La atracadora de bancos
Una española aspirante a actriz en Los Angeles decide cambiar su suerte atracando bancos. La vida le sonríe hasta que un día su cara aparece en un informativo como la persona causante de una importante cantidad de robos a bancos en la zona. La chica inicia una huida hacía la libertad
Había viajado a los Estados Unidos 5 años antes, mi intención era convertirme en actriz en USA ya que a pesar de mi talento, sólo había conseguido en España papeles secundarios y algún que otro anuncio de televisión casi de figurante.
Mi llegada a L.A. no fue lo sonada que esperaba ya que después de intentarlo duramente en pocos meses me quede sin trabajo y poco a poco dándome cuenta que mi trabajo como actriz iba a ser difícil que llegase.
Después de varias vicisitudes y debido a mi necesidad económica un mal día compre un arma de fuego en una tienda de segunda mano a la que entré buscando un vaquero usado, y con ella y casi sin pensarlo atraque con mi terrible inglés una tienda de alimentos. El botín aunque escaso me permitió sobrevivir unas semanas, pero visto que la cosa no mejoraba decidí dar pequeños golpes que me permitiesen mantenerme hasta que llegase el gran momento.
De tiendas de alimentos pasé de bancos y para cuando me di cuenta vivía como una reina gracias a mis robos y ya ni siquiera buscaba trabajo. Jamás me hubiera imaginado que yo que quería ser actriz de éxito estaba siendo una atracadora de bancos y además se me daba bien. Entraba en los bancos, me acercaba a la cajera, le daba una nota escrita donde decía “tengo un arma, dame todo el dinero que tengas”, cuando la asustada cajera me daba todo lo que tenía sacaba otra nota que decía “ahora voy a salir, mi compinche se va a quedar a observar que no das la voz de alarma”. Salía por la puerta como una reina imaginándome a la pobre mujer temblando de miedo pero sin poder mover un músculo y mirando a todos los clientes del banco para saber quien era mi compinche, compinche que por supuesto no existía.
La vida era regalada, manejaba un montón de dinero, vivía en una casa fantástica, frecuentaba los mejores restaurantes, los mejores tíos, mi día a día era una fiesta sin fin. Llevaba así más de cuatro años, atracaba un banco al mes y vivía como una reina el resto del tiempo.
Desde que mi economía había mejorado, mi vida sexual había acompañado esa mejora. Había dejado de ser montada por tíos corrientes para ser montada por niñatos candidatos a actores, era incluso gracioso pasar un fin de semana follando sin parar con un chulazo al que no conocía nadie, y verlo seis meses después protagonizando una serie de televisión. Vivía al limite y ese limite lo transmitía a todo mi día a día.
Estaba un día siendo follada a cuatro patas con mi cabeza dirigida hacia la televisión de la habitación cuando en la pantalla pude ver claramente mi cara en un informativo. La policía había podido obtener fotos más o menos claras de mi rostro y se me buscaba por una serie de atracos a bancos realizados durante los últimos años. Cualquier persona un poco más cabal se hubiese desacoplado de esa polla en ese mismo instante y hubiese hecho las maletas, pero a una le gusta excesivamente el sexo y si algo tenía claro es que quería sentir la lefa de mi ocasional amante inundando mi excitadísimo coño antes de emprender la huida. ¿Quién sabe cuando iba a volver a recibir una buena polla de nuevo?. Entre gritos de placer ambos nos corrimos y aunque el chico quiso echar un segundo se tuvo que conformar con una rápida mamada que le pusiese de camino a su casa y me dejase preparar mi huida.
Tarde poco en ducharme, hacer dos maletas, bajarlas al coche y salir pitando de mi apartamento. Me salve por minutos pues según bajaba hacia Hollywood Boulevard me cruce con una serie de coche de policía que venían en dirección contraria a la mía. Estaba segura que iban a mi casa una vez recibida la ayuda ciudadana..
No tenía muchas alternativas por lo que decidí cambiar de costa. El viaje no era pequeño, pues estamos hablando de casi 3000 millas o lo que es lo mismo 5 días al volante con una media de 10 horas. La cosa no tenía dificultad si no excedía el limite de velocidad y cuando echase gasolina lo hacia con gafas de sol y gorra que tapase mi larga melena morena.
No esperaba yo que aquello fuese tan agotador. El primer día conduje 11 horas hasta Grand Junction, en Colorado. Donde consegui una habitación de motel barata, cutre y discreta. Estaba agotada pero excitada a la vez. Era la primera vez que huía y algo hacia que mis bragas se mojasen por la emoción y la tensión. Como es costumbre en mí cuando estoy nerviosa, esa noche me costó dormirme, y como es costumbre en mi esa noche me masturbe frenéticamente hasta correrme a gritos y caer rendida.
La segunda etapa del viaje me llevo hasta Wichita, donde la historia se repitió. Motel asqueroso, barato y discreto. Ya estaba a 1500 millas de LA por lo que me sentía bastante más segura. Esa noche salí a tomar una ensalada a un bar de carretera al otro lado de la autopista. Siempre me ha hecho gracia esta mezcla de conservadurísimo americano con la doble moral que llevan dentro. Volví al motel. Este era especie de lugar de cowboys y camioneros donde ellos llevaban la voz cantante y miraban con curiosidad y lujuria a una chica viajando sola en coche y se paseaba por el lobby del mismo. Sin embargo, el baño de mujeres tenía una máquina de vending que era por si sola un sex shop con de todo. Con las prisas me había olvidado mis toys en casa por lo que unos cuantos juguetes no me iban a venir nada mal. Salí del baño, pedí cambio ante la sonrisa del recepcionista, volví al baño y me hice con un gran vibrador de más de 20 cm, unas pinzas para los pezones y un cordel con bolas anales. La profesionalidad del recepcionista quedo patente cuando oí los comentarios de los clientes al salir del baño. Ya en mi habitación, me di una ducha, me metí en la cama, abrir mis piernas y sin tocarme ni un poco introduje el vibrador de goma de un golpe. Me gusta el sexo duro y ser tratada sin miramientos y si no hay nadie para no tenerlos, no los tengo yo misma. Grite de placer justo cuando me corría y unos nudillos golpease la puerta de la habitación. Me quede angustiada y sorprendida a la vez. No podía ser la policía, pues estos hubieran tirado la puerta abajo. Me envolví en una toalla y salí a ver quien llamaba con una excusa en mis labios para justificar tanto grito. Un camionero estaba en el umbral de la puerta entre soñoliento y viendo si le tocaba la lotería conmigo. Me disculpe como pude y volví a mi cama y dormí hasta la mañana.
Mi tercera jornada me llevo después de 10 horas de conducción a Indianapolis, dude entre dormir en un hotel decente o dormir en los suburbios de la ciudad al borde de la autopista en un motel de mierda cómo estaba acostumbrándome. Me decanté por esto último. Cené ligero ya que el comer de bocadillos y refrescos durante tantos días estaba afectando mi culo. De nuevo no eran ni las diez de la noche y destrozada como estaba me encontraba en aquella mugrienta cama abierta de piernas y con el vibrador a la máxima potencia dándome placer. Había estrenado las pinzas de los pezones y las bolas anales, no tuve más remedio que morder una toalla para no gritar de placer y no dar el espectáculo que el día anterior en Wichita había hecho. Casi caigo rendida cuando en medio del orgasmo tire de la anilla que conectaba la cuerda con las bolas en mi ano lo que provocó la madre de todos los orgasmos. Desde luego que tenía que volver a hacer un trio en cuanto tuviese ocasión, casi ni recordaba el placer que un culo podía dar mientras tu coño recibía caña.
Estaba a dos días de mi destino. Mi penúltima jornada me llevo a Toledo, Ohio después de 10 horas al volante. De nuevo un hotel asqueroso, con asquerosos vecinos, asquerosa limpieza pero discreto y muy barato. De nuevo cene ligero, de nuevo use todos mis toys en mi cuerpo y de nuevo caí rendida nada más correrme. Si la policía hubiese entrado en ese momento no me hubiera movido ni un músculo para intentar escapar.
Mi última jornada me iba a dejar a las puertas de NYC. Como no podía ser de otra manera a dos horas de NYC sólo habían zonas acomodadas y nada adecuado para una fugitiva. Me imagino que si fuese una fugitiva profesional me hubiese ido a zonas chungas donde no preguntan nada a la gente que pasa, pero una tenía sus costumbres y por primera vez paré en un hotel más que decente.
Después de aparcar el coche me dirigí a mi habitación, pensé en ducharme pero prefería darme una alegría al cuerpo por lo que decidí dirigirme al jacuzzi. En la piscina solo había un chico, me comentó que era estudiante de doctorado y como yo viajaba desde Chicago hacia NYC para continuar sus estudios sobre criminalista en NYCUniversity.
- Criminalística. Que emocionante – le dije.
- Bueno, es algo familiar, mi padre, mis abuelos y por lo que se mis bisaabuelos todos fueron agentes de la ley, por lo que yo sigo sus pasos pero desde un punto de vista más académico- el chaval me hizo gracia pues además de simpático tenía un cuerpazo.
No hablamos mucho más. Volvi a mi habitación y excitada como estaba me masturbe solo con el dedo pensando en el cuerpo del chico. Evidentemente necesitaba un macho. Fue un dedo rápido, pero satisfactoria. Bajé al restaurante esperandoencontrámelo pero no hubo suerte. Tomé mi ya acostumbrada ensalada y fue al final cuando pudo más mis ganas de juerga que mi cabeza. Me dirigí al bar.
Pedí un Manhattan al camarero y mientras lo probaba una voz a mi espalda sonó.
- Hola Ana. ¿Ana te llamabas no?, ¿me permites acompañarte? – mire y era el chico de jacuzzi, sorpresón, el chico estaba de impresión.
- Desde luego, solo si me permites que te invite.
- No sé lo que diría mi padre, pero de acuerdo.
Nos tomamos más de una. Nos contamos nuestras vidas , evidentemente yo sin contarle que atracaba bancos para vivir, pero creo que le hice gracia.
Eran las dos de la mañana cuando el bar cerró y los dos nos encontramos comiéndonos a besos en la puerta de mi habitación. Como pude metí la tarjeta y la puerta de abrió. Quería polla, desde luego que la quería y la iba a obtener. En España eso de empezar tocando la flauta es algo que solo ocurre en los relatos eróticos, pero en USA ambos reciben una buena comida antes de ponerse a follar. Yo esperaba recibir lo mío antes que el chico, pero fue el quien me bajo la cabeza para que se la chupase. El chico no es que tuviese una herramienta digna de un museo pero me iba a valer. No quería que se corriese, cunado conoces a tu amante sabes si se va a recuperar e incluso esa corrida iba a darle duración al acto, pero no conociéndolo era mejor no ser optimista. Se la comí hasta que mi experiencia me dijo que si seguía unos segundos más el pollo se correría en mi garganta. Sonriendo me separé me tumbe en la cama y me abrí de piernas. El chico sabía que tenía que hacer y enterró su cara entre mis muslos. Fue chupando poco a poco empezando por mi clítoris acabando en mi ano al que llegaba después de subir mis patas y acceder con su maravillosa lengua. Chupo como un campeón. Este no era el primer coño que se comía, eso estaba más que claro. Me corrí a gritos pues el chico no separó su boca mi coño hasta que caí rendida. Odiaba a estos chicos que no sabían parar cuando una chica se corría, pero desde luego una vez acabado se agradecía esa actitud. Me puse a cuatro patas para ser penetrada, el chico estaba como un toro y no dudo un segundo en colocarse a mi espalda dándome un tremendo pollazo que me abrió en dos. Era increíble lo mucho que necesitaba una polla. Había empezado aquel viaje con polla y lo acababa con polla.
Follamos como locos hasta más de las cuatro de la mañana, hora entre semana que en USA es como follar hasta las 11 de la mañana en España. Acabamos el polvo conmigo atada al cabecero de la cama con el cinturón del albornoz y mis piernas encima de sus hombros. Me propuso quedarnos un día más en el hotel antes de llegar a NYC, pero ese no era mi plan por lo que nos despedimos con un "a ver si nos vemos" y el chico cerró la puerta.
Me levanté tarde. La noche había sido movidita y con la distancia que me faltaba para llegar al centro de NY no quería madrugar.
Al estar la habitación pagada (en USA se paga al entrar, no al salir), me dirigí con mi bolsa hacía la puerta. No había mucha gente en el lobby, solo un chico que amablemente me abrió la puerta de salida. Me le quedé mirando al darme cuenta que a mi paso y una vez franqueada la misma, este cerraba la puerta con llave, al volver a girarme me quede boquiabierta al ver más de diez coches de policía rodeando mi coche y más de 30 agentes me apuntaban con sus armas. Me temblaron las piernas y creo que me hice pis.
- ponga las manos en la cabeza. Póngase de rodillas . No se mueva – dude, más que por qué tuviese alguna otra alternativa por lo inesperado del tema – repito suelte la bolsa, dele una patada hacia delate, ponga las manos en su cabeza y póngase de rodillas.
Seguí las instrucciones y solté la bolsa, le di una patada, puse mis manos en mi cabeza y poco a poco me puse de rodillas. Poco a poco los agentes se fueron acercando a mi. Nadie dejaba de apuntarme. Un agente se puso detrás de mí, enganchó la primera esposa en mi muñeca, bajo la mano y con un movimiento firme llevó mi otra mano a mi espalda y cerró el otro lado de los grilletes sobre mi muñeca. Sin ningún miramiento me empujaron en mi espalda y caí dándome con la cara en el asfalto. Intenté protestar cuando un agente me puso su bota en el cuello undiendo el cañón de su arma en mi cuero cabelludo. Creo que me cagué.
Ya inmovilizada y sin poder resistirme varios agentes me cachearon, posteriormente me levantaron me pusieron sobre el capó de un coche patrulla donde fui registrada más a fondo. A empujones me metieron en el asiento trasero de un vehículo policial quien con la sirena puesta emprendió la marcha hacia comisaria. Al pasar pude ver a mi acompañante de la noche anterior con un par de policías. Ahí estaba mi Judas particular, el cual en vez de besarme en la mejilla me había follado como a un macaco.
Fui introducida en una celda donde pase el día y la noche. A la mañana siguiente después de una corta audiencia fui conducida a la cárcel del condado permaneciendo detenida sin fianza y a la espera de la orden de extradición del Gran Estado de California que por lo visto ya estaba en marcha. Aquello era insufrible, pero poco podía hacer.
Llevaba un horrible mes en la cárcel cuando de nuevo fui conducida al juzgado. Básicamente me planteó el juez ir voluntariamente a California y no resistirme a la extradición pues nada iba a lograr y lo único que iba a conseguir era tiempo en la cárcel en Nueva York que luego no me iba a computar en mí casi segura condena.
Una vez firmados los papeles, esperé pacientemente mi viaje a California. Sabía que iba a pasar más tiempo en el trullo que Charles Manson por lo que hice todo lo posible por no volar y poder hacer un viaje por carretera que aunque más pesado por lo menos me iba a permitir mirar por la ventana y ver mundo antes de ser encerrada entre cuatro muros.
Me sorprendió cuando fui sacada de la cárcel esposada a una cadena a mi cintura y con un sobre como único equipaje, y solo vi un coche policial camuflado que me esperaba con un joven agente como única escolta.
- ¿no viene más gente? – pregunté.
- Pues hace una semana ibais a ser 12 pero a lo largo de la semana se han ido cayendo todos salvo tu, por lo que o te mandábamos sola o a lo mejor ibas a tener que esperar un par de meses, algo que rompertia el acuerdo de extradición y por tanto sería más problema que mandarte con este – me dijo un alguacil.
Fui introducida en la parte trasera del coche y después de ponerme el cinturón de seguridad la puerta se cerró.