La ardiente esposa de mi jefe
Finalmente pude atender como quería a la esposa de mi jefecito en la bodega de la zapatería.
Me llamo Carlos, tengo 31 años y soy vendedor en una pequeña zapatería. La historia que les voy a contar ocurrió no hace mucho y trata de como me cogí a la esposa de mi jefe, a la que hace tiempo le tenía ganas, ella se llama Rosario y tiene un cuerpo fenomenal, lo que más llama la atención son sus espléndidas tetas, redondas, duras, nacieron para ser lamidas, aparte tiene un culo de miedo y unas piernas inconmensurables.
Todo esto pasó una noche en que mi jefe me dejó solo a cargo de la tienda, pues debía atender unos proveedores, estaba maldiciendo mi mala suerte cuando llegó ella, venía mas sexy que nunca. Me dijo que tenía una fiesta ese fin de semana y debía elegir los zapatos adecuados, le dije que si ella quería podía cerrar la tienda y asi atenderla a su gusto ( je, je ), a lo que ella accedió. Fuimos a la bodega y yo no lo podía creer, por fin tenía una chance con ella y no la iba a desperdiciar.
Traje montones de zapatos y le ayudé a probárselos arrodillado en el piso, podía ver sus piernas a gusto ( traía una corta falda ), lo que me excitó aún mas. Entonces me decidí a jugármela por entero subiendo mi mano de su pie a su pantorrilla, ella solo me miró sorprendida por lo que subí aún mas buscando esos carnosos muslos.
¡ Detente, que haces !
Me tienes loco Rosario, quiero comerte ahora mismo, no sabes el tiempo que hace que te deseo.
Si no paras voy a gritar, Carlos
Claro que vas a gritar, mi amor, pero de placer cuando te la esté dando toda.
Mientras tanto seguía acariciándola toda, no solo sus muslos sino tambien sus maravillosos senos apretados por el sostén.
¡ Carlos, por favor, mi marido es tu jefe !
No me importa, lo único que quiero es montarte, además el no sabrá nada.
Entonces empecé a besar esas piernas con que tanto había soñado, subiendo con mi lengua por sus muslos, le había subido completamente la falda y podía ver su pequeña tanga blanca, en ese momento escuché sus pequeños jadeos de placer, acompañados de ahogados : " No, no, noooo, Carlooos ". Rapidamente aparté a un lado su tanga y logré lamer su deliciosa concha, en cosa de segundos sus jadeos se intensificaron, ella estaba mas caliente que nunca. De un tirón su ropa interior llegó a sus tobillos, la saqué y arrojé lejos, al tiempo que abrí sus piernas de par en par y me dispuse a devorar la deliciosa concha de Rosario.
La bodega se llenó con los gemidos de placer de la esposa de mi jefe.
- ¡ Ooooohhh, Carlos, que rico lames, me vuelvo loca !
Cuando presentí que ya estaba por correrse, me detuve y empecé a desvestirme, ella me miró e hizo lo propio, en cosa de segundos estábamos desnudos, su cuerpo era algo de otro mundo.
- Ahora te toca a ti, cariño, muéstrame lo que sabes hacer con esa boca.
Por respuesta Rosario solo se arrodilló y empezó a engullirse mi miembro que estaba como una roca. ¡ Mi Dios, no podía creer como se devoraba mi miembro ! Lo hacía con total pasión, su mamada era algo de otro mundo, ahora lo que se oía era el " chup, chup " de su boquita golosa, sus mejillas se contraían por la fuerza de la mamada. Antes de correrme, lo saqué de su boca apresuradamente.
Quiero metértela toda, cariño, no sabes cuanto he esperado este momento.
¡ Poséeme, Carlos, quiero sentir tu verga hasta lo más profundo !
La puse en cuatro patas tirada sobre unas cajas, su culo se veía precioso, pero yo iba por su conchita, la cogí por las caderas y de un sólido golpe la metí hasta el fondo en su lubricada vagina, su grito resonó en la bodega. Empecé a montarla viciosamente, hundiendo y sacado mi miembro de su deliciosa humedad.
Aaaahh, cariño, me haces gozar, que rico me follas, ¡ No pareees, mi amooor !
Ves Rosario, te dije que te iba a hacer gritar, pero de placer. ¡ Grita, cariño, grita !
¡¡¡¡¡ Sííí, oooh, Carlos, me muero de placer !!!
Este polvo va a ser a la salud de tu marido, preciosa, quiero que me supliques que te siga cogiendo.
¡ Carlos, te lo suplico, no pares de cogerme, no puedo vivir sin ese rico cañón tuyo dentro de mí, es mil veces mejor que el de mi esposo !
Al ver que ella estaba a las puertas del orgasmo, redoblé mis esfuerzos montándola mas duro y en minutos se produjo el milagro, la estreché fuerte contra mí cogiéndola de sus espléndidas tetas y le clavé mi verga hasta el fondo para sentirme mas cómplice de su momento de íntimo placer.
¡¡¡¡¡¡¡¡ Ooooohhh, me corroooo, Carlos, fóllame que me corro, mi dios, no pares, que placeeer !!!!!!!!
No pude aguantar mas su concha comprimiendo mi verga y segundos después fue mi turno, me corrí como nunca, depositando ríos de semen ardiente en la vagina de Rosario.
Cuando se lo saqué y mientras acariciaba su culo y lamía sus ricas tetas no podía creer el polvo que había tenido con esa mujer de ensueño y que ademas era la esposa de mi jefe. Luego nos besamos y unimos nuestras lenguas.
Carlos, que rico ha sido, hace tiempo que no me cogían de esa manera.
Te dije que lo ibas a pasar bien, amor. Supongo que no te importaría repetir la experiencia alguna otra vez.
. Por supuesto que no, Carlos, siempre y cuando no se entere mi esposo.
Desde entonces que nos volvimos amantes y por lo menos una vez a la semana, en mi casa o en algun motel, disfruto de los favores de la ardiente esposa de mi jefecito.