La apuesta y algo mas. Parte 5

-Tú mamá no va a regresar hasta la noche. –Me dijo. -¿Estás segura que quieres hacer el amor con Pablo?

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Vi a Pablo y a Pedro, y de pronto se me hicieron familiares. Abrí mis ojos sorprendida y de repente me vi de niña…

Recuerdos de mi niñez

Eran fiestas de diciembre. Mi mamá nos había dicho que iríamos a una fiesta con mi tía. Ella siempre nos vistió con un vestidito largo, debajo de las rodillas y sandalias para las fiestas. En ese tiempo yo tenía 10 años.

El clima no estaba frio, así que nos arregló como siempre.

Llegamos a la casa de mi tía.

-Hola. –Ella nos recibió.

-Hola. –Saludamos.

-Adelante. Mi esposo ya no tarda en llegar. Vengan. –Nos llevó a la sala, ahí estaban unas personas. –Ella es la hermana de mi esposo, y ellos son sus hijos Pablo y Pedro. –Nos presentó. –Vienen de USA. Voy a traer café.

-Hola, un gusto. –Dijo mi mamá.

-Tienes unas hijas hermosas. –Dijo la señora.

-Gracias. –Respondió mi mamá.

-Y ¿Tú esposo? –Preguntó.

-Se quedó en la tienda, vendrá más tarde.

-¿Tienen tienda?

Y empezaron a platicar. Yo me perdí en mis pensamientos de niña. Empezó a llegar la gente; tíos y tías, primos y primas. Entre ellos llegaron mis 3 primos (de este relato -->http://todorelatos.com/relato/111153/)

A eso de las 7pm, las personas adultas estaban fuera en el patio, tomando cerveza, y los chicos estaban dentro de la casa.

-¿Qué les parece si jugamos a las escondidas? –Dijo Pablo que era el mayor de los primos, en ese entonces tenía 20 años.

-Siii. –Saltó mi prima, en ese entonces ella tenía 15 años.

Y empezamos a jugar en toda la cuadra. Algunos vecinos fueron a la fiesta, sus casas las usamos para escondernos. Éramos alrededor de 20 niños.

Como a la hora de juego:

-Vengan. –Dijo Pablo. –Somos muchos, vamos hacer equipos.

-Hay no. –Dijo mi prima.

-Si, son muchos niños chiquitos.

-¿Cómo nos organizamos? –Dijo el mayor de los 3 hermanos.

-Yo soy el mayor. –Dijo Pablo. –Yo voy con July y con otro niño chiquito. –Agarró a uno de los vecinos.

-Yo soy el segundo. –Dijo el mayor de los 3 hermanos. En ese entonces tenía 18 años. Agarró a una de mis primas de 15 años y a una prima chiquita.

-Mi turno. –Dijo Pedro. Tenía 17 años. Agarró a mi prima y a su hermano que en ese momento tenía 13 años.

Y se formaron más equipos. Empezamos a jugar. Corrí junto con mi primo Pablo.

-Vengan. Vamos a la casa de “x”, ahí nadie nos mirará. –Nos metimos a un cuarto. Escuchábamos las voces de todos. Hasta que nos encontraron.

Estábamos esperando a que encontraran a los demás, mi tía le habló a mi primo. Luego llegaron todos los niños. De nuevo a correr a escondernos.

Le dimos la vuelta a la cuadra y llegamos a la casa de mi tía, entramos a su cuarto.

-Escóndanse en el ropero. Yo vigilo fuera. –Se escuchó que salió del cuarto. Al minuto se abrió la puerta de golpe. –Espere tía, aquí no. Nos van a ver.

-Ya quiero coger contigo, Pablo. –Dijo mi tía.

-Y yo con usted pero aquí no.

Me asustaba todo lo que pasaba. Me asomé por una rendija del ropero. Pablo estaba acostado en la cama boca arriba y mi tía encima de él. Le besaba toda la cara y el cuello.

-Se están besando. –Dijo el niño que estaba ahí conmigo.

No le respondí, yo estaba hipnotizada viendo la escena.

-Te espero más noche. –Dijo mi tía, mientras se levantaba y se acomodaba la ropa.

Salió del cuarto. Detrás Pablo. Nosotros en silencio.

Entró Pablo.

-Ya salgan. –Nos dijo. Salimos rápido y en silencio. No nos dijo nada. –Ya me cansé de jugar. Vamos a decirles a todos.

Se reunieron todos y dejamos de jugar. Dieron las 9pm.

Entre los niños chiquitos, seguimos jugando a las escondidas. Yo no me sacaba de la cabeza la escena.

-Oye, ¿Tú has besado a alguien? –Le pregunté al niño que había presenciado conmigo la escena.

-Si, a muchas. –Dijo.

-¿Qué se siente?

-Baboso.

-Y ¿Si vamos al ropero a escondernos? –Le dije.

-Vamos. –Dijo.

Corrimos sin que nos vieran y llegamos al cuarto de mi tía. Entramos y nos metimos al ropero. Ahí estábamos, en silencio y a oscuras los dos niños.

-¿Cómo se besa? –Pregunté de manera inocente.

-Nos acercamos y juntamos nuestros labios. Y nos movemos. –Hizo un movimiento de cabeza exagerado.

-¿Nos besamos? –Dije

-¿Quieres que nos besemos? –Dijo el niño sorprendido. Empezó a titubear y a adoptar una actitud diferente, nerviosa.

-Si.

-Y ¿Si nos ven? –Dijo e hizo un ademan como saliendo del ropero.

Yo reí. Se me hizo simpático.

-¿Cuántos años tienes? –Pregunté.

-11 y ¿Tu?

-9 años.

Se hizo el silencio. De pronto me llegó una ansiedad terrible en mi pecho que hizo que me le lanzara al niño a besarlo. Al estar distraído, nuestros labios chocaron. Fue un pico. Nos separamos.

-¿Qué te pasa? –Dijo el niño mientras se limpiaba el beso.

-¡Shh! ¿Escuchas eso? Alguien viene. –Le dije.

Nos callamos y escuchamos.

-Pero vigila bien. –Dijo alguien.

-Sí, no te preocupes pero luego tu vigilas.

-Ok. –Abrieron la puerta y entraron dos personas. Al estar oscuro, no se distinguió bien al inicio. Poco a poco se iban viendo. Entraron Pedro y mi prima.

-Rápido. –Dijo Pedro. –Antes de que alguien venga.

Se empezaron a desvestir hasta quedar desnudos. No se distinguía muy bien por lo oscuro. Ella se acostó en la cama boca arriba y él encima.

No perdía detalle, estaba hipnotizada viendo lo que pasaba. Mi prima empezó a gemir.

-Despacio, duele. –Dijo mi prima.

-Así es la primera vez, pero ahorita te acostumbras y sientes rico. –Dijo Pedro.

-Dale despacio como quiera.

-Ok. –Y Pedro empezó a moverse para arriba y para abajo. No entendía muy bien que estaban haciendo o que significaban esos movimientos pero empecé a sentir algo en mi cuerpo.

En aquel cuarto no se escuchaba nada más que los gemidos de mi prima.

-Lo están haciendo. –Dijo el niño que estaba conmigo.

-¿Qué cosa? –Pregunté.

-El amor.

-¿Qué es eso? –Pregunté de manera inocente.

-Así se hacen los niños.

-¡Oohh! –Y puse más atención a la pareja.

Duraron 1 minuto. Pedro se quitó de encima de ella y se levantó.

-¿Qué te pareció?

-Bien. –Dijo mi prima. –Recuerda, nada de esto a mi hermano.

-Ok.

No dijeron nada más, se levantaron y rápido se vistieron.

-Entra, sigues. –Le dijo Pedro a alguien.

Entró mi otro primo.

-¿Qué hicieron?

-Nada. Fajar. –Dijo rápido mi prima.

-Salte, sigo. –Dijo mi primo.

Apenas salió del cuarto, cerró la puerta y mi primo se abalanzó sobre mi prima. Se empezaron a besar. Se acostaron en la cama y siguieron besándose. Mi primo le agarraba todo el cuerpo a mi prima, de manera desesperada.

-¡Jijijiji! –Rio el niño.

-Ya ya ya. –Dijon mi prima. Quitó a su hermano de un empujón. –Es mucho, nos van a descubrir.

-Un rato más. –Alegó su hermano.

-No. Ya terminamos. –Y salió casi corriendo del cuarto mi prima.

Salió mi primo y se hizo el silencio. No volteé a ver al niño para nada.

-¿Me la agarras? –Dijo el niño.

-¿Qué cosa? –Pregunté.

-Esto, acá, abajo. –Dijo señalando su entrepierna.

Como hipnotizada dije que sí. El niño se bajó su short y se la sacó.

Vi algo chiquito, parado. Y con poco bello.

-¿Qué hago? –Pregunté.

-Agárrala con la mano. -Lo hice, estaba dura. –Ahora muévela, así así, dale. No pares. –Y tardó más en darme instrucciones cuando mi mano estaba llena de algo pegajoso.

-¿Qué es? –Pregunté con asco viendo mi mano.

-Es lechita. –Dijo. –Esa te la tomas.

-Hay no, que asco. –Dije con mucho asco. Agarré ropa del ropero y me limpié.

Se acomodó la ropa y salimos del ropero y del cuarto.

-Vamos con los otros. –Me dijo.

-Voy a la sala a ver tele. –Dije.

Pero la verdad es que quería ir a pensar en todo lo que estaba sucediendo, en lo que acababa de hacer y me perdí en mis pensamientos.

“Hacer el amor… ¿Qué se sentirá? Mi prima gemía y decía que le dolía pero le gustaba. Y la lechita… ¿Qué es eso? Según se toma. ¿A que sabrá? ¿Algún día yo haré el amor? Claro, tendré hijos…”

-July, nos habla tú primo. –Me dijo el niño, el mismo con el que me encerré en el closet. El menor de los tres hermanos nos hablaba –Que si jugamos a lo mismo de la otra vez.

Nos juntamos en la calle, separados de todos los grandes. Éramos 6 personas: mi primo de 15 años, una niña de 13 años, su hermano de 12 años, “el niño” y otro de 11 años y yo.

En cuanto vi a mi primo, al instante lo vi encima de su hermana, agarrándole todo el cuerpo. Su imagen no se me borraba.

El juego trataba que nos subíamos en los autos; mi primo era el jefe e iba con su esposa, la niña de 13 años. Y nosotros éramos sus guardaespaldas y nos íbamos en otro auto. El juego era muy tonto porque en realidad no hacíamos más que fingir que traíamos armas y defendíamos al jefe. Pero luego de aquella noche, mi interés por ese juego despertó: mi primo sin duda estaría encima de la otra niña haciéndole lo mismo que a su hermana, y yo sabiendo eso, estaría al pendiente para no perder detalle.

Iniciamos el juego, era un alboroto porque todos hacíamos cosas. Como a los 5 minutos de juego noté que mi primo y la niña se perdían de la vista y se agachaban. Al minuto se levantaban, la niña acomodándose el cabello.

-Síganme. –Dijo mi primo.

Y “avanzamos” el auto, para seguirlo. El juego duró cerca de 30 minutos. En ocasiones se agachaban y luego se levantaban. No se miraba nada pero sin duda hacían un buen espectáculo.

La niña se tuvo que ir.

-Se acabó el juego. –Dijo mi primo. –Pero ustedes pueden seguir jugando.

Y todos asintieron.

-¿Quién será el jefe? –Preguntó el otro niño que quedó solo.

-Que sea el “niño”. –Dije yo. Ese niño con el que me había encerrado. –Y yo su esposa.

Nos hizo burla y al final nos subimos a un auto solos. Apenas íbamos a iniciar cuando se acercó mi hermana.

-Yo quiero jugar pero quiero ser esposa de un jefe. –Dijo Olga.

-No, ya estamos completos. –Dije.

-Yo quiero ser jefe también. –Dijo el otro niño. –Estoy solo y me vendría bien una esposa.

Aceptamos. Cada pareja se subió a un auto. Empezamos el juego. El niño nunca se animó a nada y yo tampoco. Estaba nerviosa. A los 10 minutos, el otro niño tocó la ventana de auto.

-Compadre, vamos a robar esa casa. –Le dijo a “mi esposo”.

-Claro, vamos. –Se bajaron y se metieron a la casa de “mi esposo”.

Olga se subió al auto conmigo.

-¿Ya pichoneaste? –Me preguntó Olga.

-¿Qué? ¿Qué es eso?

-Sí, que tú esposo se suba arriba de ti, y se empiezan a tocar todo.

-¿Quién te dijo eso? –Pregunté.

-Mi esposo. Dijo que así era el juego y que eso hacían los esposos.

-No he hecho eso.

-Yo sí. –Dijo con orgullo.

No dijimos palabra.

-Vénganse. –Dijo “el esposo” de Olga. –Ya es de nosotros la casa. -Nos bajamos y entramos a la casa. -Bueno. Cada pareja agarra un cuarto y nos vamos a dormir. –Dijo. –Mi esposa y yo este. -Se encerraron en un cuarto.

-Nosotros este. –Dijo “mi esposo”, entramos y cerró la puerta. –Haremos lo que hacen los esposos, pichonear. –Me dijo.

-¿Eso cómo se hace?

-Te acuestas boca arriba, yo encima de ti, nos besamos y nos agarramos todo. ¿Está bien?

-Si.

Eso hice, y “mi esposo” se puso encima de mí, en medio de mis piernas. La falda se levantó y sentí un pico tocando mi panochita por encima de mi calzón. Se empezó a mover torpemente y yo también agarrándonos la espalda, los brazos, la cintura. Se sentía bien.

Estuvimos como 2 minutos hasta que tocaron la puerta. Nos levantamos asustados.

-¿Quién? –Preguntó “mi esposo”.

-Soy yo, abre. –Era “el esposo” de Olga.

-¿Qué quieres? –Preguntó “mi esposo”.

-Nos peleamos “mi esposa” y yo, ahora cambiamos. –Dijo y entró Olga.

-Está bien, Julia vete con él.

-Si. –Caminé sin ver a mi hermana. Salí y entramos al otro cuarto.

-Vamos a pichonear, acomódate. –Me dijo. Lo hice y empezamos a hacer lo mismo.

Sentía algo más grande en mi entrepierna. Como al minuto se levantó “mi nuevo esposo”:

-¿Me la jalas? El otro me dijo que eso le hiciste.

-Este… -Y asentí.

‘’Mi nuevo esposo” se quitó rápido el shorts y saltó algo del mismo tamaño que el otro que había visto. Igual sin mucho bello.

Se acostó en la cama y lo tomé con mi mano. Empecé a moverla rápido y no tardó tanto en soltar la lechita. Se tapó con la almohada para que no le cayera en la cara. Mi mano se manchó un poco de eso.

Me limpié con la sábana.

-Bueno, ya vámonos. –Me dijo. Salimos del cuarto y nos sentamos en la sala. Como a los 10 minutos salió mi hermana.

-Ya vámonos. –Me dijo y me hizo señas con la cara. Salimos de la casa.

-¿Qué pasó? -Le pregunté.

-Quería pichonear con calzón quitado pero yo no quise. Al final él se lo quitó y pichoneamos él sin calzón y yo con calzón. Y ¿Tu? ¿Qué hiciste?

-Nada más pichoneamos así con ropa. –Y me detuve en seco. Vimos y el patio estaba solo. -¿Dónde están todos?

-Las mujeres fueron a mi casa por ropa y cosas porque aquí dormiremos. Los muchachos salieron a dar el roll. Me dijeron que nos esperáramos aquí.

-Bueno. –Dije. Entramos a la casa y ahí estaba mi primo y de nuevo me lo imaginé encima de su hermana.

-¿Dónde estaban? –Nos dijo. –Me tuve que quedar a cuidarlas.

-Jugando. –Dije. -¿Estas solo?

-Mi tía también está pero se metió a cambiar a su cuarto.

Y nos sentamos a ver la tele. Me dieron ganas de ir al baño y me levanté. Pasé frente al cuarto de mi tía y escuché ruidos. La curiosidad me ganó y me acerqué a la puerta.

-Tía, ya deseaba esa boquita. –Dijo alguien. Reconocí la voz, era Pablo. –Sabe usarla.

-Si sobrinito, tu tío no me atiende. Soy una mujer que le gusta coger y tengo que buscar otras opciones.

-Lástima que mi tío no sepa lo que tiene. Abra las piernas.

-No mijo, tenemos poco tiempo y quiero ponerme en 4. –Y a los 10 segundos se empezaron a escuchar gemidos muy leves.

Corrí asustada al baño y me encerré. Mi corazón latía muy de prisa. ¿Por qué esta curiosidad? Una pregunta sin respuesta. Me encerré como por 10 minutos hasta que escuché que salió Pablo del cuarto. Abrí la puerta al instante y vi que iba saliendo por la ventana.

Caminé rumbo al cuarto de mi tía. Toqué y entré. Mi tía de un brinco, se tapó con ropa que había tirada.

-¿Qué pasó? Mija. –Me preguntó.

-Tía, ¿A dónde fueron mis papás?

-Cierra la puerta, y voltéate. Deja me visto. –Me dijo. –Fueron a traer ropa. Aquí se van a quedar a dormir.

-A bueno. –Caminé por el cuarto con la mirada perdida. –Tía…

-¿Qué pasó?

-¿Qué es hacer el amor? –Mi voz sonó muy inocente.

-¿Qué pregunta es esa? –Me dijo en tono fuerte. -¿Dónde viste eso?

-Vi a dos personas hacer el amor.

-¿A quiénes?

-A Pedro y a mi prima. –Le dije.

-Pinches güerquitos. –Dijo al aire.

-¿Es malo hacer el amor?

-No seas curiosa July, estas muy chica para eso.

-Es que vi a mi prima y se veía que le gustaba.

De repente mi tía me volteó a ver y me puso mucha atención. Me dio miedo.

-¿Qué fue lo que viste?

-No mucho, estaba oscuro. –Decía mientras me paseaba por el cuarto. –Pero se quitaron la ropa y Pedro se puso encima de mi prima y se movían.

-Y ¿Cómo supiste que eso era hacer el amor?

-El vecino me dijo, él también vio.

-¿Cómo fue que vieron? –Mi tía tenía mucho interés.

-Estábamos encerrados en el closet, jugando. También los vimos a ustedes.

-¿A quiénes?

-A ti y a Pablo. –Le dije.

-Hacer… el amor… no es… malo. –Dijo tartamudeando. –La gente no se… debe enterar de nada.

-Lo que le dije, ¿Está mal?

-En mi puedes confiar, mija. –Me dijo. -¿Te gustó lo que viste?

-Si.

-Te voy a contar un secreto, ¿Puedo confiar en que no contarás?

-Si tía.

-Yo empecé a tener relaciones a tu edad. –Me dijo.

-¿Qué son relaciones?

-Hacer el amor, July. Así también se dice. Y por lo que veo tú saliste con el mismo gusto que yo tengo.

Me senté en la cama. Tenía curiosidad por saber todo.

-¿Con quién tenías… relaciones? Tía.

-Es secreto, ¿Está bien? –Asentí. –Con el novio de una vecina que era la que me cuidaba, él estaba en Prepa y yo de tu edad, 10 años más o menos.

-Y ¿Hacían el amor todos los días? –Pregunté.

-Una vez a la semana. Luego tuve un novio en la primaria y con él tenía, luego en la secundaria tuve 3 novios con los que tenía relaciones y en la Prepa ya no tuve novios, tan solo tenía con el que se me antojara. Hasta que conocí a tú tío en la universidad pero con él casi no hago el amor. Por eso tengo con otros hombres. –Hizo una pausa. –Pero no es malo, solo que no se debe decir, aprende eso.

-Yo quiero hacer el amor tía, no es malo, ¿Verdad?

-Hay July. –Me abrazó. –Te quiero hija.

La vi llorar.

-¿Qué te pasa?

-Nada, me da nostalgia esta plática que tenemos. Me hubiera gustado tener a alguien que me escuchara cuando yo inicié en esto. –Esto último fue más como un pensamiento. –Aquí está tu primo, ¿Verdad?

-Sí, está con mi hermana viendo la tele.

-Bien. Tu primo está en una edad donde trae las hormonas a todo. –De nuevo fue como si estuviera pensándolo. -¿Quieres hacer algo con él? Te voy a enseñar cosas y te llevaré despacio en este camino.

-¿Qué quiere que haga? –Sentí nervios.

-No vas hacer el amor con él.

-¿Entonces?

-Le vas a mamar su… esa cosa que tiene entre las piernas. Se llama pene.

-¿Sabe rico? –Pregunté.

-Sí y su semen también. Te lo vas a tomar.

-¿La lechita?

-¿Quién te dijo que así le decían? –Preguntó mientras sonreía.

-El vecino.

-Ese vecino sabe mucho, ese nos ayudará mucho. Bien, voy por tú primo.

-Ok, mamársela y tomarme la lechita. –Y sonreí.

Esperé sentada en la cama, a los 5 minutos entró mi primo.

-Hola July. –Me dijo cerrando la puerta. –Ya me dijo mi tía y me agrada la idea. –Se bajó su pantalón y saltó su pene parado como un pico. Se acostó en la cama. –Solo no me vayas a morder.

Me puse de rodillas frente a su pene y lo tomé en mis manos…

Me levanté del sillón y abrí mis ojos mientras miraba a mi tía.

-Tía… yo… mi primo… me encerré con él… hace años y yo…

-Si July, así iniciaste.

-Yo… te pedí…

-Alguien tenía que escucharte y ayudarte. Yo no tuve a nadie...

-Pero tía… -La interrumpí. Volteé a ver a Pablo.

Dos días después de estar con mi primo.

-Tú mamá no va a regresar hasta la noche. –Me dijo. -¿Estás segura que quieres hacer el amor con Pablo?

-Si tía. Me gustó mamársela a mi primo y la lechita también me gustó. Ahora quiero sentir tener relaciones.

Me abrazó mi tía.

-Pasa al cuarto. –Entramos. –Vienes muy bonita vestida.

-Sí, me dijiste que me pusiera un vestido bonito. –Dije.

-Te daré unos consejos antes de que llegue Pablo. –Me dijo. –Disfruta mucho de esto, es el comienzo de algo que estará presente toda la vida. Pablo es bueno haciendo el amor, por ser tu primera vez has caso a lo que te diga y disfrutarás de esto. Y recuerda, la gente no ve bien esto pero en mi puedes confiar. Esto que hacemos solo tú y yo vamos a saberlo. –Tocaron la puerta de la casa. –Ya llegó. –Me abrazó y me dio un beso en la mejilla. –Te quiero, hija. –Me dijo y salió.

Salió del cuarto y a los 5 minutos entró Pablo. Mi corazón latió muy de prisa.

-¡Pablo! ¿Tú y yo…? –Dije viéndolo asustada.

-Sí, lo siento mucho. –Me dijo.

-No Pablo, no debes sentirte mal. -Dijo mi tía. -Ella decidió eso porque es su personalidad, ¿Verdad, July? -Mi mirada se había empezado a nublar pero poco a poco fue aclarándose. Me senté en el sillón y analicé toda la situación. -¿Verdad July? –Repitió mi tía.

Recordé todo lo que había pasado en mi primera vez con Pablo; recuerdo que nos desnudamos, le vi su verga, se la mamé, y me la metió en todas las posiciones posibles. Recuerdo que me dolió y sangre poquito. Y al final me tragué su leche.

Miré a mi tía y en ese momento mi personalidad y mente cambiaron totalmente.

-Si tía, me gusta la verga y coge tanto como a ti. Y con quien sea.

Mi tía sonrió, aliviada.

-Ahora sí, cuéntame que te trae tan triste. –Me dijo.

-Soy una tonta, es un chavo que me gustó y quería cambiarlo por Rafa…

-Rafa es el hombre que tú necesitas. –Me interrumpió. –Serias una tonta si lo dejas ir. Yo no pude encontrarlo pero tú si.

-Por cierto tía, ¿Qué pasó con mi tío? –Pregunté.

-¿No recuerdas? –Negué con la cabeza. –Se enteró en marzo del siguiente año que tuve sexo Pablo. No dijo nada a nadie pero nos divorciamos.

-Ya entiendo. ¿A qué se deberá que no recuerde? –Pregunté.

-Tu mamá siempre les ha dado una educación muy estricta sobre el sexo. De hecho, la semana de enero antes de entrar a clases, te quedaste aquí en mi casa y todos los días cogias con el vecino. Se la pasaban 5-6 horas encerrados. Y salías a platicarme.

-¿De verdad? –Mi tono fue de incredulidad.

-Sí, pero de un momento a otro cambiaste. Me imagino que al ser todavía una niña, lo que te dijo tu mamá te entró rápido a la cabeza. Ya no había visto esa actitud tuya hasta hace poco y pensaba en acercarme pero no sabia como. Y estos días que te vi tirada, supe que era el momento y de que manera.

-Gracias tía. –Dije mientras me levantaba del sillón.

-¿A dónde vas? –Me preguntó.

-Voy a ponerle fin a lo que me tiene así.

-Y ¿Qué es?

-Voy a enseñarle al tipo lo que se perdió. –Y salí de la casa mientras le mandaba un mensaje a Martín.

‘’Te espero en tal hotel en 20 minutos”

No tardó ni un minuto en responder.

‘’Llego en 5 minutos, ahorita te mando la habitación.”

Tomé un taxi y me dirigí al hotel. Llegué y entré. Caminé hasta la habitación que me había dicho.

Toqué la puerta y me abrió Martín. Apenas cerró la puerta, me abrazó por detrás, sus manos me las puso en mis pechos.

-Pensé que ya no me querías. Pensé que ya no me querías. Estaba muy triste.

-Siéntate. Acomódate en el sillón y quítate la ropa. –Quedó desnudo rápidamente. Yo también me desnudé. Me puse de rodillas frente a su verga, la tomé con mis manos y me la metí a la boca. Comencé a mamársela. Esforzándome para darle la mejor de las mamadas; le comí toda la verga de arriba abajo, luego le pasé mi lengua por todo su palo, para al final detenerme en la punta. Le daba golpecitos con la punta de mi lengua.

Soltó líquido pre seminal y lo noté porque sentí el sabor salado que tanto me gustaba. Empecé a masturbarlo mientras le comía sus bolas.

-¡Uf! Me voy a venir. –Dijo.

De nuevo le comí su verga y al instante sentí como la leche golpeaba mi paladar. Tragué toda la leche, hasta la última gota.

Seguí mamando.

-¿Quieres mas? –Me dijo.

-No, te estoy preparando porque quiero que me la metas por el culo. –Le dije.

Se levantó de golpe.

-Acomodate. –Me dijo.

-Ponte el condón. –Le dije.

-No traigo.

-Sin condón, no lo haremos.

Tomo el teléfono y le habló a los encargados del hotel. Pidió un paquete de condones. A los 5 minutos tocaron la puerta y se los entregaron. Abrió uno y se lo puso.

-Listo. –Me dijo. Me acomodé en 4. –Rico culito.

-¿Lo has hecho por el culo? –Pregunté.

-Nunca.

-Es riquísimo. –Dije. Sentí su verga en la entrada de mi culo pero no era una verga erecta sino flácida. -¿Qué pasa?

-Nada, se me puso aguada pero ahorita se me para.

Volteé a verlo y se estaba masturbando. Me quedé en 4 un minuto.

-¿Ya? –Pregunté desesperada.

-No. Ayúdame, mamamela y se me para.

-Claro que no. –Dije. –No aguantas nada. –Me levanté y me comencé a vestir.

-Oye espera... –Me dijo.

-Si de aquí a que me ponga la ropa, no se te ha parado no haremos nada. –Ropa interior, pantalón, blusa, zapatos.

-No me hagas esto.

-Te di tiempo y de nuevo me quedaste mal. –Le dije en tono de decepción.

-¿Cómo que de nuevo?

Abrí la puerta del cuarto y me volteé a verlo.

-Escucha bien esto: eres guapísimo y me gustas demasiado. Eres un poco precoz para el sexo pero eso con el tiempo se arregla. Si me hubieras dicho desde que me conociste que estabas comprometido y que te ibas a casar, yo hubiera comprendido y tú y yo hubiéramos sido amantes toda la vida. Pero me rompiste el corazón y esto se acabó. –Salí y cerré la puerta.

Un taxi me llevó a la casa de mi tía. Todo el camino sonó mi teléfono y me llegaron mensajes, que no leí. Ahí terminó Martín.

Llegué a mi casa y me tiré en el sillón. Me sentía mucho mejor. Feliz, tranquila, en paz. Caminé a mi cuarto y me detuve en seco al escuchar ruidos en el cuarto de mi tía. Fui y abrí la puerta de golpe.

Mi tía estaba en medio de la cama en 4, Pedro la tenía sujeta de las caderas y se la estaba cogiendo y Pablo frente a ella, de rodillas mientras se la mamaba.

-Quita las manos. –Le dijo a Pablo. –A hola July. ¿Quieres unirte?

-Solo vine a agradecerte. En serio tía, gracias por todo.

-De nada hija, puedes confiar en mí. Y recuerda: esto es entre tú y yo.

-Lo sé. –Dije.

-Segura que no quieres unirte.

-Por hoy, no tía.

-Entiendo. Descansa. –Dijo. Cerré la puerta. Se escucharon gemidos toda la noche.

Tomé mi teléfono y marqué un número.

-Sí, buenas noches. ¿Director? Discúlpeme. Si, tuve unos problemas familiares. ¡Aja! No se me ha olvidado. ¿Mañana? Estaré ocupada. Si director, sus compromisos son primero. Iré a mi pueblo. ¿En serio pasaría por mí? Por mi perfecto. ¿A qué hora? ¿A las 11pm es buena hora? Perfecto, mañana le hablo para decirle a donde vaya por mí. Gracias, adiós.

Marqué otro número.

-¿Amor? Discúlpame. Tuve unos problemas, me sentí muy mal, pero te amo Rafa, ya estoy aquí. Mañana te quiero ver. Si amor, lleva la cámara, quiero ver los videos y cobrar la apuesta que de seguro yo gané.

Continuará.