La asistenta
Hoy no hay resumen, anda tu solo léelo y ya esta... que es un micro, un rapidito... menos de diez minutos. Que son diez minutos si el amor es puro y el sexo rico?
Me desperté aun en una nube, donde estaba siempre que ella estaba cerca, aun con su olor en mi cama, su calor, pero...ella no estaba, me dije abriendo los ojos de repente.
Busqué el teléfono y la llamé:
— ¿Dónde estás cariño?
—He salido a comprar
— ¿Porque te has ido sin despedirte? –le digo con voz melosa, como un tonto
— ¿Ya me echas de menos?–preguntó ella con el mismo tonito
—Siempre te echo de menos chocho.
—Suenas a que estas aun en la cama cariño mío, y me dijiste que hoy venia la asistenta, espabila, yo estaré en tu casa antes del mediodía, y te compensaré, tontín. –me dice antes de colgar.
Y yo compruebo con cara de bobo, levantando la sabana, mi erección, solo por el hecho de escuchar su voz tontorrona, prometiéndome sexo.
Me levanto cuando oigo la puerta cerrarse y recuerdo a la asistenta, saltando de la cama para meterme en el baño. Cuando salgo, más de diez minutos después, ya aseado, me quedo de piedra al encontrármela limpiando el polvo del cabezal de mi cama, con una rodilla apoyada en la almohada, y estirándose para llegar a la repisa de arriba.
Mi polla que a duras penas se empezaba a poner morcillona, vuelve a endurecerse, al ver el meneíto de ese culo sobre mi cama, apenas cubierto por la fina tela de un vestidito primaveral.
—Perdón Jaime, creía que no había nadie en la casa —dice avergonzada, intentando bajarse de mi cama.
Y de repente su mirada, sus mejillas encendidas, su curvilíneo cuerpo, que invita a pecar...me ponen juguetón, y la polla aun más dura bajo el cedido y viejo pantalón de deporte, que uso para trabajar desde casa.
—No te muevas, sigue con lo que hacías –y mi voz sale aún más profunda de lo que pretendía incluso yo
—No sé si... –dice ella mirando directamente la notoria erección, que no esconde el pantalón
Y decido poner las cartas sobre la mesa, saber si esta dispuesta a jugar:
—Estas dispuesta a que te diga como quiero que se hagan las cosas aquí, o ¿prefieres hacerlo a tu manera y nos olvidamos de este episodio? –le daba la oportunidad de salir corriendo, no quería que se sintiera obligada
Pero joder su mirada encendida mirando de nuevo el bulto de mi polla, sus mejillas encendidas y el bajar sumiso de su cabeza me pusieron a mil un antes de que dijera:
— ¿Cómo quiere que lo haga, Jaime?
—Retira la sabana y ponte de rodillas, justito en el borde
En dos pasos me planté detrás de ella que había obedecido mi orden.
—He tenido visita estos días, y mira lo sucias que están las sábanas. ¿Ves las manchitas de semen? –pregunté mientras apoyaba las palmas de mis manos sobre sus caderas
—Si
—Vamos a tener que cambiar sabanas, yo te ayudare si quieres... ¿quieres que te ayude preciosa? – y cuando asintió, empecé a subir mis manos por sus caderas, arrastrando bajo ellas la tela de su vestidito.
—Sí, quiero
Y empujándola ligeramente hice que cayera hacia adelante y se apoyara en sus codos, con el culo en pompa, pude ver sus braguitas celestes de algodón, de color más oscuro en su entrepierna, señal inequívoca que estaban húmedas, y ella excitada. No me resistí a comprobarlo y repasé la humedad con mis dedos, metí la tela entre los generosos labios de su sexo, y noté el temblor de sus muslos, aparté la tela, y seguí recorriendo su coñito notando como mis dedos se empapaban de sus fluidos, note la rigidez de su cuerpo, y aceleré, viendo como su cuerpo temblaba, casi hecho un ovillo sobre si misma, mientras se corrió en mi mano.
Apenas pude acabar de masturbarla con una sola mano, mientras la otra tiraba del elástico de mi pantalón, liberando mi erección. Agarré con rapidez sus bragas y las bajé a medio muslo solo, aferré sus caderas, me coloque más cerca, metiéndome entre sus piernas y clavando mis dedos en su carne, tiré de sus caderas, al tiempo que las mías empujaban, y mi polla llenaba su coño de un solo envite. Me quedé quieto unos segundos, palpitando en su interior, ella dio un gritito, subió más el culo y mis caderas empezaron el vaivén al que se unieron las suyas, golpeándonos, meciéndonos...yo tiraba de ella, ella retrocedía sin pausa y ambos nos pudimos al momento al borde del orgasmo. Los dos gemíamos, yo la aferré de los hombros, mis arremetidas cada vez eran más furiosas, más profundas, sus gritos más seguidos, mis gemidos ya eran alaridos...
—Lléname el coño de semen. Jaime –Dios sus palabras fueron como una varita mágica
Porque como si ella mandara sobre mi polla, y los apretones de su coño fueran su única creencia, esta se derramó, mientras yo solo podía gimotear mientras me corría, aullaba sintiendo su orgasmo en mi polla, bañándola, estrujándola...
Ella cayó sobre la cama, aproveché su flojera y le di la vuelta, la desnude, subí y flexioné sus rodillas y me colé como un poseso entre sus muslos, lamí su coño con devoción, notando mi sabor en él, relamiéndola, ella agarró mi pelo y arqueo su cuerpo, dándome más, y yo deguste su esencia enloquecedora, sin importarme nada más que devorarla, sentirla, darle placer, oírla gemir...y no paré hasta que entre sollozos volvió a correrse en mi boca esta vez.
Subí mordisqueando su carne aun trémula, su pubis, su vientre...sus pechos. Me tumbé a su lado y ella busco mi boca.
—Me encanta tu sabor, el mío... –decía lamiendo mis labios
Mis manos recorrían febrilmente su piel, mientras nuestras bocas se empapaban, y su mano, se perdía entre ambos, en busca de mi falo, que titubeo unos segundos, pero al momento volvió a endurecerse bajo su diestras caricias...la otra mano agarró mis pelotas, y el contraste de la suavidad con las que sobaba mis huevos y las cada vez más apremiantes caricias a mi falo, pronto pusieron a este como un palo.
Le di la vuelta en la cama, la coloqué entre mis piernas, y yo de rodillas, con ella tumbada en medio y boca abajo, retiré su pelo y empecé besar su espalda, mientras mi polla descansaba dura entre los caches de su culo. La coloqué bien, la apresé entre ambos montículos, dejé caer un hilo de saliva, con lo que aproveche para deslizarme y balancearme, para masturbarme con su culo... No tarde en mojar con las primeras gotitas mi glande, no podía más, me arqueé hacia adelante, me eché hacia atrás y aprovechando la humedad de mi saliva y primeras gotitas metí mi dedo en su culito, pero al momento la necesidad de poseerla ganó la batalla a templanza y a la cordura, y era mi glande quien pugnaba por entrar, y lo hizo, lentamente fui llenándola de polla, mientras veía sus manos agarrar las sabanas, sus nudillos blanquecinos, pero aun así su culo, sus caderas y esa bruja enloquecedora, buscaban mi polla cd vez que retrocedía.
—Ahora preciosa, de rodillas, despacito –le pedí tras unos minutos en los que empezaba a descontrolarme de nuevo
Seguí follándomela agarrado a sus hombros, profundamente, como un poseso, oyendo sus gemiditos, notando su entrega total...
Tiré de sus hombros y pegué su espalda a mi pecho, la agarré con fuerza con mi brazo sobre sus tetas, notando sus pezones, y mi otra mano bajó entre sus piernas, la masturbé hasta que bajó la cabeza y mordió mi brazo, en pleno éxtasis, mientras se corría gritándome que no parara, mojando mis dedos, mi mano y hasta las sabana con su corrida...
Dios!!! Cuando apenas dejaba de temblar, la empujé y entre hasta el fondo mientras me corría sin control en su culo, sin parar de empujar como un loco, mientras el semen me lubricaba más y ella volvía a gemir, a retorcerse debajo de mí como una serpiente, y eso me volvió aún más loco, haciéndome perder el control del todo y follé su culo como un salvaje corriéndome hasta casi el desmayo de ambos.
Me quedé casi atontado, luego me dormí con ella a mi lado tras un gracias que apenas podía articular y un rato después algo me despertó, miré el reloj y comprobé que había pasado casi una hora, y volvió la sensación, miré mis pies y era ella, más concretamente su lengua lamiendo la planta de mis pies. Me apoyé en los codos y la miré, ella se irguió, estaba de rodillas en el suelo a los pies de mi cama, sentada en sus talones.
—Jaime, has llenado mi coño y mi culo de lefa, quiero que te corras en mi boca por favor.
Me escurrí a los pies y levantándome le dije:
—Tengo que ir a hacer pis
—No hace falta que vayas –dijo agarrando mi polla
Y así como estaba apuntó mi glande entre sus tetas y dijo:
—Me encantaría que lo hicieras aquí, Jaime. Quiero saborearte por completo
Joder una hora después de mi segunda corrida de la mañana, después de la tarde anterior de buen sexo, esa bruja acababa de volver a poner mi polla como un maldito martillo pilón.
—Vamos –me costaba por lo excitado que yo estaba
Y me quedé alucinado viendo como escurría entre sus tetas, por su vientre hasta su pubis, la agarré yo y apuntando a sus pezones seguí, ella se estiró más y apunté entre sus piernas. Se echó más hacia atrás arqueándose y mee bien su conejito, antes de que sorprendiéndome volviera a ponerse recta, cogiera de nuevo mi polla y colocándola entre sus labios la besara con mimo, antes de apartarse un poco y decirme.
—Acaba que quiero leche –Dios y terminé de mear en su boca el ultimo chorrito
Nada más acabar, sus labios se cerraron entorno a mi glande, succionó, lamio y beso mi capullo, mientras sus dedos acariciaban con mimo mis pelotas y con la otra mano me masturbaba delicadamente, jugando con su lengua por toda mi polla...todo me daba vueltas...
Me senté en la cama, y colocándose entre mis piernas, siguió como si de un festín se tratara, recorriendo y ensalivando mi sexo y mis pelotas, hasta que dejo mis huevos para seguir por el perineo, sin que su mano dejara de meneármela... su lengua presionaba ahora mi entrada y me penetraba, yo apenas podía respirar y ella entraba, entraba y salía... su aliento caliente, su saliva mojándome...su dedo, su boca en mis pelotas, su otra mano recorriendo el tronco con mimo...
Dios que placer, mis gemidos eran de nuevo aullidos, su dedito enloquecedor, su boquita, esa mano subiendo y bajando sin pausa, desesperadamente lenta...su sonrisa mientras un hilillo de su saliva aun la unían a mi polla...el semen subiendo, y de nuevo sus labios presionando el glande, succionando...
—Dios me corro nena, me corro....
Y llené su boca, su cara y su pelo sin saber cómo coño había producido tanta lefa, no podía dejar de mirarla extasiado entre la neblina del potente y loco orgasmo... mientras ella con una sonrisa recogió el semen que pudo de la comisura de sus labios con un dedo, sacó su lengua blanquecina aun con mi lefa y enseñándomelo chupo las gotitas de su dedo.
En ese preciso momento sonó el timbre de la puerta y aun relamiéndose me dijo:
—Cariño, ahora si es tu asistenta de verdad. Voy a darme un ducha, cierra la puerta de tu habitación yo arreglo el estropicio, he ido a por porras tu haz el café, recuerda que el mío me gusta con mucha leche.
—Eres increíble. Cuando te pones guarra, eres la mejor y lo sabes, jodia.
Y como si no acabáramos de tener una sesión maratoniana del mejor sexo, se puso en pie y contoneándose se fue al baño. Yo me puse el pantalón y una camiseta a toda prisa, cogí mi cartera y fui la puerta le pagué y despedí hasta el día siguiente a la asistenta, puse la cafetera eléctrica y volvió junto ella, metiéndome detrás de ella en la ducha, agarrando sus pechos desde atrás.
— ¿Dónde tienes a la asistenta? –preguntó ronroneando cuando mi mano bajó por su torso para colarse entre sus piernas
—Le he pagado y le he dado el día libre, solo tenemos unos días mi amor y no quiero compartirte un solo minuto con nadie –le dije metiendo tres dedos en su coñito
Ella echo la cabeza hacia atrás y busco mi boca, le di mi lengua y mis dedos empezaron a entrar y salir de su cuerpo, mientras el pulgar estimulaba su clítoris y aunque no quedara de momento una gota de semen en mi cuerpo estaba a punto de disfrutar de un nuevo orgasmo de ella, uno de esos que tantas veces había oído y solo había imaginado presenciar, provocar...
—Ummm que placer, pirata... –dijo en mi boca fundiéndose en mis dedos.