La asesora de Afore
Se me antojó una mamadita de esa señora. Me dió eso y algo más.
Perdón si no me identifico. No lo creo necesario. Solo quiero permitirme contarles lo que sucedió a principios de este mes de noviembre, el día 2, Dia de Muertos en México.
Yo soy gerente de Recursos Humanos en una empresa de una ciudad al norte de la Republica. Desde dos semanas antes, a mediados de octubre me habían visitado dos promotoras de afore del único banco mexicano al 100 % que ya queda en México. Una de ellas era joven, no sé, tal vez 25 o 26 años. La otra mas grande, por los 39 o 40 años. Yo acabo de cumplir los 30. La señora que fue con la que me paso lo que les cuento, es muy morena, es de 1.60 m contando tacones, mas o menos y unos 65 kgs. No es lo que se dice una belleza, pero es, sin exageraciones, guapa a secas. De cuerpo, aunque algo bajita y llenita, tiene buenas carnes. De pechos grandes, ya no muy duros por cierto y de buenas nalgas. Tiene buenas piernas todavía también. Cabello al hombro, oscuro. No se como plasmarlo, es lo que se suele decir que tiene lo necesario para calmarle a uno las calenturas pasajeras, nada mas. No se ve muy aseada que digamos, por lo que no sería de esas damas que se puedan llevar a comer o pasear, sino mas bien de las que solo sirven para ponerlas a mamar verga y cogérselas sin mayores consecuencias.
Desde que la vi por primera vez no se que me paso, como que se me antojo la morena, se veia que unos años antes había estado muy buena. Bajo su ropas arrugadas se notaban buenos jamones y su cara a pesar de no ser muy bonita, pues si estaba aceptable para aventarse a besarla y dejarla que se la mamara a uno un buen rato, no se si me estoy explicando. Me sonreía mucho y era muy respetuosa cuando nos llegábamos a encontrar por las instalaciones, demasiado diría yo. Cuando ellas andaban trabajando en los pasillos o los comedores de la planta y yo pasaba cercas de allí, ella al verme hasta me hacia reverencias, como si yo fuera muy poderoso. De repente con el paso de los días, me le acercaba para preguntarle que como iban y ella se ponía muy nerviosilla, hasta la voz le temblaba y tartamudeaba mucho.
No era que se emocionara sexualmente hablando, por tenerme cerca, mas bien era por mi puesto y por lo que yo representaba para ellas,
el mero bueno
. Por mi posición de gerente de personal, yo era el mas importante para ellas en la empresa y como había mucho negocio para ellas, pues me trataban muy bien, con mucho respeto y hasta miedo de que les dijera que ya no las iba a dejar entrar, que ya se fueran. Esa señora me hacia sentir un poder sobre ella muy raro, como si yo pudiera ordenarle lo que quisiera y ella lo haría sin preguntar, lo que fuera. Se veía demasiado sumisa, demasiado mansa, me demostraba mucho respeto y siempre me hacia comentarios aduladores y me elogiaba por cualquier cosa. A veces hasta la sentía servil. Al principio me fastidiaba que fuera asi, la sentía hipócrita y fingida. Pero luego pensando que era por su misma experiencia en eso, pues se veía que ya tenia mucho tiempo de asesora de afores, lo acepté y le seguí el juego, total como quiera pues si era una amable mujer.
Ella era muy seria con los trabajadores, se limitaba a hacer su trabajo, no bromeaba ni chanceaba con nadie. Pero la otra, la mas joven agarró confianza y ya era mas llevada con el personal. Una vez que regresé de comer, las vi en la caseta de vigilancia. La señora estaba hablando con un trabajador pero la otra estaba platicando y riéndose con los vigilantes. Cuando llegue a mi oficina tome el teléfono y marque a caseta para que me mandaran a la señorita, que quería hablar con ella. Cuando llego le llame la atención por estar distrayendo a los guardias y le dije que no las quería volver a ver en caseta, que se metieran a los pasillos y trabajaran dentro de la planta.
Además al verla tan desarreglada le sugerí que viniera mas presentable, que no me lo tomara a mal, pero que era importante que se viera bien. Al otro día, para sorpresa mía, ya no regresó, o sea que la señora ya no se hizo acompañar por ella y trajo a un compañero hombre a trabajar. Al preguntarle por su compañera me dijo que no quería problemas por culpa de otras que no querían o no sabían trabajar bien y que la reportó y pidió otra pareja. Hasta se veía diferente, seguramente la otra le dijo lo de esmerarse mas en su presentación y ella, la señora, compró el boleto, como luego se dice.
Al principio venia mal presentada, casi sin maquillaje y con la ropa algo sucia y arrugada, como que se ponía lo mismo dos días, además siempre se veía greñuda y despeinada. Luego de eso empezó a llegar mas bien arregladita y maquilladita con faldas y vestidos mas cortos y pantalones mas apretaditos. Como lo dije al principio no era una belleza pero se defendía. Todo el día andaba muy maquillada, como que se retocaba a cada rato. Se miraba guapa la señora, me empezó a llamar mas la atención.
Con lo que paso con la compañera, aumentó su docilidad. Casi parecía yo su dueño o su patrono. Se hizo demasiado servicial, casi servil. Yo sentía como si la tuviese a mi disposición, como si pudiera echar mano de ella cuando yo lo quisiera. No había mensajes de sexo de parte de ella, para nada, pero me hacia sentir poder sobre su persona, me hacia sentir señorón de ella, me daba esa sensación de disposición. Yo si sentía cuestiones sexuales por ella, es que a veces si iba muy arreglada, a veces sus faldas eran bastante raboncitas, sin llegar a nada escandaloso, pero mucho mas que al principio y dejaba ver que todavía tenia lo necesario para sacarlo a uno de un apuro.
Su cara se veía como cándida, como timorata, no sé pero tenía unas ganas enormes de meterle la verga por la boca, se me hacía que ni mamar sabía, o se la quería poner entre las tetonas que se veía que tenía. Cuando venia a mi oficina, a saludarme o a preguntarme algo, se sentaba frente a mí y podía verle hasta bien arriba de sus pirnotas, siempre traía medias, antes eran color natural, pero luego color humo o negras y con éstas se le veían muy antojables las piernas, todavía estaba muy buena. De arriba casi no enseñaba mucho, siempre traía sacos, pero a veces se los quitaba y se le notaban muy buenos melones, bien grandes sobre las blusas de manga larga. Esa viejita se me antojaba mucho para hacerle muchas chingaderas.
El día 2 de noviembre solo trabajamos medio día en la planta. Por costumbre les damos la tarde del día de Muertos a los trabajadores y empleados. Ella llegó como a las dos de la tarde buscando a mi secretaria quien ya se había marchado desde la 1. Aunque no trabajaban en su banco, la señora fue a pedirle una copias de las altas de algunos muchachos de nuevo ingreso. Yo esa mañana andaba inusualmente caliente, desde en la mañana me había levantado muy jarioso y con la verga bien parada. Hasta mi esposa, soy casado y con dos niños, se asustó cuando me llevó el café, cuando salí de bañarme y estaba desnudo en nuestro cuarto y vio como traía la verga. No tengo un cañón de verga, pero si me aviento una cuarta completa con la mano, no se unos 20 cms y bien gruesesita. Le dije que a la noche íbamos a hacer cositas, que andaba muy necesitado.
Ese día mi departamento ya había salido todo, yo estaba por irme y solamente estaba checando unos papeles para una junta que tendría al otro día. En la otra ala de las oficinas había poca gente, también ya para irse. La asesora llegó a mi oficina preguntando por mi secre y le dije que ya se había retirado, pero que si algo se le ofrecía yo la podría ayudar, que le pasara. Entró conmigo y se paró frente a mi escritorio. Ese día llevaba una falda muy corta azul marino que no le había visto antes, no traía medias y unos zapatos de tacones altos, y abiertos. La blusa era blanca de manga larga y la traía fajada dentro de la blusa. Ese día no venia tan maquillada pero se veía bien, incluso el pelo lo traía húmedo, como que se acababa de bañar. No traía ni bolsa de mano, me dijo que la había dejado en su carro con su hijo que la acompañaba. Le pregunté por él y me dijo que tenia 20 años, que el era quien venia manejando el carro y la estaba esperando afuera, estacionado en la calle.
Me preguntó que si yo sabia dónde estarían las copias de las altas de los nuevos trabajadores y yo le dije que seguramente encerradas en el escritorio de mi secre y que yo no tenia llave. Puso cara de desgracia y allí se me ocurrió algo. Le dije que no se preocupara, que esas eran de ella y que yo mismo le iba a decir a la secretaria que se las diera solo a ella. Además le comente que en diciembre íbamos a contratar mucha gente y que serian todos para ella, que de mi cuenta corría que asi fuera.
Ella puso cara de emoción y de agradecimiento y me dijo que yo era una muy linda persona, que me estaba muy agradecida y empezó con su rosario de alabanzas hacia a mí y a toda mi persona. Se despidió de mí y se giró para la puerta de la oficina. Por atrás se le veían las piernas muy ricas, aunque ya se le notaba algo de celulitis, tenia un colorcito moreno muy sabroso y con muy buen chamorro. Las caderas se le marcaban demasiado con esa faldita, se veía muy buena la señora todavía. Hasta se le notaban mucho las nalgas, siempre pensé que estaba muy plana, nunca se le habían visto las nalgas tan claramente, es que esa falda era de tela muy delgada y le quedaba apretadita. Cuando iba abriendo la puerta sonó mi teléfono y era el vigilante preguntando por ella. Me dijo que el hijo de la señora del afore le pidió que le avisara a su mamá que iba a un mandado y regresaba por ella en una media hora. Colgué y la alcancé cuando iba caminando por el pasillo, rumbo a la salida. Le dije lo de su hijo y se resignó a esperarlo en la caseta, que seguramente el muchacho pensaría que ella se tardaría mas tiempo. La invité a seguir conmigo en mi oficina, que no era necesario que estuviera con los guardias y después de asegurarle que no me incomodaba accedió a entrar para esperar a su hijo.
La invité a sentarse y yo me senté frente a ella, no en mi lugar, sino en la silla de visitas que está junto a la de ella. Así podía verle mejor las piernotas, pues la falda se le subía bastante, aunque ella hacia constantes movimientos por bajarla a tirones, medio apenada por mi decisión de sentarme frente a ella. No podía cubrirse mucho, los muslos gruesos le alzaban la falda pos la tela tan fina no podía contener sus redondeles.
Estaba pero bien buenota la señora. Se le notaba nerviosa e incomoda, pero era incapaz de hacerme molestar. Mas bien se le veía contrariada por estar así conmigo, como que no se sentía digna de estar en mi oficina molestándome o incomodándome. Empezó a quejarse de su hijo, de que ya ni la amolaba, que cómo se le ocurría irse y dejarla allí así nomás. Yo le dije que no se preocupara, que probablemente él pensó que se tardaría mucho y decidió no estar perdiendo el tiempo. Me respondió que seguramente era eso, pues normalmente se tarda hasta una hora con sus clientes recogiendo algo y él, cuando la compaña, se desespera. Se empezó a relajar, ya no se jalaba tanto la falda para las rodillas y se le podía ver mas piel de las piernas, yo ya ni le despistaba y le miraba descaradamente los muslos morenitos casi hasta la mitad. Incluso de repente, cuando se descuidaba me fijaba bien y alcanzaba a verle los calzones. En todo ese rato no dejó de alabarme por cualquier cosa.
Me decía lo buena persona que yo era, lo buen jefe que era, lo mucho que me querían todos, etc. La verga ya la traía bien parada, con la vista de esas piernas y ese sentimiento de poder que me daba esa mujer sobre ella. Sentía como me calaba la erección con el pantalón de mezclilla que me había puesto ese día. Mientras ella hablaba yo le miraba la boca y hacia cálculos preguntándome de hasta donde le llegaría mi verga bien metida en ella y si sabría mamar, si ya antes habría mamado vergas y cuántas. Como la miraba a veces tan casta e inocente, dudaba si seria buena para chupar, si se lo chuparía a su marido, etc.
Ya no aguantaba la presión de la verga torcida en el pantalón, me calaba mucho, así que me la acomodé cuando ella volteaba y me decía lo lindos que estaban mis hijos en unas fotografías que están sobre mi escritorio. Cuando estaba por terminar ella volteó a mirarme y alcanzó a ver como me maniobraba, yo me solté rápidamente, pero sí me alcanzó a ver. Además ahora sí se me notaba perfectamente todo el bulto en la bragueta. Su incomodidad creció al doble y nos quedamos callados los dos. Luego me dijo que mejor se iba para la caseta, que allá esperaría al muchacho. Al ver que por vez primera se me salía del guacal, le dije con decisión que ya sabía ella que no me gustaba que nadie estuviera con los guardias y que yo la había invitado de buena gana a mi oficina. Se quedó inmóvil, casi ni quería respirar y se veía nerviosa.
Me miraba a la cara fijamente, pero más que nada, se veía como se esforzaba para no voltear a mirarme el bultote que ya no se ocultaba para nada en mi pantalón. Al verla así, me empecé a agarrar la verga y los huevos enfrente de ella, ya estaba muy cachondo y no pensaba que ella fuera a hacerla de tos. Ella se recargó con un codo en el escritorio, se tomó la frente y empezó a llorar, le pregunté que qué le pasaba y me respondió que nunca pensó que yo fuera así. Yo no me dejaba de frotar el pantalón y ella sollozaba bajito, sin levantar la cara para verme. Le pregunté que a qué se refería y me volteó a mirar diciéndome con los ojos llenos de lagrimas que así, indicándome como yo me friccionaba la verga con ella enfrente.
Yo le respondí que lo que quería era que me la mamara tantito, que mirara como la traía por su culpa, ella me miraba la bragueta con cara de sorpresa y de temor, pero no me respondía si sí o no. Me puse de pie y me desabroché el cinto y el cierre y me saqué la verga. Ella al verla se recargó en su mano de nuevo y agachó su cara para que el cabello se la tapara y esconderse aunque fuera así de mí. Yo le acerqué la verga y se la repasé por su pelo húmedo, entrando entre él y acariciándole una mejilla con la punta de la verga. Luego se la empujé en el oído y se lo froté con la cabeza del pene.
Ella no volteó pero tampoco se retiró, dejándome ponerle la verga en la mejilla y en le oreja. Luego la tomé de la barbilla y le fui volteando la cara hasta que quedó de frente a mí y le puse la punta de la verga en los labios. Ya no lloraba pero traía lágrimas en la cara y le colgaban de la barbilla y las mejillas. Me miraba a los ojos y se dejaba hacer. Cuando le dije que abriera la boca se separó y me dijo que eso no le gustaba y que no me lo iba a hacer, haciendo el intento por levantarse. Yo fui y cerré la puerta con llave y regresé con ella. Ya se había levantado y había cambiado de lugar, estaba atrás de mi escritorio en mi lugar, mirándome asustada. Siempre hablándole de "usted", le dije que mejor se dejara, que pensara en todo lo que yo había hecho por ella y lo que iba a hacer todavía, que estaba muy necesitado y que me gustaba mucho.
También sin tutearme, me dijo que para qué le gustaba, si lo primero que yo quería que me hiciera era chuparme el pene, que qué gustitos. Se veía algo enojada y me amenazó con decirle a su esposo que yo la estaba acosando. Hablándole y sin dejar de jalarme la verga me le fui acercando hasta que la tuve de frente. La tomé de la cara y le empecé a besar las mejillas y la boca, diciéndole que yo no la estaba acosando, que simplemente lo que quería era una buena mamada de verga, que ya había notado como sí le había gustado la mía, que me disculpara y que tal vez no supe pedírselo. Poco a poco se fue dejando hacer y al rato ya estábamos besándonos muy bien. Besa bien, se nota que sí sabe como. Me recargué en el escritorio y la tomé de la cintura pegándole la verga en la falda y agarrándole las tetas sobre la blusa. Las tiene grandes pero algo aguadas, se ve que ya tuvieron muchas batallas. Las nalgas también están algo flojas, pero cuando le subí la falda a la cintura me gustaron mucho sus piernas. No son tan morenas como toda ella, más bien son blanquitas y muy buenotas. Sí tiene algo de celulitis pero está muy piernuda.
Le dije que estaba muy bien y respondió muy calmada que gracias, incluso ya se sonreía, ya no lloraba para nada. Sin tutearnos para nada, le pregunté que si ya se sentía mejor y me dijo que sí, que sólo la había asustado un poco, pues pensaba que la iba a violar, que me puse muy loco y le dí mucho miedo. La seguí besando y acariciando, repegándola bien a mí para que sintiera la verga en su calzón barato, de esos de oferta de autoservicio. Ella se empezó a frotar con ella y a besarme más recio, también ya estaba bien caliente.
La separé un poco y le agarré una mano, esas sí muy chicas, y la puse alrededor de mi verga. Me dijo que la tenía demasiado grande y la empezó a acariciar torpemente, no se veía que supiera bien jalarlas. Le respondí que la tenía normal. Y ella dijo que su ex esposo no la tenía tan grandota. Le pregunté que si era divorciada y me dijo que ya tenía casi tres años separada de él, después de 15 años de matrimonio. Me saltó eso, pues su hijo tiene 20 y me aclaró que no es de él, que ella es madre soltera. Entonces la cuestioné de por qué me había amenazado con quejarse con el marido y me dijo que se asustó pues me veía muy decidido a violarla, que la traía bien parada y que me la vio muy grande, así que me hizo creer que era casada.
Nos seguimos besando y me soltó la verga para frotarse en ella con la panocha y el calzón. A los tres minutos se puso bien tensa, me agarró de las nalgas y se estampó en la verga tallándose violentamente en ella, en su pubis. Se vino bien fuerte, así frotándose duramente con mi pene. Cuando terminó de convulsionarse, se limpió el sudor de la frente y me dijo que la perdonara pero que era muy ardiente. Se nota, le respondí y nos seguimos besando mucho. Le pregunté que si le gustaba mi verga y me respondió que sí, que la tenía muy buena. Empezándonos a tutear le dije que si ahora sí me la querría mamar y me respondió que eso no le gustaba, que pocas veces se lo había hecho a su ex, que con él sí le gustaba, pero que pensaba que sería porque lo amaba. Le dije que probara, que si no le gustaba ahí la dejábamos y me dijo que bueno si eso era lo que quería. Le pedí que se sentara en mi sillón y me bajé la ropa hasta el piso. Se la puse en la cara y ella me la agarraba con las dos manos.
No me dejaba de decir que estaba demasiado grande, que no le iba a caber. Le pregunté que dónde y me dijo que en la boca, que la tenía muy chiquita. No es cierto, la tiene normal, pero yo creo que tiene su vanidad la señora, digo. Luego ella misma se abrió de piernas y se hizo el calzón a un lado enseñándome su peluda panocha y me dijo que si me refería a esa parte. Le dije que no, que a su boca y me dijo que ya se la metiera por ahí, que estaba bien mojadita, como queriendo que me olvidara de que me la chupara. Le respondí que sí me la iba a coger, pero que primero calara si le gustaba el sabor de mi verga y me la empezó a mamar.
Me empezó a chupar la cabecita del pene, con fuerza y poca experiencia. Se lo retiré y le dije que pusiera sus labios como si estuviera pronunciando la O y que retirara sus dientes, y así se la empecé a meter y sacar de la boca. Poco a poco agarró la onda y ya me estaba dando una verdadera mamada. De repente se la sacaba y me decía que estaba bien rica, que ya le estaba gustando mamar. Me la jalaba y la miraba por todos los ángulos, repitiendo una y otra vez que estaba bien grande y gruesa. Le dije que me chupara los huevos, pero se hizo tonta, como si no me escuchara y siguió mamándome la verga solamente. Me recargué en mi escritorio y le agarré la cabeza para forzarla bien a mamar.
Casi se la lograba meter toda pero se ahogaba y le daba asco, sacándosela rápidamente para toser. Pero contrario a lo que yo creía, no se me soltaba, sino que volvía a abrir la boca y se la metía bien adentro. Ya tenía la cara cubierta de lagrimas otra vez, pero no eran de llanto sino de las horcajadas que le venían por los ascos que le daba mi verga en la garganta. En una de esas, se retiró y se recargó en el sillón, cerró los ojos y se jaló bien el calzón y abriéndose de piernas me dijo, sin mirarme y sin abrir los ojos, que ya se la metiera, que al ratito me la volvería a chupar de nuevo, que ya traía muchas ganas de coger. Me hinqué entre sus piernotas y le apunté la verga en medio preguntándole por su hijo, que qué hacíamos si llegaba.
Ella, sin abrir los ojos me respondió que le dijera al poli, cuando llamara, que se lo pasara para hablar con él. Le respondí que tal vez ya estaba allí, pero que no se había reportado con ella. Como si el tema no le interesara de momento, me pidió que le cabeceara con la verga allí, que la tenía muy gorda y que hacía mucho que no se la cogían. Cuando se la pasé la sentí muy mojada y resbalosa, además tenía la rajada muy abierta, la cabeza se depositaba fácilmente y completa en su vagina. Se me hacía que sí estaba cogiendo seguido, pero ya más o menos la iba conociendo como era de mentirosa. Luego me pidió que le marcara al vigilante para preguntarle por su hijo. Cuando me iba a poner de pie para marcar por el teléfono, me detuvo y me dijo que así, que no me le retirara, que sentía muy ricas las cabeceadas.
Cuando el guardia me respondió, le pregunté por el muchacho y me dijo que no había regresado aún. Le ordené que me lo reportara cuando llegara y colgué. Le retiré la verga a la señora y le saqué el calzón completo. La volví a abrir de piernas y cuando se la iba a meter me dijo que si no me gustaría probársela. Me le quedé mirando no muy seguro y notándolo me dijo que a su ex esposo le gustaba mucho mamársela bastante, que decía que la tenía muy sabrosa, pasándose los dedos por en medio como invitándome a hacérselo con mi boca y lengua. Pensando en que seguramente sí se la estaban cogiendo seguido, no me quise bajar a beber y se la metí de un empujón. Nomás pujó cuando la sintió entrar fuerte y se empezó a mover como experta.
En eso sonó el teléfono y así, sin sacársela contesté, era el hijo, se lo pasé y me la seguí cogiendo lentamente. Ella le preguntó que a donde había ido y le dijo que no la esperara que se iba a tardar mucho, que se fuera y ella se iba en un eco taxi cuando terminara, le dijo que tuviera cuidado y colgó. En los minutos que estuvo hablando, yo se la metía y sacaba más fuerte y ella ni forzaba la voz, como si no se la estuvieran cogiendo tan duramente, bueno como si no se la estuvieran cogiendo.
Cuando colgó se alocó gacho, se abrió la blusa y se levantó el brasier por encima de las chichotas. Ya están muy guangas, pero están buenas. Me jaló de la cabeza y me dijo que se las chupara y se las mordiera fuerte. Estaba bien caliente la vieja, se quejaba como si nunca hubiera cogido. Le mascaba los pezones con madre y ella se ponía más cachonda. Le dije que no se quejara tanto, que había gente todavía en las oficinas y me dijo que nos fuéramos de allí a un motel, que quería que me la cogiera todo el día, que traía muchas ganas.
Pensando en que esa mujer era paleta, o sea problemas a la vista, por lo mentirosa y putota que es, no lo acepté. Mi idea inicial era hacerla que me la mamara un rato, solamente, no cogérmela como lo estaba haciendo en mi propia oficina, mucho menos agarrar calle con ella. Es mucho más vieja que yo y está muy pedorrita. Y mucho menos irme a un motelucho con ella, para nada. Se la seguí metiendo hasta el fondo y le dije que se controlara, que no hiciera tanto ruido. La levanté y la puse en cuatro, sobre la alfombra de la oficina y así se la dejé ir otro rato. Luego se recostó y se abrió de piernas para cogerme así, encima de ella.
A los cinco minutos de estar clavando me subió encima de ella y cerró las piernas, yo abrí las mías pensando que, en esa posición, querría sentir más mi verga pues ya está muy abierta de la vagina, necesita una verga de unos 30 centímetros para llenar. Pero no me dejó abrir mis piernas, lo que quería es que me subiera encima de ella, los dos con las piernas cerradas, pero con la verga bien adentro. Me hizo subir mis brazos, a su cuello y ella me agarró de las nalgas, me apretó contra ella y se empezó a frotar contra mi pubis con el de ella. Me movía muy fuerte en circulos, yo sentía que la aplastaba y me sostenía en mis codos, pero ella me decía que no, que me recostara completo sobre ella, que sí me aguantaba. Cuando le venía el orgasmo abría su boca y sacaba la lengua, como queriendo alcanzar mi boca, pero cuando me le arrimaba para besarla ella volteaba la cara y no me dejaba hacerlo y luego otra vez sacaba toda la lengua, mirándome bien caliente.
A los tres minutos se vino muy fuerte, hasta le tuve que tapar la boca, hacía mucho ruido, parecía cerda muriéndose. Eso lo hizo otras dos veces, conmigo encima de ella me aseguraba de mis nalgas con sus manos y me refregaba contra su pubis, pero muy fuerte y descansaba a venidas de orgasmos ruidosos. Otra vez sacaba la lengua como perra en celo y se me separaba y me decía que la tenía deliciosa, que nunca se había venido tanto con un hombre, que amaba mi vergota y que me amaba a mí. ¡Sáquese que!, pensaba yo. Esta vieja qué se cree. Yo ni le contestaba.
Cuando estuvo contenta, se abrió de piernas y me dijo que ya me viniera, que seguía yo. Le dimos un rato más y cuando sentí que ya me iba a venir me le quería salir, pero ella me agarró y me dijo que se los echara adentro, que quería guardarlos todo el día. NO, pensé y me le safé. Me puse de rodillas y se los eché en la panza y en los pechos, alguna gota le fue a dar en la cara y ella se la limpió de volada, como si le quemara. Al ver eso me paré y le dije que me limpiara bien la verga con la lengua. De sopetón me contestó que estaba bien jodido, que sólo a su esposo se la limpiaba con la boca, cuando estaba con ella. Le dije que me valía verga, que me la limpiara o se fuera mucho a chingar a su madre para siempre y que se olvidara de mí y de la empresa. Al decirle eso, cambió su actitud y me dijo que no me enojara con ella, que no me lo decía en serio. Con cara de pesos y centavos, sumisamente agarró mi verga a medio parar y empezó a lamerla toda y chuparme los restos de mecos que tenía pegados. Le dije que me lamiera bien los huevos, recordando como se había hecho pendeja hacía rato cuando se lo pedí, y las dos pelotas quedaron bien babeadas.
Le metí la verga en la boca otro rato y hasta que la sentí completamente flácida la dejé que se la sacara y me la dejara de chupar. Traje papel de rollo y se lo di para que se limpiara el estómago y las tetotas de los mecos que le colgaban y nos vestimos. Abrí la puerta y ya las oficinas estaban vacías. Le dije que ya podía salir y me respondió que dónde me esperaba. Sorprendido le respondí que para qué y me dijo que para que la llevara a comer carne asada, que le gustaba mucho, hasta eso, y al motel, que quería seguir cogiéndome toda la tarde. Le aclaré las cosas y le dije que yo no iba a ir con ella a ninguna parte nunca jamás.
Que se olvidara de lo que había pasado allí si quería seguir afiliando al personal y que si en un futuro quería echar mano de ella yo se lo haría saber. Me dijo que no sabía de lo que me estaba perdiendo, pero que peor para mí. La cara de desprecio que me puso me super encabronó y me encantó, no sé por qué, se veía maldita la vieja y muy segura de sí misma. Así que me saqué la verga y le dije que me la mamara y me sacara los mecos otra vez, pero ahora con la boca.
Ella se hizo la importante y se iba saliendo como si nadie le hablara, con unos aires de su majestad que me hicieron hervir la sangre. Cuando estaba a punto de salir de mi oficina, le dije que en cuanto abandonara la planta le iba a pasar la consigna a Vigilancia de que no la dejaran entrar más, que sólo le permitiría la entrada a cualquier asesor de afore de ese banco que no fuera ella y que se olvidara de los nuevos ingresos que mi secre le tenía reservados. Como lo esperaba, con un signo de $ en los ojos, se regresó, cerró la puerta con llave y a cinco pasos de mí, sentado en una silla de visita, con los pantalones desabrochados y la verga bien parada, se puso de rodillas en la alfombra y así, hincada vino sonriente y diciéndome que no me le enojara, que no lo decía en serio.
Al llegar a mí, simplemente le dije: Ponte a mamarme la verga y ya cállate el hocico. Ella se metió entre mis piernas y me la chupó expertamente, como según yo le había enseñado minutos antes. A los 10 minutos me hizo venirme peor que cuando me la cogí, se los tragó todos y me limpió bien la verga y los huevos con la lengua, ya ni gestos de asco les hizo.
Le dije que mojara unas toallas de manos en mi baño y que se las trajera para que me limpiara bien toda su puta saliva. Lo hizo sin comentar nada. Cuando acabó se dispuso a retirarse, pero me dijo que no traía para el eco taxi, que su hijo se había llevado su bolsa en el carro, que si le daba un aventón, auque fuera al centro. "A mi carro nunca te vas a subir y al centro de la ciudad menos que a ningún lado te voy a llevar nunca. Allí no falta quién me llegue a ver contigo. Toma", le respondí y le di un billete de a $200 para que tomara el taxi. Ya no me dijo nada, sólo tragó saliva y se fue.
Al otro día, temprano, ya estaba allí, en la planta. Afiliando al personal. No hubo problemas. Siguió todo normal, me saluda como siempre y me sigue guardando mucho respeto y sumisión. No sé si será porque le nace o porque conviene a sus intereses. Me es más fácil pensar en lo segundo, no sé, ya se mostró como es en realidad. Se me antojaría de repente darle otra chinga, esa prieta cuarentona es buena para coger y mamar, pero luego me controlo y se me pasa. Si he de pintarle el cuerno a mi esposa, pues mejor con una secretaria o una de las empleadas jóvenes de aquí, ¿verdad? No tiene caso, además ya no tarda en irse mucho a chingar su madre, ya casi acaban y mejor ahí que quede.
F I N.