La ascensión de fin de año

Una ascensión aun pico como manda la tradición termina en un orgía de nuevo año

La ascensión de fin de año

En mi tierra hay una tradición extraña en el día de año nuevo, y se trata de ascender al Pico Michu Pitu, no es que sea una subida larga, pero sí algo complicada y en ocasiones muy transitada pues se trata de subir a este pico de casi 2000 mts, y lo típico es en las inmediaciones de su cumbre hacerse una paja y pedir un deseo cuando uno se corre, como estamos en la época de la igualdad pues también son las señoras las que suben a cumplir con la tradición.

Muchas de las señoras suben con sus parejas y les hacen una paja pidiendo quedar preñadas y tanta es la euforia que, tras un descanso, no es infrecuente ver en los distintos rincones a las parejas echar un apresurado caliqueño.

Yo lo cierto que subo para fisgar entre los rincones, y ver las distintas maneras de como el personal afronta esto de la tradición, y su contemplación es muy divertida, y a veces hasta uno ayuda a conseguir el deseo.

Ya en la parte de abajo en el parking, fisgonee por entre los coches para ver que personal podía ser más interesante seguir durante la larga ascensión, casi que cuatro horas, o sea que era bueno escoger mis víctimas, la primera fue una madura rubicunda en las formas, tetas fuertes y grandes, caderas rotunda y un rotundo culo redondeado, y por su fuera poco, mientras sus pimpollo se acicalaba, esta se subió los leggins hasta decir basta, dejando a cada lado de los perniles dos abultadas protuberancias a modo de pata de camello, con lo cual Doña Florinda como así la bauticé, gozaba ver su  erótico estilismo, que encontró en mi mirada a un cómplice ideal, su marido iba detrás de otros pimpollos jóvenes con mucha pluma con los cuales coincidir en la subida.

Luego había tres jovencitas, bueno los 18 años hacía tiempo que habían quedado atrás, pero jugaban a ser más pimpollos que mujercitas, y se dejaban abrazar por las miradas de todo tipo cuando ajustaban sus equipos de montaña.

Había una extraña pareja de mujeres, una jovencita también de turgentes formas y una más mayor flaca y cara y formas de marimacho. En las proximidades de esos grupitos fui sorteando mi presencia durante la subida, en la cual la extraña pareja de señoras buscaba rinconcitos alejados del camino y de las vistas de los demás, un par de miradas y de roces camino de uno de esos rinconcitos las delató como lesbianas acabante de conocerse, la rubicunda damisela buscaba a la cauta marimacho que guardaba las formas, aunque no las ganas.

Ya Doña Florinda casi que, en ascensión en solitario, pues los pimpollos para mi que se lo iban hacer todos juntos ante la expectante mirada de Doña Florinda, que a media subida se hizo a un lado para dejar sonar su sifón, y tras un oportuno limpiado de bajos, dejó el pañuelito pinzado en un arbusto, para que conociera su fragancia, pues a lo largo de la de la subida todo fueron miradas picaronas y ajustarse los leggins. Me tenía al borde de la desesperación.

Cuando ya teníamos como más de tres cuartas partes de la subida realizada, ya vimos abrirse de la ruta algunos grupos y parejas, pues arriba la cosa se ponía fea, mucho viento y frío,  lo cual no obstaba para que el personal buscase sin coronar la cumbre un rinconcito y darle al manubrio o dejar a alguien que le diese manivela, o dársela  mutuamente, todo pude ver desde la distancia, las pirulas no me interesan, por lo cual les preste la atención necesaria para comprobar como el personal afrontaba la tradición que cascársela en Michu Pitu.

Tal y como imaginé los pimpollos siguieron cumbre arriba, para cascársela arriba y a cuya yunta se unió el friqui de  Doña Florinda para ver si cogía cacho o le ponían con el culo al vies, como le pillé en la cumbre, donde los cuatro filimiscas se lo estaban encañonando uno tras otro, sin mucho animo de parar.

Me baje a toda pastilla de la cumbre al igual que la marimacho y sus hembrita, que pronto buscaron un solano rincón a salvo de fríos y vientos y miradas indiscretas, aún así me fui tras su rastro hasta encontrarlas empotradas en un semicírculo de piedras la marimacho medio desnuda, y su acompañante se iba quitando las ropas para refregarse de lo lindo con la madura que presentaba un aspecto a la inspectora Marleau, con unas téticas   diminutas pero unos brazos largos como tentáculos de pulpo, que pronto encontraron los conductos adecuados los cuales se repartieron por los buenos agujeros de la amante, que se pegó más aún a la Marleau, que me divisó  cañoto en ristre empezando una buena paja, pues la flauta ya iba para trombón.

Me acerqué a la invitación de la marimacho, que ponto hizo soplar la flauta, aunque su amante no quería intrusiones, le gustó a la Marleau, el gusto y el tamaño de la cornúpeta  caña que me gasto, y me indicó de acostarme mientras ella se ponía a cuatro patas y comenzaba una potente mamada con precisos apriete de mis huevos, y aunque la rotunda le sorbía de madre desde el chichi al ojete, esta pedía atención a sus buenas tetas y prominente culo.

Por lo cual me vi de repente desposeído de tan experta sopladora de cañas, y la rotunda me echo de su vera, quedándose para sí la Marleau entera, allí las deje en pleno refocile.

Bajaba desesperado con el cañoto en ristre, cuando en otro recodo vi asomar unas piernas envueltas en unos leggins que me eran conocidos, la susodicha Florinda expulsada del grupo de pimpollos tras unos meneos de polla que no debieron gustar mucho, tenía una mano metida en plena pata de camello, y suspiraba y suspiraba, se puso culo arriba para friccionar con la hiera tanta protuberancia, lo cual aproveché para tumbarme lánguidamente sobre tales turgencias nalgatorias, pues la muy cabrona ya me había visto, y se dejaba hacer le bajé la cinturilla de los leggins y metí el cañoto para rozarle en toda su dimensión la para de camello que pronto abrazó el balano en toda su dimensión.

El sube y baja me estaba matando, estaba a punto de echar la lechada cuando me  abracé  a la nalgatoria, y esta sobrecogida por tanta fuerza se puso de rodillas, lo cual aproveché para encalomarle el cañoto en toda su longitud y grosor, lo cual fue aplaudido por aquellas inmensos labios vaginales, el conducto estrecho y suave se dejó penetrar hasta la cérvix misma,  una oportuna ramita me sirvió para que durante el bombeo a cuatro patas sobarle la culera y la zona bajera de sus labios, y tras ello todo fue un correrse hasta la propias entrañas lanzando un deseo como manda la tradición. Volver a Vernos durante el 2022

Gervasio de Silos