intentaba dormir.

Nunca me acostumbraré a la falta de persianas en USA, por lo que, unido a la incomodidad de tener un brazo levantado, me estaba costando conciliar el sueño.  Brian parecía que dormía y entre mi falta de sueño no se me ocurrió otra cosa que empezar a tocarme disimuladamente metiendo mi mano por debajo de las sabanas dentro de mi pantalón de pijama.  Estaba húmeda, llevaba así toda la tarde.  Pagaría por una buena polla, pero no estaba en buena disposición de buscarla.  Empecé a tocarme delicadamente el clítoris.  No pensaba masturbarme en toda regla pero si sentir la agradable sensación que provoca un poco de toqueteo ahí.  Había perdido la noción del tiempo cuando me di cuenta que me encontraba con las tetas al aire pues sin darme cuenta yo misma había abierto los botones del pijama y mi mano completamente dentro de mi coño.  Tenía el pantalón del pijama por debajo del culo y mis piernas abiertas cuan rana.  Sinceramente no sé como pude acabar así, pero el caso es que así estaba.  En la cama de al lado Brian se había despertado por mis gemidos y me miraba desde su lado tocándose poco a poco su me imaginaba duro rabo.  Llegados a ese punto no tenía nada que disimular por lo que me deje llevar aún más si cabe y empecé a gemir a gritos mientras iba enlazando un orgasmo tras otro.  Brian a su vez tampoco disimulaba y se agitaba su polla debajo de las sabanas con fuerza tensando sus músculos pectorales al unísono.

-       métemela en la boca – gemí.

-       No creo que sea conveniente – contestó

-       Métemela joder, quiero correrme con una polla en la boca – le dije sin tan siquiera pensarlo.

Brian se levantó con su hinchadísima polla en la mano y apunto su ciruelo a mi ya abierta boca.  Me puso a mil sentir aquel trozo de carne en mis fauces y chupé como si se acabase el mundo.  Brian y yo nos corrimos a la vez llenando mi boca de lefa, una lefa que desde luego no había esperado horas antes.

Me quedé reventada, en otra situación me hubiese levantado a hacer unas gárgaras, pero estando como estaba prefería mantener el sabor a corrida en mi boca, nunca se sabe cuando se van a repetir estas cosas.  Brian no hizo ademán de ello y se dirigió a la cama.

A la mañana siguiente, Brian me trajo el desayuno a la cama.

-          que romántico – le dije sonriendo.

-          Mucho más practico – respondió él.

Salí esposada de nuevo de la habitación.  A esas horas no había nadie en el parking por lo que esta vez no fui un espectáculo.

De nuevo interminables horas de coche, de nuevo insufrible country pero esta vez si hablamos.  Le conté a Brian un poco mi vida, desde luego sin tocar la parte criminal, algo que Brian tampoco preguntó.  Brian me contó que tenía mi edad.  Era policía desde hacía 5 años, soltero, de los NY Yankess, hablaba un poco de español y era la tercera vez que cruzaba USA llevando presos pero desde luego la primera vez que había terminado intercambio de fluidos con alguno de los presos que dirigía.

-       ¿no hubiese sido más normal que hubiese sido conducida por dos agentes?, Brian – pregunté.

-       Tal y como anda el presupuesto para estas cosas en el estado de NY hubiese sido más fácil que te hubiesen mandado sola por tu cuenta que con dos policías -  me contesto divertidamente.

-       Y ¿no hubiese sido mejor que me hubiese acompañado una mujer en vez de un hombre?.

-       Bueno, aquí se valora más la fuerza que el prisionero se sienta cómodo.  Una mujer tendría más problemas en reducirte si intentas algo y sin embargo al estado no le importa si te sientas bien o mal por que un hombre te va desnuda.

De nuevo a la misma hora Brian entró en el parking de un motel, de nuevo salió del coche, de nuevo volvió a los 15 minutos y de nuevo me saco del coche dándole que hablar esa noche a las personas que allí estaban.

En la habitación de nuevo me quitó mis cadenas, me hizo desnudar, apreciando en esta ocasión más mi cuerpo y de nuevo esposo mi muñeca a la barra, en esta ocasión de minusválidos.

-       ¿Crees que es necesario esto? – le dije esperando al menos poderme duchar como una persona normal.

-       Son las normas.  No las he escrito yo.

De nuevo fui esposada al salir del baño, de nuevo me dio mi pijama de departamento de prisiones de Nueva York, de nuevo mi cena me esperaba y de nuevo me esposó a la cama dejando mis piernas amarradas por mis tobillos.

Brian volvió a salir del baño igual que el día anterior.  En esta ocasión en vez de leer estuvimos hablando un poco.  Yo estaba decidida a provocarle por lo que mientras íbamos hablando yo poco a poco iba tocando mi vulva con las yemas de mis dedos.  Brian se daba más que cuenta y evidentemente no podía quitar sus ojos de mi mano.

Estaba ya jadeando y Brian obviamente tocándose cuando le dije.

-          Brian, por favor, no quiero parar para desabrocharme los botones del pijama, por favor – Brian dudó, pero se levantó con un visible empalme y poco a poco me soltó uno a uno los botones que encarcelaban mis pechos. Mis tetas salieron como dos resortes con los pezones duros como piedras.

Estaba gimiendo como una loca cuando solté mi coño por primera vez, aparte las sabanas y me baje el pantalón del pijama.  Gritaba de placer sobándome el coño mientras Brian a mi lado de pie se tocaba su polla ya sin ningún disimulo.

-          Fóllame Brian, métemela, quiero sentir tu polla antes de estar encerrada – Brian no lo dudo, se quitó el pantalón del pijama, bajo mis rodillas y me la metió de golpe.  Realmente el chico tenía una buena polla y yo gritaba de placer.  Me venía un orgasmo tras otro y el chico se comportaba como un jabato dándome y dándome sin parar.

Fruto del placer intentaba levantar mis piernas para maximizar la penetración.  Esto era algo que me impedían las cadenas de mis pies y que a su vez hacían daño en las piernas de mi amante.  Brian me sacó la polla de golpe, pensé que se lo había pensado mejor por lo que di un gemido de desaprobación.  Para mi sorpresa, cogió la lleva maestra, y soltó las ataduras de mis piernas.  Dejó las llaves en el suelo y poniendo mis piernas sobre sus hombros me volvió a penetrar con fuerza.

-          por el culo – le dije después de más de 15 minutos de placer – dame la vuelta y rómpemelo sin piedad.

Brian sacó su polla y me dio la vuelta.  Empezó a tocar con sus dedos mi ojete, pero al darse cuenta de lo innatural de mi postura ya que mi brazo se cruzaba por delante de mi cara paró.  Recogió la llave del suelo, soltó la parte de las esposas del cabecero de la cama y de un profesional movimiento me esposó con las manos a la espalda.  Introdujo su duro pene sin problemas.  No soy desde luego nueva en las penetraciones anales y esa noche estaba salida no, lo siguiente, por lo que aquello de despacio, me duelo o con cuidado no iba conmigo desde hacia muchos años.  Me gusta sentir la polla de mi amante partiéndome el alma tanto por delante como por detrás y desde luego eso se consigue más cuando te enculan que cuando te toman por delante.

Me estaba matando de placer y seguía dándome la cadena de orgasmos que tanto deseaba.  Brian se tensaba como estando a punto de correrse.

-          Para mi amor, para por Dios.  No quiero que te corras, quiero poder follar toda la noche – supliqué – necesito follar toda la noche.

-          Y toda la noche vas a gozar, sería la primera vez que no echo más de uno en una noche– dijo mientras descargaba su leche en mis intestinos en medio de un rugido.

Nos quedamos los dos muertos en la cama, fui la primera en reaccionar.

-          déjame que me de la vuelta y te la chupe.

Me di la vuelta aún esposada.  Como pude me metí esa flácida polla en mi boca y empecé a mamar.  Poco a poco se fue haciendo más y más grande en mi boca., y poco a poco Brian fue empezando a suspirar y morderse el labio.

Cuando estuvo listo me la volví a meter, esta vez en el coño.  Me cabalgó durante lo que a mi me parecieron horas.  Es maravilloso echar un segundo polvo, estos siempre duran más.  Pollas menos duras pero aguantes infinitos siempre me digo.

Procuraba mantener a Brian sin que se corriese de nuevo ya que mis orgasmos era infinitos y el suyo sería uno más.  Volví a sacármela del coño y volví a metérmela en la boca.

-          con las manos libres te llevaría a la gloria.

-          Sabes que las ordenanzas no permiten que el prisionero este suelto en ningún momento.

-          Tampoco el manual permite montar al prisionero y lo estas haciendo de fabula – le sonreí mientras Brian recogió las llevas y me soltó mis ya doloridas muñecas.  Agarré su polla con ansía con una mano sin sacármela de la boca y con mi otra mano empecé a arañar su pecho.  Brian gozaba como un loco

El policía se volvió loco cuando metí un dedo en su culo.  Empezó a gemir que esperaba que iba a correrse ya, pero sorprendiéndome el chico seguía aguantando como un león.  Le tumbe en la cama y levantándole las piernas empecé a chuparle su culo.  Brian se moría de gusto.  Había que ver las sorpresas que nos dan los encuentros sexuales.  Brian estiraba sus brazos presa del placer.  Subí mi cuerpo sobre el suyo y me volví a meter ese ariete de oro que tenía entre las piernas.  Brian estaba con los ojos en blanco cuando le esposé una muñeca cogiéndolas de la mesita de noche.

-          ¿qué coño haces? – me dijo entre gemidos pero tensando su cuerpo.  Yo le di un beso en la boca sin parar de botar en su polla.

-          Déjame me gusta no ser siempre la dominada – mi frase le encendió lo que me permitió esposarle la otra muñeca al cabecero de la cama y seguir con mis botes mientras con una mano me tocaba las tetas y con la otra y pasándola por detrás de mi cuerpo le agarraba los huevos.

No por estar atado Brian le dejé desatendido.  Le chupé la polla, los huevos, el culo y por último como traca final me la metí poco a poco en mi dolorido ano.  Creo que tuve el orgasmo de mi vida.  Nos corrimos a la vez llenando de nuevo mi recto con la leche del policía que se unía a la anterior partida que me había obsequiado.

De nuevo nos quedamos muertos los dos, yo apoyada sobre su pecho y el jadeante.  Me pasé 15 minutos pasando mis uñas dulcemente por su pecho y hablando con él sobre lo maravilloso que había sido el polvo.  Le confesé que había tenido poco del mismo nivel.

-          bueno suéltame – me dijo.

-          Meo y te suelto – me levante dándome que cuenta que Brian no perdía de vista mi culazo mientras me dirigía al baño.

En el baño mee tranquila.  Estaba relajada y en la gloria.  Volví al cuarto con una toalla del baño en la mano.  Me acerqué a Brian que ya empezaba a incomodarse con eso de no tener todo bajo control.  Me agache ante su para mientras le decía – creo que no voy a parar de follar en este viaje que me has organizado – le pasé mi lengua por su boca.  Brian abrió su boca para recibir mis atenciones y de un movimiento le metí todo lo que pude de la toalla en su boca.  Brian empezó a moverse para librarse la toalla y las esposas pero yo como pude el esposé sus piernas con las hasta ese momento mis esposas y puse unas segunda esposas en su muñecas amarradas a otras barras del cabecero.

-          te decía Brian que este viaje voy a follar mucho, pero se ve que no contigo.  Me ha encantado.  Siento los problemas que esto te va a original, pero te voy a tener que dejar.

Me vestí con su camisa, que puse sobre mi mono naranja.  Salí de la habitación mientras Brian daba botes intentando inútilmente liberarse  de las esposas y toalla.  Dejé un cartel en la puerta de no molestar y me dirigí al coche camuflado.

En el maletero estaba mi bolsa con mi ropa.  El estado debía devolverme todas mis pertenencias al salir de prisión, por lo visto.  Cogí el bolso y lo metí en el coche.  Arranqué y dirigí el coche rumbo a Chicago.

Ya me había cambiado de ropa.  Eran las 7 de la mañana y llevaba conducido más de cinco horas.  No faltaría mucho hasta que alguien entrase al limpiar la habitación y se encontrasen el panorama de Brian. Tenía que deshacerme del coche antes de que se diese la noticia. Solo estaba 300 millas y desde luego la policía me iba a buscar sin pausa.

Paré en un bar de camioneros a desayunar.  Aparque el coche en la parte de atrás evitando que fuese visto desde la carretera.  Cogí mi petate y me senté en la barra.  No había pasado más de 10 minutos cuando un veinteañero, conductor de un camión empezó a darme coba.  Era la ocasión que buscaba.

-          ¿a dónde te diriges? – me preguntó.

-          Voy hacia Chicago, pero si me propones algo mejor.  Hacia allí voy.

-          Voy a Mason City en Iowa.  Si quieres conocerlo yo estoy más que dispuesto.

Y hacia Iowa me dirigí.  Tenia que dejar pasar tiempo y distancia y este chico me iba ayudar.

Continuará…